Esa ella que no existe - Solana González Basso - E-Book

Esa ella que no existe E-Book

Solana González Basso

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Beschreibung

Un estudio de las principales maneras de escribir (y, por lo tanto, de leer) el aforismo lacaniano «La mujer no existe». Dentro del cúmulo de escritos nacidos al calor del extenso debate entre el psicoanálisis (en sus múltiples concepciones) y los diversos feminismos existentes, este libro ocupa un lugar destacado debido a la impronta de la enunciación personal de su autora, el rigor en el manejo de las herramientas que ella usa, y la seriedad de la interrogación surgida de sus planteos que, sumados a la actualidad de su asunto, lo convierten en una referencia ineludible para el estudioso. Tres razones fundamentan esta afirmación: la inclusión de lo contemporáneo en discusiones cuyas raíces se remontan al medioevo e incluso a la Antigüedad clásica; la relación directa con las fuentes en que abreva —inconfundibles rastros y cicatrices que deja la danza cuerpo a cuerpo con los autores y con los problemas abordados— en lugar del chato resultado de recurrir a la intercesión del comentario autorizado; y el rigor y la escrupulosidad del ensayo, base del interés que despierta y de su apertura al mundo.  

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ESA ELLA QUE NO EXISTE

Escrituras, límites, fronteras

Solana González Basso

PrólogoGerardo Arenas

CONEXIONES

Créditos

Colección CONEXIONES

Título original:Esa ella que no existeEscrituras, límites, fronteras

© Solana González Basso, 2022

© De esta edición: Pensódromo SL, 2022

Esta obra se publica bajo el sello de Xoroi Edicions.

Diseño de cubierta:Cristina Martínez Balmaseda - Pensódromo

Editor: Henry Odell

e–mail: [email protected]

ISBN print: 978-84-125319-8-5

ISBN ebook: 978-84-126321-5-6

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Índice

Prólogopor Gerardo ArenasIntroducciónCapítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5EpílogoBibliografíaAcerca del autor

A Martín, León y Uma

Prólogo

Gerardo Arenas

La sabiduría popular sostiene que las palabras vuelan y los escritos quedan. Jacques Lacan, jugando con los equívocos y las polisemias de su lalangue, llega a sostener lo inverso. Por supuesto, ninguna de las dos opiniones es estrictamente válida dentro del alcance extremo, universal, al que sus respectivos enunciados aspiran. Esto nos obliga a preguntarnos, cada vez, por qué será que algunas palabras vuelan y otras quedan. Y lo mismo vale para lo tocante al destino de los escritos.

 

¿Qué ocurre cuando estos son acogidos en libros? ¿Qué hace que algunos queden y otros no? A este respecto, Irene Vallejo observa que, aparte de los incendios y otras catástrofes que suelen atacar su soporte material, la clave pasa por lo que el libro provoque en su lector: según sea la naturaleza de ese impacto, el lector puede elegirlo y, al elegir, lo salvaguarda. Por esta vía, Vallejo introduce en el problema una variable que no estaba contemplada en las dos opciones iniciales contrapuestas: la que hace de lo conservado el efecto de una elección y no el corolario de una ley estructural.

 

Pues bien, dentro del cúmulo de escritos nacidos al calor del extenso debate entre el psicoanálisis (en sus múltiples concepciones) y los diversos feminismos existentes, el volumen que aquí ve la luz será, sin duda, elegido por sus lectores —quienes, gracias a eso, lo salvaguardarán— y, en consecuencia, pasará a contarse entre aquellos escritos que permanecen. ¿Por qué? Porque la impronta de la enunciación personal de su autora, el rigor en el manejo de las herramientas que ella usa, y la seriedad de la interrogación surgida de sus planteos, suman a la actualidad de su asunto esa dimensión original que lo eleva, de ahora en más, al rango de una referencia ineludible para el estudioso.

 

Esa dimensión es triple.

 

Ante todo, porque su peculiaridad no consiste en la efectista adición, a lo actual, de un matiz hiperactual —recurso fácil, trillado, intrascendente—, sino más bien el producto de la elección epistémica contraria: la de incluir lo contemporáneo en discusiones cuyas raíces se remontan al medioevo e incluso a la Antigüedad clásica. En tales discusiones, además, la lógica pura y dura tiene un papel preponderante.

 

Aquí hallamos el segundo vector de la originalidad de la presente obra: la relación, no mediada sino directa, con las fuentes en que abreva. Así como Lacan, por ejemplo, se zambullía en las fuentes que lo nutrían y las reutilizaba con el fin de enriquecer el discurso analítico al compás de las necesidades doctrinarias que volvían plausible, para él, la apelación a aquellas, encontramos aquí los inconfundibles rastros y cicatrices que deja la danza cuerpo a cuerpo con los autores y con los problemas abordados, en lugar del chato resultado de recurrir a la intercesión del comentario autorizado.

 

Por último, la tercera forma en que este ensayo es original radica en su escrupulosidad, base del interés que despierta y de su apertura al mundo. En efecto, las categorías psicoanalíticas, lógicas y epistemológicas aquí empleadas son objeto de un manejo riguroso y ágil que no impide que se las recree. Por lo demás, el prodigioso abanico de las referencias a que aquí se remite no es signo de vanidad ni tampoco gesto de alarde erudito, dado que la pertinencia de cada uno de sus registros es perfectamente comprobable y absoluta. Así, ajenas a la costumbre del monocultivo (que desgasta el suelo donde se lo practica), las páginas de este libro fertilizan el campo psicoanalítico y siembran en él unas semillas de donde podrán brotar fructíferos debates no solo en su ámbito, sino también fuera de él.

 

Como si esto fuera poco, el presente estudio de las principales maneras de escribir (y, por lo tanto, de leer) el aforismo lacaniano «La mujer no existe» —estudio que incluye la puntillosa elucidación de las consecuencias de esas diferentes escrituras— resulta muy oportuno, dado que los Grands Assises de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, dedicados a ese tema han sido convocados bajo ese título. Pero todo en él trasciende esta especial circunstancia, en la medida en que, acordemos o no con todos sus planteos, estos arrojan nueva luz e imprescindibles precisiones sobre un amplio haz de asuntos convergentes vinculados con los enigmas de la sexuación de los seres hablantes, además de contribuir a la aún pendiente reapertura de la investigación relativa a las complejas relaciones entre el significante, la letra y la huella.

 

Damos así la bienvenida al libro, que llegó para quedarse, y agradecemos a la autora la agudeza de su pluma generosa.

Buenos Aires, febrero de 2022

X. Gauthier: Digamos sobre la manera en que el lenguaje se organiza en sus textos, probablemente de una manera muy diferente a como se organiza en los textos de los hombres.

M. Duras: Nunca me ocupo del sentido, de la significación. Si hay un sentido se desprende después. En todo caso, nunca es una preocupación.

X. Gauthier: De hecho, no le hablaba de sentido ¿Cómo es que dispone el lenguaje en el libro, sobre el papel?

M. Duras: La palabra cuenta más que la sintaxis. Ante todo, son palabras; por otra parte, sin artículos, que llegan y se imponen. Sigue el tiempo gramatical, bastante después.

X. Gauthier: [...] Me preguntaba si no había una especie de retiro, de retención del sentido gramatical

M. Duras: No es consciente. Son blancos que, si usted quiere, se imponen. Sucede así, le digo cómo pasa eso, quizás bajo el impacto de un rechazo violento a la sintaxis, si, pienso que sí, reconozco algo ahí

X. Gauthier: Me preguntaba si eso no sería algo de mujer, verdaderamente femenino, blanco. Si por ejemplo hay una cadena gramatical, si hay un blanco adentro ¿acaso allí no estaría la mujer?

M. Duras: ¿Quién sabe?

Marguerite DurasLas conversadoras: Entrevistas con Xaviére Gauthier

Introducción

Estar excluido de lo universal y, a pesar de ello, hacer una afirmación dentro de sus términos es pronunciar una contradicción performativa de un cierto tipo.

Judith Butler

La letra, siempre citada como uno de los misterios de Lacan, denomina el signo en tanto producción de goce.

Jacques-Alain Miller

El feminismo del siglo XXI ya no se ampara en lo universal. Hace de su inexistencia una evidencia. Atrás quedaron las preguntas de Xavière Gauthier a Marguerite Duras1 orientadas hacia la búsqueda de una escritura femenina, cuya hipótesis feminista pensaba la vecindad entre esos dos campos con un gran telón de fondo: el de los sólidos universales del siglo XX. Duras introduce un punto de incompatibilidad frente a esta hipótesis con su rechazo a las regularidades sintácticas y con su negativa a responder dónde está la mujer, e ilumina de manera distinta la frontera entre la escritura y lo femenino.

Este libro recoge esa línea para pensar la vecindad entre ambos campos a partir de una afirmación: tanto Jacques Lacan como Judith Butler enunciaron «La mujer no existe». Situamos como punto de partida esta aparente homología porque nos interesa proponer que la diferencia entre ambos autores está en la manera en la que cada uno escribe la imposibilidad que atraviesa al universal femenino. En otras palabras, «Escrituras, límites, fronteras», plantea que, en relación con la inexistencia del universal, entra en juego una diferencia escritural entre la letra lacaniana y el performativo butleriano.

Nuestra propuesta no es inocente. Busca conmover un aparato de lectura: aquel que reduce la conversación entre el psicoanálisis y el fenómeno queer a una disputa en torno a la identidad. Esta reducción capta los efectos, pero no elucida la causa. Nuestro planteo viene a afirmar que el «género», como significante amo contemporáneo, es efecto de la operación butleriana sobre el universal del feminismo del siglo XX. Consideramos que un singular uso del performativo derrideano está en el fundamento de la crítica de Butler a la totalización de la categoría «mujer» e intuimos que esto generó un acontecimiento. Es a partir de esa operación butleriana que se produce el pasaje de la hipótesis universalista de una escritura femenina —que disputaba el binarismo del lenguaje desde el cuerpo femenino como sustrato universal— a las diversas escrituras de la inexistencia del universal femenino.

De ese pasaje nos interesa el punto de llegada porque encontramos allí dos escrituras que determinan versiones distintas acerca de la inexistencia y del cuerpo. Por un lado, la escritura del performativo derrideano como máquina ilimitada del juego de las oposiciones del lenguaje, que piensa el cuerpo desde el campo de la representación. Por el otro, la letra lacaniana como indiseminable que, en su dimensión lógico-matemática, introduce el cuerpo con relación al goce.

De nuestra intuición acerca del acontecimiento butleriano nacieron algunas preguntas.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de «operación butleriana sobre el universal del feminismo»?¿Qué tiene que ver el signo iterable, planteado por Jacques Derrida, con esta operación?¿Qué es el giro de la letra hacia la dimensión lógico-matemática?¿Por qué la diferencia entre Butler y Lacan se da en torno a la letra como producción de goce?La distinción entre el performativo y la letra, ¿plantea distintos modos de lazo del lenguaje y los cuerpos?¿Es posible, a partir de esto, deducir dos acontecimientos?El planteo de Lacan de una letra orientada hacia la lógica-matemática, ¿incidió en el valor de escándalo que había adquirido en su época el enunciado «La mujer no existe»?El uso butleriano del performativo como acontecimiento, ¿repercutió en el hecho de que la inexistencia del universal femenino cobre, en la actualidad, el valor de una evidencia?

Estas preguntas se precipitaron en una interrogación acerca de cómo se escribe el límite que atraviesa el universal femenino y lo vuelve inexistente. El concepto del límite, particularmente su modo diferencial de funcionamiento, será nuestra brújula para captar de qué modo se establece «La mujer no existe». Esto requiere distinguir de entrada dos orientaciones: por un lado, la orientación de Butler por la filosofía política, que la conduce a no desligar la inexistencia del universal femenino de la compleja relación entre universal y representación; por el otro, la orientación clínica de Lacan por la letra, que extirpa el campo de la representación y aborda la inexistencia del universal desde la lógica matemática.

Butler deduce la inexistencia del universal femenino de una paradoja en la aplicación política del feminismo. Las mujeres no se sienten representadas por ese movimiento, ya que este, en su afán de sostener un «todo» al que representar, desconoce el hecho de que no hay universal sin exclusión. «La mujer no existe» aparece como un síntoma de la pretensión de universalidad del sujeto del feminismo. En la medida en la que no esclarece el exterior constitutivo sobre el que se asienta, sigue sosteniendo una demanda no inclusiva y debilita así su exigencia de representación: «los excluidos constituyen el límite contingente de la universalización»2. La exclusión —tipo de límite que funciona contra el límite— escribe la inexistencia del universal femenino. Para leer su densidad, haremos un bricolaje a partir de sus herencias filosóficas: Hegel, Foucault y Derrida. En este libro, llamamos «acontecimiento Butler» a los efectos de disputar performativamente el exterior constitutivo del universal del feminismo.

A partir de la escritura de las fórmulas de la sexuación, Lacan sitúa con rigor lógico-matemático lo que objeta el universal femenino. Estas fórmulas, situadas en el momento de su obra conocido como «el giro de los años setenta», dan cuenta de que la lingüista cayó como referencia para dar lugar a la lógica de la letra que, por su dimensión de agujero, «se relaciona con el campo matemático». Este giro en Lacan, que le permitirá desujetar la sexualidad del campo del significante, tiene como antecedente el impacto que la matemática produjo en la lógica con la introducción de la noción de función. La función fálica, presentada en forma cuádruple a través de dos niveles con sus cuantificadores universales y existenciales, es el cimiento de «las fórmulas de la sexuación». Con ellas, Lacan cuestiona al universal ingenuo de la filosofía, cuyo fundamento es semántico, para producir a partir de un trípode lógico la noción de excepción, nombre del límite del cual dependerá la existencia e inexistencia del universal. Peirce, Frege y Brunschwig será el bricolaje elegido para capturar, a partir del límite en su relación con el goce, el funcionamiento diferencial que determina el aforismo la mujer no existe:

El no-todo no resulta de que nada lo limite, ya que el límite se sitúa allí de otro modo3.

La excepción y la exclusión, leídas a partir de los bricolajes, nos permitirán adentrarnos en el mar de la inexistencia del universal femenino haciendo uso de una herramienta: tomar los fenómenos contemporáneos a ras del lenguaje para «permanecer lo más cerca de la experiencia para decirla, sin aplastarse contra el muro del lenguaje»4. Construimos una brújula para no extraviarnos en el teatro lingüístico del mundo. Dos acontecimientos, dos modos de entender la huella y dos escrituras deslindan la diferencia entre Lacan y Butler con relación a «La mujer no existe».

En el primer capítulo, la querella medieval de los universales nos conducirá hacia el carácter nominalista del performativo butleriano a partir de Abelardo y Derrida, y hacia el carácter realista de la letra lacaniana a partir de Escoto y Peirce. En el segundo capítulo, desmontaremos las definiciones semántico-filosóficas del límite para introducirnos en el contrapunto entre el performativo y la letra. En un primer momento, desde la diferencia frontera-litoral; y en un segundo momento, desde los usos filosóficos de la acotación física del cuerpo y la determinación ontológica de la realidad. En el tercer capítulo, seguiremos el camino temporal en la construcción de las fórmulas de la sexuación para situar la excepción. Este trayecto comenzará por la tontería en Aristóteles y seguirá por la función fálica de Frege, la proposición particular en Peirce, la negación y sus formas para desembocar, de la mano de Brunschwig, en las diferentes maneras en que funciona la excepción. En el cuarto capítulo, nos abocaremos a la exclusión, delimitando dos tiempos que vinculamos a dos figuras: el drag como síntesis de la performatividad política y la guerra como figura del universo butleriano que sustenta una nueva ontología corporal. En el quinto y último capítulo, Preciado nos permitirá presentar una hipótesis: los «feminismos de fronteras y temblor» como modo contemporáneo de enlazar el cuerpo a la moral científica moderna.

Este libro recoge parte de una investigación anterior5. En aquel momento, aún no habían desembarcado los feminismos en plural. Sin embargo, estos son deudores del acontecimiento butleriano, ya que ningún plural habría sido posible si no se hubiese interpelado el universal del feminismo del siglo XX. Afirmar que la transparencia de ese plural se apoya en una escritura, quizá, nos permita interpretar por qué la inexistencia del universal femenino dejó de ser un escándalo. Este libro propone restaurar el filo cortante de «La mujer no existe» para volver operativa su otredad, con sus consecuencias epistémicas, clínicas y políticas. Esta es la invitación.

Capítulo 1

De tal manera, habría que decir queel Árbol de Porfirio esconde un bosque.

Alain Libera

Los límites del universal: el acontecimiento de la querella

El momento filosófico conocido como «la querella de los universales» se desató por una escritura. La Isagoges de Porfirio, un pequeño texto que se presentaba como una introducción a las categorías de Aristóteles, instaló el problema de lo universal en la Edad Media. Los universales, ¿son cosas, palabras, conceptos? Las distintas respuestas a esta pregunta dieron lugar a la querella medieval (acontecimiento histórico-filosófico que instaura el estatuto ontológico del universal junto a sus resonancias epistémicas, lingüísticas e, incluso, teológicas).

Cuando afirmamos que la querella se desata a partir de una escritura, no nos referimos solo a la Isagoges como texto, sino a la operación formal que produce Porfirio con sus tres preguntas. En la primera, ubica los dos modos posibles de la existencia del universal (si existen ontológicamente o en el pensamiento) y, a partir de esta, se desliza, con un peculiar silogismo, hacia las dos siguientes: si estos modos son o no corpóreos y si están separados o no de los entes sensibles. Resulta claro que no habría segunda ni tercera pregunta si Porfirio no se hubiera inclinado, primero, por la existencia ontológica de lo universal6. Y aunque se intenta corregir esa reducción unilateral (por ejemplo, Boecio inventa una nueva demarcación en la que une la existencia y el pensamiento, y luego los opone a la imaginación), la reificación del universal en la Edad Media sucede por la afirmación de su existencia ontológica. Esta operación formal de la Isagoges que denominamos «escritura porfiriana» será la que dé lugar a dos respuestas doctrinales: el realismo y el nominalismo. Ambas respuestas no solo se oponen en sus fundamentos (al punto de que es imposible pensar una sin ser esta reacción de la otra), sino que, incluso, están implicadas en «la determinación primordial de la modernidad»7.

El realismo en sus dos versiones, radical y moderado, sostiene que lo universal existe o bien de manera anterior y previa a las cosas (universalia ante rem), o bien como forma de las cosas y teniendo fundamento en ellas (universalia in rem). Para el nominalismo, los universales no son reales, sino que están después de las cosas; es decir, son abstracciones (universalia post rem). Como la densidad de la querella no es objeto de nuestro interés, no nos detendremos en sus detalles, solo iremos hacia ella para extraer dos rasgos: la puesta en forma del problema de lo universal y sus dos interpretaciones.

El primer rasgo sortea la paradoja que conlleva nombrar una inexistencia y permite esclarecer por qué el límite es una brújula con relación a la inexistencia del universal femenino. Si el lenguaje otorga existencia al objeto de su afirmación, por ejemplo, aunque la referencia de la palabra «unicornio» sea vacía, no por ello lo hace inexistir, ya que la significación permite alojar tanto a los existentes como a los no existentes. Orientarse por esta paradoja, nos habilita a no tomar la inexistencia del universal como una afirmación positiva. En su lugar, partiremos de la existencia del universal para que el límite encuentre su lugar como escritura de una inexistencia. En cuanto al segundo rasgo, lo que dirime si los universales tienen o no una realidad exterior es el fundamento en lo real, punto que dará lugar a dos interpretaciones. Del acontecimiento de la querella, nos interesa cómo se juega, dentro de la dimensión lingüística, la diferencia del fundamento en lo real.

Resonancias lingüísticas: realismo lacaniano versus nominalismo butleriano

Peña, en «Una mirada sobre el abismo», retrata las diferentes posiciones que adoptan el realismo y el nominalismo con relación al fundamento en lo real, a partir de sus distintas versiones del límite:

Mientras para el realismo el lenguaje, las palabras con que nos esforzamos por encontrarnos, son una sombra fidedigna de una realidad que las excede, pero con la que misteriosamente coinciden, para el nominalismo esas mismas palabras remiten unas a otras en un juego de citas, de traducciones y de interpretaciones de un original que, si alguna vez existió, se ha perdido ya para siempre8.

Para el realismo, el excedente, índice del funcionamiento del límite, sitúa lo que no es absorbible por el lenguaje. En el nominalismo, el original perdido funciona como un límite paradojal que inaugura el devenir de las palabras en un juego de citas inclausurable. La pregunta sobre el límite es cómo el fundamento en lo real se juega o no en el excedente y en el juego de citas. Para encontrar una respuesta pondremos a resonar dos referentes de la querella medieval con nuestros bricolajes. Derrida y Pedro de Abelardo para el nominalismo butleriano; Charles S. Peirce y Juan Duns Escoto para el realismo lacaniano. Buscamos que la querella medieval nos sirva para leer una interpretación diferencial sobre lo universal en Lacan y en Butler

En particular, nos interesa la hipótesis de Le Gaufey que afirma que el topos que inaugura Porfirio pervive hasta hoy y tiene relación en el debate entre los sexos9. Jorge Alemán, en Notas antifilosóficas, al hacer referencia a este punto, dice que es necesario que el debate actual entre construccionismo y esencialismo sea desplazado para dar lugar a lo que este encubre10. La cuestión determinante se juega para Alemán entre el nominalismo histórico y el realismo lacaniano.

Seguiremos el hilo de la cuestión determinante, pero no tomaremos como referencia a Foucault —autor que Alemán elige para su contrapunto—, sino que lo sustituiremos por Derrida. Esta elección es el nudo central de nuestro análisis. La epistemología del feminismo posestructuralista elucida el obstáculo que el construccionismo introdujo en su campo. En pocas palabras, es debido a que el giro semiótico interpeló al esencialismo (e hizo tambalear la relación entre representación y objeto) que la significación se situó en el centro de sus fundamentos. Por esto, inevitablemente, se deslizó hacia el nominalismo de «la construcción es todo».

Sin embargo, existe un nominalismo de influencia derrideana en Butler. Este obstáculo opera aun desde las sombras cuando se reduce a Butler al construccionismo, porque no termina de aprehender el nominalismo sobre el que se basa el proceso de escritura del signo iterable derrideano. A ese nominalismo nos abocaremos de la mano de Abelardo.

En cuanto al otro polo de la cuestión determinante, la complejidad estará en el sintagma mismo del realismo lacaniano. Peirce y Escoto nos servirán para situar al realismo a partir del problema del esfuerzo cientificista frente a lo inefable. Nos interesa proponer que el esfuerzo cientificista no admite un retorno a lo universal ontológico, salvo que medie una articulación algebraica del semblante con lo real.

La querella medieval por el sesgo de lo real

Hay un párrafo en De un discurso que no fuera del semblante que elegimos para analizar el sintagma del realismo lacaniano. Lacan hace allí una referencia a las dos posiciones de la querella, en un momento de su obra en el cual la dimensión de la letra gira desde la lingüística hacia su dimensión lógico-matemática. Para decirlo de otro modo, la complejidad de ese sintagma es que requiere ser leído en función de los distintos momentos de la elaboración sobre lo real. Vayamos a la cita:

Si hay algo que soy, es claro que lo que no soy es nominalista. Quiero decir que no parto de que el nombre es algo que se aplica, así, sobre lo real. [...], la tradición nominalista, que es, hablando con propiedad, el único riesgo de idealismo que puede producirse en un discurso como el mío, queda evidentemente descartada. No se trata de ser realista en el sentido en que se lo era en la Edad Media, en el sentido del realismo de los universales, sino de puntualizar que nuestro discurso científico, solo encuentra lo real por cuanto este depende de la función del semblante11.

Es interesante cómo aparecen las dos posiciones de la querella en esta cita. Si lo reducimos a una cuestión formal, sería a partir de un pronunciamiento «no soy nominalista» y de una especificación «no se trata de ser realista en el sentido de los universales de la Edad Media». Empecemos por el pronunciamiento, tomando un detalle: Lacan elige un enunciado negativo «no soy», en lugar de una afirmación. Sabemos que, ya sea como reacción o como oposición de fundamentos, ser realista es no ser nominalista; entonces, ¿por qué Lacan no comienza la cita diciendo «soy realista», en lugar de decir «no soy nominalista»? Adelantemos una respuesta: esto se enlaza a la función singular que cumplen los enunciados negativos en su obra, de los que daremos cuenta cuando trabajemos la excepción. En esta cita, su pronunciamiento está íntimamente relacionado con su elaboración acerca de lo real, a partir de la cual se desprenderá su realismo. Analicemos cómo ese no nominalismo nos permite capturar dos declinaciones distintas en torno a la letra.

En «La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud» (1966), momento del algoritmo saussureano, Lacan, no solo hace una referencia al no nominalismo, sino que también critica la universalidad12. Luego de afirmar que toda la estructura del lenguaje es lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente, introduce la letra como «soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje»13. Esta elección por la estructura le sirve de ayuda contra cualquier esencialismo. Particularmente, aquel que interpreta al signo saussureano desde el paralelismo entre sus términos, reinstalando una totalidad. En otras palabras, Lacan está despejando la función del significante en la significación y es, entonces, la materialidad del significante la que asesta un golpe al nominalismo:

[…]el significante entra de hecho en el significado; a saber, bajo una forma que, no siendo inmaterial, plantea la cuestión de su lugar en la realidad14.