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Un corazón roto Michelle Smart Él ni se imaginaba que iba a ser padre. Ella no imaginaba que la chantajearía para que se casara con él. Un compromiso falso Jules Bennett Debería ser solo un negocio y, dado que estaban fingiendo, no debería ser una segunda oportunidad.
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Seitenzahl: 384
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S. A.
Avenida de Burgos, 8B - Planta 18
28036 Madrid
© 2022 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S. A.
E-pack Bianca y Deseo, n.º 311 - julio 2022
I.S.B.N.: 978-84-1141-224-7
Créditos
Índice
Un compromiso falso
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Si te ha gustado este libro…
Un corazón roto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Epílogo
Si te ha gustado este libro…
−Tienes otra visita.
Luke levantó la vista de la pantalla de su ordenador, tras la que se había estado ocultando la mayor parte de la tarde.
−Dile que estoy ocupado −le respondió a su guardaespaldas.
Normalmente, le encantaba estar con sus clientes en la azotea de The Cheshire, el bar que tenía en lo alto del edificio, pero había dejado de gustarle desde que se publicó el maldito artículo que lo había colocado en el centro de la polémica.
Conoce a Luke Sutherland, el soltero más codiciado de Tennessee.
Aquella frase, junto con una fotografía en la que Luke aparecía con un par de vaqueros y una camisa de vestir totalmente desabrochada, había atraído a todas las mujeres del estado, y también a algunos hombres, como si fuera un imán.
Jake dio un paso al frente y entró en el despacho.
−Hmm, señor. Se trata de Cassandra Taylor.
¿Cassandra Taylor?
Hacía años que no había escuchado aquel nombre, pero había pensado en él con frecuencia. También en el largo cabello negro entre el que solía deslizar los dedos. En la dulce sonrisa que lo encendía antes de que ella pronunciara palabra. Y en el modo en el que se había confesado con ella… Luke había estado muy enamorado en el pasado. Ella había sido su mejor amiga.
Desgraciadamente, el matrimonio había estado descartado para él, los caminos de ambos habían estado destinados a separarse y él la había dejado marchar.
Había hecho lo correcto.
Entonces, ¿por qué había ido Cassandra a verlo después de tanto tiempo? Esperaba que no fuera porque había visto el artículo y pensara que tenían otra oportunidad de estar juntos. Esa posibilidad había desaparecido en el momento en el que ella se marchó de la ciudad hacía ya casi ocho años, prácticamente sin decir adiós. Los hermanos de Luke le habían echado a él la culpa y tal vez, en parte, sí la tenía, dado que no había ido a buscarla. Sin embargo, Cassandra tampoco se había quedado para ver si las cosas podían arreglarse entre ellos.
Los dos habían preferido no hacer nada. Ya no había vuelta atrás.
−En ese caso, dile que estoy muy ocupado −repitió. Habría preferido que aquella visita fuera de una desconocida.
Jake, su guardaespaldas y jefe de seguridad, llevaba con Luke desde la apertura del primer bar y conocía muy bien el impacto que Cassandra había ejercido en él.
−¿Algún problema? −le preguntó Luke cuando vio que Jake no se movía.
−Déjela entrar. Ha venido desde muy lejos después de tanto tiempo.
Luke se reclinó en su butaca y se apoyó sobre los reposabrazos.
−¿Cuándo te has puesto de su lado?
Jake soltó una carcajada.
−¿De su lado? Luke, hace ya muchos años que creo que sabes perfectamente a quién le guardo lealtad, pero los dos tenéis una historia a vuestras espaldas. No es como esas otras mujeres que han visto el artículo y se mueren de ganas por convertirse en la esposa de Luke Sutherland. Dudo que Cassandra esté buscando que le pongas un anillo en el dedo.
Luke tragó saliva. Jake podría estar en lo cierto, pero él había estado dispuesto a ponerle aquel anillo en el dedo antes de que se marchara. Bueno, en teoría. Había comprado el anillo, pero nunca había encontrado el momento adecuado para pedirle matrimonio. Y entonces, ella se marchó. Los hermanos de Luke se habían mofado de él, pero es que Cassandra ni siquiera le había dado la oportunidad de hablarle ni de explicarle sus motivos.
Evidentemente, un matrimonio entre ellos habría estado destinado al fracaso desde el principio.
Si ella había podido marcharse sin mirar atrás, lo mejor era que Luke no le hubiera pedido matrimonio. Habría sufrido. Se habría sentido herido. Tal vez una parte de él aún seguía estándolo, pero ya no era tan ingenuo como entonces. Por lo tanto, se alegraba de no haberse casado. Le encantaba la vida que se había creado y volver al pasado no sería bueno para nadie.
−Deja de pensar tanto −gruñó Jake−. Sabes muy bien que si no la recibes no vas a hacer más que pensar en lo que podría haberla hecho venir hasta aquí.
Mierda. Jake tenía razón. Sin embargo, ese pensamiento no hacía que le resultara más fácil digerir que ella hubiera vuelto. Parecía que Cassandra aún tenía el poder de afectarle después de tanto tiempo. Tal vez si la viera, dejaría de sentir aquel efecto sobre él. Seguramente, después de tantos años, había cambiado tanto como él. Solo había una manera de descubrirlo.
Se incorporó y apoyó los brazos sobre el escritorio. Era incapaz de decidirse. No sabía lo que esperar. Hacía años que no veía a Cassandra, a excepción de la ocasión en la que la había buscado en las redes sociales hacía un par de años. Había descubierto que seguía soltera y tan atractiva como siempre.
Al final, la curiosidad ganó la partida. Suspiró profundamente y asintió.
−Está bien. Hazla pasar.
En el momento en el que Jake salió del despacho, Luke empezó a tener dudas. ¿Por qué había accedido a volver a verla? Se habían ido cada uno por su lado y habían llegado a la conclusión de aquello era lo mejor. Sin embargo, Cassandra había vuelto. Luke no sabía por qué, pero tenía que dar por sentado que aquella repentina visita tenía que ver con el artículo que Country Beat había publicado sobre él.
La vida le había sonreído. Tenía bares en Beaumont Bay y Nashville y había estado pensando en expandirse a otras ciudades. Tal vez Chicago o Atlanta. Le parecía que siempre estaba en movimiento. La única vez que había considerado tomarse un tiempo fue cuando estuvo con Cassandra y el resultado había sido nefasto. En aquellos momentos, sentía que tener una mujer en su vida solo serviría para obstaculizar su carrera. Le encantaba la industria de la música country, el ambiente de bares y restaurantes y adoraba combinar las dos cosas. No quería cambiar nada. Por nadie.
Se levantó y se maldijo en silencio. ¿Debería estar de pie, como si estuviera anticipando su llegada o sentado como si no le importara? Quería que Cassandra supiera que su visita no le afectaba en lo más mínimo. Se mostraría amable e informal con ella, tal y como lo hubiera hecho con cualquier otra persona que hubiera ido a verlo.
Joder. Cassandra aún no había entrado por la puerta y ya estaba nervioso. ¿Cómo iba a reaccionar cuando estuviera frente a frente con ella? Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron y el peso de ello parecía haber arraigado en su pecho. Sentía una presión que no podía explicar. Tampoco tenía tiempo de intentarlo.
Todos sus pensamientos se esfumaron en cuanto Cassandra entró en el despacho y lo miró a los ojos. Luke se dio cuenta de que debería haber permanecido sentado porque sintió que una fuerte reacción le recorría todo el cuerpo.
Había en ella algo familiar y, sin embargo, nuevo. La seguridad en sí misma, los hombros rectos, la barbilla levantada y la determinación en los ojos eran sensaciones nuevas. Sin embargo, las curvas, el cabello oscuro cayéndole sobre los hombros y la ligera sonrisa en los labios despertaron en él los recuerdos.
A pesar de la belleza ya familiar y una seguridad en sí misma recién adquirida, Cassandra seguía siendo la mujer que lo abandonó. Luke no tenía deseo alguno de revivir el pasado. Apartó rápidamente sentimientos y recuerdos. Había llegado adonde estaba viviendo el momento y tomando el control de su destino. Ni nada ni nadie le haría cambiarlo.
−Cassandra.
Ella se sobresaltó al darse cuenta de que la puerta se había cerrado a sus espaldas. Miró hacia atrás antes de fijarse de nuevo en Luke.
−Te agradezco mucho que me hayas recibido sin previo aviso.
Dio un paso al frente. Luego otro más, hasta que llegó junto al escritorio de Luke. Él sintió que podía extender la mano y tocarla. Podía ver perfectamente el profundo color azul de sus hermosos ojos.
Solo habían transcurrido unos segundos, pero ciertamente no había esperado la descarga de emociones que recorrían su mente… y su cuerpo.
−Luke.
Lo que le faltaba. Casandra pronunciando su nombre… Aquella única palabra le hacía recordar románticas veladas y momentos de pasión. Fuera cual fuera la razón por la que se encontraba allí, tendría que conseguir que se marchara enseguida. No iba a permitir que lo enredara en su vida como había hecho en el pasado. Le iba muy bien soltero. Un momento… ¿era esa la razón por la que Cassandra estaba allí? ¿Había visto el artículo y quería volver con él y asegurarse la plaza a su lado?
No. De ninguna manera.
Decidió que acceder a ver a Cassandra había sido un error. Sin saber cómo, comprendió que aquel momento sin duda iba a cambiar su vida para siempre.
Cassandra estaba muy nerviosa. De camino allí, durante las tres horas completas que le había llevado hacer el trayecto, se había echado a sí misma un buen sermón. Luke solo era un hombre, igual que ella solo era una mujer. No había razón por la que no pudiera hablar con él sobre lo que necesitaba. Ya eran personas muy diferentes.
Cuando ella rompió la relación hacía ya algunos años, lo hizo porque había sentido la necesidad de proteger su corazón. Sentía que quedarse junto a Luke solo le habría causado más dolor. Él quería progresar en su carrera y parecía satisfecho con tenerla a ella en un rincón, sin preguntarse nunca si a Cassandra le gustaba estar allí. Aunque ella se había sentido siempre muy orgullosa de todo lo que él conseguía, también había querido crecer a su lado. Había comprendido, demasiado tarde, que los dos tenían visiones muy diferentes de lo que deseaban de la vida.
Por eso, había preferido marcharse. Le encantaba la vida que se había hecho en Lexington, Kentucky.
Entonces, ¿por qué temblaba tanto por estar de nuevo a su lado?
Cuando la intensa mirada de Luke se hizo insoportable, Cassandra se armó de valor para no darse la vuelta y marcharse. Permaneció firme.
Resultaba evidente que él no iba a decir nada, aunque ella le había llamado por su nombre para sacarlo del trance en el que parecía haber entrado. Lo más probable era que quisiera ella explicara por qué se había presentado de improviso, después de no haber temido comunicación alguna con él en ocho años.
−Tu bar es maravilloso y Jake resulta… muy intimidante −comentó, sin fuerzas aún para abordar la verdadera razón de su presencia−. Veo que te va muy bien.
−Jake hace muy bien su trabajo −replicó Luke. Se movió ligeramente y se colocó las manos sobre las caderas−. ¿Has venido hasta aquí para decirme lo que ya sé?
Evidentemente, el ego de Luke seguía intacto y no parecía estar de humor para la charla informal que Cassandra había estado ensayando durante todo el viaje.
Respiró profundamente antes de responder.
−No. He venido aquí para decirte que necesito un favor.
Luke la miró fijamente antes de que su risa, potente y familiar, resonara por el espacioso despacho. Incapaz de permanecer inmóvil, Cassandra miró a su alrededor y observó las imágenes en blanco y negro que cubrían las paredes. Fotografías de Luke con sus hermanos. Todos los hombres Sutherland eran ricos y poderosos y ella los había querido como si fueran de su familia, aunque a ninguno como a Luke. Gavin, Cash y Will habían sido como sus propios hermanos. Los había echado mucho de menos cuando se marchó sin mirar atrás.
Pero Luke… la había dejado amargada y furiosa. La había tenido esperando, dejándola pensar que iban a pasarse juntos el resto de sus vidas, cuando lo único que le importaba era el próximo bar que iba a abrir o lo rápidamente que iba a contratar a la próxima gran estrella para tener todos los derechos. Por eso, Cassandra se había marchado.
Había recogido todos los trozos de su destrozado corazón y había seguido con sus propios sueños. Le había ido muy bien en su propia carrera como organizadora de bodas a pesar de lo celosa que se sentía de cada final feliz que ayudaba a hacerse realidad. Tras expandirse y abrir su propia empresa, necesitaba algo especial que la hiciera resaltar en medio de una industria ya muy saturada. Necesitaba poder organizar la boda de una persona famosa.
Por eso estaba allí. Por eso había dejado atrás su orgullo y el corazón que tanto le había costado recomponer y había recorrido las tres horas que la separaban de Beaumont Bay para ponerse frente a Luke.
−Sé que Will se va a casar −dijo Cassandra volviéndose a mirar a Luke una vez más. Vio que él no se había movido y que seguía mirándola muy fijamente−. Por eso estoy aquí.
−Lo siento, pero ya tiene futura esposa.
Cassandra suspiró.
−Lo sé. Sé perfectamente que su novia se llama Hannah Banks. Quiero ser la organizadora de su boda y tú me vas a ayudar a conseguir el trabajo.
El silencio los envolvió a ambos. Cassandra sintió que el corazón le latía con fuerza, tanta fuerza que notaba cómo los rítmicos latidos le retumbaban en los oídos.
−¿Y has venido hasta aquí con esa exigencia? −le preguntó él rodeando el escritorio para colocarse delante de ella−. Podrías haber llamado.
Dios… Luke olía tan bien. Parecía más corpulento, más fuerte, más sexy que nunca. Sí, tal vez una llamada de teléfono habría sido mucho mejor.
No importaba. Ya era inmune a sus encantos. Antes de llegar hasta allí para pedirle aquel favor, ya había sabido que Luke sería un hombre guapo y de éxito porque ya lo había sido cuando se marchó de su lado. El dolor que él le había causado había terminado con la atracción física.
−¿Habrías aceptado mi llamada?
Luke se encogió de hombros.
−Claro, ¿por qué no? Los dos hemos seguido con nuestras vidas.
Luke le miró los labios y sintió de nuevo una oleada de excitación. Cassandra solo llevaba en su despacho unos minutos y ya lo deseaba. Tal vez eran los recuerdos. Tenía que recordarse que estaba en el presente y centrarse en la razón de su presencia en Beaumont Bay. Luke estaba en deuda con ella por los años que se había pasado a su lado, años en los que ella había esperado pacientemente a que se comprometiera, y por todo el sufrimiento que había terminado causándole. Cassandra estaba dispuesta a cobrarse su deuda.
Sin embargo, ¿quién podía culparse por distraerse con Luke Sutherland? Aunque no hubieran compartido intimidad en el pasado, era un hombre cuya presencia exigía atención. Mirada oscura, fuerte mandíbula, hombros anchos… Cuando se cruzó de brazos y se hizo aún más imponente, Cassandra tuvo que tragar saliva para aliviar el nudo que la excitación le había formado en la garganta.
Él sabía exactamente lo que estaba haciendo. ¿Cómo se atrevía a ponerse delante de ella con un aspecto tan… tan…?
La frustración se estaba adueñando de ella.
Poner indagar en su cabeza sería una fiesta para un psiquiatra: un pasado de dolor con un hombre que se había negado a casarse con ella, para después pasar a ayudar a las parejas felices a darse el sí quiero. Tal vez tan solo era una romántica incurable que aún creía en el milagro de los finales felices.
Solo porque las cosas no le habían salido bien a ella no significaba que no creyera en el amor. Lo veía todos los días en su trabajo. Tal vez algún día encontraría al hombre con el que debía compartir su vida.
Años atrás había pensado que Luke era sin duda aquel hombre. En aquellos momentos, se alegraba de no haberse quedado a esperarlo. Había leído el artículo de Country Beat. Aparentemente, seguía sin buscar esposa.
−¿Qué te hace pensar que yo tengo alguna influencia en Hannah? Ella es una estrella y tiene su propio equipo. Estoy segura de que ya tiene alguien que le organice la boda, dado que quieren algo sencillo y rápido.
Cassandra sonrió.
−¿Crees que habría venido hasta aquí sin hacer los deberes? Hasta ayer, no tenía a nadie. Por eso, necesitas tomar el teléfono ahora mismo y concertarme una cita con ella.
Luke guardó silencio unos instantes. No dejaba de mirarla muy fijamente.
−¿Y qué te hace pensar que podrías conseguir el trabajo? −le preguntó por fin.
−Tú consígueme una reunión con ella y lo verás.
Luke apoyó una cadera sobre el escritorio y se puso a estudiarla. Lo más extraño de todo era que parecía estar considerando la idea.
−¿Por qué es esto tan importante para ti?
−Tengo mi propia empresa desde hace seis meses. Trabajé para Brides and Belles durante ocho años, pero llegó el momento de ir por libre. Necesito la boda de un famoso o famosa para darle alas a mi empresa y poner mi nombre en la órbita de otras celebridades.
Aunque eso significara suplicar y tragarse su orgullo.
Luke volvió a dedicarle una intensa mirada. Cassandra se obligó a permanecer tranquila, sin moverse. Tenía que conseguir que él la ayudara. Crear su propia empresa A su servicio, había supuesto la inversión de la mayor parte de sus ahorros y de todo su coraje. Tenía que conseguir que fuera un éxito, aunque eso significara poner en peligro su corazón y su cordura una vez más por tener que enfrentarse a Luke Sutherland.
−Te ayudaré.
Cassandra estuvo a punto de abalanzarse sobre él para abrazarlo, pero recordó a tiempo que tocarlo sería muy mala idea. No obstante, tuvo contener la sonrisa que le iluminó el rostro.
Ella siempre había creído en el amor, siempre había querido ver felices a las parejas y ayudarles a conseguir una boda perfecta. Incluso había imaginado su propio día perfecto con Luke. Ya no. Había decidido dejar el sueño a un lado hasta que encontrara un hombre que mereciera su amor. Toda su energía estaba puesta en conseguir que A su serviciofuera un éxito. Y Luke la iba a ayudar a que así fuera.
−Luke, ni siquiera…
−Con una condición −añadió él mirándola de nuevo muy fijamente a los ojos.
−¿Una condición? −repitió ella. Su alegría había sido efímera cuando escuchó el duro tono de voz de Luke.
−Tú me ayudarás a mí.
Rodeó de nuevo el escritorio y sacó una revista de un cajón. La dejó caer con un golpe seco sobre el escritorio y la hizo girar para que ella pudiera ver la portada.
−Esto me está arruinando la vida −dijo señalando la portada−. Te conseguiré esa cita si tú finges ser mi prometida hasta que la boda de Will haya pasado.
Cassandra lo miró con incredulidad. Había esperado tanto tiempo para que él le pidiera matrimonio… Y en aquel momento él le estaba pidiendo que fingiera ser lo que él nunca había estado dispuesto a darle.
−No hablas en serio… −dijo por fin. La ira había empezado a apoderarse de ella.
Sin embargo, el rostro de Luke le decía que iba en serio. Muy en serio. En aquel momento, Cassandra se dio cuenta que debía valorar lo mucho que deseaba aquel encargo. Organizar una boda como aquella tendría un valor incalculable, le abriría puertas a las que, por sí sola, no podría ni acercarse. Había estado dispuesta a volver a ver a Luke, a dejar su orgullo a un lado, a suplicar incluso. Sin embargo, él le estaba pidiendo mucho más.
−¿Hay otra manera de conseguir que me ayudes?
−No.
−¿Y qué conllevaría todo ese fingimiento? −le preguntó sin poder contenerse.
¿De verdad estaba considerando aquella locura? Fingir estar prometida con Luke requería un trabajo emocional mucho mayor del que había estado dispuesta a realizar cuando se encaminó hacia Beaumont Bay. Jamás se le habría ocurrido que Luke le pediría algo a cambio, pero ciertamente no se había convertido en el exitoso hombre de negocios que era regalando su tiempo o sus favores.
Él se encogió de hombros.
−Algunos posts en redes sociales, apariciones públicas… Tendrás que quedarte aquí conmigo algunas noches para que parezca auténtico. Y no vendría mal alguna que otra demostración de afecto en público.
¿Demostraciones de afecto en público? ¿No vendrían mal? ¿Besos, caricias, abrazos… no vendrían mal? Cassandra no podría ponerse de nuevo en aquella situación sin recordar todo lo que había soñado con él y que había terminado por perder.
Maldita sea, pues sí que se había vuelto astuto en aquellos años…
Bien. Quería aquella boda. Tendría que jugar. Lo había amado en el pasado, así que fingir amor hacia Luke no sería difícil. Al menos, ya sabía cómo iba a terminar todo. No habría ingenuidad alguna por su parte, ni se le rompería el corazón. Tendría todo bajo control. Además, estaría demasiado ocupada organizando la boda del año como para preocuparse de su ex. ¿No?
−De acuerdo −dijo mientras daba un paso al frente y le ofrecía la mano−. Trato hecho. Después de la boda, habremos terminado. Esta vez para siempre.
−Me parece bien.
Cuando Luke le estrechó la mano, Cassandra sintió que el corazón empezaba a latirle a toda velocidad. Sintió un nudo en el estómago. En aquel momento, comprendió que se había metido en un lío.
Fingir ser la prometida de su ex.
¿En qué demonios había estado pensando?
Aunque sus hermanos seguramente se lo recriminarían, había hecho un trato. En aquellos momentos, Luke tenía lo que nunca había deseado: una prometida. No obstante, cuando Cassandra y él fueron pareja hacía ocho años, Luke le había comprado un anillo, pero nunca había reunido el valor suficiente para pedirle matrimonio. No había estado del todo seguro y, cuando ella se marchó, Luke comprendió que había hecho bien en no pedírselo.
Sin embargo, Cassandra había vuelto y él le estaba dando todo lo que ella tanto había deseado antes. En realidad, estaba fingiendo darle todo lo que ella había querido. La situación no dejaba de ser irónica. Luke no podía ni siquiera comprender de dónde se había sacado aquella idea ni cómo había podido perder el control de aquella manera. Cassandra se había presentado en su despacho para pedirle aquel favor y él, totalmente desprevenido por la visita y por la exigencia, había reaccionado sin pensar.
Se acomodó en su butaca de cuero y miró hacia la puerta por la que se había marchado Cassandra. El impacto que había causado en tan breve espacio de tiempo había sido muy fuerte, pero se negaba a admitir que no fuera inmune a ella en aquellos momentos. Había estado enamorado de ella en el pasado, sí, pero no había estado preparado para el matrimonio. Y seguía sin estarlo. Cassandra siempre había querido mucho más de lo que él era capaz de darle.
No entendía por qué había cedido a sus exigencias. Ni por qué había terminado pidiéndole que fingiera ser su prometida. Era cierto que había querido librarse de las hordas de mujeres que lo acosaban desde que se publicó aquel artículo. Sin embargo, por otro lado, tal vez estaba tratando de demostrar que se había olvidado de ella y asegurarle que ya no era más que un recuerdo de su pasado.
Le envió a Jake un mensaje para pedirle que averiguara dónde se alojaba Cassandra y el tiempo que pensaba quedarse en la ciudad, junto a todos los datos adicionales que pudiera encontrar. Quería saber todo lo que pudiera sobre su prometida.
Pocos minutos más tarde, Jake le informó de que se alojaba una planta más debajo de su bar, que estaba en el ático de The Beaumont. Fantástico. Prácticamente estaba en la palma de su mano. Le envió un mensaje a su habitación para estuviera en The Cheshire al día siguiente para representar el papel de novia enamorada.
Cuando todo el mundo se recuperara de la sorpresa inicial, podrían hablan de cuándo y cómo iban a anunciar su…
Luke tragó saliva y trató de aplacar sus frustraciones.
Su compromiso.
−Muchas gracias por acceder a reunirte conmigo.
Cassandra entró en la mansión que Hannah Banks tenía junto a un lago. No se podía creer que estuviera allí. Llevaba años escuchando la música de Hannah y la superestrella era tan rutilante en persona como lo era en televisión.
−No hay por qué darlas −dijo Hannah mientras cerraba la puerta y se volvía para mirar a Cassandra y a Luke−. Estoy encantada de que alguien que conoce a Will tenga interés por formar parte de nuestro día más especial. He estado tan agobiada con el trabajo y con el nuevo disco que no he podido dedicarme a buscar a alguien que me ayude a concretar lo que quiero. Sé que deseo que mi boda sea algo íntimo y especial, pero jamás pensé que organizarla sería tan difícil.
En aquel momento, Cassandra no tuvo dudas. Conseguiría aquel trabajo y sería el encargo más importante de toda su carrera.
−Lo siento, empiezo a hablar y no sé cómo parar. Venid al jardín conmigo −añadió mientras se dirigían hacia la parte trasera de la casa−. He preparado algo de beber y Will está ahí también. Creo que está hablando por teléfono, pero estará a punto de terminar. Os juro que ese hombre está siempre trabajando.
−Así somos los Sutherland −comentó Luke−. Estoy seguro de que estará encantado de tomarse un respiro para hablar sobre flores y sobre cómo sentar a los invitados.
Cassandra le dio un golpe seco en los abdominales.
−Calla. El novio debería ser parte de un día tan especial del mismo modo que la novia.
−Estoy de acuerdo −afirmó Hannah. Cuando llegaron a la puerta del jardín, les indicó que salieran ellos primero−. Parece que ya no está hablando por teléfono.
Luke colocó la mano sobre la espalda de Cassandra y la animó a salir al jardín. Un gesto tan sencillo y dominante a la vez hizo que ella se tensara y se apartara de su lado. No quería que él la tocara, no porque no le gustara, dado que le gustaba… y mucho. Más bien era todo lo contrario. Sin embargo, no quería acostumbrarse a su fuerza o a su afecto. No quería disfrutar lo que estaba ocurriendo entre ellos.
Era cierto que iban a fingir que estaban comprometidos, pero aún no tenían que empezar a hacerlo. Cassandra no sabía lo que Luke les iba a decir a sus padres o a sus hermanos y aquel no era el momento para averiguarlo. Lo primero era lo primero. Tenía que asegurarse aquel encargo. No habían hablado de cuándo empezarían a fingir que estaban comprometidos, aunque él ya le había dicho que aquella noche en el bar se hiciera pasar por su novia.
Por el momento, Cassandra no se iba a mostrar demasiado afectuosa con él. Ya hablarían más tarde en privado sobre los detalles exactos de su relación en público.
−Will −dijo Hannah cuando llegó junto a su prometido−. Ya conoces a Cassandra.
Will sonrió y se acercó a Cassandra para darle un abrazo. Hacía años que ella no lo veía y seguía siendo tan amable y guapo como lo recordaba. Todos los Sutherland eran conocidos por sus modales sureños y su atractivo. Un par de ellos tenían cierta reputación con las damas, sobre todo Gavin. Cassandra se preguntó si él sentaría alguna vez la cabeza y querría tener su propia familia.
Había pensado mucho en ellos a lo largo de los años, sobre todo si habrían logrado permanecer tan unidos como lo estaban cuando ella los conoció. Al ser hija única, Cassandra siempre había envidiado el vínculo que los hermanos habían compartido. Le habían dado la bienvenida a la familia Sutherland como si ella fuera también uno de ellos.
Sintió un pinchazo en el corazón. Decidió que era mejor ignorar aquellos pensamientos, dado que aquella nunca sería su familia. Sus caminos se habían separado hacía ya muchos años y no había vuelta atrás.
−Me alegro tanto de volver a verte −le dijo Will mientras se apartaba de ella−. Estás estupenda y tienes tu propio negocio. Parece que la vida te sonríe.
Cassandra asintió.
−Me va bastante bien. Me parece tan extraño estar de nuevo de vuelta en Beaumont Bay… Ha crecido mucho desde la última vez que estuve aquí.
−Por favor, siéntate −le indicó Hannah−. ¿Te apetece algo de beber?
−Estoy bien, muchas gracias.
Cassandra tomó asiento. El hecho de que Luke se sentara junto a ella no ayudó en nada a la hora de aplacar sus crecientes nervios. Ni siquiera habían llegado al punto de fingir que eran pareja y él ya estaba empezando a afectarla.
Sin embargo, en aquellos momentos, lo que tenía que hacer era conseguir aquel contrato y no permitir que nada la apartara de aquel objetivo.
−Me muero de ganas por ver lo que has traído −dijo Hannah con una radiante sonrisa−. Yo también tengo unas cuantas ideas propias, pero no he encontrado a nadie que comparta mi visión.
−Bueno, estoy segura de que te va a encantar lo que se me ha ocurrido y, además, todo es negociable. Esta es vuestra boda y mi principal objetivo es que mis clientes queden satisfechos
Cassandra se colocó el archivador sobre las rodillas y lo abrió. Hannah y Will estaban sentados frente a ella y la mesa de cristal que los separaba proporcionaba un espacio perfecto para ir colocando las imágenes y las muestras que Cassandra les había llevado.
−Lo más importante es que los dos disfrutéis de vuestra boda y que sintáis que todo está impecable. No deberíais preocuparos de nada más que del tiempo que va a transcurrir entre el «sí, quiero» y el beso con el que vais a sellar vuestra unión.
Will soltó una carcajada.
−Bueno, eso dependerá totalmente de mí.
Hannah le dio un codazo y rio alegremente. Cassandra comprobó que los dos estaban hechos el uno para el otro. El modo en el que se miraban le provocó una cálida sensación en el corazón. Le encantaba trabajar con parejas enamoradas y, en ocasiones, sabía con toda seguridad que ciertas parejas iban a conseguir que su matrimonio funcionara. Estaba segura de que Will y Hannah vivirían felices para siempre.
−En eso yo no me meto −comentó, sonriendo−. Me gustaría empezar con una imagen general. Después de investigar un poco, he comprendido la importancia de la intimidad. No os culpo. Will valora mucho la familia, por lo que habían pensado en algo íntimo, privado, pero deslumbrante. Os he preparado dos opciones.
A Cassandra no le costó ponerse en modo trabajo. Vivía para ello. Solo porque ella hubiera perdido al hombre que pensaba que era el amor de su vida no significaba que hubiera dejado de ser una romántica empedernida. Ver cómo las personas encontraban a sus compañeros de vida y saber que ella había tenido parte en hacer que sus sueños se hicieran realidad era la mejor parte de su trabajo. Nunca le parecía que estuviera trabajando, sino viviendo su propio sueño… aunque después se marchara a casa sola noche tras noche.
Mientras iba pasando las páginas del archivador, consiguió apartar de su pensamiento el hecho de que Luke estuviera sentado a su lado. Sus sentimientos, su pasado, su situación actual… no importaban nada en aquel momento. Su único objetivo era dejar sin palabras a Hannah y a Will con sus ideas. Luke permanecía en silencio, pero Cassandra sabía que estaba escuchando y observándolo todo muy atentamente.
En realidad, no confiaba en él. No quería pasar a su lado más tiempo del necesario. Sin embargo, considerando que estaban hablando de la boda de Will y que aquella reunión se había concertado a través de Luke, suponía que, por el momento, aquello no iba a ser posible.
−Estoy asombrada −dijo Hannah por fin−. ¿Qué te parece, cielo? −añadió mirando a Will−. ¿Cuál de estas ideas te gusta más?
−Bueno, todo me resulta bastante abrumador.
Cassandra soltó una carcajada.
−Eso ocurre al principio, pero iremos poco a poco. Además, prometo no presionaros con preguntas o decisiones. Debería tratarse de algo divertido que os lleve al gran día. Aunque tendremos que trabajar contra reloj, yo me haré cargo de gran parte del estrés, dado que ese es mi trabajo.
Hannah volvió a mirar el archivador y pasó de nuevo sus páginas. Se detuvo en la opción al aire libre con la puesta de sol como fondo. Aquella era también la favorita de Cassandra, pero nunca ofrecía su opinión a menos que le preguntaran.
−Siempre he soñado con algo al aire libre −murmuró Hannah−. Los otros organizadores con los que he hablado me animaban a hacerlo en el interior por el tiempo o por intimidad, pero me encantaría que fuera al aire libre.
Cassandra asintió.
−Tomaremos precauciones extra con el tema de la seguridad y, en cuanto al tiempo, tenemos unas carpas preciosas, en las que podemos poner lámparas de araña y flores para que nadie se percate siquiera de que está en una carpa. Sin embargo, yo siempre tengo la esperanza de que el tiempo vaya a ser perfecto, así que no hay que pensar aún en la lluvia.
Hannah sonrió y señaló de nuevo la página.
−Esto es lo que quiero −afirmó−. Y quiero que tú seas quien lo haga posible.
Cassandra experimentó una agradable sensación de orgullo y alegría. Había estado segura de que conseguiría aquella boda. Por eso se había mostrado dispuesta a hacer tratos con el diablo para conseguirla.
Estrechó la mano de Hannah con una sonrisa.
−Me muero de ganas de empezar. Os prometo que seréis la pareja más feliz y hermosa del mundo. Esta va a ser la boda del año.
Will suspiró.
−¿Me va a afectar mucho el presupuesto todo esto?
Hannah volvió a darle un codazo.
−Nuestro presupuesto. Y no me importa. Solo me voy a casar una vez.
Will le rodeó los hombros con un brazo y la estrechó contra su cuerpo.
−Eso espero…
Luke se levantó de repente.
−Bueno, si vais a empezar a arrullaros como palomitas, yo me largo de aquí.
Will miró a su hermano.
−No te pongas celoso.
−¿Celoso? −repitió Luke entre carcajadas−. No estoy celoso. Creo que, por lo que os está pasando a Cash y a ti, hay algo en el agua.
Cassandra había visto en las noticias que Cash, su otro hermano, se había comprometido durante uno de sus conciertos. Las fotos que había visto en Internet eran de lo más románticas, dado que le había pedido matrimonio a su novia en el escenario, delante de unos espectadores entregados. A Cassandra no le importaría organizar también aquella boda.
Will y Hannah se pusieron de pie, por lo que Cassandra recogió sus cosas y siguió su ejemplo. Entonces, miró a Luke. Vio que él la estaba mirando fijamente.
−Creo que deberíamos irnos −le dijo antes de volverse de nuevo hacia Will y Hannah−. Os mandaré por correo electrónico los pasos que debemos ir dando, aunque muchos de ellos van a depender exclusivamente de mí. Me gustaría que nos reuniéramos de nuevo dentro de un par de días, o cuando os venga bien, para que podamos empezar a decidir algunas cosas, dado que tan solo faltan siete semanas para la boda.
Hannah asintió.
−Yo estoy libre el miércoles por la mañana, si te parece bien. ¿Quieres que nos volvamos a reunir aquí?
−Perfecto −respondió Cassandra. Sacó su teléfono para anotarlo−. No te imaginas lo emocionante que es esto para mí. Es que me encanta tu música.
Hannah le dedicó una resplandeciente sonrisa.
−Me alegro mucho. Ya me aseguraré de conseguirte algunas entradas VIP para mi próximo concierto. ¿Dónde vives?
−En realidad, vivo en Kentucky.
−Ah, bueno. No pasa nada. Voy a hacer un par de conciertos también allí. Ya lo hablaremos.
Cassandra no se podía creer lo bien que había salido aquella reunión. Hannah Banks era tan maravillosa en privado como le había parecido en público. Organizar aquella boda sería muy divertido y, además, le reportaría muchos beneficios. Además, esperaba estar tan ocupada con aquel proyecto que no tendría mucho tiempo para dedicarle a su «prometido».
−Se te da muy bien tu trabajo −le dijo Luke cuando estuvieron de nuevo en su coche. Arrancó y se alejó de la casa de Hannah mientras Cassandra se ponía las gafas de sol.
Cassandra lo miró.
−Pareces sorprendido.
−En realidad no es sorpresa porque me había imaginado que harías muy bien tu trabajo. Simplemente, nunca te había visto en tu elemento.
−Vaya, gracias −respondió ella atónita−. Me encanta mi trabajo y siempre he sido de la opinión que, si trabajas en lo que más te gusta, nunca te parece trabajo.
−Estoy de acuerdo. Mi objetivo fue siempre trabajar en la hostelería. Me encanta el ambiente de los bares, la gente… Bueno, me encantaba la gente hasta que me vi bombardeado por montones de mujeres dispuestas a que yo convirtiera a una de ellas en la señora Sutherland.
Una repentina oleada de celos le recorrió el cuerpo. Ridículo. No tenía derecho alguno sobre Luke y él no se parecía en nada al hombre con el que había salido hacía años. Tal vez él había tenido una relación más seria que la que ellos habían compartido. Sin embargo, no era asunto suyo ni debía preocuparse por ello. No debería pensar siquiera al respecto.
Cuando Luke se detuvo delante de The Beaumont, donde ella había alquilado un ático para los próximos meses, apagó el motor y salió. Antes de que Cassandra pudiera abrir su propia puerta, Luke lo hizo por ella y le ofreció una mano.
Cassandra levantó los ojos para mirarlo y vio que él la observaba con intensidad. Entonces, le dio la mano. No pudo ignorar la sensación tan familiar, que tanto la había excitado en el pasado. Parecía que no habían pasado ocho años desde entonces…
Cuando descendió del vehículo, Luke no se apartó. Cassandra se quedó encajonada entre el coche y él. Luke sonrió.
−¿Qué es lo que estás haciendo? −murmuró ella mientras sus cuerpos se apretaban. Una profunda excitación, totalmente instantánea, le recorrió todo su ser. Se maldijo por permitirse sentir tan inútiles sentimientos.
−Practicando.
Aquella única palabra fue la única advertencia que él le dedicó antes de cubrir la boca de Cassandra con la suya.
¿Qué estaba haciendo?
Bueno, Luke lo sabía perfectamente. Por fin estaba besando a Cassandra después de haberse pasado todo el día pensando en lo mismo. ¿Pero por qué lo estaba haciendo allí? No había cámaras a su alrededor ni a nadie que le importara que estuviera besando a su ex.
No. Aquel beso, además de un error, era totalmente egoísta. Y también perfecto. Se suponía que él tenía que estar demostrando que se había olvidado totalmente de Cassandra y que no tenía interés alguno en ella. Sin embargo, allí estaba, preguntándose qué otras cosas no habían cambiado porque, ciertamente, había sentido lo mismo de siempre al besarla…
Cassandra suspiró contra sus labios. Su cuerpo se estaba fundiendo prácticamente con el de él. Luke tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no tocarla por todas partes. Sería tan fácil estrecharle la cintura…
Ella le colocó una mano sobre el torso y se apartó.
−Luke…
Él dejó escapar una maldición y dio un paso atrás sin dejar de mirarla. Cassandra parpadeó y se lamió los labios. Resultaba evidente que estaba esperando una explicación.
−Me imaginé que deberíamos quitarnos de en medio el primer beso −explicó.
−Hemos compartido cientos de besos.
Como si necesitara que se lo recordara. Luke era plenamente consciente de sus experiencias con Cassandra y, por eso precisamente, no podía contenerse. Bien. Se habían besado y a él le había gustado. Ya se lo había quitado de en medio, ¿no? Podría ignorar sus deseos sexuales.
De repente, se recriminó en silencio. Era un estúpido por haber ideado aquel plan, por haberla besado y haberla pedido que se hiciera pasar por su prometida. Sin embargo, ya no había vuelta atrás. Al menos, aquella descabellada idea calmaría a las mujeres después de aquel artículo.
−No quería que nuestro primer beso en ocho años fuera delante de la gente −le dijo−. Por si nos resultaba incómodo.
Cassandra soltó una carcajada.
−¿Incómodo? Luke, todo esto es incómodo, pero quiero organizar la boda de tu hermano y, ahora que lo he conseguido, voy a cumplir mi palabra hasta el final. Sin embargo, te pido que no nos volvamos a besar cuando no sea necesario. Ni tocarnos. Nada.
Luke lo deseaba tanto… Estaba seguro de que se lo volvería a pedir cuando estuvieran solos porque ella se había fundido contra su cuerpo. Había resultado evidente que anhelaba aquel contacto físico. Lo mismo que él. ¿Acaso Cassandra esperaba que él negara ante ambos cuando resultaba evidente que ella lo había disfrutado tanto como él? ¿Acaso no se había pegado a su cuerpo y le había devuelto el beso con el mismo deseo y pasión que él estaba sintiendo?
−¿A qué hora quieres que esté en The Cheshire esta noche? −le preguntó ella.
Considerando que el ático donde ella se iba a alojar estaba una planta por debajo del bar, Luke había planeado ir a buscarla y entrar con ella en el local.
−Iré a recogerte a las siete y cenaremos antes de ir al bar.
−¿Vamos a cenar?
Luke no pudo contener una sonrisa.
−Todo forma parte del plan, Cass.
Ella entrecerró los ojos un instante. En aquel momento, Luke se dio cuenta de que había usado el apodo cariñoso con el que la había llamado cuando estaban juntos. Le iba perfectamente a la joven con la que había tenido una relación, pero, ciertamente, Cassandra le iba mucho mejor a la mujer en la que se había convertido. Había algo nuevo en ella, un aspecto más intrigante que haría bien en ignorar. Solo porque habían compartido un pasado y, en aquellos momentos, una relación falsa, no significaba que él tuviera que profundizar en su vida y descubrir todo lo que había ocurrido desde que ella se marchó.
Cuando Luke recogió los trozos de su corazón y decidió concentrarse en lo que podía controlar, había descubierto que era un hombre feliz. No necesitaba el amor ni cualquier otro sentimiento que la gente afirmara sentir. Tampoco necesitaba el matrimonio. El capítulo de su vida en el que se encontraba en aquellos momentos era el más feliz de todos, por lo que no tenía que buscar nada ni tratar de llenar huecos que no existían. Ya se había encargado de completar su vida con una cuenta bancaria más que saludable y amigos muy leales.
−Está bien −admitió Cassandra−. Estaré lista a las siete.
Luke se apartó y la dejó pasar. Observó cómo ella atravesaba las puertas de cristal del hotel y sintió una ligera molestia al ver que ella no miraba atrás. Se parecía mucho a lo ocurrido años atrás, cuando Cassandra se marchó sin pararse siquiera.
Las horas que pasó sin Cassandra ayudaron a Luke a centrarse antes de volver a verla aquella noche. En su vida, no había hueco alguno para enredarse de nuevo con ella.
Cuando Cassandra se marchó hacía ocho años, no había estado listo para pedirle en matrimonio. Tenía muchos asuntos pendientes en sus negocios. Por eso, tras la marcha de Cassandra, decidió que estaba mucho mejor sin ella. Había sido un estúpido, pero ya no lo era.
Ciertamente había aprendido de sus errores. No había vuelto a permitir que nadie se le acercara tanto y había conseguido crearse la vida y la profesión con los que llevaba soñando tanto tiempo. No podía arrepentirse en absoluto del modo en el que habían salido las cosas.
Evidentemente, Cassandra y él no estaban hechos el uno para el otro y, simplemente, había tardado un tiempo en comprenderlo.
Respiró profundamente y salió del ascensor en la planta del ático. Solo había una puerta, pero Luke sabía que ella ya era consciente de su presencia, dado que en el interior del ático sonaba un timbre cada vez que alguien tomaba aquel ascensor privado. Cuando se disponía a llamar a la puerta, esta se abrió. Luke contuvo la respiración, pero consiguió a duras penas ocultar su reacción.
Cassandra estaba frente a él con unos pantalones de cuero negro muy ceñidos, un par de zapatos de tacón negros también y una camisa roja anudada al cuello, que tenía un escote que dejaba muy poco a la imaginación y que mostraba toda la morena piel que él tanto ansiaba tocar.
Había desaparecido la mujer profesional de la tarde. En aquellos momentos, aquellos labios rojos y aquellos ojos negros lo tentaban de un modo totalmente nuevo. Quería inclinarse sobre ella y ceder a esa tentación, pero se mantuvo inmóvil.
¿A qué demonios estaba jugando Cassandra?
Ella sonreía de un modo casi inocente, pero la fuerza que emanaba de ella era casi magnética… un magnetismo al que se negaba a sucumbir.
−Este atuendo no va a pasar desapercibido.
Cassandra extendió los brazos y se dio la vuelta muy lentamente.
−Esa era la idea, ¿no? Querías que todo el mundo se diera cuenta de que ya no estás solo.
Así era sí, pero ¿cuál era el precio? Luke necesitaba seguir trabajando y funcionar. Con Cassandra vestida así, tendría suerte si conseguía hilar dos frases coherentes.