Pubertadolescencia - Adelfa Jozami - E-Book

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Adelfa Jozami

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Beschreibung

Este libro no recopila un saber sabido sobre la adolescencia. Sería más bien un encuentro contingente entre el psicoanálisis y la adolescencia, tal como la encontramos dicha por otros discursos —sociológicos, antropológicos, filosóficos y, sobre todo, analizantes—. Pretende transmitir lo que el adolescente le hace al psicoanálisis y cómo interviene el psicoanálisis en un sujeto que transita la pubertad. Es un testimonio de la autora sobre la articulación entre su práctica, su formación psicoanalítica lacaniana y la época. Se ve orientada por el enigma que representa la pregunta por el lugar de la pubertad en la construcción de la realidad y la sexualidad, el fantasma de un sujeto. El recorrido irá mostrando como es allí donde ubica la segunda vuelta en la construcción del fantasma, lo que sostiene el deseo hacia el objeto, que define la elección sexual. Intenta responder a algunas preguntas sobre el lugar que la pubertad/adolescencia tiene en la constitución de un sujeto: en sus identificaciones, sus goces, su realidad fantasmática; ya que no todo está dicho con el Edipo, esa primera vuelta: hacen falta dos vueltas para que el sujeto se inscriba en el discurso como hombre o como mujer. Para el humano parlante, su sexualidad, como veremos en el libro, no tiene nada de natural, no se orienta por sus instintos; para construir su frágil identidad masculina o femenina y adecuar sus goces a ella, depende de esta inscripción. Los términos adolescente y púber se usan indistintamente. Se trata de optar por dos nominaciones que eluden lo singular… Utilizar el término adolescente o púber, nos orienta hacia un lugar que, si bien es equívoco, se puede ir torciendo con el recorrido a realizar. En el decir poético de Joyce y de Mishima, la autora expresa el modo en que un decir hace al cuerpo pulsional. Le llama a esto resonancias, poniendo en juego el ritmo como el modo en que el cuerpo entra en lo simbólico permitiendo la sexuación.

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Adelfa Jozami

Pubertadolescencia

Elección sexual

Colección Mirar con las palabras

2017

Créditos

Título original: Pubertad adolescencia

© Adelfa Jozami, 2017

© De esta edición: Pensódromo 21

Editor: Henry Odell - [email protected]

Esta obra se publica bajo el sello de Xoroi Edicions

Diseño de cubierta: Pensódromo

ISBN rústica: 978-84-946232-5-7

ISBN ebook: 978-84-946232-6-4

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Índice

No prólogoPosición del analista / Posición del sujetoEl sujeto es efectoPubertad: pulsiones y segunda vueltaRSI: anudamientos y agujerosOperar: intervenir, interpretarResonancia: significantes en el cuerpoTres tiempos del sujeto. Construcción del fantasmaLa realidad en el análisisLa pubertad es un acontecimiento estructurantePausa y resonancia I: Retrato del artista adolescente, de James JoyceTiempo y espacioRecursosLo que es imposible de decir… ¿cómo se dice?La búsqueda del Otro inicia la serieNudo del sujeto ¿nudo de la pubertad?Identidad, identificaciónIdentidad, identificaciónEl cuerpo, los goces y la «identidad» de géneroPausa y resonancia II: cuatro fragmentos clínicosLo que empujaAlgunas conclusionesAcerca de la autora

Hay tiempos en la construcción de un libro.

Está el tiempo en que la interlocución con colegas, la práctica con mis analizantes, con los que cada vez oficiaron de maestros, fueron precipitando ideas que irían formando parte de este texto.

Pero está el tiempo de concluir, en esa instancia agradezco a los interlocutores que colaboraron en la precipitación de las letras tal como llegarán al lector: Federico Levín, Lucila Alvarez Blanco, Henry Odell.

A mi madre que da sostén y forma. A mis hijos que me acercan a la poesía de la vida y mis nietas, Chiara hermosa adolescente y la pequeña y dulce Serenita que me enseñan la alegría del paso del tiempo.

No prólogo

I

A partir de Freud sabemos que la negación no implica la contradicción. No es esto lo contrario a un prólogo: negar es índice de algo, lo señala. ¿Qué señalo en este caso? Que no hay un antes ni un después del logo; para el humano parlante todo comienza allí e intenta hacer con lo que se le escapa de ese campo que lo ordena.

Es un antes que consiste en una especie de advertencia al lector, que lo invita a hacer este recorrido producto de más de cuarenta años de práctica analítica con adolescentes; significante este que se torcerá muchas veces en el texto, pondrá en cuestión sus significados y nos permitirá confrontar con lo que significa para el psicoanálisis.

Como sucede en toda construcción de identidad, ligada a las verdades que se dicen a medias, los sentidos que se construyen desde el sinsentido y los significantes que resuenan y despliegan temporalidades, para decir lo que se es, esa x acuciante, muchas veces es de buena ayuda despejar el terreno de lo que no se es. Aunque, advertidos de que no se trata del ser ni del saber, sino del hacer y el desear, si bien pensaba comenzar con lo que sé que este libro no es, lo haré esbozando lo que deseo que este libro no haga (encontrando, por añadidura, lo que el libro quiere hacer).

Este libro no recopila un saber sabido sobre la adolescencia. Sería más bien un encuentro contingente entre el psicoanálisis y la adolescencia, tal como la encontramos dicha por otros discursos —sociológicos, antropológicos, filosóficos y, sobre todo, analizantes—.

Pretende transmitir lo que el adolescente le hace al psicoanálisis y cómo interviene el psicoanálisis en un sujeto que transita la pubertad.

Intenta responder a algunas preguntas que me he hecho a lo largo de mi práctica, insistentemente, por el lugar que la pubertad/adolescencia tiene en la constitución de un sujeto: en sus identificaciones, sus goces, su realidad fantasmática; ya que no todo está dicho con el Edipo, esa primera vuelta: hacen falta dos vueltas para que el sujeto se inscriba en el discurso como hombre o como mujer. Para el humano parlante, su sexualidad, como veremos en el libro, no tiene nada de natural, no se orienta por sus instintos; para construir su frágil identidad masculina o femenina y adecuar sus goces a ella, depende de esta inscripción.

No tiene una mirada neutral: mi formación ha corrido por el cauce abierto por Freud y Lacan; esa es mi perspectiva.

El sujeto que abordo es el sujeto lacaniano. Ese sujeto, al ser lo que «un significante representa para otro significante», no sabe lo que lo causa, y su cuerpo pulsional se ve afectado desde el inicio por el orden simbólico. Razón por la cual, durante un tiempo largo, el psicoanálisis lacaniano no se detuvo en la encrucijada de la pubertad: el sujeto con el que trabajábamos, barrado por el significante, debe ser el mismo a toda edad…

Pero ese malentendido deja de lado la cuarta dimensión: el tiempo. La temporalidad del sujeto, regida por el significante, construye las significaciones de su historia como nos enseñó Freud: nachträglich [a posteriori]. Luego de una segunda vuelta respecto a la marca que lo singulariza, el sujeto se efectúa. Por lo que, lógicamente, no es lo mismo escuchar a un niño —«perverso polimorfo» como los nombraba Freud— indicando que no había un objeto adecuado a sus goces, cuyos goces no lo definen de un sexo u otro; a un púber, cuyo cuerpo en crecimiento y movimiento rompe con los montajes que lo sostenían y simultáneamente debe optar por uno u otro lugar en el lenguaje, él-ella; o a un adulto, cuyo discurso se ha estabilizado en un tipo de neurosis, o psicosis, en el que su deseo se encuentra ya atrapado en la Demanda del Otro o en el goce del Otro, según el caso.

Verán que uso los términos adolescente y púber indistintamente. Ocurre que nos encontramos optando por dos nominaciones que eluden lo singular. Púber designa a quien atraviesa un período marcado por lo biológico y es el nombre por el que optó Freud en Tres ensayos de teoría sexual1 al escribir «La metamorfosis de la pubertad»; adolescencia es el nombre que le ha dado fundamentalmente la psicología. Lo que Mauricio Knobel llamó «el síndrome normal de la adolescencia», una serie de síntomas que se ubican en esta época, entre los 11 y los 16 años, y luego pasan, sin que signifiquen una patología. Utilizar el término adolescente o púber, nos orienta hacia un lugar que, si bien es equívoco, se puede ir torciendo con el recorrido que haremos. Como en el chiste, por ejemplo, cuando una palabra se usa de otro modo.

Como en psicoanálisis se trata de la escucha de lo singular, no creo que haya una nominación posible para anudar ese cuerpo real, simbólico e imaginario, solo un nombre propio afectado de un sexo.

En psicología se apunta a lo general, a lo que es común. En psicoanálisis, a lo singular; lo singular no es lo único, es un rasgo que marca una diferencia, como las mamas en los mamíferos: no es un rasgo común, es lo que los diferencia de los vertebrados (conjunto al que pertenecen) que no las tienen. Es porque falta en un lugar que se constituye como rasgo singular que alude a un universal.

En definitiva, no es una cosmovisión, no es psicología: es lo que hace un psicoanalista. Una interrogación sobre la posición de un analista ante el decir de un sujeto que transita este momento de su historia. Porque es necesario estar advertido del momento que transita para ocupar el lugar que hace falta para analizar, para hacer causa de deseo y no sustituir las creencias sostenidas en los padres, por otras creencias, las del analista.

Supongo que este libro es, en definitiva, una de las formas resultantes del dejarme empujar, ser absorbida por ese enigma que insiste en convocarme: la pregunta por el lugar de la pubertad en la construcción de la realidad y la sexualidad, el fantasma de un sujeto, en esa segunda vuelta.

Para desplegar el recorrido de esta insistencia, y las diversas formas que encontré para enfrentarla, de una manera legible, es decir, que apunte a cierta transmisión posible, fui construyendo un camino que no busca presentar un saber en progreso, con complejidades crecientes. Más bien se trata de instantes, respuestas a las preguntas que sostienen nuestra clínica.

El recorrido irá mostrando cómo llegamos a la idea: que es en la pubertad donde ubico la segunda vuelta en la construcción del fantasma, lo que sostiene el deseo hacia el objeto que a su vez define la elección sexual.

Parto de la posición del analista porque es desde ese lugar que han sido formuladas mis preguntas y algunas respuestas, además de acentuar el lugar de la abstinencia en nuestro trabajo. Luego abordo al sujeto del psicoanálisis, sujeto barrado, dividido de lo que lo causa por el significante, lo que va mostrándonos que la sexualidad del humano parlante no tiene nada de natural y a su vez la difícil adecuación entre el sujeto y el cuerpo, el deseo y los goces, lógica del significante y lo que se le escapa, articulación imposible, sostenida por el fantasma, realidad espacio temporal que el sujeto y sus vicisitudes, habita.

A partir de la introducción del nudo borromeo RSI, abordaré algunos desencadenamientos propios de esta época de pasaje, sus salidas, resoluciones.

Desplegaré la idea de causa para entender los impasses en la pubertad, en la que el desgano puede imperar, y la conquista de un nuevo sentido, luego de su carencia.

II

Hace más de cuarenta años que sostengo la práctica con adolescentes. En un comienzo, me orientaba con las preguntas que me hacía la teoría respecto de lo que me encontraba en la clínica.

Por una cuestión azarosa, apenas me recibí, llegué a una institución llamada Instituto de la Familia, en Rosario (Argentina), fundada por Mauricio Knobel; esta estaba dividida en las especialidades «familia», «niños», y «adolescentes». Comencé a participar en el equipo de adolescentes, e inmediatamente la práctica me convocó. Desde la formación teórica psicoanalítica me topaba con preguntas que trataba de responder desde la clínica.

Ahora, para avanzar en estas formulaciones, trabajo con ese algo de verdad que aparece tanto en lo que escucho en la clínica con adolescentes como viendo una película o leyendo una novela, por ejemplo.

Por eso, no hay manual de procedimiento posible: porque hay castración. La experiencia de la castración genera una posición en relación al saber y la verdad. No hay verdad absoluta, la verdad está en entredicho, dicha a medias. Con esa verdad que se entredice es que se va construyendo un saber hacer.

Nuestra postura es muy lejana a la que había en la época de Mauricio Knobel y de Arminda Aberastury. Knobel tenía un desarrollo sobre el síndrome normal de la adolescencia. Hasta esa época, las crisis que tenía el adolescente se planteaban como algo patológico. Lo que Knobel hizo fue plantear la adolescencia como parte de la estructura, no como un desarreglo. Aberastury desarrolló cosas muy interesantes acerca de los duelos: el duelo por el cuerpo, el duelo por los padres infantiles, por la infancia.

El psicoanálisis plantea que una marca que luego se repite y hace sujeto implica un duelo por el objeto perdido. Knobel, Aberastury, trataban de hacer un abordaje psicológico, general o universal, de la adolescencia, pero estaban escuchando algo que no había sido tomado por la teoría psicoanalítica.

Un gran problema para los lacanianos, es que Lacan pocas veces se refirió a la adolescencia, por lo que tomamos esas referencias y las elevamos a la jerarquía de conclusión.

Pistas en Lacan que nos permiten captar el porqué del abandono de esta temática, como si no correspondiera al psicoanálisis:

… en el psicoanálisis la historia es una dimensión distinta de la del desarrollo, y es una aberración tratar de reducirla a ello La historia va a contrapelo del desarrollo.

El sujeto producto de la relación de un significante a otro significante debe distinguirse severamente tanto del individuo biológico, como de toda evolución psicológica como sujeto de la comprensión.2

Freud vuelve a orientarnos cuando en un pie de página en Análisis de un caso de neurosis obsesiva, dice:

… los recuerdos infantiles de los hombres, solo en una edad posterior (casi siempre en la pubertad) quedan precisamente determinados, siendo entonces sometidos a un complicado proceso de elaboración totalmente análogo al que da nacimiento a las leyendas de los pueblos sobre su historia…3

La historia del sujeto se constituye a posteriori, un acontecimiento se inscribe a destiempo, es la lógica que introduce el significante, a diferencia de la evolución, el desarrollo o el progreso sostenidos por la biología o por la tecnología. Aun así, abordar a quienes se encuentran en un tiempo, también cronológico, de su vida, teniendo como referencias las palabras aberración, severamente… ha mantenido a muchos aislados de estos temas.

Freud no tiene que pelear con quienes lo continuaron y plantearon las etapas de evolución de la libido en términos evolucionistas. A partir de que Lacan ubica los tres registros RSI, sabemos que están anudados y que lo simbólico y lo imaginario hacen la trama que permite hacer con la insistencia de lo real.