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Para encontrar paz en nuestra vida debemos cultivar el amor. Sigamos los pasos del activista medioambiental Satish Kumar para descubrir cómo amarnos a nosotros mismos, a los demás y a todos los seres del planeta Tierra, incluso a los que parecen aborrecibles. Amor radical resume y destila una vida completa de trabajo por la paz, ofreciendo enseñanzas sencillas sobre cómo transformar este tiempo de crisis ecológica, conflictos y escasez en una nueva era en la que experimentar armonía con la Naturaleza, seguridad, abundancia y amor.
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Seitenzahl: 187
Veröffentlichungsjahr: 2023
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SATISH KUMAR
Amor radical
De la separación a la conexión con la Tierra, con nosotros y con los demás
Traducción del inglés de Miguel Portillo
Título original: RADICAL LOVE
© 2023 by Satish Kumar
Todos los derechos reservados. No se puede reproducir ninguna parte de este libro, de ninguna manera, sin la autorización por escrito de Parallax Press.
© de la edición en castellano:
2023 Editorial Kairós, S.A.
Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España
www.editorialkairos.com
© de la traducción del inglés al castellano: Miguel Portillo
Revisión: Alicia Conde
Diseño cubierta: Editorial Kairós
Foto cubierta: Anabel Vargas
Composición: Pablo Barrio
Primera edición en papel: Noviembre 2023
Primera edición en digital: Noviembre 2023
ISBN papel: 978-84-1121-178-9
ISBN epub: 978-84-1121-224-3
ISBN kindle: 978-84-1121-225-0
Todos los derechos reservados.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.
Todos los buenos pensamientos, palabras y acciones están impregnados de amor.
Para VINOBA BHAVE
Déjate atraer silenciosamente por la fuerza
de lo que realmente amas.
RUMI
En cada crisis toma el camino más elevado,
el de la compasión, el coraje y el amor.
AMIT RAY
La gravedad y el amor son dos aspectos de una única realidad. Son los principios organizadores de nuestro precioso planeta y de nuestro asombroso universo. La gravedad domina lo físico, nuestro mundo exterior. El amor domina lo metafísico, nuestro mundo interior. La gravedad sostiene nuestra existencia material, mientras que el amor alimenta nuestra existencia espiritual. La gravedad es para el cuerpo lo que el amor es para el corazón, el alma y la consciencia. La gravedad se relaciona con lo que se puede medir, mientras que el amor se relaciona con lo que se puede imaginar. La gravedad sostiene la materia; el amor le da sentido. Al final, todo se mantiene unido por el amor.
El amor es difícil de definir, pero cada uno de nosotros siente en lo más profundo de su corazón lo que significa. Para mí, el amor es la fuente de todas las relaciones positivas y creativas. El amor proporciona la base para la familia, la amistad, el compañerismo, la comunidad y la camaradería. El amor da paso a la compasión, la bondad, los cuidados, la cortesía y la cooperación. Del amor nace la humanidad, la humildad, la hospitalidad y la armonía.
La falta de amor conduce a la guerra, al conflicto, a la competitividad, a la explotación, a la dominación y al sometimiento de las personas y de la Naturaleza. El militarismo, la carrera armamentística, la inseguridad y las rivalidades de todo tipo surgen donde no hay amor. Cuando no hay amor, hay pobreza, desigualdad, injusticia, segregación racial y discriminación de castas o clases. Las nubes oscuras del nacionalismo estrecho, el racismo miserable y el sexismo degradante se disipan con la luz del amor. En el amor, encontramos el fin de la separación y el aislamiento. En el amor, comienza la conexión y la comunicación. El amor crea unión y comunión.
He descubierto que, sea cual sea el problema, el amor es la única solución. Cualquiera que sea la pregunta, el amor es la respuesta perfecta. Las patologías del orgullo, la codicia, la ira y el miedo pueden tratarse con el poder curativo del amor. El amor es la medicina para el exceso de ego y ansiedad, para la enfermedad de la depresión y la desesperación. La vida sin amor es como un pozo sin agua, un cuerpo sin alma o palabras sin significado. El verdadero propósito de la vida es amar. Cuando existo en el amor, paso de la codicia a la gratitud, de la propiedad a la relación, del glamour a la gracia y del apego al compromiso.
Personalmente, he sido bendecido y agraciado con el amor incondicional e ilimitado de innumerables personas a lo largo de mi vida. Todas las partes de mi cuerpo, mente y espíritu se han nutrido de esta abundancia de amor. Mi querida compañera de vida, June, ha sido una fuente de amor constante durante los últimos cuarenta años. Nos conocimos en la cripta de St. Martin-in-the-Fields en Trafalgar Square, Londres, en 1971. Me enamoré nada más verla. Yo realizaba una corta visita a Europa con un billete de vuelta en la maleta. Tras conocer a June, cancelé el billete, dejé mi vida en la India, y me instalé con June en Londres. Leíamos poesía juntos, editábamos juntos, cultivábamos juntos, cocinábamos juntos y caminábamos juntos. Al lado de June, el amor en mi vida se convirtió en una realidad viva.
Todos los grandes maestros y reformadores sociales desde la antigüedad hasta nuestra época tienen un tema común: el tema del amor. Desde el Buda hasta Jesucristo, desde Mahavira hasta Mahoma, desde Lao Tzu hasta el Dalái Lama, desde la Madre Teresa hasta Martin Luther King, desde Mahatma Gandhi hasta Nelson Mandela, y desde Joan Baez hasta John Lennon, todos han resumido sus enseñanzas en una palabra: Amor.
El amor es más que un ideal religioso o espiritual. El amor es una fuente de alimento para la imaginación humana. Los grandes poetas y pintores siempre se han inspirado en esa narrativa común que es el amor. Shakespeare exploró su pasión en 154 sonetos, por no mencionar las innumerables formas en que articuló el poder perdurable del amor en sus obras de teatro. De Tolstoi a Tagore, de Goethe a Goya, de Pushkin a Picasso, de Blake a Botticelli, de Rumi a Ruskin, la lista de escritores, poetas y artistas que se han inspirado y alimentado en el amor es interminable. Ya sea amor a la naturaleza, a la humanidad o a Dios, el amor es la semilla de la que han crecido los árboles de la literatura y el arte. Es el amor lo que nos alimenta en los mejores y en los peores momentos. Y la humanidad se enfrenta a una época en la que nuestra propia existencia está amenazada, una época en la que el amor puede marcar la diferencia.
El año 2020 será recordado como el año del COVID-19, el año del distanciamiento social, de los cierres patronales y de permanecer en casa incluso cuando el sol brillaba, las flores florecían y los pájaros cantaban sus dulces canciones. Me tomé ese tiempo de cuarentena, o autoaislamiento, como una bendición: un tiempo de retiro espiritual y de reflexión. Leí a Rumi y a Hafiz. Leí los sonetos de Shakespeare. Leí a Rabindranath Tagore. Medité sobre la palabra cuarentena y su asociación con la Cuaresma. Aprendí que, originalmente, la cuarentena se refería al período de cuarenta días que Jesucristo pasó ayunando en el desierto.
A pesar de la oportunidad de reflexionar en silencio, me sentí abrumado al ver tanto sufrimiento en el mundo, sumido en una crisis sin precedentes. En 2020, yo tenía ochenta y tres años, y nunca había experimentado una situación tan drástica y espantosa en toda mi vida. Estar en esta crisis era peor que estar en un estado de guerra, que ya he experimentado. Las guerras las inician los humanos y los humanos pueden controlarlas o ponerles fin. Pero el COVID-19 fue una muestra del poder de la Naturaleza, mucho más allá del control humano. Mucha gente cree que con la ciencia y la tecnología podemos conquistar la Naturaleza. Pero a través de un nuevo coronavirus, la Naturaleza ha dejado muy claro que hablar de conquista humana es pura arrogancia. El COVID-19 nos ha recordado sin ambages la realidad de la vulnerabilidad humana.
El deseo humano de conquistar la Naturaleza proviene de la creencia de que estamos separados de ella, de que, de hecho, gozamos de un poder superior. Este pensamiento dualista está en la raíz de nuestra incapacidad para hacer frente a muchos de los trastornos naturales a los que nos enfrentamos actualmente, como los incendios forestales, las inundaciones, el calentamiento global y las pandemias. Parece que creemos que de un modo u otro encontraremos soluciones tecnológicas para subyugar a la Naturaleza y hacerla servil. En lugar de buscar las causas profundas del COVID-19, gobiernos, industriales y científicos se han refugiado en la búsqueda de vacunas para evitar la enfermedad. Aunque las vacunas pueden ser una solución temporal, necesitamos pensar y actuar con inteligencia y mayor sabiduría. Más que vacunar para atenuar los síntomas, debemos abordar las causas de la enfermedad.
En respuesta a la pregunta de por qué ha aumentado en las últimas décadas la aparición de infecciones humanas de origen animal, Laura Spinney, periodista científica y autora de Pale Rider: The Spanish Flu and How It Changed the World, afirma que «las fuerzas que ponen esos virus en nuestro camino son políticas y económicas. Tienen que ver con el auge de la agricultura industrial y la consiguiente marginación de millones de pequeños agricultores, que se han visto obligados a acercarse a zonas no cultivables, como los bosques, donde acechan los murciélagos, reservorios del coronavirus».
Si quisiéramos abordar las causas del COVID-19, en lugar de simplemente los síntomas, tendríamos que volver a una agricultura ecológicamente regenerativa; a métodos de cultivo a escala humana, locales, con bajas emisiones de carbono y orgánicos. Los alimentos no son una mercancía. La agricultura no debe estar motivada por los beneficios económicos. El objeto de la agricultura es alimentar a las personas con alimentos sanos. El objetivo final de la agricultura es producir alimentos nutritivos sin agotar la salud del suelo. La agricultura con ánimo de lucro es la causa directa o indirecta de los coronavirus.
Para abordar las causas del COVID-19, tenemos que aprender a vivir en armonía con la Naturaleza y dentro de sus leyes. Los seres humanos formamos parte de ella como cualquier otra forma de vida. Por lo tanto, vivir en armonía con la Naturaleza es el imperativo urgente de nuestro tiempo y la principal lección que los seres humanos, colectivamente, debemos aprender de la crisis del COVID-19. La segunda lección es que todas las acciones humanas tienen consecuencias. En los últimos cien años, las actividades humanas han provocado tanto la disminución de la biodiversidad como el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, produciendo el cambio climático. Debido a las actividades humanas, los océanos están contaminados por plásticos, el suelo está envenenado con productos químicos artificiales y las selvas tropicales están desapareciendo a una velocidad sin precedentes. Todas estas actividades humanas negativas van a tener consecuencias desastrosas, como inundaciones, incendios forestales y pandemias.
La civilización moderna ha infligido incalculables sufrimientos y daños a la Naturaleza. Ahora estamos cosechando las consecuencias. Debemos cambiar. Debemos avanzar para construir un nuevo paradigma. Para devolver la salud a la gente, debemos devolver la salud a nuestro precioso planeta Tierra. Sanar a las personas y sanar la Naturaleza es una misma cosa. Con el COVID-19, la Naturaleza nos envió un fuerte mensaje. Tenemos que hacer todo lo posible para sanar la Tierra. Sólo las acciones positivas traerán resultados positivos; esa es ley del karma.
La trinidad de Mercado, Dinero y Materialismo ha gobernado la mente moderna durante demasiado tiempo. Ha llegado el momento de frenar y, con humildad, escuchar la voz de la Naturaleza, la voz de la Tierra. Tenemos que sustituir esta vieja trinidad por una nueva: la trinidad de la Tierra, el Alma y la Sociedad. Necesitamos dar la bienvenida a una Era de la Ecología, una ecología del amor.
La humanidad necesita responder a esta crisis de forma positiva y utilizarla como una oportunidad para rediseñar nuestros sistemas agrícolas, económicos y políticos, y nuestra forma de vida. Hemos de aprender a respetar la naturaleza salvaje. Tenemos que aprender a celebrar la abundante belleza y diversidad de la vida. Hemos de darnos cuenta de que los humanos somos parte integrante de la Naturaleza. Que lo que le hacemos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos. Todos estamos interconectados e interrelacionados. Dependemos unos de otros. Somos miembros de una comunidad y una familia terrestres.
Si esta visión del mundo se convierte en parte integrante de nuestra consciencia colectiva y nuestro amor por la Tierra se convierte en un principio organizador de la sociedad dominante, entonces tendremos prioridades diferentes y valores distintos. En lugar del crecimiento económico a toda costa, perseguiremos el crecimiento del bienestar de las personas y la salud de nuestro planeta. El poeta y novelista Ben Okri escribió que «la verdadera tragedia sería que superáramos esta pandemia sin cambiar a mejor. Eso sería como si todas esas muertes, todo ese sufrimiento, no significaran nada».
Volver a la normalidad después de esta pandemia no debe ser una opción. Antes del COVID-19, nuestra sociedad ya estaba en las garras de la pandemia del virus de la codicia. Y debido a este virus de la codicia, los bosques, lagos y ríos han muerto, las especies han muerto, los niños han muerto, los pobres han muerto, las víctimas de la guerra han muerto, los refugiados han muerto. La muerte y la destrucción a gran escala han sido la consecuencia del virus de la codicia.
Una crisis es también una oportunidad. En el proceso evolutivo de la Naturaleza, ha habido muchas crisis. La vida ha evolucionado a través de luchas durante largos períodos de tiempo geológico. Quizás esta dolorosa pandemia haya venido a dar a luz una nueva consciencia, una consciencia de unidad de la vida, una consciencia de cuidar y compartir, una consciencia de amor.
Ya hemos visto algunos signos maravillosos de esta nueva consciencia. Médicos y enfermeras de todo el mundo se han puesto en peligro, dando su vida para servir a las víctimas del nuevo coronavirus. Fueron brillantes ejemplos de servicio desinteresado. Aquí donde vivo, en el Reino Unido, cientos de miles de personas corrientes se han ofrecido voluntarias para ayudar al Servicio Nacional de Salud. E innumerables voluntarios de las comunidades locales han cuidado de ancianos y enfermos. En todo el mundo, los gobiernos han suspendido las normas fiscales para ayudar a individuos, comunidades, organizaciones benéficas y empresas. Ha habido un torrente de solidaridad, generosidad, mutualidad y reciprocidad. La gente ha experimentado un sentimiento de profunda pertenencia, profunda gratitud y amor incondicional desde muchas direcciones.
Se olvidaron muchas animosidades. Las naciones cooperaron, ayudándose y apoyándose mutuamente, en lugar de competir y luchar. Rusia envió aviones cargados de material médico a Italia. China hizo lo mismo con Serbia. Si estas cualidades espirituales pueden practicarse en tiempos extraordinarios, ¿por qué no en tiempos ordinarios? Si podemos cooperar y colaborar, amarnos y respetarnos, en tiempos ordinarios, es menos probable que se produzcan condiciones extraordinarias causadas por el comportamiento humano.
Además de este derroche de espíritu humano, también asistimos a una reducción de la contaminación y a una recuperación parcial de los entornos naturales. Se vieron delfines en los canales de Venecia y un cielo azul y despejado sobre las ciudades de Bombay y Pekín. Las emisiones de carbono disminuyeron y las personas y los animales pudieron volver a respirar aire puro. Si podemos tener un medio ambiente limpio en tiempos extraordinarios, ¿por qué no en tiempos ordinarios?
¿Podemos atrevernos a esperar que los individuos, las comunidades y los países aprendan a amarse, a cuidar su medio ambiente, y a crear un nuevo orden mundial una vez superada esta terrible crisis del COVID-19? Como nos recuerda la escritora india Arundhati Roy: «Históricamente, las pandemias han obligado a los seres humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. La del COVID-19 no es diferente. Es un portal, una puerta entre un mundo y el siguiente».
Esta experiencia debería infundirnos la confianza y el valor necesarios para emprender acciones audaces que salvaguarden la salud de la Naturaleza y la biosfera. Debemos recordar que estamos sentados en la rama de la Naturaleza. Si cortamos la rama sobre la que estamos sentados, caeremos. A medida que avanzamos más allá del COVID-19, actuemos juntos para cuidar del planeta y de su gente.
Soy consciente de los obstáculos. Hay corporaciones y empresas, gobiernos y negocios que tienen intereses creados en el statu quo. Los activistas sociales y medioambientales llevan muchos años advirtiendo de las crisis inminentes, pero con demasiada frecuencia parece que nadie escucha. Durante más de cuarenta años dirigí Resurgence & Ecologist, una revista bimestral británica sobre temas medioambientales, activismo comprometido, filosofía, arte y vida ética. El mensaje de Resurgence es amar: ámate a ti mismo, ama a la gente, ama al planeta, ama a la naturaleza. Sus artículos se basan en el espíritu de amor, instando a los activistas sociales y medioambientales a despojarse del miedo al pesimismo y a actuar desde el amor. Actuar para defender la belleza y la integridad. El activismo es un viaje y no un destino.
El amor es una expresión de nuestra espiritualidad, nuestra imaginación y nuestra forma de vida. Pero el amor es también un imperativo práctico y ecológico. Mi amigo Deepak Chopra me dijo una vez que el medio ambiente y la naturaleza son nuestros cuerpos extendidos. El aire es nuestra respiración, y los ríos y las aguas nuestra circulación; si no prestamos atención a nuestro ser ecológico, corremos el riesgo de extinguirnos. Así que, aparte de cualquier otra cosa, el amor a nuestro entorno natural es un imperativo de supervivencia.
De mi madre, Anchi, a mi amada esposa, June, de Mahatma Gandhi a mi mentor Vinoba Bhave, y de mis compañeros activistas medioambientales a los muchos colaboradores de Resurgence, he aprendido y recibido amor en abundancia. Mi alma ha sido empapada por un fresco monzón de amor. Lo que sigue es una destilación de estas enseñanzas y experiencias, tal como las he entendido. Os ofrezco humildemente este libro a vosotros, mis lectores, con todo mi amor.
SATISH KUMAR
El amor no domina, cultiva.
GOETHE
Y si aunque tenga una fe que mueva montañas me falta el amor, nada soy.
1CORINTIOS 13, 2
La vida es un paisaje de amor, y el amor es la celebración de la vida. El amor es el medio y el amor es el fin. El amor es nuestro camino y es nuestro destino. El amor es la meta. El amor es una forma de ser. El amor es una forma de vida. No hay una manera de amar: el amor es el camino.
Enamorarse no es cosa de un día, sino de todos los días. Cuando estamos enamorados, estamos enamorados todo el tiempo. Estamos enamorados en cada momento. En cuanto nos despertamos, nos enamoramos el uno del otro y de la vida misma. El amor nunca termina. El amor perdura. El misterio del amor nos hechiza para siempre. Es amar por amar. No hay otra motivación. El amor no es lógico, el amor es pura magia. El amor es pura poesía y puro placer.
El amor es sagrado. El amor es ilimitado e incondicional. Déjate arrastrar por la fuerza del amor. El verdadero amor es amar incluso cuando tu ser amado es menos que perfecto. Es fácil amar a alguien que es bueno y que se cree perfecto. Pero el verdadero amor es amar incluso a aquellos que pueden no ser tan buenos. Amar es estar libre de críticas, quejas y comparaciones. Practicar el amor universal es reconocer que quienes se comportan mal es porque no han sido amados. El poeta norteamericano W.H. Auden va más lejos al afirmar que «aquellos a quienes se hace el mal devuelven el mal». Quienes son amados aman a su vez. Creemos un monzón de amor y alimentemos a todos los seres vivos. Sólo a través del acto de amar podemos enseñar a otros a amar.
Cuando Cristo dijo: «Ama a tu enemigo», no lo dijo a la ligera. Él creía que el amor vincit omnia: el amor todo lo vence. A través del amor los enemigos se convierten en amigos. El amor no guarda un registro de las malas acciones. El amor no es un camino para pusilánimes. El amor requiere valor, valor para poner la otra mejilla. Amar es ser valiente. Canta la canción del amor, ¡y todas tus preocupaciones y miserias se evaporarán! Vive en el éxtasis del amor. Apóyate en el amor.
El amor es la aceptación de uno mismo tal como es y la aceptación de los demás tal como son. La aceptación sin expectativas, sin juicios y sin calificaciones es amor. Libre de expectativas, el amor no encuentra decepción. El amor es aceptar lo amargo con lo dulce, la oscuridad con la luz, el dolor con el placer, todo con ecuanimidad. En el momento en que introducimos el amor en nuestros corazones, transformamos la ilusión en imaginación y la dualidad en unidad. Trascendemos lo que nos gusta y lo que no, y entramos en la celebración de la vida tal como es. Cuando bebemos el dulce néctar del amor, se produce una transformación, como expresó el poeta sufí Jalal ud-Din Rumi:
Por amor, lo amargo se vuelve dulce;
por amor, el cobre se convierte en oro;
por amor, la escoria se vuelve clara;
por amor, el dolor se convierte en curación.
Este es el poder transformador del amor. Amar es ver a Dios, porque Dios es amor y el amor es Dios. El amor es la religión más grande de la tierra. El amor es majestuoso y magnífico. Donde hay amor, hay esperanza. Así que ama y alégrate.