2,99 €
Superchería» no son tan solo relatos ejemplares de sus hondas querencias intelectuales y artísticas, son también" conquistas razonables" de su estatuto de escritor en el fin de siglo.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 2017
de
Leopoldo Alas Clarín
Nicolás Serrano, un filósofo de treinta inviernos, víctima de la bilis y de los nervios, viajaba por consejo de la Medicina, representada en un doctor cansado de discutir con su enfermo. No estaba el médico seguro de que sanara Nicolás viajando; pero sí de verse libre, con tal receta, de un cliente que todo lo ponía en tela de juicio, y no quería reconocer otros males y peligros propios que aquellos de que tenía él clara conciencia. En fin, viajó Serrano, lo vio todo sin verlo, y regresaba a Es-paña, después de tres años de correr mundo, preocupado con los mismos problemas metafísicos y psicológicos y con idénticas aprensiones nerviosas. Era rico; no necesitaba traba-jar para comer, y aunque tenía el proyecto, ya muy antiguo en él, de dejarlo todo para los pobres y coger su cruz, esperaba, para poner en planta su propósito, tener la convicción absoluta, científica, es decir, una, universal y evidente, de que semejante rasgo de abnega-ción estaba conforme con la justicia, y era lo que le tocaba hacer. Pero esta convicción no acababa de llegar; dependía de todo un sistema; suponía multitud de verdades evidentes, metafísicas, físicas, antropológicas, socio-lógicas, religiosas y morales, averiguadas previamente; de modo que mientras no resol-viera tantas dudas y dificultades continuaba siendo rico, desocupado, pero con poca resignación. Para él, las dudas y los dolores de cabeza y estómago, y aun de vientre, ya ve-nían a ser, una misma cosa; ya veces había, sobre todo a la hora de dormirse, en que no sabía si su dolor era jaqueca o una cuestión psicofísica atravesada en el cerebro. No era pedante ni miraba la Filosofía desde el punto de vista de la cátedra o de las letras de molde, sino con el interés que un buen creyente atiende a su salvación o un comerciante a sus negocios. Así que, a pesar de ser tan filósofo, casi nadie lo sabía en el mundo, fuera de él y su médico, a quien había tenido que confesar aquella preocupación dominante para poder entenderse ambos. Volvía a España en el ex-preso de París.