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Barbara Ann Brennan, fundadora de la Barbara Brennan School of Healing y autora de los bestsellers 'Manos que curan' y 'Hágase la luz', es una de las sanadoras y líderes espirituales más influyentes del siglo XXI. Ahora, después de veinte años sin publicar, cierra su trilogía de luz con 'Sanación esencial'. En este libro la autora comparte su conocimiento sobre el proceso creativo y el cuarto nivel del aura. El cuarto nivel, o mundo astral es el puente para el impulso creativo que viaja desde los niveles superiores de la realidad y la manifestación al mundo físico. 'Sanación esencial' también narra el viaje y las experiencias personales de Barbara Brennan. En 'Sanación esencial' descubrirá: -La naturaleza del proceso creativo desde la perspectiva del sistema de consciencia y energía humana. -Cómo creamos bloqueos en nuestros campos de energía; cómo son esos bloqueos, cómo interactúan para finalmente causar la disfunción en nuestras vidas y el proceso involucrado en el desbloqueo y la liberación de nuestro potencial creativo. -Cómo desarrollar y trabajar con la percepción extrasensorial y su papel en la facilitación de la limpieza de bloqueos en nuestros campos de energía. -La naturaleza de la realidad del cuarto nivel y su importancia en el proceso creativo. -Las relaciones curativas y las conexiones que subyacen a esas relaciones en el cuarto nivel. -Y mucho más. En 'Sanación esencial', la autora describe cómo crear la vida que anhelamos vivir aprendiendo a entender, sanar, liberar y utilizar las energías vitales creativas que surgen de la esencia del alma en el núcleo de nuestro ser.
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Mi viaje personal y conceptos avanzados de sanaciónpara crear la vida que anhelamos vivir
BARBARA ANN BRENNAN
Ilustraciones de Aurelien Pumayana Floret y Bona Yu
Traducción del inglés por Marta Milian i Ariño
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización escrita del titular del Copyright, salvo excepción prevista por la ley.
La autora de esta obra no pretende dispensar consejo médico ni prescribir el uso de ninguna técnica como forma de tratamiento de problemas físicos, emocionales o médicos sin el consejo de un facultativo, directa o indirectamente. El propósito de la autora es únicamente aportar información de naturaleza general para ayudar al lector en su búsqueda de bienestar emocional, físico y espiritual. En caso de que el lector decida hacer uso personal de cualquier información contenida en esta obra, la autora y la editorial declinan toda responsabilidad al respecto.
Título original: Core Light Healing
Copyright © 2017 by Barbara Brennan School of Healing, Inc.
Editora principal: Lisa VanOstrand
Editor: Stuart Adams
Consultores de ilustración: Lisa VanOstrand y Denise Mollo
© de la presente edición en español:
2017 EDITORIAL ELEFTHERIA S.L.
Sitges (Barcelona), España
www.editorialeleftheria.com
Primera edición: Junio de 2017
© De la traducción: Marta Milian i Ariño
Ilustración de cubierta: Aurelien Pumayana Floret
ISBN (Papel): 978-84-946747-8-5
ISBN (Ebook): 978-84-946747-9-2
DL B-6431-2017
Agradecimientos
Presentación de la edición en español
Prólogo de la editora
Lista de figuras
Introducción: Herramientas para vivir en el siglo XXI
Primera parte: Sanar nuestros bloqueos y liberar nuestra energía creativa
1. Nuestro sistema de consciencia energético humano.
2. Nuestro proceso creativo a través de nuestro sistema de consciencia energético humano
3. Sanar el proceso creativo bloqueado
4. Desenredar nuestra vida
5. Herramientas para recrear nuestra vida
Segunda parte: Sanar nuestra creatividad por medio del cuarto nivel del campo: las relaciones
6. Percepción extrasensorial práctica
7. Adentrarse en las realidades del cuarto nivel
8. Mundos, objetos y seres de la realidad del cuarto nivel
9. La física de la realidad del cuarto nivel
10. Otros fenómenos de la realidad del cuarto nivel: parásitos, implantes y extraterrestres
11. Dualidad extrema en los mundos astrales inferiores
12. La intención negativa y el mundo astral
13. Síntesis de la sanación de «vidas pasadas»
14. Sanación de cápsulas temporales: soltar los vínculos del pasado
15. El CEH de la muerte
16. Vida después de la muerte
17. Sanar los cordones relacionales
18. Sanar los cordones transgeneracionales
19. Conceptos esenciales que unen
APÉNDICE: INVESTIGACIÓN DEL CEH Y LA PES
BIBLIOGRAFÍA
LA ESCUELA DE SANACIÓN BARBARA BRENNAN
Estoy profundamente agradecida a todos los que han creído en mí y en mi trabajo. Mis guías espirituales han sido una parte importante de mi vida, y su papel en el mensaje que transmite Sanación esencial es decisivo. Mi eterna gratitud a mi marido, Eli Wilner, que ha tenido la sabiduría y la fuerza de verme recorrer este magnífico viaje.
Gracias especialmente a todo mi leal y entregado equipo de la oficina: a Diane Dodge, cuya visión y hábil liderazgo llevaron el libro desde su concepción hasta su materialización; a Stuart Adams, que con tanto esmero, dedicación y talento trabajó desde el primer borrador hasta que el libro estuvo acabado; a Denise Mollo, que dirigió impecablemente el proyecto y aportó sus valiosísimos conocimientos como consultor de ilustración y asesor editorial. El personal de la Escuela de Sanación Barbara Brennan (BBSH) nunca ha dejado de apoyarme, por lo que le estaré por siempre agradecida.
Gracias de corazón a Lisa VanOstrand por ayudar a hacer realidad este libro, y a los ilustradores Aurelien Pumayana Floret y Bona Yu por su contribución a la creación de estas preciosas ilustraciones.
Es una enorme alegría poder publicar el tercer libro de Barbara Brennan en Editorial Eleftheria.
Esta editorial tiene sus raíces en nuestra vocación de publicar libros que den soporte al movimiento hacia el crecimiento en conciencia. Es nuestra intención que nuestros libros tiendan puentes entre la ciencia, las prácticas contemplativas y la psicología. Al mismo tiempo, queremos que los textos propuestos tengan solidez, que provengan de personas con vocación, experiencia y dedicación.
Conocí a Barbara Brennan en San Francisco, California en el año 1995 cuando asistí a un programa introductorio a su formación profesional de cuatro años. Ese encuentro marcó mi trayectoria personal y profesional para siempre. Me pidió subir al escenario con ella y realizar desde ahí lecturas intuitivas de varios participantes del seminario. Mi sorpresa fue confirmar mis percepciones y habilidades y ver como ella iniciaba a todo un gran grupo en estas capacidades. A lo largo del seminario me dijo que mi vida cambiaría después de haber participado en ese fin de semana y así sucedió. Mi sensación es que fui iniciado en una espiral de cambios internos y externos que desembocaron en una sanación más profunda en todas las áreas de mi vida que aún perdura. Cuatro años después de ese encuentro me matriculé en la Barbara Brennan School of Healing de la cual me gradué en 2003.
Durante los años de formación pude vivir y estudiar profundamente el modelo curativo de Barbara Brennan. Es un trabajo arduo y que requiere constancia y sin embargo es muy gratificante. Sus enseñanzas ayudan a comprender cómo funciona la energía-consciencia, cómo ocurren los cambios en una persona que recibe estos tratamientos y cómo estos alivian y causan bienestar.
Barbara Brennan por medio de su escuela ha cimentado las bases para que la sanación se estudie con el método científico. Su modelo propone que los sanadores participen en procesos de psicoterapia, de mindfulness y meditación, supervisión clínica, estudios de anatomía y fisiología además de apoyar a cada uno en su propio camino de sanación. Tiene miles de alumnos graduados por todo el mundo, el directorio de practicantes está en su web.
Según el Pathwork, que es una filosofía que junto con la Core Energética ha influenciado el trabajo de Barbara Brennan, la búsqueda de Dios es la búsqueda de la propia esencia interior y ésta es la más gratificante de todas las actividades humanas. Y por ende buscar la propia sanación y encontrarla supone encontrar la propia esencia. Vivir y expresar esta esencia, este núcleo interno, el Yo más profundo y auténtico y sus intrincadas relaciones con el mundo visible e invisible es el mensaje de Sanación esencial.
El Pathwork compara a todo buscador de la verdad con exploradores en una selva virgen. Y también sugiere que los pasos en esta selva se han de hacer uno detrás de otro, pausadamente. Nos recuerda que en esta selva se crean formas del alma con los pensamientos, sentimientos y acciones. Estas son las creaciones del cuarto nivel del campo áurico humano, que nos vinculan con las partes internas de nuestra mente, con las relaciones con los demás, vivos y no vivos, y con todos los seres de la creación de manera misteriosa. De esto nos habla Barbara en Sanación esencial: se refiere al cuarto nivel del aura y este nivel de energía es especialmente importante para todas las personas. Es la capa energética donde se almacenan los recuerdos emocionales, las cargas legadas por los linajes familiares. También es el espacio donde los chamanes trabajan para efectuar sus «recuperaciones de piezas del alma». Aquí también se aloja el inconsciente, y todo aquello que desterramos de nuestra consciencia porque no nos gusta o nos resulta doloroso, es decir, la sombra psicológica.
El bypass espiritual es aquella maniobra de muchos practicantes espirituales cuyo deseo es evitar enfrentarse a su sufrimiento humano y hacen de todo por permanecer en los niveles superiores evitando tocar el cuarto nivel del aura.
Sin embargo, el desarrollo espiritual y psicológico completo de una persona incluye trabajar también el cuarto campo: limpiar y resolver el nivel astral por medio de su reconocimiento, su aceptación, su descarga de energías tóxicas y su resolución.
Trabajar con el cuarto nivel del aura también contiene la vivencia del amor y su poder para sanar y conectar todo lo que existe en la creación. Sanaciónesencial enseña cómo la energía puede penetrar las defensas psicológicas de una persona para llevarle a su esencia, y desde ahí expandirla.
Brennan ha sido también pionera en proponer la creatividad como una de las formas más avanzadas de curación y de hablar de la importancia de las relaciones interpersonales y aquellas con las generaciones anteriores. Además comparte las enseñanzas espirituales necesarias para abrir el corazón y conducir o redescubrir la esencia de cada uno, de donde la creatividad emana hacia su manifestación en el mundo.
Asimismo, muchas personas en todo el mundo queremos verificar aquello que no podemos ver con los ojos físicos, pero que sin embargo percibimos. En este campo de la percepción extrasensorial Barbara ha sido altamente efectiva y, gracias a su profundidad y alcance de visión, en Sanación esencial explica —y se ilustran — vivencias muy íntimas, comunes a todos los seres humanos.
Por mi parte, como editor de la edición en español, como sanador y como practicante de budismo, te invito a que investigues y verifiques por ti mismo tus percepciones.
Cada uno está llamado a realizar su propia búsqueda, sin embargo la lectura de este libro será una guía profunda y llena de luminosidad.
¡Muchas gracias!
ENRIQUE ARELLANO
Estoy convencida de que Barbara Brennan podría considerarse sencillamente la sanadora y clarividente de mayor influencia del siglo XXI. Su labor es, sin duda, visionaria e innovadora . Las teorías de Barbara Brennan sobre el campo energético humano (CEH) siguen citándose por doquier . De hecho, dichas teorías se han adaptado e incorporado a la descripción general del ámbito de la sanación energética . Han sido fundamentales en la definición y orientación de muchas de las últimas modalidades de sanación y terapias energéticas que han visto la luz . Otros aspectos de su trabajo, como la importancia de una intencionalidad clara, también han demostrado gran repercusión . No me cabe duda de que su escuela, talleres, libros, alumnado y esfera de influencia general han marcado miles, si no millones, de vidas de todo el mundo.
Las historias de la vida de Barbara cautivaron al público, que quería conocer su infancia, sus capacidades sanadoras y el mundo invisible de fenómenos físicos que ella era capaz de ver y experimentar . Estos temas eran a menudo objeto de muchas preguntas de su alumnado y de quienes asistían a sus conferencias . Barbara canalizaba material que iba de lo personal a lo global, sobre temas muy diversos, entre ellos la salud, la sanación, la psicología, la espiritualidad, los ángeles y los demonios, sin considerar tabú ningún asunto que pudiera serle útil a alguien.
Y ahora, por primera vez, el lector tiene ocasión de leer la biografía de Barbara en sus propias palabras . Parte de lo que contiene puede parecer caduco y tal vez incluso pasado de moda . No sería de extrañar, teniendo en cuenta que Barbara Brennan pasó su infancia en los años cuarenta, en una granja de Wisconsin . Muchas veces ha comentado que, hasta que fue a la universidad, en sus primeros años de vida no vio gran cosa, aparte de vacas . Cuando Barbara era niña, los azotes todavía eran una forma de castigo habitual entre casi todos los padres . Se hizo mayor en un tiempo en que, sin lugar a dudas, las cosas eran muy distintas al mundo actual . No obstante, desde un punto de vista tanto global como personal, el mensaje que transmite la autora es atemporal . Desde el global, la humanidad sigue enfrentándose a los mismos problemas que en el pasado . Desde el personal, como seres humanos todos deseamos dotar de sentido nuestras vidas y sacar el máximo partido de nuestro potencial creativo.
En Sanación esencial encontramos el relato de una vida centrado en los fenómenos que han diferenciado a Barbara Brennan dentro del campo de la sanación . A lo largo del libro, se hacen patentes los pensamientos de Barbara navegando por estas diferencias y lidiando con sus dos facetas, la de científica y la de sanadora . Somos muchos los que deseamos ver, sentir y experimentar el mundo invisible . Este deseo puede manifestarse sencillamente como el anhelo de contactar con un pariente fallecido . Y aquí reside uno de los mayores dones de Barbara: su capacidad de tender un puente entre los mundos visible e invisible y permitir al lector recorrerlos con ella.
¡Sanación esencialnos brinda el proceso creativo para hacer realidad la vida de nuestros sueños!
En la primera parte, Barbara Brennan da un repaso a la configuración del sistema de consciencia y energía humana (SCEH) . A continuación, describe cómo fluye el proceso creativo por el SCEH . Al desbloquear la pulsación creativa, podemos manifestar nuestro anhelo . Por desgracia, todos tenemos bloqueos que detienen el flujo creativo . Los bloqueos están allá donde hemos frenado nuestra energía, debido a heridas y traumas de la infancia . Esos bloqueos nos impiden crear lo que queremos y nos sumen en un círculo vicioso de patrones repetitivos . Barbara nos conduce por los pasos que acaban con estos bloqueos.
Al acabar con los bloqueos, la energía creativa fluye libremente, y el resultado final no es sólo la manifestación física de lo que nuestro corazón anhela, sino también más esencia del alma, más luz esencial.
El revolucionario libro Manos que curan presentó a los lectores las grandes repercusiones del CEH como vehículo de nuestra experiencia de la realidad . Del mismo modo, la segunda parte de Sanación esencial embarca al lector en un viaje sin igual por el nivel cuarto, o astral, del CEH, iluminando este mundo misterioso, tantas veces incomprendido, y sus profundas repercusiones en nosotros, nuestras relaciones y la humanidad . El cuarto nivel es el puente entre el mundo físico tridimensional y los mundos espirituales más elevados . El nivel alberga de todo: desde objetos hasta seres y modos de pensamiento . Al tratarse del nivel relacional, siempre estamos cocreando con quienes habitan el cuarto nivel por medio de la ley según la cual «lo similar atrae lo similar» . Este nivel también se conoce con el nombre de mundo astral . Como el cuarto nivel no existe en la realidad tridimensional, no es visible a simple vista . Sin embargo, distintas culturas llevan describiendo este mundo y accediendo a él desde tiempos inmemoriales.
La segunda parte empieza describiendo el funcionamiento de la percepción extrasensorial y cómo percibir los niveles del SCEH . ¡Para poder comprender el cuarto nivel, primero hay que percibirlo! A continuación, Barbara explica con todo detalle el cuarto nivel y su funcionamiento, distinto al del mundo físico . Nos propone gran cantidad de ejemplos de su propia actividad de sanación, incluidas sus experiencias trabajando con varios objetos y seres, sus visitas a los mundos del cuarto nivel y sus encuentros con la magia negra.
Barbara define los bloqueos del cuarto nivel que interrumpen el proceso creativo como «cápsulas temporales» que pueden haberse dado en múltiples vidas . Describe el proceso de liberación de esta energía creativa bloqueada por medio de sanaciones de las cápsulas temporales . También explica en qué medida el SCEH se ve afectado por el proceso de la muerte y el viaje por el cuerpo astral.
Al ser el nivel relacional, en el cuarto nivel hallamos varios tipos de cordones . Estos cordones sirven para transmitir información sin que se vea, por lo general entre dos personas . Por ejemplo, creamos cordones genéticos con nuestros padres biológicos y posteriormente cordones relacionales con personas a quienes nos unen relaciones personales . Estos cordones pueden ser sanos o generar distorsiones que interferirán con nuestro proceso creativo . Las raíces ancestrales, que son cordones genéticos dañados, nos conectan con los antepasados y conllevan sistemas de creencias falsas que se perpetúan durante varias generaciones . Barbara Brennan define los pormenores de la sanación de los cordones genéticos y de los relacionales, así como de los de raíz ancestral.
También encontramos poesía canalizada de su guía, Heyoan, que esclarece e integra aún más los conceptos que se presentan en el libro . Por último, cada capítulo acaba con preguntas que animan al lector a seguir explorando y trabajando con el material presentado en ese capítulo . Disfrute del viaje, que le llevará desde la autoexploración hasta una ruta guiada por la interfaz entre el mundo físico y el espiritual . ¡Al final del viaje comprenderá mejor por qué usted es quien crea su propia vida!
LISA VANOSTRAND
Graduada de la BBSH en 1995
Responsable del Departamento de Publicidad y Promoción de la BBSH
Antigua decana de Estudios Avanzados de la BBSH
CAPÍTULO 1
1-1 El vacío de terciopelo negro
1-2 La estrella esencial
1-3 Los tubos del hara
1-4 El hara
1-5 Cuerpo etérico, primer nivel
1-6 Cómo se ve el riñón en el primer nivel
1-7 Cuerpo emocional, segundo nivel
1-8 Cuerpo mental, tercer nivel
1-9 Cuerpo astral, cuarto nivel
1-10 Patrón etérico, quinto nivel
1-11 Cuerpo celestial, sexto nivel
1-12 Patrón ketérico, séptimo nivel
1-13 Los siete niveles del campo áurico
1-14 Los siete chakras mayores y la corriente vertical de energía y fuerza
1-15 Número de vórtices de cada chakra mayor
1-16 El sistema de consciencia energético humano
CAPÍTULO 2
2-1 Línea del hara alineada
2-2 El proceso creativo claro al recorrer el CEH en pos de la manifestación física
CAPÍTULO 3
3-1 La defensa de la corriente impuesta en el CEH
3-2 Defensa pasivo-sumisa en el CEH
3-3 Defensa pasivo-agresiva en el CEH
3-4 Anatomía de un bloqueo
3-5 Bloqueo del proceso creativo
3-6a Clienta con un bloqueo en el tercer chakra
3-6b El bloqueo empieza a ascender a la CVEF
3-6c Una clienta recicla un bloqueo en su campo
3-6d El bloqueo vuelve al lugar normal de reposo con energía negativa añadida
3-7a Sanadora limpiando un bloqueo del campo de un cliente
La sanadora suministra energía al bloqueo
3-7b Sanadora limpiando un bloqueo del campo de un cliente
La sanadora suministra más energía al bloqueo; el bloqueo se desplaza a la CVEF
3-7c Sanadora limpiando un bloqueo del campo de un cliente
La sanadora integra la consciencia energética no bloqueada en los niveles superiores del CEH
3-8 La liberación de un bloqueo vista de cerca
CAPÍTULO 4
4-1 El círculo vicioso confirma una y otra vez la consciencia infantil
4-2 Anatomía de una RE/RI
4-3 Romper el círculo vicioso y zigzaguear hasta la esencia del alma
CAPÍTULO 6
6-1 Chakra
El bioplasma del SCEH zigzaguea hasta el chakra
6-2a Los sellos del chakra y la CVEF
Hay 7 sellos en la CVEF
6-2b 7 sellos del chakra aumentados
6-3a El sanador tira de la información (del dolor) de la clienta hacia su cuerpo Mal
6-3b El sanador aplica la PES a una seudocápsula para conectar con la clienta Bien
6-4 Diagrama de un campo coherente
CAPÍTULO 14
14-1 Anatomía de una cápsula temporal
14-2 Posiciones de las manos para quelación
CAPÍTULO 15
15-1 Viaje astral
El cordón plateado mantiene la conexión entre el cuerpo físico y el cuerpo astral que viaja
15-2 Circulación del CEH al morir
CAPÍTULO 17
17-1 Vínculos creados por los cordones entre quien desea nacer y la madre
17-2 Un bloqueo denso y oscuro en lo más profundo del chakra cardíaco impide concebir
17-3 Vínculos creados por los cordones relacionales entre la hija y los padres
17-4a Distorsiones de los cordones entre Donald y su madre
17-4b Alivio en los campos de Donald y su madre tras la sanación
17-5 Anatomía sana de cordones y sellos
CAPÍTULO 18
18-1a Los daños de las RAT en el sexto chakra impiden una percepción clara de la realidad
18-1b Las RAT se abren paso en los sellos del chakra
18-1c Puntos ciegos en los sellos
18-2a Pasos para sanar las RAT
Inicio de la sanación para eliminar las RAT
18-2b Pasos para sanar las RAT
Desenrollar las RAT
18-2c Pasos para sanar las RAT
Todas las generaciones sanan
Estáis con un pie
en la realidad física
y el otro en la
realidad espiritual.
Lo que hay entre ellos
es la firme base de vuestra esencia del alma.
–HEYOAN
En mi primer libro, Manos que curan: el libro guía de las curaciones espirituales, me centré primordialmente en la estructura y función de los siete primeros niveles del campo energético humano, su relación con el cuerpo humano y su uso en la sanación por imposición de manos. Manos que curan permite comprender mejor cómo y por qué funciona la sanación por imposición de manos.
En mi segundo libro, Hágase la luz, quise clarificar el proceso sanador con el que creamos nuestras vidas. Nuestro proceso de sanación recorre el sistema de consciencia energético humano (SCEH), que comprende cuatro dimensiones: el cuerpo físico, el campo energético humano, el hara y la esencia del alma.
En este tercer título, Sanación esencial: mi viaje personal y conceptos de sanación avanzada para crear la vida que anhelamos vivir, describo cómo crear la vida que anhelamos vivir aprendiendo a entender, sanar, liberar y utilizar las energías vitales creativas que surgen de la esencia del alma en el núcleo de nuestro ser. Hacerlo implica aprender a reconocer y familiarizarse con las partes más profundas de nuestro ser, incluidas la bondad interna y la oscuridad interna. Para liberar las energías creativas esenciales, debemos aprender a atender al anhelo del alma, la fuente más profunda de luz, amor y vida del interior. Esta fuente de creatividad del interior puede ser mucho más poderosa de lo que imaginamos. Aprender a aceptar su presencia, y estar con ella, nos cambiará la vida para siempre. Toda criatura viva de la Tierra, y muy probablemente del resto del cosmos, tiene una luz esencial interna, o esencia del alma, que le es única. ¡En realidad, es cada uno de nosotros!
Te invito a emprender este viaje conmigo.
Será tu viaje.
El viaje de cada uno es único y personal.
Permítete ser quien eres.
Quien eres es algo divino.
Deja que esta esencia del yo que es luz resplandezca a través de tu cuerpo, tu campo, tus cuatro dimensiones y tu vida.
Deja que brille en el universo; es infinita.
Te transportará hacia tu vida y a través de ella más allá de tu más fascinante anhelo.
Te llevará al interior de tu vida,
¡de aquélla con la que llevas soñando desde que tienes memoria!
¡Ven conmigo hasta tu yo más radiante y distinguido!
¡Aquél con el que ni siquiera soñabas!
¡Es el que llevas toda la vida anhelando!
He aquí un pedazo de mi historia para ejemplificar el camino que he recorrido y me ha llevado adonde estoy ahora. Aprender a respetar al pasado es respetar las lecciones de la vida, fueran las que fueran. Y aquí está mi breve relato.
Nací en Oklahoma, en una choza ubicada en un gran trigal. Vine al mundo con el cordón umbilical alrededor del cuello, amoratada. Ningún médico asistió al parto. Mi madre me contó que no sabían si sobreviviría, porque el nacer no produje ningún sonido. Más tarde, sin embargo, como le gustaba explicarme, «¡Empezaste a hacer un montón de ruido y desde entonces no has parado!». Naturalmente, la creí; en su ser no había lugar para la mentira.
Poco después de mi llegada, la familia se trasladó a otro estado, y luego de una casa a otra. Debíamos mudarnos más o menos cada dos años.
De pequeña, siempre estaba cuestionando toda la realidad, para fastidio de cuantos me rodeaban. Es que nunca entendía la realidad que los demás parecían tener. Todo parecía consistir en normas: qué no decir, qué no hacer, cómo no comportarse y en qué creer, aunque fuera ridículo. Tenía la impresión de que la gente nunca decía lo que pensaba o sentía realmente. Se limitaban a fingir que se sentían como en teoría debían sentirse. Yo no pensaba como los demás. Clarísimamente, no me interesaba ser como los demás… ¡ni siquiera en el instituto! Me interesaba más no ser como las otras chicas. En principio, debíamos estudiar economía doméstica; yo quería estudiar física y matemáticas. ¡Pero entonces todo el instituto me nombró reina del baile de bienvenida! Yo ya sabía que sería yo la escogida, pero no tenía ni idea de por qué, si no tenía ni novio. Aquel nombramiento exigía que invitara a un chico a venir al baile conmigo. Yo era demasiado tímida, así que acabé proponiéndoselo al jugador de fútbol al que esperaban que se lo pidiera. ¡Ni siquiera le conocía y a duras penas le había saludado alguna vez! Aceptó. No sabíamos ni qué decirnos, porque no nos conocíamos de nada. A mí me daba mucha vergüenza, porque mi madre me había hecho el vestido; todo el mundo iba con hermosos trajes de noche que les habían comprado sus padres. Me moría de ganas de que se acabara.
Como mis padres no podían pagarme la universidad, empecé a trabajar a los doce años. Cuidaba del jardín y de los hijos de los vecinos. Cuando iba al instituto seguí trabajando, sirviendo a los clientes del Howard’s A&W Root Beer Stand. Luego fui camarera y más tarde recepcionista de un bonito restaurante. A mitad de carrera, tuve que dejar la facultad un semestre para ganar dinero. Trabajaba en una fábrica de puertas desde medianoche hasta que amanecía. Con un martillo, aporreaba las grietas de la chapa de las puertas procedentes de una gran máquina cortadora. Seguramente es el peor empleo que he tenido. Cuando reuní suficiente dinero, dejé la universidad estatal y me matriculé en la Universidad de Wisconsin (UW), en Madison.
Posteriormente, en mi primer puesto de investigadora en la UW, trabajé en una embarcación científica, con la que recorría el lago Mendota, midiendo la humedad y la temperatura del aire sobre el nivel del agua. Cuando el aire sopla en el lago, absorbe el vapor del agua. El objetivo del experimento era ver el incremento de la humedad del aire al pasar por el lago.
Me licencié en Físicas por el Departamento de Física y obtuve un máster del Departamento de Meteorología de la UW. En este último, me especialicé en la física de la atmósfera superior, en lugar de aprender a predecir el tiempo. Mi proyecto de máster consistió en el diseño y la fabricación del radió-metro de infrarrojos omnidireccional que iba a bordo del satélite Tiros III, el tercer satélite que los ee. UU. pusieron en órbita. Mi director fue el doctor Verner Suomi, miembro del Consejo Científico Asesor del presidente John F. Kennedy.
Cuando acabé la universidad, mi primer empleo fue como física investigadora de la NASA en el Centro de Vuelo Espacial Goddard, cuando la NASA estaba en sus inicios. Trabajaba con los instrumentos de teleobservación que iban a bordo del satélite Nimbus 2. Los fabriqué, probé y calibré, primero en el laboratorio, antes del vuelo, y posteriormente cuando los satélites ya estaban en el espacio.
El instrumento, conocido como el radiómetro de infrarrojos de resolución media, o por sus siglas en inglés, MRIR, se desplegó en el satélite Nimbus 2. El MRIR medía la radiación desde la Tierra en cinco longitudes de onda distintas, desde las gamas visibles del espectro electromagnético hasta los rayos infrarrojos. A partir de los datos de los instrumentos con que trabajábamos, yo escribía y publicaba artículos sobre la información obtenida.
Si surgían problemas al interpretar los datos del satélite, recurríamos a un reactor Convair 990 (llamado Galileo) para comprobarlos. Yo era «investigadora principal» de las mediciones del avión del MRIR que se tomaban para examinar los datos del satélite MRIr. Volábamos a la máxima altitud posible, justo por debajo del satélite Nimbus 2, que circulaba sobre nuestras cabezas. Hicimos lo mismo con todo tipo de superficies de la tierra, como la cuenca de agua salada altamente concentrada del mar de Salton, en el sur de California; el sequísimo desierto del Salar de Atacama en Chile; las frondosas selvas del nacimiento del Amazonas, conocido como Río Negro; los casquetes polares del Ártico; la fría plataforma de hielo de Ross, en la Antártida; en tormentas en los océanos Atlántico y Pacífico, por encima de olas de distinto tamaño, y entre muchos tipos de formaciones nubosas. El propósito era siempre determinar las diferencias entre la luz reflejada y la emitida desde varias superficies terrestres, a distintas altitudes, para calibrar los efectos de la atmósfera en la radiación procedente de la Tierra. Los cálculos eran necesarios para contrastarlos con los datos satelitales. Entre expedición y expedición, trabajaba con los datos en busca de formas de corregir los datos de los satélites que la atmósfera hacía variar. Mi trabajo en el Goddard me encantaba; aún lo echo de menos.
Años más tarde, cuando todavía era investigadora del Goddard, las cosas estaban cambiando en los Estados Unidos, sobre todo en la zona de Washington D. C. donde yo vivía. El movimiento de liberación de la mujer y los disturbios raciales daban pie a grandes titulares en Washington y afectaban todo el país. Al ser física, no me había planteado lo de la emancipación femenina, pero entonces me di cuenta de que en esa época era muy poco corriente que una mujer ocupara un puesto como el mío. Hasta el punto de que durante años yo fui la única física de mi división, hasta que contrataron a Mary Tobin; entonces pasamos a ser las únicas dos científicas. Supongo que en el Goddard habría más mujeres, pero no en nuestra división.
Por aquel entonces vivía en una parte de Washington D. C. que constituía prácticamente una comunidad negra. Al haber pasado la niñez en Wisconsin y empezado a trabajar tan joven, nunca había reflexionado sobre temas raciales ni orientación sexual. No sabía de las injusticias que sufrían los negros y los gais. Algunos compañeros del Goddard eran negros. A Mary y a mí no nos suponía ningún problema alquilar un coche y recorrer, en compañía de nuestros castos colegas del trabajo, los lugares a donde nos llevaban las expediciones. Sin embargo, un día en que íbamos a despegar de una ciudad del sur del país, nuestros dos amigos se negaron a acompañarnos a las visitas.
¡Nos quedamos de piedra, sin entender por qué se habían enfadado tanto con nosotras! No sabíamos qué habíamos hecho mal. Entonces nos recordaron que eran negros y que estábamos en el sur de los Estados Unidos; era demasiado peligroso. Nos desconcertó que el mero hecho de ir en coche con nuestros compañeros fuera peligroso. Así desperté a lo que estaba pasando en el país. ¡Y me impliqué!
Me hice defensora de la igualdad de derechos. Hasta me hice miembro del movimiento por los derechos de las mujeres y me manifesté a favor de la igualdad salarial. Aunque siempre me hubieran respetado en mi profesión y cobrara lo mismo que mis compañeros de la NASa. Supe que muchas estadounidenses estaban mal remuneradas. Para mí, aquello fue todo un aldabonazo, empecé a pesar en otras cosas de la vida. Con todos los temas sociales que estaban surgiendo en el Distrito de Columbia D. C ., empecé a transformarme.
Comencé a interesarme por el espacio interior y los procesos psicológicos. A asistir a talleres de bioenergética los fines de semana. Me gustó tanto que empecé a formarme como terapeuta bioenergética en el Instituto de Síntesis Psicofísica de Washington D. C ., fundado por el doctor James Cox.
Durante dos años y a tiempo completo (40 horas a la semana), estudié psicoterapia corporal en Washington D. C ., en el Instituto de Síntesis Psicofísica. Aprendí a percibir los campos energéticos humanos (CEH). Por aquel entonces, una de las responsables de mi grupo, invidente debido a las cataratas, veía y describía con claridad el flujo de energía por los cuerpos del alumnado del grupo. Decidí observar cómo esa mujer «veía» e imitar lo que hacía. ¡Para mi sorpresa, funcionaba! Cuando aprendí a imitarla, yo también pude ver lo que ella describía. Al principio, lo que «veía» me tenía estupefacta, puesto que nunca antes había oído hablar de nada parecido.
Seguí perfeccionando mis capacidades por medio de la observación metódica del funcionamiento de mi CEH cuando recurría a la percepción extrasensorial (PES) para examinar el CEH de mis clientes. La PES no es más que un modo de recibir información mediante el uso de los sentidos con los que ya contamos por naturaleza, pero casi nadie conoce y no digamos ya que sepa utilizarlos. Así que sencillamente no desarrollan la capacidad de hacerlo. Acuñé el término percepción extrasensorial porque en esa época las palabras médium y clarividente implicaban cosas raras. Esas simples observaciones me enseñaron mucho, pero, durante años, opté por no comentar a nadie lo que veía.
Me llamaba enormemente la atención lo sistemático y lógico que era el funcionamiento del CEH. Descubrí hasta qué punto se parecían el campo energético humano y los campos energéticos terrestres naturales que medía con el MRIR en el Goddard. Sin embargo, esto era distinto: el instrumento estaba en mi propia cabeza. ¡Qué sorpresa me llevé! En algunos aspectos, hasta funcionaba como el MRIr. Así que me limité a desarrollar y afinar mi capacidad de percibir el CEH haciendo más observaciones del fenómeno con mi PES, que utilizaba para examinar el fenómeno del CEH en el interior de las personas y entre ellas. Durante mi formación como terapeuta bioenergética, contemplaba las interacciones de los CEH cuando los individuos pasaban por procesos psicológicos personales. Al convertirme en terapeuta y en responsable de grupo, seguí con la práctica de la observación. Aprendí mucho sobre los sistemas de defensas psicocorporales energéticos habituales de las personas que acaban provocándoles problemas de salud físicos.
La cantidad de información accesible por medio de la PES me dejaba boquiabierta. Los pensamientos, sentimientos y movimientos de la persona aparecían en el CEH antes de darse en el mundo físico.
Para despejar dudas sobre el funcionamiento de la PES, observaba mi propio CEH al tiempo que el de los clientes, alternando muy rápido el enfoque entre el otro y yo. Mis observaciones revelaron que estos campos bioenergéticos naturales contienen una cantidad enorme de información detallada: sobre la salud del cliente, las causas de la falta de salud, la relación entre el funcionamiento mental y emocional, la repercusión del funcionamiento del CEH en la salud física del cuerpo, y también las opciones vitales del cliente y el estilo de vida que de ellas se deriva. En Manos que curan ha- blo de todo esto.
Hágase la luz gira en torno al proceso de sanación a través de nuestras cuatro dimensiones, o SCEH: el cuerpo físico, el campo energético humano, el hara y la esencia del alma. Asimismo, explico cómo comprender las interacciones humanas desde la perspectiva de estas cuatro dimensiones. Descubrí estas cuatro dimensiones gracias a la canalización que llevaba a cabo cuando enseñaba a sanar.
Cuesta acostumbrarse a las ideas nuevas, sobre todo las que nos afectan personalmente. ¡Hay doctrinas religiosas que se utilizan para que no calen las nuevas ideas! La ciencia nos ha liberado de gran parte de los viejos modelos. La Iglesia estuvo años diciendo que la Tierra era el centro del universo. La Tierra era el reino del hombre y los reinos del cielo se encontraban en el cielo, en unas esferas cristalinas que giraban alrededor de la Tierra. El nacimiento de la ciencia, sin embargo, no fue fácil. Cuando Galileo miró más atentamente por su telescopio y vio que la Tierra no era el centro del universo, la Iglesia le tachó de hereje y le encarceló. Muchos años después, cuando Pasteur quiso impartir su teoría de los gérmenes de la enfermedad, lo ridiculizaron diciendo «¿Cómo va a matarme una cosa tan diminuta que ni tan siquiera puedo ver?». Ahora su teoría está aceptada y es bien sabida. Hemos aprendido a confiar en la ciencia.
La ciencia ha cambiado drásticamente nuestra visión de la realidad. La idea de la acción a distancia y el concepto de campo de fuerza son necesarios para explicar fenómenos naturales observables como la gravedad y el electromagnetismo. A alguien tenía que ocurrírsele, y ese alguien fueron Isaac Newton y James Clerk Maxwell. Su trabajo demostró científicamente que no hacía falta tocar algo físicamente para afectarlo.
La ciencia nos sorprende al cuestionar nuestras antiguas creencias. Ahora, al mirar el universo, vemos otros mundos posibles. ¡En Marte hay agua! ¿Hay vida? Sí, la hemos encontrado: microorganismos (no los hombrecillos verdes de nuestras fantasías). Más recientemente, con la sonda Cassini, se descubrió que en el espacio interestelar hay más agua que en la Tierra. Caray, ¡esto sí que no nos lo esperábamos! La razón de buscar agua es que está estrechamente relacionada con la vida biológica (por lo que sabemos de ella hasta ahora).
Entonces, ¿por qué no damos por hecho que la vida, incluso la vida inteligente, no es un bien escaso, sino que la hay por todas partes? Sí, tenemos que demostrarlo, pero ¿por qué partimos de la negación? ¿Por qué no decir «¡La vida tiene que manifestarse en muchas formas! ¡Seguramente hay vida en todas partes! ¡Vamos a ver si la encontramos en sus muchas formas distintas!»? Sólo es cuestión de tiempo que la ciencia encuentre vida por todo el universo. Esto no es más que el principio de la búsqueda.
Algún día, con la ayuda de la ciencia, diseñaremos instrumentos para encontrar y medir los campos de consciencia energéticos que son (en mi opinión) parte intrínseca de la vida. Ahora bien, para investigar una cosa hay que tener curiosidad por los fenómenos observados. Y luego tener algunas ideas sobre lo que se observa y lo que se busca.
Mejor aún es tener experiencias personales que desaten la curiosidad por hallar las preguntas adecuadas; así las preguntas pueden formularse a partir de las observaciones. Las preguntas llevan a más preguntas y, al final, a alguna hipótesis que comprobar. Entonces llega un momento en que se puede postular una teoría, contrastarla por medio de la experimentación y, por último, tras mucho trabajo, probarla o refutarla. Siempre hay nuevas posibilidades.
Me encantaba mi labor en la NASA y tenía en gran estima a los dedicados científicos con quienes trabajaba. Fuimos de los primeros que gozamos del privilegio de participar en esa exploración temprana.
Al adentrarnos en la década de los setenta y cambiar los tiempos, no obstante, empezó a interesarme más el espacio interior, en el que empecé a concentrarme para averiguar qué aspectos de mis adentros necesitaban sanar y desarrollarse. Llevé a cabo sesiones de proceso personal para investigar mi realidad interna, cómo se desarrollaba y en qué medida las experiencias de la infancia influían en mi experiencia de la realidad. Analicé las decisiones que había tomado en las relaciones personales y cambié las que no eran saludables para mi persona. La exploración de mi «espacio interior» me resultó tan interesante que decidí estudiarlo por los cauces oficiales, así que dimití de mi puesto de investigadora en el Goddard. En el formulario de dimisión formal tenía que explicar el motivo por el que me iba así que escribí una estrofa de una conocida canción titulada El gran mandala que hablaba de tomar el propio lugar en la rueda de la vida sin dejar pasar el momento oportuno.
Mis jefe favorito del Goddard, el doctor Bill Nordberg, originario de las remotas montañas de Austria, siempre fue alegre y bondadoso; nunca dejé de respetarle y de disfrutar trabajando con él. Tras leer mi formulario de dimisión, me llamó a su despacho y me preguntó en un tono jovial: «¡Barbara! ¿Qué es un mandala?».
¡Los dos nos reímos un buen rato!
En Washington D. C. estudié varios tipos de psicología centrada en el cuerpo, con el doctor James Cox, D. Th ., en el Institute for Psychophysical Synthesis (Instituto de Síntesis Psicofísica) — que más tarde pasaría a llamarse Center for the Whole Person (Instituto para la Persona Holística)— y allí aprendí a ejercerla. Más adelante, deseando aprender más, estudié bioenergética con el doctor John Pierrakos, M. D ., cofundador del Instituto de Análisis Bioenergético de la Ciudad de Nueva York junto con el doctor Al Lowen. Este último es el autor del famoso libro El lenguaje del cuerpo: dinámica física de la estructura del carácter, además de otras obras.
Durante esa formación empecé a ver colores y formas por todo el interior del cuerpo y a su alrededor. Mientras observaba este fenómeno «de carácter luminoso», quise saber la relación de este fenómeno novedoso (para mí) con lo que ya sabía gracias a mis investigaciones en la Universidad de Wisconsin y en el Centro de Vuelo Espacial Goddard.
Sólo más tarde descubriría que el fenómeno se abordaba en la literatura esotérica y se había convertido en algo misterioso. Lo llamaban aura, un término que nunca me ha gustado. Una «aura» de particularidad rodeaba a todos los eran capaces de percibir el aura. A mí jamás me ha parecido misteriosa; no lo es. Para mí no es más que otro fenómeno natural que, de hecho, se parece bastante a lo que yo había medido en la NASa. Con sólo una diferencia importante: este fenómeno está estrechamente vinculado a la vida y directamente relacionado con la experiencia vital. El gran problema es que, por lo que sé, nunca se ha medido bien. Creo que porque para entenderlo se requieren mediciones adicionales, como una mayor comprensión de la consciencia y de la experiencia consciente de la vida. ¿Hay algún modo de medirlo? Un estudio de estas características aunaría las ciencias de la física, la neurología, la psicología y seguramente algo nuevo que aún no conoce nadie. Hasta entonces, me las arreglaré con lo que tengo para ofrecer este maravilloso fenómeno del que podemos aprender mucho sobre nosotros y el mundo de seres vivos del que formamos parte.
A falta de equipo científico con que observar o medir el fenómeno, recurrí a mi capacidad para examinarlo con la PES. El uso de la PES me condujo a muchas más preguntas y observaciones. Lo que advertía me sorprendía una y otra vez. No era en absoluto lo que esperaba, y no tardé en aprender a desprenderme de muchas ideas preconcebidas que tenía sobre el fenómeno. Me daba apuro, vergüenza y miedo, y durante muchos años lo mantuve en secreto.
Estamos en los albores del estudio de los campos energéticos de la vida. La ciencia todavía no se ha puesto realmente manos a la obra con el tema, se ha investigado muy poco. Hasta que avance la ciencia, por lo tanto, yo me basaré en mi PES para recabar información sobre los campos energéticos de la vida y su papel fundamental en nuestras vidas personales y en la vida en sí.
Con el afán del descubrimiento, acompáñeme en esta gran exploración que acaba de arrancar. Espero que este libro le genere más curiosidad sobre los campos energéticos vitales de todo su entorno e interior. Cada día son más quienes los experimentan. ¿Por qué? Porque pueden ayudarnos a comprender muchas experiencias vitales que no pueden explicarse desde el paradigma actualmente aceptado (y limitado) sobre lo que significa estar vivo en un cuerpo físico.
Quisiera partir de la hipótesis de que nuestra vida y nuestros cuerpos físicos rebosan energía. Bueno, eso ya lo sabemos, se ha medido. En todas partes hay campos magnéticos y corrientes eléctricas que recorren el cuerpo. Sí, los más básicos son más fáciles de medir; hasta los meridianos de la acupuntura se pueden medir. Muchos de quienes los miden dan por hecho que las fluctuaciones energéticas detectadas en el cuerpo se generan únicamente en el cuerpo por el propio cuerpo. ¿Seguro que eso es todo? ¿Y si los hubiera más tenues y difíciles de medir? ¿Y si hubiera campos que procedieran del cuerpo y campos que no? ¿Y si resultara que los más sutiles fueran campos a priori (o anteriores) con respecto al cuerpo físico?
¿Por qué dar por cierto que los cuerpos energéticos no existen en absoluto, cuando los humanos llevan siglos describiendo sus experiencias y percepciones al respecto en los idiomas y formas conceptuales de sus culturas? ¿Por qué dar por cierto que no existen antes y después del cuerpo, como también han descrito muchas culturas, sin molestarse en intentar medirlos?
Cuando a Newton le cayó la manzana en la cabeza, se le ocurrió la idea de la gravedad porque vio lo que pasaba. Le entró curiosidad. Esto es lo que a mí me pasó: empecé a ver cosas, me entró curiosidad, empecé a buscar los fenómenos. Cuanto más miraba más veía, más empezaba a observar con atención. En Manos que curan, cuento cómo experimentaba los campos energéticos que rodean cuanto hay en la naturaleza —árboles, plantas, animales— y los denominé campos energéticos vitales. (A los que rodeaban a los humanos los llamé campos energéticos humanos). Así que al cabo de años de observaciones, los campos energéticos vitales se convirtieron para mí en una parte normal del mundo natural. Funcionan como parte de él, como parte muy importante. Llegará el día, tal vez en este siglo XXI, en que esto sea parte habitual de la vida moderna. Muchos pueblos nativos de todo el planeta lo saben desde hace siglos. Pronto diseñaremos los instrumentos para medirlo, como con todo lo que nos ha despertado la curiosidad.
Espero, pues, que por lo menos este libro le despierte la curiosidad.
Curiosidad
La curiosidad lleva a la observación,
que a su vez lleva a la investigación,
que a su vez lleva al descubrimiento,
que a su vez lleva a la comprensión,
¡que a su vez lleva a las aplicaciones que luego nos mejoran la vida!
Al despertárseme la curiosidad, empecé a observar los fenómenos. Me hacía muchas preguntas y exploraba este nuevo mundo de consciencia energética siempre que tenía ocasión. Con cada respuesta, daba un paso más hacia lo desconocido. Cada respuesta conducía a interrogantes más complejos que desafiaban nuestra visión actual del mundo generalmente aceptada. ¿Existen los campos energéticos? ¿Tienen que ver con el modo en que vivimos nuestra vida, con nuestro estado de salud, con nuestra muerte? ¿En qué medida? ¿Existen más allá de lo que identificamos como vida física? ¿Es o será nuestra vida? ¿Qué es el cielo desde un punto de vista más actualizado? ¿Qué es el infierno? ¿Hay un modo más apropiado de describirlos, atendiendo a cómo vemos ahora el universo, a diferencia de cuando nacieron las principales religiones actuales? ¿Hay algún modo de comprender estas cosas, más aplicable al modo en que ahora experimentamos nuestras vidas? ¿En qué medida nos ayudaría esta información a crear unas vidas más saludables y felices que tuviéramos el poder de recrear tal como las deseamos? Entonces, ¿qué es significativo para usted, querido lector? ¿Qué significa para usted la vida? ¿Qué vida anhela vivir? Este libro le cuenta cómo recrear su vida (y salud) para que sea la vida de sus sueños, por medio de la comprensión y el posterior uso de sus campos energéticos vitales que, al fin y al cabo, no son otra cosa que
¡Nosotros mismos!
SANACIÓN DE LA LUZ ESENCIAL
PRIMERA PARTE
«Cuando llega el momento del cambio, el cambio es natural. Se despliega desde el interior y nos hace más libres para recrear nuestra vida conforme a su propósito».
–BARBARA BRENNAN
CAPÍTULO 1
El amor existe antes de la vida.
El amor es el aliento de la vida antes de que se tomara el primer aliento en forma espiritual o física.
El amor es previo a la luz.
La base de vuestro ser es la nada, o la vacuidad.
El amor surge del vacío como la fuerza creativa.
–HEYOAN
Para alcanzar la sanación de la luz esencial, primero debe estudiarse el sistema de consciencia energético humano (SCEH), para conocer su estructura y el modo en que funciona. Lo describo con detalle en mis primeros dos libros, Manos que curan y Hágase la luz. Ahora lo retomaré brevemente añadiendo información nueva.
Todo empezó de pequeña, cuando vivía en una granja de Wisconsin. Pasé muchos años sin ser consciente de acceder a realidades más allá de lo físico. No me daba cuenta de que me adentraba en espacios de experiencia vital que trascendían las tres dimensiones normales del mundo físico al que estamos todos acostumbrados. Al vivir en una granja, sabía intrínsecamente de la existencia de ciclos de la vida. Estaba la siembra de cultivos estacionales, el nacimiento de las crías de los animales en primavera, la cosecha en otoño, etcétera. El mundo natural parecía fluir en infinitos ciclos de vida, cada uno de ellos único y esencial para el resto.
Jugaba a pasearme por el bosque con los ojos cerrados, tratando de «ver» o «sentir» los árboles antes de tropezarme con ellos. Me desorientaba, porque percibía los árboles mucho antes de tenerlos bien cerca. Así que concluía que no era capaz de hacerlo, que mi impaciencia me impedía mantener los ojos cerrados el tiempo suficiente para alcanzar los árboles. Siempre parecían mucho mayores de lo que eran y más cercanos de lo que estaban. No lo entendía, ¡pero seguía intentándolo!
En verano, cuando trataba de ver los árboles con los ojos cerrados, parecían grandes capas verdes de luz. En otoño, las capas enrojecían. Cuando el otoño abría paso al invierno, había mucho movimiento: el verde retrocedía, y empezaban a flotar unas nubes brillantes y vaporosas. El invierno traía una silenciosa capa transparente con un leve resplandor. Era como mirar una gota de agua, pero sin la capacidad de aumento de que está dotado este elemento debido a su densidad mayor que el aire.
En primavera, las capas que rodeaban los árboles volvían a bullir de actividad, atrayendo desde el aire que las rodeaba puntos resplandecientes de luz. Desde sus profundidades, la brillante capa transparente invernal sacaba a la superficie una luz verde, que cambiaba el color que rodeaba el árbol, de la cristalina calma hibernal al estallido verde de la paleta primaveral.
Al cabo de un tiempo me acostumbré a verlo con los ojos abiertos, dando por hecho que a todo el mundo le pasaba lo mismo, que no era exclusivamente cosa mía. Podía ver si los árboles estaban contentos o tristes (desde el punto de vista infantil), si tenían sed o hambre, si estaban enfermos o sanos.
Conocía los cuatro vientos y lo que traían a la tierra al intercalarse en las distintas épocas del año. Sentada en el bosque, me quedaba quieta y callada, a ver cuántos animales se paseaban entre mis pies. Hablaba en silencio con los animales, los tenía por mis amigos. Me gustaban en especial los sapos y las tortugas. Descubrí cómo mantener a un sapo largo rato posado en mi nariz. Nos quedábamos mirándonos a los ojos. ¿Qué se siente al ser tú?, reflexionaba yo. Ellos no respondían; se limitaban a ser…, pues sapos.
El mundo natural que me rodeaba cambiaba, evolucionaba y se reestructuraba sin parar. Yo buscaba pistas del cómo. Los cambios eran rítmicos, naturales y siempre empezaban con el movimiento de la luz y la energía que todo lo rodeaba y recorría. Luego llegaban los fenómenos físicos. Naturalmente, yo no sabía que se trataba de la luz y la energía. Sencillamente, era el flujo natural de la vida, indisociable del resto. Me daba cuenta de la existencia de esos círculos por doquier: dentro, alrededor, entre y en simbiosis con todo.
De mayor proseguí mis observaciones y descubrí que los fenómenos de la consciencia energética siempre precedían lo físico. ¡Eso es importante! Se me ocurrió que tal vez el flujo energético estructuraba la forma, pero ¿cómo lo hacía? ¿Se trataba de un tipo de energía natural que también contenía alguna clase de código o inteligencia, o incluso una especie de consciencia desconocida? En ese caso, los campos energéticos que observaba debían tener algún tipo de consciencia. Al darme cuenta de eso, surgieron más preguntas. ¿Cómo es que la mayoría de científicos no aborda esta relación íntima de la vida? ¿Por qué la consciencia suele disociarse del estudio del funcionamiento del mundo, incluyendo la anatomía y la psicología? ¿Cómo es que este supuesto tácito divisorio lleva tanto tiempo tan firmemente arraigado?1
Al cabo de muchos años de estudio de los fenómenos en principio inexplicables, empecé a caer en la cuenta de que si esos campos energéticos formaban aparentemente parte de la vida, esa experiencia vital en el mundo de la consciencia energética no tenía por qué ser idéntica a la vida en el mundo físico. Tenía que funcionar por naturaleza en un mundo de consciencia energética, y las leyes físicas que rigieran ese mundo debían de ser distintas de las que regían el mundo físico. Esa vida estaría más allá de la realidad física, pero a la vez estrechamente ligada a la realidad física.
Esas experiencias y la sabiduría que aportan nos brindan un mapa sensacional para navegar por el siglo XXI. La humanidad está dando los primeros pasos para dejar de vivir desde una visión física, psicológica y mental del yo y el mundo, y hacerlo con un mayor conocimiento de la consciencia energética, y de cómo ésta crea y condiciona nuestro mundo. Este viraje nos traslada a un vasto territorio inexplorado de la experiencia de estar vivo, o de la «viveza», como yo prefiero llamarlo. Exige dejar atrás la mayoría de nuestras ideas básicas preconcebidas sobre «cómo son las cosas».
Quisiera presentarle el sistema que he diseñado a partir de mis experiencias en los últimos cuarenta años observando el fenómeno de la consciencia energética humana. Me refiero a él como el sistema de consciencia energético humano, o por sus siglas, SCEH. En este capítulo, volveré sobre él y sobre el campo energético humano, o CEH. Es importante remarcar que, al cabo de los largos años que dediqué a observar y conocer el CEH, se hizo patente que las energías que componen este campo son, en esencia, consciencia. Y es por esta importante distinción por lo que la palabra «consciencia» se ha añadido al sistema de consciencia energético humano en todas las páginas del libro, para recordarle que la energía es consciencia.
Luego pasaré a describir cómo funciona nuestro proceso creativo a través del SCEH y su gran trascendencia en todos los aspectos de nuestra vida. Argumentaré por qué es tan importante comprender cómo funciona este proceso, para crear no sólo una salud óptima, sino también la vida que anhelamos vivir. Nunca me cansaré de insistir en la necesidad de aprender a emplear este proceso vital creativo. Nos capacita para comprender y regular nuestra creatividad y así alcanzar los objetivos vitales que nos hayamos marcado personalmente, viviendo la vida que deseamos. Una vez conscientes de la repercusión de la consciencia energética en nuestra realidad física, pueden salir a la luz grandes poderes creativos del interior al aprender nuevas formas de ser y de hacer.
Tras un repaso al SCEH, aportaré nueva información sobre éste y el CEH, algo esencial para saber cómo funcionamos en las realidades de la consciencia energética asociadas a los cuatro aspectos o dimensiones del SCEH, así como cada nivel del CEH.
La estructura del sistema de consciencia energético humano es bastante sencilla. El SCEH consta de cuatro aspectos o dimensiones principales. Se trata de la estrella esencial, el hara, el campo energético humano y el cuerpo físico. Considero estos cuatro aspectos «dimensiones» distintas de nuestro ser. A falta de un término mejor, uso la palabra «dimensiones», ya que aparecen y actúan como si existiesen en distintas dimensiones. Cada una es claramente diferente de las otras y funciona de modo distinto.
La dimensión más profunda de nuestro ser es la dimensión esencial, donde reside la estrella esencial. La dimensión de la estrella esencial es nuestra fuente de vida divina natural; es la fuente de vida de nuestro interior. El centro de la estrella esencial y su perímetro exterior que se extiende hasta el infinito son lo que yo llamo el «vacío de terciopelo negro». (Ver la figura 1-1.) El vacío de terciopelo negro rebosa vida no manifiesta. Está repleto de un poder inimaginable; es la fuente de toda manifestación. Esta vida indiscriminada existe en nuestro interior y nos rodea por todas partes. Es la base de cuanto solemos llamar vida, a todos los niveles que conocemos, incluidas estas cuatro dimensiones. Cuando lo percibo con PES, está en constante movimiento, pero quieto. Es no manifiesto, pero en él experimento más vida que en ninguna de las cuatro dimensiones de los niveles manifiestos de nuestro ser.
FIGURA 1-1. El vacío de terciopelo negro
A mi modo de ver, hay una relación entre este vacío de terciopelo negro, que rebosa vida no manifiesta, y el concepto mecánico cuántico del campo de punto cero. Como el vacío de terciopelo negro y el campo de punto cero son las fuentes de toda manifestación, yo creo que son lo mismo. El primero se entiende desde la perspectiva de la experiencia espiritual directa; el segundo, desde la de la física cuántica. En el nivel espiritual personal, recurrimos a él con la clara intención de crear vida, lo que queremos de la vida y nuestro despertar. Desde el punto de vista de la física, aspiramos a aumentar nuestra comprensión del mundo físico, desarrollar equipos que solventen nuestros problemas energéticos, medir y sanar nuestro SCEH y viajar físicamente a las estrellas.
Por medio de la meditación profunda se puede experimentar directamente el vacío de terciopelo negro del interior de la estrella esencial. La experiencia directa de esta vida ilimitada infinita es de lo más maravillosa. Se trata de la fuente que hay en nuestro interior y en el de cada célula del cuerpo, a partir de la cual construimos nuestro sistema de consciencia energético humano, nuestros cuerpos y nuestras vidas. Un punto clave del vacío de terciopelo negro es que parece reunir todas las características del «vacío» espiritual que mencionan muchos de los sabios del mundo. Se puede decir que mi uso del término sistema de consciencia energético humano (SCEH) abarca todas las manifestaciones de la vida, en el plano material y más allá. Incluiría el denominado «vacío», el nivel de consciencia en que no hay pensamientos ni yo. ¡Pero hay una trampa! La ausencia de pensamientos y del yo no excluye la experiencia de la viveza ni la de la consciencia.
El abandono de esta área central de vacuidad es la creación de luz, el confín de la creación desde la vacuidad hasta la manifestación de la luz. La luz de la estrella esencial es la primera manifestación en que se abandona la vacuidad y se accede a la individuación personal. Surge como un punto de luz brillante que irradia desde nosotros en todas direcciones.
Es pura luz, aunque no necesariamente compuesta de colores como solemos percibirlos. (Ver la figura 1-2.) Esta luz es distinta en cada criatura viva de la Tierra. Es la suma total de todo lo que hemos llegado a ser, en nuestro nivel de existencia más depurado, a través de nuestras muchas experiencias, en nuestras muchas encarnaciones durante muchos milenios. La esencia irradiada desde este lugar de nuestro interior es única. Es la esencia destilada de todos los principios superiores que hemos absorbido, digerido y aprendido, y en lo que nos hemos convertido. Es nuestra esencia divina condensada e individuada. A pesar de trascender las dimensiones, es holográfica y aparece en el centro de cada célula física del cuerpo, en el núcleo de la célula y en el ADn. La estrella esencial es lo contrario de un agujero negro. ¡Emana vida manifiesta!
FIGURA 1-2. La estrella esencial
Ésta es la descripción que hace Heyoan de la relación entre el vacío de terciopelo negro y la esencia del alma:
No hay desconexión entre el vacío de la esencia del alma y el resto de cosas de vuestra vida.
La emergencia de la fuerza de vuestra vida y sus manifestaciones proceden de esta profunda vacuidad aparente.
Encontraréis este profundo vacío de terciopelo negro en el centro de cada célula, en el núcleo de cada célula, en el ADN, siempre rodeado por la explosión de supernova de la esencia del alma.