Frente a la guerra - José Ignacio Besga - E-Book

Frente a la guerra E-Book

José Ignacio Besga

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Beschreibung

De todas las terribles situaciones en las que pueden encontrarse los seres humanos, ninguna es tan salvajemente cruel, tan atrozmente ignominiosa y tan degradante para la especie humana como la guerra. Ninguna crueldad se provoca de forma tan directa, tan dirigida exprofeso a causar daño, como la guerra. Lamentablemente la historia está atestada de guerras y algunos poetas sienten la necesidad de escribir versos que denuncien esta barbarie. La poesía comprometida de José Ignacio Besga se suma a todos estos versos por la paz. Como tituló uno de sus poemas Gabriel Celaya, "La poesía es un arma cargada de futuro". Bajo esta premisa "Frente a la guerra" es un clamor de repulsa, pues nada causa tanto dolor ni destroza tantos sueños como la guerra. Sus poemas están dedicados a quienes la sufren, a quienes mueren en ella, a quienes están a sus puertas, pues para todos ellos no existe futuro.

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FRENTE A LA GUERRA

José Ignacio Besga Zuazola

Frente a la guerra

© José Ignacio Besga Zuazola, 2024

© Sobre la presente edición: Editorial Alt autores

Maquetación ePub: Sergio Verde (www.sergioverde.com)

Ilustración portada: José Ignacio Besga Zuazola

Corrección de texto: Nuria Ostariz

ISBN:978-84-19880-26-0

Para más información sobre la presente edición, contactar a:

Editorial Alt autores

Henao, 60. 48009 Bilbao (España)

CIF: B95888996

www.altautores.com

Índice
Prólogo
Preliminar
Antes
Después, el tiempo
De nuevo, la guerra
Premonición
Alternativa
La guerra, la maldita guerra
Noviembre
Pregunta
Avanza
La épica de las víctimas.Campo de refugiados
Campos de Concentración
Viaje al destierro
El fuego de la guerra
La ciudad bombardeada
La profesora
PAX
Está decidido
Impacto
La dificultad de una decisión
Solidaridad
Asedio
Decidió cruzarlo
Desde aquí
Mi nuevo batallón
Superviviente
Maldición desesperada
Declaración de las madres
Imagen de una Ayuda Humanitaria
Después de la batalla
Será ya muy tarde
Cuando acaban las guerras
El último sueño
Soportar las palabras
Retrocede.
El final
Desde las fosas comunes
Recuerdos
Escombros
Agotada
Compromiso
Símbolo
Resistencia
Elegía por la tierra moribunda
Memoria
El templo
Libertad
Ética y Poética
Penúltimo Poema
Proclama

Prólogo

De todas las terribles situaciones en las que pueden encontrarse los seres humanos, ninguna es tan salvajemente cruel, tan atrozmente ignominiosa, tan degradante para la especie humana como la guerra. Ninguna está provocada de una forma tan directa, tan dirigida ex profeso a causar daño, como la guerra.

Ni que esté originada por la suma de millones de acciones, de actitudes, de situaciones, de personas contra personas.

La guerra, tan vieja como la humanidad, que destroza los sueños, instala el terror, aplasta el anhelo de libertad, masacra los cuerpos y rompe en mil pedazos la convivencia.

Y nada hay peor que seres humanos aniquilando a seres humanos.

Destruyendo sus vidas, sus ciudades, sus viviendas, sus hospitales.

Masacrando su dignidad. Niños, niñas, ancianas, ancianos, mujeres, hombres, personas sanas, enfermas. Víctimas. Erradicados sus Derechos Humanos.

¿Cuántos genocidios puedes enumerar, Historia de la especie humana?

El poeta escribió: «La Poesía es un arma cargada de futuro».

Para quienes sufren la guerra, para quienes que mueren en ella, para quienes están a sus puertas, no existe el futuro.

Preliminar

Vuelve a caer la tarde

contra las paredes de hiedra roja,

con la luz inclinada

sobre las nubes rasgadas,

y el tiempo vuelve de nuevo

recorrida la curva del pasado.

O tal vez no transcurre

y permanece inmóvil

como permanece el deseo

profundamente arraigado.

O se va y no vuelve

y el tiempo somos nosotros,

lo que dura el cielo gris

sobre las ruinas de los edificios,

lo que duran los sueños

que caen con el viento del otoño.

El viento que empujará las hojas

como el viento nos empuja

dentro del laberinto de paredes altas,

por encima de las cuales

solo podemos ver la forma de las nubes.

II

Todavía la noche es más larga

en aquellos para los que la esperanza

es un largo túnel sin luz y sin salida.

Esa clase de oscuridad ajena a la latitud

que va pegada a la piel

y tapa cada uno de sus poros.

Aún más larga si su tiempo

se dobla en el corto espacio de unas horas

o se arrastra por el árido suelo

de una existencia sin calendario.

Pero aquellos cuya poesía

se escribe en el estrecho margen

de una mirada implorante,

saben que siempre existe la posibilidad

de construir un mundo distinto

y, entonces, la palabra futuro

será un concepto alcanzable.

Antes

Quienes, Poesía, desistimos de la belleza

en los pétalos de las mariposas,

debemos ser capaces de eliminar la violencia

y de averiguar cómo cercenar los planes

de los asesinos antes de que los lleven a cabo.

Porque los llevan a cabo, y los ejecutan. Fríamente.

Y las llagas de las víctimas no son virtuales.

Antes de que tu último poema

deje de ser pacífico,

tanto pánico y tanta muerte

deben cambiar el enfoque

de la gobernanza mundial,

para diseñar, sin fisuras,

un método definitivo contra los violentos.

La especie hostigada es un título adecuado

para una poesía de desesperanza.

Después, el tiempo

Creí que nunca volvería a pasar.

Que el tiempo devoraría la Historia.

Porque ahora, nuevamente, la vomita

matando sus llagas purulentas

el terror que creíamos sepultado,

tomando de la mano a la desesperanza.

En todo caso, el dolor avisaba de su existencia.

La guerra, lejana, muy lejana. En otros.

Europa: Un ejemplo para el planeta,

siglos de guerras continúan

ensangrentando su suelo.

Entre los mismos, se crean enemigos.

Un ejemplo para las guerras en África, en Asia,

en América. De antes y de ahora.

La misma atrocidad para millones de vidas

desapareciendo con la última luz

del improvisado crepúsculo,

hundiendo las vidas aniquiladas

en la pesada carga de la noche.

¿De qué les sirve haber aprendido a tener miedo

cuando las garras de los buitres de la guerra se aferran a su piel?

No han dejado nunca de existir guerras.

El destino incierto. La muerte cierta.

El sufrimiento cierto. El horror cierto.

Sangre, dolor, terror.

Gente llorando. De miedo. De dolor.

O con los ojos cerrados. Muertas. Muertos.

¿Quién empezó? ¿Qué hienas humanas empezaron?

De nuevo, la guerra

Bajo el oprobio de cientos de guerras

y millones de muertos,

en el mismo lugar

de tanta sangre derramada,

una nueva guerra

erigida como una metáfora eterna

de nuestra parte de animales salvajes

ahonda en el sufrimiento humano.

Premonición

La angustiosa premonición de la guerra

alcanza su meta exacta con la herida de muerte.

Ese instante en el que el herido disipa

la incertidumbre y lee en el filo del metal

el anuncio irreversible del fin.

La guerra cabalga sobre las torretas armadas

de los carros de combate.

Las cargas de las columnas de tanques

retumban sobre la tierra y pisotean toda esperanza.

Se abate sobre los anhelos de las madres desesperadas,

sobre las incipientes vidas de sus hijos,

sobre los grandes conceptos de las ideas clave,

y los destroza. Aniquila todo lo que encuentra.

Enfrenta a las palabras, a las mismas palabras

que cambian de sentido

en la boca de quien las pronuncia.

El terror se instala sin previo aviso

al oír su nombre, y empiezan a difuminarse

los límites del pensamiento ilusorio de lo permanente,

el universo que se cree estable

y que, de improviso, amaga con desaparecer

derruido bajo los cañonazos

del mayor de los sinsentidos.

Alternativa

—No es posible. No creo que se atrevan.

Por muy perros que sean no lo harán —dijo ella.

Su voz tenía un cierto temblor

al final de las frases.

Afuera alumbraba el sol. Las copas de los árboles

de la avenida a la que daba nuestra ventana

se movían ligeramente.

Hacía poco tiempo que la noche

se había alejado. Para volver otra vez.

Y la habitación aún guardaba el calor de los sueños.

Las respiraciones compartidas.

La duermevela nerviosa

aún flotaba en el aire.

—¿Crees que nos invadirán?

¿Qué podemos hacer? ¿Defendernos?

—¿La alternativa es dejar que nos ocupen

y que hagan lo que quieran?

¿Qué puede ser lo insoportable?

De repente el tiempo se detiene.

Ella habla mientras él permanece callado.

—¿Luchamos por nuestra libertad

o procuramos preservar nuestra vida?

No nuestra vida. La de miles. Las de millones

de heridos y desplazados.

—No entraré.

No esperaré a que el tiempo nos destruya.

evitaré agradecido toda ayuda

porque solo me nutriré de mi justicia.

Aprenderé una nueva lengua. El lenguaje

de la violencia. El único que comprenden

los violentos. No seré mártir.