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En "El problema final", Sherlock Holmes se ve envuelto en una peligrosa batalla de ingenio contra el profesor Moriarty, el cerebro que está detrás del hampa londinense. Conscientes de la creciente amenaza, Holmes y Watson huyen a Suiza en un intento de eludir el alcance de Moriarty. A medida que la persecución se intensifica, Holmes idea un plan para acabar con la influencia de Moriarty de una vez por todas, lo que conduce a un enfrentamiento fatídico en las cataratas de Reichenbach.
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Seitenzahl: 32
Veröffentlichungsjahr: 2025
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En “El problema final”, Sherlock Holmes se ve envuelto en una peligrosa batalla de ingenio contra el profesor Moriarty, el cerebro que está detrás del hampa londinense. Conscientes de la creciente amenaza, Holmes y Watson huyen a Suiza en un intento de eludir el alcance de Moriarty. A medida que la persecución se intensifica, Holmes idea un plan para acabar con la influencia de Moriarty de una vez por todas, lo que conduce a un enfrentamiento fatídico en las cataratas de Reichenbach.
Rivalidad, Persecución, Estrategia
Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.
Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.
Es con gran pesar que tomo la pluma para escribir estas últimas palabras en las que jamás registraré los dones singulares por los que se distinguió mi amigo el Sr. Sherlock Holmes. De una manera incoherente y, en mi opinión, totalmente inadecuada, he intentado relatar algunas de mis extrañas experiencias en su compañía, desde la casualidad que nos unió por primera vez en la época de “Estudio en escarlata”, hasta el momento de su interferencia en el asunto del “Tratado Naval”, una interferencia que tuvo el efecto incuestionable de evitar una grave complicación internacional. Mi intención era haberme detenido ahí y no haber dicho nada de ese acontecimiento que ha creado un vacío en mi vida que el paso de dos años ha hecho poco por llenar. Sin embargo, me he visto obligado por las recientes cartas en las que el coronel James Moriarty defiende la memoria de su hermano, y no tengo más remedio que exponer los hechos ante el público exactamente como ocurrieron. Solo yo conozco la verdad absoluta del asunto, y estoy convencido de que ha llegado el momento en que su ocultación no servirá a ningún propósito. Que yo sepa, solo ha habido tres relatos en la prensa pública: el del Journal de Genève del 6 de mayo de 1891, el despacho de Reuters en los periódicos ingleses del 7 de mayo y, por último, la reciente carta a la que he aludido. De estos, el primero y el segundo estaban extremadamente condensados, mientras que el último es, como demostraré ahora, una perversión absoluta de los hechos. Me corresponde a mí contar por primera vez lo que realmente ocurrió entre el profesor Moriarty y el señor Sherlock Holmes.
Cabe recordar que, después de mi matrimonio y de mi posterior inicio en el consultorio privado, las relaciones tan íntimas que habían existido entre Holmes y yo se modificaron en cierta medida. Todavía acudía a mí de vez en cuando cuando deseaba un compañero en su investigación, pero estas ocasiones se hicieron cada vez más raras, hasta que descubrí que en el año 1890 solo hubo tres casos de los que conservo algún registro. Durante el invierno de ese año y principios de la primavera de 1891, vi en los periódicos que el gobierno francés lo había contratado para un asunto de suma importancia, y recibí dos notas de Holmes, fechadas en Narbona y en Nimes, de las que deduje que su estancia en Francia probablemente sería larga. Por lo tanto, me sorprendió verlo entrar en mi consulta la tarde del 24 de abril. Me llamó la atención que estuviera aún más pálido y delgado de lo habitual.
—Sí, he estado agotándome con demasiada libertad —comentó, en respuesta a mi mirada más que a mis palabras—. He estado un poco presionado últimamente. ¿Tiene alguna objeción a que cierre las contraventanas?