Tu despertar cuántico - Diana Cadena - E-Book

Tu despertar cuántico E-Book

Diana Cadena

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Beschreibung

Tu despertar cuántico es una invitación para generar un profundo despertar de consciencia y activar tu semilla estelar; la cual sus autores han desarrollado durante el camino de evolución de sus almas, y vivencias, que les ha permitido canalizar la frecuencia de la Activación Cuántica, esa que permite el despertar de la semilla que todos llevamos dentro y donde reside nuestro yo más auténtico. Es así como esta historia busca acercar al lector a sus guías y maestros espirituales, para revolucionar sus vidas, a través de vivencias, meditaciones, preguntas, ejercicios, mandalas y otras técnicas, donde cada quien encontrará el portal que lo llevará a alcanzar el próximo nivel en su desarrollo espiritual.

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© 2023, Alex Neira

© 2023, Diana Cadena

© 2023, Sin Fronteras Grupo Editorial

ISBN:978-628-7667-16-7

Coordinador editorial:

Mauricio Duque Molano.

Edición:

Juana Restrepo.

Diseño y diagramación:

Paula Andrea Gutiérrez R.

Impreso en Colombia, octubre de 2023

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (impresión, fotocopia, etc.), sin el permiso previo del editor.

Sin Fronteras Grupo Editorial apoya la protección del copyright.

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Contenido

Introducción

Capítulo ICreciendo sin identidad

Mi reencuentro con Diana en este plano

Mi primer encuentro consciente con Dios

Un nuevo punto de inflexión

Capítulo IILa llegada de nuestro hijo Tomas

Capítulo IIINuestro encuentro estelar

Capítulo IVTodo en el orden divino

Comprendiendo con mi mente lo que estaba pasando

Pidiendo señales

Capítulo V¿De dónde venían?

Capítulo VIJesús me lleva a comprender la multidimensionalidad

Recalibrando el campo electromagnético

Percepciones que nuestra mente cataloga como “negativas”

Trascendiendo la desconexión y el miedo

Activando el campo cuántico

Capítulo VIICampo físico cuántico

Campo emocional cuántico

Campo mental cuántico

Ondas cerebrales

Capítulo VIIILa llegada de nuestro hijo Mateo

Capítulo IXCampo espiritual cuántico

Maestría cuántica

Capítulo XActivación de las glándulas espirituales

El orden divino y la quinta dimensión

El campo cuántico y la manifestación

Recalibraciones energéticas

Capítulo XIExperiencias del despertar estelar

Epílogo

Glosario

Introducción

Uno de los grandes propósitos de esta vida es recordar quiénes realmente somos, aprender a reconocer y recordar nuestra grandeza. Para esto todos traemos en lo profundo de nuestro ser nuestra semilla estelar, la cual porta información de nuestro hogar, nuestro origen, nuestros talentos, nuestros aprendizajes y, por supuesto, de nuestro propósito de vida.

Somos polvo de estrellas, nuestro origen de alma es de otro espacio, de otro tiempo; en nuestro ADN está almacenada toda nuestra historia y en nuestra memoria estelar está almacenada toda nuestra esencia y grandeza, somos semillas que brotamos y germinamos de las estrellas.

Somos uno con el todo y eso nos hace partícipes directos de la historia de la vida del presente y del futuro, cada elección que tomamos, o dejamos de tomar, influye directamente en nosotros y en nuestro entorno: somos energía que se encarna en un cuerpo físico para vivir esta maravillosa experiencia en este mágico planeta, en esta hermosa dimensión.

Y esta semilla estelar que somos es necesario cuidarla, protegerla, honrarla y nutrirla, con el fin de que crezca empoderada y sana, que brille con luz propia y así cumpla su propósito de vida, para poder inspirar la evolución de la humanidad y activar e irradiar toda su esencia y sabiduría en el aquí y en el ahora.

Somos seres únicos y especiales que vinimos a mostrar nuevas formas de vivir, de crecer, de ser, de construir, de relacionarnos con todo lo que nos rodea, desde la honra, el amor y la compasión, reconociendo la divinidad presente en todos y en todo, entendiendo que en este mundo hay un lugar sagrado para cada ser (humanos, animales, plantas, cristales, piedras, todo lo que conforma nuestro planeta Tierra) y que ninguno es más importante que el otro, donde no hay que competir porque somos parte de un universo ilimitado y abundante, donde solo hay que Ser para vivir en plenitud y donde cada uno es fundamental para el equilibrio y la vida planetaria.

Como almas elegimos nacer en este mundo, en este presente; y en el momento de hacer esta elección éramos absolutamente conscientes de que íbamos a ser diferentes a la mayor parte de nuestro entorno, que teníamos una misión completamente clara en ese momento, que se empezaría a desvanecer a medida que fuéramos creciendo. Que íbamos a ser faroles de luz para la humanidad, aunque no comprendiéramos muchas situaciones, y que en muchos casos no nos iban a entender, que seguramente íbamos a ser juzgados por no encajar; pero, aun así, decidimos nacer, y empezar esta maravillosa travesía, para apoyar el proceso de evolución de la humanidad.

Al momento de nacer tenemos en nuestra mente recuerdos importantes, memorias de quiénes somos, de quiénes nos acompañan y guían y a medida que vamos creciendo, que vamos teniendo diferentes experiencias, a medida que nuestro subconsciente se va programando con información de nuestro entorno, de la forma que nos van educando: nuestro colegio, nuestra cultura, nuestra religión, van imponiendo en nuestra memoria mental y memoria celular, diferente información que empieza a modificar nuestro ser humano, nuestra encarnación, pero nuestra esencia sigue intacta en el interior.

Aún vivimos en un entorno que está acostumbrado a no reflejar la realidad, nos han enseñado que el ser sensibles o bondadosos es sinónimo de debilidad; por lo cual empezamos a esconder, a enmascarar nuestra magia, nuestra sensibilidad (esa capacidad innata de sentir todas las emociones: tristeza, miedo, felicidad, gozo, frustración e incluso la energía de todo lo que nos rodea, a veces sintiendo que algunos entornos no nos gustan, sin saber exactamente por qué, de forma más profunda), empezamos a mostrar facetas donde realmente no expresamos nuestra esencia, para sentirnos más fuertes y menos vulnerables.

Comenzamos a adoptar comportamientos que nos permiten encajar en el entorno, a entrar en estados de supervivencia que hacen que se esconda nuestra verdadera esencia.

Sin embargo, en el momento perfecto, nuestra alma nos orienta para empezar a recordar quiénes realmente somos, a activar nuestra semilla estelar. En algunos casos esto pasa después de fuertes movimientos en nuestra vida (la pérdida de un ser querido, una enfermedad, una separación, una pérdida económica o de trabajo, entre otras situaciones). En otros casos, la activación de la semilla estelar se da a través de procesos de sanación o de crecimiento espiritual. Pero, sin importar cuál es el origen, todos, al debido momento, empezamos el profundo proceso de recordar realmente quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro propósito para poder crear una vida plena, abundante y próspera.

Es importante tener presente que nosotros hemos elegido cada uno de los aspectos de nuestra vida presente, escogimos a nuestros padres, a nuestro cuerpo físico, a nuestro entorno, a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros jefes y líderes, a nuestras enfermedades y a cada situación o relación transitada, con el único objetivo de evolucionar, de recordar y de trascender nuestra conciencia mental para poder actuar e irradiar en todo lo que nos rodea, y esto es nuestra conciencia álmica.

Desde que nosotros, Diana y Alex, empezamos en este camino, hemos transitado diferentes procesos de sanación, hemos recordado que no estamos solos, que estamos más que acompañados en el universo, de ángeles, maestros y seres estelares de esta y otras dimensiones, que siempre han estado a nuestro lado guiándonos y acompañándonos.

Y cuando decimos guiándonos y acompañándonos es a todos sin excepción y tan solo depende de nuestras elecciones decidir de qué forma evolucionar en esta experiencia en la Tierra.

Cuando encarnamos en esta experiencia en la Tierra entendemos que somos seres ilimitados, que tenemos dones especiales, pero toda esta información va desapareciendo en la medida en que vamos creciendo y nuestra energía se va distorsionando con la energía del entorno.

Y como lo hemos manifestado, y lo seguiremos diciendo, la evolución no es solo para algunos: todo llega en el momento perfecto, el despertar de esa semilla estelar llega a cada persona y a cada ser en el momento justo, en el momento perfecto, y este es el tuyo.

Esta evolución trasciende culturas, religiones, ideologías porque es nuestra energía la que está hablando, es nuestra energía la que está evolucionando, es la energía la que se está enriqueciendo con todas las experiencias vividas en este plano de conciencia. No importa cuál ha sido tu camino o tus sistemas de creencias, tu semilla estelar te está hablando para que sigas siendo cada día más tú, para que cada día irradies más tu esencia y así vivas con mayor paz y plenitud.

Hemos vivido profundos procesos donde hemos aprendido a reconocer a nuestros grandes maestros, a quienes siempre les agradeceremos las vivencias vividas, porque gracias a ellos hemos recordado realmente quiénes somos, lo que podemos lograr; hemos recordado cuál es nuestro propósito de vida y nos hemos permitido crear un camino donde nos dedicamos a generar bienestar a todas las personas que conocemos.

Activar nuestra semilla estelar ha sido uno de los procesos más maravillosos y que más bendiciones nos han entregado a nuestra vida y la de nuestra familia, porque nos ha permitido reconectarnos con la energía y la conciencia cósmica, con el universo donde todo es infinito, con el campo cuántico, con nuestro hogar y con el verdadero propósito de haber nacido en este mundo, en este presente. Además, nos han entregado valiosas respuestas a profundos cuestionamientos que habíamos tenido, ¿por qué somos tan diferentes y la gran mayoría de veces no encajamos? ¿Siempre estamos acompañados? ¿Por qué es tan difícil expresar lo que sentimos? ¿Por qué dudamos en seguir el llamado del corazón? ¿Por qué nos cuesta entender que todo está en orden? ¿Por qué no disfrutamos el hoy? ¿Por qué nos enfermamos?, entre otros cuestionamientos.

A medida que avanzamos por este camino, cada día somos sorprendidos nuevamente, con nuevas herramientas, con nueva información, con nuevas respuestas, que nos permiten comprender y avanzar en este proceso de evolución de nuestro maravilloso planeta, de nuestra madre Tierra, gozándonos cada paso que damos y anclando con mayor conciencia, en el aquí y el ahora, nuestra verdadera esencia.

Y hoy todos hemos sentido y visto la poderosa ascensión vibracional que estamos viviendo como humanidad, un proceso colectivo que se aceleró desde inicios del 2020, donde mundialmente iniciamos un proceso que nos llevó a una especie de retiro espiritual, a recuperar nuestro poder y a volver a establecer o fortalecer el diálogo con nosotros mismos, para dejar de sobrevivir (modo de vida que muchos llevan en modo automático cimentando sus elecciones desde el miedo), para volver a vivir, eligiendo nuestro presente desde el gozo, la plenitud y el amor.

El planeta está entrando en la quinta dimensión vibracional, y que ha llegado la era de Acuario, donde cada uno de nosotros tiene la opción de elegir trascender la tercera dimensión, donde cimentamos nuestro presente desde el miedo, la dualidad, la carencia y limitamos la expresión de nuestra esencia; para empezar a vivir desde la quinta dimensión.

La quinta dimensión es en la que comprendemos que somos parte del todo, que somos uno con el universo, donde somos cocreadores de nuestra realidad irradiando toda nuestra luz y sabiduría, donde comprendemos que todo está en el orden perfecto encontrando el para qué de cada elección, cuya única finalidad es la expansión de nuestro ser; donde actuamos con plena certeza, siguiendo la guía del corazón, disfrutando plenamente el mejor regalo del universo, el presente; donde honramos y agradecemos cada elección pasada, la cual de forma perfecta vivimos para crecer y donde sabemos, al ser cocreadores de nuestra realidad, que el futuro es el reflejo del hoy. Un estado vibracional donde no hay control y la única finalidad es nutrir y reconocer mi yo soy, el cual se manifiesta en cada una de las creaciones de mi presente. Es un cambio total de vida, es dejar de crear afuera, para empezar a crear desde el interior la realidad plena que merecemos.

Tu despertar cuántico, activa tu semilla estelar, abre tu conciencia, sánate y vive en plenitud, es una invitación maravillosa que te queremos hacer al compartirte nuestras experiencias, las de las personas que han vivido con nosotros este camino y la poderosa herramienta de activación cuántica que nos fue entregada, para que tú mismo puedas recordar y activar tu semilla estelar, entendiendo y reconociendo la verdadera grandeza de tu ser, el verdadero propósito de estar acá y el papel fundamental que tienes y has tenido para la evolución de nuestra madre Tierra.

Solo permítete fluir sin expectativas, permítete vivir esta maravillosa experiencia, que te llevará tan lejos como estés listo para ir, ¡déjate sorprender!

Nota:

Te queremos invitar a que te prepares para empezar o avanzar en la activación de tu semilla estelar a medida que vayas leyendo este libro. Es importante que tu mente comprenda que vas a vivir diferentes procesos, tus emociones, tus pensamientos, tu cuerpo físico y todo tu ser van a tener movimientos, por esto es muy importante que estés muy hidratado y dispuesto a transitar los movimientos que vas a vivir.

Al final te dejamos un glosario con distintos temas para que los conozcas más a fondo o resuelvas dudas de los que te resulten aún desconocidos.

¿Listo para empezar? Te invitamos a que tomes siete respiraciones muy profundas, y a medida que inhales el aire con tu intención te prepares para recibir lo nuevo, y a medida que exhales te permitas soltar todas las interferencias a la plenitud que mereces.

Capítulo ICreciendo sin identidad

Yo soy Alex Neira, crecí en un hogar de clase media, en un hogar lleno de amor, pero con aprendizajes también muy profundos, con las limitaciones económicas normales de este medio, con unos padres muy amorosos, un padre muy trabajador y una madre también trabajadora, pero que dejó el trabajo tan pronto llegaron los hijos y se dedicó al hogar; en un entorno muy variable, con situaciones que me llevaron a vivir momentos de dolor, miedo, culpa, sobreprotección; un hogar cimentado en la religión católica, con valores definidos y cimientos claros del pecado; era común transitar situaciones en las que debíamos ocultar emociones “desagradables” para nuestra mente, un entorno donde se categorizaban emociones buenas y malas y debíamos estar “felices”. Para muchos era normal que las emociones no fueran expresadas, por lo que existía incomprensión mental, donde no se desarrollaba debidamente la inteligencia emocional. Todo aprendido de un entorno marcado en patrones de esfuerzo y sacrificio, en el cual lo fundamental estaba cimentado en instintos de supervivencia, patrones aprendidos por muchas generaciones y procesos de vida.

De pequeño no lograba tener una identidad clara, había muchos espacios donde me sentía vulnerable, siempre bajo la sombra de mi hermana mayor, quien me llevaba casi dos años, y tenía un carácter muy definido y determinado, no se intimidaba con el machismo de la época y siempre se daba su lugar, sin pensar en las consecuencias que esto podría traer. Una mujer admirable, cuestionadora y soñadora.

Mientras yo era muy soñador, con una sensibilidad elevada y siempre evitando el conflicto, lo cual me llevaba a no estar presente y a actuar complaciendo, sin expresar mi verdadero sentir.

En la medida en que iba creciendo hacía lo posible por encajar, tratando de encontrar mi identidad, pero realmente era muy difícil; al sentirme vulnerable buscaba grupos fuertes para sentirme apoyado, protegido, enmascaraba mi “vulnerabilidad” aparentando fortaleza, pero mal encausada, todo esto para sentirme más fuerte de lo que creía que era.

Me faltaba seguridad para relacionarme y esto generó que empezara a sentirme cada día más tímido: sentía incapacidad de mostrar mis sentimientos, me costaba siquiera acercarme a las niñas que me gustaban.

Estas situaciones me generaban un peso muy profundo, y cada vez más empecé a sentir un llamado interior de hacer un cambio radical en mi vida, de salir de esa burbuja donde me sentía sobreprotegido, solo, vulnerable, sin identidad.

En Colombia, mi país de origen, cuando uno se gradúa de bachiller existe la posibilidad de prestar servicio militar, el cual dura un año. Todos los graduados participamos en un sorteo en el cual los “favorecidos” no prestan servicio; sin embargo, y aunque en el sorteo no había salido favorecido, decidí por voluntad propia unirme a las Fuerzas Armadas, esperando que, en ese año, lejos de mi casa y del entorno conocido, encontrara la fortaleza que sentía me faltaba.

Los dos primeros meses fueron muy difíciles, lejos del hogar de mis padres, de su protección; sentía miedo, ansiedad, frustración, vulnerabilidad y muchas veces pensé que no iba a poder, pero cada día que pasaba me daba cuenta de que sí había podido y empecé con este transitar a encontrar un poder interior que hasta el momento pensaba no tenía.

Esta fue una gran experiencia de vida, fue un punto de inflexión en mi camino, gané gran fuerza emocional, mental y física. Era el momento de decidir qué estudiar para mi carrera profesional, desde el sentir quería ser médico, pues ya la sanación me estaba haciendo un fuerte llamado, pero desde la mente veía que los médicos no tenían los ingresos económicos que yo esperaba. Adicional a esto mis padres no tenían los recursos económicos suficientes, ya que era una carrera muy costosa y larga, dentro de mi mente no valía la pena tanto desgaste; por lo tanto, mi elección fue completamente mental; mi papá había sido empleado en empresas de telecomunicaciones, luego vi cómo este sector estaba creciendo y si uno era profesional, entregaba gran estabilidad económica, y queriendo cambiar limitaciones que vi en mi niñez, elegí estudiar Ingeniería Electrónica, carrera que en su momento estaba en furor y con el apoyo incondicional de mis padres logré culminarla felizmente.

Posterior a esto, realicé posgrados y maestrías, mi carrera laboral como ingeniero fue exitosa, empecé a ascender rápidamente en las empresas hasta ocupar cargos directivos, pero realmente no encontraba la felicidad o la paz. Por el contrario, eran cada vez más mis visitas, por cuestiones médicas, a las clínicas, debido a estados profundos de estrés, que ya estaban repercutiendo en mi cuerpo físico.

Uno de los procesos más profundos que viví fue mi separación de mi primera esposa, a mis treinta y cinco años. Llevábamos siete años casados y con una visión muy religiosa de que el matrimonio era para toda la vida. Adicional a esto, de esta relación tenía un hermoso hijo pequeño, Andrés, quien hizo que el dolor de la separación fuera mucho más profundo, un verdadero aprendizaje.

El dolor fue completamente intenso, llegaron momentos muy difíciles de depresión y ansiedad con pensamientos de ya no querer estar más en la Tierra, se me empezaron a derrumbar todas las creencias, lo cual no era nada fácil para mí, al haber sido educado a la sombra de la religión católica.

¡Era muy difícil para mí estar separado de mi hijo, sentir que crecía lejos de mí, perderme muchas de sus primeras veces, perderme el verlo crecer!

Después de mi separación, fueron tres años en los que empecé a vivir solo, realmente conmigo mismo, todo un reto para alguien que nunca lo había hecho; para no sentirme solo, o reconocerme en mi soledad como un ser autosuficiente, empecé a vivir cada vez más espacios rodeado de licor y de mujeres, cuyo único objetivo era olvidar el dolor que había ocasionado mi separación; esta etapa me permitió vivir experiencias que nunca había vivido, aunque no era una forma válida para mi mente, ya que me estaba alejando de mi verdadero propósito. Hoy entiendo que fue parte vital para reencontrarme conmigo.

Cuando empecé a sentir que nada de lo que hacía tenía sentido, que el vacío interior era muy grande, me empecé a cuestionar todo, y ahí fue donde realmente empecé a vivir.

Comencé a hacer cosas que nunca hacía, a romper conscientemente paradigmas encontrando que me sentía solo porque estaba peleando conmigo, con mi forma de ser; entendí que yo era mi mejor compañía, empecé a salir a restaurantes, a cines y a diversas actividades conmigo, pero como dicen en el planeta, solo. Hasta la más descabellada para mi mente limitada, que surge de una consulta sicológica, ayuda que busqué porque sentía que no podía seguir así y que era momento de avanzar; en donde me recomiendan hacer una actividad que nunca se me ocurriría hacer, y ahí es cuando decido emprender un curso de cocina que cambió mi vida, una decisión que rompió con una infinidad de paradigmas.

Ahora te quiero preguntar:

¿Cómo manejas tus emociones? ¿Puedes expresar con tranquilidad tu sentir?

O, como a mí me pasaba, ¿te toca pensar cómo actuar y qué expresar para encajar?

¿Qué tránsitos profundos has vivido en tu camino?

¿Qué situaciones has vivido que te han llevado a cuestionarte a todo nivel?

¿Qué has encontrado de ti en estos movimientos?

¿Ya eres consciente que todo lo vivido te lleva a recordar quién eres? Si todavía no estás en este momento, a medida que avances en este libro encontrarás este camino; porque cuando recordamos quiénes somos y a qué vinimos a este mundo, la plenitud se integra a nuestra vida.

Es importante que recuerdes y detectes con tu mente que cuando estés teniendo un despertar de conciencia, o elevando tu vibración, puedes empezar a tener diferentes sensaciones a todo nivel. Por ejemplo:

Serás más sensible a la energía, en particular a las energías ajenas.

Todo lo sentirás más profundo: tristeza, miedo, alegría, paz, certeza. Se puede activar una montaña rusa emocional.

Tus hábitos de sueño cambiarán, a veces te despertarás a horas inusuales o tendrás sueños más vívidos.

Tu cuerpo cambiará su forma de alimentarse, de nutrirse.

Podrás experimentar más cansancio.

Podrás tener dolores musculares.

Tendrás movimientos en tu sistema digestivo.

Sentirás mucho de lo que estamos compartiendo contigo en este libro.

Tus pensamientos se podrían empezar a mover con el fin de iluminarlos con tu esencia, soltando los limitantes.

Por esto recuerda que a través de este libro estás despertando y activando tu semilla estelar. Mantente muy hidratado y date el permiso de transitar todas tus emociones, pensamientos y movimientos físicos, sin juzgarlos, entendiendo que es parte del proceso.

Mi reencuentro con Diana en este plano

Dentro de esta exploración de encontrar mi identidad, conocí a mi actual esposa Diana, un ángel que llegó en el momento oportuno para empezar a recordarme un camino que desconocía completamente.

Para este momento, ya tenía claro que merecía encontrar una pareja plena y venía trabajando para lograrlo, fue así como, en el momento perfecto, me encontré con Diana.

Estaba en mi última clase del curso de cocina, cuando una mujer que no conocía se me acerca, me saluda, me comenta que se llama Deby y me pregunta con su acento extranjero:

—¿Tienes pareja?

—No, estoy separado —le digo.

—¿Eres gay?

—No —le contesto.

—¿Te interesaría conocer a alguien?

Me llené de curiosidad por lo cual le respondí que “sí”. Luego me comenta: “tengo una amiga y no sé por qué, pero siento que son el uno para el otro, te puedo dar su teléfono para que la llames”.

Quedé sorprendido con lo sucedido y decidí llamarla por curiosidad. Nos citamos en un restaurante para conocernos y la sensación fue maravillosa, como de conocernos de toda la vida, un reencuentro de almas gemelas.

Nuestras conversaciones eran largas y profundas, una conexión a todo nivel que la mente muchas veces no lograba comprender. Sin embargo, cada día nos conectábamos más el uno con el otro, pero estos movimientos también generaban profundos conflictos, porque ambos ya sabíamos que podíamos vivir solos y muchas veces los choques nos pedían lejanía e independencia desde la mente, pero era tan fuerte el llamado del alma que comprendíamos que debíamos sanar nuestro pasado para seguir creando esta nueva historia.

Y así fue como nos propusimos apoyarnos para sanar nuestras relaciones pasadas, para soltar los miedos y las limitaciones aprendidas. Al poco tiempo de conocernos, empezamos a vivir juntos y al año nos casamos.

Diana empezó en este camino de recordar su esencia y su propósito a sus veintiséis años, cuando su pareja, Andrés, con quien llevaba una relación de siete años, fallece cinco meses antes de casarse en un accidente de tránsito. Hasta ese día, Diana pensaba que tenía todo lo que le habían enseñado para vivir una vida feliz. Tenía su pareja con quien iba a cumplir su gran sueño de ser madre; una exitosa carrera profesional en el sector financiero, su carro, su casa y una gran estabilidad económica.

Desde el accidente sintió un profundo dolor que le quitó las ganas de vivir, ya no encontraba sentido y no entendía cómo era posible que en un solo instante su vida perdiera total sentido, si hasta ese momento teóricamente lo tenía todo.