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En "El Héroe", Baltasar Gracián nos presenta un tratado sobre las virtudes y las características que deben adornar al auténtico héroe, al tiempo que reflexiona sobre la ética y la moralidad en el ámbito de la vida pública y privada. El estilo literario de Gracián es erudito y aforístico, rico en metáforas y observaciones astutas que invitan a la reflexión profunda. En el contexto del Siglo de Oro español, una época marcada por profundos cambios sociales y políticos, la obra se erige como un manual ético que busca guiar al lector en la búsqueda del honor, la gloria y el reconocimiento, a menudo a través del cultivo de la propia imagen y la astucia. Baltasar Gracián, filósofo, escritor y jesuita, vive en un período de gran agitación cultural e intelectual. Su formación en la orden de los Jesuitas y su contacto con el pensamiento renacentista y barroco lo llevaron a reflexionar sobre la naturaleza humana, el poder y la ética. Sus obras, cargadas de una sabiduría práctica, provocan un diálogo constante entre la razón y la emoción, haciendo de Gracián una figura central en la literatura moralista española. Recomiendo "El Héroe" a todos aquellos lectores interesados en la exploración de las cualidades que definen al líder y al ciudadano ejemplar. La lectura de este texto no solo enriquece el entendimiento de las cualidades heroicas, sino que también se erige como un espejo en el que el lector puede reflexionar sobre sus propias aspiraciones y valores en un mundo contemporáneo que, aun a siglos de distancia, sigue buscando héroes auténticos.
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Veröffentlichungsjahr: 2023
Que el héroe practique incomprensibilidades de caudal
Sea ésta la primera destreza en el arte de entendidos: medir el lugar con su artificio. Gran treta es ostentarse al conocimiento, pero no a la comprensión; cebar la expectación, pero nunca desengañarla del todo; prometa más lo mucho, y la mejor acción deje siempre esperanzas de mayores
Excuse a todos el varón culto sondarle el fondo a su caudal, si quiere que le veneren todos. Formidable fue un río hasta que se le halló vado, y venerado un varón hasta que se le encontró término a la capacidad; porque ignorad a y presumida profundidad, siempre mantuvo con el recelo el crédito
Culta propiedad fue llamar señorear al descubrir, alternando luego la victoria sujetos; si el que comprende señorea, el que se recata nunca cede
Compita la destreza del advertido en templarse con la curiosidad del atento en conocerle, que suele ésta doblarse a los principios de una tentativa
Nunca el diestro en desterrar una barra remató al primer lance; verse empeñando con uno para otro, y siempre adelantándolos
Ventajas son de este infinito envidar mucho con resto de infinidad. Esta primera regla de grandeza advierte, si no el ser infinitos, a parecerlo, que no es sutileza común
En este entender, ninguno escrupuleará aplausos a la cruda paradoja. del sabio de Mitilene. Más es la mitad que el todo, porque una mitad en alarde y otra en empeño, más es que un todo declarado
Fue jubilado can ésta como en todas las demás destrezas, aquel gran rey primero del Nuevo Mundo, último de Aragón, si no el non plus ultra de sus heroicos reyes
Entretenía este católico monarca, atentos siempre, a todos sus conreyes, más con las prendas de su animo, que cada día de nuevo brillaba, que con las nuevas coronas que ceñía
Pero a quien deslumbró este centro de los rayos de la prudencia, gran restaurador de la monarquía goda, fue, cuando más, a su heroica consorte, después a los tahures del palacio, sutiles a brujulear el nuevo rey, desvelados a sondarle el fondo, atentos a medirle el valor
Pero ¡qué advertido se les permitía y detenía Fernando, qué cauto se les concedía y se les negaba!, y al fin ganoles
¡Oh, varón cándido de la fama! Tú, que aspiras a la grandeza, alerta al primor. Todos te conozcan, ninguno te abarque; que con esta treta, lo moderado parecerá mucho, y lo mucho infinito, y lo infinito más.
Cifrar la voluntad
Lega quedaría el arte si dictando recato a los términos de la capacidad, no encargase disimulo a los, ímpetus del afecto
Está tan acreditada esta parte de sutileza, que sobre ella levantaron Tiberio y Luis toda su máquina y política
Si todo exceso en secreto lo es en caudal, sacramentar una voluntad será soberanía. Son los achaques de la voluntad desmayos de la reputación, y si se declaran, mueren comúnmente
El primer esfuerzo llega a violentarlos; a disimularlos el segundo. Aquello tiene más de lo valeroso; esto, de lo astuto
Quien se les rinde baja de hombre a bruto; quien los reboza conserva, por lo menos en apariencias, el crédito
Arguye eminencia de caudal penetrar toda voluntad ajena. y concluye superioridad saber celar la propia
Lo mismo es descubrirle a un varón un afecto que abrirle un portillo a la fortaleza del caudal, pues por allí maquinan políticamente los atentos, y las más veces asaltan con triunfo. Sabidos los afectos, son sabidas las entradas y salidas de una voluntad, con señorío en ella a todas horas
Soñó dioses a muchos la inhumana gentilidad, aun no con la mitad de hazañas de Alejandro, y negole al laureado macedón el predicamento o la caterva de deidades. Al que ocupó mucho mundo, no le señaló poco cielo; pero ¿de dónde tanta escasez, cuándo tanta prodigalidad
Asombró Alejandro lo ilustre de sus proezas con lo vulgar de sus furores, y desmintiose a sí mismo tantas veces triunfante, con rendirse a la avilantez del afecto. Sirviole poco conquistar un mundo, si perdió patrimonio de un príncipe, que es la reputación
Es Caribdis de la excelencia la exorbitancia irascible, y Escila de la reputación la demasía concupiscible. Atienda, pues, el varón excelente, primero a violentar sus pasiones, cuando menos a solaparlas con tal destreza, que ninguna contratreta acierte a descifrar su voluntad
Avisa este primor a ser entendidos no siéndolo, y pasa, adelante a ocultar todo defecto, desmintiendo las atalayas de los descuidos y deslumbrando los linces de la ajena oscuridad
Aquella católica amazona, desde quien España no tuvo que envidiar las Cenobias, Torniris, Semíramis y Pantasileas, pudo ser oráculo de estas sutilezas. Encerrábase a parir en el retrete más oscuro y recelando el connatural decoro, la innata majestad echaba un sello a los suspiros de su real pecho, sin que se le oyese un ay, y un velo de tinieblas a los desmanes del semblante. Pero quien así menudeaba en tan excusables achaques del recato, como que escrupulearía en los del crédito
No graduaba de necio el cardenal Madrucio al que aborta una necedad, sino al que, cometida, no sabe ahogarla
Accesible es el primor a un varón, callada, calificada inclinación, mejorada del arte, prenda de divinidad, si no por naturaleza, por semejanza.
La mayor prenda de un héroe
Grandes partes se desean para un gran todo, y grandes prendas para la máquina de un héroe
Gradúan, en primer lugar, los apasionados al entendimiento por origen de toda grandeza; y así como no admiten varón grande sin excesos de entendimiento, así no conocen varón excesivamente entendido sin grandeza
Es lo mejor de lo visible el hombre, y en él el entendimiento; luego sus victorias, las mayores. Adécuase esta capital prenda de otras dos: fondo de juicio y elevación de ingenio, que forman un prodigio si se juntan
Señaló pródigamente la filosofía dos potencias al acordarse y al entender. Súfrasele a la política con más derecho introducir división entre el juicio y el ingenio, entre la sindéresis y la agudeza
Sola esta distinción de inteligencias pasa la verdad escrupulosa, condenando tanta multiplicación de ingenios a confusión de la mente con la voluntad
Es el juicio trono de la prudencia, es el ingenio esfera de la agudeza, cuya eminencia y cuya medianía deba preferirse; es pleito ante el tribunal del gusto. Aténgome a la que así imprecaba: «Hijo, Dios te dé entendimiento del bueno»
La valentía, la prontitud, la sutileza de ingenio. Sol es de este mundo en cifra, si no rayo, vislumbre de divinidad. Todo héroe participó exceso de ingenio
Son los dichos de Alejandro esplendores de sus hechos. Fue pronto César en el pensar, como en el hacer