La fraccioncilla de taravilla - Leopoldo Alas Clarín - E-Book

La fraccioncilla de taravilla E-Book

Leopoldo Alas Clarín

0,0
2,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

No bien quedé en las tinieblas sentí pasar junto a mi rostro un viento frío, como aire de Guadarrama, ráfaga de pulmonía o espíritu de moderado. Mis cabellos se erizaron, latióme el corazón en la garganta. Con terror me vi frente a frente de lo sobrenatural; temblé en lo más profundo de mi alma; porque su-mido en la prosa ordinaria de la vida, comprendí que me encontraba débil para las emociones que me preparaba no sé qué tau-maturgo oculto en mi gabinete.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2017

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



La fraccioncilla de Taravilla

(Artículo de doble vista)

[El Solfeo, n.º 48, 18 de octubre

de 1875]

Leopoldo Alas «Clarín»

-I-

Acababa de leer El Siglo Futuro.

En el mismo momento se extinguió la mortecina luz del quinqué.

No bien quedé en las tinieblas sentí pasar junto a mi rostro un viento frío, como aire de Guadarrama, ráfaga de pulmonía o espíritu de moderado. Mis cabellos se erizaron, latióme el corazón en la garganta. Con terror me vi frente a frente de lo sobrenatural; temblé en lo más profundo de mi alma; porque su-mido en la prosa ordinaria de la vida, comprendí que me encontraba débil para las emociones que me preparaba no sé qué tau-maturgo oculto en mi gabinete.

Aulló en la plaza un perro... pero sus aulli-dos tenían un carácter también extraordinario; parecíanse a interjecciones humanas, y una vez, y otra y otra le oí pronunciar distin-tamente Candauuu... Candauuu... con voz tan lastimera que corrieron de mis ojos invo-luntarias lágrimas.

Luego sonó dulcísima una música. Tocaba algo muy conocido por mis oídos. Una tras otra fueron sucediéndose en el aire aquellas notas con que imita Meyerbeer el acompasa-do andar de una cabra que lleva al cuello col-gada una campanilla... ¡y apareció la cabra! -

Yo la vi, porque una luz rojiza, como la que rodea a los aparecidos en las comedias de magia, fue saliendo de no sé qué foco e ilu-minando con fantástica claridad mi gabinete... que no era ya mi gabinete. Era... ¡el sa-lón de sesiones de nuestro Congreso! Ofrecía un extraño espectáculo. La presidencial pol-trona no pude distinguir quién la ocupaba. -

¡La campanilla que sonaba era la que movía la mano fina y aristocrática del presidente!

También me había equivocado en lo tocan-te al perro. No era tal perro.

-II-

Era un diputado que, desde los bancos de la derecha, apostrofaba... con los puños a una especie de estatua del Comendador sen-tada en el centro. El que parecía estatua, pero sin serlo, era Candau... el que apostrofaba, imprecaba, gesticulaba... Taravilla.