Konosuba: ¡Bendito sea este maravilloso mundo! Vol. 01 - Natsume Akatsuki - E-Book

Konosuba: ¡Bendito sea este maravilloso mundo! Vol. 01 E-Book

Natsume Akatsuki|

0,0
8,00 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Kazuma Sato, un joven estudiante japonés que vive encerrado en su cuarto jugando a videojuegos, de repente se muere en un accidente el único día que decide salir de casa. O eso es lo que él creía, ya que vuelve a abrir los ojos y se encuentra con una hermosa diosa que le ofrece la oportunidad, única en la vida, de renacer en un mundo totalmente nuevo.


El problema es que el mundo al que le ofrecen reencarnarse es violento, puesto que está gobernado por un mal creciente. Afortunadamente, no todo son malas noticias, dado que puede elegir llevarse consigo cualquier cosa que desee. Y ante tal tesitura, ¡elige a la diosa Aqua!


De esta manera, comienzan las aventuras de Kazuma en un nuevo mundo, donde su vida diaria se centrará en ganar dinero e intentar conseguir comida mientras su Diosa no deja de meterlos en problemas. Todo esto, a su vez, llama la atención del ejército del Rey Demonio...

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 262

Veröffentlichungsjahr: 2024

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



NATSUME AKATSUKI

Ilustraciones: Kurone Mishima

Índice

Prólogo

Capítulo 1: Me reencarno en otro mundo con una diosa autoproclamada

Capítulo 2: Un tesoro en mi mano derecha

Capítulo 3: Diosa, ¡muéstrale a ese lago de lo que eres capaz!

Capítulo 4: ¡Que termine de una vez esta inútil batalla!

Notas finales

Prólogo

1

—Kazuma Sato… te doy la bienvenida al más allá. Lamento profundamente ser yo quien te comunique que has fallecido. Has tenido una vida corta, que lamentablemente ha llegado a su fin.

Esas fueron las primeras palabras que escuché al recuperar la consciencia y encontrarme en una blanca y sumamente iluminada habitación.

Todo fue tan repentino que ni siquiera tenía idea de lo que había sucedido. En la habitación donde me encontraba había un pequeño escritorio y una silla de esas que hay en cualquier oficina. Y, sentada en la silla frente a mí, me observaba la chica que había tenido la responsabilidad de notificarme mi muerte.

Si de verdad existían las diosas, no cabía duda alguna de que aquella mujer tenía que ser una de ellas.

Decir que era preciosa sería quedarse corto. Es más, dudo mucho que ninguna de esas estrellas del pop que salen en televisión pudiera siquiera soñar con acercarse a su belleza. Su pelo era de un azul translúcido como el mar en un día claro, y el aura que la envolvía era suave y apacible. Y lo más sorprendente de todo era que aparentaba tener mi edad. Llevaba ropas de color púrpura que le quedaban simplemente perfectas; no revelaban demasiado, pero tampoco intentaban ocultar nada. Si tuviera que describir lo que llevaba puesto, diría que era una especie de vestido de plumas, parecido a esos atuendos divinos que aparecían en las antiguas historias japonesas.

Y en ese momento, esta belleza tenía clavados en mí sus ojos tan azules como su pelo, sin dejar de parpadear ante mi evidente incapacidad para comprender lo que estaba sucediendo.

Ante esto… decidí pensar en lo último que recordaba…

2

Por lo general, siempre me quedo encerrado en mi habitación. Tanto es así que ni siquiera suelo ir al instituto. Sin embargo, ese día decidí salir de casa. ¿El motivo? Bastante simple: quería hacerme con la edición limitada exclusiva de lanzamiento de un popular MMO que salía precisamente ese día. Así que, por esa razón, me levanté más temprano de lo habitual; para hacer cola en la tienda.

Sí, soy lo que la gente suele llamar un hikikomori, término que se utiliza para describir a aquellas personas tan introvertidas que acaban apartándose de la sociedad; un nini recluido, básicamente. Y eso fue exactamente lo que hacía: vivía mi vida aislado, sin salir de mi habitación. Claro que hay quienes me etiquetaban simplemente como un «adicto a los videojuegos en línea», pero, a estas alturas, cómo me llamen me resulta completamente indiferente.

Retomando el asunto que nos ocupa, como era de esperar, conseguí hacerme con la edición limitada del juego y, eufórico, me dirigí de nuevo a casa, cuando ocurrió aquello…

Una chica que caminaba delante de mí, que por el uniforme parecía haberse graduado en mi mismo instituto, jugaba a algún tipo de juego en su teléfono. Así que, en cuanto el semáforo se puso en verde, no dudó ni un instante en cruzar el paso de peatones, sin siquiera detenerse a mirar a ambos lados.

Fue entonces cuando vi que una sombra se cernía sobre ella. Era tan grande que sin duda debía pertenecer a un camión que parecía dirigirse a gran velocidad hacia ella. Juraría que en ese momento mi cuerpo reaccionó solo y la empujé tratando de salvarla.

Y entonces…

—¿Puedo preguntarte una cosa? —dije a la preciosa mujer que tenía delante de una forma tan calmada que incluso yo me sorprendí.

—Por supuesto —asintió ella.

—La chica… ¿La chica que empujé fuera de la carretera está bien?

Tenía que saberlo. Necesitaba confirmar qué había pasado, dado que aquello había sido la primera y última acción increíble que había llevado a cabo en mi vida.

—Sí, está bien. Aunque, por desgracia, se rompió una pierna.

Menos mal…

Por lo menos mi muerte no había sido en vano. Al final, conseguí hacer algo de provecho en mi vida. Esto provocó, a su vez, que la chica que tenía delante ladeara la cabeza al darse cuenta de la expresión de alivio que se había dibujado en mi rostro.

—Aunque no la hubieras empujado, se habría salvado de todos modos.

—¿Eh? ¿Qué acabas de decir?

—Ese tractor se habría detenido mucho antes de golpearla. Porque, bueno, simplemente era un tractor. ¿Comprendes? Los tractores no son tan rápidos. Así que digamos que tu «heroísmo» fue totalmente innecesario… ¡Pffjajajajajaja!

Estaba claro que esta chica sabía cómo no causar una primera buena impresión…

«Supongo que, dada la situación, sería un poco bastante grosero por mi parte abofetearla, aunque… ¡me muero de ganas de hacerlo!», pensé.

Pero todo eso no importaba; había algo mucho más importante que tenía que preguntar.

—¿Qué acabas de decir? ¿Un tractor? ¿No era un camión?

—Sí, claramente era un simple tractor. ¿De verdad crees que esa chica no se habría dado cuenta de que un enorme camión se dirigía hacia ella? Si algo como eso pasara, se habría apartado de inmediato.

¿Eh…?

—Espera… eso significa que… ¿Morí atropellado por un tractor?

—No, simplemente moriste por el shock. Digamos que estabas tan convencido de que ibas a ser atropellado por un camión que tu cuerpo se apagó y tiró la toalla. Llevo mucho tiempo en este tipo de trabajo, pero tú, sin duda, has muerto de la forma más extraña que he visto.

Me quedé sin palabras.

—Por cierto, acabaste haciéndotelo encima al pensar que un camión te atropellaría. Luego te trasladaron al hospital más cercano, pero, incluso allí, tanto médicos como enfermeros no podían dejar de reír al referirse a ti como ¡«un perdedor»! y cosas peores. Después, moriste de un ataque al corazón sin siquiera recuperar la consciencia.

—¡Basta! ¡Por favor, para! ¡No quiero escuchar más! ¡No necesito saber lo patético que fui! —grité mientras me tapaba los oídos con las manos.

Al escuchar mis palabras, la chica que hasta ese momento había estado sentada frente a mí, se levantó y, con una sonrisa socarrona en un rostro de satisfacción, se me acercó y me susurró al oído:

—Y para que lo sepas, tu familia acaba de llegar al hospital donde te encontrabas, pero en lugar de llorar y lamentar tu muerte, al escuchar cómo habías muerto, se han echado a reír…

—¡Para! ¡Para! Te lo estás inventando, ¿verdad? Nadie puede morir de una forma tan patética —volví a gritar.

Al oírme, ella se colocó delante de mí y soltó otra risita mientras yo me arrodillaba en el suelo, con las manos en la cabeza.

—Muy bien. Será mejor que lo dejemos aquí. Ya me he desahogado suficiente. Kazuma Sato, encantada de conocerte. Mi nombre es Aqua y soy una de las diosas encargadas de guiar a las almas de quienes mueren jóvenes en Japón. E independientemente de lo patética que haya sido la causa de tu muerte, tienes dos opciones…

«¡Maldita idiota…!».

Bueno, está bien, lo mejor que puedo hacer es olvidar todo esto, porque a este ritmo nunca llegaremos a ninguna parte.

—Opción uno: renacer como humano y empezar una nueva vida desde cero. Opción dos: vivir como un anciano en un lugar celestial.

En resumen, elija lo que elija, acabaría perdiendo…

—Espera un momento, ¿a qué te refieres con «lugar celestial»? ¿Y qué es eso de «vivir como un anciano»?

—Bueno, hablando claro, el cielo no es, ni de lejos, un lugar tan maravilloso como los humanos os habéis imaginado. Por ejemplo, los muertos no necesitan comer, así que allí no se produce absolutamente nada. Por lo tanto, aunque quisieras comer algo, simplemente no podrías encontrar los ingredientes necesarios para hacerlo. Lamento ser yo quien te lo diga, pero el cielo no es más que un verdadero aburrimiento. No hay televisión, ni mangas, ni videojuegos, ¡ni siquiera puedes ligar con nadie! Aunque, bien pensado, eso es lo normal, después de todo, no tendrías cuerpo. En resumen, simplemente estarías rodeado de un montón de espíritus, tomando el sol y charlando durante toda la eternidad.

¿Qué? ¿No existe algo como el paraíso? ¿Tampoco hay videojuegos? Eso no puede ser el cielo… ¡Eso es claramente el maldito infierno!

Aunque supongo que siempre tengo la opción de reencarnarme y empezar de nuevo mi vida como un bebé…

«Espera… ¿de verdad estas son mis únicas dos opciones?», pensé abatido, ante lo cual la diosa que tenía ante mí me dirigió una sonrisa.

—¡Exacto! ¿Quién necesita un lugar tan aburrido como el cielo? Además, eso de renacer tampoco es tan bueno como suena. Al fin y al cabo, si renaces acabas perdiendo tus recuerdos, por lo que tú, Kazuma Sato, dejarías de existir. Todo eso es un rollo, ¿verdad? ¡Pues bien! Por suerte, hay una solución. ¡Tengo una oferta para ti…!

Ya notaba yo que algo olía mal en todo esto…

Al ver que empezaba a desconfiar de ella, Aqua sonrió aún más.

—Te gustan mucho los videojuegos, ¿verdad?

Tras decir eso, me explicó orgullosa de qué trataba su supuesta «oferta».

En resumidas cuentas:

Según me contó, existía otro mundo diferente al nuestro, un lugar que en ese momento se encontraba bajo la amenaza de alguien conocido como el «Rey Demonio». También me explicó que en aquel lugar existían tanto la magia como los monstruos, lo que hacía que, en muchos aspectos, ese mundo se asemejara a juegos populares como Dragon Hunter o Monster Quest.

—El problema es que la gente que suele morir en ese mundo, por lo general, lo hace a manos del Rey Demonio o de alguno de sus esbirros. Esas personas desean evitar a toda costa repetir esa experiencia, lo que a su vez provoca que muchos se nieguen a reencarnar. Y si se niegan a renacer, eso significa que nacerán cada vez menos bebés. ¡Si esto sigue así, ese mundo acabará en la más absoluta ruina! Pero hemos encontrado una solución: enviar a la gente que muere en sus mundos a este otro que necesita ser salvado.

«No quiero ni imaginar los quebraderos de cabeza en términos de política de inmigración que habrá provocado esa idea…».

—Y ya que estamos dispuestos a enviar gente de otros mundos, también consideramos enviar a personas jóvenes que puedan ser una pizarra en blanco para nosotros. Los mandaremos a ese mundo con su cuerpo y conciencia intactos. Además, sería una tontería enviar a alguien solo para que volviera a morir, así que decidimos permitirles llevar consigo lo que desearan. Por ejemplo: pueden elegir una habilidad poderosa, un talento increíble… incluso algunos pueden optar por llevar un arma legendaria… ¿Qué te parece? Te ofrezco la oportunidad de vivir de nuevo en otro mundo, uno que se prepara para una gran batalla y necesita tu ayuda. No suena mal, ¿verdad?

La verdad es que tenía razón; la propuesta no sonaba nada mal.

Pude sentir cómo poco a poco comenzaba a emocionarme, lo cual era normal, teniendo en cuenta mi afición por los videojuegos. Aunque debo admitir que nunca había imaginado la posibilidad de vivir en un mundo similar a los de mis juegos favoritos.

Pero, antes de dejarme llevar por la emoción, lo primero es lo primero…

—Una cosa, ¿qué pasa con el idioma de ese nuevo mundo? ¿Podré hablarlo?

—No tienes porqué preocuparte por eso. Gracias a la amable intervención de nuestras deidades, el idioma de ese mundo será implantado en tu cerebro una vez te traslades, permitiéndote hablarlo, leerlo y escribirlo sin problemas. Aunque, si tienes mala suerte, existe una pequeña posibilidad de que se produzca una sobrecarga y acabes explotando… ¡Bien! Ahora solo queda que elijas la habilidad o equipo que desees. Estoy segura de que…

—Espera, espera, espera. ¿Acabas de decir que existe la posibilidad de que haga ¡puf! de repente?

—No, qué va.

—Sí, sí que lo has dicho.

A pesar de encontrarme ante una verdadera diosa, en este punto decidí hablarle sin rodeos. La ansiedad que sentía ya había desaparecido por completo.

Supongo que, llegados a este punto, al menos debo admitir que la propuesta que me habían hecho era, cuando menos, tentadora.

Reconozco que me preocupaba un poco la idea de que algo fallase y acabara desvaneciéndome, pero, sin querer presumir, si algo ha sobresalido en mi vida, ha sido la suerte, así que supuse que no me ocurriría nada malo.

En ese momento, Aqua me presentó algo que parecía un catálogo.

—Puedes elegir lo que quieras. Soy capaz de otorgarte un poder sin igual. Mira, esta habilidad es increíble y esta es una espada legendaria. Venga, elige, cualquier cosa estará bien. Solo dime lo que deseas y podrás llevártelo contigo.

Sin esperar más, tomé el catálogo y comencé a pasar sus páginas. Había de todo: superfuerza, magia profunda, la espada sagrada Arondight, la espada matademonios Muramasa…

Ya veo. Quieren que escoja alguna habilidad o artículo de este catálogo.

Sin embargo, no era fácil, ya que había una infinidad de opciones…

«¿Qué debería elegir? ¿Cuál es la mejor?», pensé.

Bueno, si en el mundo al que me iban a enviar era posible usar magia, claramente debía experimentarla. Por lo tanto, tal vez lo más adecuado sería optar por algún tipo de poder relacionado con la magia…

—Vamos, date prisa, ¿quieres? No importa en absoluto lo que elijas. Después de todo, nadie espera nada de un otaku hikikomori adicto a los videojuegos, ¡así que elige algo de una vez! Vamos, que no tenemos toda la eternidad…

—No soy un adicto a los videojuegos, ni un otaku, ¡y morí al aire libre, así que tampoco soy un hikikomori! —repliqué, notando cómo me temblaba la voz.

Sin embargo, ante mis palabras, Aqua simplemente jugueteó con su cabello y respondió con desdén:

—¿Sabes? No me interesa nada de lo que has dicho. ¿Crees que eres el único difunto que tengo que enviar al más allá hoy? ¡Date prisa de una vez! —dijo Aqua, recostándose en su silla sin siquiera dignarse a mirarme mientras hablaba. Y, para colmo, cuando terminó de hablar… se metió algo parecido a un panecillo en la boca.

«¡Maldita idiota! Es la primera vez que nos vemos y ¿qué hace? ¡Se burla de mi muerte! Esta chica es de esas que piensan que pueden hacer lo que les plazca solo porque son guapas…», pensé irritado por su actitud conmigo.

¿Así que quería que me diera prisa y tomara una decisión?

Bien, eso haré.

Puedo llevarme «cualquier cosa», ¿verdad? En ese caso…

—En ese caso, te elijo a ti —dije, señalando a Aqua.

Ante mi respuesta, Aqua me miró sin comprender mis palabras y se llevó otro panecillo a la boca.

—Mmm… Vale, colócate dentro de ese círculo mágico y… —De repente palideció—. Es… espera, ¿qué has dicho?

Y fue entonces cuando…

—Hemos recibido su petición. Señorita Aqua, a partir de ahora, me encargaré yo de hacer su trabajo.

De la nada, una mujer alada envuelta en un destello de luz apareció delante de nosotros. A simple vista, parecía ser algún tipo de ángel.

—¿Qué? ¿Qué has dicho? —preguntó Aqua con la cara desencajada. Y acto seguido un círculo mágico apareció bajo nuestros pies.

«Guau, estos efectos especiales son geniales…», pensé.

¿De verdad íbamos a ir a otro mundo?

—¡Espera! ¡Espera un momento! ¡¿Qué?! ¡Tienes que estar bromeando! Ese deseo no puede contar, ¿verdad? ¡Es imposible que sea válido! ¡Espera! ¡¡Espera!! —gritó Aqua mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Señorita, espero que tengas un buen viaje —dijo el ángel—. Hasta que derrotes al Rey Demonio me ocuparé de todo en tu lugar. Una vez lo derrotes, enviaremos a alguien a buscarte.

—¡Espera! ¡De verdad, espera un momento! ¡Soy una diosa! Eso significa que puedo curar a la gente, pero… ¡de ninguna manera estoy preparada para luchar! ¡¿Cómo demonios se supone que voy a encargarme de derrotar al Rey Demonio?!

Ante aquello, el ángel que se había materializado ante nosotros se limitó a mirar a Aqua, ahora abatida y sollozante, y le ofreció una sonrisa amable.

—Señor Kazuma Sato, procederé a enviarte a ese nuevo mundo del que te hemos hablado, dado que has sido seleccionado como uno de los candidatos a héroe. Si logras derrotar al Rey Demonio, como agradecimiento, recibirás un regalo divino.

—¿Un regalo? —pregunté.

—Así es. Y debo añadir que será de un valor equivalente al del mundo que hayas salvado. Los dioses te concederán cualquier cosa que desees.

—¡Eso es increíble!

Esto significaba que, si llegaba a cansarme del nuevo mundo al que iba a ser enviado, podría solicitar como recompensa, por ejemplo, regresar a Japón. Incluso podría pedir volver a mi país y ser desmesuradamente rico… ¡Y hasta podría solicitar estar rodeado de hermosas mujeres! Así podría dedicarme a jugar a videojuegos sin preocuparme por nada el resto de mi vida.

Me pregunto cuán decadente puede llegar a ser un deseo…

—¡Eh! ¡Espera! ¡Eso debería haberlo dicho yo! —exclamó de repente Aqua, quien seguía lamentándose por su inesperada pérdida de empleo a manos de un ángel surgido de la nada.

Francamente, se lo merecía. Así que no pude evitar alegrarme al verla en esa situación.

Por eso mismo, no tardé en señalarla con el dedo.

—¡Dime! ¿Qué se siente al ser arrastrada a otro mundo por la persona de la que te burlabas hasta hace un momento? Tú serás la «cosa» que me lleve conmigo, así que más te vale usar esos poderes para hacer mi vida tan cómoda como desee.

—¡No! ¡No me hagáis ir a ese mundo con alguien como él!

—¡Héroe! Rezaré por tu éxito y por que logres derrotar al Rey Demonio. ¡Ahora parte!

La solemne invocación de aquel ángel solo se vio interrumpida por el grito de Aqua:

—¡Nooo! ¡Esa también era mi fraseee!

Y, de esa forma, tanto Aqua como yo nos vimos envueltos en una luz brillante…

Capítulo 1: Me reencarno en otro mundo con una diosa autoproclamada

1

Mirase donde mirase, había carruajes tirados por caballos que traqueteaban al pasar por las calles empedradas de una pequeña ciudad.

—¡Es…! ¡¿Estamos en otro mundo?! ¡Mira! Claramente, estamos en otro mundo, ¿en serio estoy en un lugar así? ¿De verdad a partir de ahora voy a poder aprender magia y emprender aventuras? —dije en voz alta, contemplando el escenario que se abría ante mis ojos con emoción.

Los edificios de ladrillo se alzaban unos junto a los otros, provocando la sensación de que aquella escena había sido extraída directamente de algún momento de la Edad Media.

Resultaba evidente la ausencia de coches, motos, postes de electricidad, torres de telefonía móvil… ¡No había nada de eso!

—¡Oh! ¡Vamos! ¡Oooh! ¡Dios mío! —exclamaba mientras mis ojos iban de un lado a otro a toda velocidad al observar a la gente pasar.

—¡Esa persona tiene orejas de animal! ¡Y ahí hay un elfa! ¡Es una elfa de verdad! Definitivamente, tiene que ser una elfa; mírala, es tan guapa que no hay otra explicación posible. ¡Adiós a mi vida moderna de ermitaño! ¡Vivan los mundos de fantasía! Este lugar es perfecto para mí. Podré salir a la calle, conseguir un trabajo y, sobre todo, dejar de ser un sucio otaku…

—¡Buaaa! ¡Buaaa! ¡Buaaa!

De repente, escuché como si alguien estuviera llorando y, al mirar a mi lado, me encontré con Aqua, de rodillas y con las manos en la cabeza.

—Oye, por favor, baja un poco la voz. Acabamos de llegar a este mundo y, si sigues comportándote así, la gente pensará que soy amigo de una loca. Además, ¿no crees que hay algo que deberías darme ahora mismo? Mírame, mira como voy vestido. ¡Llevo puesto un chándal! Estamos en un mundo de fantasía. Si esto fuera un videojuego, alguien habría venido a recibirme y otorgado un equipo básico de iniciación.

—¡¡Buuaaa!!

De repente, la mencionada diosa se agarró a mí sin dejar de llorar.

—¡Oye! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! ¡Para! ¡Vale, lo entiendo! Lo siento… ¡Me encargaré yo mismo de conseguir todo lo básico! ¿Vale? Si tanto odias estar aquí, puedes volver a casa si quieres. Ya me las arreglaré yo solo de algún modo… —le dije a Aqua mientras intentaba zafármela del cuello.

Pero cuando nuestras manos se rozaron, para mi sorpresa, me di cuenta de que las suyas estaban temblando.

—¡¿De qué estás hablando?! —gritó mientras sollozaba y volvía a sujetarse la cabeza—. ¡Ni que ese fuera el problema! ¡No puedo volver a casa! ¿Qué voy a hacer? ¡Ah! ¡Vamos! ¿Qué se supone que va a ser de mí a partir de ahora? —gritó mientras agitaba su melena, que le llegaba hasta la cintura.

En ese momento me di cuenta de que, si esa chica mantuviera la boca cerrada, sin lugar a dudas sería una auténtica belleza… Pero tal y como estaba ahora, más bien parecía alguna clase de diva frustrada. Y, francamente, no me atrevía casi a mirarla.

—Vamos, Diosa, cálmate un poco. Ahora lo que tenemos que hacer es encontrar una taberna. Una vez entremos en una, podremos empezar a reunir información. Así es como funcionan los juegos de rol.

—¿Eh? Creí que eras un otaku al que le gustaban los videojuegos hasta el punto de acabar recluido. ¿Cuándo te has vuelto una persona tan confiable? Por cierto, Kazuma, me llamo Aqua. Me alegra mucho que me llames «Diosa», pero lo mejor para ambos es que, mientras estemos aquí, dejes de llamarme de esa forma. Si la gente de este mundo llegara a enterarse de quién soy realmente, acabaríamos atrayendo a una multitud de gente y, si eso pasa… ¿Cómo encontraríamos y derrotaríamos al Rey Demonio? Puede que estemos en otro mundo, pero hay que tener en cuenta que incluso aquí me veneran —mencionó Aqua pataleando detrás de mí.

Yo, por mi parte, estaba bastante confiado.

Estaba convencido de que, en esos momentos, debía haber algún grupo de aventureros luchando y resistiendo los ataques del Rey Demonio o, al menos, un gremio de aventureros encargado de combatir monstruos o algo por el estilo.

«Ahora que lo pienso, se supone que Aqua es una diosa, ¿por qué no le pregunto cómo funcionan las cosas por aquí?», me planteé.

—Aqua, ¿qué te parece si buscamos un gremio de aventureros? ¿Sabes dónde está el gremio más cercano? —le dije, pero ante mis palabras ella se quedó mirándome sin comprender de lo que estaba hablando.

—¿Eh? ¿Perdón? No tengo ni idea. Solo conozco las cosas más básicas de este mundo; no tengo ni idea de qué hay en cada pueblo o ciudad. Vamos, piénsalo: este mundo es uno más de entre los millones que hay, y ahora mismo nos encontramos en una especie de insignificante pequeña ciudad de todas las que hay en él. ¿Por qué debería saber algo sobre este lugar?

«Madre mía… menuda diosa más inútil…».

Claramente, aquella conversación no nos iba a llevar a ninguna parte, así que, sin más opciones a mi disposición, decidí parar a una mujer de mediana edad que en esos momentos estaba andando por la calle. Quizá hubiera sido mejor preguntarle a un hombre, pero existía la posibilidad de que hacerlo derivase en una situación problemática, y en cuanto a preguntarle a una chica joven… Dejémoslo en que mi ansiedad habría incrementado la dificultad considerablemente.

—Disculpe, señora, ¿puedo hacerle una pregunta? ¿Sabría usted decirme si cerca de aquí hay un gremio de aventureros?

—¿Un gremio? ¿No sabes dónde está? Supongo que ha de ser la primera vez que pasas por estos lares —me respondió la señora, lo que, a su vez, me relajó un poco, dado que, por lo que había insinuado, debía de haber un gremio de aventureros cerca.

—Así es. Acabamos de llegar desde muy lejos.

—Vaya… Supongo que, si habéis llegado hasta aquí, debéis de estar buscando convertiros en aventureros. En ese caso, dejadme daros la bienvenida: bienvenidos a Axel, la ciudad de los aventureros novatos. Si seguís esta calle y giráis a la derecha, veréis el cartel.

—Recto y luego a la derecha, ¡muchas gracias! ¡Bien, vamos! Así que esta es la ciudad donde empiezan todos los aventureros, ya veo…

Supongo que esto es lo que se suele conocer como «ciudad de inicio». Como era de esperar, este es un lugar ideal para los recién llegados de otro mundo.

Después de dar las gracias a la mujer y tomar el camino que nos había indicado, pude sentir que Aqua, mientras corría detrás de mí, me miraba con otros ojos, casi parecía que me hubiese ganado un poco su respeto.

—Oye —empezó a hablar Aqua, asombrada—, ¿cómo es que se te da tan bien actuar en situaciones como estas? A diferencia de la primera impresión que me provocaste, pareces bastante capaz. Pero, entonces, ¿por qué eras un otaku ermitaño que no tenía ni novia ni amigos? ¿Por qué has pasado los días como un maldito nini recluido?

—No tener amigos ni novia no es necesariamente algo malo. Es más, no está bien juzgar a una persona por cuántos amigos tiene o por si tiene novia. ¡Y no vuelvas a llamarme nini recluido, pedazo de idiota! Solo tenía dieciséis años. Era demasiado joven para asumir lo que la sociedad quería de mí… ¡Ah!, hemos llegado.

Al escuchar que la llamaba «pedazo de idiota», Aqua hizo un ademán de estrangularme, pero la ignoré por completo y entré en el gremio de aventureros.

—Gremio de aventureros—

Independientemente del videojuego al que jugases, lo más seguro es, que tarde o temprano, acabaras encontrándote con un gremio de aventureros. Dicha organización, digamos, era la encargada de ayudar a los aventureros a encontrar trabajo. Tampoco resultaba raro que se les prestara apoyo si fuera necesario. En resumen, era la versión fantástica de cualquier agencia de trabajo temporal que pudieras encontrar en Japón.

El gremio estaba instalado en un edificio bastante grande, y de su interior emanaba olor a comida.

Entramos y lo primero que pudimos ver fue a un montón de tipos duros, de esos que no se lo pensarían dos veces a la hora de asaltar a unos recién llegados.

Al darme cuenta de esto, instintivamente me empecé a preparar para lo que pudiera ocurrir… Pero, para mi sorpresa, enseguida una camarera pelirroja, con el pelo un poco corto, se dirigió a mí.

—¡Oh, bienvenido! Si estás buscando trabajo, dirígete a aquel mostrador. Si, por el contrario, has venido a comer, puedes sentarte en cualquier asiento que esté libre —dijo la camarera dulcemente.

Al parecer, el tenue interior del gremio también albergaba una taberna.

En esos momentos, gente de todo tipo con armaduras deambulaban por aquí y por allá, pero, al menos a simple vista, parecía que no había nadie que quisiera causar problemas.

Sin embargo, de lo que sí me di cuenta es de que nos estaban prestando demasiada atención. Aunque pensé que era debido a que no se solía ver a muchos recién llegados.

Pero, bueno, no tardé mucho en darme cuenta de lo que realmente estaba pasando.

—Una cosa… No me gusta un pelo como me mira esa gente —dijo Aqua—. ¡Ah! ¡Ya sé qué está ocurriendo! Supongo que esto se debe al aura divina que desprendo. ¡Imagino que esta gente ha caído en la cuenta de quién soy realmente!

En aquel momento, la mayoría de la gente de aquel lugar estaba observando a la diosa que yo tenía al lado… La miraban mientras ella no paraba de decir tonterías. Aunque, bueno, he de reconocer que era lógico. A fin de cuentas, si mantuviera la boca cerrada, Aqua era simplemente preciosa.

Dicho esto, decidí ignorar por completo todas esas miradas y continuar con el plan original.

—Aqua, escúchame bien. Una vez que nos registremos como aventureros, el gremio nos ofrecerá algunas clases sobre cómo sobrevivir en esta profesión. Supongo que también nos adelantarán algo de dinero para que podamos embarcarnos en aventuras y nos conseguirán un trabajo, que nos ayudará a mantener la mesa llena aunque estemos empezando. Al menos, la mayoría de los videojuegos empiezan de esta manera. Si tuviera que explicar para qué sirven los gremios, diría que básicamente están ahí para cubrir nuestras necesidades básicas mientras estamos en este mundo, pero… Bueno, no importa. Hoy lo que tenemos que hacer es registrarnos y asegurarnos de que tenemos suficiente dinero como para comprar un equipo decente y pagar un lugar donde poder pasar la noche.

—No tengo ni la más remota idea de lo que estás hablando. Mi trabajo simplemente consistía en enviar a los muertos a este mundo. No sé nada sobre videojuegos, pero supongo que así es como se empieza en este tipo de mundos. Solo tenemos que registrarnos como aventureros, ¿no?

—Así es, vamos —respondí mientras tiraba de Aqua hacia el mostrador. Al acercarme, noté que había cuatro recepcionistas, dos de los cuales eran mujeres. Por supuesto, me dirigí directamente hacia la más atractiva de las dos.

—Oye, podríamos haber hablado con los otros tres recepcionistas; así no tendríamos que estar haciendo cola —comentó Aqua detrás de mí—. ¿Por qué has elegido precisamente a esta recepcionista? Ah, espera, ya entiendo, es porque es guapa, ¿verdad? Joder… Justo cuando pensaba que podía contar contigo para algo…

«Ella no tiene ni idea de lo que está diciendo», pensé antes de girarme hacia ella y susurrarle al oído.

—Lección uno: llevarte bien con la chica del gremio. Lección dos: las chicas guapas siempre tienen alguna historia oculta, por lo que, sin duda, hay un evento esperándonos. Estoy seguro de que algún día descubriremos que esa chica solía ser una renombrada cazadora o algo por el estilo.

—Ah, ahora que lo pienso, he visto este tipo de cosas en los mangas que solía leer. Vale, lo siento. Me quedaré en la cola.

Como era de esperar, los demás recepcionistas nos lanzaron miradas de desaprobación por hacer cola mientras las demás ventanillas estaban libres, pero los ignoré por completo.

—Hola, ¿en qué puedo ayudaros? —nos saludó la recepcionista, que parecía muy amable y, desde luego, era atractiva. Tenía el pelo ondulado, y su generoso pecho le confería un aspecto maduro.

—Nos gustaría registrarnos como aventureros, pero el problema es que acabamos de llegar del campo y no tenemos ni idea de lo que tenemos que hacer…

Estaba claro que, si mencionábamos que veníamos del campo o de una tierra lejana, la recepcionista no tardaría en tomar la iniciativa y nos explicaría todo lo necesario.

—Ya veo… Primero tendrán que abonar la cuota de inscripción, ¿les parece bien?

Y así de sencillo. Como era de esperar.

Ahora solo quedaba seguir sus indicaciones y… Espera, ¿qué? ¿Cuota de inscripción?

—Aqua, una cosa, ¿tienes algo de dinero?

—¿Quién te crees que soy? No tuve tiempo ni de coger mi cartera antes de que me arrastrases hasta aquí.

¿Qué íbamos a hacer? ¿Quizá podríamos solicitar algún tipo de préstamo para comenzar o aplazar el pago de la cuota?

Aqua y yo nos alejamos un poco de la ventanilla, ya que necesitábamos discutir nuestros próximos movimientos.

—¿Y ahora qué demonios hacemos? Apenas llevamos nada en este mundo y ya nos hemos encontrado con nuestro primer gran problema. Se supone que, como en los videojuegos, deberíamos empezar con algo de dinero y un equipo básico…

—Madre mía… ¿Dónde ha ido a parar toda esa confianza masculina que exhibías hace unos minutos? Aunque, considerando que eres un hikikomori, era algo previsible. Parece que me tocará encargarme de todo. Observa; te mostraré el significado de ser una diosa.

Cerca de nuestra posición había un hombre sentado que llevaba lo que parecían ser ornamentos sacerdotales, aunque debo admitir que se veían bastante desgastados y viejos.

Aqua se acercó al hombre con determinación.

—¡Tú, sacerdote! Dime a qué iglesia perteneces. ¡Soy Aqua! ¡Sí, la misma Aqua venerada por la iglesia de Axis! Si resultas ser uno de mis seguidores… sería… de gran ayuda… si pudieras… prestarme algo de dinero…

No sabía bien si en ese momento le estaba ordenando o suplicándole.