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Nisargadatta Maharaj pasó casi cincuenta años de su vida compartiendo sus enseñanzas con todos los buscadores espirituales que se acercaban a su pequeño piso en una estrecha callejuela de Bombay. Él respondía a todas las preguntas y dudas teniendo en cuenta la capacidad y el estado mental de su interlocutor. Este libro es un registro directo de sus enseñanzas. Se presentan aquí en forma de Nirupanas, es decir, pasajes o textos para la meditación. Sus palabras pretenden destruir nuestros mecanismos de defensa para dejar al desnudo el núcleo más íntimo de nuestro ser. Se trata de meditaciones que proceden directamente de la experiencia de un maestro iluminado y que fueron expresadas espontáneamente. Un testimonio único de uno de los grandes místicos de nuestro tiempo. Suresh Mehta ha realizado la labor de edición a partir del material original en lengua marathi.
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Meditaciones
Sri Nisargadatta Maharaj
Traducción y notas de José Carte
Título original: MEDITATIONS WITH SRI NISARGADATTA MAHARAJ
co-translated & edited by Mr. Suresh N. Mehta
Original English language edition published by Yogi Impressions Books Pvt. Ltd., India, 2014.
© 2014 by Suresh N. Mehta
All rights reserved
© de la edición en castellano:
2016 Editorial Kairós, S.A.
www.editorialkairos.com
© de la traducción del inglés al castellano: José Carte
Revisión de: Amelia Padilla
Composición: Pablo Barrio
Diseño cubierta: Katrien Van Steen
Primera edición en papel: Abril 2016
Primera edición en digital: Junio 2021
ISBN papel: 978-84-9988-495-0
ISBN epub: 978-84-9988-926-9
ISBN kindle: 978-84-9988-927-6
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.
El material que aquí se presenta está basado en las notas tomadas verbatim (con toda fidelidad) por Sri Dinkar Kshirsagar durante las reuniones diarias en casa de Sri Nisargadatta Maharaj durante el periodo 1977-1979, con anterioridad a la muerte de Maharaj ocurrida el 8 de septiembre de 1981.
Maharaj acostumbraba a ofrecer charlas por la mañana y por la tarde, generalmente con el formato de preguntas y respuestas, con un intérprete a su lado. Había también un pequeño grupo de personas que se reunían para meditar con Maharaj a las 6.30 de la mañana. Además, al atardecer, un pequeño grupo se reunía para escuchar y conversar con Maharaj en marathi (el idioma hablado en Maharastra y, por tanto, en el área de Mumbai-Bombay). Sri Dinkar solía asistir a estas reuniones los jueves y domingos, además de en época de vacaciones. Al ser su lengua materna el marati, le resultaba fácil seguir directamente el significado de las palabras de Maharaj. Y así comenzó a anotar verbatim las frases del maestro plenas de significación. Como resultado, tenemos ahora la fortuna de poseer un registro directo y preciso de ellas.
Estas notas diarias las hemos titulado Nirupanas. Esta palabra significa ‘investigación’, ‘búsqueda’, etcétera. Dice Maharaj a este respecto: «Informarte de cuál es tu naturaleza real, de cómo es, ese es el significado de la palabra “Nirupana”».
Hacia el final de su vida, Maharaj prefería hacer hincapié en el núcleo de sus enseñanzas y no deseaba tratar asuntos tangenciales. Solía decir que los debates que tenían lugar en ese momento eran diferentes de los primeros diálogos que aparecieron publicados en el libro Yo soy Eso.
Estas notas que ven ahora publicadas fueron revisadas por Maharaj e incluso animó a que se distribuyeran. En general, las frases se han dejado tal como fueron dichas, sin posteriores arreglos ni mejoras.
Considero que las Nirupanas deben ser tomadas como pasajes o fragmentos para la meditación. Esta es su finalidad, y ahí es a donde nos conducen. A primera vista pueden parecer repetitivas, y, sin embargo, cada vez que se leen adquieren un significado diferente. Por ello, me parece que este no es un libro que se pueda leer de una sentada. Por el contrario, usted debería leer un extracto al azar y luego meditar sobre él. Destrozará todas sus envolturas protectoras, tanto internas como externas, para dejar al desnudo su núcleo más íntimo, sin apoyo ninguno y, en última instancia, sin conceptos, ni métodos ni sistemas a los que aferrarse. Claro está, la raíz de estas instrucciones se encuentra en las enseñanzas no duales del Vedanta y otras escuelas similares de pensamiento.
Lo que las hace únicas es que provienen de la experiencia directa de un Maestro realizado, expresadas de forma directa.
El primer intento de traducirlas se lo debemos a la señora Damayantie Doongaji, una de las discípulas más antiguas de Maharaj. A mediados de los años noventa, ella envió aquellos textos manuscritos a su amiga Jean Dunn. Para entonces, Jean había ya publicado varios libros sobre las enseñanzas de Maharaj. A su vez, Jean me pidió que me encargase de la tarea de la edición del texto. Posteriormente, Sri Dinkar revisó esa primera traducción y yo volví a editar el texto repetidas veces. Al final del proceso, verifiqué el texto final, frase por frase, respecto a las notas originales en marathi. Es de lamentar que haya llevado tanto tiempo ver la tarea finalizada (el libro impreso).
Es difícil traducir los términos del original (tanto en sánscrito como en marathi coloquial) al inglés y al castellano, ya que muchas veces no existen equivalentes exactos. Cuando así ocurre, los lectores que estén familiarizados podrán interpretar los equivalentes en su contexto apropiado. Ya hay una notable literatura precedente. Pero, por otra parte, el mensaje que presentamos aquí es inexpresable en palabras. Se presenta en lenguas conocidas con las lógicas limitaciones. A veces, las enseñanzas están claramente expresadas o son explícitas; otras, quedan implícitas.
Además, con frecuencia una misma palabra es usada con diferentes significados e interpretaciones. Por ejemplo, la palabra «consciencia» se ha utilizado para expresar prana (‘energía vital’); como ‘darse cuenta’, ‘percibir’; como ‘conocimiento’; como ‘el yo’; o, como la manifestación última que es Brahman. De ahí que el contexto sea tan importante.
Tuve la gran fortuna de asistir a los coloquios con Maharaj durante el verano y la estación del monzón en 1979, cuando yo vivía en Bombay.
Un año antes, durante una visita al ashram de Sri Ramana Maharshi en Tiruvannamalai, alguien me dio una nota con la dirección de Maharaj. Más tarde, tras leer un artículo de Jean Dunn sobre Maharaj que apareció en The Mountain Path (la revista del ashram de Sri Ramana), decidí ir a visitarle.
Es imposible adivinar con certeza cómo, por qué y cuándo van a ocurrir las cosas.
Cuando me pongo a recordar aquellas visitas, la emoción más conmovedora que me viene es un sentimiento de gracia. Maharaj nunca dijo ser un Gurú. Sin embargo, si te iniciaba (si él te hacía partícipe), de algún modo tú lo experimentabas. Parecía que no se hacía una imagen de las personas. Raramente llamaba a la gente por sus nombres. Ante él, era como si careciésemos de nombres. Y daba la impresión de que su mente no registraba los encuentros con la gente que le visitaba.
De alguna manera, las preguntas que uno tenía y que no llegaban a expresarse en voz alta eran respondidas durante el transcurrir de la sesión. Era como si la divinidad estuviera haciendo su papel, pero no había un autor de las acciones. De vez en cuando te miraba y preguntaba cuál era tu consulta. Su consejo principal era: medita con regularidad sobre el sentido «yo soy».
Al cabo de unos meses, cuando le dije que iba a regresar a Estados Unidos, su único comentario fue: «Sí, hay que pasar el tiempo de alguna manera». Cuando le pregunté si volvería a verle, hizo un gesto de desagrado como diciendo que no le gustaban esas cuestiones. Luego me dijo que sí volvería a verle. Ocurrió que tuve que realizar un viaje rápido de regreso a la India un año y medio más tarde. Él tuvo la generosidad de ofrecerme una entrevista. Ocho meses más tarde, murió.
Unas pocas citas de este libro aparecieron en el libro La Sabiduría de Nisargadatta Maharaj, publicado por Inner Directions en 2003.
Debo agradecer a Sri Dinkar que me permitiese editar y publicar sus notas tomadas con tanto esmero. También quiero dar las gracias a la señora Damayantie Doongaji, ya fallecida, por haber iniciado el proceso; y a mis amigos y mentores Jean Dunn y Sumitra K. Mullarpattan por su guía y ánimo. Este último me pidió que contactara con Gautam Sachdeva de la editorial Yogi Impressions para la publicación del libro. Le estoy muy agradecido por haberlo hecho posible. También le doy las gracias al equipo de trabajo de dicha editorial por su cuidadosa y exhaustiva revisión del texto, tratando de mejorar la sintaxis, la puntuación y su coherencia
La editorial Yogi Impressions ha publicado con anterioridad tres libros sobre Maharaj y las enseñanzas del Maestro han inspirado al mismo Gautam Sachdeva, quien ha condensado la esencia de este libro en un breve vídeo que puede verse en YouTube.
SURESH. N. MEHTA
California, 23 junio 2014
Las escrituras hindúes más arcaicas, los Vedas, que fueron compuestos en su mayor parte en la Edad de Bronce (hace unos 5 500 años), son algunos de los textos más antiguos en la historia del mundo. Los Vedas tratan principalmente de los aspectos materiales y espirituales de la vida. Cuando los sabios volvieron su atención hacia su interior para estudiar la consciencia, las revelaciones que recibieron entonces les sirvieron para componer y escribir las Upanishads. Las Upanishads son un registro de sus intuiciones y percepciones. En gran medida, los fundamentos de la sabiduría espiritual de la India se remontan a estas escrituras.
Estos sabios se dieron cuenta de que para entender la mente y aquietarla eran necesarias la pureza de pensamiento y la concentración. Para lograrlo, nos recomendaron ciertas prácticas espirituales. Generalmente, estas prácticas se suelen clasificar en Bhakti yoga (yoga de la devoción), Karma yoga (yoga de la acción desinteresada) y Jnana yoga (yoga del autoconocimiento).
Sri Nisargadatta Maharaj fue un jnana yogui. En 1932, su gurú Sri Siddharameshwar Maharaj le manifestó la verdadera naturaleza humana y le pidió que meditara sobre ella. Nisargadatta Maharaj siguió el consejo al pie de la letra y al cabo de tres años tuvo una revelación inquebrantable: su autorrealización.
Maharaj pasó casi cincuenta años de su vida compartiendo sus enseñanzas con todos los indagadores sinceros. Personas de todo el mundo llegaban a su humilde casa, situada en una callejuela de Bombay. Las consultas que le hacían, él las respondía según el estado mental particular de cada discípulo. Para la persona realizada, este proceso ocurre de modo natural, no deliberado, y es espontáneo.
Es la naturaleza de la mente identificarse con el cuerpo; con el nombre y la forma, así consciente como inconscientemente. Esta identificación nos impide alcanzar nuestro Yo sin forma ni atributos –el Atman–, que es consciencia pura. El jnana yogui se apercibe de esto y llega a ser uno con él, tras un considerable trabajo. Esto se llama el camino directo, y puede compararse al vuelo de un pájaro que vuela en línea recta hacia lo alto. Este es el primer paso en el camino espiritual.
Posteriormente, el indagador espiritual medita y llega a conocer la consciencia pura. Comprende entonces cómo esta consciencia se eleva, se mantiene y decae. Esta comprensión lleva a la liberación final.
A un ser realizado, a un sabio, lo llamamos en la tradición hindú Sadguru –una persona que ha realizado el nacimiento, la duración y la disolución de su propia consciencia–. Entonces, él puede a su vez enseñar a otros indagadores espirituales e iniciarlos.
Si no existe un maestro a quien seguir, también se llama Sadguru al Ser como consciencia pura.
Maharaj nos explicó que toda sadhana (práctica espiritual) consta de:
Escucha atenta: Prestar cuidadosa atención a las enseñanzas de un Sadguru, siempre produce cambios en quien lo escucha. Como ejemplo de ello tenemos el diálogo entre Krishna y Arjuna, tal como se describe en la Bhagavad Gita. Arjuna escuchó con atención, incluso en el fragor de la batalla, y fue liberado. Una vez que se produce el cambio, escuchar ya no es necesario.
Bhajans:Chitta (‘la mente’) se purifica a través de las palabras y entonando cánticos con devoción. Durante el canto, los pensamientos mundanos quedan en suspenso. Es la mejor práctica que se puede recomendar a algunas personas.
Canto de mantras: Se trata del recitado en silencio del nombre de la deidad de nuestra elección o de un mantra (locución secreta que nos da el gurú), mientras se presta atención a la respiración. Normalmente, el gurú proporciona el mantra durante la iniciación del discípulo. De este modo, el prana (‘la fuerza vital’) se purifica, ya que la mente y la respiración están en estrecha relación. Con su recitado, el mantra se personaliza, esto lleva a la disolución de la mente y, como resultado, se llega al estado de samadhi (un modo de trance interior yóguico).
El sabio Valmiki, que había sido un asaltador de caminos, se dedicó a recitar el mantra que le había otorgado Narada, el mensajero de los dioses. A través de ello se transformó y escribió la magnífica obra épica El Ramayana. La purificación del prana puede dar como resultado la adquisición de poderes espirituales, cuyo origen es la consciencia pura. El jnani se abstiene de utilizarlos.
Meditación: Para purificar la mente, dhyana o meditación es la mejor práctica. Tras el despertar y antes de acostarse, medite durante media hora. Esto es lo que Maharaj recomendaba. Siéntese en una postura estable con la columna recta. Reflexione o medite sobre esto: «Yo no soy el cuerpo. No tengo forma. Soy la consciencia pura que se ilumina a sí misma».
Permanezca atento a la pura consciencia sin palabras hasta que se olvide de usted mismo mientras se halla despierto. No trate de visualizar dioses o deidades, ni es necesario cantar nombres. Simplemente «ser» y permanecer estable en la percepción de «yo soy» es el comienzo y el fin de toda práctica espiritual.
Además, Maharaj nos dejó otro consejo: «La búsqueda de la felicidad es la causa del sufrimiento». El mundo es una cisterna llena de deseos y miedos. El verdadero desapego genera paz. El desapego anula el temor y la ansiedad del «¿Qué será de mí?».
La imagen que tenemos de nosotros mismos se ve reforzada por nuestras aspiraciones. De modo que se nos aconseja que desterremos dichas aspiraciones personales. En última instancia, el final de la búsqueda llega con la autorrealización, que es eterna.
El sentido «yo soy» se goza siempre en el momento presente. La Eternidad se da en el momento presente. Si se nos escapa, es porque la mente vaga entre el pasado y el futuro. Debe entender de una vez que no existe nada que nos pueda causar temor.
La consciencia y el mundo aparecen juntos y desaparecen juntos; son las dos caras de la misma moneda. El mundo existe mientras exista la mente. El mundo cobra existencia con el nacimiento del cuerpo. Dese cuenta de que el mundo está en su interior, y no usted en el mundo. Maharaj solía decir: «Desde tu punto de vista, naciste y un día morirás. Mi punto de vista es que el mundo primero aparece y luego desaparece». No se puede cambiar el mundo, pero tú puedes cambiarte a ti mismo y liberarte del deseo y el temor. El encuentro con un Sadguru en este mundo es el hecho más precioso en la vida de un indagador espiritual. El estado de inquietud del indagador, esa divina insatisfacción, es en realidad una bendición del gurú.
El discípulo debe seguir las enseñanzas con amor y fidelidad. No vea en el gurú una forma física. Lo más importante es seguir las enseñanzas con empeño.
Mi primer encuentro con Maharaj ocurrió el 14 de mayo de 1977. Dos días más tarde, me dio la iniciación. Normalmente le visitaba los jueves y los domingos por la tarde. Los primeros seis meses fueron muy difíciles para mí porque lo que escuchaba de Maharaj difería en gran medida del conocimiento tradicional que me habían dado, y ello me generaba conflictos. Maharaj enseñaba que no hay nada que obtener ni nada de que desprenderse, sino que es necesario entender, no racionalmente sino en realidad, la generación (el nacimiento) de la consciencia y su disolución y su relación con el mundo.
Comencé a anotar para mí mismo las frases importantes que escuchaba, de modo que pudiera volver sobre ellas más tarde. Esta fue la base de las Nirupanas.
Maharaj no fue ni un predicador ni un filósofo ni un misionero. Lo que decía, lo decía por su experiencia directa, en un lenguaje sencillo de la calle. Solía decir que si tomas unas pocas frases y las rumias sin descanso, serás libre.
Fui muy afortunado por estar en la venerable presencia de Maharaj durante cuatro años, hasta el último día de su presencia física en la Tierra.
Ojalá que los escritos en las siguientes páginas te lleven a la Verdad, porque inevitablemente lo harán.
DINKAR KSHIRSAGAR
Domingo, 27 de noviembre de 1977
Toda actividad humana se realiza para entretener la consciencia de cada persona.
La calidad de la fruta depende de la calidad de la semilla; de ahí que sea importante escuchar cosas buenas.
Todo lo que se ve es el reflejo de la consciencia del observador. Quien impregna todo (tú, como consciencia) y lo impregnado (el universo manifestado) no son diferentes; son uno y el mismo. Aquello que crea el espacio está en nuestro interior. La mente no tiene nacimiento ni muerte. Decir «mente» significa la palabra (los pensamientos). La mente se silencia cuando termina el flujo de la palabra. La palabra viene del espacio, la mente nace a través de la palabra y tu proceder depende de tu mente. Desde esta perspectiva, el primer sonido originario es OM, que significa la ‘manifestación’ –la primera vibración–. A partir de ahí, la mente es creada por las palabras subsiguientes.
En realidad, tú no eres el autor (de las acciones).
Tú llevas ropas, pero no dices «yo soy mis ropas». De igual modo, aprende a decir «no soy el cuerpo». Tu forma verdadera es de la misma naturaleza que el espacio.
(En el presente coloquio, Maharaj nos está pidiendo que regresemos a nuestro origen. Cuando nos despertamos por la mañana, lo primero que brota es la semilla de la consciencia, que es simplemente el sentido de existir. A los pocos segundos, esta semilla de consciencia se expande, y entonces se genera el espacio. En este espacio se ve todo, incluso nuestro propio cuerpo. Esto ha ocurrido desde nuestra más temprana niñez. Desde entonces nos hemos identificado con nuestro cuerpo. Esta impresión tan arraigada en nosotros no puede erradicarse sin la guía de un gurú iluminado. El gurú nos pide que vayamos a nuestro interior afirmando «yo no soy el cuerpo; soy la consciencia en el interior del cuerpo»).
Jueves, 1 de diciembre de 1977
Brahman (como manifestación) es eterno. Sin embargo, ni siquiera el concepto «yo soy Dios» permanece. ¿Qué significa esto? ¿Puede uno llegar a comprender el significado a través del ascetismo? Solo se puede comprender a través del discernimiento correcto. (Aquí, Maharaj señala que el Dios Vishnú puede que sea el Dios Supremo, pero cuando duerme, olvida todo, incluso Su nombre. Mientras que uno se tome a sí mismo como un cuerpo, incluso si se es un avatar divino, no se puede permanecer en el propio estado de ser).
Recordar lo que se ha escuchado es meditación.
Lo que la persona hizo en su infancia fue cierto, lo que hizo en su juventud fue cierto y lo que hizo en su vejez fue también cierto, pero al final uno tiene que darse cuenta de que fue completamente falso ya que desapareció con el tiempo.
Liberarse significa permanecer libre. Es estar libre de nuestros propios conceptos, de la esclavitud de la mente, del intelecto y de la imaginación. El Yo está libre del concepto «yo deseo ser» y no necesita liberarse.
Quien ha reconocido el origen de la mente y el intelecto queda libre de sus consecuentes asedios. Estos se generan en la consciencia corporal.
Parabrahman (el Absoluto) no pertenece a nadie, ni a ninguna organización. Todos los cultos religiosos se basan en conceptos y todos los conceptos son incompletos.
¿Cuál es el mensaje del gurú?: «Tú no eres el cuerpo, eres la consciencia en el cuerpo». Aférrate a este dictado.
El tiempo acabará, mas tú no terminarás nunca. Alguien que dice «yo soy el cuerpo» nunca podrá comprender esto.
Cuando no existe el tiempo, tampoco existe el mundo. (Maharaj no está hablando del tiempo del reloj. Está diciendo que el tiempo comienza con el nacimiento de la persona. No nace un bebé, sino que es el tiempo que nace. De modo que el mundo existe mientras tú existes.)
Lo que sabes es que «tú eres/existes». Esta es la gran miseria. La consciencia en el cuerpo es la razón por la que se percibe todo. Esta sensación interior tan sutil es tu gurú. Recuérdalo siempre. Eso es la meditación. Incluso cuando la mente no observa el sentimiento de existir de un modo consciente, siempre está ahí. La experiencia del tiempo desaparece al mismo tiempo que el mundo, como en el final de un sueño. Quien es testigo de la disolución del universo, necesariamente tiene que precederlo. La situación es como la de un hombre que contempla un sueño.
Solo podrás conseguir tiempo para dedicarlo a la espiritualidad cuando tu mente esté en silencio. Para ello, concéntrate en la meta. Dice Krishna: «Eso a través del cual el mundo se conoce es “mi” naturaleza, y también la tuya».
Maya es difícil de comprender. Ella bloquea el camino a la autorrealización, a menos que exista devoción al gurú. Practica la devoción no-dual. Aférrate al conocimiento «yo soy». (Aquí, gurú no debe entenderse como una persona física; es tu consciencia pura. Es lo que también llamamos jnana. El significado normal de maya es ‘ilusión’ o ‘engaño’. El engaño-raíz es tu consciencia personal).
Conectando con las palabras de tu gurú, crecerás espiritualmente y serás feliz también en la vida familiar.
Dice la tradición que existen tres gunas (cualidades). Hablando en verdad solo existe un guna –Sattva guna–, consciencia pura. Cuando se convierte en el autor de la acción se torna Tamo guna. En la actividad, se convierte en Rajo Guna. La presencia de los tres gunas se capta a través de las actividades mundanas.
Recopilación de discursos
(La presente Nirupana es una colección de frases recopiladas durante un tiempo. Representan las excepcionales aseveraciones personales de una persona iluminada. Es sabido que normalmente Maharaj nunca hablaba de sí mismo.)
«Mi identidad está más allá de cualquier descripción. No tengo el menor interés en mí mismo. Es posible que otras personas me tengan por útil, dependiendo de su fe en mí. La verdad Eterna, Parabrahman, siempre está conmigo. La acumulación de experiencias durante 81 años es el único obstáculo que se me presenta. Si me encuentro más allá del yo soy, ¿cómo es posible que pueda cometer actos de pecado o virtuosos?».
«Yo he contemplado la existencia-consciencia-gozo (sat-chit-ananda) en su forma más desnuda; de ahí que hable así. Parabrahman –lo inmanifiesto– guía a Brahman –lo manifiesto–. Yo no hablo a la persona como persona. Estoy hablando a la consciencia pura, no al cuerpo. Mientras me escuches identificado con tu forma corporal, no podrás comprender esto que digo».
«Acepté a pie juntillas lo que mi gurú me enseñó; ningún otro consejo. Debido a la acción de maya, yo sentía que yo era, lo cual no podía ser anterior a maya. Cuando me di cuenta de mi error, supe que siempre existí, mas sin el conocimiento de ello».
«Me doy cuenta plenamente de que el discípulo que tengo delante no es diferente de mí. No estoy hablando al individuo, sino a la consciencia y al amor en su interior. Tendremos una amistad eterna si tú la mantienes. La diferencia entre tú y yo ha desaparecido. El sentimiento de individualidad ha sido reemplazado por el sentido de la totalidad. Ahora, la muerte participa de la naturaleza del Absoluto».
«Las respuestas a tus preguntas surgen espontáneamente. Yo no las pienso».
«Mi nacimiento fue el nacimiento del mundo. El Origen (la fuente) de donde brotan mis palabras es la matriz dorada (Hiranya Garbha) a través de la cual se crea el mundo».
«Lo que ocurre aquí es que la palabra responde a la palabra. Sin embargo, yo me encuentro fuera de la palabra. En mi identidad no hay luz, ni tinieblas, ni “yo” ni “tú”. ¿Quién puede reconocerme en mi estado inmanifiesto? Solamente me puedes conocer cuando el conocedor mismo se ha disuelto. Cuando las pasiones están en silencio, no hay necesidad de salir fuera. Yo soy el testigo del “existir” y de la “inexistencia”».
«Os estoy dando a conocer mi verdadera naturaleza. Escucha como si se tratara de la tuya propia. Por la gracia del gurú he llegado a la autorrealización. Como yo he llegado a conocer mi naturaleza verdadera, los más grandes eruditos que vienen a verme no pueden competir conmigo en los debates. Gente adinerada, gente muy cultivada y dignatarios vienen a entrevistarse conmigo. Me comporto con ellos como lo haría con cualquiera. Conozco por qué y cómo la persona siente que “es”. Por tanto, no veo ninguna diferencia entre grande y pequeño. Tampoco veo diferencia entre Dios y un discípulo. Sin discernimiento no podrás entender lo que digo».
«En un momento dado estuve convencido de que poseía una gran cantidad de conocimiento, y también que no sabía nada de nada. Estos son conceptos temporales, transitorios. He pasado por todas las experiencias yóguicas. Me las quité de encima porque no hay grandeza en los poderes espirituales. Debes saber que alabo la consciencia y, a su vez, la condeno. A la gente le asaltan sus recuerdos. Yo me he cocinado y comido a mí mismo».
«La sensación de existir va de acuerdo a la experiencia de cada cual, pero yo estoy más allá de eso. Algunos afirman que tienen recuerdos de sus vidas y experiencias pasadas. Yo ni siquiera tengo la más mínima experiencia de mí mismo».
«No podréis encontrar ni una señal de mi individualidad en el mundo. Soy únicamente la totalidad. Si me concedieran cien años extra de vida, no serviría de nada a una persona como yo. A través de la negación, he desaparecido. Mi existencia ya no me es de ninguna utilidad. Soy Parabrahman carente de deseos. Me escuchas a través de la individualidad de tu cuerpo, de ahí que esto no te afecte. Mi expresión y tu comprensión deben estar reconciliadas (para que sea efectiva la comunicación.)».
«Es posible que no puedas soportar lo que voy exponer de aquí en adelante. Por eso te pido que te vayas. No tengo ningún interés en mí mismo. En cuanto a ti, estaré dispuesto en todo momento de acuerdo a tu fe. La forma en que me veas dependerá de tu concepto. Volverás a verme de acuerdo a tu concepto».
Las frases siguientes fueron las últimas palabras pronunciadas por Maharaj antes de perder la voz:
«Siento el dolor del cuerpo, pero no la pena de morir. Lo que se ha manifestado no es el yo. Soy Eso que siempre ha existido y que precede a la manifestación. No soy la consciencia; por el contrario, la consciencia es un estorbo para mí».
Jueves, 22 de diciembre de 1977
Tu sueño es el tuyo propio, nadie más puede contemplarlo. De igual modo, tu mundo es tu propio mundo.
El hecho de que «yo no soy las ropas que llevo» es fácil de entender. El hecho que «yo no soy mi cuerpo» no puede comprenderse sin la gracia del gurú. Las palabras del gurú, «yo soy la consciencia pura», son tan potentes como un mantra.
La autorrealización nunca cambia. Cuanto más se comprende, menos deseos se tienen. La naturaleza del Yo carece de deseos.
Jiva (el yo identificado con el cuerpo) se siente a gusto con el cuerpo. Sin embargo, no olvides que incluso cuando el cuerpo se ha disuelto en el Yo, hay que cuidar bien del cuerpo. La palabra del gurú refleja nuestra verdadera naturaleza. Cuando los esfuerzos llegan a su fin, la verdadera naturaleza brilla de manera automática.
Quien ha contemplado, aunque sea mínimamente, la naturaleza del Yo, ya no necesita ni deidades ni dioses; en realidad, no necesita nada. Esa persona no hará daño ni a la criatura más diminuta.
Después que percibas tu naturaleza original, ya no pedirás ni suplicarás nada.
El cuerpo no lo formaste tú, ni tus padres, ni siquiera Dios. Se ha creado espontáneamente.
Si los comparas con tu verdadera naturaleza, los lugares sagrados del mundo no son nada. Esos lugares sagrados cobran importancia únicamente a través de tu luz.
Dudar de la palabra del gurú es el pecado más grande.
La luz que ves en el exterior nace de tu propia luz. La luz del sol y la luna no pueden compararse a la luz de tu Yo. El cuerpo pertenece al ser humano, pero quien actúa a través del cuerpo no es humano. Es la naturaleza verdadera del Yo. A causa de la consciencia corporal crees que eres este o aquel. Una vez que percibes el Yo, las cosas ya no son así. Es seguro que vas a morir, pero… ¿qué identidad va a morir?
El sentimiento «yo soy» te hace un gesto de aprecio, ¡atrápalo! Esto es fácil para quien está asqueado de los asuntos mundanos. El conocimiento de la existencia lo motiva todo. La consciencia que te proporciona el sentimiento «tú existes» es lo mismo que los pies del Sadguru. Permanece en contacto con él. Al menos recuerda que tu cuerpo cadavérico contiene la semilla del Absoluto. Medita y contempla la llama del Yo. Al alcanzar la autorrealización comprenderás la naturaleza eterna de esta llama.
Recuerda siempre que esta es tu propia historia. Entonces serás tan digno y meritorio como Brahman. Del mismo modo que no te olvidas de que eres una mujer o un hombre, recuerda así también que «soy Brahman». No te presentes a la muerte llamándote a ti mismo «cuerpo». Lo que nos redime es la meditación sobre el Yo. Entonces, el tiempo se disolverá en ti, y no tú en el tiempo.
«¡Oh, gurú! Tu verdadera naturaleza es mi propio Yo, no veo diferencia entre ellos y así es como me rindo a ti». Así debería ser tu convicción. Este conocimiento del Ser es como el misil llamado Brahmastra. Nunca yerra el tiro. Esa persona puede parecer un ser común, pero es diferente. Medita acerca del meditador, en nadie más. Eres afortunado de poder oír el autoconocimiento de esta manera.
Domingo, 25 de diciembre de 1977
La gente se mantiene ocupada porque les resulta difícil soportar su propia consciencia. La gente busca diversas formas de entretenimiento para escapar de ellos mismos. El mayor reto reside en mirarse a sí mismo estando sentado en soledad.
Mucha mayor cantidad de gente ha muerto que los que están vivos ahora. ¿Dónde habrán ido si el peso de sus cuerpos alcanzaría millones de toneladas? ¿Qué estarán haciendo ahora? La respuesta es que ahora están en la forma en la que estaban antes de nacer.
La religión superior es la autorrealización. Es un estado de ser intrépido e inquebrantable. Este estado se refiere a la consciencia dentro del cuerpo. Las religiones que se basan en el comportamiento físico de los seres humanos, en realidad, los llevan a su perdición. La religión más elevada implica vivir con el convencimiento de que somos consciencia pura. Liberación significa vivir en libertad. Entonces, a uno no le afecta el cautiverio de la mente, del intelecto y del ego. Quien persigue esto consigue vivir libre de todo concepto. Únicamente la religión del propio Yo durará hasta la eternidad. Aquello por lo cual entendemos los asuntos mundanos es nuestra verdadera naturaleza. Aunque estés inmerso hasta el cuello en actividades mundanas, no te afectarán. Comprende la verdad de esto que digo, permanece en silencio y en paz. Todas tus necesidades estarán cubiertas. Dice Krishna: «Yo me hago responsable del sustento de aquel que siga la religión de su Naturaleza verdadera». A esa persona, cualquier cosa que necesite se le dará automáticamente. La práctica y el esfuerzo espiritual son fáciles y difíciles al mismo tiempo.
Quien se aferre a las palabras del gurú «Soy al Atman que se ilumina a sí mismo» lo encontrará fácil. La caridad más elevada es ofrecer al otro autoconocimiento.
El verdadero Brahman es el que sabe que es Brahman –consciencia pura–. Los que son verdaderamente religiosos consiguen la recompensa práctica del autoconocimiento. Prana (el ‘hálito vital’, ‘fuerza vital’) se ocupa de todo por ti; por tanto, hazte su amigo. Si el prana ha sido purificado por el mantra del gurú, en la muerte se mezcla con el prana universal. Los que desconocen esto, caen.
El prana representa todos los modos del habla: para –la intuición–, pashyanti –forma mental–, madhyama –palabra todavía sin expresión–, y vaikari –la palabra hablada–. También se conoce a la mente como madhyama y cuando se expresa se convierte en vaikari. De modo que la mente y el prana no son diferentes. Prana entonces es pranava –el sonido primordial OM–. Prana, la fuerza vital, no establece diferencias entre un gusano y un ser humano; trata a todos del mismo modo. El jnani no ve el prana de forma individual. Para él todo es uno. El prana de un jnani se torna prana universal. Cuando la consciencia permanece estable, existe compasión. Es lo único que le queda a un jnani por hacer. Cuando tu prana esté satisfecho, entonces llegarás a saber: «¿Quién habla en realidad, tú o tu prana?».
Jueves, 5 de enero de 1978
Los pensamientos vienen y, luego, se van por el mismo camino. Permanecen si hay una necesidad. Mas un jnani no tiene necesidad ni de sí mismo. Entonces, ¿cómo funciona el hogar de un jnani? Aquel que alimentó al bebé en el vientre durante nueve meses se ocupa del jnani. ¿Quién cuida al niño y lo protege hasta que toma conocimiento de que posee un cuerpo? La respuesta es: la consciencia universal que Él es lo realiza todo. Incluso si vivieses mil años, tu identificación con el cuerpo no te abandonaría. ¿Cómo podría ocurrir que Quien es luz y existencia pura fuera un cuerpo? La experiencia de su existir, sin pronunciar una sola palabra, es el conocimiento verdadero.
El cuerpo está formado por cinco elementos. Su esencia es la consciencia que reside en el cuerpo. Conoce con toda certeza que no eres tu cuerpo. No tienes forma y tu naturaleza es la luz. Si puedes ver la luz y la oscuridad, es a causa de tu propia luz. OM simboliza el sonido de la ascensión de tu respiración, lo que te asegura que existes. Cuando llegas a conocer tu consciencia, te liberas. Si no eres el cuerpo, ¿cómo vas a actuar y con quién? Ese es el estado inamovible e inquebrantable del Ser. Una vez que conoces que eres de la naturaleza de la luz, no hay por qué preocuparse de nada. Eres de la naturaleza de la luz que se autoilumina y por cuyo don tú puedes ver las cosas. Y sin embargo, sigues pensando que «yo soy fulano de tal y poseo este cuerpo». Cuando el cuerpo se desploma, el prana lo abandona. Nadie puede decir que prana ha muerto. Si el prana es puro, la mente y el intelecto también son puros. Si el prana se halla satisfecho, ¿podría alguien sentir la experiencia del sufrimiento? El poder de prana es el mismo que el poder de la vida –la fuerza vital–. La potencia de prana es lo mismo que maya primordial –lo mismo que el poder de Brahman–. Si alguien se convierte en algo grande, es únicamente por el poder de prana.
Existe amor por la palabra mientras existe la ignorancia. Tras llegar al conocimiento, ya no sirven de nada. Después de la realización, el sentimiento «yo soy» persiste todavía, pero la actitud de la mente ha cambiado por completo.
Continuad con el canto del mantra, teniendo bien presente su significado. Piensa en quién debería venerar a quién y por qué. Si deseas la gracia del gurú, considera la palabra del gurú como soberana.
Domingo, 15 de enero de 1978
El movimiento de prana y el movimiento de Dios no son diferentes. Observa tu respiración. Sin la fuerza vital, el sentimiento «yo soy» no existiría. Ser consciencia en el cuerpo es la cualidad (guna) característica del prana. No hay separación entre ellos. Una vez que hayas realizado el Yo, no hay necesidad alguna de mantener una pose ante los demás. Eso sería señal de ignorancia. Llevar una larga barba, impresionar a la gente, etcétera, todo eso va unido a la consciencia corporal. No son las características del Yo. El concepto con el que tú plantees la meditación se verá cumplido y tendrás visiones de acuerdo a ese concepto. Todo eso es irreal.
No hay un método espiritual que se pueda comparar a escuchar discursos como estos. Tras escucharlos, la liberación está al alcance de tu mano. Hay movimiento en el principio manifestado, pero no en lo inmanifiesto. Lo inmanifiesto no posee cualidades.
Cuando llega la vejez, la niñez y la juventud desaparecen automáticamente. No es necesario renunciar a ellas en un acto deliberado. De igual modo, tu ego debería extinguirse poco a poco de forma natural. No hay ni una experiencia que permanece. No hay un creador del mundo, ni quien lo sustente, ni su destructor. Todo ocurre espontáneamente. Lo que conocemos da origen a la felicidad o la pena. Aquello que no conocemos no puede ser origen ni de nuestra felicidad ni de nuestra pena.
La mente es los conceptos y los conceptos son la mente. Los conceptos dan origen a cualquier género de cosa. Así es el reino de la mente. El Yo no tiene nada asociado a él. Al comprender un concepto, a la vez deberíamos darnos cuento de Eso que carece de conceptos. Esto se puede realizar incluso por la escucha. Aquello que aprendiste en tu niñez se ha convertido en tu mundo real. Jiva, jagat y Brahman (el alma individual, el mundo y el Yo supremo) son conceptos. Los conceptos generan sus propios significados, que dan lugar a los tres gunas (cualidades). En la raíz de todo está la consciencia manifiesta. Cuando la consciencia se activa debido a las actividades mundanas, entonces se crea la mente. La consciencia manifestada es el océano en el que flota la mente.
Cuando despertamos del sueño nocturno, en ese mismo instante sentimos que «somos y existimos», con anterioridad a la palabra. Este es el pensamiento básico. ¿Cómo se ha creado el mundo que nos rodea? Es como el soñador que crea un mundo onírico sin hacer nada. Sentimos que el mundo es real porque sentimos el cuerpo como real, y viceversa. Aunque el mundo es inmenso, no hay un ápice de verdad (de realidad) en él. Lo inmanifiesto se hizo manifiesto y creó la mente. A su vez, la mente crea el mundo, que parece ser real. Quien va más allá de lo manifiesto y permanece en lo inmanifiesto, tiene dificultades para decir «Ahora no me conozco».
Primero viene la consciencia, luego por la consciencia se crea la mente, seguido de las múltiples actividades. Si la consciencia está ausente, ¿es posible hacer algo? El sentimiento «yo soy» es un concepto natural. Ese concepto nunca está satisfecho. Cuando tú tratas de ser uno con tu consciencia, la mente siempre se mete por medio. Sigue intentándolo. Presta atención al Origen del que nació la consciencia. Esta consciencia no es verdadera.
El que escucha debería observarse a sí mismo, más que meter su nariz en los asuntos de los demás. Debería aprovechar la oportunidad para ver o llegar a conocer lo que él/ella es en realidad. Cuando llegues a conocer el significado profundo del concepto, te darás cuenta de que el mundo es una gran broma. Entonces estarás convencido de que «nada, no ha ocurrido absolutamente nada, jamás he visto a nadie y jamás nadie me ha visto».
Cualquier deseo con el que te encuentres anclado se proyecta en tu mente y todo lo demás aparece de acuerdo a ello. La fuerza vital toma cuerpo y entonces se presentan las visiones. Si tú actúas desde tu consciencia corporal, los conceptos proliferarán sin fin. Si te haces amigo de la consciencia pura, te descubrirá su verdadera naturaleza. Cuando la consciencia conoce lo que es, desaparece y lo que resta es vijnana –el conocimiento directo, sin nombre–. Si actúas en consecuencia, tarde o temprano te darás cuenta de que jamás tuviste una experiencia en este mundo. Entonces se plantea la pregunta: ¿Cómo debo actuar en el mundo? Hasta que llegue el momento en el que conozcas esta verdad, actúa como desees. Pero cuida de tu familia y tu hogar. No huyas de ellos.
Cuando naciste, antes de comenzar con las palabras, te encontrabas en tu estado natural. Tras escuchar lo que te dijeron, que lo creíste verdad, has llegado al estado presente. Lo que ha penetrado en tu mente hasta ahora se comporta de modos diferentes.
El mayor esfuerzo que debes realizar es comprenderte a ti mismo. Eso debes lograrlo. Entonces entenderás el secreto del mundo entero. Cuando te realizas, al mismo tiempo comprendes el mundo. Sabrás lo que «tú» eres. Convéncete de que yo soy lo que el gurú me dijo que era. En los asuntos mundanos puedes usar tu identidad de hombre o mujer, pero no dejes que pase a tu interior. Todo depende de tu «identidad» a la hora de la muerte.
La muerte es solo una palabra. Nunca es una experiencia. ¿Qué podrás experimentar que no sea Brahman si no existe otra cosa que Brahman? Te has convertido en el discípulo de tu mente. Tu mente te está diseñando y dirigiendo. Pero la mente no conoce su Origen. Tu convencimiento debería basarse en las palabras del gurú. «Mi gurú me inició» quiere decir, él me indicó mi verdadera naturaleza. Si lo tomas por cierto, si te comportas con convicción, entonces conocerás la verdad. Desde el punto de vista de la gente normal, la persona muere. Desde el punto de vista del jnani, se ha liberado del engaño. El engaño (o ilusión) es pensar «Soy fulano de tal, soy hombre (o mujer)».
Primero el alimento prepara el camino, y después el jiva nace por su causa (el alimento). La naturaleza del alimento y la naturaleza del jiva es una y la misma. El cuerpo es únicamente comida transformada. Se trata del alimento para la consciencia. Mientras existe la consciencia, existe hambre y sed.
O bien tomas un camino determinado siguiendo la palabra del gurú, o bien continúas dando traspiés en vano. La experiencia que te atrae hoy es falsa. No perdurará. Puedes tomar la nutrición más rica que quieras y mantenerte fuerte. Y, sin embargo, cuando te llegue la vejez, tus manos y pies temblarán. Piensa en ello. Ríndete a tu consciencia que dice: «Jai Guru, Jai Guru».1 Puesto que crees que eres el cuerpo, te vienen conceptos tales como «soy un niño, soy un joven, soy un anciano». El discernimiento correcto es pensar «Sin duda estoy aquí y estaré siempre; el cuerpo cambia constantemente».
Jueves, 19 de enero de 1978
Leer las escrituras y escuchar a un maestro es necesario. Pero lo que leas y escuches debe coincidir a la perfección con el conocimiento recibido del gurú. Debes decirte: «Soy exactamente lo que he leído y escuchado y lo que mi gurú me indicó». Lo que permanece al dejar de lado la consciencia es la Verdad. La unión con Dios la llamamos yoga. Tras la unión, ambos se extinguen y Quien queda como testigo es el Yo Supremo –el estado de Ser inmanifiesto.
El cuerpo es prakriti (la naturaleza) y el que reside en el cuerpo es Purusha (el Yo). El que actúa es prakriti mientras que Purusha es el testigo pasivo. Dicho de otro modo, prana es el movimiento, el conocedor es la consciencia. Ninguna de estas dos energías tiene forma. Prakriti y Purusha no son diferentes. Mientras te consideres un cuerpo, no habrá paz para ti. Recuerda lo que has escuchado y usa tu discernimiento constantemente. Quien ha realizado prakriti y Purusha se libera.
En el cuerpo, Dios se experimenta a sí mismo con el sentimiento «yo soy». La palabra del gurú es tu existencia; deberías estar convencido de ello. Ríndete al prana, deja de identificarte con tu cuerpo. Quien conoce el poder de prana es un jnani. Su meditación continúa durante todo el día. Concéntrate en la fuente de la energía vital, que es shakti. Esta meditación se está realizando con esa energía. La paz infinita es el logro más grande. Cuando puedes olvidar tanto a prakriti como a Purusha llega el descanso. A través del poder de la meditación, uno se desprende del sentimiento «yo soy fulano». Para que la meditación tenga éxito, debes serle fiel. Concéntrate en el Yo con la energía del prana. Cuando esta energía se aquieta, la consciencia se funde con él y el resultado es samadhi. El conocimiento adquirido de las escrituras debe ser puesto a prueba en la experiencia personal.
Cuando nos despertamos del sueño profundo, lo primero que aparece es la consciencia microscópica (infinitamente pequeña); es el sentimiento «yo soy» anterior a la palabra. Esta consciencia en forma de semilla es la causa de todas las experiencias. Instantáneamente, toma la forma del universo. Pero debes percibir cómo esta consciencia es irreal. El mundo aparece al despertar. La experiencia desaparece a la vez que desaparece quien la experimenta, el autor. Atrapa el Origen de este conocimiento. Cuando se realiza una operación con anestesia, no hay dolor. Si una persona muriese en ese estado inconsciente, ¿sentiría dolor por la muerte?
Al escuchar con atención este discurso, te olvidas de ti y, por ende, te olvidas del mundo. Permaneces en tu estado natural. ¿No te reporta esto un gran beneficio? La recompensa a la devoción al gurú es la autorrealización.
Domingo, 22 de enero de 1978
Tu verdadera naturaleza no difiere de Parabrahman. Tu identidad personal se basa en tu cuerpo, y a partir de ahí te consideras hombre o mujer, según sea el caso. Es un error calificarte como ser humano. Eso que estás escuchando ahora es tu verdadera naturaleza, es la consciencia pura. Es un craso error definirla como cuerpo. Tu verdadera identidad (el principio inmanifestado) estaba ahí antes que tu conocimiento. No importa cómo te califiques, eso no durará. En realidad, ni naces ni mueres. Ambos pertenecen al reino del cuerpo.
Tu consciencia es el resultado de la actividad de los tres gunas.2 Tu consciencia es pasajera. Si no la comprendemos correctamente, es a causa de los tres gunas. Tu sentimiento de felicidad o tristeza viene dado por la consciencia. Pero esta consciencia se extinguirá como se extingue un fuego. El fuego supremo es la realización del Yo.
¿Sabe el sol que su fulgor sufre variaciones? Si tú lo percibes, es por el poder de tu propia luz interior. La más esencial de las tres cualidades (gunas) es la cualidad de conocer (Sattva). Todo lo conoces por la acción de este guna. ¿Quién crea los edificios, las máquinas, las carreteras, etcétera? ¿No es a través de la consciencia de alguien que las piensa o diseña?
Tu esclavitud está causada por tus necesidades. Te liberarás de tus ataduras cuando te des realmente cuenta de que la consciencia, que está escuchando ahora, es libre y sin forma. Es tu naturaleza original. Por favor, reconoce Eso por lo que sientes que estás vivo. Informarte de tu verdadera naturaleza, de lo que es y cómo funciona, es el significado de la palabra «Nirupana».
Lo que concibes a través de la mente no permanecerá. La característica natural de la consciencia es el sentido de yo y mío. Apodérate de la guna esencial –Sattva en forma de sabiduría–: la cualidad del conocimiento. Vive la vida sin expectativas ni esperanzas. Entonces, automáticamente, las ataduras caerán por su peso. Reconoce que no necesitas nada en absoluto. Tu verdadero estado es espontáneo. No lo perturbes con tu mente.
Siempre has considerado a Dios como un apoyo para ti. Eso no significa que conozcas a Dios realmente. Rama, Krishna y Vishnú son nombres de cuerpos; concitan gran devoción porque han realizado la Verdad.
Es posible que el discípulo tenga visiones de las deidades si medita sobre ellas de acuerdo con la tradición. Pero ¿cuál es el origen de la visión? Él mismo es su origen. Cualquier cosa que das por sentada no tiene valor alguno. Los asuntos mundanos escapan a tu control; y así seguirá siendo. Una vez que te hayas establecido en el Yo, no sentirás necesidad de nada.
Brahma, Vishnú y Shiva (Dios como creador, sustentador y destructor) son los nombres de tu verdadero Yo. Jiva (la individualidad) nace espontáneamente con el tiempo. El jiva lleva asociados los deseos. Tu conocimiento del mundo depende de tu consciencia. ¿Qué se quiere expresar cuando alguien dice «estoy en el cuerpo sutil»? Por supuesto, eso supone la consciencia, tu sentimiento «yo soy». No tiene forma ni color. Pero sí tiene una fragancia o sabor –la percepción de que tú existes–. ¿Cuál es la relación entre este conocimiento y tú mismo? ¿Muere cuando cesa de existir el cuerpo formado por los cinco elementos? Por un momento, piensa en cómo aparecerías, qué forma tendrías si no fueras el cuerpo. Recordar lo que has escuchado y reflexionar sobre ello es una pesada penitencia. A través de la práctica de este tipo de meditación, irás cambiando continuamente y llegarás a un estado en el que ya no habrá más cambios.
La Verdad no posee conocimiento de sí misma (porque es inmanifiesta). Presta atención a esta meta constantemente. Destierra la consciencia corporal de tu mente. No importa cuánto insistas, no puedes ser un hombre o una mujer por siempre. Al fin, los cinco elementos se fundirán en los cinco elementos.3
Incluso si no comprendes todo esto, entiende al menos Eso a través del cual sabes que «tú existes». Lo diré de nuevo, medita en tu objetivo continuamente. Te llevará a la iluminación. Tu mente necesita apoyo. No puedes soportar el peso de tu consciencia sin tener alguna otra cosa en qué pensar. Meditar en el Yo (o en el Ser) es solo posible por la gracia del gurú. Tal meditación es única, rara vez se encuentra en este mundo.
La naturaleza del tiempo es de tal modo que no permite que nada permanezca estable. Si no puedes enfocar tu atención en tu meta (la consciencia), llámala gurú y di «estoy meditando en mi gurú». Esto es muy sencillo. El mundo es una creación de tu propia consciencia. Purusha es su testigo pasivo –el observador–, mientras que prakriti (el poder del prana) lo realiza todo a través del cuerpo. La mente, el intelecto y la intuición son solo otros nombres de la energía del prana. No existe separación entre jnana y prana (entre la consciencia y la fuerza vital); son las dos caras de la misma moneda. De ahí se sigue que si el prana se encuentra satisfecho, la consciencia también lo está. Medita sobre la fuerza vital; de ese modo, la meditación sobre la consciencia se dará de forma indirecta. Ambas carecen de forma. Todas las actividades se producen a causa de ellas. ¿Cómo podría uno decir que jnana y prana mueren cuando muere el cuerpo?
Tu idea de yo y mío no te deja conocer tu Yo; de ahí que vivas de manera indigna. Por lo menos, recuerda qué son Purusha y prakriti. Consigue unirte al prana, la fuerza vital. Además, Prana es Dios. Implica movimiento. Al final, el conocedor y el movimiento mismo se funden en un estado sin cualidades. Para el sabio, el momento que el prana abandona el cuerpo, el momento de la última gran partida, es la liberación.
Dice la tradición hindú:«Espera un instante a la puerta de Dios. Las cuatro formas de liberación se encuentran allí». El significado de esta frase es que si tu atención se centra en el Yo, aunque sea por un instante, serás liberado. Es el gurú quien libera. Te da la iniciación diciéndote: «tu verdadera naturaleza es como la mía». Te proporciona el mantra, tomándote no como hombre o mujer, sino como la consciencia que escucha.
El jiva es perfecto y, sin embargo, se queja y lamenta a causa del miedo a la muerte. El sabio siente compasión por el jiva, por su condición presente. Esa es la razón por la que a veces se enfada e impacienta.
Domingo, 29 de enero de 1978
Cuando miras a la luna, ¿qué ves entre tus ojos y la luna? El espacio entre medio no se ve. De igual modo, tu propia luz, a través de la cual tú puedes mirar, tampoco se ve. Son una y la misma. Tu consciencia posee la cualidad del espacio.