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Tras una majestuosa boda, la novia desaparece durante la recepción. El adinerado Lord Simon, su nuevo esposo, no tiene la más mínima idea si su nueva esposa se encuentra viva, secuestrada o si a escapado con otro hombre a sus espaldas.La ansiedad y los nervios de perderla influirán para que Simon, desesperadamente y con el corazón en la mano, solicite la ayuda de Sherlock Holmes y su fiel compañero Watson. Se supone que una boda es un momento sumamente importante de la vida.¿Qué habrá salido mal? ¿Qué afectó en la ceremonia para que la novia desapareciera? ¿Sigue la novia viva?Aventúrate a investigar junto con Holmes y Watson, este misterioso caso policial en donde se cuestionará el amor. Las mentiras saldrán a la luz y con la ayuda de Holmes y Watson, un esposo descubrirá una oscura verdad.-
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Seitenzahl: 41
Veröffentlichungsjahr: 2019
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Arthur Conan Doyle
Saga
El Aristócrata solterónOriginal titleThe Adventure of the Noble BachelorCover design: Breth Design www.brethdesign.dk Copyright © 1892, 2019 Arthur Conan Doyle and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726463033
1. e-book edition, 2019
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
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Hace ya mucho tiempo que el matrimonio de lord St. Simon y la curiosa manera en que terminó dejaron de ser temas de interés en los selectos círculos en los que se mueve el infortunado novio. Nuevos escándalos lo han eclipsado, y sus detalles más picantes han acaparado las murmuraciones, desviándolas de este drama que ya tiene cuatro años de antigüedad. No obstante, como tengo razones para creer que los hechos completos no se han revelado nunca al público en general, y dado que mi amigo Sherlock Holmes desempeñó un importante papel en el esclarecimiento del asunto, considero que ninguna biografía suya estaría completa sin un breve resumen de este notable episodio.
Pocas semanas antes de mi propia boda, cuando aún compartía con Holmes el apartamento de Baker Street, mi amigo regresó a casa después de un paseo y encontró una carta aguardándole encima de la mesa. Yo me había quedado en casa todo el día, porque el tiempo se había puesto de repente muy lluvioso, con fuertes vientos de otoño, y la bala que me había traído dentro del cuerpo como recuerdo de mi campaña de Afganistán palpitaba con monótona persistencia. Tumbado en una poltrona con una pierna encima de otra, me había rodeado de una nube de periódicos hasta que, saturado al fin de noticias, los tiré a un lado y me quedé postrado e inerte, contemplando el escudo y las iniciales del sobre que había encima de la mesa, y preguntándome perezosamente quién sería aquel noble que escribía a mi amigo.
—Tiene una carta de lo más elegante —comenté al entrar él—. Si no recuerdo mal, las cartas de esta mañana eran de un pescadero y de un aduanero del puerto.
—Sí, desde luego, mi correspondencia tiene el encanto de la variedad —respondió él, sonriendo —. Y, por lo general, las más humildes son las más interesantes. Ésta parece una de esas molestas convocatorias sociales que le obligan a uno a aburrirse o a mentir.
Rompió el lacre y echó un vistazo al contenido.
—¡Ah, caramba! ¡Después de todo, puede que resulte interesante!
—¿No es un acto social, entonces?
—No; estrictamente profesional.
—¿Y de un cliente noble?
—Uno de los grandes de Inglaterra.
—Querido amigo, le felicito.
—Le aseguro, Watson, sin falsa modestia, que la categoría de mi cliente me importa mucho menos que el interés que ofrezca su caso. Sin embargo, es posible que esta nueva investigación no carezca de interés. Ha leído usted con atención los últimos periódicos, ¿no es cierto?
—Eso parece —dije melancólicamente, señalando un enorme montón que había en un rincón—. No tenía otra cosa que hacer.
—Es una suerte, porque así quizás pueda ponerme al corriente. Yo no leo más que los sucesos y los anuncios personales. Estos últimos son siempre instructivos. Pero si usted ha seguido de cerca los últimos acontecimientos, habrá leído acerca de lord St. Simon y su boda.
—Oh, sí, y con el mayor interés.
—Estupendo. La carta que tengo en la mano es de lord St. Simon. Se la voy a leer y, a cambio, usted repasará esos periódicos y me enseñará todo lo que tenga que ver con el asunto. Esto es lo que dice:
«Querido señor Sherlock Holmes: Lord Backwater me asegura que puedo confiar plenamente en su juicio y discreción. Así pues, he decidido hacerle una visita para consultarle con respecto al dolorosísimo suceso acaecido en relación con mi boda. El señor Lestrade, de Scotland Yard, se encuentra ya trabajando en el asunto, pero me ha asegurado que no hay inconveniente alguno en que usted coopere, e incluso cree que podría resultar de alguna ayuda. Pasaré a verle a las cuatro de la tarde, y le agradecería que aplazara cualquier otro compromiso que pudiera tener a esa hora, ya que el asunto es de trascendental importancia. Suyo afectísimo, ROBERT ST. SIMON.»
—Está fechada en Grosvenor Mansions, escrita con pluma de ave, y el noble señor ha tenido la desgracia de mancharse de tinta la parte de fuera de su meñique derecho —comentó Holmes, volviendo a doblar la carta.
—Dice que a las cuatro, y ahora son las tres. Falta una hora para que venga.