Mis tres deseos - Daniela Méndez - E-Book

Mis tres deseos E-Book

Daniela Méndez

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Beschreibung

Mis Tres Deseos está escrito para que las mujeres encuentren unacompañía inspiradora y poderosa al abrazar sus deseos, frente a sí mismas y frente al mundo. Las acompañará en esos momentos en los que conocen sus derechos, el camino que desean para su vida o las acciones que saben que les haría bien tomar para llegar a donde más anhelan, pero les cuesta vencer los obstáculos que encuentran en sí mismas y en el mundo para hacerlo.

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© 2023 Daniela Alma

© 2023, Sin Fronteras Grupo Editorial

ISBN: 978-628-7544-78-9

Coordinador editorial:

Mauricio Duque Molano

Edición:

Juana Restrepo Díaz

Diseño y diagramación:

Paula Andrea Gutiérrez R.

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado: impresión, fotocopia, etc, sin el permiso previo del editor.

Sin Fronteras, Grupo Editorial, apoya la protección de copyright.

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

A ti, mujer despierta, rebelde y dispuesta a ¡todo! Por lo que más amas, disfrutas y deseas.

Contenido

INTRODUCCIÓN

Los tres deseos más grandes de tu vida

PRIMERA PARTE

DESPIERTA, ESTÁS VIVA

Todas somos protagonistas de una serie de Netflix

Tres planetas de nuestro universo: real, simbólico e imaginario

Un día se nos perdió algo y lo seguimos buscando

La energía que mueve nuestros tres planetas internos. Algunas ideas sobre deseo, amor y goce

Destapemos una caja de pandora: el goce en sus distintas facetas

Nuestros goces y a dónde nos llevan

Un encuentro cara a cara con la misma piedra

Dos formas de vivir el goce

Los nombres y los lugares de nuestros goces

Nuestro súper poder: el goce femenino

La vergüenza como brújula

Mi deseo ya no me alcanza

El amor a veces complica

Las reglas del amor

Desmitificando el amor incondicional

Diferencia entre las condiciones de amor y las condiciones en el amor

El otro es mucho más que un reflejo

Amor solución y amor estrago

Amar también es dar lo que no tenemos

SEGUNDA PARTE

REBÉLATE

DERRIBA MITOS... Cuestiónate y cuestiona ¡Lo que sea! ¡Lo que quieras!

No tienes que compartir tu propósito con el mundo a la fuerza

¿Qué es lo normal? Encuentra tu normalidad

Los todo, nada, nunca o siempre

Tenemos una loca adentro

La mayoría de los trenes sí pasan otra vez y muchas más

Sal de tu propia jaula

Una mirada distinta a la otra mujer

Necesitamos ser respetadas en nuestras diferencias

La otra

Envidia y celos

Estamos llenas de dudas

Desear ser madre o no desearlo

Tu madre es una mujer humana

La soledad

El amor propio es mucho más que una frase bonita

Amar mucho y también amarte mucho

El amor propio sí depende de otros

Comunicar nuestros sentimientos no es manipulación

El colapso

¿Qué hacer con el machismo que padecemos?

Bravo por los hombres que levantan su voz ante las injusticias

El no y sus remordimientos

TERCERA PARTE

HAZ MAGIA CON LA NADA

La vida hacía conmigo lo que le daba la gana

A la vida hay que hacerle frente

Todas podemos hacernos un ser de mujer con la nada

El trabajo interno más importante ocurre en nuestra vida real

Tenemos protagonismo en nuestros misterios

Las fases del trabajo personal

Amor propio no siempre es escapar ante la oscuridad

Con todo lo que hemos descubierto, ahora sí podemos movernos

Hay una solución casi mágica para nuestros dolores

Economía del alma

Reconocimiento y validación para desbloquear niveles y dar pasos al frente

El deseo de una mujer mamá

Hay revolcadas buenísimas

No hay dolor más fuerte que el que sentimos en nuestra propia piel

Afirmaciones de poder

Pon esa voz enemiga a tu servicio, querida

Un contacto con la nada: Ansiedad y Angustia

Habla claro: no esperes que otro te adivine tus sentires

Cuestionar lo que decimos

A veces contando el cuento nos perdemos el momento

La pandemia como real espacio de nuevos deseos hechos realidad

Reflexiones finales para acompañarte

Hacer cambios es desmontar historias, encontrar dragones y hacer nuevos mapas

Agradecimientos

Los tres deseos más grandes de tu vida

Eres la genia de tu vida… y tienes tu propia lámpara mágica

No solo somos la genia de nuestra propia vida, también tenemos la capacidad de hacer realidad muchos más que tres deseos. Y somos, también, la mujer que recibe los deseos, esa que, después de hacer magia, tiene el desafío de sostenerlos. De hecho, llegará ese día en el que esos tres anhelados deseos ya no tendrán el mismo valor ni el mismo color y necesitaremos invitar a esa genia que somos para empezar a materializar tres nuevos deseos o ponerle un nuevo y buen encanto a los viejos.

Si bien hay una diferencia entre lo desechable y lo que se mantiene ocupando un espacio, hay una realidad y es que nuestros deseos se renovarán varias veces en una misma vida. Y hay muchos deseos que para sostenerse necesitarán de nuestra rebeldía, ir más allá de lo que se espera, o de quien sea que lo espera.

Atrévete a descubrir si es necesario cuidar o renovar un deseo

Detrás y debajo de nuestros deseos hay historias y también miedos, un infinito de sensaciones conocidas y desconocidas, divinas y abrumadoras, que nos acompañan en toda la experiencia de dar la vuelta alrededor de ellos, alejarlos o abrazarlos.

En este libro encontrarás una compañía inspiradora y poderosa para abrazar tus deseos, frente a ti misma y frente al mundo, con una voz muy propia y a la vez inclusiva de la diferencia, respetuosa no solo contigo misma, sino con los seres que caminan como tú y junto a ti —los conozcas o no— en este planeta, porque finalmente todos somos amores, deseos y goces, dando vueltas por la Tierra.

Este libro te acompañará en esos momentos en los que conoces tus derechos, el camino que deseas para tu vida o las acciones que sabes que te haría bien tomar para llegar a donde más anhelas, pero te sientes incapaz de hacerlo o crees que “recaes” demasiadas veces en las mismas trabas u obstáculos antes de llegar a tu objetivo. También es para ti si te sientes —o cuando te sientas— inquieta, porque no eres “normal” o eres “muy distinta” a la mayoría de las personas que te cruzas en tu vida. También es para ti si algunas veces —o muchas— te gustaría que ante tus elecciones nadie te juzgue, si te incomoda tener “oposición” ante tus decisiones e intereses.

En este libro navegaremos profundamente en todo eso que nos acerca y nos aleja de otros. En aspectos que tantas veces pretendemos y buscamos con esfuerzo. Por ejemplo, que todos y todas vivan con los valores que nos encantan y tenemos la convicción de que le hacen bien a este mundo. También bucearemos en el encuentro con las constantes diferencias, que no hacen más que frustrarnos, llenarnos de enojo y de tristeza.

Mis tres deseos te ayudará a despertar, a ponerle nombre, voz y sentir a tu propia rebeldía y a lo que pretendes y esperas de los demás. También te ayudará a respetar e incluir la rebeldía de los otros, a llenarte de ganas, determinación y disciplina para reinventar tu vida las veces que sea necesario, con eso que tengas a mano, mucho o poco… da igual. Mis tres deseos será un baño de energía, disfrute y consciencia para tu vida y un recurso único para que aprendas a psicoanalizarte a ti misma.

Este libro es muy especial porque en él te revelaré información poderosa y detallada sobre uno de los grandes secretos que se esconden en lo profundo de nuestros deseos. Un compañero misterioso que se llama goce, ese no sé qué que sentimos adentro, en nuestro cuerpo y en nuestra alma y que no es solo algo sexual —ya que no se llega solo a él haciendo el amor o estando en pareja—, sino algo que experimentamos por el hecho de ser mujeres y tener un cuerpo que siente. El goce te lleva a lo más divino y también a lo más oscuro; es, de hecho, uno de los obstáculos principales —y a la vez una llave— entre la vida que tienes y la que quieres tener.

El goce es la explicación, la respuesta y ese “clic” que muchas veces sentimos que nos falta cuando no entendemos por qué sentimos algo tan intenso en lugares inexplicables, o cuando estamos estancadas en historias que ya no sabemos qué hacer para dejar de repetir. Conocer nuestros goces y ponerles sus nombres nos ayudará a abrazar nuestros deseos más grandes, de nuestro presente y de nuestra historia, y a ser coherentes con ellos.

Mis tres deseos está dividido en tres partes. La primera es “Despierta, estás viva”, en ella te contaré a detalle sobre el goce, el deseo y, muy especialmente, sobre el amor y sus reglas. Este apartado te permitirá despertar y ver con mucha claridad varios aspectos de tu vida, necesarios para alcanzar los tres deseos más importantes de tu existencia.

La segunda es “Rebélate” y en ella nos ocuparemos de derribar mitos sobre lo que se supone que deberíamos ser. Compartiré información sobre lo que es supuestamente normal, así como herramientas para que puedas dar el segundo paso necesario para hacer tus deseos realidad: rebelarte a algunas cosas que te imponen y a otras que tú misma te has impuesto y te sigues imponiendo, consciente o inconscientemente.

Por último, en el apartado “Haz magia con la nada”, compartiré contigo todo un mundo para que puedas reencontrarte una y otra vez con tus tres deseos, incluso cuando el mundo se te ha venido encima y sientes que no tienes nada para hacerlo.

¿Empezamos?

Todas somos protagonistas de una serie de Netflix

En realidad, todas nosotras podríamos escribir un libro con nuestras historias, con nuestras vivencias, con todo eso grande, pequeño, dramático, doloroso, divertido, mágico, abrumador, desconcertante, que vivimos en nuestra vida y en nuestro día a día. El tema es que no todas queremos hacerlo públicamente (muchas de nosotras llevamos seguramente nuestros diarios que son auténticos libros privados) y está bien no querer. Lo importante es hacerlo en privado, en íntimo: escribir un libro con nuestra historia, en nuestra piel, en nuestra imaginación, que con sus distintos capítulos, los maravillosos y los terroríficos, nos haga sentir conmovidas, emocionadas y orgullosas.

Yo he querido escribir este libro y hacer de algunas cosas íntimas algo público; además de todo lo que te conté en la introducción, quiero agregar ahora que en él hay algunas historias no solo mías, sino de amigas y de mujeres que, en las consultas, se revelan y comparten parte de esas narraciones de sus propios libros y películas. Deseo de corazón que las anécdotas, relatos, frases y vivencias que hay detrás de cada uno de los capítulos, te acompañen a vivir tu vida como realmente quieras vivirla y a escribir los próximos capítulos de tu propio libro del alma, como realmente quieras escribirlo.

Para comenzar esta aventura juntas quiero invitarte a hacer un ejercicio práctico:

Imagínate en este momento como la heroína de una de esas series, películas o libros que tanto te gustan.

Piénsate y siéntete por un momento como si estuvieras fuera de ti, viendo tu vida, tu historia, como si fueras otra.

Ahora recuerda tres momentos o eventos que hayas superado a lo largo de tu vida y de los cuales te sientas orgullosa. Recuerda e identifica tres historias de amor que hayan nutrido tu alma, en las cuales sientes que ganaste sabiduría y consciencia sobre la vida, sobre ti misma y los demás…

Para lograrlo quiero proponerte que abras tu mente y que no incluyas solo el amor de pareja, sino cualquier historia importante que involucre vínculos determinantes; puede ser el encuentro con un amigo o amiga, con una persona clave en tu vida, un maestro o maestra, o un amor que se haya quedado o ido de tu vida, por supuesto.

No es fácil tomar distancia de nuestra vida, vivencias e historias, porque las sentimos y experimentamos en la propia piel, sin embargo, hacer este ejercicio nos puede llevar a conectar con esa admiración que a veces sentimos por otras mujeres, sobre todo por esas heroínas de historias; también por esa mujer o amiga a quien hemos visto en sus propias hazañas y no podemos más que hacer una reverencia o aplaudir muy fuerte ante ellas. Este ejercicio, y concentrarnos en él, nos puede llevar a ponernos de rodillas ante todo eso que hemos pasado a lo largo de nuestra historia y a aplaudir muy fuerte las distintas conquistas que hemos tenido en los años que llevamos de vida.

¿Qué tal si nos admiramos como admiramos a las otras? ¿Qué tal si nos miramos con la compasión y la comprensión con la que muchas veces miramos y comprendemos a las demás?

El reconocimiento y la admiración por nuestros logros y conquistas nos ayudarán a conectar con la energía que necesitamos para alcanzar o abrazar nuestros tres deseos. Esos deseos que hoy más nos importan y ocupan espacio en nosotras.

¿Y por qué tres? Por varias razones. La primera de ellas, porque son tres los deseos hacia los cuales nos guía nuestro inconsciente: deseo de amar —y ser amadas—; deseo de gozar —de obtener satisfacción y complacencia interna en nuestro día a día a través de nuestras distintas acciones y elecciones—; y deseo de desear —de sentir motores internos que nos ayuden a encontrarle un sentido a nuestros días y a nuestros años de vida—.

La segunda, porque hay tres deseos concretos, que incluyen los tres que te he contado antes: deseo de relacionarnos con una pareja, amigos, con otras y otros, con quienes podamos sentir conexión y apego; deseo de tener un trabajo o de llevar adelante algún proyecto que nos ayude a sentirnos creativas, talentosas y productivas; y deseo de ser madres o no serlo —que son dos caras de una misma moneda, ya que este deseo tiene que ver con cómo nos enfrentamos a la maternidad en nuestras vidas hoy en día—.

La tercera razón es porque nuestros deseos nacen en tres espacios de los cuales te contaré un poco más adelante: real, simbólico e imaginario. Se podría decir que de cada uno de ellos nace al menos uno de los deseos que nos mueven principalmente.

Finalmente, porque el tres también es un símbolo de que son algunos los deseos que elegimos de todos los posibles en el mundo, aunque en la vida real cada una decida si es uno o son cuatro, siete o diez a los que hemos de abrirle espacio en nuestra existencia. Como te contaré en las próximas páginas, nuestros deseos se van renovando y cambiando de número y forma según nuestras necesidades, etapas y momentos.

En este punto, querida, quiero invitarte a que te hagas algunas preguntas para irlas respondiendo a medida que avanzas en la lectura:

¿Cuáles han sido y/o son los tres deseos más importantes de mi vida?

¿Qué he hecho por ellos?

¿Cuánto he entregado, apostado, por ellos?

¿Qué me han dado y qué me han quitado?

¿Cuáles han sido o son los obstáculos más grandes que he tenido o tengo para alcanzarlos?

Tres planetas de nuestro universo: real, simbólico e imaginario

Cuando nacemos somos disfrute puro, ni siquiera sabemos cuál es la diferencia entre nosotras y nuestra madre o el mundo. Venimos del todo, del útero; nos lleva un tiempo asimilar que somos un ser distinto de nuestra mamá y de todos los demás. Poco a poco, el lenguaje nos va penetrando literalmente: el nombre por el que nos llaman una y otra vez comienza a marcar nuestro ser. Ya no somos todo ni todas sino Daniela, Sofía, Paola o María.

En ese proceso de penetrar y ser penetradas por la cultura, por el lenguaje, nuestro inconsciente, ese mar inmenso que nos mueve, nos demos o no cuenta, se divide como en tres partes, por llamarlo de alguna manera: nuestros nombres, los valores e ideales que forman parte de nuestro mundo (simbólico); un cuerpo en los límites de nuestra piel, que nos recuerda que somos seres que vivimos junto a otros, pero que tenemos un cuerpo propio y separado del de los otros (imaginario); y un agujero que es un hoyo negro y, a la vez, un universo, que es angustia y a la vez posibilidad, ese espacio en el que nos rebelamos a entregarnos al nombre que nos ponen, al orden del mundo y la cultura, al deber ser y hacer, un espacio abierto que es importante tocar con cuidado y al que regresamos cada vez que sufrimos o nos sentimos plenas como en un orgasmo del cuerpo o del alma: en ese lugar nos sentimos todas y a la vez nada (real).

Estos son los tres registros que, según el psicoanálisis lacaniano, se encuentran en nuestro inconsciente; ellos están allí, detrás y debajo de nuestros movimientos. Te los comparto para que esta organización te ayude a ordenar lo que muchas veces pasa por ti y sientes que no tiene principio ni fin. El proceso de autoconocimiento y trabajo interno muchas veces necesita que pongamos algunos nombres a lo que nos pasa y a lo que pasa en nuestro mundo interno y ¿para qué, querida?, pues para bajar la angustia y poder trazar nuestras propias estrategias al enfrentar los distintos retos de la vida y de este mundo humano, tan desafiante como mágico, en el cual nos encontramos.

Entonces, yendo un poco más profundo en cada uno de estos planetas, quiero contarte algunos detalles más sobre ellos:

El simbólico es el espacio de los nombres que nos han puesto y que nos hemos puesto. También, el de los valores e ideales más importantes de nuestra vida. Incluye nuestro nombre propio, nuestro apellido, el apodo con el que nos han llamado y nos llaman, y esas palabras que nos mueven y nos marcan como valiente, poderosa, respetuosa, buena, que se porta mal, rebelde, feminista, princesa, guerrera, terrible, tremenda. En él se graban todos esos nombres e ideales culturales que nos resuenan, no solo al principio de nuestra vida, sino en los momentos clave de nuestra experiencia humana. Nuestros nombres e ideales, esos que más han calado en nosotras, a veces funcionan como profecías. ¿Qué quiere decir esto? Que de tanto escucharlos y repetirlos nos los creemos y actuamos conforme a ellos. De hecho, son como una brújula: seguirlos nos orienta, nos calma, nos lleva por los lugares que nos son familiares y conocidos, como cuando nos llaman por nuestro nombre, por ejemplo.

El imaginario es el espacio de nuestra imagen, esa noción que tenemos de nuestro cuerpo como un espacio vivo en el cual nos movemos mientras estamos en el mundo. Es esa imagen que vemos en el espejo y sabemos, sentimos, nuestra. Nos identificamos en ella y la reconocemos como la casa de todos los nombres, ideales e historias que somos, como la casa de nuestro mundo simbólico. Con este planeta nos mostramos al mundo desde cierta seguridad y consistencia. En compañía de este planeta encontramos las piernas, los brazos, la voz, la mirada, que nos acompañan a hacer realidad nuestros deseos.

El real es el espacio que ni el simbólico ni el imaginario lograron atrapar del todo, es como la rebeldía interna que todos los humanos mantenemos. En él se guarda lo que no tiene nombre ni cuerpo, lo que no sabemos ni queremos explicar. Este espacio está lleno de misterio y lo más interesante es que en él encontramos tanto la angustia como el placer más grande de la vida. Es algo así como ese momento del orgasmo en el que el placer más inmenso se confunde con muerte y dolor.

Estos tres espacios están relacionados unos con otros, cada uno tiene su campo propio y, a la vez, comparten algunas áreas y fronteras con los otros dos. Estos tres espacios son representados en psicoanálisis con un nudo borromeo en el que se observan tres aros con espacios propios y compartidos, pero que solo existe como tal, como nudo, mientras están los tres juntos por ese espacio que comparten. Finalmente, los tres están reinando en nuestro mundo y, a la vez, siendo reinados por nuestra más profunda libertad. Tienen una historia única, original y hermosa en cada una de nosotras que se ha formado —y se forma— con los millones de experiencias que vivimos en nuestra existencia.

Para poder movernos en el mundo con una pulsión propia, deseos y amores personales, cada uno de estos tres espacios deben estar alimentados. ¿Qué quiero decir con esto? Que en el simbólico debe haber cierta información que me permita tener referencias de quien soy y a donde voy: «Ah, soy Daniela, y se supone que debo —y/o quiero— ser buena o valiente o poderosa». Estas palabras, que conforman este espacio, son necesarias para guiarnos. Hay algunas que permanecen en nosotras durante toda la vida, otras que se van moviendo y sustituyendo por otras. Por eso, cuando escuches por allí esas tendencias que te piden renunciar a todas tus etiquetas pues ojo, porque al estar en el lenguaje siempre necesitamos algunas de ellas. Lo cual no quiere decir que solo las necesitemos a ellas para vivir. Quizá, en un momento de tu vida, era importante ser buena y eso te guio. Ahora, ya no quieres ser buena sino libre… y libre también es una palabra que te mueve, tan palabra, etiqueta y necesaria como buena y sobre todo una buena etiqueta que te orienta.

En el imaginario, por su parte, también hay información que alimenta y que sostiene todo nuestro ser, por eso sí importa cómo nos veamos en el espejo, por eso sí importa lo que sentimos al vernos. Por eso, aunque no nos importe la apariencia de nuestro cuerpo, cuánto pesa o de qué color van nuestros labios hoy, o queramos darle una patada a los estereotipos de la época, sentirnos contenidas en nuestra piel es clave para dar pasos en nuestra vida y para hacer realidad nuestros deseos. Sentir que nuestro cuerpo corresponde a nuestro ser, que lo que vemos en el espejo y lo que sentimos en nuestra piel sostiene con consistencia todo nuestro mundo interno, es clave para hacerle frente a la vida.

El real, ese rebelde inatrapable, también es necesario, allí están guardados nuestros goces y gozos, esos que veremos más adelante. Es el real, como su palabra bien lo dice, el que sella nuestra autenticidad.

Estos tres espacios se traducirían de la siguiente manera:

«Esta soy yo, así me llamo, estos son los ideales y valores que me mueven y me importan (simbólico), en este cuerpo me muevo y hago realidad mis deseos y me relaciono con otros (imaginario), estos son mis gozos y goces, gustos y sensaciones que, aunque no puedo explicar bien, me hacen quien soy: me gusta que me toquen suave, adoro escuchar voces con cierto tono, en el silencio cierro los ojos y siento un placer inexplicable como en un orgasmo». O «Hay temas como la muerte, la enfermedad y la soledad que me siento incapaz de tocar», a este agujero negro también se va todo aquello de lo cual no queremos o no podemos saber porque es demasiado angustiante para nosotras (lo real).

Ahora quiero invitarte a hacer un ejercicio para descubrir la información que está presente en los tres espacios que te conforman:

Además del nombre que aparece en tu DNI o pasaporte, ¿qué otros nombres te pondrías? Y no me refiero solo a nombres propios, sino a cualquier nombre que venga a tu imaginación, con el cual te llamarías. Yo, por ejemplo, hace tiempo me puse: libre, valiente, poderosa, escritora.

¿Qué sientes cuando te ves al espejo? ¿Sientes que tu cuerpo te acompaña en tus nombres, valores, sueños y deseos?

¿Qué te resulta tan gozoso en tu vida que de pensarlo sientes que tu alma se expande, mariposas en el estómago o una paz inefable?

¿Qué te resulta tan angustiante o doloroso en tu vida que de imaginarlo sientes que se te nubla la vista o que tu corazón se acelera?

Por todo lo que te he contado antes es que a todas nos tocan y nos penetran algunas etiquetas. En psicoanálisis se llaman significantes y son las palabras clave que nos comandan y están escritas en nuestra mente, piel y alma. Por eso, es que todas tenemos algunos “no sé qué” que sentimos en la piel, por eso a algunas nos gusta mirar, a otras escuchar y a otras movernos en libertad. Por eso, es que todas tenemos un tumbao distinto en nuestro cuerpo.

Descubrir información sobre el real, el simbólico y el imaginario te ayudará no solo a fortalecer la conciencia de que eres un mundo distinto a muchos otros, sino a cachar tus propios gustos, sutilezas y todo eso que está detrás de tus movimientos y deseos. Esta información también te ayudará y te acompañará a hacer realidad tus tres deseos, los de tu vida o los de este momento de tu existencia.

Un día se nos perdió algo y lo seguimos buscando

Hay algunas escenas claves que nos han marcado con especial importancia a lo largo de nuestra vida. Muchas veces las hemos olvidado, pero las repetimos en nuestros patrones del día a día y en nuestra manera de movernos en la vida. Esas escenas guardan una pérdida: motiva en nosotras una búsqueda y una esperanza de encuentro; también una huida. A veces, lo que hacemos es dar vueltas en círculos alrededor de nuestros deseos más profundos, huyendo de ellos por miedo a abrazarlos y por terror a que la profecía de nuestra escena se haga realidad, o invertimos tanta energía en seguirla al pie de la letra que nos desviamos de otras cosas que también nos importan. Esa escena nos deja con una falta y, a la vez, con un deseo y comanda nuestros patrones y repeticiones. Esta escena o escenas fundamentales nos pudieron haber pasado directamente a nosotras, o pudieron haber sido también algo que le pasó a otra persona, pero que nos marcó y la asumimos como nuestra. Veámoslo con un ejemplo:

Recuerdo que mi mamá me contaba que para ella era muy importante que sus pretendientes fueran puntuales. Mi abuela le había enseñado que si ellos no llegaban a la hora acordada ella debía irse lejos y no volver a verlos, ya que eso significaba que no le daban la importancia que merecía. Yo grabé toda esta historia en mí, como una frase: «Si él no llega, tú te vas». Recuerdo que hasta le puse personajes e imágenes a esa escena, me apropié de ella como una de las escenas fundamentales de mi vida, de mis encuentros y desencuentros. Viví la advertencia de mi abuela hacia mi madre como una pérdida para mí misma, incluso por adelantado, así que controlando el reloj evitaba algo que deseaba profundamente: un buen encuentro. Podrán imaginarse cuánto me torturó. Cada vez que alguien quedaba en ir a buscarme a mi casa, o cuando habíamos acordado una hora para encontrarnos en algún lugar, yo me angustiaba muchísimo. Las llamadas que no llegaban cuando yo las esperaba eran una gran tortura. Me llevó mucho tiempo flexibilizar y comprender que a veces las personas podrían tener retrasos y no significaba que no me amaran, o que no les importara, ni que necesariamente tenía que irme corriendo como una loca apenas el reloj marcara la hora.

A veces, para ahorrarme el sufrimiento que esta puesta en escena tenía para mi ser, me iba yo primero. Es verdad que algunas veces seguramente escapaba de malos encuentros pero, otras muchas, me perdía de vivir una buena experiencia —algo que, insisto, deseaba profundamente— por miedo. Con el tiempo, aprendí a diferenciar cuándo llegaban y cuándo no, cuándo me podía quedar y cuándo me tenía o me quería ir. Porque, con las escenas fundamentales o claves de nuestra vida, aplicamos absolutos: son estos absolutos los que nos generan el mayor sufrimiento, esa dureza interna que nos lleva a juzgar a todos con las varas de nuestras fantasías, que son muchas veces lo más real que tenemos para enfrentarnos a la vida.

Te comparto otro ejemplo de las consultas:

La madre de Sofía le dijo un día: «Tú me tienes que ayudar a cuidar a tus hermanos». La palabra cuidar como mandato fue para ella una auténtica marca en su cuerpo y en su alma. Hasta el día de hoy cuida a todos los que puede, a los que ama, a los que la rodean, incluso en el trabajo, y lo hace muy bien. Ella recuerda que uno de los quiebres importantes que tuvo en su vida fue cuando sus hermanos le dijeron: «Ya no te necesitamos». Ellos le pedían que se hiciera a un lado. Y lo que nos pasa con estas escenas es que nos dan un lugar en el mundo y, cuando por una razón y otra no podemos hacerlas realidad, como las hemos venido haciendo o como creemos que es correcto, sufrimos quiebres. También nos pasa que sufrimos quiebres cuando sentimos que el otro no nos cuida como nosotras lo hacemos. Damos cuidado con el alma y esperamos, consciente o inconscientemente, algún tipo de cuidado con el alma también hacia nosotras.

Te comparto algunas preguntas de reflexión sobre estas escenas para que puedas aplicarlas a las tuyas:

¿Qué escena de tu vida recuerdas, o no, pero repites una y otra vez, y sientes que te deja un poco más lejos de algo que desde el alma quieres?

¿Cómo puedes empezar a regular algunos absolutos de tu propia escena?

¿A qué crees que aplica y a qué no?

¿Cuándo, en consciencia, te hace bien dejarte guiar por ella y cuando debes cuidarte de ella, por la huida que activa en ti?

La energía que mueve nuestros tres planetas internos. Algunas ideas sobre deseo, amor y goce

En este apartado te contaré algunas ideas generales sobre el deseo, el amor y el goce. Este será solo el comienzo, ya que más adelante encontrarás algunos apartados adicionales dedicados con mayor detalle a cada uno de estos espacios.

Cuando nacemos, como te contaba en el apartado anterior, somos como bolitas de goce: venimos del paraíso del útero materno donde estábamos acompañadas de otro corazón, latiendo junto a nosotras todo el tiempo, con todo lo necesario a nuestra disposición. Nacer es como caer del paraíso a una tierra nueva, extraña y desconocida, con códigos de funcionamiento distintos a los que nos eran conocidos. Entrar en el lenguaje, en la cultura, el tiempo, la vida misma, hace que ese gran ser de goce que somos al nacer se vaya convirtiendo también en algunas cosas más: un ser de amor y de deseo, por ejemplo.

Todo este proceso de descubrir que ya no estamos en el todo del útero hace que aparezca la falta, ya que del todo del útero pasamos al no todo del mundo, y esta es ya una primera falta. Ese goce primario del bebé no diferencia entre yo y el otro. Funciona más o menos así: «Yo soy todo... El otro es todo mi yo… Yo soy todo el otro». El bebé cree que mamá y él son uno y necesita para sobrevivir que lo hagan sentir así, uno por un buen tiempo, que lo abracen, lo calmen, lo contengan, le canten, lo pongan a dormir cerca. Poco a poco, la palabra, el lenguaje, el día, la noche, el orden —o caos— del mundo en el que ahora vive harán que un deseo propio y la diferencia con los demás seres surjan. Este proceso nos lleva varios años, de hecho.

Nos vamos organizando así en los distintos espacios (real, simbólico e imaginario, como te conté antes). Ejemplo de cómo los goces —como parte de este proceso— se van localizando son el destete y cuando aprendemos a ir al baño solitas. El destete dice basta —aunque sea respetuosamente— al placer y la necesidad de mamar la leche de mamá: esa es una delicia que tarde o temprano se nos acaba, los senos de mamá un día dejarán de ser compartidos y serán solo de ella nuevamente. Por otra parte, cuando aprendemos a hacer caca y pipí en el baño y no en el pañal, ya no podemos hacerlo en cualquier lado: hay un lugar para esos dos momentos. A través de millones de momentos como estos, nuestros goces se van delimitando y van cambiando de forma. Vamos entrando en una lógica del mundo humano donde descubrimos que somos un yo, que existe un ellos, ellas, un nosotros y muchos personajes más.

El deseo es lo que nos mueve y está directamente relacionado con la falta: con ese espacio en el cual el otro que nos cuida no puede dárnoslo todo (mamá a veces tiene que hacer pipí justo en ese momento en el que somos unas bebés y queremos comer ya). Es, además, como un “acto” de libertad: se empezó a formar en ese descubrimiento de que ni mamá ni nadie pueden darnos ese todo que vivíamos en el útero, sin embargo, en ese espacio de cuando mamá no puede o no quiere porque está cansada descubrimos otras cosas que también son deliciosas: ¡nuestros deseos propios que van por un lado distinto a los del cuerpo de mamá, como que la abuela nos acune, jugar con papá, mi hermana, mi hermano o los amigos del parque!