Los ojos del hermano eterno - Stefan Zweig - E-Book

Los ojos del hermano eterno E-Book

Zweig Stefan

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Beschreibung

Los ojos del hermano eterno tal vez sea uno de los libros más raros dentro de la vasta obra de Stefan Zweig. Escrito como una leyenda oriental situada mucho antes de los tiempos de Buda, narra la historia de Virata, hombre justo y virtuoso, el juez más célebre del reino, que después de vivir voluntariamente en carne propia la condena más terrible destinada a los asesinos más sanguinarios, decide internarse en el bosque para evitar tener que juzgar y decidir los destinos de vidas ajenas. Aun desde la inacción y desde su vida como ermitaño, sus actos tienen consecuencias terribles. Y allí se explica esa cita inicial a Bhagavad Gita: dejar de actuar también es actuar.

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Colección Stefan Zweig

Una partida de ajedrez

[novela]

Carta de una desconocida

[novela]

Los ojos del hermano eterno

[novela]

El candelabro enterrado [novela]

Veinticuatro horas en la vida de una mujer [novela]

Mendel el de los libros [novela]

Momentos estelares de la humanidad [ensayo]

Noche fantástica [cuentos]

Ardiente secreto [novela]

Acerca de Stefan

Stefan Zweig nació en Viena, Austria, el 28 de noviembre de 1881. Criado en una familia judía acomodada, se interesó por la literatura y la escritura ya desde sus primeros años de adolescencia. Estudió en la Universidad de Viena, donde obtuvo un doctorado en filosofía e incursionó en estudios literarios. Hacia 1901 publicó su primer poemario, y tan solo unos años después, publicó su primera novela. A lo largo de su trayectoria literaria escribió novelas, poesías y ensayos, e incluso teatro. A su vez, realizó traducciones y biografías.

Durante la Primera Guerra Mundial, en base a su patriotismo, sirvió al Ejército austrohúngaro con tareas administrativas, ya que no era apto para participar en combate. Escribió varios artículos apoyando el conflicto. Sin embargo, luego de esta experiencia y después de ser testigo de las implicancias de la guerra, cambió radicalmente su posición. En base a ello, escribió Jeremías, en la cual establecía sus firmes convicciones antibelicistas, por las que tuvo que exiliarse a Suiza. Durante su exilio pudo publicar su obra y trabajó como corresponsal, escribiendo sobre la realidad bélica desde una perspectiva apartidista y pacifista.

Gracias a las posibilidades adquisitivas de su familia, Zweig pudo viajar mucho. Ya antes de la Guerra había conocido la India, Estados Unidos y muchas ciudades de Europa. Luego, pudo conocer Alemania y la Unión Soviética y, más adelante, viajaría también por América del Sur. Estos viajes marcaron la identidad de las obras que escribiría en protesta a la situación mundial de su época y también fue su oportunidad de conocer poetas y artistas.

Luego de finalizada la guerra, volvió a Austria y se instaló en Salzburgo, donde se casó con Friderike Maria Burger (de quien se divorciaría en 1938), una traductora y periodista. El período de entreguerras fue el más productivo de su carrera: durante este tiempo escribió Una partida de ajedrez, Momentos estelares de la humanidad, La piedad peligrosa, entre otros. En la mayor parte de su producción se opuso al nacionalismo y propuso temáticas y personajes íntimamente relacionados a los conflictos y al peligro. Desde 1933, con la llegada de Hitler al poder, sus obras fueron prohibidas.

En 1934 tuvo que exiliarse nuevamente —esta vez a Gran Bretaña—, debido a la ocupación nazi en Austria. Una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, su origen judío lo obligó a alejarse de su hogar, si bien nunca fue particularmente religioso ni simpatizante del movimiento sionista. Se trasladó entonces a Francia y luego a América del Norte, donde comenzó sus viajes por el continente. En 1941 se instaló en Brasil con su esposa Lotte Altmann, donde el 22 de febrero de 1942 se suicidaron ambos en vista a la inmensa avanzada del nazismo. Antes de suicidarse escribió cartas a todos sus amigos y conocidos, pidiendo disculpas y explicando las causas de su muerte. En 1944 se conoció su autobiografía: El mundo de ayer. Stefan Zweig es considerado uno de los escritores más importantes del período de entreguerras.

Página de legales

Zweig, StefanLos ojos del hermano eterno / Stefan Zweig. - 1ª ed. - Ciudad Autónoma deBuenos Aires : EGodot Argentina, 2021. Libro digital, EPUB. Traducción de: Nicole Narbebury.ISBN: 978-987-8413-24-21. Literatura Austríaca.Ⅰ. Narbebury, Nicole, trad.Ⅱ. TítuloCDD 839

Título originalDie Augen des ewigen Bruders

ISBN edición impresa: 978-987-8413-22-8

Traducción Nicole NarbeburyCorrección Mariana GaitánDiseño de colección y tapa Francisco BóIlustración de tapa y guardas Juan Pablo DellachaDiseño de interiores Víctor Malumián

© Ediciones [email protected]/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodotInstagram.com/EdicionesGodotYouTube.com/EdicionesGodot Buenos Aires, Argentina, 2021

Digitalizado en EPUB 3.2 por DigitalBe (MAR/2021)

Información de Accesibilidad:

Amigable con lectores de pantalla: Si.

Resumen de accesibilidad: Esta publicación incluye valor añadido para permitir la accesibilidad y compatibilidad con tecnologías asistivas. Las imagenes en esta publicación están apropiadamente descriptas en conformidad con WCAG 2.0 AA.

EPUB Accesible en conformidad con: WCAG-AA

Peligros: ninguno

Certificado por: DigitalBe

Los ojos del hermano eterno

Stefan Zweig

Traducción

Nadie se libera de la acción por el siempre abstenerse de obrar, ni se puede llegar a la plenitud del Ser por la mera renuncia a actuar.

Bhagavad Gita. Con los comentarios advaita de Šankara, Canto tercero

Hasta los más inteligentes confunden a veces lo que es acción y lo que es inacción.

Te explicaré lo que la acción es y al comprenderlo llegarás a estar libre del mal.

Bhagavad Gita. Con los comentarios advaita de Šankara, Canto cuarto

[Martín, Consuelo, Bhagavad Gita. Con los comentarios advaita de Šankara,

Esta es la historia de Virata, a quien su pueblo elogiaba con los cuatro nombres de la virtud, pero de quien no hay nada escrito ni en las crónicas de los soberanos ni en los libros de los sabios, y cuyo recuerdo las personas olvidaron.

Años antes de que el sublime Buda se hallase en la Tierra e inculcase la iluminación del conocimiento en sus servidores, en el reino de los Birwagher, gobernado por el rey Rajputas, vivía un noble, Virata, a quien llamaban el “Rayo de la espada”, porque era el más osado guerrero de todos y un cazador cuyas flechas jamás fallaban, cuya lanza jamás se blandía en vano y cuyo brazo caía como un trueno cuando agitaba su espada. Su frente era brillante y una preocupación sincera por las necesidades de la humanidad irradiaba de sus ojos: su mano nunca había sido vista cerrada en un puño avieso ni su voz escuchada en un ataque de ira. Él servía con lealtad al rey y sus esclavos lo servían a él con respeto, porque dentro de las cinco corrientes del río no se conocía a nadie más justo que él. Los piadosos se inclinaban frente a su casa cuando pasaban por ahí y los niños sonreían al ver el brillo de sus ojos.

Pero un día la desgracia cayó sobre el rey al que servía. El hermano de su esposa, a quien el rey había designado como administrador de la mitad de su reino, codicioso por el reino en su totalidad, había sobornado a escondidas con regalos a los mejores guerreros del rey para que lo sirvieran a él. Y había persuadido a los sacerdotes para que le llevaran próximamente las sagradas garzas del lago, que eran el símbolo de la soberanía en el linaje de los Birwagher desde hacía miles y miles de años. El enemigo preparó elefantes y garzas en el campo, reunió a las personas descontentas de las montañas en un ejército y emprendió la emboscada amenazadora sobre la ciudad.

El rey ordenó que sonaran los címbalos de cobre y tocaran los cuernos blancos de marfil desde el alba hasta el ocaso. Por las noches, sus hombres encendían fogatas sobre las torres y arrojaban escamas trituradas de pescados al fuego para que se encendieran con un brillo vivo bajo las estrellas como señal de emergencia. Pero solo vinieron unos pocos; la noticia del robo de las garzas sagradas había abrumado gravemente los corazones de los líderes y los había acobardado. El guerrero de mayor rango y el guardián de los elefantes, los más experimentados entre los jefes del ejército, ya se habían cambiado al bando enemigo. El desamparado rey buscó amigos en vano (porque había sido un hombre severo, estricto en cuanto a juicio y un cruel recaudador de la servidumbre feudal). Y no vio ningún veterano entre los comandantes y ningún caudillo frente a su palacio, tan solo una multitud desconcertada de esclavos y sirvientes.

En medio de su desesperación, el rey pensó en Virata, quien le había enviado una señal de lealtad al primer llamado de los cuernos. Ordenó que se le preparara el carruaje de ébano y que se lo condujera a la casa de Virata. Al descender el rey del carruaje, Virata hizo una reverencia hacia la tierra, pero el rey lo abrazó implorándole y pidiéndole que liderara el ejército en contra del enemigo. Virata se inclinó y dijo:

—Lo haré, mi señor, y no volveré a esta casa hasta que la ardiente revuelta haya sido apagada con el pie de tus sirvientes.