Crónicas de mi insomnio - Carlos Eduardo Pérez Díaz - E-Book

Crónicas de mi insomnio E-Book

Carlos Eduardo Pérez Díaz

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Beschreibung

"Hoy les presento un libro con historias, anécdotas y reflexiones de mi vida y carrera profesional, son relatos simples, sencillos, con reflexiones personales e intimas. Este libro nació como un deseo de llevar un mensaje de alegría, esfuerzo y prosperidad. Mensajes para transformar la sociedad, no con grandes hazañas sino con pequeñas acciones, quisiera, sin ser pretencioso, una mejor sociedad con visión de servicio a nuestros semejantes, con sentido de lealtad a nuestros amigos y amor a nuestras familias. Algunas historias son alegres y quisiera que el lector sonriera, se divirtiera, pero como dice el comediante, "fácil es morir, difícil es hacer reir. El insomnio, ha sido mi eterno compañero, mi refugio de pensamiento, de tristeza, desespero y esperanza. Mis noches son muy largas, pero han sido estas horas, los momentos de introspección, trabajo, creación y nuevos retos. En un inicio el insomnio me generó depresión y ansiedad, luego se volvió mi cómplice y mi amigo. Las noches son momentos de oscuridad y de reflexión donde los pensamientos afloran con calma y permiten una meditación profunda, el tiempo donde he disfrutado mis éxitos y llorado mis fracasos. Espero la noche como el espacio de reencuentro espiritual, de sentir y disfrutar cada momento que he vivido. El insomnio terminará en el descanso eterno."

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Crónicas de mi insomnio

Historias ficticias basadas en hechos reales

© Carlos Eduardo Pérez Díaz

ISBN: 978-628-95293-6-4

Hecho el depósito legal

Coordinación editorial: Julieta Ortiz Fernández

Ilustración: Lola Restrepo

Diseño y producción: Chigüiro Estudio

Impresión: ITG inversiones tecnográficas

Primera edición,

Bogotá, junio de 2019

www.infectoweb.com

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Dedicatoria

No existen más de dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.

Oscar Wilde

Mi familia es mi refugio, somos fruto de unos padres maravillosos.

Mi madre María Isabel, profesora de escuela básica, una luchadora incansable, disciplinada, alegre, exigente y amorosa.

Mi padre Rogelio, profesor de matemáticas, inteligente, gran lector, conversador, trabajador incansable, con un carisma y magnetismo propio de un ser humano fantástico.

Mis hermanos Nelson, Liliana y Ricardo, son la base de mi vida, mis amigos y compañeros victoriosos en una vida llena de zozobras y orgullosos de lo que somos, de lo que creemos y lo que amamos.

Mis hijos Carlos Felipe, Santiago y Daniel, son la paz de mis días, mi amor eterno, mi cariño perpetuo, luz de mi vida y sosiego de mis angustias. Nada me haría más feliz que verlos felices. Son mi motor, la razón de mi lucha, la razón de mi existencia, por ellos quiero vivir.

Mi esposa Adita ha sido cómplice de mis locuras, compañera de mis emprendimientos, compañía de mi soledad y tranquilidad cuando hay tormenta, su lucha ha sido mi ejemplo y su cariño mi felicidad. Siempre en mi corazón.

Mis amigos son muchos, Oscar Leonardo me ha acompañado toda mi vida, es mi cómplice, siempre ha sido mi hermano, Él ha sido mi amigo y socio, obreros en una lucha por nuestros ideales, un ser de infinita bondad y gran amor para su familia y entorno.

Son muchos más a los que les debo, toda mi familia paterna y materna numerosa, desde Boyacá hasta Nariño fueron y son un entorno maravilloso. Ana Gabriela, la madre de mis dos primeros hijos, ha sido una mamá ejemplar para ellos. Roberto, mi cuñado, siempre a mi lado, incondicional y firme como una roca; mis sobrinos, Camilo, Juan S., María Alejandra, Laura, Mateo, María Vittoria. Orgulloso de ellos, son mis amigos eternos, mis cómplices, mi alegría.

Mis amigos de universidad Carlos, Gustavo, Kike, Álvaro y todos los demás, mis socios de vida.

Oscar mi amigo y socio, con quien iniciamos un sueño y construimos una empresa. Leal y amoroso de su bella familia

Mis profesores, mis colegas, siempre mi respeto y admiración, seguir su ejemplo ha sido una bendición.

Mis estudiantes Juan Sebastián, Álvaro, Carlos Mauricio, Adolfo, Fabian, Javier y como muchos otros son dueños de mis sonrisas, motivo de mis lecturas, me han hecho un mejor individuo, a ninguno olvido porque todos dejaron huella en mi corazón. Cuando escucho la inmerecida palabra profe, por aquellos que hoy son grandes médicos, me hacen sentir orgulloso y dan alegría a mi corazón.

Las instituciones marcan tu camino, y siempre serán impronta en mi alma. El Hospital Militar donde crecí y aprendí, conocí la valentía y el amor de patria, el Hospital de la Samaritana donde nací y ejerzo lo que aprendí. Mis colegas, son mi familia, los pacientes son mi desafío y la institución un orgullo en mi vida.

La clínica Marly ha sido desde el primer día mi hogar, donde siempre he estado, siempre he vivido. El doctor Jorge Cavelier creyó en mí y Luis Eduardo confió en mí. Todos sus médicos, las bellas enfermeras, mi grupo de trabajo han hecho en mí una mejor persona y un mejor médico.

Índice

Introducción

True stories

La fructosa

La caída

El insectólogo

Iatrogenia

El cíclope

Las crías

La penicilina

La leña

El taxi

Motivo de consulta I

Motivo de consulta II

Cosas que le pueden pasar a cualquiera

Folclor

Autopsia

La reanimación

Sonda vesical

El doctor Medina

Huir

La viejita bailadora

El motel I

Los cuyes

El motel II

Los aviones

La ducha y el balde

The hamburguer

Algunos cuentos cortos

Papá, mamá y otras inspiraciones

Papá

Los vinos

Visita al museo de Louvre

Cómo hacer enemigos

A las mujeres

Carlos Felipe

Incertidumbres

Día Panamericano del Médico

Trinos y citas

Trinos

Algunas citas y otros trinos

Epílogo

Referencias

Notas al pie

Introducción

Si borras mis errores del pasado acabas con mi sabiduría del presente

En esta ocasión plasmo algunos relatos que en mi vida profesional, familiar y personal han sucedido, algunas historias inusuales, otras increíbles y otras solamente graciosas. Recojo también algunas frases que han sido importantes en mi vida o sencillos mensajes que enseñan a ser mejores o a divertirnos en momentos de tristeza. Escribo algunas reflexiones personales sobre la vida, el ejercicio médico y la sociedad, y no pretenden ser doctrina o de profundidad filosófica. Es el pensamiento de un hombre y médico por el trasegar de su vida y profesión.

Tenía que contar estas historias; son solo una selección relevante y en mi escritorio aún quedan cientos de ellas. Sin embargo, escribir da miedo, no de lo que voy a contar, pensar si esto le va a gustar al lector, si sonreirá o entenderá el mensaje que quiero transmitir.

Algunas historias son alegres y quisiera que el lector sonriera, se divirtiera, pero como dice el comediante, “fácil es morir, difícil es hacer reir”

La decisión de escribir fue difícil, pero lo quería hacer y encontré el valor para intentarlo, citando a Franklin Delano Roosevelt “en la vida hay algo peor que el fracaso, no haber intentado nada”

Hoy les presento un libro con historias, anécdotas y reflexiones de mi vida y carrera profesional, son relatos simples, sencillos, con reflexiones personales e intimas. Este libro nació como un deseo de llevar un mensaje de alegría, esfuerzo y prosperidad. Mensajes para transformar la sociedad, no con grandes hazañas sino con pequeñas acciones, quisiera, sin ser pretencioso, una mejor sociedad con visión de servicio a nuestros semejantes, con sentido de lealtad a nuestros amigos y amor a nuestras familias.

El insomnio

Ha sido mi eterno compañero, mi refugio de pensamiento, de tristeza, desespero y esperanza. Mis noches son muy largas, pero han sido estas horas, los momentos de introspección, trabajo, creación y nuevos retos. En un inicio el insomnio me generó depresión y ansiedad, luego se volvió mi cómplice y mi amigo. Las noches son momentos de oscuridad y de reflexión donde los pensamientos afloran con calma y permiten una meditación profunda, el tiempo donde he disfrutado mis éxitos y llorado mis fracasos. Espero la noche como el espacio de reencuentro espiritual, de sentir y disfrutar cada momento que he vivido. El insomnio terminará en el descanso eterno.

True stories

La fructosa

Una de las situaciones más vergonzosas que pude haber pasado o que le puede pasar a un médico, una tarde en el Hospital Militar, en una visita al servicio de urgencias, discutían un caso clínico de una persona que había tenido una relación sexual no consentida, abuso sexual. Discutíamos con mi grupo de estudiantes el por qué se inicia la terapia antiviral para VIH profiláctica, la inmunoglobulina de hepatitis b y el uso de antibiótico durante ese proceso, se me ocurre preguntar.

- ¿Cuánto es la vida de un espermatozoide?

Respondieron – hasta 72 horas

Pregunté– ¿por qué?

Nadie respondía.

Una médica haciendo su año de internado y que participaba de la revista y con mucha atención seguía los comentarios.

Nuevamente pregunto

-Cuál es el sustrato energético del espermatozoide?

Y como nadie contestó, respondí.

-La fructuosa, y una vez esta se consume, el espermatozoide deja de moverse y muere.

La medica interna que estaba atenta a la charla preguntó inquieta:

Pero si tiene fructuosa, ¿por qué sabe saladito? (el esperma)

Entramos todos en shock – nos miramos angustiados – perplejos.

Otro de los residentes dijo:

-Pues las papilas gustativas de los lados son pa’ lo salao’ y las del frente son para lo dulce.

La medica interna al ver esta escena, sonrojada dijo

-Bueno, eso me han contado-

Con cualquier disculpa hui perplejo de aquella situación y pensando en esa pregunta que no podré responder.

La caída

La medicina en la provincia es desafiante, apasionante y retadora; en donde se atiende con pasión y con compasión. Estábamos en Granada - Meta (donde ejercí como médico, muy joven), salimos vía a San Martín, rumbo a Villavicencio. Me alistaba para ir a visitar a una distinguida damisela de la comarca. Con toda la ropa impecable y perfumado de pie a cabeza, esperaba una remisión al pueblo de algún paciente y así usar la ambulancia para desplazarme a la cita.

Apareció una remisión de un paciente, como de 70 años de edad con una enfermedad pulmonar que requería oxígeno, era necesaria una valoración por medicina interna. Efectivamente alistamos al paciente y nos dispusimos a llevarlo.

El conductor, una enfermera, la hija del señor y yo, el médico perfumado.

Yo gritaba desde la parte trasera de la ambulancia:

-Acelere, Ricardo (el conductor), vamos de afán.

-Hágale rápido, qué pasa, prenda las sirenas, vociferaba yo en un tono festivo para llegar rápido a mi destino. (Tengamos en cuenta las condiciones de las carreteras de las zonas rurales de nuestro país).

Sucedió entonces lo imposible…se abrió la puerta de atrás de la ambulancia y el paciente, salió literalmente, volando.

Gritos de – ¡pare!, ¡pare! al conductor.

En cámara lenta veía la camilla alejarse saltando una, dos, tres, ¡cuatro veces! se detuvo y se volteó del lado derecho, pero el viejito seguía bien amarrado a la camilla.

Me cuentan que salté de la ambulancia y que di unos botes, yo solo recuerdo que corrí a donde el señor y le dije.

-Viejito, viejito, ¿cómo se siente? ¿Le duele algo?

-Ay ay, ay no sean hijueputas, yo me voy en flota.

Lo examiné y nada, ni un rasguño, pero seguía recordando de mala manera a nuestra progenitora y vehemente no quería subir a la ambulancia y decía que lo mandara en un flota.