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"El cuento no es mas ni menos arte que la novela". Esta era la premisa a partir de la cual Clarin, la mas importante figura del naturalismo español, se enfrentaba a un genero en el que iba a descollar. La precision de los mecanismos narrativos, la fluidez de un relato aparentemente sencillo, la limpie za de estilo, convierten los cuentos de Clarin en verdaderas joyas, que renuncian al efecto facil de lo llamativo.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Leopoldo Alas«Clarín»
«Tamayo»
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«Cavilaciones»
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«El nudo gordiano» (Sellés)
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«Mar sin orillas» (Echegaray)
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«La familia de León Roch» (Pérez Gal-
dós)
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«El Niño de la Bola» (Alarcón)
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«El buey suelto...» (Pereda)
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«Marianela» ( Pérez Galdós)
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«Prólogo»
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«Justicia de enero» (6 enero 1893)
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«Sátura» (Introducción)
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«Bizantinismo»
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«La educación del rey»
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«La coleta nacional»
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«Palique del palique»
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«Colón y compañía»
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«Ramos Carrión»
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«Vital Aza»
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«Fabié, académico»
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«Camus»
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Lecturas: «La Terre» (Zola)
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«Nubes de estío» (novela de D. José M. de Pereda)
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«Otro académico»
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Revista literaria (enero de 1.890): La crítica y la poesía en España
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«Realidad», novela en cinco jornadas, por don Benito Pérez Galdós
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«Un libro de Taboada»
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«Los grafómanos»
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«Carta a un sobrino, disuadiéndole de tomar la profesión de crítico»
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«Valera»
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«Las Revoluciones» (canto)
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«Sotileza»
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«El cisne de Vilamorta» (novela por doña Emilia Pardo Bazán)
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«Mariano Cavia»
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«Madrileña»
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«Numa Roumestan», de Alfonso Daudet
Es casi seguro que si Tamayo va por la calle con cualquier amigo, y a quien no le conoce se le dice «aquél es Tamayo», nuestro hombre cree que Tamayo es el otro.
Porque Tamayo es el mortal que menos trazas tiene de ser quien es. No porque sea feo, ni bajo, ni contrahecho, ni enclenque, ni canijo; no tiene nada de particular; pero por eso mismo no parece Tamayo, porque no tiene nada de particular. Parece cualquier cosa menos un gran poeta. Si no conociéndole se os dice «ése es Modesto Fernández y González», lo creéis sin vacilar. Podría ser CosGayón; hasta el ministro de Marina. Hay otros grandes hombres en cuya figura, por insignificante que parezca, llega a ver la imaginación, amiga de ver visiones, algo que revela al genio. Castelar se parece a un célebre director del Tesoro, pero tiene unos ojos que le delatan; Echegaray tiene mucho de astrólogo, y si no un gran trágico, parece un profundo soñador; Cañete parece una culebra y un poco la gitana de El trovador; en fin, todos revelan por algún rasgo o gesto algo de lo que son; Tamayo tiene una fisonomía sor-domuda. Por de pronto, le falta la mirada. No es ciego, pero debe ser muy corto de vista; aquellos gruesos cristales de sus gafas de oro parecen los de un acuario; detrás de ellos mira un pez asustado; allí hay dos ojos azules redondos, muy abiertos, inmóviles, sin expresión; toda la gloria de Un drama nuevo no habrá bastado para hacerlos mirar como miran los ojos humanos. Aquel rostro es una máscara, pero no la de la comedia, porque no se ríe; ni la de Melpómene, porque no expresa el terror. El grande espíritu de este hombre no tiene relaciones con los nervios moto-res de su cuerpo; es un pensamiento que no está servido por órganos.
Los que no le tratamos, aguardamos para verle la ocasión de un estreno o de la resurrección de un drama clásico; suele ir a las butacas con su señora y acompañarla hasta en los entreactos; si Núñez de Arce o algún otro amigo se acerca a hablarle, oye con leves señales de atención, pero apenas contesta; a lo menos de lejos no se le ve mover los labios. Si la obra le gusta, allá él, y si no, lo mismo, porque no se le conoce. Sin esperar el fin de fiesta, sale del teatro, y el vulgo no le vuelve a ver hasta otra solemnidad por el estilo. En mi vida le he visto en el Ateneo, ni en el salón de conferencias, ni en las redacciones, ni en las oficinas de los literatos.
Verdad es que yo le he conocido ya en el retraimiento. Dicen que trabaja mucho en la Academia para bien del diccionario y de la gramática. Y añaden que está muy ocupado en ser neo. Lo que no hace es lo que debiera hacer (al fin español), dramas. ¿Qué significa su silencio? No puede ser, como era el de Hartzenbusch, la prudente reserva del anciano, que no pide al ingenio que venza leyes necesarias de la vida; Tamayo parece joven todavía, debe sentirse con todo el vigor de sus facultades. ¿Sentirá el hastío de la gloria?
¿Despreciará los triunfos a la luz del gas que ciertos poetas juzgan indignos de su sacerdocio? Algunos dicen que Tamayo tiene escrú-
pulos ultramontanos parecidos a los escrúpulos jansenistas de Racine. Este permaneció apartado de las tablas muchos años, y allá, al fin de su carrera, volvió a ellas para cantar los dramas bíblicos Esther y Atalía. ¿Nos prepara Tamayo la sorpresa de algún drama religioso? Los que se tienen por mejor enterados explican su retraimiento de este modo:
Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!
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