Sujetos en estado límite - Manuel Álvarez - E-Book

Sujetos en estado límite E-Book

Manuel Álvarez

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Beschreibung

Seminario Internacional de Psicopatología y Psicoanálisis El abordaje de esa forma del malestar y sufrimiento subjetivo —frecuente en los dispositivos de la salud mental pública y privada— caracterizada como estado límite, fronterizo o borderline, es un claro ejemplo del interés por discernir, desde distintos ángulos, algo que vaya más allá de los intrincados debates especulativos y nos centre en el saber hacer de la práctica clínica diaria. Interés que surge, por un lado, de la importancia que tiene el seguir elaborando e investigando lo que la clínica de los límites, de la repetición, del vacío, puede decirnos acerca de lo humano y, por otro, de la relevancia clínica, institucional, académica —y también política— que tiene abrir el camino a un abordaje que, orientado por el psicoanálisis y la psicopatología, responda a la singularidad de estos casos, frente a los cuales la psiquiatría actual, comandada por sus manuales, se encuentra con lo inclasificable y genera categorías inespecifícas que no consideran la experiencia subjetiva. Proyecto Alteridades constituye, desde 2018, un espacio de atención clínica investigación y transmisión que reúne a profesionales y estudiantes en torno a una perspectiva psicopatológica que considera la presencia de lo inconsciente en la vida humana. A través de distintas instancias, tales como la práctica clínica pública y privada, seminarios, jornadas, etc., se propone profundizar y transmitir los fundamentos históricos y contemporáneos del quehacer clínico. Participan: Manuel Álvarez José Luis Barría Rodrigo Bilbao Ingrid Figueiredo Felipe Granifo Emilio Vaschetto

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SUJETOS EN ESTADO LÍMITE

Seminario Internacionalde psicopatología y psicoanálisis

Proyecto Alteridades

Manuel ÁlvarezyLuilly Gómez(comps.)

Prólogo Kepa Matilla

Participan

Manuel Álvarez - José Luis BarríaRodrigo Bilbao - Ingrid FigueiredoFelipe Granifo - Emilio Vaschetto

SEMINARIOS

Créditos

Colección Seminarios

Título original

Sujetos en estado límite

© Manuel Álvarez y Luilly Gómez (comps.)

© De esta edición: Pensódromo SL, 2022

Diseño de cubierta:Esta obra se publica bajo el sello de Xoroi Edicions.

Editor: Henry Odell

e–mail: [email protected]

ISBN print: 978-84-124098-0-2

ISBN ebook: 978-84-126321-4-9

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Índice

Proyecto AlteridadesPalabras previasAgradecimientosPrólogoKepa MatillaEl sujeto en los límites de la clasificaciónRodrigo BilbaoAlgunas piezas sueltas sobre las psicosis ordinariasFelipe GranifoPersonalidad y afectividad al límiteJosé Luis BarríaEl sujeto en el límite: lo que el psicoanálisis tiene para decir sobre el trastorno límite de la personalidadIngrid FIgueiredoOscilaciones de la transferencia en la clínica de los casos límiteManuel ÁlvarezNadar en el vacíoEmilio VaschettoReseña de autores

Proyecto Alteridades

El concepto «alteridad», que etimológicamente proviene del término latín alteritas, compuesta en su raíz por el vocablo alter,remite y subraya la presencia del Otro en la vida de cada individuo. Desde nuestro nacimiento «somos otros». Otro nos antecede, nos constituye, nos sostiene, nos construye. Los seres humanos tenemos la característica de habitar el lenguaje, por tanto, nuestras vidas están inscritas en el mundo de las palabras y sus resonancias donde los otros participan como huellas sonoras y marcas mnémicas, conforman vidas de acuerdo con el campo de los significantes y sus sonidos, que impactan y se imprimen según la contingencia y el azar de cada singularidad.

El Proyecto Alteridades reúne a un equipo que considera el uso de esta noción como inspiración y que desarrolla un trabajo en torno a la clínica y la psicopatología. Asumimos una posición clínica que se sostiene sobre la importancia que tiene para una vida la relación al Otro. Jacques Lacan proponía que «el inconsciente es el discurso del Otro», con lo cual queremos subrayar que la hipótesis misma del inconsciente ya considera la presencia de ese tesoro de significantes que da consistencia a nuestras vidas, y que, en su funcionamiento, generalmente cuando insiste y toca la puerta, nos lleva a preguntarnos por lo no sabido que nos habita.

Sostenemos una clínica orientada por el pensamiento psicoanalítico de Sigmund Freud y el trabajo realizado por la psiquiatría clásica. El campo de las psicosis y los estados límite son parte importante de nuestras investigaciones y tratamientos; casos donde el Otro no tiene la misma consistencia ni el mismo lugar que en las neurosis, a las que también atendemos y damos un lugar relevante. Tal como sabemos, con frecuencia el psicótico no puede dar cuenta de su alteridad, de su división subjetiva, y por ello su malestar y su angustia serán también diferentes. Del mismo modo, el espectro de lo límite, limítrofe, borderline, fronterizo, que ha convocado los trabajos de este seminario y del libro que tenemos en las manos, se articula en base a una forma particular de estar en el mundo y de relación con el Otro.

Desde el año 2018, el Proyecto Alteridades constituye un espacio de atención clínica e investigación que reúne a profesionales y estudiantes con el objetivo del estudio, la intervención y la transmisión de una perspectiva psicopatológica que considera la presencia de lo inconsciente en la vida humana. A través de distintas instancias, tales como la práctica clínica pública y privada, seminarios de estudios clínicos, jornadas, reuniones de análisis de casos, cátedras universitarias, grupos de estudios, supervisiones clínicas, entrevistas y publicaciones, nos proponemos profundizar y transmitir los fundamentos históricos y contemporáneos del quehacer clínico. Tenemos nuestra sede y Centro de Atención Psicoanalítica en la ciudad de La Serena, Chile, pero también trabajamos por medio de plataformas virtuales con estudiantes, profesionales, psicoanalistas, psiquiatras y clínicos de distintas partes del mundo.

Nuestro trabajo se basa en un deseo de saber acerca de los diversos modos que adopta el psiquismo para hacer frente a las vicisitudes de la vida en las sociedades capitalistas caracterizadas por la deshumanización y la precarización de los lazos sociales. Este deseo nos moviliza hacia una rigurosa y constante revisión crítica de los saberes psi, como también a considerar una clínica centrada en el caso por caso, es decir, atendiendo al modo de vivir de cada paciente. En este sentido postulamos que, tanto la práctica como las teorías que sostienen nuestro trabajo toman un lugar central para construir y sostener una clínica que permita abordar e intentar interpretar el malestar en la cultura al que asistimos en la época actual y que se presenta de una manera inédita e irrepetible en cada persona.

Equipo Proyecto AlteridadesNoviembre de 2021

Palabras previas

Realizar un Seminario de Psicopatología y Psicoanálisis puede llevarnos a diversos rincones de la práctica y la historia de clínica. Sin duda, son sumamente variados los puntos y contrapuntos que se pueden poner en juego, algunos más ligados a ciertos desarrollos teóricos o históricos, otros, a una práctica clínica propiamente tal. En este encuentro de tres meses (octubre a diciembre del 2020), que hemos llevado a cabo como Proyecto Alteridades, con colegas de Brasil, Argentina, España y Chile, nos hemos enfocado en abordar cierta forma del malestar y sufrimiento subjetivo ineludible, con el que nos hemos encontrado a lo largo de nuestro trabajo en unidades de psiquiatría, consultorios, hospitales de día, hospitales psiquiátricos y consultas privadas.

Hemos intentado dar cuenta de nuestra presencia frente al encuentro fallido con lo real de nuestros pacientes, que nuestro oficio, de psicoanalistas y/o psiquiatras, nos ha supuesto. En este sentido, y en función de una labor de construcción, me queda la impresión de que el movimiento dialéctico entre la teoría y la práctica, y no su disociación iatrogénica, ha inspirado las reflexiones y conversaciones que se han llevado a cabo en este trabajo y que han quedado inscritas en este libro.

Con relación al interés particular de abordar el malestar propio de los Sujetos en estado límite, diría que surge, por una parte, de la importancia que tiene el seguir elaborando e investigando lo que la clínica de los límites, de la repetición, del vacío, puede decirnos acerca de lo humano. Y por otra, de la relevancia clínica, institucional, académica y diría que también política, que tiene el ir abriéndole camino a un abordaje, que, orientado por el psicoanálisis y la historia de la psicopatología, no responde a los modos de intervención que clásicamente hemos considerado para las neurosis, ni tampoco establece una clara y definida ligazón con el campo de las psicosis francas. De este modo, lo que circula por las páginas de este libro, es más bien una pregunta: si acaso los sujetos borderline, fronterizos, responden a otras lógicas de constitución subjetiva y por tanto que requieren ser tratados, en su singularidad, según un saber hacer sostenido sobre otras coordenadas.

Como proyecto, creemos que este seminario internacional permitió un espacio de encuentro con pasajes nuevos y relevantes para la senda de conceptualización acerca de lo límite en la clínica. Con una importante participación con preguntas y cuestionamientos, tanto de los más jóvenes que se inician en esta labor, como de quienes llevamos más tiempo frente a las interrogantes que conlleva el inédito encuentro al que somos convocados día a día.

Manuel Álvarez La Serena, noviembre de 2021

Agradecimientos

Al momento de agradecer, tanto por la realización del seminario como por la publicación de este libro, no podemos dejar de mencionar en primer término a quienes han expuesto su trabajo y que, desinteresada y rigurosamente, han colaborado en el desarrollo de estas reflexiones: Rodrigo Bilbao, Felipe Granifo, José Luis Barría, Ingrid Figueiredo, Manuel Álvarez y Emilio Vaschetto.

Al Programa Trastornos de Personalidad y al Servicio de Psiquiatría del Hospital de Ovalle de Chile, en especial a Pamela Henríquez por su colaboración en la organización del Seminario. También a la Unidad de Salud Mental del Hospital de Marchigüe de Chile, por su compromiso con una salud mental pública orientada psicoanalíticamente.

 Del mismo modo, a la agrupación de La Otra Psiquiatría, por su labor dedicada a los pacientes con psicopatologías severas, y en especial a Kepa Matilla por su sumarse a este proyecto prologando este trabajo.

Agradecemos a todos quienes participaron y permitieron hacer de este seminario un lugar fructífero para seguir avanzando en la clínica psicoanalítica en instituciones públicas.

Agradecemos a Susana Ramas Charfolé por su colaboración como intérprete.

Igualmente agradecemos a quienes colaboraron en la elaboración de este libro, en especial a Valentina Fierro Hayden e Ignacio Araya Ledezma.

Finalmente, y de manera especial, a todos los pacientes que han permitido que podamos ir construyendo y transmitiendo orientaciones clínicas para el abordaje de estos modos de malestar en la cultura.

Luilly Gómez Marchigüe, noviembre de 2021

Prólogo

La psicopatología siempre ha estado en un movimiento continuo, tratando de cernir el malestar subjetivo dando vueltas sobre sí misma y nunca llegando a capturar del todo el objeto de su práctica. De esta manera, el alienismo trató de establecer un orden en el campo de la locura retomando el saber clásico de la Antigüedad, donde esta no era lo opuesto a la razón, sino otra cosa que la razón. La antigua melancolía, la melancolía clásica, la melancolía previa al estallido psicológico de la era del afecto, la melancolía como delirio parcial, vertebraba la clínica mental siendo el paradigma de la locura. Dentro del estrecho marco de la medicina, durante el siglo XIX, se intentó vestir el saber clásico sobre la locura con los atuendos de la enfermedad, dando lugar a las quiméricas enfermedades mentales. Sin duda, dicha empresa quedó dinamitada a principios del siglo XX, con la demolición del gran edificio kraepeliniano. El modelo se agotó en el momento más álgido y de mayor profundidad de conocimiento y, simplemente, comenzó a ser sustituido por otro. La psicopatología se presentaba como una alternativa más que aceptable, incluso para quienes decidían rechazar el psicoanálisis. Cosa curiosa puesto que fue Freud quien dio forma a la psicopatología, mientras que Bleuler extendió de manera deshilvanada, confusa y totalitaria este modelo, dando lugar a la ramificación infinita de una visión esquizofrénica de la patología mental. Simple y latente se convirtieron en los términos que, a pesar de su indefinición o imposibilidad de delimitación concreta, acabarían convirtiéndose en el modelo para esquizofrenizar o psicotizar lo que no se entiende, lo raro, lo extraño, lo ajeno, y, contingentemente, darían lugar a un nuevo modo de segregación.

Esta óptica bleuleriana, esta visión esquizofrénica del ser, se extendió como árbol frondoso en Francia. Su influencia se advierte, de manera inequívoca, en la escuela de Sainte-Anne durante la segunda y tercera década del siglo XX, con Claude y Minkowski como referencias. Esta escuela dio lugar a figuras reconocidas que influirán decisivamente en el campo de la psiquiatría y el psicoanálisis. La concepción de la esquizofrenia de Minkowski, forjada con vivacidad en el puñado de semanas que pasó en el Burghözli, será la idea que los franceses tengan de la esquizofrenia bleuleriana, si bien, resultan claras las diferencias entre una y otra. No obstante, tanto en una como en otra, la amplitud de la entidad resulta desproporcionada, desmedida y muy exagerada. La visión bleuleriana desembarcó en el otro lado del atlántico vía Adolf Meyer, se ve la influencia en el clásico artículo de Hoch y Polatin, uno de los últimos que aún mantiene ese punto de vista. Henri Ey, uno de los grandes alumnos de Claude, lo cita con prestancia.

De esta manera, vemos asomar en el grupo de Claude un nutrido número de términos con el prefijo «esquizo»: el grupo de lasesquizoses, lo esquizoide, la esquizomanía, la esquizofrenia diferenciada de la demencia precoz, así como la esquizotimia y laesquizonoia. Se iniciaba un encuadre estructural basado, como decimos, en lo simple y lo latente, que permitía: diagnosticar esquizofrenia en ausencia de síntomas clásicos; pensar el pasado del esquizofrénico como esquizofrénico sin síntomas; y seguir viéndolo como esquizofrénico, aunque se hubiera curado. Es decir, hacer de lo esquizo una condición ineludible del ser. Marcar al sujeto con un estigma indeleble. Es la concepción psicopatológica la que permite y posibilita el punto de vista estructural de la patología de la mente, pero tiende a viciarse moviendo las balizas de las lindes que separan la neurosis de la psicosis, acorralando la primera y propagando la segunda, dando lugar, en este caso, a un universo esquizo. Algo parecido ocurre cuando se ha intentado teorizar sobre las formas menores de la locura, psicosis latente, psicosis blanca, psicosis ordinaria, etc., se trata de modelos teóricos que adolecen de la misma problemática, son esclavos de la misma concepción psicopatológica, con los consecuentes peligros de extensión desmedida y marca imborrable.

El término borderline es heredero directo de esta concepción psicopatológica, pero, en pocos años, fue deshaciéndose cada vez más de esta herencia conceptual, al punto que resulta grotesco tratar de seguir haciendo pasar lo borderline por el molinillo del binomio neurosis/psicosis. Estamos ante una concepción psicopatológica diferente. De hecho, se suele decir que en la IPA se dejó de hablar de la psicosis y que ya no se diagnosticaban neurosis clásicas, o que ya no se encontraban pacientes clásicos para ser analizados por los candidatos a analistas. El modelo ha cambiado y las cosas se entienden de diferente modo, esto ha modificado la práctica y la manera de relacionarse con los pacientes, lo cual transforma, a su vez, la manera de presentación de estos y, de nuevo, la forma de entenderlos.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, el panorama de la salud mental cambia considerablemente. Se democratiza el acceso a los tratamientos psicoterapéuticos y psicoanalíticos. Las personas que pueblan las salas de espera son muy diferentes a los que se tumbaban en el diván de los primeros psicoanalistas. Recuerdan más bien a los que accedían a los tratamientos psicoanalíticos gratuitos de las policlínicas de Berlín y Viena. El tratamiento cambia en consecuencia. Hay una línea que se puede trazar entre Ferenczi, Winnicott y Kohut. Como hemos dicho, esto hace ver a los analizantes de otra manera. Por otraparte, se produce un revival biomédico de la mano de los autoproclamados neokraepelinianos a finales de los años setenta del siglo XX, dando lugar a la segunda gran revolución de la psiquiatría contemporánea, el DSM-III, obra de auténtico extremismo que, como es lógico en la historia de la humanidad, recibe su contrapartida de la mano de la antipsiquiatría.

Por lo que parece, gracias a ese movimiento irrefrenable de la psicopatología al que aludíamos, tenemos en la actualidad la lógica de los trastornos mentales que describen cuestiones superficiales intrascendentes, carentes de cualquier consistencia en lo que atañe al ser y a la problemática real del sujeto. En realidad, dan lo que prometen, el DSM-III fue creado para que la industria farmacéutica y las aseguradoras pudieran disponer de criterios simples y ramplones para realizar sus mediciones. Eso no tiene nada que ver con la vida de las personas. Por otro lado, tenemos el imperio de lo borderline y de la patología narcisista, las neurosis modernas o neurosis ordinarias. Se ha llegado a decir que el 90 %> de los pacientes que acuden a las consultas privadas de los psicoanalistas en la actualidad son patologías narcisistas (estados límites). O, peor aún, que, si se revisan los casos de Estudios sobre la histeria, probablemente hablaríamos de psicosis ordinarias. Son estos claros ejemplos de todo lo que ha cambiado la teoría, son concepciones diferentes. La otra opción es creer en las enfermedades mentales, en que estas existen en la naturaleza.

Quizás sea necesario estudiar las múltiples formas de entender el sufrimiento psíquico, conocer los cientos de escuelas, los cientos de sistemas, tener discusiones interminables sobre diagnósticos y clasificaciones, salir un poco de la cueva en la que se está con el propio grupo o escuela. Porque al final, la sensación que queda es que todo se deshace en el dominio de la invención, es decir, diferentes formas de nombrar el malestar, cuando, en realidad, lo que la gente necesita es sacarla adelante. Por ejemplo, no se puede tener tanta especificidad teórica y que las personas sigan sobremedicadas. Nuestros sistemas teóricos fracasan cuando aplastan al sujeto y sigue tan presente la idea de la enfermedad, no solo desde un ámbito biomédico, sino también desde una óptica estructural y un enfoque de la personalidad trastornada. Lejos queda aún el adagio de llevar al loco a una facultad de filosofía antes que a una de medicina.

Los capítulos que componen este libro, fruto de las intervenciones organizadas en el seminario sobre Sujetos en estado límite por el Proyecto Alteridades de los colegas de Chile, son un claro ejemplo del interés por discernir, desde distintos ángulos, algo que vaya más allá de los intrincados debates especulativos y nos centre en el saber hacer de la práctica clínica diaria.

Kepa Matilla Madrid, noviembre de 2021

El sujeto en los límites de la clasificación1

Rodrigo Bilbao

He titulado esta presentación «El sujeto en los límites de la clasificación», porque creo que esta es una de las aristas centrales para pensar y desarrollar el tema de lo borderline. Cuando hablamos de lo borderline, estamos describiendo ciertos cuadros de manifestación compleja. Desde el punto de vista descriptivo son un tipo de pacientes policonsultantes, polisintomáticos, de aquellos que saturan profesionalmente y que son muy difíciles de tratar. Presentan distintos tipos de somatizaciones, estados depresivos difusos, episodios psicóticos breves, mucha impulsividad, uso de tóxicos para poder calmar la angustia. Padecen una sensación crónica de vacío y angustia que se describe como, flotante, e inestabilidad yoica. Esta serie de fenómenos comprenden, en forma global lo que se ha descrito como los pacientes borderline.

Cuando se busca situar la comprensión de los estados límite en el debate en torno a la posmodernidad, se podría entender que es una novedad, que es incluso una nueva patología, lo que es cierto solo en parte y veremos porqué. Si dirigimos la mirada hacia la psiquiatría desde una visión histórica, nos daremos cuenta de que siempre han estado presentes estos movimientos del pensamiento de ubicar formas intermedias o mixtas en los bordes de las distinciones psicopatológicas, que empiezan a surgir cuando se separa el mundo de la locura» y de la cordura.

Para contextualizar el problema podemos apuntar que, en un inicio, el fenómeno borderline surge como concepto desde el psicoanálisis anglosajón entre las décadas de 1940 y 1950, asentándose en la década de 1970. Un hito importante y relevante para la consolidación de esta noción lo encontramos a partir de su inclusión en el DSM-III en 1980. Pero si contextualizamos este hito e indagamos en la historia de la psiquiatría, nos encontramos con un problema no tan nuevo, que está presente desde hace años al interior de la nosografía psiquiátrica y psicopatológica. Si la locura se asocia históricamente a los desviados a aquella entidad que escapa a la razón, que divide lo normal de lo patológico, esta dicotomía entre cuerdo/loco, fue rápidamente relativizada con una serie de fenómenos mixtos o intermedios.

Si construimos una línea de tiempo, para este debate conceptual, podemos localizar cinco momentos del problema de lo límite:

El primer momento, podemos ubicarlo en los comienzos de la psiquiatría, en la división sano/loco que propone Pinel, en el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, la cual se va diluyendo rápidamente, con la aparición de este campo intermedio, mencionado anteriormente, y que resolvía las propias inconsistencias que surgían con esta división tan radical y forzada. De esta época surgen los conceptos: locura razonante y locura lúcida, que tempranamente intentan combinar esta división. Lo clave de este momento, es que nos muestra que ya hay una inquietud en la historia de la psiquiatría sobre estos puntos intermedios.El segundo momento, es en el inicio de la psiquiatría que conocemos como clásica y el punto clave que nos sirve para comprenderla es la aparición del primer compendio de psiquiatría en su sexta edición, de Kraepelin, en 1899. Este hito para la psiquiatría marca un orden y un campo clasificatorio que impregnará toda la división hasta el día de hoy. Pero dentro de las 14categorías que Kraepelin distingue, deja una categoría que considera de casos raros y otra de personalidades psicopáticas;es decir deja algo que no le calzaba claramente y podríamos decir que ambas nociones son la antesala de los trastornos de personalidad, en tanto estaban destinadas a alojar fenómenos que no eran los habituales que intentaban describirse en la psiquiatría clásica en general y Kraepelin en particular.El tercer momento para entender el problema de lo borderline se da en el inicio del psicoanálisis clásico, porque el concepto de límite surge con propiedad al interior del psicoanálisis; fue forjado por los psicoanalistas, aunque hoy esté apropiado por todo el campo de la salud mental (psiquiatría, clasificaciones, etcétera). Surge por dificultades en el tratamiento de las locuras tradicionales; con ciertos casos de pacientes que no calzaban y no se acomodaban con el tratamiento clásico. Tenemos ya entonces, en 1938, a Stern, que hablaba de ciertos cuadros que no calzaban con la división de esa época de neurosis o psicosis; y ya entre 1953 y 1954 Robert Knight «denuncia» una entidad nueva para el psicoanálisis, que, para él, colindaba entre la neurosis y la psicosis, dándole al término límite por primera vez un lugar estable en el lenguaje de la salud mental. Esta concepción de lo límite capta todo el interés del psicoanálisis clásico, tanto es así que se lleva —hasta el día de hoy— toda la preocupación epistémica. Para algunos autores, el último trabajo sobre psicosis y que marcó un hito en el psicoanálisis es el trabajo de Rosenfeld en 1966, considerando que después de eso el psicoanálisis clásico no trabajó más lapsicosis y desde ahí empezó a trabajar más en el trastorno borderline. Evidentemente el hito en ese punto —y del que hablaremos más adelante— es el concepto de «organización borderline de la personalidad» de Otto Kernberg, comenzado1967 su proyecto sobre este término. Después tenemos otros autores, como por ejemplo en 1971 a Kohut con el análisis delself y otros trabajos: pero reitero que en el psicoanálisis clásico el concepto borderline se solidifica en la década de 1960 y1970 con Kernberg.El cuarto momento, y que viene a la par de la consolidación de la organización borderline de la personalidad que ofrece Kernberg y la psiquiatría dinámica norteamericana, es el DSM-III. Manual que en 1980, por primera vez, da un sustento a losborderline porque aloja en el fondo de su clasificación un diagnóstico que es el representativo de este cuadro, el trastorno límite de la personalidad; antes este diagnóstico no existía, sí existían otros de personalidad, pero el límite surge como la guinda de la torta, siendo lo más representativo.El quinto momento, a mi entender, son las comprensiones lacanianas de lo borderline, propuestas y conceptos algo tardíos que llegan al problema, concretamente recién a finales de la década de 1990. en distintos lugares y en distintas escuelas lacanianas surgen propuestas para entender el campo de lo borderline, con algunas diferencias: es muy distinto a la cnceptualización norteamericana, utiliza conceptos de lacan, como la topología de nudos —propuesta del final de sus enseñanzas—. Aunque lo particular de la propuesta lacaniana es que no piensan a lo borderline desde figuras combinadas o mixtas como lo establece Kernberg, en el sentido de los borderline como una mixtura entre lo neurótico y lo psicótico.