La ansiedad que no cesa - Fernando Martín Aduriz - E-Book
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La ansiedad que no cesa E-Book

Fernando Martín Aduriz

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Beschreibung

La ansiedad que no cesa es un libro actual, sencillo, breve y a la vez lleno de enseñanzas de las que sólo se adquieren con la práctica. Quizás su mayor virtud reside precisamente ahí, en ese poso de experiencias que el autor transmite en cada página. Es cierto que nos habla de la ansiedad y la angustia, algo conocido y cotidiano. Pero lo que cautiva de su reflexión es que lleva muchos años cocinándose a fuego lento. Y eso se nota. Se nota, se aprecia y se agradece en la medida en que los condimentos y las proporciones que usa Fernando Martín Aduriz son distintas de las que se emplean habitualmente. Creo que es ahí donde radica su originalidad y desde donde se irradia su luminosidad. "Tengo ansiedad", "me han diagnosticado ansiedad", "no sé qué hacer con la ansiedad", "tomo ansiolíticos", son enunciados cotidianos y todas estas ansiedades parecen no encontrar fin en nuestra época. Estamos ante una ansiedad que no cesa. Este libro demuestra que sí es posible pasar de esta ansiedad que no cesa a la ansiedad que cesa, y ofrece un camino. Un libro para lectores que viven una ansiedad que no cesa, pero también para lectores que a su vez ayudan a personas que se han decidido a transformar esa su ansiedad que no cesa, en una vida más vivible. Fernando Martín Aduriz

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Colección + Otra

Dirigida por José María Álvarez, Juan de la Peña y Kepa Matilla

LA ANSIEDAD QUE NO CESA

FERNANDO MARTÍN ADURIZ

Prólogo de José María Álvarez

Colección + Otra

Créditos

Colección + Otra

Dirigida por José María Álvarez, Juan de la Peña y Kepa Matilla

Título original: La ansiedad que no cesa

© Fernando Martín Aduriz, 2018

© Del Prólogo: José María Álvarez, 2018

© De esta edición: Pensódromo 21, 2018

Diseño de cubierta: Lalo Quintana

Esta obra se publica bajo el sello de Xoroi Edicions.

Editor: Henry Odell

[email protected]

ISBN print: 978-84-949195-5-8

ISBN e-book: 978-84-949195-6-5

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Índice

Fernando Martín Aduriz, el poso de la experienciaDedicatoriaEpígrafePrefacioI. La ansiedad que no cesaII. El envoltorioIII. El ataque de pánicoIV. Calmar la ansiedadV. La espera ansiosaVI. Ansiedad y mal de amoresVII. La entrada: el huésped desconocidoVIII. La prisaIX. Los juegos del ansiolíticoX. El viajeXI. La página en blancoXII. La angustia, signo del deseoXIII. La angustia, señal de lo realXIV. La ansiedad que cesaBibliografíaAcerca del autor

Fernando Martín Aduriz, el poso de la experiencia

La ansiedad que no cesa es un libro actual, sencillo, breve y a la vez lleno de enseñanzas de las que sólo se adquieren con la práctica. Quizás su mayor virtud reside precisamente ahí, en ese poso de experiencias que el autor transmite en cada página. Es cierto que nos habla de la ansiedad y la angustia, algo conocido y cotidiano. Pero lo que cautiva de su reflexión es que lleva muchos años cocinándose a fuego lento. Y eso se nota. Se nota, se aprecia y se agradece en la medida en que los condimentos y las proporciones que usa Fernando Martín Aduriz son distintas de las que se emplean habitualmente. Creo que es ahí donde radica su originalidad y desde donde se irradia su luminosidad.

Es de destacar asimismo, en una primera visión de conjunto, la hechura y la vocación de esta obra. Su estructura es similar a la de una conferencia y su aspiración docente se percibe en cada uno de sus párrafos. En esto, La ansiedad que no cesa es una obra redonda, de esas que giran en torno al título, se despliegan dentro de un perímetro bien definido y desarrollan los temas esenciales que el lector espera encontrar. Salta a la vista enseguida que es un libro elaborado, diferente a los refritos que abundan en nuestro medio y no merecen el papel que les da cuerpo. Y se advierte también —cosa de agradecer— que el autor no es un principiante ni se limita a hacer resúmenes de los autores esenciales y las obras canónicas. En ese decir y argumentar a su manera y con su estilo, es donde se observa la sabiduría y originalidad. A cierta edad uno ya no puede limitarse a repetir lo que tal autor dice de tal tema. Al contrario, debe asumir el reto de elegir una materia y opinar sobre ella, conforme a lo que sabe por el juicio, la experiencia y la práctica, como escribió Montaigne en el ensayo sobre la ejercitación.

Llama también la atención que en este libro de psicoanálisis abunden las referencias literarias. Aunque bien pensado, tratándose de la angustia, la guía de los poetas y los narradores es insustituible. Desde las primeras páginas, Aduriz confiesa su pasión por la literatura, enfatiza su amor por los libros y su devoción por algunos autores, entre los que cita a Paul Auster, Gamoneda, Pessoa, Vila-Matas, Trapiello, Borges, Delibes, Martín Garzo y otros muchos. Sin embargo, su autor favorito, al que más horas le ha dedicado, sin duda, es Jacques Lacan.

Quien conozca a Fernando Martín Aduriz estará de acuerdo conmigo en que no podía ser otra cosa más que lacaniano. Espíritu inquieto e hiperactivo, desarrolla una actividad torrencial, infatigable, como la pasión que lo impulsa. No acaba de despedirse de uno cuando ya está saludando a otros. La prisa es su sino. Pero la «prisa buena», esa de la que habla en el capítulo VIII y a la que vincula con el saber antes que con la temporalidad, «la que no pierde el tiempo en cuanto ha comprendido que se trata de concluir, y decide».

No obstante, este hombre de la prisa, el que vive en continuo movimiento, tiene al menos tres referentes de los que nunca ha abjurado y de los que jamás se ha movido un ápice: su ciudad natal —Palencia—, su familia y el psicoanálisis. Su carrera profesional siempre tuvo en el horizonte la clínica psicoanalítica y de ahí no se ha apartado, pese a desarrollar una actividad arrolladora. De él puede decirse con justicia que fue cocinero antes que fraile, de ahí el poso de experiencia de la que hablaba al principio. Comenzó como maestro, pero le supo a poco y renunció a su condición de funcionario. Se embarcó en otros estudios y paulatinamente se licenció en pedagogía, psicopedogogía y psicología. Quiere esto decir que su actividad profesional se inició como psicoanalista de niños y adolescentes, y, más tarde, amplió su ámbito de acción a los adultos. En esto, el hombre de la prisa y el continuo movimiento es reposado y quedo, cuidadoso y porfiado. De esta singular combinación da buena cuenta este libro.

ΩΩΩΩΩ

La ansiedad que no cesa consta de catorce capítulos, a lo largo de los cuales la ansiedad se define y describe, se delimitan sus formas de presentación, su marco de aparición y se sugieren sus causas conforme a la máxima lacaniana de «la falta de la falta». Todos estos desarrollos, llenos de detalles clínicos y referencias literarias, culminan con algunas indicaciones específicas para el tratamiento de los distintos tipos clínicos y en consonancia con las edades de los pacientes. De esta manera, el estudio de «la ansiedad que no cesa» remata con unas propuestas sobre la ansiedad que puede cesar cuando el sujeto se compromete a ello y se le trata adecuadamente.

Al cabo de unos días de haber leído el libro olvidé el tema del que trataba. Sólo tenía en mente algunos pasajes y sobre todo una descripción panorámica del mundo de hoy y del sujeto contemporáneo. Creo que este libro trata de eso, del hombre del siglo XXI. En esta obra se retrata con resuelta soltura al sujeto incapaz de esperar y al falto de decisión para elegir, al esclavo de las comunicaciones vertiginosas y vacías, al náufrago del deseo y al abrasado por la instantaneidad del goce solitario, al frenético que se agita en mil actividades para escapar de la llamada de atención de la angustia, de la interpelación que acompaña a la ansiedad.

La presencia de la ansiedad en nuestro mundo es un hecho habitual y alcanza, en el ámbito sanitario, unas dimensiones casi epidémicas. De ello tenemos noticia a diario por sus múltiples manifestaciones (crisis, ataques, estados, etc.) y también por las infructuosas formas que se emplean para sortearla, sea el exceso de actividad o su defecto, la inhibición, sea el miedo, la fobia, el abuso de medicamentos y otras drogas, los excesos con el juego, el sexo o la comida.

Pero la ansiedad, como acertadamente señala Aduriz, es tan sólo la «tarjeta de visita» o el «envoltorio» de la angustia, el afecto que está en el fondo. De ahí que, si se aspira a que la ansiedad cese, más vale que le quitemos el envoltorio y sepamos, con ayuda del análisis, qué es eso que nos resulta tan inquietante. Cuando cae el trampantojo y se quita el envoltorio, la angustia se nos muestra relacionada con la inevitable pregunta sobre el deseo del Otro.

La angustia, el deseo y la falta son términos necesarios para aclarar la experiencia de la que hablamos. Mientras hay deseo, la cosa funciona. El problema se presenta cuando hay hastío y falta el deseo, es decir, cuando falta la falta que moviliza al deseo. «No nos angustia —escribe el autor— que nos falte algo, nos angustia que nos falte la falta. Es algo que se detecta muy bien en los ataques de ansiedad, cuando no hay salida, en un coche que circula, en un avión, en el interior de un recinto, cuando allí donde debiera de haber una posibilidad de escape, el sujeto cree quedar encerrado, atrapado, agobiado, asediado por algo que tapona, porque no falta la falta».

Quizás estos términos le resulten un poco ásperos al principiante. Lo que pretenden explicar, dicho de forma sencilla, es lo que llamamos coloquialmente el síndrome del gato. Si quieres que el minino esté tranquilo y no te moleste, déjale una puerta abierta. Porque si le cierras todas las salidas, es decir, si le quitas la falta, se angustiará hasta la desesperación y pobre de ti. Como escribió Séneca a Lucilio, nadie compra un gato metido en un saco. Todo el mundo lo sabe. También sabemos, en el fondo, que mientras estemos en falta el deseo seguirá en movimiento y la insatisfacción estará garantizada. Ahora bien, cuando la angustia llama a la puerta de forma atronadora, es que algo de la maquinaria del deseo se ha oxidado y exige una reparación que pasa necesariamente por la palabra.

Son muchas las cosas que esta breve obra me evoca sobre el sujeto de hoy y la ansiedad, como les sucederá, a buen seguro, a otros lectores. Sencillo y chispeante, La ansiedad que no cesa deja en la memoria una huella que sólo la experiencia transmite. Esta monografía de Fernando Martín Aduriz inaugura además la nueva colección + Otra, destinada a ensayos breves, sencillos, intensos y dignos de guardarse en la memoria por muchos años.

José María Álvarez

A mis analizantes

A los jóvenes psicoanalistas de todas las edades

¿No cesará este rayo que me habitael corazón de exasperadas fierasy de fraguas coléricas y herrerasdonde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactitade cultivar sus duras cabellerascomo espaldas y rígidas hoguerashacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:De mí mismo tomó su procedenciaY ejercita en mí mismo sus furores.

Miguel Hernández, El rayo que no cesa