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La belleza es mucho más que algo superficial: comienza en el corazón y trabaja hacia afuera. Al explorar la sabiduría eterna de Proverbios 31, Elizabeth George revela cómo convertirse en una mujer de verdadera belleza, una mujer que desea honrar a Dios en todo lo que dice y hace. Hermosa a los ojos de Dios te ayudará a hacer que cada día sea enormemente significativo mientras te deleitas en Dios y descubres cómo: - Experimentar un progreso hacia las metas personales - Gestionar la vida diaria de forma más eficaz - Aprovechar energías ilimitadas - Aplicar principios bíblicos para mejorar las relaciones - Pasar de lo ordinario a lo extraordinario Elizabeth George te invita a transitar por un camino spiritual más rico y emocionante al abrazar el diseño de Dios para la verdadera belleza en tu vida.
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Seitenzahl: 380
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Hermosa a los ojos de Dios
©2005 por Editorial Patmos
Weston, Florida 33331 EE.UU.
Todos los derechos reservados.
Originalmente publicado en inglés con el título
Beautiful in God’s Eyes por Harvest House, Eugene, Oregon
© 1998 Elizabeth George
Las citas bíblicas utilizadas en este libro han sido tomadas en su mayoría de la Nueva Versión Internacional – NVI – 1,999 de la Sociedad Bíblica Internacional.
Las citas bíblicas marcadas con la sigla RVR 60 han sido tomadas de la versión Reina Valera Revisada, 1960, de las Sociedades Bíblicas Unidas.
Cuando se utiliza otra versión, se le idéntica inmediatamente después del pasaje citado.
Capa: Wagner de Almeida
Conversión a libro electrónico
Cumbuca Studio
Traducido al español por Silvia Cudich
e-ISBN: 978-1-64691-380-0
ISBN: 978-1-58802-545-6
Categoría: Mujeres
Dedicado con todo cariño
a la memoria de
Lois George Onesti
Madre piadosa de mi esposo Jim,
cariñosa suegra, abuela
amorosa de mis hijas,
Katherine y Courtney.
Gracias a su fiel obediencia
hemos conocido el ideal de Dios:
una mujer hermosa a sus ojos.
“Sus hijos se levantan y la felicitan;
también su esposo la alaba.”
Proverbio 31.28
Una invitación a la belleza
1. Un raro tesoro — Su carácter
Proverbio 31.10
2. Una joya resplandeciente — Su valor
Proverbio 31.10
3. Una roca sólida — Su lealtad
Proverbio 31.11
4. Un premio infalible — Su contribución
Proverbio 31.11
5. Una fuente de bondad — Su misión
Proverbio 31.12
6. Una fuente de gozo — Su corazón
Proverbio 31.13
7. Un espíritu emprendedor — Su provisión
Proverbio 31.14
8. Un modelo para su casa — Su disciplina
Proverbio 31.15
9. El campo de sus sueños — Su visión
Proverbio 31.16
10. Una actitud afanosa — Su trabajo
Proverbio 31.17
11. El sabor del éxito — Su confianza
Proverbio 31.18
12. Una pequeña labor nocturna — Su esfuerzo
Proverbio 31.19
13. Una mano de ayuda — Su misericordia
Proverbio 31.20
14. Una bendición doble — Su preparación
Proverbio 31.21
15. Un tapiz de hermosura — Sus artesanías
Proverbio 31.22
16. Un hombre influyente — Su esposo
Proverbio 31.23
17. Una profesional creativa — Su laboriosidad
Proverbio 31.24
18. Un vestuario de virtudes — Su ropa
Proverbio 31.25
19. La ley de la bondad — Sus palabras
Proverbio 31.26
20. Una mirada atenta — Su administración
Proverbio 31.27
21. Una copa de bendición — Su familia
Proverbio 31.28
22. Un canto de coronación — Su alabanza
Proverbio 31.29
23. Un espíritu de reverencia — Su fe
Proverbio 31.30
24. La cosecha de toda una vida — Su recompensa
Proverbio 31.31
Guía de estudio
Notas
19 de octubre de 1974. Ésa es la fecha escrita en mi Biblia, en la página donde comienza el Libro de Proverbios. Como cristiana recién convertida, sentada en un seminario, me vi alentada por el orador a comenzar a leer un capítulo de Proverbios por día, específicamente, el capítulo que correspondía a la fecha. Bueno, ¡acepté el desafío!
Eso ocurrió hace 25 años, y Dios utilizó ese simple ejercicio diario para cambiar mi vida. A consecuencia de leer Proverbios durante cinco minutos por día, casi todos los días durante un cuarto de siglo, desarrollé un verdadero amor por ese libro. Una de las cosas que más me intrigan es la mujer de Proverbios 31, la mujer que nos modela todo lo que es hermoso para los ojos de Dios.
Desde que conocí a la mujer de Proverbios 31, he tratado de modelar mi vida de acuerdo con ella. He buscado vivir según las normas que Dios nos impone a través de ella. He estudiado los lineamientos que sugieren sus acciones y actitudes y he tratado de obedecerlos fomentando mi matrimonio, construyendo mi casa (Proverbio 14.1), criando a mis hijos, y desarrollando fortaleza de carácter. En ella he encontrado enseñanza, estímulo, un modelo, ¡y la motivación para estar ocupada por el resto de mi vida! Ahora, al celebrar mi vigésimo quinto aniversario como creyente, me parece que es el momento apropiado para compartir algunas de las cosas que la mujer de Proverbios 31 me ha enseñado sobre la clase de belleza que complace a Dios.
Estoy contenta de que se unan a mí para escalar las alturas de esta belleza piadosa. Avanzaremos versículo por versículo por el Proverbios 31.10-31, recogiendo todos los detalles que nos sea posible sobre la hermosa mujer de Dios. Al final, se incluye una guía de estudio para la reflexión y aplicación personal (o para utilizarla en un grupo), pero en cada capítulo encontrarán una sección llamada “Una invitación a la belleza,” la cual les ofrece sugerencias prácticas sobre cómo expresar a diario las verdades de Proverbios 31.
A medida que ustedes y yo pensemos sobre cómo vivir estas verdades, necesito recordarles que no podemos ser lo que Dios desea sin su ayuda. No podremos convertirnos en la mujer de Proverbios 31 con sólo leer o desearlo. Anteriormente, les he dicho que yo he tratado de modelar mi vida conforme a la mujer de Proverbios 31. He estudiado todo lo que he podido encontrar sobre su vida, y me he esforzado por desarrollar su fortaleza de carácter. Pero todo progreso que haya hecho hacia las normas que ella establece, se debe a nuestro Dios misericordioso. Ah, claro que he hecho mi parte—y las invito a que hagan la suya—y eso involucra hacer lo que saben que está bien y evitar lo que saben que no les será de ayuda. Es por eso que en cada capítulo encontrarán una sección llamada: «Una invitación a la belleza». Es una oportunidad para que ustedes busquen la mirada de Dios, examinen sus corazones, y busquen la bellísima voluntad de Dios para sus vidas.
Ahora, al comenzar, mis queridas amigas, deseo que conozcan mis oraciones por ustedes. Oro que puedan:
•Permitir que Dios utilice esta enseñanza sobre la clase de belleza que le complace para transformar su corazón y su vida.
•Compartir la imagen de belleza de Proverbios 31 con sus hijas e hijos—y con toda otra persona que esté interesada.
•Verdaderamente desear ser como la mujer de Proverbios 31: ¡una mujer que es hermosa a los ojos de Dios!
¡Que se pueda decir de ustedes: «Muchas mujeres han realizado proezas,pero tú las superas a todas» (Proverbio 31.29)!
En el precioso amor de Dios,
Elizabeth George
Un raro tesoro
SU CARÁCTER
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”
¿Se han sentido alguna vez agobiadas por un desafío más grande que la vida misma que deben de pronto afrontar? Bueno, yo tuve esa experiencia cuando nuestro ómnibus de turismo entró al estacionamiento situado en la base de una enorme fortaleza natural llamada Masada. Estas fortalezas construidas por Herodes el Grande sobresalen de las costas del Mar Muerto y tienen una altura de alrededor de 1.300 pies. Cuando el guía nos dijo que tratáramos de descansar bien durante la noche para estar listos para comenzar a escalar esta maravilla antigua a las 7 de la mañana del día siguiente, Masada ya estaba arrojando su sombra oscura y ominosa sobre nuestro grupo.
¡A mí me parecía estar a los pies del Monte Everest! “¿Qué estoy haciendo aquí?”, me preguntaba. “¿Cómo ocurrió esto?” Soy simplemente una esposa sumisa que vino a la Tierra Santa con su marido a estudiar la Biblia. ¡Nunca me imaginé esto! Pero ahora se suponía que yo debía escalar esta empinada montaña con el resto del grupo (que era mucho más joven que yo).
Y, mis nuevas amigas, debo rápidamente admitir que poseo esos mismos sentimientos una vez más al encontrarnos al principio de este libro sobre cómo ser hermosas a los ojos de Dios, mirándola a ella—la hermosa (y exitosa y maravillosa y perfecta) mujer de Proverbios 31. No hay duda de que ella parece desbordar la realidad. Se encuentra “allí arriba”, tan lejos, tan distanciada, tan hermosa, tan superior, tan imposible. O, a lo menos, así lo parece...
¡Pero aguarden un momento! Permítanme terminar el relato sobre Masada. Comí obedientemente una abundante cena y me fui temprano a la cama, así como lo había ordenado el guía. Pero me pasé toda la noche preocupada pensando: ¿Tendría que comer algo o no antes de un ascenso tan extenuante? ¿Qué sería mejor: pantalones cortos o vaqueros? ¿Cuánta agua debería llevar?... Mi mente no cesaba y tenía un nudo en el estómago. Definitivamente no pude descansar como me lo habían recetado.
Y llegó por fin la mañana. Eran las 6:30: el momento de actuar. Me vestí rápidamente (me puse pantalones cortos porque el calor era brutal), agarré la botella de agua más grande que encontré (no tomé desayuno), abrí la puerta de nuestra habitación, me encaminé al sendero, ¡y escalé Masada! No deseaba hacerlo, pero lo hice. No fue fácil, y tuve que detenerme muchas veces para descansar: ¡muchas, muchas veces! Me dolían los pulmones y las piernas. La gente me pasaba, mientras que yo luchaba por avanzar. ¡Pero lo logré! Utilizando los recursos más profundos de mi fuerza tanto mental como física, y poniendo un pie delante del otro—paso tras paso tras paso—finalmente llegué a la cima del mundo. (Más tarde me enteré de que la “cima del mundo” estaba a nivel del mar.) Había hecho lo que parecía increíble lograr, y esa conquista me sabía a gloria.
Ahora, mis queridas compañeras de ascenso, ustedes y yo nos vemos enfrentadas a la mujer un poco intimidante de Proverbios 31. Quizás, así como yo luché en contra de la falta de deseo de escalar una montaña, ustedes hayan luchado para siquiera desear ser como ella. Quizás hayan dado vueltas en la cama mientras evaluaban el costo de semejante empresa, presintiendo que les exigiría un gran sacrificio. Y posiblemente hayan sufrido al ver que otras mujeres las pasaban mediante sus esfuerzos por ser más como ella.
Sientan lo que sientan, y no importa cuáles hayan sido sus experiencias pasadas con el desafío de la mujer de Proverbios 31, las invito a que me acompañen ahora. Si es necesario, unamos nuestras manos para escalar juntas, mientras que aceptamos la invitación de Dios a ser más hermosas a sus ojos. Durante el trayecto, recurriremos a la gracia del poder de Dios y, alentadas por el Espíritu Santo, tomaremos la decisión de llegar a ser todo lo que Dios desea: y lo haremos un paso a la vez. Después de todo, la mujer de Proverbios 31 es la “mujer virtuosa” (Proverbio 31.10), y dominando una virtud a la vez, un versículo a la vez, ustedes y yo comprenderemos plenamente su rara belleza y, mediante la gracia de Dios, la convertiremos en nuestra realidad. Oren ahora conmigo y pidamos a Dios que nos guarde de despreciar la altura de sus patrones, de menospreciar la belleza superior de esta mujer, de restarles importancia a sus virtudes, o de descartarla como pasada de moda o imposible. ¡Pido que el deseo de Dios por ustedes coincida con el deseo por ustedes mismas!
Un alfabeto de carácter
Es posible que se pregunten de dónde proviene esta mujer y cómo se convirtió en el modelo de la belleza piadosa. Créanlo o no, la mujer de Proverbios 31 era, al principio, una mujer de carne y hueso.
Había una vez un joven príncipe que sería algún día rey, pero que tenía aún muchas lecciones por aprender antes de serlo. De modo que su madre se sentó con él junto al hogar en su casa, y le enseñó no sólo cómo ser un rey piadoso, sino también cómo hallar una esposa excelente.
La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que Proverbios 31 refleja la enseñanza de esa madre sabia a su joven hijo. El versículo 1 dice: “Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cualsu madre lo instruyó”. En los versículos 1-9, ella cubre lo básico del liderazgo, y luego, en los versículos 10-31, ella describe la clase de esposa que él debería buscar, una mujer que es sin duda un raro tesoro. Es posible que a causa de la tierna edad de su hijo, esta madre tan sabia haya organizado la lista de cualidades que su hijo debería buscar en una esposa de acuerdo con las letras del alfabeto hebreo. Al enseñar de esta manera, sería más sencillo aprender este alfabeto de carácter, y más fácil memorizarlo, recitarlo con regularidad, y grabarlo para siempre en la memoria de su joven corazón (Proverbio 3.3). Cuando esta madre alcanzó la última letra del alfabeto y terminó de alabar las cualidades de una mujer virtuosa, esta oda de alabanza se convirtió para este joven príncipe—y para nosotras—en el alfabeto de Dios del carácter de una mujer.
Al comenzar a aprender el alfabeto, deseo que recordemos dos palabras de esperanza. Primero de todo, Proverbios 31 fue pronunciado por una mujer. Éstas no son ni las palabras ni las instrucciones de un hombre que expresa alguna fantasía personal e irreal. Es verdad, un hombre (el rey Lemuel) es quien nos escribe, pero está repitiendo la opinión de una mujer sobre lo que una mujer debería ser. Este hecho nos inspira y alienta. Mientras aprendo qué es lo que Dios considera hermoso, aprecio esta clase de enseñanza de mujer a mujer. Deseo comprender la conformación de una belleza verdaderamente piadosa, y ¿quién me lo podría enseñar mejor que una mujer que es hermosa a los ojos de Dios?
Segundo, aun a pesar de que esta madre comienza este alfabeto con una pregunta: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” (Proverbio 31.10), ella espera que su hijo la encuentre. En realidad, en la Jerusalén de antaño, cuando un hombre se casaba, los demás preguntaban: “¿Ha encontrado una mujer virtuosa?”1 Sabiendo que dicha mujer se encuentra allí (versículo 29), la madre alienta a su hijo para que la busque. La fe de la madre de que semejante mujer existe, me da ánimo. Se dan cuenta, ¡la mujer de Proverbios 31 es real! Y nosotras podemos ser esa mujer—no sólo admirarla, sino ser como ella. Nos puede parecer que es intocable, un ideal imposible de alcanzar, pero no es así. En realidad, Dios se ocupa de mostrárnosla en otros sitios de la Biblia: la señala en Rut, que era “una mujer ejemplar” (Rut 3.11). Nos dice que “La mujer virtuosa es [noten el tiempo verbal presente] corona de su marido” (Proverbio 12.4 RVR60); y afirma que “muchas mujeres han realizado proezas” (Proverbio 31.29, énfasis añadido). ¡Muchas lo han hecho!
Sí, la mujer virtuosa es un raro tesoro—un tesoro particular, excepcional, extraordinario, fuera de serie—pero de acuerdo con Dios, el Autor de toda belleza, ustedes y yo podemos convertirnos en lo que ella es. Podemos llegar a ser hermosas a sus ojos.
Una imagen de belleza
Dado que el título de este libro es Hermosa a los ojos de Dios, permítanme aclarar antes de ir más lejos que la idea de belleza de Dios es probablemente muy diferente de la nuestra. (No hay duda de que su idea de belleza es muy diferente del concepto que tiene el mundo de ella.) De manera que, a medida que avancen en la lectura, recuerden que el Proverbio 31.10-31 presenta una imagen de la idea de belleza de Dios, y como dice Dios de sí mismo: “Mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos... Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! (Isaías 55.8-9). Así como Dios está en una categoría aparte, así también lo está su idea de belleza.
El primer paso que tuvo que tomar el joven príncipe fue comprender cuál es la clase de belleza que le agrada a Dios. Ese paso será también el nuestro. (¿Recuerdan Masada? Logré escalarla un paso a la vez.) De modo que lo primero que tenemos que entender es el significado de la palabra virtuosa: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” (Proverbio 31.10). Su significado puede compararse a los dos lados de una moneda. La fortaleza mental (los principios y actitudes morales) sería la imagen de un lado, y la fortaleza física (potencia y efectividad) sería el otro. Ninguno de estos rasgos parecería ser demasiado hermoso, pero consideremos cómo alude Dios a ellos en su imagen de belleza en Proverbios 31.
Una mente poderosa: En la imagen de Dios de su mujer hermosa, Él muestra su fortaleza mental como un compuesto de las cualidades interiores que le ayudan (y que nos ayudarán a nosotras) a no perder las esperanzas, a no acceder fácilmente a las cosas, a no abandonar la lucha, o a llegar a la meta para ser y hacer lo que Dios desea. En este mismo momento, miremos a la imagen del Proverbio 31.10-31 de lejos. A medida que avancemos por el libro y escalemos la montaña, observaremos cada característica más de cerca. La mujer hermosa de Dios es
•Pura: Ella es una mujer virtuosa (Proverbio 31.10).
•Honesta: Su esposo confía en ella (versículos 11-12).
•Trabajadora: Está ocupada desde el amanecer hasta el atardecer, manejando sus intereses y expandiendo su empresa (versículos 13-19, 21-22, 24, 27, 31).
•Ahorrativa: Su talento con las finanzas le permite cuidar a sus seres queridos y aumentar sus bienes (versículos 14 y 16).
•De carácter fuerte: Ella enfrenta a diario los desafíos de la vida (¡y de la muerte!) con valentía y sin desanimarse (versículos 25 y 29).
•Amable: La compasión por los menos afortunados gobierna su vida y de sus labios fluyen palabras llenas de dulzura (versículos 20 y 26).
•Sabia: Su estilo de vida es caminar con sabiduría (versículo 26).
•Santa: Ama a Dios con todo su corazón (versículo 30).
Estas cualidades interiores le permiten a la hermosa mujer de Dios manejar bien su vida, su tiempo, su dinero, su boca, su hogar, sus relaciones y su propia persona.
Un cuerpo poderoso: Nuestra pregunta es ¿cómo puede esta mujer hacer todo lo que Dios desea de ella? Cuando damos vuelta la “moneda de la definición”, vemos claramente que su vida exige energía y vigor físico. Observemos cómo trabaja la hermosa—y fuerte—mujer de Proverbios 31.
•Ella trabaja con voluntad con sus manos (Proverbio 31.13).
•Esas manos hacendosas plantan un viñedo (versículo 16).
•También sostienen el huso y tuercen el hilo (versículo 19).
•Trabaja desde la mañana temprano (versículo 15) hasta tarde en la noche (versículo 18).
•Sostiene al necesitado (versículo 20).
•Teje las telas para la ropa de su familia (versículo 21), para las necesidades de su hogar (versículo 22), para su propia ropa (versículo 22), y para vender como profesional (versículo 24).
•Nunca ociosa, está atenta a la marcha de su hogar y contribuye a su fortalecimiento (versículo 27).
Esta mujer virtuosa y tan trabajadora necesita fortaleza física y talento para hacer el trabajo de su vida, la obra de amor.
Un ejército de virtudes
Y ahora, mis queridas lectoras, habiendo considerado la fortaleza moral y física de esta mujer tan especial, debemos echar una mirada a uno de los elementos finales, el cual es crucial para poder comprender lo que una mujer virtuosa es. Sé que no suena muy atractivo, ni femenino, ni hermoso, pero ella es un ejército: ¡un ejército de virtudes! Ésa es la esencia de la descripción de Dios de su carácter. Permítanme que les explique.
La palabra hebrea para virtuosa se utiliza más de 200 veces en la Biblia para describir a un ejército. Esta palabra del Antiguo Testamento se refiere a una fuerza y se utiliza con el significado de diestro, capaz, poderoso, fuerte, valiente, vigoroso, eficiente, adinerado, y digno.2 La palabra se utiliza también con referencia a un hombre de guerra, hombres de guerra y hombres preparados para la guerra. Cambiemos esta definición al femenino y alcanzaremos a comprender el poder que se encuentra dentro de esta mujer. Así como la resistencia mental y la energía física son los rasgos principales de un ejército, ellos también distinguen a la mujer hermosa de Dios.
Sé que todo esto es mucho para absorberlo en tan poco tiempo, de manera que quizás tengan que releer más adelante esta sección importante. Al observar juntas a la maravillosa mujer de Proverbios 31, tenemos que tratar de entender lo mejor posible qué quiere decir Dios cuando la describe como una mujer virtuosa. Después de todo, comprender su carácter—lo cual es la meta de este capítulo—es nuestro primer paso para poder convertirnos en mujeres virtuosas como ella.
La pregunta del Proverbio 31.10 es: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?” Con este interrogante, Dios señala que esta clase de mujer es extraordinaria—un raro tesoro—en lo referente a su fuerza interior y logros externos. Es también un ejército asombroso de virtudes. Y con la ayuda de Dios, ustedes y yo podremos también serlo. Aquí se encuentran algunos pasos iniciales para lograrlo.
Cómo lograr esa belleza
Nº 1. Cultiven el deseo: Basándonos en la oración de Moisés en el Salmo 90.10 (“Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan”), imaginémonos sentadas cómodamente disfrutando de nuestro octogésimo cumpleaños. En esta fiesta tan especial en nuestro honor, se ha reunido un grupo grande de gente para celebrarlo con nosotras. De repente, una fanfarria anuncia la llegada de la tarta de cumpleaños. Cuando entra, ustedes se sorprenden de su enorme tamaño. Esto se debe a que tiene 80 velitas en ella, y cada una de ellas está encendida. En realidad, el calor que emanan les hace pensar que quizás no deberían haberse abrigado tanto para el evento.
Ahora el desafío: Si el Señor nos concede vivir para disfrutar de semejante fiesta de cumpleaños, ¿qué les gustaría haber logrado hasta el momento en que soplan las velitas que representan sus 80 años de vida?
Mis amigas, en este mismo momento estoy orando que sus respuestas a esta pregunta tan importante indique que el deseo más ferviente sea el de ser una mujer de carácter, ¡una mujer hermosa a los ojos de Dios!
Nº 2. Denle tiempo: ¿Cómo llegó la hermosa mujer de Dios a ser un tesoro tan raro, excepcional y extraordinario, una mujer de un carácter piadoso tan sólido? En pocas palabras: ¡le llevó tiempo! Nada tan grandioso como esto ocurre de un día para otro; nada tan grandioso simplemente ocurre. ¿Qué clase de tiempo requiere el desarrollo de un carácter virtuoso?
Tiempo para leer la Palabra de Dios: Hagan que su máxima prioridad sea tener tiempo todos los días para la lectura de la Palabra de Dios. Es posible que este relato les ayude a comprender por qué la lectura de la Biblia cultiva la belleza.
Cuando me encontraba en Israel,me encontré con una importante exportadora de diamantes, aprendí que uno de los pasos en el proceso de la producción de diamantes es el pulido. Nunca se lanza un diamante al mercado hasta que la persona encargada del pulido no pueda ver la imagen de su propio rostro reflejada en la joya.
Bueno, mis queridas, nosotras somos diamantes en bruto, y si obtenemos fuerza de carácter—comenzamos a reflejar más claramente el rostro de nuestro Padre celestial—a medida que su Santa Palabra lustra y pule nuestro carácter. A medida que pasemos tiempo contemplando su Palabra, la luz de su verdad iluminará nuestros motivos para vivir nuestra vida para su gloria. Cuando leemos la Palabra del Señor, él la utiliza para fregar y limpiar nuestros miedos, nuestra pereza, nuestras dudas, y nuestros pecados. Dios utiliza su Palabra para transformarnos en mujeres dotadas de poder divino que reflejan con más esplendor su belleza.
Tiempo para memorizar la Palabra de Dios. Además de leer la Palabra de Dios todos los días, hagan un plan para memorizar las Escrituras con regularidad. Mi plan consiste en esforzarme por lograrlo mientras que hago mi caminata diaria. Seguro, el ejercicio contribuye a mi fuerza física (e incluso a mi belleza física, ya que mantiene alejados los kilos de más), pero los versículos bíblicos que memorizo mientras camino, me brindan la fuerza mental y espiritual que necesito para “escalar” en pos de la clase de belleza que agrada a Dios, un día más.
Tiempo en compañía de otras mujeres. Deben rodearse de mujeres que las alienten a crecer espiritualmente (Tito 2.3). Sé por experiencia que no hay nada como una relación con hermanas en Cristo. Dios me ha bendecido con mis “cinco fieles”: cinco mujeres que se proponen pasar los 80 años de su vida (¡Dios mediante!) convirtiéndose en mujeres hermosas de Dios. Estamos comprometidas a amar, alentar y orar las unas por las otras durante todo el trayecto. La comunión con estas mujeres que aman y viven para el Señor estimula el deseo de mi corazón de ser una bella mujer de carácter.
Tiempo para leer las biografías de los santos. Comiencen un programa de lectura, aun cuando no sean más que cinco minutos por día. He descubierto que ese tiempo que dedico a conocer mejor a los grandes santos de la fe es muy beneficioso para mí. Cuando considero su fuerza física y resistencia mental, el impacto de la vida de estas mujeres que conforman el “ejército” de Dios me da una nueva inyección de fuerza.
•Amy Carmichael fue una misionera a la India que durante sus 55 años de servicio nunca se tomó vacaciones.
•Susanna Wesley tuvo 19 hijos (diez de ellos fallecieron antes de cumplir los dos años) a quienes enseñó y crió (incluyendo a John y Charles Wesley, los fundadores del movimiento metodista) al mismo tiempo que administraba la granja de la familia durante el encarcelamiento de su esposo y soportaba la persecución religiosa de sus vecinos.
•Elisabeth Elliot era una misionera en la jungla, quien sufrió la pérdida de su primer esposo, quien fue martirizado, y luego de su segundo esposo, que falleció de cáncer, y tuvo que criar sola a su hija.
•Edith Schaeffer tuvo que renunciar a su vida de holgura para forjar un nuevo ministerio con su esposo Francis en Europa. En L’Abri, ella sufrió persecuciones locales, terribles avalanchas de nieve, falta de atención médica para un hijo con polio y otro con fiebre reumática, y luego la muerte de su esposo después de una lucha de cinco años contra el cáncer.
•Ruth Graham cuidó fielmente a sus cinco hijos mientras que su esposo Bill servía al Señor lejos de su casa durante muchos meses del año.
La lista de las hermosas mujeres de Dios sigue y sigue, y ustedes y yo podemos extraer una enorme fortaleza de su ejemplo.
Tiempo en el día de hoy. Dediquen el resto de su día (y el mañana) a Dios y vívanlo a su manera. Hay un antiguo dicho muy sabio que dice: “Tal como es hoy, así será mañana”. Es verdad que si deseamos ser mujeres hermosas de Dios en ese octogésimo cumpleaños—o en cualquier otro—tenemos que serlo hoy mismo. Esa verdad se encuentra detrás de la súplica de Moisés, quien le pide a Dios: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría” (Salmo 90.12). Vean, a medida que intentemos vivir hoy como Dios desea, y a medida que cultivemos las cualidades que él considera hermosas, seremos bellas y sabias hoy—y, en las manos de Dios, el mañana se encargará de sí mismo.
Tiempo durante toda la vida. Ustedes y yo no deberíamos desalentarnos ni sentirnos abrumadas por las normas de belleza que impone Dios, porque él nos da, día a día, toda un vida para lograrlo. Escuchen lo que dice la hermosa y sabia Edith Schaeffer sobre la mujer de Proverbios 31: “Por cierto, todas las cosas admirables que han sido escritas sobre esta mujer no ocurrieron en el transcurso de un año. Me parece que es el resumen de una gran diversidad de logros y resultados de su trabajo e imaginación y talentos a través de un extenso período de tiempo”.3
Una invitación a la belleza
¡Bueno! Me siento como si ya hubiera escalado una montaña, con tan solo intentar describir a la hermosa mujer de Dios. Quizás ustedes se sientan también así, después de tratar de absorber toda la riqueza de su retrato.
También me siento algo vacilante (¿deseo realmente esto?), temerosa (¿y si fracaso?), y realista (¡será un ascenso difícil!). Y hay momentos en que me pregunto: “¿Valdrá la pena?” Pero esa clase de pensamiento termina cuando ustedes y yo recordamos que la descripción de esta mujer especial está en la Palabra de Dios: ella es el retrato de Dios y refleja la idea de Dios sobre la belleza y el plan de Dios para la excelencia. Él conoce el valor del trabajo que nos ha dado para hacer y lo que nos cuesta mental y físicamente lograrlo. ¡Quizás recién ahora nos comencemos a percatar de la razón por la cual esta valiente mujer es “un raro tesoro”!
¿Por qué no nos unimos para susurrar una plegaria a Dios para que nos dé fuerza: su fuerza? ¿Por qué no declaramos nuestro deseo de convertirnos en mujeres que, como un ejército, nos movilizamos a través de los desafíos y deberes de la vida con valor, coraje, valentía, energía, resistencia y poder: su poder? Sé que ustedes desean lo mismo que yo: ser verdaderamente mujeres que son hermosas a los ojos de Dios para disfrutar de su aprobación. “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!” (Mateo 25.21), su reconocimiento de que “eres mujer virtuosa” (Rut 3.11 RVR60, énfasis añadido).
Una joya resplandeciente
SU VALOR
“¡Es más valiosa que las piedras preciosas!”4
Era un sueño hecho realidad. ¡Por fin la conocería! Estoy hablando de la mujer de Proverbios 31; la mujer que es hermosa a los ojos de Dios; la mujer que aprenderemos a conocer a lo largo de este libro. Mi esposo Jim estaba llevando alumnos de The Master’s Seminary a Israel para un estudio intensivo, ¡y me había invitado a acompañarlos!
Se dan cuenta, él sabía. Él sabía que durante 25 años yo había hecho lo imposible por aprender sobre esta bella mujer. Sabía que había memorizado muchas versiones diferentes del Proverbio 31.10-31. Sabía también (de nuestra chequera) que yo había convertido a su vida ejemplar, durante ese mismo cuarto de siglo, en un proyecto especial de estudio, invirtiendo en muchísimos libros sobre los Proverbios y sobre ella. Y él sabía que la búsqueda de su estilo de vida ejemplar era mi meta personal. Sí, Jim sabía definitivamente lo que significaba para mí conocerla. Como les dije antes, un viaje a su tierra natal para conocer a la mujer de Proverbios 31 era un sueño hecho realidad.
De modo que hice lo que la mayoría de las mujeres hacen antes de un viaje: ¡listas! Por supuesto que eran las listas de las cosas que debían hacerse antes de que me fuera de mi casa y de mi oficina durante todo un mes. La lista de las cosas que debía llevar conmigo era también extensa, como también la lista de cosas que debía comprar antes de irme. Pero, antes de irnos, cuidadosamente y con oración, confeccioné otra lista: una lista tan personal y tan importante que la llevé en mi Biblia durante todo el viaje. Le puse como título: “Cosas que deseo ver” y anoté todos los aspectos culturales del Proverbio 31.10-31 que deseaba ver con mis propios ojos en Israel. Estaba embarcada en una misión. “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”, pregunta el Proverbio 31.10. Bueno, ¡yo la iba a encontrar!
El primer artículo en mi lista de cosas que “tenía que ver” era joyas. Anoté eso porque el Proverbio 31.10 (el versículo sobre el cual trata este capítulo) comienza con una afirmación sobre el valor de su carácter: “¡Es más valiosa que las piedras preciosas!” Deseaba ver con mis propios ojos las alhajas en la tierra de Israel que reflejan el valor de la mujer hermosa de Dios, y así poder avanzar un paso más hacia una mejor comprensión y apreciación de la misma.
En búsqueda de un tesoro
En el capítulo 1 comenzamos nuestra búsqueda de la mujer hermosa de Dios, escuchando la enseñanza de una madre a su hijo sobre la verdadera belleza femenina. Su lección enfatizaba qué tesoro extraordinario y excepcional es la mujer piadosa. Y ahora continuamos leyendo, y vemos que la madre reitera el valor de la mujer, haciendo referencia a las piedras preciosas: “¡Es más valiosa que las piedras preciosas!”
•“Su valor supera al de los rubíes”, nos dice un traductor.5 El rubí rojo es verdaderamente una joya única, y debido a su rareza, los rubíes grandes superan incluso el precio de los diamantes de igual peso.6
•Otro traductor afirma: “Su valor es mucho mayor al de las perlas”.7 Consideren que sólo se encuentran veinte perlas en cada 35.000 ostras—y solamente tres de ellas tienen calidad de joyas.8
•Y otra lectura más de la Biblia declara: “Su valor supera en mucho al de los corales”.9 Los corales son delicados “flores animales”, y sólo unos pocos tienen la calidad necesaria como para ser pulidos y contemplados como piedras preciosas.10
Rubíes. Perlas. Corales. Elijan. Todas estas joyas resplandecientes son bastante raras y valiosas. Es difícil recogerlas y se encuentran muy pocas. Y ésa es la imagen que utiliza la madre del joven príncipe para inculcarle lo extraordinaria que sería una mujer hermosa a los ojos de Dios. Una vez que la encontramos, ¡su valor es incalculable!
Ahora, permítanme que les diga, mis hermosas amigas, lo que he encontrado en mi caza personal del tesoro en Israel. Como les dije, las piedras preciosas figuraban primeras en mi lista de “Cosas que deseo ver”. Por consiguiente, cuando nuestro grupo de estudio pasó un día entero en el Museo de Israel, corrí dentro y comencé a buscar las alhajas. Las exhibiciones se sucedían una a la otra, y yo buscaba y buscaba. Cubrí todos los salones, ¡pero no encontré ni una sola piedra preciosa! Las joyas—junto con otros artículos de valor—se las habían llevado los ejércitos conquistadores en la antigüedad.
Sin embargo, lo que encontré en el museo fue tan revelador como lo que no encontré. Porque vean, el Museo de Israel está repleto de artefactos que han sido desenterrados en ese país, y esos artefactos representan la rica y extensa historia de esa nación. ¿Cuáles eran algunas de las reliquias que nos daban claves sobre la vida que llevaba la mujer hermosa de Dios? Me deleité contemplando... ¡huesos y ataúdes! Las paredes estaban cubiertas con escudos y espadas, armaduras e instrumentos bélicos. Las vitrinas exhibían platos y cacharros de arcilla. Las prensas de piedra para el aceite de oliva y las piedras para moler los granos se hallaban allí también en exhibición. Esto no era lo que yo me había imaginado que iba a encontrar.
¿Qué lecciones me ofrecieron esos artículos primitivos? Eran una voz que me hablaba sobre las dificultades de la época: la lucha por sobrevivir, el ganarse la vida a duras penas, la dificultad para existir. Estos artículos hablaban de trabajo y guerra, esfuerzo y pérdidas. Había muy poco—casi nada—que expresara belleza, color, o evidencia de placer. Todo lo que vi era austero, triste, y básico, dando testimonio de una vida que también era austera, sombría y básica.
Luego me di cuenta. ¡De repente me percaté de que la mujer hermosa de Dios de Proverbios 31 era la piedra preciosa resplandeciente en la vida de su esposo! Ella era la que aportaba el amor, el color, la alegría, la vida, y la energía al hogar. Sí, la vida era sombría en Israel, y la vida diaria se concentraba en simplemente sobrevivir en esa tierra seca y árida. Los alimentos, la ropa y la vivienda eran las cosas que consumían todo su tiempo. Pero, con una esposa que era una piedra preciosa resplandeciente a su lado, ¡él poseía el mejor tesoro!
Cómo lograr esa belleza
Les dije que me golpeó la verdad de Dios — ¡y me golpeó duro! Cuando tome conciencia de la magnitud del plan de Dios para mi vida (y para la de ustedes también) me sentí tambalear. Ahora sabía que mientras luchábamos juntos, mi deber era proporcionar belleza a la vida de mi esposo y mis hijos. Pase lo que pase, debo ser una luz que ilumina nuestro hogar.
Espero que estén captando la visión de sus vidas como joyas resplandecientes para los que se enfrentan con dificultades, dolor, cansancio, trabajo penoso, o pesar. No es sencillo ser una piedra preciosa en la vida de aquellos con los que nos han bendecido Dios, pero él sabe que ustedes y yo, mediante su gracia infinita, podremos lograrlo.
Así como las piedras preciosas aumentan con el tiempo de valor, nosotras, las mujeres hermosas de Dios—sus joyas—también. De modo que aquí hay algunos ejercicios para ayudarnos a mejorar nuestro resplandor y para iluminar nuestra vida y la de los que nos rodean.
Nº 1. Mejoren sus conocimientos prácticos: Ya seamos casadas o solteras, nosotras, las mujeres de Dios, necesitamos perfeccionar el talento necesario para manejar un hogar (o apartamento o dormitorio estudiantil).
La economía doméstica: Recuerdo muy bien las lágrimas de una graduada universitario que estaba por casarse, cuya madre le había financiado lecciones de natación, alentado sus esfuerzos atléticos, y la había llevado fielmente a las distintas piscinas, prácticas de natación y competencias de natación durante 20 años. Mi amiga sabía nadar, ¡pero no tenía ni idea de cómo cocinar o limpiar!
Otra mujer tenía el mismo problema. En realidad tendría que decir que su esposo tenía el problema. Un día se presentó en la oficina de Jim en The Master’s Seminary. Lo que ocurre es que él había regresado a su casa después de sus clases y su trabajo y: ¡nada! No había nada cocinado, nada se estaba cocinando, no había nada en la alacena o en el refrigerador para cocinar, y su esposa tampoco tenía ningún plan sobre qué preparar. ¡Ella no tenía idea de nada! Y él se sentía impotente y ¡hambriento!
La administración del dinero: Las mujeres hermosas de Dios necesitan también conocimientos de las finanzas personales. Necesitamos saber cómo pagar las cuentas, manejar la chequera, sacar un balance, ahorrar e invertir, y tener control sobre las tarjetas de crédito. Jim dice que uno de mis mejores dones ha sido hacerme cargo de las finanzas de la familia. Al encargarme de su sueldo, le he devuelto horas de tiempo cada semana durante más de 30 años, horas que puede pasar a cargo de otras responsabilidades en el hogar, en el trabajo, y en la iglesia. A medida que avancemos por el Proverbio 31.10-31, se darán cuenta una y otra vez de cuán inteligente es la mujer hermosa de Dios para los negocios.
El manejo del tiempo: El manejo diligente del tiempo es clave para administrar un hogar (¡y una vida!) sin sobresaltos. El tiempo es la mercancía de mayor valor que nos da Dios, y él espera que sea redimido (Colosenses 4.5) y utilizado para sus propósitos (Efesios 2.10). La vida misma está compuesta por minutos, y esos minutos deben ser manejados con sabiduría. Las aliento a que comiencen la costumbre diaria de planear y programar. Si no saben cómo comenzar, inviertan en algún libro sobre cómo administrar el tiempo o hablen con mujeres que sepan cómo hacerlo.
Nº 2. Mejoren su estabilidad emocional: No hay duda que para ser una joya resplandeciente en la vida de los demás, tenemos que mejorar nuestra estabilidad emocional. Después de todo, la señora de la casa es la que determina la atmósfera emocional general del hogar; su estado emocional establece las normas y el tono. Proverbios habla muchas veces sobre la mujer regañona que le carcome los huesos a su marido (Proverbio 12.4) y la mujer pendenciera cuyo esposo no soporta ya vivir en la misma casa con ella (21.9 y 19; 25.24). Sé que nosotras no deseamos ser esa clase de mujeres tan poco atractivas. Nuestro deseo es vivir según el epitafio que se encuentra en una lápida. El esposo de 60 años de matrimonio dice que su esposa “siempre hizo que el hogar fuera feliz”. ¡Qué maravilloso tributo a su joya resplandeciente!
Ya que este libro trata sobre cómo convertirnos en mujeres virtuosas: mujeres de fortaleza mental, emocional, física y espiritual, aquí les doy tres lineamientos para poder obtener una mejor estabilidad emocional que les permita lograr que su hogar sea feliz.
Dominen su tolerancia: A lo que me refiero es a su entereza. La estabilidad emocional les da a los soldados en el ejército la capacidad invalorable de continuar aun cuando sea difícil, y a eso mismo las llamo a ustedes. Las llamo a que aprendan a aguantar, algo que he tratado de lograr yo misma durante años. Desde que he descubierto que la mujer hermosa y virtuosa de Dios es un ejército de virtudes, he tratado de aprender la capacidad de los soldados de perseverar, y busco a Dios para que me ayude.
Cuando me enfrento con circunstancias difíciles o momentos de dolor, oro algo así como: “Dios mío, tu Palabra dice que tú ya me has concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad (2 Pedro 1.3). Y tu Palabra dice que yo puedo hacer todas las cosas—inclusive manejar esto—en Cristo que me fortalece (Filipenses 4.13). Por medio de tu gracia y tu Espíritu, yo lo puedo hacer. ¡Gracias por darme la capacidad necesaria para enfrentar este desafío!”
Con esta oración, reconozco los maravillosos recursos que tengo en el Señor y luego avanzo, física y mentalmente, como un soldado que marcha y atraviesa lo que tiene por delante. Me esfuerzo por soportar tranquilamente... y con calma... y con determinación... los desafíos de la vida, a medida que van y vienen con la regularidad de la marea del océano. Se dan cuenta, mi meta, mi oración, es que nunca cederé, nunca me daré por vencida ni abandonaré la lucha. En vez de permitir que mis emociones me anulen, deseo ser ese soldado que es hermoso a los ojos de Dios, y sé que ustedes desean lo mismo.
Dominen su humor: Utilizo la palabra humor para referirme al “calor de la mente” y la pasión. Cuando se trata del humor, la Palabra de Dios nos dice algunas cosas sobre la mujer que posee fortaleza.
•Ella alimenta un corazón apacible (Proverbio 14.30
•Sabe cómo esperar (Proverbio 19.2)
•No se impacienta (Proverbio 19.11)
•Le pone riendas a su espíritu (Proverbio 25.28)
Esta descripción podría parecerles otro sueño imposible, pero permítanme asegurarles que Dios utiliza nuestra fiel devoción y nuestra cuidadosa atención a sus normas día a día, incidente por incidente, desafío por desafío a lo largo de toda nuestra vida para darle cuerpo a su divina hermosura en nosotras: el reflejo de su imagen.
La manera en que comencé a tratar de dominar mi carácter fue creando una página de “propósitos” en mi cuaderno de oración personal. Esta lista (se darán cuenta de que soy “doña listas”) contenía los pecados mortales que llevaba frente a Dios a diario junto con mi plegaria de que me ayudara a eliminarlos de mi vida (Mateo 5.29-30). Una de mis costumbres nada hermosas en la lista era: Dejar de gritar a los niños. Espero que se den cuenta a lo que me refiero.
Dominen su lengua: Hablando de pecados mortales, ¿acaso no tienen casi todos que ver con la lengua? Las bendiciones y las maldiciones proceden verdaderamente de la misma boca (Santiago 3.10). Nuestras palabras pueden “herir como una espada” o “brindar alivio” (Proverbio 12.18). Para poder traer el brillo de la hermosura de Dios a nuestro hogar, tenemos que vivir de acuerdo con algunos proverbios más. Específicamente, tenemos que:
•Hablar con menos frecuencia (Proverbio 10.19).
•Hablar después de pensar lo que vamos a decir (Proverbio 15.28).
•Decir sólo lo que es dulce y placentero (Proverbio 16.21 y 24).
•Hablar sólo con sabiduría y amor (Proverbio 31.26).
A la luz de este tema, no puedo resistir pasarles una de las lecturas de devoción favoritas de mi familia, perteneciente a la serie Our Daily Bread. La mañana que Jim y yo la leímos durante el desayuno, mi hija Katherine dibujó cinco estrellas y escribió la palabra “Mamá” sobre ellas. Ese día era el 17 de mayo de 1982, un día especial para nuestra familia. Quizás les ayude a ustedes también.
Una mujer contrajo una grave enfermedad de garganta. El médico le recetó medicamentos, pero le dijo que sus cuerdas vocales necesitaban un descanso total, ¡no debía hablar durante seis meses! A ella le parecía algo imposible, ya que tenía a su marido y a sus seis hijos a su cargo, pero igualmente cooperó. Cuando necesitaba a los más pequeños, soplaba un silbato. Las instrucciones las daba por escrito, y las preguntas las respondía en blocs de papel desparramados por toda la casa. Transcurrieron los seis meses, y después de recuperarse, sus primeros comentarios fueron muy reveladores. Dijo que los niños estaban más callados que antes, y luego acotó: “No creo que vuelva a chillar como lo hacía antes”. Cuando le preguntaron acerca de las notas, ella contestó: “Se sorprenderían al saber cuántas notas escritas a las corridas terminaron en el cesto de papeles antes de que nadie las leyera. El poder leer mis propias palabras escritas antes de que alguien las escuchara, tuvo un efecto que creo que nunca olvidaré”.11
Entendí el mensaje: Hablar menos... y sólo después de pensar en lo que voy a decir. Y decir sólo lo que es dulce y placentero... y hacerlo con sabiduría y amor. Éstas son las directrices de Dios para un hablar hermoso.
Una invitación a la belleza
Queridas hermanas, ¿acaso no desearían ustedes también la belleza práctica y fortaleza interior de Dios? ¿No desean profundamente ser hermosas a sus ojos: una joya resplandeciente que añade brillo y luminosidad a la vida de los demás?
Si queremos tener un precio incalculable, si queremos convertirnos en mujeres más valiosas que las piedras preciosas, tenemos que pagar un precio. Es muy difícil conseguir esa rara belleza, la belleza de las joyas que tanto apreciamos. Las piedras preciosas son duras, y esas gemas toscas y duras tienen que ser cortadas. Es necesario quitarles todos los defectos y todo lo desagradable. Una vez que se las corta, se las pule para agregar a su fulgor y aumentar su brillo; para permitir que resplandezca su color y para crear su “fuego”: un destello que parece un arco iris. Nuestro brillo es el producto de dicho proceso. Ya seamos casadas o solteras, obtenemos una mayor estabilidad emocional y mejoramos nuestros conocimientos prácticos. Una vez que poseemos estos dos importantes elementos en nuestro interior, nosotras, que anhelamos ser las piedras preciosas de Dios, verdaderamente resplandeceremos.