Breve historia de los Medici - Eladio Romero - E-Book

Breve historia de los Medici E-Book

Eladio Romero

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La fascinante historia de la más prestigiosa familia del Renacimiento en Florencia. Descubra los logros y las intrigas de la más prestigiosa familia del Renacimiento en Florencia. Promotores del mayor esplendor artístico de la historia, mecenas de grandes artistas y creadores de la banca moderna cuya influencia se extendió por toda Europa. Descubra la evolución política de una de las grandes familias gobernantes de la Italia moderna, los Medici. Unos hombres que, con su mecenazgo, hicieron de la Toscana la cuna del Renacimiento. Una familia que, gracias a su riqueza derivada de las actividades bancarias y comerciales, se convirtieron en grandes duques de un pequeño estado de la Italia central, a la sombra de la Monarquía Hispánica de los Habsburgo.

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BREVE HISTORIA DE LOS MEDICI

BREVE HISTORIA DE LOS MEDICI

Eladio Romero García

Colección:Breve Historia

www.brevehistoria.com

Título:Breve historia de los Medici

Autor:© Eladio Romero García

Copyright de la presente edición:© 2015 Ediciones Nowtilus, S.L.

Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid

www.nowtilus.com

Elaboración de textos:Santos Rodríguez

Revisión y adaptación literaria:Teresa Escarpenter

Responsable editorial:Isabel López-Ayllón Martínez

Maquetación:Patricia T. Sánchez Cid

Diseño y realización de cubierta:Universo Cultura y Ocio

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjasea CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com;91 702 19 70 / 93 272 04 47).

ISBN edición digital:978-84-9967-676-0

Fecha de edición:Febrero 2015

Depósito legal:M-636-2015

Dedicado a Isabel López-Ayllón,

firme defensora de este proyecto.

Índice
Introducción
I. De los orígenes al principado
1. Los orígenes de la familia. Florencia a fines del siglo XIV
Los oscuros orígenes de una familia burguesa
El escudo de los Medici
La Florencia bajomedieval
Salvestro de Medici y el tumulto de los ciompi
Giovanni Bicci de Medici, el primer gran banquero y mecenas de la familia
2. De la banca al Gobierno. Cosme y Piero de Medici
Los inicios de un hábil gobernante
La lucha política
La conquista del poder
El Concilio de Florencia
Los negocios de Cosme
Mecenazgo interesado
Muerte y sucesión
3. Lorenzo el Magnífico
Recuerdos
Una elevadísima educación
Una sucesión sin problemas
La guerra del alumbre
La conjura de los Pazzi y el conflicto con Sixto IV
Aumenta el poder de Lorenzo
Muerte, poesía y mecenazgo
4. Caída y primer exilio de los Medici
Piero de Medici, llamado el Fatuo
La huida y la nueva república
El exilio mediceo
La rama popolana
5. Primera restauración medicea en Florencia
Fernando el Católico y la restauración medicea
La campaña de 1512
El nuevo Gobierno mediceo
Giovanni de Medici, nuevo pontífice
El cardenal Giulio de Medici
6. De nuevo el exilio
El segundo pontificado mediceo
El saco de Roma de 1527
La nueva república florentina
Los Medici en el exilio
La lucha por Florencia
La represión
7. Alejandro de Medici, primer duque de Florencia
Negociaciones por Florencia
Las facciones florentinas
Problemas económicos
El Gobierno de Alejandro
Clemente VII y Catalina de Medici
La oposición de la oligarquía florentina
El asesinato de Alejandro
Los orígenes del manierismo florentino
El territorio florentino: la ciudad de Florencia, el contado y el distretto
II. Cosme de Medici, primer gran duque de Toscana (1519-1574). La formación del Estado absolutista
8. La elección de Cosme y la crisis de 1537
Giovanni delle Bande Nere y Cosme de Medici
La elección de Cosme
Actitud de la oposición
Los intereses franceses
Confusión en el ducado de Florencia
La actitud del emperador
Las negociaciones de Cifuentes
Derrota de los emigrados
La sanción imperial
9. Consolidación del Estado mediceo
Una boda necesaria
Primeros compases gubernativos
La pacificación de los dominios
Los enfrentamientos con el papa
La guerra de Perugia
La recuperación de las fortalezas
El asesinato de Lorenzino
10. El expansionismo mediceo en la Toscana y la guerra de Siena
Los vecinos de Cosme
Miras sobre Piombino
Conflictos con Lucca
Intervencionismo en Massa-Carrara
Los orígenes de la guerra de Siena
El desarrollo de la guerra
La integración de Siena en el Estado mediceo y la discusión sobre Piombino
11. Un príncipe absolutista
Poder consolidado
Relaciones de Cosme con el papado
Relaciones de Cosme con Felipe II y el imperio
Creación del gran ducado de Toscana y muerte de Cosme
La política intervencionista de un príncipe absoluto
Construcción de fortalezas
La Marina de guerra
El control de la cultura
La actividad artística en la corte gran ducal
III. Continuidad y decadencia de la dinastía (1571-1737)
12. Francisco I de Medici, gran duque proespañolista
Gran duque hermético
Problemas familiares
Actividad artística y constructiva del gran duque
Colaboración de Francisco I con Felipe II
Los préstamos a Felipe II
Muertes de Francisco I y Bianca Capello
13. Las veleidades autonomistas del gran duque Ferdinando I
Tendencias a desplegar una política exterior autónoma
El asesinato del señor de Piombino
La política profrancesa
Despliegue diplomático en el este de Europa y la lucha contra los turcos
El asunto de Ferrara
El problema del bandolerismo
El retorno a la política proespañolista
Esplendor interno
Absolutismo pleno
Situación socioeconómica de la Toscana en el siglo XVI
14. El gran duque Cosme II (1609-1621)
Un príncipe enfermizo
Política interior
Cosme II y Galileo
La política exterior
15. Ferdinando II, cuarto gran duque (1621-1670)
La regencia
Mayoría de edad de Ferdinando II y primeros problemas
La peste de 1630
La guerra de Castro
La coyuntura bélica de mediados de siglo
Condiciones económicas del gran ducado
Cultura y arte
16. Cosme III, sexto gran duque de Toscana (1670-1723)
Las honras fúnebres de Ferdinando II
El príncipe Cosme
La nobleza continúa en el poder
La política exterior durante los primeros decenios de gobierno
El problema sucesorio
El rechazo internacional
La Toscana durante el principado de Cosme III
17. Gian Gastone I, último gran duque de Medici
Un nuevo estilo de gobierno
Solución al problema sucesorio
Anna Maria Ludovica de Medici
Bibliografía básica
Colección Breve Historia…
Próximamente…

Introducción

Es este un libro de divulgación más que de investigación. Vaya esa premisa por delante. Con él se pretende dar a conocer al gran público la evolución histórica de la familia Medici.

Pero semejante tarea resultaría inabarcable si se hubiese pretendido analizar, una por una, la biografía de todos los personajes destacados que dicha familia aportó a la historia. Lorenzo el Magnífico, tres papas (León X, Clemente VII y León XI), dos reinas de Francia (Catalina y María), más diversos hombres de armas y renombrados políticos que influyeron enormemente en la historia de Italia.

Por ello, hemos decidido centrarnos en dos aspectos que consideramos primordiales para el lector hispano. El primero, la necesidad de abundar en los personajes menos conocidos de la estirpe, relacionados con el gobierno de la Toscana. Así, se estudian más las figuras de los grandes duques como Cosme I o Ferdinando I, creadores del primer Estado absolutista italiano. Y en segundo lugar, nos ha interesado insistir en la amplia relación existente entre la Monarquía Hispánica de los Austrias y el Estado mediceo durante la edad moderna.

A pesar de todo, no hemos olvidado en este libro figuras de gran envergadura como la mencionada Catalina de Medici, pese a que forme parte más de la historia de Francia que de la nuestra o de la italiana. Las referencias a dichas figuras, aunque no les corresponda capítulo o epígrafe propio, aparecen en el texto allí donde se considere necesario. Son tan Medici como cualquier otro miembro de la dinastía, así que no podemos obviarlas simplemente por haber pasado buena parte de su vida fuera de Italia.

I

De los orígenes al principado

1

Los orígenes de la familia. Florencia a fines del siglo XIV

LOS OSCUROS ORÍGENES DE UNA FAMILIA BURGUESA

Cosme el Viejo (en italiano, Cosimo il Vecchio) de Medici, uno de los más destacados miembros de la dinastía que vamos a estudiar y artífice del poderío de la familia en Florencia, encargó el diseño de una villa al gran arquitecto Michelozzo di Bartolomeo. La obra, que todavía puede visitarse en la localidad de Caffagiolo, debió de realizarse entre 1440 y 1450. Se eleva majestuosa al pie de los Apeninos, a unos veinticinco kilómetros al norte de Florencia, en la comarca del Mugello. Y no fue casualidad que Cosme escogiera estas tierras para levantar su villa, ya que en su tiempo se decía que la familia Medici procedía precisamente del Mugello.

Quizá para atraerse a las facciones populares de la ciudad de Florencia, Cosme el Viejo había fomentado el rumor de que su familia era de origen rural, aunque no existe en la actualidad ningún dato que lo confirme. El Mugello siempre fue una comarca montañosa con población dispersa, y aunque los Medici invirtieron allí diversas sumas de dinero en explotaciones agrarias, a pesar de las leyendas, es posible que a mediados del siglo XV ni el propio Cosme supiera con exactitud el origen de su familia.

Villa medicea de Caffagiolo, según una pintura de Giusto Utens realizada en 1599. Museo Firenze com’era, Florencia.

Lo cierto es que en 1201, un Chiarissimo di Giambono de Medici se encontraba inscrito en el Consejo General de la república florentina como miembro del Arte de la Lana. Entre sus actividades económicas destacaba la de prestar dinero a nobles e instituciones religiosas, siendo ya propietario de una casa en Florencia. Queda claro que la familia debió de prosperar moderadamente durante el siglo XIII, siempre al socaire del crecimiento de las actividades comerciales y artesanales que caracterizó a la Italia septentrional y central en dicha centuria. Los descendientes de Chiarissimo y de otras ramas familiares (de las que hay tantas que en caso de mencionarlas todas sólo se crearía confusión en el lector) aparecen a menudo como miembros del consejo republicano e incluso combaten en defensa de la pequeña república, aunque sin ocupar puestos públicos de relevancia más que en contadas ocasiones. Y del Arte de la Lana pasarán al Arte de Calimala, el gremio que controlaba propiamente la exportación de tejidos de lana, y, por último, al Arte del Cambio (al que pertenecían los prestamistas). Una evolución típicamente burguesa –en el sentido medieval, claro es– que queda incluso patente en el escudo familiar.

EL ESCUDO DE LOS MEDICI

Muchos de los edificios antiguos de Florencia, y de ciudades como Pisa o Siena, se encuentran todavía hoy adornados con escudos pintados o esculpidos que recogen en su interior un grupo de pequeños círculos. Se trata del emblema de los Medici, que si está pintado, presenta las bolas rojas sobre fondo dorado.

Las bolas constituían precisamente el emblema del Arte del Cambio, con lo que la adscripción de la familia a la clase burguesa queda fuera de toda duda. Con esta explicación el significado de las bolas en el escudo mediceo parece ya establecido.

En realidad, esas bolas son besantes, una moneda bizantina utilizada en Italia a principios del siglo XIII, antes de la acuñación del florín. Su número en el escudo variará con el tiempo. Originalmente serían nueve u once, luego siete y, por último, seis. En 1465, el rey Luis XI de Francia concedió a Piero el Gotoso, hijo de Cosme el Viejo, el derecho a colocar tres lirios en el interior de la bola superior. De esta forma, el emblema de la monarquía francesa pasaría a decorar el de una familia florentina, y todo gracias a que Piero dirigió una embajada a la corte de aquel monarca.

Escudo mediceo en piedra del papa León XI, ubicado en el palacio arzobispal de Florencia.

Durante los conflictos internos sufridos por la república en los siglos XV y XVI, gritar palle, palle (pelotas, pelotas) significaba apoyar a los Medici, en alusión clara a su escudo. Los palleschi serían, pues, los partidarios de dicha familia.

LA FLORENCIA BAJOMEDIEVAL

A lo largo del siglo XIII y parte del XIV, la riqueza de Florencia creció gracias al comercio de tejidos de lana y a las actividades crediticias. El símbolo de esta prosperidad queda patente en la acuñación, a mediados de la primera centuria citada, de una moneda propia; se trataba del florín, que primero fue de plata y más tarde de oro. Llegó a ser tan valorada en Occidente que Pedro IV de Aragón decidió utilizarla como moneda oficial en sus territorios a partir de 1346.

Florencia contaba a fines del siglo XIII con cien mil habitantes. La población había crecido mucho a lo largo de la centuria, y por ello se hizo necesario construir un nuevo recinto de murallas, mucho más amplio que el precedente. Tal labor fue en principio encomendada al destacado arquitecto Arnolfo di Cambio, y la obra se llevó a cabo entre 1284 y 1333. Esta consistió en un perímetro murado de 8.500 metros, que encerraba una superficie de 630 hectáreas.

No obstante, este esplendor comenzó a ofrecer síntomas de un peligroso declive a partir de 1340. El despliegue de las industrias flamenca, francesa e inglesa, junto a la política hostil de sus príncipes hacia los demás competidores, llegaron a afectar a la manufactura florentina. Prueba de ello es el hecho de que muchos burgueses abandonaron las actividades relacionadas con los tejidos para pasarse al mundo de los créditos. Pero también en este ámbito surgieron los problemas, y así constatamos que entre 1343 y 1346 se produjo la quiebra total de las dos bancas florentinas más potentes, la de los Bardi y la de los Peruzzi. La causa fue el impago de la deuda en que se encontraba empeñado el monarca inglés Eduardo III, quien había solicitado créditos florentinos para financiar su campaña bélica en el reino de Francia. Como eran numerosos los burgueses que poseían depósitos en dichos bancos, la catástrofe afectó directa o indirectamente a gran parte de la ciudad.

Aunque más grave resultó ser la aparición, a finales de 1347, de la conocida peste negra, originaria de Asia. A causa de esta epidemia, la población de la capital republicana quedó reducida a 55.000 habitantes. Una cifra que se mantuvo durante un siglo (incluso con cierta tendencia a la baja entre 1405-1425), y la recuperación no comenzó a notarse hasta 1470.

A pesar de todo, la pequeña república continuó aumentando sus posesiones en la Toscana a costa de los municipios vecinos. Así, a lo largo del siglo XIV vemos como Prato, Arezzo, Pistoya y Volterra pasaban a depender de Florencia, y en 1406 Pisa sería comprada a los milaneses.

Fue durante la segunda mitad del siglo XIV, en el marco de esta decadencia, cuando los Medici, divididos en varias ramas rivales, comenzaron a dejar patente su influencia en la ciudad. Desde el punto de vista económico, la familia había fundado ya durante esta centuria diversas factorías en Italia (Génova, Treviso) y Francia (Nimes, Gascuña), y gracias a una hábil política, evitó la quiebra de la que fueron víctimas los Bardi y los Peruzzi. Comenzó así su ascenso político, del que a continuación nos ocuparemos.

SALVESTRO DE MEDICI Y EL TUMULTO DE LOS CIOMPI

Desde 1293, todo florentino que deseara ocupar cargos públicos en el Gobierno de la república debía estar inscrito en alguna de las artes o agrupaciones de oficios de la ciudad. La magistratura suprema o poder ejecutivo era la Señoría (en italiano, Signoria), integrada por ocho priores y un gonfaloniero de justicia (primer juez de la república) que cambiaban cada dos meses. Su famoso Palazzo Vecchio, pues, constituía el centro del poder florentino y se alzaba en la conocida plaza de la Signoria. Diversos consejos controlaban los asuntos legislativos. Mediante el sistema de insaculación, se renovaban periódicamente los puestos del Gobierno, aunque había artes (las mayores, es decir, las que incluían a banqueros, comerciantes y laneros, conocidos a menudo como popolo grasso), que introducían más nombres en la bolsa que otras (las menores, o sea, las que incluían a talladores de piedra, carpinteros, artesanos del metal, etc., denominados genéricamente popolo minuto). La mayoría de los asalariados quedaba fuera de este sistema. Pero este esquema sería cuestionado durante el verano de 1378, cuando muchos de estos asalariados se rebelaron.

Desde 1375 se encontraba Florencia en guerra con el papa Gregorio XI, lo que provocó en la república escasez de trigo y un aumento de los impuestos. La producción de lana disminuyó notablemente, y pronto surgieron disidencias entre las facciones dominantes. El gonfaloniero de justicia (primer juez de la república), cargo por aquel entonces detentado por el banquero Salvestro de Medici, decidió aprovechar la situación para atraerse a las clases populares contra sus rivales.

El 18 de junio, Salvestro, encabezando a un grupo de artesanos, ocupó el Palazzo Vecchio y se dedicó a predicar en favor de un aumento de los insaculados con vistas a favorecer a los miembros de las artes menos representadas. Pero la situación se le escapó de las manos cuando, en las semanas siguientes, los ciompi, denominación popular con la que eran conocidos los trabajadores de la lana, comenzaron a asaltar palacios, conventos y cárceles, liberando a los presos que fueron encontrando. Se vivió un verano de guerra civil en el que las distintas artes confeccionaban propuestas para mejorar su posición política, y todo culminó el 22 de julio cuando se creó una bailía (institución pública de carácter excepcional) de treinta y siete miembros dirigida por el cardador Michele di Lando. Una vez que los artesanos de los gremios menores lograron aquello que deseaban, es decir, mayor representatividad política, en agosto tuvo lugar una violenta represión contra los ciompi asalariados que acabó tranquilizando la situación.

Durante el tiempo en que Michele di Lando ejerció como gonfaloniero, Salvestro de Medici se convirtió en su consejero. Sin embargo, en 1382, un golpe de fuerza de los banqueros y los regentes de las artes mayores, aprovechando una epidemia, acabó con las nuevas reformas. Michele sería desterrado y Salvestro hubo de apartarse discretamente de la política. La oligarquía pasaría a controlar a partir de entonces las riendas del poder.

Mientras esto ocurría en las altas instancias de la república, un miembro de otra rama medicea, Giovanni Bicci (1360-1429), hijo de Averardo llamado Bicci, se dedicaba en la sombra a incrementar su fortuna como banquero gracias a los préstamos concedidos primero al pontífice Juan XXIII (considerado antipapa en el Concilio de Constanza) y luego a Martín V.

GIOVANNI BICCI DE MEDICI, EL PRIMER GRAN BANQUERO Y MECENAS DE LA FAMILIA

El miedo a la resurrección del movimiento popular determinó que a partir de 1382 el Gobierno se concentrara en manos de los ottimati, ricos burgueses dedicados a la banca y al comercio. Este grupo restringido, dirigido principalmente por la familia Albizzi, procuró desarrollar una política de prestigio que permitió adquirir Pisa (conquistada en 1406, como ya viene dicho, tras ser comprada a los Visconti de Milán), Cortona (1411) y Livorno (1421). De esta forma, el Estado florentino se extendía en 1450 sobre unos 15.000 km², controlando además un acceso de salida al mar.

En esta época vivió el ya mencionado Giovanni Bicci de Medici, quien, aunque perseguido por el gobernante Rinaldo degli Albizzi, se dedicó sobre todo a incrementar su fortuna familiar mediante el crédito y el comercio. Y aunque se convirtió en banquero oficial de la Santa Sede, acogió no obstante en su casa al mencionado antipapa Juan XXIII, un napolitano taimado y mundano que había sido pirata antes de recibir las órdenes sagradas, depuesto por el Concilio de Constanza en 1415. Cuando este pontífice falleció, Giovanni encomendaría al escultor Donatello y al arquitecto Michelozzo la construcción de su tumba en el baptisterio florentino de San Giovanni.

Sepulcro del antipapa Juan XXIII, obra de Donatello y Michelozzo realizada hacia 1426. Baptisterio de San Giovanni, Florencia.

Giovanni fundó en Florencia algunos hospicios y capillas, convirtiéndose así en el primer Medici preocupado por invertir parte de sus ganancias en el arte. En realidad, se trataba más de financiar obras religiosas y benéficas que aliviaran su ánima cristiana, y así, en 1423 el genial Brunelleschi comenzó a trabajar al servicio de Giovanni en la basílica de San Lorenzo, que se convertiría en la iglesia de la familia. El banquero sería enterrado precisamente en su sacristía vieja.

Interior de la basílica de San Lorenzo de Florencia.

Desde el punto de vista político, Giovanni no se preocupó demasiado por ocupar cargos de relevancia. Sirvió, como muchos otros, como embajador, e incluso detentó en 1421 el puesto de gonfaloniero de justicia (fue el primer Medici en detentar dicho cargo), aunque no participó en los conflictos que dividían al patriciado florentino del momento, probablemente porque prefirió centrar más sus esfuerzos en incrementar el patrimonio económico familiar. No obstante, lograría alcanzar un elevado prestigio entre los florentinos, merced a su prudencia y a sus buenos oficios, prestigio que serviría para catapultar a su hijo Cosme hasta las más altas esferas de influencia de la república.

Según el catastro de 1427, Giovanni poseía bienes por valor de 180.000 florines, lo que le convertía en el hombre más rico de Florencia después de Palla Strozzi. De los dos hijos varones que dejó, Cosme y Lorenzo, se crearon las dos ramas más conocidas de los Medici. Cosme es el fundador de la rama que podemos denominar «republicana», porque sus miembros detentaron durante cierto tiempo diversos cargos con los que se mantenía la ficción republicana de gobierno. De Lorenzo descenderían los Medici llamados popolani, menos partidarios de controlar el poder, y entre los que destacaría Cosme I, paradójicamente convertido en primer gran duque de Toscana.

2

De la banca al Gobierno. Cosme y Piero de Medici

LOS INICIOS DE UN HÁBIL GOBERNANTE

Gracias a Giovanni Bicci, los Medici se convirtieron en una de las familias más ricas de Italia. Su hijo Cosme no hizo más que incrementar el poderío económico de la familia, merced a su habilidad como financiero y a su influencia política en la república toscana. La Santa Sede, deudora fiable por sus regulares ingresos, constituía uno de sus principales clientes. A su vez, la compañía familiar, que a lo largo del siglo XV fundó sucursales independientes en Aviñón, Brujas, Londres, Ginebra y varias ciudades italianas, importaba y exportaba diversidad de artículos, como eran paños, cereales y otros alimentos, metales, tintes, etc. La organización empresarial, tendente a diversificar y descentralizar las operaciones, permitía incrementar, con riesgos mínimos para la época, los beneficios de la familia. Y gracias a esta riqueza, Cosme logró encumbrarse hasta las más altas esferas de la política florentina y convertirse en el hombre más influyente de la república, aunque algunos historiadores le hayan comparado en su forma de actuar con un padrino de la mafia.

Cosme el Viejo (llamado así para distinguirlo del Cosme I, que llegaría a ser primer gran duque de Toscana) nació en Florencia el 27 de septiembre de 1389, día de san Cosme. Como todos los banqueros del momento, hizo su aprendizaje viajando por Europa al objeto de conocer los negocios que su familia mantenía en lugares tan alejados como Brujas o Lyon. En 1414 acompañó al pontífice Juan XXIII a Constanza, donde, como sabemos, sería depuesto y declarado antipapa. De regreso a Florencia, en 1416 Cosme se casó con Contessina de Bardi, perteneciente a otra familia de banqueros, y dirigió diversas embajadas por disposición del Gobierno de la república. Así, estuvo en la vecina Lucca en 1423, dos años después de haber regresado de Milán; en 1424 anduvo por Bolonia y en 1426 llegó a Roma.

Durante un tiempo, Cosme habitó en el palacio de los Bardi, pero cuando su padre Giovanni falleció en 1429, ordenó a Michelozzo construir el palacio familiar de vía Larga (denominada en la actualidad vía Cavour), hoy conocido como palacio Medici-Riccardi, próximo a la iglesia de San Lorenzo. Por aquel entonces, las artes florentinas habían entrado en una fase de renovación, ya apreciada por los propios contemporáneos: así, tras un concurso en el que Giovanni Bicci había actuado como juez, en 1403 había iniciado Ghiberti la puerta norte del baptisterio, labor completada a partir de 1425 con la elaboración de la portada oriental; en 1421, Brunelleschi trabajaba ya en la cúpula de la catedral de Santa Maria del Fiore, y entre 1425 y 1428 Masaccio pintaba los frescos de la capilla Brancacci. Por otro lado, Donatello había trabajado ya en las esculturas de Or San Michele y de la catedral, aunque la pintura gótica de Gentile da Fabriano todavía resultaba muy bien aceptada.

Palacio Medici en vía Cavour, Florencia.

LA LUCHA POLÍTICA

En la Florencia de aquellos años, como en casi todas las etapas de la historia moderna, política y finanzas andaban muy unidas. Los cargos públicos eran de corta duración, y se cubrían con miembros de las más poderosas familias de la capital. Por ello, no debe extrañarnos que tras la muerte de su padre, Cosme pasara a detentar alguno de estos puestos al servicio de su patria y de sus intereses.

Coincidió que, en 1429, Florencia se vio envuelta en una de las numerosas guerras tenidas con la vecina y mucho más débil República de Lucca. En un principio, Cosme apoyó la lucha para no perder el favor del pueblo, pero los luqueses resistieron con gran eficacia. El arquitecto Brunelleschi llegó a proponer al Gobierno de Florencia un plan para inundar Lucca, que no llegó a ponerse en práctica. Por fin, los luqueses contrataron al famoso mercenario Francesco Sforza y lograron vencer a sus enemigos.

Cosme, miembro de los Diez de la Guerra (institución que dirigía las operaciones militares durante el conflicto), entró pronto en discusión con Rinaldo degli Albizzi, el jefe de la oligarquía florentina, a quien culpaba de las derrotas. Al firmarse una vergonzosa paz en 1433, las críticas contra Albizzi arreciaron, y este se vio obligado a encerrar a Cosme e incluso logró su condena a muerte. Sin embargo, gracias a su dinero y a los apoyos tanto internos como externos (de Venecia o del marqués de Ferrara), el banquero sólo sería desterrado por diez años a Padua, ciudad perteneciente a los venecianos hacia la que partió el 3 de octubre.

LA CONQUISTA DEL PODER

El exilio de Cosme resultó ser un exilio dorado. De Padua pasó a Venecia, donde fue tratado casi como un príncipe. Además, había dejado en Florencia un grupo de partidarios que fomentaban con su dinero propaganda promedicea. No obstante, el más firme apoyo del banquero estaba representado por el papa Eugenio IV, por aquel entonces residente en Florencia. Por fin, el 29 de septiembre de 1434, un año después de ser decretado su destierro, se conseguía la anulación de la pena. Aunque Rinaldo trató de oponerse a esta medida, al final habría de ser él quien abandonara la ciudad.

La acción política de Cosme apenas quedó manifiesta en el terreno constitucional. Tras la purga efectuada entre sus enemigos, y con el apoyo de la burguesía media, integrada por pequeños comerciantes y artesanos, apenas necesitó detentar puestos políticos. Un comité restringido (denominado «los acopladores», en italiano, accoppiatori), se dedicó a extraer de las bolsas destinadas a la elección de cargos públicos únicamente a los partidarios de Cosme, organizando señorías perfectamente complacientes con sus deseos. En 1435, el banquero fue elegido gonfaloniero de justicia, pero pronto se decantó por integrarse en el grupo de los Oficiales del Monte, una institución similar a un Ministerio de Hacienda. Desde allí podía decretar tasas y cargas fiscales, con lo que podía perjudicar mucho más a sus enemigos y beneficiar a quienes le apoyaban. Por ello, en torno a Cosme se unieron todas las grandes familias que deseaban librarse de las onerosas cargas impositivas y disfrutar de los oficios públicos. La única reforma constitucional importante llevada a cabo en vida de Cosme fue la creación en 1458 del Consejo de los Cien, a propuesta del banquero Luca Pitti. Argumentando la preparación de una conjura contra la república, se convocó una asamblea popular, la cual aceptó la creación de dicho consejo. Su función era la de sancionar las elecciones de oficios. Y como es lógico suponer, sus miembros eran seguidores declarados de los Medici al ser nombrados por los famosos acopladores.

La política exterior de la república también fue orientada por el propio Cosme a través de sus partidarios. Gracias a sus diversas embajadas, logró establecer la paz entre los Estados italianos enemigos y acercarse al ducado de Milán, tradicional oponente de Florencia, favoreciendo con ello sus propios negocios. Y dentro de esta política de prestigio, cabe destacar el traslado del concilio de Ferrara a Florencia.

EL CONCILIO DE FLORENCIA

El 8 de enero de 1439 se abrían en Ferrara las sesiones del concilio que debía unir las Iglesias griega y romana. Al emperador bizantino Juan VII Paleólogo le urgía dicha unión a fin de obtener el apoyo de los Estados católico-romanos contra los turcos. Pero la peste se había enseñoreado de aquella ciudad, y Cosme solicitó a su amigo el papa Eugenio IV que el concilio se trasladara a Florencia, propuesta que el pontífice aceptó de buen grado.

Las sesiones se desarrollaron en la catedral de Santa Maria del Fiore y en la iglesia dominica de Santa Maria Novella. Juan VII asistió a ellas y logró su propósito, pues el 6 de julio de 1440, bajo la cúpula brunelleschiana, se cantó un tedeum y fue leído el decreto de unión de ambas Iglesias. Este acontecimiento sería recogido por el pintor Benozzo Gozzoli, discípulo de Fra Angelico, en sus frescos del palacio Medici. Aunque el tema representado aquí es el cortejo de los Reyes Magos, en realidad constituye una recreación de la comitiva medicea acompañando a Juan VII. Aparecen así personajes como Cosme, en compañía de todos sus familiares y amigos, mientras que los Reyes apenas destacan en el conjunto.

Detalle del fresco El cortejo de los Reyes Magos de Benozzo Gozzoli, donde se representa al emperador bizantino Juan VII Paleólogo. Palacio Medici (1459-1461), Florencia.

LOS NEGOCIOS DE COSME

Puede considerarse a Cosme como al hombre que mayores ingresos obtuvo en la empresa comercial de los Medici. Como ya se ha dicho, hacia 1434 la banca Medici obtenía más de la mitad de sus ingresos de la sucursal de Roma, aunque su oficina principal se ubicaba en Florencia. Aunque sólo parte de los beneficios del negocio con la Iglesia provenían de la misma curia. Actuando como banqueros principales del papa, los Medici, naturalmente, adquirieron también cuentas de los sacerdotes menores, cardenales, obispos y otros ricos eclesiásticos. Un negocio particularmente próspero, pues el futuro tanto espiritual como temporal de los clérigos menores dependía de la sanción del pontífice. Y como el mismo papa dependía cada vez más de sus banqueros, ocurrió lo inevitable, es decir, que la autoridad papal se viera obligada a garantizar el pago de los préstamos que hacían los Medici a los clérigos subordinados. Gradualmente, la excomunión se convirtió en una amenaza bastante corriente contra los clérigos deudores, de forma que los Medici podían efectuar préstamos que estaban asegurados no sólo por garantías morales y legales ordinarias, sino también por el poder espiritual y organizado de la Iglesia.

En 1458, la estructura organizativa de las empresas mediceas estaba en su momento de apogeo y contaba con once sociedades. Algunas de ellas tenían su sede en Florencia (la banca local, una manufactura de seda y dos de lana). La de Pisa se encontraba entonces en vías de liquidación; la de Venecia sería disuelta en 1469 y puesta de nuevo en marcha de 1471 a 1481; la de Roma unía a sus actividades bancarias y comerciales el papel de agencia fiscal del papado; la de Milán, finalmente, cuya fundación se remonta a 1452, se abrió tras un pacto entre Cosme y el duque Francesco Sforza. En cuanto a las filiales transalpinas, los lugares elegidos para situarlas fueron Brujas, Londres, Aviñón y Ginebra.

El grupo estaba diseñado como una compañía de filiales, erigiéndose cada una de ellas como una sociedad jurídicamente independiente, con razón social, libros y capitales autónomos. En todas ellas, los Medici y sus socios poseían más del cincuenta por ciento del capital de la empresa, cuya gestión confiaban a un gobernador elegido por los socios minoritarios. Los gobernadores, retribuidos con una participación en los beneficios superior en porcentaje a su aportación al capital social, debían dirigir cada año a los socios florentinos una copia de su balance, cerrado el 24 de marzo, y acudir a la sede del consorcio cada dos o tres años para rendir cuentas de sus actividades. Y aunque el sistema resultaba operativo, su eficacia dependió, en última instancia, de la autoridad, la prudencia e inteligencia del máximo jefe y sus allegados directos. Así ocurrió en tiempos de Cosme y su hijo Piero.

El capital combinado de las dos tiendas de lana florentinas que poseían los Medici era, el 25 de marzo de 1451, de 10.000 florines. Durante los diecisiete años que median desde 1435 hasta esa fecha, los beneficios aumentaron a 10.373 florines, es decir, un 103,7 %. El capital destinado al comercio de seda era en esa misma fecha de 7.200 florines, mientras que los beneficios totales sumaban 19.126, es decir, un 265,6 % durante los años registrados. El establecimiento de la seda produjo, pues, un promedio de ingresos dos veces mayor que el de las lanas.

Ahora bien, el verdadero negocio era el bancario. Los Medici remuneraban las sumas que les habían sido confiadas por sus clientes con un interés que oscilaba entre el ocho y el diez por ciento. Era esta una cifra superior a la del rendimiento medio de las propiedades rurales de la Toscana. Sin embargo, el que cobraban por sus préstamos podía superar el veinticinco por ciento.

Villa medicea de Careggi, que fue sede de la academia platónica dirigida por Marsilio Ficino.

MECENAZGO INTERESADO

Todos los burgueses florentinos invertían parte de sus ganancias en beneficio de instituciones eclesiásticas y en limosnas. Dichas actividades constituían una suerte de penitencia ante los negocios poco limpios en que se veían envueltos, además de constituir un método para atraer la atención de los ciudadanos. Cosme supo utilizar estas prácticas de propaganda de una forma magistral y sin gastar demasiado patrimonio, pues hubo un momento en que su fortuna llegó a confundirse con la de la república.

Además, y aunque no era un hombre excesivamente culto, dotó a las bibliotecas del convento de San Marcos y de la abadía florentina con diversos libros, muchos de ellos de gran valor por tratarse de obras de la antigüedad clásica casi desconocidas. Al filósofo florentino Marsilio Ficino, que se decía hijo espiritual de Cosme, le regaló su villa de Careggi, al objeto de que se realizaran allí estudios sobre el pensamiento de Platón y de seguidores suyos como Plotino.

MUERTE Y SUCESIÓN

Afirma Lorenzo el Magnífico en sus Ricordi que Cosme el Viejo, su abuelo, murió el 1 de agosto de 1464 en Careggi «muy perjudicado por la vejez y la gota, con grandísimo dolor no sólo entre nosotros y los de nuestra ciudad, sino en toda Italia [...], fue sepultado en San Lorenzo y todos los señores de Italia ordenaron honrarle y mandaron mensajes de condolencia; especialmente le recordó el rey de Francia [...]. Por decreto público fue titulado Pater Patriae».

Realmente Cosme supo jugar con habilidad todas sus cartas, y por ello recibió a su muerte tales homenajes. Además, dejó a sus herederos una fortuna mucho mayor que la recibida de su padre.

El hijo mayor, Piero el Gotoso (llamado así por su enfermedad), nacido en 1416, era un hombre muy culto que había estudiado incluso letras clásicas y que había sido preparado ya por su padre para continuar sus actividades políticas. De hecho, en vida de Cosme ya ejerció como embajador y gonfaloniero. Su padre le había casado con Lucrecia Tornabuoni, miembro de otra familia de la alta burguesía florentina. Pero la gota llegó a provocarle tales dificultades que incluso pensó en retirarse de la política. Entonces tuvo la desafortunada idea de pedir al Gobierno el dinero que su padre había prestado a la república, dinero que en parte procedía de las mismas arcas estatales. Ello provocó una quiebra de alianzas, y el banquero Luca Pitti acabó por enfrentarse con él.

Retrato de Cosme el Viejo pintado por Pontormo (1519-1520). Museo de los Uffizi, Florencia.

De hecho, Pitti organizó, el 27 de agosto de 1466, una emboscada en las afueras de Florencia que debía acabar con la vida de Piero y ocupar la ciudad con ayuda de las tropas del marqués de Ferrara. Piero regresaba ese día de su villa de Careggi en una litera por causa de su enfermedad, aunque le precedía prudentemente su hijo Lorenzo con una escolta. Tras una breve escaramuza, los sicarios de Luca tuvieron que huir. El pueblo fue inmediatamente consultado mediante un parlamento (reunión celebrada en la plaza de la Señoría) y, gracias al apoyo del ejército de sus aliados milaneses, se le concedió a Piero el gobierno de la república por una década. Pitti, condenado a muerte por la Señoría, sería no obstante perdonado por el nuevo gobernante, aunque nunca más volvería a ejercer influencias políticas.

Piero fallecería el 2 de diciembre de 1469, comenzando entonces la era gloriosa de Lorenzo el Magnífico, uno de los miembros más destacados de la familia Medici.

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Lorenzo el Magnífico

RECUERDOS

Así comienza Lorenzo, llamado el Magnífico por sus contemporáneos, sus breves Ricordi, escritos en 1472:

He encontrado en los libros de Piero, nuestro padre, que yo nací el primero de enero de 1449, y tuvo nuestro padre de la señora Lucrezia di Francesco Tornabuoni, nuestra madre, siete hijos, cuatro varones y tres hembras, de los cuales al presente quedamos cuatro, dos hombres y tres mujeres, esto es, Giuliano, mi hermano, de veinte años de edad, y yo, de veinticuatro, y Bianca, esposa de Guglielmo de Pazzi, y Nannina, mujer de Bernardo Rucellai.

Este hombre, de aspecto poco agraciado, intentó convertir Florencia en una nueva Atenas, una ciudad culta y próspera en la que él fuera considerado más que otro Pericles, un verdadero príncipe. Su desprecio hacia las actividades bancarias, sus inversiones en el campo y el gusto por las justas y las fiestas cortesanas así nos lo permiten suponer.

Busto pintado de Lorenzo el Magnífico, obra de Verrochio (h. 1480). Galería Nacional de Arte, Washington.

UNA ELEVADÍSIMA EDUCACIÓN

Lorenzo fue educado, gracias a los intereses y a la cultura de sus padres, de acuerdo con las normas de la aristocracia septentrional, por lo que acabó convirtiéndose en un personaje refinado, amante de las letras y poco inclinado hacia las actividades típicamente burguesas. Primero fue un hombre piadoso, Gentile Becchi, que más tarde alcanzaría el obispado de Arezzo, quien educó al Magnífico. Luego siguieron Marsilio Ficino y el poeta neoplatónico Cristoforo Landino, así como el filósofo griego Janos Argyropoulos, que se había instalado definitivamente en Florencia en 1456.

Cuando en 1459 llegó a Florencia el sucesor del ducado de Milán, Galeazzo María Sforza, el mozalbete que era Lorenzo organizó en su honor un juego de habilidades con armas que demostraba ya sus aficiones. En 1465 acogió en Pisa a Federico de Aragón, hijo del rey Ferrante de Nápoles, y le acompañó a Venecia y Milán. Después viajaría a Roma y Nápoles para defender los intereses de su familia. En suma, se convirtió en un verdadero aristócrata.

En 1466, Lorenzo sustituyó a su padre en su puesto del Consejo de los Cien, y pocos meses antes de que Piero falleciera, el Magnífico se casó con Clarice Orsini. Se trataba de una noble romana, y la boda adquirió caracteres principescos. Los Orsini estaban muy bien relacionados con la corte pontificia y convenía acercarse a ellos, dado que los intereses de los Medici se encontraban muy próximos al papado. La boda se celebró en Roma por poderes, y en lugar de Lorenzo asistió un pariente suyo, el arzobispo de Pisa, pero las fiestas habidas posteriormente en Florencia significaron un reto a la mentalidad burguesa, muy comedida en los dispendios de este tipo.

UNA SUCESIÓN SIN PROBLEMAS

La clientela y la influencia política de los Medici se habían ampliado tanto que cuando falleció Piero no hubo problemas para que Lorenzo le sustituyera como hombre fuerte en Florencia. Incluso fue invitado a que asumiera el cuidado de la ciudad y del Estado y, evidentemente, aceptó, porque como dice en sus Ricordi, era necesario «conservar a los amigos» y porque en Florencia «se malvivía si se era rico y no se estaba interesado en las cosas del Estado». La influencia que ejerció sobre la política de la república fue muy superior a la de su abuelo, de forma que en los círculos internacionales era considerado como el verdadero jefe del Estado florentino.

Aunque no era muy amante de las actividades bancarias, no descuidó Lorenzo los intereses económicos de su casa, que constituía la primera firma comercial y crediticia de Europa. No obstante, las cosas habían cambiado para los Medici. Requisas de naves y ataques de los piratas hanseáticos provocaron en la segunda mitad del siglo XV graves quebrantos a la compañía. Además, la competencia de otras firmas aumentaba. Por todo ello, Lorenzo se lanzó a las inversiones agrarias en la comarca vecina a Pisa, un tanto insalubre y por ello infravalorada, aunque tras la restauración medicea de 1512 se utilizaran fondos públicos para su saneamiento. No faltaba un motivo político para estas actividades, pues Lorenzo pretendía afianzar su poder haciendo depender de su familia las comunicaciones con Pisa y con el mar. Nicolás Maquiavelo, en sus Istorie fiorentine, llega a afirmar que el Magnífico, «a fin de no tentar la fortuna», dejó de lado las industrias mercantiles y se dedicó a posesiones más estables, las cuales «parecían más propiedades regias que no de un ciudadano privado». La compañía filial medicea de Milán fue clausurada en 1478, ante la imposibilidad de los Sforza para hacer frente a sus deudas. Las sucursales de Londres y Brujas se liquidaron a partir de 1480, de forma que puede decirse que con Lorenzo desaparece el complejo entramado bancario-comercial organizado por su bisabuelo Giovanni.

LA GUERRA DEL ALUMBRE

El alumbre es un mineral que en el siglo XV se utilizaba en la manufactura de vidrio y curtidos, y especialmente en la fabricación de tintes. Hasta mediados de dicha centuria, lo importaban los genoveses del golfo de Esmirna, pero los turcos cortaron el suministro y se convirtió en un material muy buscado en Italia. En esta coyuntura, en 1462 se descubrió una mina de dicho material en Tolfa, localidad de los Estados de la Iglesia, y el problema se subsanó. El interés de Lorenzo por el alumbre comenzó en 1471, cuando viajó a Roma como embajador de su ciudad. Entonces, el papa Sixto IV concertó algunos negocios bancarios con él y le concedió diversos derechos sobre la explotación de la mina de Tolfa.

Sin embargo, el asunto se complicó cuando cerca de Volterra, en la mina del Sasso de Val di Cecina, se descubrió una nueva explotación de alumbre. Entonces, Lorenzo intentó controlar la producción en contra de la opinión de los volterranos, que consideraron más conveniente para su ciudad encargarse ellos mismos de dicha labor. El conflicto, pues, estaba servido.

Antes de seguir con la explicación del caso, conviene hacer referencia a ciertos acontecimientos anteriores que harán más comprensible la cuestión. La ciudad de Volterra se encontraba bajo la dependencia de los florentinos desde 1361. Estos, en dicho año, habían acabado con la señoría de Bocchino Belforti, otorgándose posteriormente el derecho a cobrar tributos y controlar su fortaleza medieval (la denominada Rocca Vecchia). No obstante, los volterranos seguían considerándose independientes, e incluso mostraron su rebeldía en 1429 cuando la Señoría de Florencia intentó imponer el nuevo impuesto del catastro en su ciudad. Y esta tradicional aversión a los florentinos volvería a estallar algunos decenios más tarde por el tema del alumbre.

Vista actual de Volterra.

En diciembre de 1470, el Gobierno municipal, no sin discusiones, acordaba conceder a una sociedad integrada por sieneses, florentinos y dos volterranos, Paolo Inghirami y Bendetto Riccobaldi, la facultad de extraer el recientemente descubierto alumbre de la mina del Sasso. No obstante, tras las nuevas elecciones comunales de mayo de 1471, el Gobierno entrante decidió retirar los derechos de explotación a la sociedad, provocando con ello la irritación de Lorenzo de Medici. Hubo intentos de llegar a un acuerdo pacífico, habida cuenta de que el Magnífico había invertido dinero en la sociedad explotadora, pero los volterranos se negaban a ceder la mina a particulares. Por este motivo, enviaron entonces una embajada a Florencia, aunque sus componentes debieron de ser sobornados o quedaron satisfechos con la explicación recibida, pues regresaron a Volterra con el único fruto de un canon anual en concepto de arrendamiento por la explotación. La explicación dejó descontentos a sus conciudadanos, que provocaron en abril de 1472 algunos disturbios con alguna muerte incluida. Una nueva embajada no consiguió nada mejor, y Lorenzo optó al final por un castigo ejemplar.

Los volterranos habían considerado el asunto de la mina como una afrenta de Florencia, la capital de una república que la creía suya, y por ello se dispusieron a combatir fortificando la ciudad y enviando emisarios a algunos estados italianos. Lorenzo, a su vez, contrató a Federico de Montefeltro, duque de Urbino y uno de los más eficaces mercenarios de la península apenínica. Volterra, tras un mes de resistencia, acabaría capitulando y sería ocupada el 18 de junio. Y a pesar del acuerdo alcanzado, los condottieros de Federico la sometieron a un terrible saqueo. El propio duque de Urbino lograría con ello un precioso botín. Muchas familias volterranas acabaron en el exilio, y los gastos de reparación fueron tan enormes que la ciudad se arruinó; la recuperación económica de Volterra tardaría algunos años en alcanzarse, y ello gracias a que sus impuestos tuvieron que ser aligerados. Florencia había concluido así, de forma definitiva, con la rebeldía de los volterranos.