El Viento a Contrapelo de mi Sombra - Santiago Vizcaíno - E-Book

El Viento a Contrapelo de mi Sombra E-Book

Santiago Vizcaíno

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Beschreibung

El viento a contrapelo de mi sombra es un libro que navega entre el dolor y el goce, entre la desazón y la dicha, entre la muerte y la vida. Poemas escritos desde la vívida contemplación del mundo, reflexionan en torno a la ausencia, al desastre inminente, al tedio de la existencia, pero también alrededor del nacimiento, los devaneos del amor y la escritura como acto vital. Aquí, Vizcaíno maneja con maestría la elegía y el verso largo, así como también poemas cortos de gran riqueza metafórica. Le da espacio a la ironía y al símbolo, se pregunta y se increpa, se doblega y se levanta con imágenes poderosas, alucinadas y sensitivas.

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Una orilla la muerte

Torpe gacela la palabra muerte

Un día el miedo te puebla

El viento a contrapelo de mi sombra

Lección

Cuando ya no te mueras

La caída

Hay cenizas

Descenso

Mientras el bosque se incendia

La fatiga es un imán voraz

Bosque de algarrobos

Todo como una ciudad

Retórica

Tránsito

Cabeza de humo

Lo que el día resume

Al revés

Deseo

Otra orilla la vida

[castigo]

Nacimiento de Tomás Vizcaíno

Están las cosas en su lugar

Tus ojos

Secreto

Espuma

Danza

El Venado y la Serpiente

Celo

Accidente

Marejada

Presencia

Voy a escribir hasta hacerte llorar

Caña de pescar

Pirotecnia

Labores

Nunca más

My foolish heart

Ausencia

Yo era una máquina de hacer poemas

Una orilla la muerte

Torpe gacela la palabra muerte

A mi padre

s espantoso tu silencio.

mar o viento alocados por la música desnuda.

si hubieras dicho: tomaré la noche / será polvo.

pero el mensaje decía: papá ha muerto, papá ha muerto.

fue el dolor violento del corte,

el rayo incrustado en el cráneo,

la pólvora cruel que explota en la memoria.

no dijiste: iré a palpar el aire, a jugar con el margen.

tu territorio ya no es mío / tu cuerpo es lava.

tengo ahora el frío de la sombra,

tengo ahora el temblor del día.

si hubieras dicho: tiéndeme la mano,

la mía estará sepulta.

sin embargo, te escucho,

tu risa es un avispero en el pecho.

dos cosas me significan:

la paz de tu rostro nunca imaginado

y el brillo de la estela de tu paso.

torpe gacela la palabra muerte.

turbia mirada la del abismo inesperado.

si hubieras dicho: me voy a poblar la arena, a regar el llanto.

¡tirita, imposible,

dios, tirita!,

no separes la voz padre de la voz hijo.

dadme tu espantoso silencio para hacerlo añicos.

Un día el miedo te puebla

n día el miedo te puebla.

Vuelve niebla tu hálito.

Carcome tu infancia.

Dobla tu ímpetu.

Y caes.

Ya no es tu risa,

ni el llanto embravecido del capricho.

Ya no es tu cuerpo

ni el polvo bajo tus pies.

Es solo el miedo que ocupa la falsa memoria del presente.

Entonces te espabilas.

Tratas de acallarlo.

Te mueves como calculando la distancia

entre la muerte y lo vivido.

Y así pasan los actos

dentro de tu cerebro,

como tu cuerpo,

ya poco ardiente o solo tibio.

Hasta que no das más.

Ni siquiera el amor,

el fuego del deseo que hace

inevitablemente hermoso

el momento en que el miedo se retrae.

Ni siquiera eso.

Porque estás vaciado.

El veneno de la autodestrucción te penetra,

te anida.

No es más que miedo, te dices,

pero no encuentras el lugar del miedo.

Porque no quieres volver

ni retroceder

hasta el momento

en que las ramas se quebraban

sobre olas de llanto mísero.

Y te niegas lo posible

o quizá lo imposible.

Para qué saberlo,

si la desidia es oro de miedo,

árbol corrompido por lo inútil,

trompa de un cuerpo más sólido

que tu sal vacía de sentido.

En el dolor la angustia se triza

y sobre la necesidad se hace torpe la certeza.

Cada vez que caes,