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Manín de Pepa José es uno de los llamados "cuentos asturianos" de Leopoldo Alas, Clarín. En él apreciamos el mismo gusto por el drama costumbrista apegado a la tierra que se acabaría viendo en obras mayores como La Regenta.-
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Seitenzahl: 24
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Leopoldo Alas Clarín
Saga
Manín de Pepa José
Copyright © 1890, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726550184
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Manín de Pepa José, si hubiera nacido señorito y hubiera estudiado y escrito en los periódicos, hubiera sido un esteta. Pero en Llantones, parroquia rural cerca de Gijón, Manín no era más que un folganzán, que no valía la borona que comía... cuando la comía.
Su madre, Pepa José, es decir, una Josefa, mujer de un José, quedó viuda ya en edad madura, y aunque la easería que llevaba en arrendamiento, en la escritura del contrato parecía cosa de Manín, heredero de José, quien mandaba en todo era la madre; sólo con ella se contaba. Enjuta, alta, de mucho hueso, mirada fiera, actividad febril, gestos hombrunos, era un águila para el trabajo, para el cuidado de la hacienda, y sus criados y jornaleros andaban en un pie. Sólo Manín, el hijo único, gozaba el privilegio de la benevolencia de aquella mujer que no daba un bocado de pan sin que se lo pagara algún servicio. Pero Manín era otra cosa; por él y para él trabajaba ella tanto. No era fuerte, no mostraba aptitud para las faenas del campo, y la madre había soñado con hacerle sacerdote. Pero él, muy contento con trabajar poco y cuando quería, no entraba por lo de cantar misa. El trabajo le repugnaba... pero el ascetismo también. Le gustaba la alegría, el ruido, el baile. Era gaitero de afición, y de habilidad notoria. Con la gaita suavizaba el carácter de su madre, aquella fiera; la embelesaba con aquellos gorgoritos estridentes del puntero y con las notas asmáticas que salían de las profundas entrañas del fuelle.
Cuando Pepa aturdía á gritos á los vecinos en media legua á la redonda, riñendo á un criado ó atosigando á un deudor, y las imprecaciones de aquella Euménide de pan llevar retumbaban en el castañar que rodeaba la casería, Manín, tocando el Altísimo Señor ó la Praviana en la gaita desafinada y melancólica, aplacaba poco á poco á la furia, la atraía y acababa por enternecerla.
***
Manín era de oficio, de verdadero oficio, soñador. Un soñador alegre, que buscaba la soledad para saborear los recuerdos de las fiestas, de las romerías, de las bailes alegres, llenos de ijujús tempestuosos, horrísonos, expresión de histerismo de centauros. Manín no sabía que el ijujú