¿Qué es la belleza en el fútbol? - Manuel Rodríguez García - E-Book

¿Qué es la belleza en el fútbol? E-Book

Manuel Rodríguez García

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Beschreibung

El exentrenador Manuel Rodríguez García, Marogar, regresa con un libro que desprende fútbol en cada página, cada línea. Un libro para disfrutar y aprender más sobre el deporte que tanto ama el autor: el fútbol.

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¿Qué es la belleza en el fútbol?

Jordi Cardero dijo: «Un sombrero de Pelé, la cola de vaca de Romario, una “lambretta” de Djalminha. En la calle se aprende un juego distinto. En los parques el balón habla otra lengua y tan solo unos pocos consiguen domarla y trasladarla al verde. En las calles nacían y crecían supervivientes al arte del engaño, del regate… cada vez son menos niños los que viven la cultura de potrero…»

Imanol Ibarrondo reflexionó: “«Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir y lo que digo, lo que tú crees oir, lo que quieres oir y lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, y lo que entiendes… existen nueve posibilidades de que no nos entendamos».

Simone de Beauvoir matizó: «La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad». Porque «Lo bonito y lo feo no existen, es el pensamiento lo que hace que así sean«, afirmó W. Shakeaspeare. Mientras Víctor Hugo dijo: «Lo bello vale tanto como lo útil».

Andrés de Francisco añadió: «Pero entendamos bien qué es la belleza en el fútbol. La belleza no es la figurita ni la filigrana ni el lucimiento vano. La belleza en el fútbol es un contraataque rápido que con tres toques precisos acaba en gol…» José Marcos simplificó: «El fútbol es bello porque es sencillo».

Nietzsche filosofó: «El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme». R. Spitaletta precisó: «En el fútbol hay jugadas que pueden catalogarse como “arte efímero”. (…) » ¿Qué es la belleza?

Y el eterno Bill Shankly concluyó: «Un equipo de fútbol es como un piano. Necesitas a ocho personas que lo muevan, y tres que puedan tocar el condenado instrumento». Seth Godin, en Tribus, aseguró que Albert Einstein dijo: «la imaginación es más importante que el conocimiento».

Jorge Barraza significa: «Lo bueno, lo malo, lo feo y lo bello del fútbol es consustancial con el devenir del juego«. Mientras que Anthony Burgess dogmatizó: «Cinco días son para trabajar, como dice la Biblia. El séptimo día es para el Señor, tu Dios. El sexto día es para el fútbol«.

«¿Qué culpa tendrá la margarita de tus dudas?». Si, no, si, no, si…

Salamanca, 1. enero.2023.

¿Qué es la belleza en el fútbol?

Manuel Rodríguez García

www.ushuaiaediciones.es

¿Qué es la belleza en el fútbol?

© 2024, Manuel Rodríguez García. MAROGAR

© 2024, Ushuaia Ediciones

EDIPRO, S.C.P.

Carretera de Rocafort 113

43427 Conesa

[email protected]

ISBN edición ebook: 978-84-19405-24-1

ISBN edición papel: 978-84-19405-23-4

Primera edición: enero de 2024

Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales

Ilustración de cubierta: © Thales Antonio / Shutterstock.com

Todos los derechos reservados.

www.ushuaiaediciones.es

Contenido

PREÁMBULO

INTRODUCCIÓN

1. Vladimir Nabokov

2. Pier Paolo Pasolini

3. Andy Warhol

4. Garrincha (y Zitarrosa)

5. Alejandro Dolina

6. John Huston

7. Desmond Morris

8. Umberto Eco

9. Yoichi Takahashi

10. Albert Camus

11. Eduardo Galeano

EPÍLOGO

El autor

«Ay de los que luchan toda la vida! Esos son los imprescindibles», nos ilustró Bertolt Brecht.

A mis hijos Manu, Jorge, Oscar y Jaime. Que sigan esa enseñanza de vida. Y a sus mujeres. Y a sus hijos. Y a todo el entorno particular de cada uno.

Y a mi mujer, vínculo vital de mi familia durante 50 años de matrimonio, desde 1 de mayo de 1973.

Tantas veces recordamos el día en que nos conocimos viendo un partido de fútbol en televisión. ¿Cómo no voy a asociar el fútbol con la belleza?

PREÁMBULO

Mis particulares «Manifiestos por un fútbol apasionado» los especifiqué en el libro anterior a éste, ampliamente, aunque sé que son inacabables por cuanto el fútbol «es infinito» y sus enfoques varían todos los días; bien es verdad que, muchas veces, no somos muy conscientes de ello…

He seguido escribiendo sobre aspectos del fútbol que voy descubriendo como cuando la luz cambia de color en el tornasol. Los hechos reales de las distintas competiciones, los sucesos deportivos que vamos devanando, nos incitan a observaciones variopintas como procede en un deporte tan «sui géneris», por otra parte, sujeto a visiones y juicios muy variados.

Ya en el epílogo del ensayo anterior quedaron abiertas y disponibles varias ventanas, una de ellas en concreto se correspondía con la idea de desarrollo a la que nos hemos enfrentado ahora: «¿Qué es la belleza en el fútbol?».

Sin duda, la pregunta comprende múltiples enfoques y cada cual interpretará su propia y exclusiva versión; eso es lo bueno, unos lo asimilarán a la estética, otros al estilo, la mayoría al hecho de ganar partidos y competiciones. Porque si se gana, el espectáculo es bello; pero si se pierde, el partido dejó mucho que desear según las percepciones a las que asistimos diariamente. Es la eterna relación de «causa-efecto», para mí siempre perniciosa, a la que nos venimos enfrentando de modo permanente en el fútbol.

Sigue siendo curioso que pocos aficionados razonen que el resultado de cero a cero en un partido de fútbol es el mejor resultado, ya lo decía Platini siendo presidente de UEFA. Esa cuestión es aceptada por muy pocos, históricamente, porque siendo el fútbol una competición de aciertos y fallos, éstos suelen ser mayoría y tu portería, soliviantada por un gol o más, es lo que determinaría el juego y las percepciones de éxito o fracaso. Un ejemplo fue el 29 de enero de 2023, cuando se enfrentaron el Real Madrid contra la Real Sociedad en el Santiago Bernabéu y el partido fue muy bueno por ambos equipos, aunque sin goles. Al final, pareció que la única esencia del partido había sido que el Real Madrid «se había distanciado en 5 puntos del líder Barcelona». Y pocos más hablaron del fútbol bello jugado, esta cualidad pareciera no interesar explícitamente.

Y es cuando menos inaudito y digno de atención que, un partido de fútbol finalizado en 3-3, acabe siendo mejor visto que otro terminado en 0-0. Es la ilógica imperante, es la manipulación psicológica que ejercen las mayorías teledirigidas sobre todo por los medios. Muchos alabarían la belleza de los 6 goles de aquel partido atormentado, mientras que con el empate a cero ni siquiera admirarían la excelente eficiencia de las defensas, o de los porteros, aunque la competición se hubiera producido al más alto nivel.

Por tanto, la belleza y sus numerosos contextos, tendrán que salir a la luz para el disfrute generalizado, también para discutir, sobre los mejores enfoques que podamos aflorar. Como ya significara Johan Huizinga: «Cuando el juego origina belleza, queda implícito su valor para la cultura».

Así que la cuestión está planteada, la belleza del fútbol está implícita en el hecho deportivo, en sus movimientos más o menos planificados, en la óptica exclusiva del que observa, en las influencias que ejerce el medio ambiente donde se celebra la competición…

Por otra parte, analicemos la reflexión precisa de Valdano cuando hizo, con una grandeza de pensamiento muy por encima de lo estándar (Sección «El Juego Infinito» y su específico «El fútbol en manos de intrusos», ElPaís, 4. febrero.2023): «Al mercado de mitad de temporada los italianos, que definen como nadie, le llaman «mercato de riparazione». Para su reparación, la Premier gastó 700 millones de euros, cifra sideral a la que no pueden llegar todas las Ligas europeas juntas. La sensación es que, bajo el nombre de Premier, el país del Brexit está comprando el sueño de la Superliga ante la perplejidad de la Europa futbolística. ¿Qué pretende la Superliga? Reunir en el menor espacio posible a la mayor cantidad y calidad de talento para provocar impacto, seducción global y, por supuesto, dinero. Como se ve, la «Premier» no necesita a nadie para estimular el interés de la audiencia internacional. El problema es que los clubes no producen lo que gastan y, como apunta Tebas, puede que el «dopaje» produzca una catástrofe cuando la UEFA ponga límites o los grandes capitales dejen de encapricharse con el fútbol. Sin pensar en la caída, ellos siguen subiendo».

(…) «Detrás de esta locura económica hay fondos de inversión, países a los que el deporte lava la imagen, millonarios caprichosos… Gente, a la larga, poco confiable. Confiable es el fútbol, que sigue funcionando como aglutinador comunitario, como escudo contra el vacío, como emoción televisada. También como industria del ocio, pero los sabios que administran el fútbol no saben durante cuánto tiempo será rentable ante la competencia tecnológica que, como sabemos, tiene mucha prisa. Entre inversores díscolos y el miedo al futuro, cada vez hay más voces que quieren convertir el fútbol en algo más moderno, más rápido, más sexi. Lo hacen en nombre de las nuevas generaciones, cuando yo veo cada día más jóvenes comiéndose las uñas en los estadios; lo hacen para mejorarlo como entretenimiento, cuando el fútbol es una emoción; lo hacen para ganar más dinero, cuando el fútbol es una máquina de producirlo. Lo hacen porque esto se está llenando de intrusos».

(…) «Los cambios en el reglamento, la cantidad abusiva de partidos que se juegan, el VAR metiendo sus garras en las decisiones arbitrales, no hablan de una evolución sino de una «resignificación» del fútbol. Están cambiando cuestiones prácticas y símbolos muy arraigados. Pero, de los cinco millones de personas que salieron a la calle en Buenos Aires para festejar el triunfo de Argentina no había ni un solo hincha movilizado por las nuevas tendencias. Ahí estaba el viejo fútbol mostrando su poder sentimental, comunitario, cultural… Entonces, ¿por qué tanto interés en desinventar la rueda? Más que revolucionar un juego que muestra su eficacia popular cada semana, hace falta cuidar la esencia del tesoro. Que no es más que el reglamento de siempre, aplicado con inteligencia y honradez, y cuidar (como dijo Ancelotti en rueda de prensa) a los jugadores como valiosa materia prima. Más simple, imposible».

Daremos vueltas y vueltas a los argumentos, a los diversos puntos de vista, a los distintos antecedentes en la manera de ver el hecho deportivo, pero, quizás, yo me quede con el razonamiento de José Marcos, (ElPaís, 18. junio. 2010), «El fútbol es bello porque es sencillo». Quizás por todo eso, comparto al 1000% la visión de Valdano, regeneradora del fútbol, y mi próxima publicación la orientaré hacia la sedimentación definitiva de conceptos futbolísticos irrenunciables como los apuntados aquí, por supuesto, dispuesto a «expulsar a todos los mercaderes de mala fe que aparezcan en el Templo del fútbol».

Yo también aseguro, y me afilio a la idea malvada, que ahora mismo existen «demasiados intrusos» en el fútbol.

INTRODUCCIÓN

Me afilié hace tiempo a la reflexión de Imanol Ibarrondo, intentando una mejor comprensión de la situación que me embarga, más las ayudas que puedan centrar los aspectos a los que me dedicaré en este nuevo ensayo de fútbol: «Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir y lo que digo, lo que tú crees oír, lo que quieres oír y lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, y lo que entiendes… existen nueve posibilidades de que no nos entendamos».

También sigo imbuido en los razonamientos del filósofo Andrés de Francisco, insuperables diría yo: «Fútbol y pedagogía: Una reflexión a partir de Panzeri»: «Pero entendamos bien qué es la belleza en el fútbol. La belleza no es la figurita ni la filigrana ni el lucimiento vano. La belleza en el fútbol es un contraataque rápido que con tres toques precisos acaba en gol. Esa jugada es bella porque se ejecutó con velocidad y precisión, y resultó imparable. La belleza está en las botas de un jugador que, en equilibrio de potencia y coordinación, consigue fintarle limpiamente a uno, recortarle a otro, escapándose por velocidad de un tercero, para al final dar un pase de gol o atreverse él con el disparo…»

(…) «Bello es un cabezazo certero en el que el futbolista se eleva por encima de su contrincante, mide los tiempos, gira correctamente el cuello e impacta con decisión. Y bello es asimismo un disparo seco que entra por la escuadra, o un amago que nos quita al defensa de encima, un control bien orientado, una triangulación imposible para el contrario, una parada en la que el portero vuela y llega donde nadie lo esperaba. En cierto modo, la belleza es lo extraordinario en el fútbol. Por eso sorprende, al contrario y al espectador».

Por consiguiente, las distintas acciones de un partido se mezclan como para poder dilucidar lo bueno, lo bello, lo eficiente, lo máximo del espectáculo… Disfrutando de la belleza pura que no deviene de un «lucimiento vano». La velocidad y la precisión, dos factores fundamentales del fútbol, forman parte de la belleza más que de la mera expresión física. Y los regates, las gambetas, los amagues, las fintas, los controles, los controles fintados – esas figuras que se van olvidando - , e incluso el bello disfrute de un punterazo «de uña» realizado por Ronaldo Nazario, siguen siendo un goce; aunque sufra si se lo veo ejecutar a un niño de 13 años sin utilizar ningún fundamento técnico, simplemente nadie le enseñó a aprovecharse de esa superficie de contacto incluso, por su deficiente técnica, acabará haciéndose daño en el «dedo gordo» y acabará perdiendo la uña toda amoratada.

La belleza sería lo extraordinario del fútbol. Y en ese afán por lo extraordinario aparece nuestra pelea conceptual. Ya en 15 libros anteriores hemos debatido con entusiasmo con «el bien jugar»; el «bien hacer»; el «bien disfrutar»; el «bien ganar» y el «bien perder», entre otras muchísimas cosas con las que te devanas los sesos en 90 minutos de partido, durante muchos partidos.

De «La Ignorática y el fútbol», pasando por «La apología del fútbol», reflexionando sobre «Futbolandia. Ensoñaciones, realidades y virguerías del fútbol», además de construir un hilo argumental que sedimentó en «Evidencias y paradojas del fútbol»; pasando por un texto humanizado como el «De fútbol y de hombres» y posándonos en un alegórico «Esplendor en la hierba. Por un fútbol emocional sin zancadillas», he podido disfrutar del fútbol de una manera especial como ha sido escribir de fútbol de manera apasionada y todo ello tuvo siempre un hilo conductor: La belleza del fútbol.

Además, alardeando de que «El fútbol es una pugna indescriptible» allí donde se celebre un partido. Hasta el punto, que acabé rematando una obra singular, muy de mi gusto, centrando temas muy importantes como era la posible diferenciación del «Fútbol bueno # jogo bonito». Este debate que sigue en pie intentando encontrar la verdad de los dos conceptos tan próximos, quizás equivalentes, quizás necesarios antes de llegar a una última conclusión en la que todos coincidirán: El mejor fútbol es que el que da triunfos.

¿Y ganar siempre será lo bello? Para seguir profundizando, desmenuzamos diversos aspectos en «Un fútbol deconstruido», además creamos un marco amplio para el debate con el «Fútbol y la Opinática». Todo este sumatorio de ideas y reflexiones situadas en su tiempo, dio lugar a una publicación muy madura: «Yo, de mayor, quiero saber de fútbol», provocación evidente para demostrar que, leyendo y escribiendo, también se aprende fútbol incluso se mejoran las ideas y formas de pensar (Al menos a mi me pasó con 60 años). Hasta el punto de dilucidar si el fútbol merece debatirlo y plasmar sus esencias en unas 250 páginas de textos futbolísticos, con éste serían 16 ensayos reflexionando en profundidad.

Llegando a una necesaria concentración del pensamiento futbolístico fundiendo el máximo de conclusiones en mi «Fútbol simple. Más que el mecanismo de un botijo». Sin duda, una comparación alfarera que simplificó conceptos y nos condujo a un mejor entendimiento.

Luego, en «El balón es la brújula» concreté, después de amplias repeticiones, un conjunto necesario para concluir con los «Manifiestos por un fútbol apasionado», una incorporación a un mundo futbolístico más sibilino, más etéreo, más lírico. Dando oportunidades a tantos otros artistas de la palabra con la que lucir sus conceptos mágicos del fútbol, pasando antes por una reflexión imprescindible hacia una inestimable evolución: «¿Un nuevo corazón para el fútbol?».

La estructuración de este ensayo obedece a unas conclusiones propias de que el fútbol bueno y bello solo lo pueden realizar los futbolistas. Incluidos los menos afortunados en aplicar su técnica menos florida, sin mayores aspavientos me encantan los futbolistas «tuercebotas» que juegan en equipo y aportan su dedicación al funcionamiento leal del equipo. Pero, además de los jugadores, hay otros personajes que nos pueden descubrir elementos llamativos del juego. Por ello hemos tomado como referencia el libro «Genios del fútbol», de Joaquín DHoldan, que ya nos ilusionó en su preámbulo señalando: «Si tuviera que armar mi banda de rock con futbolistas, tendría a Zidane en la guitarra, a Mario Balotelli en la batería, a Patrick Viera en el bajo, y el cantante sería George Best».

Por tanto, con la propuesta del libro de Joaquín DHoldan, escritor y dramaturgo, elegí a unos cuantos personajes con antecedentes futbolísticos de amplio espectro, como son: 1. Vladimir Nabokov; 2. Pier Paolo Pasolini; 3. Andy Warho; 4. Garrincha (y Zitarrosa); 5. Alejandro Dolina; 6. John Houston; 7. Desmond Morris; 8. Umberto Eco; 9. Yoichi Takahashi; 10. Albert Camus; 11. Eduardo Galeano. Y en cada uno de los 11 epígrafes desarrollo 8 capítulos que aportarán ideas y reflexiones hacia el entendimiento de la belleza en el fútbol.

En dichos desarrollos ocupa un lugar preponderante el «Mundial Catar 2020» celebrado por primera vez en el invierno y con una victoria señera de Argentina confirmando la figura de Messi, definitiva, que se impuso a una Francia muy bien dotada pero inferior en este choque. Y buscando en todo momento la belleza del fútbol intentando aflorar también las fealdades para encontrar sus contrastes. Significando mi propio tiempo de espectador en la evolución del fútbol, del 1948 al 2022, poniendo el acento en los aspectos más significativos de este tiempo y apuntando el asunto arbitral como una clave fundamental a futuro en la mejora, o destrucción, del fútbol. Sobre todo por la interpretación de las normas, la aplicación de las tecnologías con mayor precisión y ética, o las prácticas inmorales de algún equipo que pudo beneficiarse de contrastadas prebendas arbitrales.

¿El fútbol está a la búsqueda de la belleza perdida? ¿Qué es jugar bien al fútbol? ¿Cuál es el significado de la belleza en el fútbol? ¿El fútbol es un arte? ¿Qué es fútbol y qué no es? La inteligencia «señorial» nos permitirá observar el fútbol con mayor objetividad sin caer en fanatismos absurdos que degeneran en aspectos indeseados, desintegradores.

Y aparecerá, cómo no, la eterna pugna indescifrable de un partido de fútbol, un sumatorio de ideas, letras y espíritu que debe acompañar a todo lo que concierne al juego. Y escudriñando sobre los diversos estados de ánimo que siguen produciéndose en todo el ambiente futbolístico. Descifrando «el gran teatro del fútbol» tan cambiante en todo momento…

1. Vladimir Nabokov

«El 22 de abril de 1949 Vladimir Nabokov jugó su último partido de fútbol. Ese día cumplía cincuenta años. Era el portero de su equipo desde que había llegado a Estados Unidos, hacía cuatro años…»

(…) «Vladimir, el genial escritor ruso, no quería dejar el fútbol. Lograba despejarse de su mundo lleno de mariposas. Lo llevaba a la tierra, sentía su latido…»

(…) «La grada estaba sumergida en un inquietante silencio. El veterano guardameta miraba a la gente y trataba de entender su desconcertante actitud, su falta de pasión…»

(…) «…todos se fueron sin reproches… Todos volvieron a sus casas cabizbajos…Todos, menos el ilustre portero, que se sentó a escribir una novela sobre la soledad de un hombre adulto, sobre la pasión, sobre la juventud y sobre el dolor».

1.1 de Setiembre 1948 a 2022, 74 años viendo evolucionar fútbol

«Lo maravilloso del fútbol es que nadie tiene razón». (Simeone).

Hoy día 1 setiembre de 2022 es el último día de fichajes en los clubs para la temporada 2022/23, después de haber transcurrido 3 jornadas del calendario, sin duda todo un contrasentido que no se acaba de corregir. El fútbol inglés sigue haciendo demostraciones de poderío económico que, curiosamente, imita en España el club más endeudado, el Barcelona.

Hoy también cumplo años. Son ya 74 observando lo bueno del futbol, modas, modos, maneras, estilos, trayectorias, y siempre los equipos funcionaron según los jugadores y entrenadores de cada época. En España tuvimos una «Edad de oro» con Cristiano Ronaldo y Messi en los últimos 10 años. Pero siempre surgen otros elementos a los que admirar la belleza de su futbol y ahí aparecieron un renacido Benzema, Ansu Fati, Pedri, Vinicius, etc., más las incorporaciones de otros contrastados como es el caso de Lewandosky, Dembelé, Tchouamenie, Camavinga, Alaba, y gente de mucho nivel que acabarán rindiendo satisfactoriamente. En el extranjero aparecieron Mbappé, Haaland y gente muy interesante, aunque pagados a precios de «Becerro de Oro». Y, afortunadamente, esa rueda nunca parará…

Los equipos han podido fichar poco salvo el Barcelona que «¿restableció?» sus cuentas ante la LFP. Se sigue especulando con su bicefalia compartida con Real Madrid, si bien deben superarse equipos como Atlético de Madrid, Sevilla, Villarreal, Athletic Bilbao, Real Sociedad, Betis... Pero también quiero disfrutar del Celta, Osasuna, Mallorca, Elche, Rayo Vallecano, Almería, Osasuna, etc. Con pocos medios la competición puede ser brillante como ya se confirmó en Europa la temporada pasada. Sin prejuicios y complejos si nos comparamos con grandes equipos ingleses, franceses o alemanes. El fútbol bonito no es patrimonio exclusivo del dinero. De ahora es que disfruté también del fútbol barrial, aquel que se manifestaba como «De portería a portería es una marranería» y cuando los equipos se elegían con el método histórico de «echar pasos» e intentar conseguir a los mejores jugadores, ahora tú, ahora yo...

Esta temporada, con el «Mundial Catar 2022» que se celebrará del 20 noviembre hasta el día 18 de diciembre, obligará a unas planificaciones inéditas y a unas puestas a punto de los futbolistas que no están experimentadas, el Campeonato liguero será suspendido y reanudado con las incidencias que provoquen los Mundiales. Algo así como el primer año de la pandemia «Covid 19». Una victoria de una determinada Selección podrá desgastar en exceso las energías de un equipo concreto. Los ritmos competitivos de los jugadores y equipos multiplicarán por mucho las variables de una Competición normal.

Del mismo modo, los Reglamentos de fútbol deben ser mejor aplicados con sujeción al espíritu de las Normas del fútbol de siempre. Ya que, en la actualidad, se prodigan en exceso ciertos protocolos que favorecen «lo interpretable», dando carta de identidad a árbitros sin personalidad. Los distintos Comités arbitrales imitan, en exceso, al Conde de Romanones, aquel que históricamente en España moldeaba las Leyes con Reglamentos redactados «ad hoc» para favorecerse a su gusto con mucha letra chica. Es uno de los mayores riesgos por los que atraviesa el fútbol actual en España. Y añade factores de lo más feos del fútbol, creando desapego y desconfianza.

Y el VAR es como un salvoconducto para los malos árbitros que no asumen responsabilidades y siguen enfocando muy mal su labor principal delegando lo indelegable. Si el VAR no añade justicia a los arbitrajes será un «achiperre» tecnológico que aportará excesiva fealdad a nuestro fútbol.

1.setiembre.2022

1.2. Hablar de fichajes no es hablar de fútbol

«Siempre digo la verdad, incluso cuando miento». («El Precio del Poder», Al Pacino).

Iniciada la Liga 2022/23, sin embargo, el fútbol no era el motivo principal de atención sino la guerra de expectativas creadas con los fichajes, significativamente por los medios periodísticos. Y en ese ir y venir de las noticias, el aumento de complejos de los clubs españoles frente a la «Premier», sobre todo. Por lo que agosto fue un mes muy oportuno para filosofar sobre teoría de fútbol, su ética, estética y belleza muy por encima del dinero aportado a las acciones del «ficherío» tan abrumador.

«En el fútbol se dan estados psicológicos que van desde la alegría a la tristeza y desde la tristeza a la alegría, en su máxima expresión, transmitiendo valores y principios inviolables» (Goldepenalti). El Manchester City era un equipo que jugaba muy bien sin 9 y llegó Haaland llovido del cielo al lugar que encajaba sin la menor duda, para resolver con goles un juego preciosista y altamente preciso. El fútbol ahora en el City es más concreto, más goleador, más contundente, sin duda más bello por la facilidad de golear que culmina en la guinda del fútbol bien jugado hasta ahora de los «citizen».

«Cada cual dispone de unos argumentos para valorar dónde está lo bello del fútbol. Es posible que otros lo confundan con lo práctico, con lo sentimental, con lo físico, pero las personas están más predispuestas a lo bueno cuando ganan y más críticas cuando se pierde. Es ley natural». Estos años de atrás el Real Madrid, aún ganando, era muy criticado en su juego, para mí cambiando el foco de la realidad. Ahora que el equipo se muestra muy sólido, y gana, estoy observando de manera manifiesta una crítica mucho más amable. Porque, en esencia, el equipo esta jugando con gran madurez y, aparte Benzema, Modric o Kroos, es muy bello ver jugar a Vinicius con su permanente espontaneidad en pro del equipo o a Rodrygo siempre aportando sorpresas goleadoras y eficiencia total.

«Manifiesto que no me gusta teorizar sobre un fútbol de salón que no sirva para ganar en la competición: «Lo bello vale tanto como lo útil», según dijo Víctor Hugo. Sin que ambos deban entrar en conflicto. Estamos asistiendo al disfrute dual de esos factores en la figura del Celta, Iago Aspas, una anguila del área por su fluidez para superar contrarios y conseguir objetivos para su modesto equipo. Tal que ahora mismo es de los máximos goleadores del Campeonato.

«Entre dos cosas igualmente útiles preferimos la más bella, aunque sea la menos útil. También el fútbol. Consentimos un regate feo si ha sido útil, pero preferimos el bello, limpio, elegante. A veces, solo a veces, preferimos incluso el bello regate, aunque termine en nada, simplemente porque nos hizo disfrutar» (Andrés De Francisco). Es la ocasión de reconocer al defensa Marcelo como transgresor táctico, ahora que causó baja en el Real Madrid. Muchos lo criticaron, sobre todo en la última época, «porque no defendía». Y no habían caído que el brasileño sí que defendía bien, pero era atacando; así fue por más de diez años. Otro «anarquista» del juego como Isco acabó en el Sevilla a ver si su brillantez técnica se desbocaba allí, pues últimamente se cerró caminos por un cierto empecinamiento personal. Y demuestre su auténtico nivel, aunque sea para dar satisfacción a mi amigo Fito (Ex futbolista del Salmantino 1982), y seguidor permanente de sus mejores esencias.

«El Reglamento podrá o no gustarnos, pero no habla de belleza. Solo postula que legislan como es el juego y quien triunfa en la competencia». (W.442.perfil.com). Definitivamente, pienso que esta es una de las llaves para la mejor evolución del fútbol y su inherente belleza.

Espero que no nos ocurra lo que a Mafalda cuando dijo: «Los amaneceres son muy bellos, pero los ponen a muy mala hora».

5.setiembre.2022.

1.3. ¿Sufriendo se puede crear belleza en el fútbol?

«Ahora bien: no se puede crear belleza sufriendo. La creatividad en el fútbol va ligada a la experiencia de la diversión… A su vez: para que los jugadores desplieguen su talento, hagan buen fútbol, creen belleza y se diviertan con ello; para todo eso es necesario que el jugador tenga confianza». (Andrés De Francisco).

«Salir al campo y divertiros», dicen que les decía Johan Cruyff a sus jugadores y de aquel gesto de confianza los suyos rendían muy por encima de sus auténticas posibilidades. En realidad, aquella expresión provenía de Menotti y todos los de su escuela: Cappa, Valdano, Juanma Lillo, etc. Y tuvo su continuidad en Pep Guardiola, quién lo diría, cuando vemos en la banda al entrenador hiperconcentrado, hipergesticulante, hipernervioso, por una sencilla acción que un jugador suyo no hizo en el partido cuando él la había explicado cientos de veces en el terreno de entrenamiento y, mucho antes, la había interiorizado, memorizado y plasmado en sus ordenadores, los de pantalla líquida y los suyos mentales.

En realidad, es lo que el fútbol lleva consigo. Para ejecutar tu juego antes debes soñarlo, idearlo tu solo antes de que se convierta en el «yo y mis circunstancias». Por supuesto, al final se presentará el esfuerzo necesario y más cuantitativo que el del contrario que pretende deshacer tu creatividad. Porque las acciones ofensivas y defensivas requieren de una alegría tal que puedas superar los inconvenientes técnico-tácticos que presentan los colegas del equipo contrario.

Me gustó este pequeño cuento de fútbol, porque algo así me ha pasado a mí cientos de veces, supongo que también a muchos aficionados que nos leen. «Del fútbol y sus cosas», Reinaldo Bernal Cárdenas nos puso en escena: «En el terreno de juego, el joven jugador toma la pelota y avanza hábilmente sin ser detenido. A pocos metros del arco contrario gira en redondo, arroja el cuerpo hacia atrás y, acodando todo su peso sobre la grama, hace con la zurda una hermosa gambeta. El remate elegante, preciso, introduce el balón arañando la escuadra de la portería. El muchacho se incorpora y su corazón, como exigiendo compartir un sorbo efímero de gloria, quiere salirse del pecho. Un grito de «¡gol!», que se ahoga en la emoción parece llegar de algún lado a instalarse con fuerza en sus oídos. Dejado el campo se sienta en el banco, jadeante. Mientras sorbe agua de la pequeña botella, y derrama el líquido sobre su cabeza, piensa en el día que pueda repetir la misma jugada con los otros veintiún jugadores en la cancha y las tribunas abarrotadas».

Ya digo, yo también me he visto incorporado en mi cama, sentado, jadeando después de haber estado en una nube de algodón disfrutando del manejo de balón y practicando un fútbol, irreal incluso, muy por encima de mis posibilidades. Porque la individualidad que genera para el equipo es una figura que desaparece sino la alentamos como parte de la belleza del fútbol. Pero hay jugadores que todavía se atreven, no me extraña que Xavi Hernández haya querido recuperar para su equipo a Dembelé, un jugador que se cimbrea a derecha o izquierda sin que el defensor detecte sus auténticas intenciones, si romperá, al fin y al cabo, o se licuará.

Yo tengo un sistema de medidas para localizar si cubre «mis» premisas previas, muy interiorizadas. Y es que en tiempos de Maradona, insuperables, me cautivó el término «hamacarse», como aquel gesto del «Pelusa» cuando el balón seguía una trayectoria recta, inamovible, y era el cuerpo del jugador el que ocupaba los espacios a un lado o a otro en función de por qué lado le presionaba el marcador para quitarle la pelota. Y aquella protección basculante permitía el avance elegante, sutil, «hamacándose» con una elasticidad inusual e inaudita. Ya digo, Dembelé es una de las mejores individualidades de la Liga española al que pueden imitar otros futbolistas dotados en similar medida.

Y lo más curioso de este tipo de jugador es que toda su creatividad la muestra sin aspavientos y sin poner «cara de velocidad», de manera muy natural, sin aparente esfuerzo que es lo que más molesta a los entrenadores «marrulleros» patriarcas del juego sacrificado...

10.setiembre.2022.

1.4. El bosque, los árboles, un campito para el fútbol…

«El fútbol no solo se ve, sino que necesita de palabras para ser entendido». (Juan Villoro, «Dios es redondo»).

Pongamos por caso el ambiente y paisajes urbanos, nos sentimos cómodos en ese bosque de viviendas altas, el bullicio del tráfico y la población acaban siendo amigables. Cuando se culminan las expectativas recurrimos a los paisajes rurales que normalizan la alocada vida urbana, el descanso y la tranquilidad anheladas en el rigor de las batallas diarias.

En el fútbol quieren limitarnos el foco, pareciera que solo existe el fútbol de las grandes ocasiones: PSG, Bayern, Juventus, Inter, Arsenal, Chelsea, los dos Manchester, el Real Madrid, Barcelona... Y no podemos olvidarnos que cada pueblo tiene su propio equipo para admirar su fútbol, todavía quedan fórmulas bellas de jugar, un portero o un central sacan el balón de patada larga que atraviesa el propio campo y casi la mitad de los dos equipos disputan en el medio demostrando cada cual su potencia aérea como un Maweric aviador cualquiera...

Si el balón consigue rastrear el suelo. aquel jugador que se hace cargo del balón hospiciano trata de conducir hacia adelante, a la máxima velocidad, enfrentarse a todos los defensores que le salen al paso. En ese fútbol de antes, el lateral derecho la recibe del libero y, sin devolvérsela, busca espacios por delante y corre, y corre, y corre hacia adelante (Estaba mal visto jugar para atrás), buscar y enfrentar contrarios hasta llegar al fondo...

Como los límites del campo aparecían finalmente, el público cantaba a lo Arguiñano: «¡A la olla; a la olla!», donde esperaba el ariete de siempre, el 9 rematador de toda la vida. Y el lateral, de memoria, mirando el balón, centraba la pelota con tiento... Esa es la cuestión, existe un fútbol urbano y un fútbol rural, ambos emocionantes, ambos con sus seguidores ... ¡Qué belleza natural!

El otro día en Bilbao me crucé con una señorita muy sobrada y agraciada con sus pectorales, llevaba una camiseta blanca muy ceñida y en el frontal se podía leer: «La belleza está en tu cabeza». Ya lo creo, dije para mis adentros pensando en el Athletic de Bilbao y confirmé que en el fútbol es igual, la belleza del juego de los leones está en muchas cabezas bilbaínas, aunque le esté costando llegar a los estándares...

El campito de juego es la aspiración de cualquier pueblerino, los clubs no pueden hacer Estadios, ni tampoco campitos de hierba como mucho la tierra que está en el lugar limpiándola de pizarras, chinarros y ladrillos de las viejas construcciones en derribo. Justo por eso mismo, por jugar en tierra, la técnica de los jugadores mejoró, aunque esto parezca un pecado decirlo. Y es bueno recordar que la técnica, o la condición física, o la mentalidad, se refuerzan poniéndoles dificultades a superar. Bien es cierto que la aspiración de los equipos es jugar, por lo menos, en hierba artificial, que es más fácil y barata de mantener que la hierba natural, esa está en los «praos» para disfrute y engorde de las vacas del pueblo.

Pero el fútbol requiere de un espacio para competir, simplemente. Y eso sí es fácil encontrar en cualquier pueblo, dándole prioridad sobre el baloncesto, del juego de pelota vasca en frontón, o una hipotética pista de atletismo. Y aunque esté rodeado el campito por casas habitadas, los socios se dan de alta y acuden a animar a los suyos.

¡No me digan que el fútbol no es bello! Aunque solo fuera por las esperanzas y expectativas que genera todos los días de partido…

12.setiembre.2022

1.5. Fútbol «caníbal» en Champions League

«Es progreso si un caníbal utiliza un tenedor?». (Stanislaw Jerzy Lec).

Tanto el 6 de setiembre, como en el día siguiente, recurrí a la narración radiofónica y dejé de ver imágenes televisivas de los distintos partidos de Champions. En Sevilla, los relatos del partido no precisaban el tipo de juego de los equipos, como mucho auguraban los malos auspicios que le esperaban al entrenador Lopetegui.  Lo que sí retumbaban eran los adjetivos calificativos como «animal», «mala bestia», «justiciero», «caníbal»... Pero yo oía la retransmisión de un partido de fútbol y no un combate de boxeo. Hasta que pude asimilar que los «motes agropecuarios» se referían al 9 del City, el noruego Haaland.

Lamentables decisiones de algunos clubes porque perdieron, inesperadamente, como fue el caso de Tuchel con la pérdida llamativa del Chelsea y despedido sin contemplaciones. También en el Leipzig obraron «caníbalmente» con su entrenador Domenico Tedesco, simplemente porque perdió, eso sí, por un resultado abultado. Quizás lo más llamativo fue que el Nápoles ganara 4-1 al Liverpool, subcampeón de Europa. Y aparecieran críticas muy adversas a las que Jürgen Kloop tuvo que enfrentarse con carácter: «final de ciclo»; «caída física masiva»; «fútbol suicida»; «defensa vergonzosa»... A lo que Jürgen Kloop señaló: «Esperen a que yo resuelva la situación... necesito tiempo» (…) «La solución no pasa por inventar un nuevo tipo de fútbol». Sin duda, son muestras del estilo «cainita» actual de buscar «cabezas de turco» que acaben pagando las derrotas.

El Real Madrid, siempre cuestionado por su fútbol de dudoso dominio, confirmó que practica un juego sólido, contundente, no solo físico. Y tenemos esta muestra que As, Javier Silles, escribió acerca de la consecución del tercer gol en Glasgow y su preparación técnico-táctica: «Fue un homenaje a la precisión, la armonía, la movilidad y el talento que escenificó la extrema calidad del equipo de Ancelotti... Venían jugadores a recibir en corto y otros esperaban más abiertos mientras también se producían aclarados y movimientos de ruptura con la única intención de que el compañero tuviera una línea de pase hacia el otro. Ese dinamismo sin balón vertebró toda la jugada en la que hubo hasta cuatro cambios de orientación, dos de Kroos y uno de Modric y Valverde». Leyendo así, con este detalle, es fácil imaginarse un juego estructurado y bello.

El Real jugó excepcionalmente, pero fue superando gradualmente al Celtic de Glasgow que en ocasiones también impuso sus características y en ese tercer gol apareció una muestra de futbol bello bien diseccionado: 33 pases que supuso la secuencia más larga de los 434 goles que ha marcado el Madrid en la Champions desde la 2003-04, acción que duró 97 segundos, participaron ocho jugadores que tocaron la pelota en 82 ocasiones. Ello podría servir de vademécum para un buen fútbol futuro.

Del mismo modo, con grandes adjetivos, Lewandosky goleó por tres veces, con maestría, con naturalidad, enseñando a los jóvenes, sin «canibalizar» a nadie y aportando su maestría adquirida en el Bayern de Münich. Los buenos jugadores deben ejercer en los mejores equipos, deben identificarse con su Club, cuando pierden «chispa» porque han envejecido algún año deberían ser utilizados como «transmisores de cultura». Pero las Sociedades se vuelven locas con las jubilaciones anticipadas de los futbolistas, amparados incluso con las actitudes negativas de los aficionados. Son retrógrados en el entendimiento de esta misión aún por emprender. En estos comportamientos con los futbolistas mayores, los Clubs de fútbol se van pareciendo a los Bancos o sociedades parecidas que jubilan por edad y no por rendimiento. Eso sí que es practicar «canibalismo». ¡Qué feo quedan estas actitudes en el fútbol! Precisamente, esa tendencia de mantener activos a jugadores más allá de los 35 años ha mejorado aquella premisa histórica de que el futbolista ya es viejo a partir de los 30 años…

17.setiembre.2022.

1.6. Fútbol: Lo secundario siempre es más noticiable. ¿Por qué…?

«El fútbol es la alegría. Es una danza. Es una verdadera fiesta. Aunque el racismo exista, no permitiremos que nos impida seguir sonriendo». (Pelé).

Es un mal moderno potenciado por los medios, siempre se pondera más lo feo, lo sucio, lo anecdótico y acabamos olvidando lo básico, lo fundamental, lo bueno, lo bello... Aparece la alineación de cualquier equipo y lo noticiable aparece representado por el jugador X que no jugará de salida y estará en el banquillo. El gol será bellísimo de ejecución, pero la narración se centra en el fallo del central o del portero. Siempre lo negativo por delante. El delantero Vinicius del Real Madrid está progresando en su juego, dando goles y marcándolos él mismo. Pero la noticia reside en el «bailecito» con el que celebra. Y de paso lo llaman «mono» para insultarle con lo que significa para las personas de piel negra. Todavía algún periodista quiere justificar la semántica de «que hacer el mono» es como «hacer el tonto». Pero, mientras tanto, no se habla de fútbol.

Manuel Jabois escribió (ElPais, 19. setiembre): «El gran debate del #vinibaila, el movimiento que ha movilizado al planeta fútbol en defensa del delantero del Real Madrid, no es, desde luego, si Vini puede bailar o no (causa profundamente estúpida), sino qué hace este asunto en una columna, en los telediarios y en la cabeza de Pelé, que no tendrá otra cosa que hacer. Es decir, es un debate tan agradecido para los medios (los diarios, las televisiones, las radios, las redes sociales) como artificial: no existe, ha nacido aquí inflado morbosamente, todos los jugadores han bailado después de un gol, jamás nadie ha creído como provocación que alguien celebre un gol. Y como tantos debates que afectan a jugadores que dan audiencia, este no morirá hasta que el último interesado deje de pinchar en la noticia. Leyes modernas».

«Y así, poco a poco, partido a partido, nos hemos ido colocando en un debate nuevo sobre Vinicius. Recordemos el anterior, porque es interesante y sólo han pasado dos años: 40 millones es una ridiculez por un jugador así, intenta regatear torpemente, no marca un gol, es objeto de burla para todos los rivales desde los jugadores contrarios hasta los dirigentes de esos clubes, la enésima prueba de que el Madrid compra por un dinero desproporcionado a niños que hacen el ridículo en el campo y sólo valen como chistes para los antis del Chiringuito: «Vinicius pa kuando»: pues para el PSG, el Chelsea y la final de Champions, por ejemplo».

(…) «Y una vez que ya se sabe «pa kuando» Vinicius, hubo que fijarse en otra cosa para reafirmar la fe: ¿bailaba cuando fallaba un gol cantado?, ¿molestaba el caño cuando había rematado dos balones a la grada? Todo jode cuando funciona... Qué pasa. El único problema de la alegría es que se considere ofensiva porque alguien no la pueda digerir, el único problema de la felicidad es que sea a costa de los demás, como si la felicidad en el deporte no fuese un desnivel. Y qué momento peor que celebrar un gol cuando otro lo ha encajado».

(…) «La alegría del pueblo es el mejor apodo de un jugador de fútbol (y de cualquier otra cosa): un tipo brasileño llamado Garrincha que bailaba sin balón, que bailaba con balón y quebraba al adversario, que bailaba con balón y sin balón porque entendía el juego como lo entendía el espectador que pagaba la entrada: algo que iba de un espectáculo caro. La diferencia entre la dignidad de bailar o no es la diferencia entre un rival rendido o aún en batalla; entre la lambretta que sirve para sacarse de en medio a un contrario o la que se utiliza para reírse de él».

Afortunadamente, estas cuestiones extra deportivas desaparecen enseguida del foco y lo importante es que el fútbol, con mayúsculas, retome el protagonismo. Ahora las Ligas rompen su ritmo y se lo ceden a las Selecciones para que ultimen sus listas para el Mundial en ciernes que absorberá por dos meses todo el protagonismo.

24.setiembre.2022.

1.7. La inteligencia «señorial»

«La inteligencia ejecutiva es un nuevo paradigma que nos permite comprender la adaptación del individuo al entorno que lo rodea». (Julia Márquez Árrico).

Muchas veces, cuando pensamos en inteligencia, viene a nuestra mente la imagen de la inteligencia académica. Es decir, un buen estudiante que saca notas altas, una persona que tiene un título universitario o un científico que se dedica a investigar. Pero esta manera de ver la inteligencia no recoge todo lo que encierra este proceso psicológico. A día de hoy sabemos que hay múltiples inteligencias y entendemos esta como la capacidad para interpretar la información que nos llega del exterior, integrarla con sus vivencias interiores y dar la mejor respuesta a las condiciones a las que nos enfrentamos (inteligencia ejecutiva).

Era principios de los ochenta, en el fútbol de entonces me permití como entrenador muchas licencias de las que nunca te enseñaban en los cursos oficiales: Porteros jugando de líberos, extremos jugando a pierna cambiada, fútbol pressing desde la portería contraria, fueras de juego achicando espacios, porteros al remate de saques de esquina, etc. Lógicamente, también propugné en ocasiones el delantero centro «falso». Por reminiscencias del baloncesto, yo llame a aquella figura «punta flotante», expresión que le hacía gracia a mi amigo Vicente del Bosque cuando lee alguno de mis ensayos.

Uno de aquellos «puntas flotantes» de mis equipos fue Fede Holgado. Aparte las condiciones técnico-tácticas había que tener alguna de las inteligencias múltiples al uso, que en nuestro caso podía ampliarla a la «inteligencia señorial» por aquello de su exquisita personalidad con la que ejercía su evidente maestría a pesar de su juventud. Manejaba con ambas piernas, tenía visión avanzada del fútbol, amplia capacidad de adaptación, si preguntásemos a gente que lo viera jugar asegurarían que era centrocampista; aunque yo le hiciera ejercer también de Beckenbauer en alguna ocasión. Con un físico esbelto, de pocos kilos, engañaba su fortaleza real, sobre todo su liderazgo mental y aquel tranco longilíneo que le permitía un excelente desempeño con desplazamientos a muy buena velocidad, y sobre todo, también, por su excelente capacidad en el desplazamiento de la pelota. 

En aquel Salmantino de Tercera División, es digno de recordar aquellos entrenamientos en grupos reducidos (4x4; 3x3; 2x2; 2x3; etc.) en espacios cortos, parecido a los rondos de Cruyff, pero distintos, a mi me aportó mucho Weisweiler con los métodos que aplicaba en el Barcelona incluso antes que Rinus Michels; aunque también me ayudó mucho las enseñanzas de Studenner con su libro «Juego con pelotas» y Karl Heinz Heddergott «Del aprendizaje a la competencia». Dos libros de cabecera en aquellos tiempos que, principalmente, hablaban de entrenamientos con presencia de balones y técnica de jugadores. Cuando, en esencia, los libros que se publicaban se referían a la preparación física y cualidades básicas, así como a la táctica.

Eso si, el equipo se comportaba de manera muy positiva y había una especie de ceremonia en las formas jugadas que desarrollábamos, animándose unos a otros con aquella expresión que se hizo habitual en nuestros entrenamientos y partidos: «¡Qué bien...Qué bien...!». Era un hábito virtuoso en el que todos acababan entrando (admirando regates, paredes, pases, fintas, posesiones). Además, anulaba cualquier otra expresión negativa de los posibles círculos viciosos. Todavía recuerdo a Fede y a sus compañeros «voceando armónicamente» aquel; «¡Qué bien…Qué bien!»; curiosamente, era innato y aquella práctica no aparecía en ningún libro de texto ni manual al uso. Fue una creación interna de aquel excelente equipo, entusiasta, que, con ligeros apoyos directivos, hubieran llegado casi todos a jugar con el primer equipo de la UDS en Primera División. Pero eran jugadores sin agentes ni comisionistas a su lado, por supuesto con un Club que no confiaba plenamente en la cantera…

Siempre tuvimos la triste impresión de que era más seguro fichar jugadores hechos y derechos, pero, también, nos quedó la duda de que se fichaba a veteranos de otros equipos por mor de las consabidas comisiones. Por supuesto, tomaban menos riesgos fichando gente de rendimiento inmediato…

27.setiembre.2022.

1.8. El fútbol tiene también sus «fealdades»

«Lo bonito y lo feo no existen, es el pensamiento lo que hace que así sean». (W. Shakespeare).

Unai Emery entrenó en 2017 al PSG, un técnico que apuesta siempre por una buena elección de jugadores, eminentemente técnicos, «de buen pie» que dicen ahora los muy sabidos, para expresar un fútbol muy bien jugado.  Lo bello de su fútbol sobresale sobre todo lo demás y, actualmente, dirige al Villarreal que debiera clasificarse entre los cinco primeros de la Liga española. Sin embargo, sufrió en propias carnes una de las «fealdades» del fútbol más silenciadas hasta que en la semana pasada afloró el árbitro francés Tony Chapron, ya retirado en 2018 y asesor de Canal +.

Según «Le Parisien», Unai llamó a dicho árbitro para comentar las jugadas polémicas del partido Barcelona-PSG acabado con 6-1 y victoria total de la eliminatoria a pesar de los 4 goles conseguidos en París. El ex árbitro reconoce, ahora, que tuvo que mentir a Unai y apoyar el arbitraje del alemán Aytekin. Yo personalmente vi ese partido por televisión y fue uno de los espectáculos más lacerantes del fútbol. ¿Robo manifiesto? Sin duda una de «las cosas» más feas que puedan verse en un Estadio de fútbol, aunque apenas trascendió.