Valores políticos y conflicto en España - Víctor Miguel Pérez Velasco - E-Book

Valores políticos y conflicto en España E-Book

Víctor Miguel Pérez Velasco

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Los valores son ideas fuerza que nos mueven a la acción, nos iluminan, o nos perturban, y de asumirlos, son importantes tanto para nuestra conducta individual como colectiva. Los valores de cualquier tipo pueden instalarse o desinstalarse en nuestras mentes mediante procesos de influencia social, educación, aprendizaje, adoctrinamiento o simple imitación. Pero los políticos en su ambición por conquistar el poder quieren ganar no sólo la guerra de la captación de votos sino lo que es más determinante, la mente de sus votantes para conducirnos hacia cambios culturales, instalando sus valores a veces excluyentes, en las personas primero y en las sociedades después. En estas circunstancias el conflicto y la confrontación social están servidos. Con este ensayo, el autor reflexiona sobre los valores políticos en la sociedad española actual, identificando más de cuarenta, segmentándolos por filosofías políticas y confrontándolos entre sí, lo que permitirá ver al lector como cada valor puede erigirse en contravalor de los otros valores de sus antagonistas políticos. El resultado final del cruce de los valores de las diferentes formaciones políticas entre sí nos desvela un escéptico panorama para nuestra convivencia social y política donde el conflicto, se erige en el gran protagonista de esta guerra ideológica sin final aparente. Detrás del análisis exhaustivo de esta cuarentena larga de valores políticos asignados a las formaciones más relevante de nuestro país y de su comparación valor con valor, se dibuja un mapa de conflicto y confrontación políticos que debe hacernos reflexionar sobre lo frágil que puede resultar nuestra convivencia en un contexto político y social fragmentado, enfrentado y no siempre de fácil armonización. Los políticos españoles deberían reflexionar y ser menos frívolos a la hora de proponer o defender valores que, posteriormente, trasladarán a los ciudadanos, abriendo grietas en la convivencia civil, siempre de lábil equilibrio y propensa a la descomposición.

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ColecciónDiálogos

Director

Vicente Lozano Díaz

Comité Científico Asesor

Carmen Romero Sánchez-Palencia

Fernando Viñado Oteo

Ángel Barahona Plaza

Cristina Ruiz-Alberdi Fernández

© 2023 Víctor M. Pérez Velasco

© 2023 Editorial UFV

Universidad Francisco de Vitoria

Ctra. Pozuelo-Majadahonda, km 1,800

28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Tel.: (+34) 91 351 03 03

[email protected]

www.editorialufv.es

Congreso de los Diputados, Madrid.Uno de los dos leones de bronce del artista Ponciano Ponzano y Gascón instalados delante del Congreso de los Diputados (Cámara Baja) en 1865.

Primera edición: febrero de 2023

ISBN edición impresa: 978-84-19488-03-9

ISBN edición digital: 978-84-19488-04-6

ISBN Epub: 978-84-19488-78-7

Depósito legal: M-1671-2023

Preimpresión: M.ª Angeles del Castillo Aguas y Ana María Camacho León

Impresión: Producciones digitales Pulmen, S.L.L.

 

Este libro ha sido sometido a una revisión ciega por pares.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Esta editorial es miembro de UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

Este libro puede incluir enlaces a sitios web gestionados por terceros y ajenos a EDITORIAL UFV que se incluyen solo con finalidad informativa. Las referencias se proporcionan en el estado en que se encuentran en el momento de la consulta de los autores, sin garantías ni responsabilidad alguna, expresas o implícitas, sobre la información que se proporcione en ellas.

Impreso en España - Printed in Spain

Para mi querida nieta Elisa

Índice

1. INTRODUCCIÓN

Justificación

Introducción al concepto de cultura, su relación con los valores y la personalidad

El concepto de cultura

Influencia de la cultura en la psicología individual

La cuestión de los valores y la política

Introducción al concepto de valor

Características de los valores

a) Un valor es duradero

b) Un valor es una creencia

c) Un valor está referido a un modo de conducta

d) Un valor busca un estado final, una meta

e) Aspectos positivos de los valores

f) Aspectos negativos de los valores

Definición de valor político

2. LOS VALORES DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA ACTUAL

Las doctrinas políticas como creadoras de cultura a través de sus valores

Los comunismos

Los socialismos

Los conservadurismos

Los liberalismos

Los nacionalismos periféricos

El constitucionalismo

Trazabilidad e impacto de los valores políticos

La trazabilidad interna del valor en la psicología individual

La trazabilidad en la implantación externa de los valores políticos

Valores políticos, ingeniería social y adoctrinamiento

Valores políticos instrumentales y finales en política

Valores instrumentales y finales en los valores constitucionales

Valores instrumentales y finales en los valores de izquierdas

Valores instrumentales y finales en los valores en el nacionalismo periférico

Valores instrumentales y finales en los valores entre liberales y conservadores

3. EL IMPACTO DE LOS VALORES POLÍTICOS

Cómo identificar el impacto diferencial de los valores políticos

Impacto potencial de los 11 valores políticos indistintos

Qué es un valor político indistinto

V3. Monarquía constitucional: El rey actúa como jefe del Estado con poderes limitados

V10. Republicanismo: Ser favorable a la suplantación de la monarquía por un régimen republicano

V11. Internacionalismo: Compromiso con la emancipación internacional del proletariado

V19. Solidaridad universal: Sentirse hermanado y solidario con todos los ciudadanos de la tierra

V20. Mesianismo: Considerarse la única formación política con carácter salvador de otros

V22. Relativismo moral: Considerar como moral los actos que nos benefician

V32. Religiosidad: Aceptar y respetar el derecho a tener libre creencia y práctica religiosa

V33. Altruismo selectivo: Ser libre de elegir con quién o con qué hermanarse o solidarizarse

V34. Moral tradicional: Respetar y defender la moral inspirada en la ley natural

V35. Moral positiva: Son morales los actos que ayudan a nuestra felicidad

V37. Patriotismo: Amor por una nación o país sin excluir a quienes no comparten este sentimiento

Impacto potencial de los 13 valores políticos facilitadores

Qué es un valor político facilitador

V1. Derechos humanos: Aceptación y defensa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

V2. Igualdad jurídica: Una misma ley igual para todos los ciudadanos

V4. Unidad nacional: Reconocimiento del carácter indivisible de la nación española

V5. Libertad de iniciativa y mercado: Libertad para emprender y comercializar sin la interferencia del Estado

V6. Propiedad privada: Reconocimiento del carácter inviolable de la propiedad privada

V30. Defensa de la tradición: Ver en la tradición una fuente de sabiduría procedente de nuestros antepasados

V31. Individualismo: Respetar y defender la libertad individual por delante del colectivo

V36. Culto al esfuerzo: Asumir la responsabilidad de que seremos aquello por lo que nos esforcemos

V38. Evolución: Aceptar la evolución frente a la revolución como vía del cambio social

V39. Libertades individuales: Máximo respeto a las libertades de movimiento y acción de los individuos

V40. Libertad de conciencia: Libertad de los individuos para creer, pensar, educar y ser educados

V41. Iniciativa privada: Libertad de acción individual en el sistema económico

V42. Libre mercado: Libre intercambio de bienes y servicios entre los ciudadanos

Impacto potencial de los 18 valores políticos inhibidores

Qué es un valor político inhibidor

V7. Superioridad racial: Aceptar que los habitantes de ciertos territorios son superiores a otros

V8. Nacionalismo: Poner la nación por encima de todas las cosas, incluida la ley

V9. Anticlerical: Combate activo contra las iglesias cristianas

V12. Predominio del sector público: Reducción del sector privado en beneficio del sector público o estatal

V13. Justicia social: Limitar los ingresos de los que más ganan, aumentar los de los que menos obtienen e impuestos progresivos para redistribuir la riqueza

V14. Lucha de clases: Atribuir a las clases bajas un valor prioritario en comparación con otras clases sociales

V15. Destrucción de la tradición: Combatir la tradición por considerar su herencia como atrasada y antisocial

V16. Feminismo radical: Discriminación positiva de la mujer y estigmatización del hombre

V17. Animalismo: Atribuir a los animales unos derechos y protecciones similares a los humanos

V18. Colectivismo: Poner al colectivo por delante y por encima del individuo

V21. Intervención del mercado: Controlar el mercado desde poderes los del Estado

V23. Propiedad y planificación estatal: Hacer del Estado el propietario y planificador de la producción

V24. Revolución: Aceptar el uso de la fuerza para acelerar los cambios

V25. Igualitarismo: Desbordar la igualdad jurídica e igualar a todos ante todo sin atender a las diferencias individuales

V26. Pensamiento hegemónico: Considerar que tus ideas son superiores y mejores a las de los demás

V27. Rechazo al idioma español: Rehusar utilizar el español tanto en la vida pública como en la privada

V28. Hispanofobia: Rechazo cognitivo, emocional y conductual hacia España y lo español

V29. Secesionismo: Considerar legítimo el separarse de la nación legalmente constituida

4. LOS CONTRAVALORES

Valores y contravalores: las claves de un conflicto social constante

Sobre los contravalores

Comparativa de 6 valores constitucionales con los 36 valores políticos restantes

Consideraciones

Contravalores y libertades individuales

5. VALORES POLÍTICOS, FASCISMO, GUERRACIVILISMO Y FRANQUISMO

La cuestión del fascismo en España a la luz de los valores políticos

Los valores mínimos de los fascismos

Comparativa de los valores políticos con los valores fascistas

Comparativa de valores comunistas y fascistas

Comparativa de valores socialistas y fascistas

Comparativa de los valores del nacionalismo periférico y fascistas

Comparativa de valores conservadores, liberales y fascistas

Consideraciones

Valores y guerracivilismo

El club de los derrotados y la Guerra Civil: una metáfora política

Consecuencias prácticas

Sus valores

Los valores políticos mínimos del franquismo

6. CONCLUSIONES, ANEXOS Y BIBLIOGRAFÍA

Conclusiones

Anexos

Bibliografía

Webgrafía

1. Introducción

JUSTIFICACIÓN

La realidad es viva y fluida, y un libro no deja de ser una foto fija, una imagen fosilizada de cualquier realidad. Pero a pesar de estas limitaciones, este trabajo pretende describir con la máxima fidelidad el cuadro caótico y complejo de los valores políticos en la España de la segunda década del siglo XXI. Este es un estudio descriptivo sobre valores políticos y se inspira en la tesis doctoral de su autor, Cultura organizacional y valores profesionales (Pérez Velasco, 1994), salvando, obviamente, las distancias del tiempo y la temática. La tesis abordaba la relación entre la cultura, los valores y el mundo de las organizaciones empresariales, y este nuevo estudio conecta los valores con el mundo de las ideas políticas y su impacto en la conducta tanto individual como colectiva. Al final, y como resultado, se pretende explicar cómo los valores políticos afectan a la propia sociedad, a la vida política y a los comportamientos individuales, sobre la base de la existencia de valores políticos, identificables como referentes doctrinales, que los diversos grupos políticos aspiran a implantar total o parcialmente en nuestra sociedad.

Lo que emerge a primera vista de este análisis es el potencial de conflicto social, político o económico, que se desprende de esta torre de Babel profundamente caótica y contradictoria, donde los valores de ciertas formaciones políticas se enfrentan de forma irreconciliable, como contravalores de otras formaciones antagonistas. El futuro de España no resulta halagüeño ante la perspectiva de tensiones en su sociedad, fruto de tanta falta de armonía entre las aspiraciones de las diferentes formaciones políticas que compiten por alcanzar el poder en el frenético vaivén del juego democrático.

En este trabajo se ha rechazado el recurso a utilizar una única escala de valores que se aplicaría a las diversas formaciones políticas y obtener, así, un estudio comparado a partir de una herramienta de evaluación común. En su lugar, se han ido identificando los valores que se asocian con las diferentes filosofías o formaciones políticas, hasta acumular 42 valores políticos distintos.

Por su naturaleza, estos valores no están definidos para una cómoda evaluación por psicólogos o sociólogos, sino como la expresión de vehículos doctrinales que pretenden ser referentes de comportamientos a seguir por los ciudadanos, ganar elecciones y conseguir que se implanten en la vida social y cambien nuestra sociedad. Esta beligerancia implícita es la que se detecta al comparar los valores de nuestro estudio y aporta una imagen de potencial conflictivo de nuestra sociedad fruto de la colisión previsible de los valores entre sí.

Solo nos queda confiar que la sensatez de nuestros políticos, la solidez de nuestra democracia y el respeto al Estado de derecho permitan embridar y controlar este caballo tenso y furioso que representan estos valores políticos.

INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE CULTURA, SU RELACIÓN CON LOS VALORES Y LA PERSONALIDAD

EL CONCEPTO DE CULTURA

El concepto de cultura, desde el punto de vista antropológico, ha sido objeto de múltiples debates y controversias. Desde su acepción inicial como nivel educativo o formativo de una persona o colectivo, hasta la visión antropológica simplificada de considerar a la cultura como el conjunto de ideas, creencias, valores, estilo de vida, religión, costumbres e historia, que definen los hábitos de una comunidad humana. Pero desde nuestra óptica nos complace más una concepción ecológica de la cultura que se define como:

[…] un sistema adaptativo que permite a los hombres adecuarse al entorno, prestando una atención especial al hábitat y a la cultura material. En definitiva, cada comunidad humana vive en un hábitat o si se prefiere un ecosistema. Y, aunque la extrapolación de esta concepción de lo ecológico pueda resultar fuerte, una organización o una comunidad productiva puede ser perfectamente estudiada como un ecosistema aunque este esté en mayor o menor grado impregnado de artificialidad (Pérez Velasco, 1994: 16).

El concepto de cultura que más nos satisface, afín a un enfoque de la antropología ecológica, y que tiene por tanto cierta concomitancia con el concepto anteriormente expuesto, lo encontramos en Leslie A. White, quien considera a la cultura como:

[…] un sistema organizado, integrado, distinguiéndose tres subsistemas culturales, a saber, los sistemas tecnológico, sociológico e ideológico. El sistema tecnológico estaría compuesto por los instrumentos materiales, mecánicos, físicos y químicos, junto con las técnicas de su uso, con cuya ayuda el hombre, como una especie animal, se relaciona con su hábitat natural. Encontramos aquí las herramientas de producción, los medios de subsistencia, los materiales de refugio junto con los instrumentos de defensa y ofensa. El sistema sociológico está compuesto por relaciones interpersonales expresadas por pautas de conducta, tanto colectiva como individual. Incluimos en esta categoría sistemas sociales, familiares, económicos, éticos, políticos, militares, eclesiásticos, ocupacionales y profesionales, recreativos, etc. El sistema ideológico está compuesto por ideas, creencias, conocimientos expresados en lenguaje articulado y otra forma simbólica. Caben en esta categoría las mitologías y teologías, leyendas, literatura, filosofía, ciencia, saber popular y conocimiento de sentido común (White, 1982: 338).

Inspirándonos en el concepto de cultura de White, recreamos un esquema que representa a la cultura como un sistema, con los tres subsistemas que compondrían una cultura humana, y donde cada sistema interactúa entre sí, sin un determinismo de ninguno de los subsistemas sobre los restantes ni ninguna jerarquía de alguno de ellos sobre los demás, tema este sobre el que no habría claro consenso.

La potencia de percibir la cultura dividida en tres subsistemas interactuantes entre sí permite describir con mayor detalle cada uno de los subsistemas y entender cómo la cultura actúa influyendo a sus miembros. Nuestra reinterpretación de los conceptos de White nos conduce a una redefinición somera de cada uno de los subsistemas culturales como sigue:

Los tres subsistemas que componen una cultura

• Subsistema tecnológico: Conjunto de instrumentos, artefactos, herramientas, armas, equipos, conocimientos técnicos, edificaciones, etc., que permitían a una comunidad adaptarse al entorno obteniendo de él los recursos fundamentales para la subsistencia de sus miembros. En él se ubican los logros tecnológicos acumulados, propios o ajenos, a su servicio y que definen la complejidad tecnológica de una sociedad. Para ciertos expertos, este subsistema es el lugar donde se sitúa la cultura material, por su nivel de concreción y tangibilidad y, por tanto, suele carecer de interés para los políticos.

• Subsistema sociológico: Se refiere a cómo una comunidad humana, tribu o sociedad organiza sus relaciones interpersonales. En este subsistema se ubicarían las clases sociales, su movilidad, las relaciones interpersonales, los usos y costumbres, etc. Para los marxistas, este subsistema sería el escenario en que acontece la lucha de clases. Es aquí donde la política libra la mayoría de sus luchas, ya que por su naturaleza expresa la peculiaridad demográfica y generacional de una sociedad, al alojarse en él la vida ciudadana. Aquí pescan los políticos sus votos.

• Subsistema ideológico: Aquí situamos las ideas, las creencias, la religión, los valores, los mitos, la historia de la cultura y el lenguaje articulado. En él descansa de forma especial la identidad cultural de la comunidad humana que la soporta. Hacia este subsistema dirigen los comunicadores, adoctrinadores e influenciadores sociales sus mensajes. Para los políticos, en este escenario se alojaría el ideario doctrinal de una sociedad, tan fragmentada como lo estén sus ideas, creencias y valores políticos. Por ello es el segmento cultural donde los adoctrinadores se concentran. Este es el subsistema más intangible; de hecho, otros autores ubican en él la cultura simbólica, ya que contiene los referentes cognitivos y emocionales de una sociedad, de ahí el interés de los políticos y sus ideólogos por controlar, dominar y manipular este subsistema a través de una red de valores interesados.

Un principio heredado de la antropología es el respeto que se debe tener hacia las culturas y lo importante que es su respeto integral, de ahí que se cuestione cualquier tipo de intervencionismo dirigido a modificar los tres subsistemas de forma tendenciosa, artificiosa o unilateral. El subsistema tecnológico evoluciona al ritmo impredecible e incontrolable de las innovaciones tecnológicas internas o externas. Pero los subsistemas sociales e ideológicos suelen depender especialmente de factores internos y, en buena medida, de la acción política, como la historia nos ha demostrado dolorosamente cuando los totalitarismos y los dictadores toman el poder. De ahí la importancia que tienen los sistemas democráticos en regular que los cambios sociales no se realicen de forma impostada, sectaria e interesada, conducida por minorías que pretenden arrasar con las herencias culturales por un principio ideológico excluyente o de oportunidad. En este punto, anticipamos la importancia de los valores a la hora de explicar la evolución, la regresión e incluso la destrucción de un sistema cultural.

Especial atención deberá prestarse al riesgo que supone que los seguidores de una reducida facción social o política puedan apropiarse en exclusiva de ciertas dimensiones del sistema cultural. Por ejemplo, la reconstrucción del sistema de valores o de la historia común y manejarlo a su antojo. O el riesgo que suponen las ideologías políticas que presumen de tener la piedra filosofal que pretende explicar de forma casi irrefutable cuál es el problema de nuestra sociedad, así como presumir de tener la solución definitiva para que todos los ciudadanos sean felices. Este es el caso temerario de aquellos ideólogos o líderes de un partido o movimiento político cuando plantean actuar doctrinalmente para cambiar valores, o reinterpretar la historia de una forma falaz y unilateral transformando artificialmente el subsistema ideológico de una cultura. Esta es una suerte de imposición carente de sensibilidad antropológica y que muchos políticos autoritarios ya intentaron, aunque fracasaron estrepitosamente.

INFLUENCIA DE LA CULTURA EN LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL

La antropología es la ciencia que mejor puede ayudar a interpretar la relación entre la cultura y la personalidad. Abundantes fueron los estudios y aportaciones desde esta ciencia dirigidos a comprender la influencia de la cultura en los individuos y en la sociedad. Foster (1974) relaciona la antropología como ciencia aplicada a diversos aspectos de la vida social y psicológica de las comunidades humanas. También Serpell (1981) aborda una temática similar, esta vez centrada en la influencia de la cultura norteamericana sobre la psicología de diversas comunidades latinoamericanas en Estados Unidos. Pero fue Ralph Linton, con su obra Cultura y personalidad (1983), quien ya en los años 40 planteó la cuestión de la influencia de la cultura en la psicología de los miembros de una cultura, y específicamente en su personalidad. Según este autor, la forma en la que influye la cultura en la personalidad no es modificando los rasgos básicos de ella, sino creando valores y actitudes que se instalan en los sujetos a través de los procesos culturales de influencia social. En este caso, la cultura sirve de guía y facilita una serie de valores y actitudes que pueden llegar a configurar lo que se podría considerar como un tipo básico de personalidad o personalidad base, representada por una constelación de valores y actitudes que han sido suministrados por dicha cultura o subcultura, de forma precisa y congruente con esa sociedad. La cultura base actúa en forma de estereotipo social que sus miembros tratan de incorporar a su personalidad de forma que refuerzan su identidad cultural, su singularidad y guardan coherencia con la sociedad en su conjunto. Un ejemplo de estos estereotipos sociales o personalidad base sería, por ejemplo, el siguiente aserto: «los aragoneses son testarudos». Se trataría de un valor cultural que se instala en esa región, se promociona e imita por sus habitantes, lo que resulta gratificante para ellos porque se refuerza su identidad cultural. Como consecuencia, ya sea por imitación o modelado, muchos aragoneses se empeñarían en parecerse a esa estereotipia y finalmente pueden acabar comportándose como testarudos, aunque no sea un rasgo estable de su personalidad.

¿Los estereotipos de esta cultura base cambian la personalidad de esas personas? Estrictamente hablando no, y puede haber personalidades no testarudas que seguirán siendo no testarudas, a pesar de que se empeñen en serlo y se comporten puntualmente como testarudas cuando el control social actúe, tratando de asemejarse al patrón cultural de testarudez y asumidos como herencia de la tradición regional. Si aplicásemos pruebas psicotécnicas sobre su personalidad, es probable que ese rasgo no apareciese, pero si observáramos su comportamiento, puede que sean testarudas fruto de la imitación, aunque no como un rasgo estable de personalidad.

Otro rasgo que se ha de considerar derivado de esta cultura base es su volatilidad, ya que, en la medida en que las actitudes y los valores se crean y se cambian con información, los rasgos estereotipados de una cultura base se pueden cambiar con dicha información. Bastaría, por ejemplo, con cambiar al individuo de lugar de residencia e instalarle en un nuevo entorno cultural que, en la medida en que se adapte al nuevo contexto social, irá cambiando su personalidad base. De forma que el cambio de contexto cultural siempre conllevará el relevo, e incluso sustitución, de los valores y actitudes culturales anteriores en beneficio de los nuevos valores, si se pretende tener una adaptación exitosa. En cambio, los rasgos de personalidad serán siempre los mismos, porque las actitudes y los valores pueden cambiar, pero la personalidad apenas sufrirá modificaciones.

Trasladado el término de cultura base al ámbito político, el funcionamiento seguiría siendo el mismo. Los sujetos que comparten valores de izquierdas o derechas pueden tener actitudes y valores específicos de la ideología política a la que pertenecen, pero su personalidad seguirá siendo la misma, ya sea extrovertida, introvertida, impaciente, etc. Por tanto, la psicología individual es la misma, no sufre alteraciones, a excepción de sus valores y actitudes; la personalidad no muta con la influencia de la cultura, pero los valores pueden matizar esa personalidad en acción, al crear diferentes actitudes que producirán pensamientos, sentimientos y comportamientos distintos. Si entendemos los valores y las actitudes como un rasgo periférico y mutable de la personalidad, y esta como el núcleo duro de origen genético de ese constructo, al que se conectan valores, actitudes, intereses, etc., el panorama queda clarificado. La cultura no cambia la personalidad (el núcleo duro), pero sí influye en ella modificando los elementos periféricos (valores, actitudes, etc.), lo que en definitiva impactará sensiblemente en las cogniciones, emociones y comportamientos de los sujetos a pesar de que la personalidad no quede alterada. Por todo lo anterior, la cultura a través de los valores influye en los comportamientos independientemente de la personalidad del sujeto, que sirve de instrumento interpretador y ejecutor de los mismos. Esta separación hace impredecible qué tipo de personalidad votará a qué tipo de ideología política, ni qué tipo de valores compartirá. Todo dependerá de los procesos de influencia social que actúan sobre el sujeto, por ejemplo, el adoctrinamiento, la propaganda, los medios de comunicación, etc.

LA CUESTIÓN DE LOS VALORES Y LA POLÍTICA

INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE VALOR

Los valores son una parte muy importante de la cultura de una sociedad, y se ubicarían dentro del sistema ideológico, una de las dimensiones más intangibles de las culturas humanas. Cada sociedad, cultura, subcultura, grupo o colectivo, suele crear sus propios valores, unos compartidos con otros miembros de la sociedad, y otros exclusivos y específicos de un colectivo, grupo o comunidad humana determinada. Esta versatilidad cultural y asociativa permite la existencia de diversos y diferentes valores. Los estudios sobre valores nos ayudan a segmentar qué tipo de valores suelen existir conviviendo entre sí. Se identifican, principalmente, valores sociales, valores religiosos, valores profesionales, valores del trabajo, valores educativos, valores castrenses o valores políticos, por citar los que más estudios concitan. La siguiente cuestión sería definir qué es un valor en su sentido genérico, lo que nos conduce a una breve revisión de la cuestión a través de las siguientes definiciones por orden cronológico (Pérez Velasco, 1994: 96 y ss.).

1. Krech, Crutchfield y Ballachey (1972): Valores son «creencias acerca de lo que es bueno o deseable y lo que es malo o indeseable. Los valores reflejan la cultura de una sociedad y se hallan ampliamente compartidos por los miembros de una cultura. Si el individuo acepta un valor, termina convirtiéndose en un objetivo».

2. Kluckhohn (1951: 395): «Un valor es una concepción de lo deseable y no algo meramente deseado. Esta concepción de lo deseable influye en la selección de una serie de modos, medios y fines de conducta, que finalmente, tras un análisis más profundo, representa una definible preferencia de algo entre algo más. Este algo es un específico modo de conducta o estado final de existencia. Es algo más, es una forma de conducta opuesta o diferente».

3. Ralph Barton Perry (1954): «Un valor es cualquier objeto de interés y los dos términos, valores e intereses, son conceptos idénticos».

4. Allport (1961: 454): «Un valor es una creencia sobre la que el individuo actúa preferentemente».

5. Jacok FIink (cit. por Rokeach, 1973): «Los valores son modelos normativos por medio de los cuales los seres humanos resultan influenciados en sus elecciones entre los cursos alternativos de acción que perciben».

6. Hollander (1968): Un valor es un «componente nuclear de una constelación actitudinal que orienta la conducta, en el largo plazo, hacia ciertas metas con preferencia a otras».

7. Rokeach (1973: 5): «Un valor es una creencia duradera (en el tiempo) según el cual un específico modo de conducta o de estado final de existencia es personal o socialmente preferible a otro modo de conducta o estado final de existencia opuesto o distinto».

8. Senger (1971: 416): «Un valor es una pluralidad de direcciones vitales interactuantes, o una estructura de valores. Una estructura de valores puede ser definida como una jerarquía de competencias, direcciones vitales básicas que actúan como un conjunto de criterios de las conductas psicológicas».

9. Rocher (1973: 70): «Un valor es una manera de ser o de obrar que una persona o una colectividad juzgan ideal y que hace deseables o estimables a los seres o a las conductas a los que se atribuye dicho valor».

10. Shein (1988: 31): «En cierto sentido, todo aprendizaje cultural refleja, en última instancia, los valores propios del individuo, su idea de lo que debe ser a diferencia de lo que es».

Como puede apreciarse, la cuestión de los valores es una parte importante de la psicología y de la sociología que tiene un largo recorrido de estudios y autores interesados en ellos, produciendo un considerable número de conceptos sobre lo que es un valor.

CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES

Los valores tienen una serie de características específicas que se aceptan como propias y que lo distinguen de otros conceptos o dimensiones estudiados en psicología. La labor recopiladora y clasificadora de Rokeach (1973: 5 y 55) nos ha resultado especialmente útil a la hora de abordar este apartado.

a) Un valor es duradero

Si los valores fuesen completamente estables, el cambio individual y social sería verdaderamente imposible. Pero si los valores fuesen completamente inestables, la continuidad y coherencia de la personalidad y de la sociedad serían también imposibles. Cualquier concepción de los valores, para ser fructífera tiene que combinar el carácter de duradero, así como el de estar abierto a cambios. Rokeach sugiere que el carácter de duradero surge en los valores a través del proceso de aprendizaje. Desde el momento en que el niño aprende a manejarse con los valores, estos le son enseñados de forma aislada unos de otros, y siempre desde el principio del todo o nada. No se le enseña que es deseable que sea un poco honesto y un poco lógico, sino que se trata de que internalice los valores en su totalidad. Los procesos de maduración y la experiencia del sujeto harán lo demás. Así, los valores se jerarquizarán en un proceso de internalización y maduración interna y darán, para cada individuo, la combinación idiosincrásica donde durabilidad y flexibilidad se combinan en complejas y curiosas ecuaciones individuales.

b) Un valor es una creencia

Efectivamente, un valor es una creencia, pero no toda creencia es un valor. Rokeach distingue tres tipos de creencias: descriptiva o existencial (creer que algo es verdadero o falso), evaluativa (donde la creencia se evalúa en buena o mala) y, finalmente, prescriptiva, es decir, creencia donde los medios y los fines de una acción son deseables o no deseables. En este punto, Rokeach y Allport coinciden plenamente al enjuiciar qué tipo de creencia es un valor (Rokeach, 1973: 7, y Allport, 1961: 454). Pero los valores, como todas las creencias, tienen componentes afectivos, cognitivos y conductuales:

• Un valor es una cognición acerca de lo deseable.

• Un valor es afecto en el sentido de que puede despertar emociones a favor o en contra, de aprobación o desaprobación.

• Un valor tiene un componente conductual, de forma que mueve a la acción cuando es activado.

Estas tres dimensiones del valor, en tanto que es una creencia, constituyen el núcleo central de los valores en dos dimensiones: como desencadenantes de conductas y como punto de apoyo para su identificación por el propio sujeto o por un observador con vistas a su posterior medida.

c) Un valor está referido a un modo de conducta

Un breve repaso a las definiciones apuntadas nos llevará inmediatamente a la conclusión de que un valor es o se refiere a:

• «Una conducta socialmente preferible a otra» (Rokeach).

• «Es un específico modo de conducta o estado final de existencia» (Kluckhohn).

• «Un conjunto de criterios de conducta» (Senger).

• «Lo que debe ser» (Schein).

• «Cómo el individuo actúa preferentemente» (Allport).

• «Una manera de ser o de obrar… deseable» (Rocher).

Ya explícitamente el valor está referido a un modo de conducta deseable o preferible a otra conducta, es decir, una invitación a la elección de unos medios en vez de otros, de unas opciones en lugar de otras.

d) Un valor busca un estado final, una meta

Si recuperamos de nuevo las definiciones manejadas en el epígrafe «Introducción al concepto de cultura, su relación con los valores y la personalidad» de este capítulo y extraemos de ellas párrafos en relación con el epígrafe, encontraríamos lo siguiente:

• «Un estado final de existencia…» (Rokeach).

• «Fines de conducta», «estado final de existencia» (Kluckhohn).

• «Cualquier objeto de interés» (Ralph Canon Peny).

• «Pluralidad de direcciones vitales» (Senger).

• «Fines u objetivos que la gente se esfuerza en alcanzar» (Minton y Schneider).

e) Aspectos positivos de los valores

Generalmente, los valores sin distinción, vividos, aplicados y manejados por los sujetos con ponderación, mesura y sentido de la proporción, suelen producir un efecto positivo en la vida privada y colectiva de las personas. Estos serían:

• Dan un marco de referencia al individuo para orientar sus conductas desde cualquier perspectiva, ya sea desde una visión moral, religiosa, social, personal, profesional, política, etc.

• Permiten al individuo disponer de una identidad genuina, ya que le provee de un código de valores que refuerzan su singularidad en sus múltiples facetas.

• Permiten la generación en el individuo de actitudes, intereses y metas positivas para consigo mismo y para con la sociedad.

• Obviamente, orientan al sujeto en la acción o en la inacción, para hacer o deshacer lo que se ciña o se aleje de su código de valores en beneficio del individuo en sí mismo y de los demás.

• Refuerzan su autoestima y coherencia personal, en la medida que el individuo cumple con su código de valores en la vida, y en el caso de incumplimiento, le ayudan a aprender y a rectificar.

f) Aspectos negativos de los valores

Al margen del juicio moral de ciertos valores, estos pueden resultar en ocasiones disfuncionales o desencadenar efectos de dudosa bondad en su aplicación, tanto para la propia persona como para grupos, colectivos o sociedades. La vivencia y práctica exacerbada o acrítica de cualquier tipo de valor puede producir efectos indeseables tanto para el sujeto como para una sociedad. Efectos no deseables de algunos valores serían:

• Pueden generar en el individuo actitudes, intereses y metas negativas de dudosa funcionalidad social y producir conductas fóbicas o de odio hacia otros colectivos humanos.

• La aplicación extremista, revanchista y desconsiderada de ciertos valores puede significar la creación de brechas y la exclusión de individuos, grupos o colectivos de un sistema social de convivencia.

• Una actitud intolerante en la forma de aplicar un valor en el día a día puede desembocar en una rigidez conductual y ser fuente de conflictos.

• Los valores, aplicados con odio o falta de generosidad en ciertos contextos sociales, pueden ser causa de acciones de violencia o agresividad inaceptables.

• En ciertas circunstancias, la asunción radical y la vivencia paranoica de ciertos valores puede derivar en situaciones fabuladoras, tipificadas como delirio doctrinal, ya sea religioso, social o político (Pérez Velasco, 2016). Se trataría de un delirio asociado a ciertos valores que generan actitudes tan estrambóticas e irracionales que no se concilian ni con la realidad ni con el sentido común.

• Determinados valores, al seguirse desde la rigidez y el fundamentalismo, pueden conducir a los individuos a la anomia, la marginalidad o a tener un carácter destructivo para sus propios defensores y practicantes.

Como resumen de este apartado cabe remarcar, primero, que los valores inciden tanto de forma positiva como negativa en la psicología individual, en la vida social y, por ende, en la vida política. Una segunda conclusión devenida de las reflexiones, definiciones y características anteriormente reseñadas es que los valores tienen un valor teleológico o intencionalidad. Significa que todo valor tiene una finalidad que identifica al individuo y le moviliza hacia la acción, con la expectativa de alcanzar un estado final o forma de estar en el mundo, de existir, acorde con un compromiso con un objetivo concreto. El problema de los valores es su intangibilidad, su evanescencia para identificarlos, e incluso para evaluarlos, ya que difícilmente pueden aplicarse a ellos medidas paramétricas. Los valores son difíciles de identificar tanto por parte de los propios sujetos como por parte de los psicólogos o sociólogos, lo que hace de su identificación y estudio una materia frágil y muy vidriosa. La forma más acertada para su identificación y posterior evaluación, además de profundos análisis de contenido, es mediante su jerarquización en escalas de orden que se constituyen en códigos de valores. Se suele dar por supuesto que estos códigos sirven de guía sincera y coherente para el individuo que lo comparte, pero esta es otra cuestión asociada a su validez predictiva.

DEFINICIÓN DE VALOR POLÍTICO

La clasificación de los valores por su contenido es una cuestión no resuelta de forma definitiva. Hay autores que asocian los valores políticos con valores sociales y otros que, además, incluyen valores estrictamente éticos o morales. Es cierto que hay una serie de valores políticos asentados y casi inmutables en ciertas tendencias doctrinales, pero preferimos ir a las fuentes ideológicas para realizar su identificación y posterior medida si procede. Ahora bien, también es pertinente citar someramente otras aportaciones de relevante interés que abordan la cuestión de los valores desde perspectivas distintas, la mayoría de ellas orientadas a su cuantificación, lo que produce escalas de valores que no suelen exceder la docena de ellos.

Comencemos con el diagrama de David Nolan, creado en 1969, que define cuatro referentes doctrinales —liberal, progresista, conservador y totalitario—, pero no atomiza de forma concreta qué valores se asocian con cada filosofía política o grupo doctrinal, sino que se estructura en formato de encuesta, inicialmente con 20 preguntas que pueden incrementarse o reducirse según los objetivos del investigador. Este cuestionario permite una auto ubicación política de las personas autoevaluadas. Nolan fue un norteamericano creador del Partido Libertario de Estados Unidos.

Otro autor, el psicólogo y politólogo también norteamericano Harold Lasswell, aportó un modelo con ocho valores: poder, ilustración, riqueza, bienestar, habilidad, afecto, rectitud y respeto. Hay otros valores políticos definidos como instrumentales: libertad y seguridad. Otros autores planteaban al menos cinco valores sociales o políticos, a saber: libertad, soberanía, seguridad, igualdad y riqueza. Como en el supuesto anterior, no se produce una asignación concreta de estos valores con filosofías políticas.

Desde una perspectiva tanto social como política, autores como S. H. Schwartz y M. Barnea (1995) realizaron un estudio que cubría poblaciones de Madrid, Venezuela y México, analizando la importancia de los valores en las orientaciones políticas. Para ello se inspiraron preferentemente en Rokeach y Kluckhohn a la hora de definir qué valores sociales subyacían en la conducta política, de forma que ciertos valores predispondrían o se correlacionarían con ciertas doctrinas políticas. Desde nuestro punto de vista, lo más importante no fue el estudio y sus resultados, poco concluyentes, sino el número de valores que utilizaron como potenciales predictores de orientaciones políticas. Estos son, según esos autores, los diez protovalores políticos: poder, logro, hedonismo, estimulación, autodirección, universalismo, benevolencia, traición, conformidad y seguridad.

Hay aportaciones diversas de jerarquías de valores, citadas como valores políticos y sociales, que incluyen las siguientes dimensiones: territorialidad, seguridad, soberanía, libertad, justicia, igualdad, religión, salud y educación. Otra aportación es un cuestionario de 70 preguntas que evalúa ocho valores, a saber: igualdad, mercado, nación, global, libertad, autoridad, tradición y progreso. En total hemos recopilado hasta siete escalas que aportan visiones y valores políticos diferentes y que difícilmente podrían integrarse en una sola escala.