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Hace poco más de 130 años, apareció en Londres la primera edición de "Flatland: A Romance in Many Dimensions" (traducida aquí como "Tierraplana: Una novela en varias dimensiones"), la cual, aunque su verdadero autor es Edwin Abbott Abbott, estaba firmada con el pseudónimo A. Square (traducido aquí como Aal Cuadrado). Desde 1884 hasta la fecha, esta breve novela ha causado gran entusiasmo en un grupo sumamente diverso de lectores, debido a su ingeniosa combinación de elementos sociales, matemáticos y humanos. Además de ser el pseudónimo del autor, Aal Cuadrado es el nombre del narrador de esta historia. Como su nombre lo indica, es un cuadrado, y vive en un mundo de dimensión dos, un plano para ser exactos. En la primera de las dos partes de "Tierraplana", se describe este mundo, llevando al lector a imaginarse la experiencia de vivir en tan sólo dos dimensiones y, a la vez, a comprender una sociedad con una muy particular estructura social. En el fondo, esta primera parte es una sátira de la Inglaterra victoriana. En la segunda parte, Aal Cuadrado recibe la visita de un misterioso extraño (quien resulta ser una esfera que vive en dimensión tres) y, guiado por él, emprende un viaje hacia otras dimensiones. En ella, de nuevo parece haber un doble propósito: aprendemos a entender, de manera visual y por analogía, el concepto de "otras dimensiones"; pero también reflexionamos acerca de nuestra actitud ante lo desconocido. Bonilla Artigas Editores publica esta nueva traducción al español de "Flatland" con un doble propósito: conmemorar los primeros 130 años de vida de este maravilloso texto, así como presentar orgullosamente nuestra Colección Textopías.
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Tierraplana: Una novela en varias dimensiones
Primera edición: 2016
© Elsa Puente Vázquez, por la traducción
© Salvador Puente de la Torre, por las ilustraciones
Coedición: Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V. / Secretaría de Cultura
D.R. © 2016, Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V.
Cerro Tres Marías número 354
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D.R. © 2016, Secretaría de Cultura
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Col. Cuauhtémoc
C.P. 06500, Ciudad de México
www.cultura.gob.mx
ISBN: 978-607-8450-56-5, Bonilla Artigas Editores
ISBN: 978-607-745-434-2, Secretaría de Cultura
ISBN edición ePub: 978-607-8450-69-5
Responsables en los procesos editoriales: Bonilla Artigas Editores
Cuidado de la edición: Elsa Puente Vázquez
Diseño editorial: Saúl Marcos Castillejos
Diseño de portada: Teresita Rodríguez Love
Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.
Hecho en México
Contenido
Nota de la Traductora
Presentación
Prefacio a la Segunda Edición Revisada Por el Editor
Parte IEste Mundo
§1. Sobre la Naturaleza de Tierraplana
§2. Sobre el Clima y las Casas en Tierraplana
§3. Acerca de los Habitantes de Tierraplana
§4. Acerca de las Mujeres
§5. De Nuestros Métodos para Reconocernos mutuamente
§6. Sobre el Reconocimiento por medio de la Vista
§7. Acerca de las Figuras Irregulares
§8. Sobre la Antigua Práctica de la Pintura
§9. Sobre el Proyecto de Ley del Color Universal
§10. Sobre la Supresión de la Sedición Cromática
§11. Acerca de nuestros Sacerdotes
§12. Sobre la Doctrina de nuestros Sacerdotes
Parte II Otros Mundos
§13. De una Visión que tuve de Tierralínea
§14. De cómo intenté en vano describir la naturaleza de Tierraplana
§15. Acerca de un Extraño proveniente de Tierraespacio
§16. De cómo el Extraño se esforzó en vano para revelarme con palabras los misterios de Tierraespacio
§17. De cómo la Esfera, habiendo intentado en vano con las palabras, se remitió a los hechos
§18. De cómo llegué a Tierraespacio, y lo que vi ahí
§19. De cómo, aunque la Esfera me mostró otros misterios de Tierraespacio, yo aún ansiaba más; y de lo que esto suscitó
§20. De cómo la Esfera me alentó en una Visión
§21. De cómo intenté enseñar a mi Nieto la Teoría de las Tres Dimensiones, y del éxito obtenido
§22. De cómo intenté entonces difundir la Teoría de las Tres Dimensiones por otros medios, y del resultado
Bibliografía
Nota biográfica
“¡Oh caramba, cuán frenéticamente encuadro mi discurso!” 1
Nota de la Traductora
La primera edición de Flatland: A Romance of Many Dimensions, escrita por Edwin Abbott Abbott, fue publicada por Seeley and Company en Londres en noviembre de 1884, bajo el pseudónimo de A. Square. La segunda edición revisada de esta obra apareció, ya con Abbott como autor, en diciembre de 1884, también publicada en Londres por Seeley and Company. Edwin Abbott Abbott falleció en 1926. Por los artículos 7, 8 y 18 (2) del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, en su versión del 28 de septiembre de 1979, la segunda edición revisada de Flatland es una obra literaria que pertenece al dominio público en México. La presente traducción está basada en dicha segunda edición revisada. Hemos respetado al máximo posible el estilo de Abbott, con el objetivo de que el lector crea que es Abbott mismo quien escribe. Por ejemplo, hemos preservado la mayúscula inicial en ciertos nombres sustantivos (Líneas Rectas,Triángulos, Cuadrados, Pentágonos, Hexágonos, Círculos, etc.) para enfatizar que nos referimos a los personajes que habitan y dan vida a esta admirable novela, para recordar que no se trata únicamente de objetos geométricos inanimados. Asimismo, pretendemos inducir en el lector una sensación de encontrarse de viaje en el pasado, por lo que hemos recurrido de modo intencional a ciertos vocablos y frases, mexicanos y españoles, que ahora podrían parecer arcaicos, pero que en 1884 eran de uso común.
Presentación2
Hace un poco más de 130 años, en 1884, apareció en Londres la primera edición de Flatland (traducida aquí como Tierraplana) firmada con el pseudónimo A. Square (traducido aquí como Aal Cuadrado). Esta historia, especial por su ingeniosa combinación de elementos sociales, matemáticos y humanos, está narrada por Aal Cuadrado quien, como su nombre lo indica, es un cuadrado. Su mundo, Tierraplana, es de únicamente dos dimensiones, un plano para ser exactos. Fue hasta la reedición de 1926 que se agregó el nombre del verdadero autor: Edwin Abbott Abbott.
Cuando se publicó Flatland, Abbott tenía 46 años y su vida había transcurrido en la Inglaterra gobernada por la reina Victoria. Así que no resulta demasiado sorprendente que la primera de las dos partes de esta novela sea una sátira sobre la sociedad de esa época. Al inicio, Aal Cuadrado describe su mundo, los seres que lo habitan, su historia y costumbres. Los habitantes son figuras geométricas: polígonos, círculos y líneas. Si la imagen que esto evoca es la de un pizarrón con triángulos, cuadrados, hexágonos, círculos y líneas moviéndose por todos lados, esta es una imagen correcta en tres sentidos: uno de ellos atañe al mundo imaginario que se describe, el otro al autor mismo y el último al estado de ánimo de nuestro narrador.
Desde fuera, Tierraplana se vería como aquel pizarrón que imaginamos. Si nos preguntamos cómo se vería desde dentro, Aal Cuadrado describe la manera en la que estos personajes se ven unos a otros, la forma en la que diseñan sus casas y otros detalles de la vida cotidiana.
Frente a este pizarrón, imaginemos ahora a un profesor. Abbott estudió latín y griego en la Universidad de Cambridge, pero la mayor parte de su vida profesional la dedicó a la enseñanza. Fue director de una escuela y se preocupó por ampliar el espectro de temas que en ella se estudiaban para incluir literatura inglesa, ciencias y matemáticas. Su interés por la obra de William Shakespeare dejó huella en Tierraplana en forma de algunas referencias, las cuales no son esenciales para disfrutar del libro, pero en esta traducción se indica, siempre que aparece alguna de ellas, de dónde proviene.
Por último, la geometría euclidiana en el plano evoca una sensación de permanencia y verdad absoluta. Y, efectivamente, en ese estado de tranquilidad se encontraba Aal Cuadrado en esta primera parte, antes de que todo se descompusiera.
“Un momento”, me dirán, “¿y la parte de sátira?”. Los hombres son polígonos, es decir, tienen dimensión dos. Las mujeres son líneas y, por tanto, de dimensión uno. Entre los hombres, el número de simetrías determina la clase social (la cual, en consecuencia, está fija desde el nacimiento y convenientemente se puede reconocer a partir de características físicas). En esta jerarquía, los círculos están ubicados sobre todos los demás. Para los polígonos regulares, el número de lados define su posición social: entre más lados tengan, mejor es su posición. Los triángulos isósceles se encuentran en el límite de lo aceptable. Todas las figuras geométricas irregulares son inaceptables. Los argumentos absurdos que, con toda seriedad, Aal Cuadrado presenta para defender este orden de las cosas, así como sus actitudes y temores, tienen su contraparte en la Inglaterra victoriana. Nuestro personaje presenta sus opiniones con tanta seguridad que algunos lectores se confundieron, no percibieron la ironía y pensaron que estas eran las opiniones del propio Abbott. No es así. Él siempre estuvo interesado en la igualdad de educación para las mujeres y participó en crear oportunidades para lograrla; mantenía correspondencia con mujeres intelectuales y, según Rosemary Jann (ver [5] en la bibliografía de esta edición), fue criticado por “incitar a los pobres en contra de los ricos” en uno de sus sermones (Abbott pertenecía a la Iglesia Anglicana).
En la segunda parte de esta novela, Aal Cuadrado recibe la visita de un misterioso extraño (quien resulta ser una esfera que vive en dimensión tres) y, guiado por él, emprende un viaje hacia otras dimensiones. En el camino, se explica cómo se pueden entender dimensiones más altas de manera visual y por analogía. Si bien en la época de Abbott la idea de dimensiones más altas era común entre matemáticos, el reto era explicar este concepto a todo el público. Hay que tomar en cuenta que esto tiene lugar unos años antes de que Einstein publicara ambas Teorías de la Relatividad (la especial y la general). Aún ahora, que el desarrollo de la física y otras ciencias ha convertido el concepto de dimensiones altas en algo común, hay quien dice: “Sí, todo eso está muy bien, pero ¿cómo me imagino la cuarta dimensión?”. Para lograr esto, la lectura de la presente novela resulta iluminadora. Y divertida. Por ejemplo, imaginemos a un ser de dimensión dos, digamos Aal Cuadrado. Su “afuera” (lo que los otros personajes en su mundo pueden ver y tocar) es el perímetro del cuadrado. Su “adentro” (donde estarían, por ejemplo, sus intestinos), se localiza en el interior del cuadrado. Nosotros, desde arriba del plano, podríamos ver y tocar su interior sin necesidad de abrirlo. De la misma manera, alguien en dimensión cuatro podría ver y tocar nuestras entrañas sin alterar en lo más mínimo nuestro exterior.
Cuando, en sueños, Aal Cuadrado visita los mundos de dimensión cero y uno, nota lo absurdo que resultan sus monarcas al creer que su limitado mundo es todo el universo, y también observa que interpretan su realidad de manera que se justifique su arrogancia. A su vez, cuando visita la tercera dimensión, se da cuenta de que los círculos en Tierraplana hacen lo mismo. Finalmente, cuando le sugiere a la esfera la existencia de una cuarta dimensión y ésta enfurece, queda claro que existe un cierto patrón que se repite. Inevitablemente, uno mira a su alrededor y se pregunta: ¿nosotros hacemos lo mismo?, ¿de qué manera?
En aquella época, hubiera sido extremadamente difícil ocupar una posición dentro del sistema educativo, como la que tenía Abbott, sin ser diácono de la Iglesia Anglicana, de manera que no resulta sorprendente que haya escrito abundantemente sobre teología. Así, es posible que las siguientes palabras, que aparecen en su Prólogo a la Segunda Edición Revisada de Flatland describiendo al lector ideal, además de reflejar una actitud ante el conocimiento o la vida en general, puedan leerse en el contexto de un debate religioso:
aquellos habitantes de Tierraespacio de mentalidad moderada y modesta quienes –al hablar sobre aquello que posee la más alta importancia, pero que se encuentra más allá de la experiencia– se rehúsen a decir por una parte, “Esto no puede suceder jamás”, y por la otra, “Esto debe ser necesaria y precisamente así, y nosotros sabemos todo al respecto”.
A lo largo de los años, Flatland ha servido de inspiración a un gran número de personas. En ciertos casos, como motivación para meditar sobre alguno de los aspectos del libro o para investigar más sobre la época de su autor; en otros, como punto de partida para escribir una novela sobre la cuarta dimensión o sobre geometría no euclidiana. Para mí, resulta sorprendente que un libro tan delgado pueda provocar tal cantidad de pensamiento y de imaginación. En más de un sentido, Tierraplana tiene muchas dimensiones.
Margareta Boege
A
Los Habitantes del ESPACIO EN GENERAL,
Y a H. C.3EN PARTICULAR,
Esta Obra está Dedicada
Por un Humilde Nativo de Tierraplana
Con la Esperanza de que,
Así como él fue Iniciado en los Misterios
De TRES Dimensiones,
Habiendo sido previamente versado
En SÓLO DOS,
También los Ciudadanos de aquella Región Celestial
Puedan aspirar cada vez más alto
A los Secretos deCUATRO, CINCO, O, QUIZÁ, SEISDimensiones,
Contribuyendo de este modo
A la Expansión de LA IMAGINACIÓN,
Y al posible Progreso
De ese excelente y poco común Talento que es la MODESTIA,
Entre las Razas Superiores
De la HUMANIDAD SÓLIDA
Prefacio a la Segunda Edición Revisada Por el Editor4
Si mi pobrecito amigo de Tierraplana retuviera la vivacidad mental de la que gozaba cuando comenzó a redactar estas Memorias, yo no me encontraría ahora en la necesidad de substituirlo al escribir este Prefacio, en el cual es su deseo, primeramente, agradecer a sus lectores y críticos en Tierraespacio, cuyo reconocimiento ha, con inesperada celeridad, requerido de una segunda edición de su obra; en segundo lugar, ofrecer sus disculpas por ciertos desaciertos y errores de imprenta (de los cuales, no obstante, él no es enteramente responsable); y, en tercer lugar, explicar uno o dos malentendidos. Pero él ya no es el Cuadrado que alguna vez fue. Años de encarcelamiento, y la todavía más pesada carga de la incredulidad y burla general, se han combinado con el deterioro natural de una avanzada edad para desvanecer de su mente varios de los pensamientos e ideas, y también la mayor parte de la terminología, que adquirió durante su corta estancia en Tierraespacio. En consecuencia, él me ha solicitado que replique a su nombre a dos objeciones específicas, una de naturaleza intelectual, la otra moral.
La primera objeción consiste en que, un habitante de Tierraplana, al observar una Línea, observa algo que debe aparecer tanto grueso como largo a la vista (de otro modo no sería visible, si no poseyera algún grosor); y consecuentemente está obligado (se arguye) a reconocer que sus paisanos no son sólo largos y anchos, sino que también (aunque, indudablemente, en pequeño grado) gruesos o altos. Esta objeción es admisible, y, para los habitantes de Tierraespacio, casi irresistible, de modo que, lo confieso, cuando la escuché por primera vez, no supe qué responder. Pero la respuesta de mi pobre y viejo amigo me parece completamente satisfactoria.
“Admito,’’ dijo él –cuando le mencioné esta objeción– “admito la veracidad de los hechos expuestos por su crítico, pero rechazo sus conclusiones. Es cierto que en realidad tenemos en Tierraplana una Tercera Dimensión no reconocida llamada ‘altura’, precisamente como también es cierto que en realidad ustedes en Tierraespacio tienen una Cuarta Dimensión no reconocida, la cual no cuenta con un nombre hasta el momento, pero a la que llamaré ‘extra-altura’. Pero somos tan incapaces de cognocer nuestra ‘altura’ como ustedes su ‘extra-altura’. Inclusive yo –que he estado en Tierraespacio, y que he tenido el privilegio de comprender durante 24 horas el significado de ‘altura’– inclusive yo soy incapaz de comprenderlo ahora, o de percibirlo por medio del sentido de la vista o por cualquier procedimiento de la razón; sólo puedo asimilarlo por medio de la fe.