Elige solo el amor: Déjate amar - Sebastián Blaksley - E-Book

Elige solo el amor: Déjate amar E-Book

Sebastián Blaksley

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Beschreibung

Déjate amar Rendirse al amor para dejarse llevar en las alas de la verdad es de lo que se trata este segundo libro o fase en el camino del alma hacia el reconocimiento de su verdadero ser santo. Confiar en que el amor hará con nosotros lo que anhelamos de todo corazón, es dejarse amar. Es vivir la vida desde ahora mismo en una confianza ilimitada en el amor de Dios. El alma enamorada, que ya se ha encaminado hacia la unión con el corazón de Dios, reconoce que fue creada para ser amada y para ninguna otra cosa. Por lo tanto, deja que el amor la llene por sí mismo y haga lo que sabe hacer. Se hace a un lado. Disfruta de ser llevada en los hombros del amor. Sabe que lo único que el amor le puede dar es alegría y plenitud. Elige solo el amor vino como una revelación para ayudarnos a hacernos más conscientes de la relación directa que tenemos con el amor que Dios es. Esta relación es universal aunque no siempre somos conscientes de ello. A través de la aceptación de la relación directa con Dios, reconocemos lo que somos en verdad. Elige solo el amor es un compañero de viaje hacia el encuentro directo con nuestro verdadero ser. Un viaje sin distancia que nos lleva al conocimiento de un amor que no tiene principio ni fin. El amor divino que somos en verdad. Somos un ser de puro amor. Un ser que vive en relación directa con Dios. Un ser santo. Reconocer esto dentro de la relación directa con Dios es posible, y nos ayuda a reconfigurar nuestras vidas aquí y ahora, para vivir una vida en plenitud, es decir una vida llena de alegría de ser y sentido de propósito. La revelación apunta a la sanación de la memoria. Es decir, a la restauración en nuestra consciencia del conocimiento del amor de Dios, en el que alcanzamos la plenitud del ser. El alma sabe quién la creó, y siempre vuelve al primer amor y ese es Dios.

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Elige solo el amor

Libro 2: Déjate amar

Elige solo el amor. Libro II: Déjate amar

© de los textos: Sebastián Blaksley, 2019

© de esta edición: Editorial Tequisté, 2020

Coordinación editorial: M. Fernanda Karageorgiu

Corrección: Noelia González Gerpe

Diseño gráfico y editorial: Alejandro Arrojo

1º edición: agosto 2020

Producción editorial: Tequisté

[email protected]

www.tequiste.com

ISBN: 978-987-4935-38-0

Se ha hecho el depósito que marca la ley 11.723

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento informático, ni su distribución o transmisión de forma alguna, ya sea electrónica, mecánica, digital, por fotocopia u otros medios, sin el permiso previo por escrito de su autor o el titular de los derechos.

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

Blaksley, Sebastián

Elige solo el amor : libro 2 : déjate amar / Sebastián Blaksley. - 1a ed . - Pilar : Tequisté. TXT, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-4935-38-0

1. Religión Cristiana. 2. Espiritualidad Cristiana. 3. Dios. I. Título.

CDD 248.4

Un mensaje de Sebastián

El amor incluye todo lo que somos. Desde nuestra realidad humana nos puede llevar más allá de nuestras ideologías, culturas, educaciones, personalidades y creencias, hacia lo que no puede ser expresado en palabras porque está más allá de todo límite. Esta es la razón por la que, en esta oportunidad, los ángeles expresan su amor universal utilizando símbolos concretos. En mi caso, los propios de una persona laica, devota del siglo XXI, nacida en Argentina y con educación católica. Sin embargo, durante las manifestaciones, se entiende con claridad que el amor es universal y su voz va dirigida a todos y todo. El amor no hace excepción de personas. Es siempre inclusivo.

Sé, por lo que escucho, veo y experimento, que los mensajes recibidos son para todo el mundo e incluso para todos los tiempos, a pesar de la dificultad que a veces experimentamos por causa de la limitación de las palabras humanas, las cuales pueden separar, a pesar de que están ahí para explorar y unir.

Espero de todo corazón que todos se sientan incluidos dentro del abrazo del amor de Dios, expresado de un modo particular en estos mensajes del cielo, no para que se entiendan estos escritos como especiales ni como un puerto de llegada, sino como un trampolín o puerto de salida desde el cual nos animemos cada día más a expresar con nuestra voz particular el amor divino que vive en nosotros. En otras palabras, dar a conocer esa parte del amor que solo cada cual puede manifestar.

Si somos capaces de entender las palabras y símbolos de esta obra como medios y no como un fin, y recibimos estos mensajes con el corazón y no con la mente pensante, podremos ir, más allá de los símbolos, hacia el amor que los suscita y comenzaremos a recordar a nuestro primer amor, es decir a Dios.

Tal como Jesús lo ha dicho en el capítulo 1 del libro 5 titulado “La dulzura del amor”:

...Antes de seguir adelante por el camino de la dulzura del amor, es importante que recuerdes que los nombres, al igual que las palabras, no tienen un significado propio en relación con el reino de la verdad divina. Sin embargo, en el plano de las percepciones, los nombres pueden significar mucho, al igual que las palabras. No te olvides que el amor no tiene palabras.

En esta obra se han utilizado deliberadamente nombres con un alto contenido emocional y dotados de muchos significados a lo largo de siglos. Nombres tales como Jesús, María, Espíritu Santo, Dios, y muchos otros pueden ser signos de contradicción.

No podemos escapar a las leyes de la percepción mientras se viva en ella. Tampoco hay por qué hacerlo. El amor de Dios no se salta nada de lo que hayas creado en tu mundo. Más bien se une a ello y, desde esa unión, lo transforma junto contigo en medios eficaces para que la verdad que está más allá de toda palabra brille libremente.

Esta obra no busca prosélitos ni seguidores. Tampoco busca evangelizar o compartir una sabiduría que otros no conocen. Si esta fuera la meta, esta obra carecería de sentido porque intentaría enseñar lo que todos saben: el amor.

Se han elegido los nombres que se eligieron y el contexto que se eligió para que esta obra salga a la luz por múltiples razones, muchas de las cuales exceden el propósito de estos escritos. Sin embargo, hay una razón que es esencial a la meta de la sanación de la memoria y el refuerzo de tu verdadera identidad...

Estos escritos son una carta de amor de Dios, el padre, para sus hijas e hijos bien amados. Va dirigida a la sanación de la memoria para que, una vez sanada resplandezca en nosotros el recuerdo de un amor que no tiene principio ni fin: el amor de Dios, en cuyo centro vive nuestro ser.

Cómo se originó

El 3 de octubre de 2018, súbitamente una presencia que era todo amor, y cuya magnificencia, belleza y benevolencia no se pueden describir, vino a mí de un modo que nunca había experimentado. Se presentó diciendo: “soy la medicina de Dios”. Se me dio a entender con perfecta claridad que era el Arcángel Rafael en toda su gloria. Me dijo que orara una oración en particular durante nueve días. También me dictó las intenciones por medio de inspiración interior. Así lo hice. La oración consistía en rezar cinco Padrenuestros, cinco avemarías y cinco glorias, tal como estas oraciones son descriptas en la Iglesia católica, a la que pertenezco. 

El día 13 de octubre, al día siguiente de finalizar la novena de oración, comencé a recibir la visita gloriosa de un coro de incontables ángeles de Dios, cuyo amor y belleza son indescriptibles. En el coro viene una voz, que es la de Cristo, la cual es expresada en una forma inefable.

La voz se hace imagen y se muestra en símbolos visibles para el espíritu. Lo visto luego es puesto en palabras escritas y grabado por mi voz humana, para que también quede plasmado en la palabra dicha. Cada sesión viene a mí de esa manera. La secuencia es la siguiente: recibo las imágenes que el coro presenta, luego el coro se retira, los arcángeles Rafael y Gabriel quedan como custodios, o presencias amorosas, hasta que es transcripto el mensaje o la sesión en cuestión.  

El glorioso arcángel Rafael es quien guía la transcripción, permitiendo que se reciba el mensaje y que lo mostrado se pueda pasar de imagen a palabra. El arcángel Gabriel es custodio amoroso de todo lo que atañe a la obra; no solo en referencia a la manifestación en sí y a los escritos, sino a todo lo que de ellos surge y surgirá.

Los mensajes, o sesiones, me son mostrados como en un cuadro de gran belleza en el que cada forma (que no tiene forma) es en sí una voz, un “sonido-imagen”. Es como el tañido de un arpa que se hace palabra. Este es una vibración de música celestial cuya frecuencia no es como la de los sonidos del mundo. Es una especie de “vibración- frecuencia” que el alma conoce perfectamente bien y que con perfecta certeza reconoce como la voz del cordero de Dios. Una vez que todo es transcripto, en palabras escritas y dichas, entonces el coro se presenta en toda su gloria una vez más, como si vinieran a buscar a los santísimos arcángeles Rafael y Gabriel, y todos juntos se retiran cantando un hosanna al Cristo de Dios.

Ese hosanna cantado por el coro de ángeles es un majestuoso canto de alabanza y gratitud al creador, por el misterio infinito de amor que es la segunda venida de Cristo. Es un preludio de su venida. Si los hombres fuéramos capaces de comprender, en toda su magnitud, el inefable misterio de amor que significa la segunda venida de Cristo, cantaríamos eternamente las misericordias de Dios en unión con los ángeles y toda la creación. 

Durante las visiones, en ciertas oportunidades, me son mostrados textos de otros tiempos, algunos de los cuales nunca había conocido. Ellos encierran dentro de sí una sabiduría que no es del mundo. En particular me han sido mostrados los escritos de la Bhagavad Gita, Santa Teresa de Jesús, la sabiduría sufí expresada por medio de los textos de Rumi, así como pasajes específicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Todo ello unido a su significado. Lo que me fue mostrado está reflejado en esta obra. De este modo, la revelación desea expresar que la sabiduría es una y que es la misma voz de Cristo la que se expresa en toda manifestación en la que ella es plasmada, a lo largo de los siglos, sin importar el contexto cultural, religioso o mental de quienes reciben la revelación. En otras palabras, lo que se pretende expresar es que somos una sola mente, un solo corazón, un solo ser, unidos en la verdad.

En los casos en que la mismísima virgen María o Jesucristo se hacen presentes en su persona humana y divina, y se comunican en forma directa, el coro de ángeles del cielo y toda la creación quedan enmudecidos de amor. Un silencio que es sagrado y de pura expectación rodea sus presencias benditas, por decirlo de algún modo. Los ángeles inclinan sus cabezas, fijando sus miradas hacia abajo y quedan arrobados en un éxtasis de amor, veneración y contemplación. Nada ni nadie se atreve, ni puede, interrumpir el silencio santísimo en el que el universo queda sumergido ante la soberana presencia de María y de Jesús, cuando le hablan en forma directa a nuestras almas. Esto se debe a que ese espacio de dialogo, entre Cristo y el alma, es un espacio inviolable. Es el templo sagrado de la intimidad del alma con Dios.

Durante las manifestaciones, todo mi ser experimenta una gran paz y alegría. Es como si fuera abrazado por el amor universal. Al finalizar la misma, el cuerpo manifiesta un gran cansancio. Pareciera que le cuesta sostener la energía que recibe. La parte de la manifestación que incluye al coro de ángeles, la voz y las imágenes, es algo que ocurre en cualquier momento, lugar o circunstancia. Sin embargo, la transcripción de los símbolos recibidos en palabras escritas y luego dicha ocurre cuando puedo ponerme a disposición para hacerlo. Puede ser en forma inmediata o varios días después. 

El mensaje principal de esta obra podría resumirse de la siguiente manera: ha llegado el tiempo de una nueva humanidad. Una humanidad que está lista para que manifieste en cada uno de nosotros al Cristo viviente. Somos Cristo. Esta es la verdad acerca de nosotros, aunque nos percibamos de un modo diferente. Ya estamos preparados para poder vivir la vida en la certeza que dice: ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Ayudarnos a hacer real esta verdad en nuestras vidas, aquí y ahora, es de lo que se trata esta manifestación. Todo el cielo nos ayudará en este santo propósito, pues es en sí el segundo advenimiento.

Espero de todo corazón que quienes reciban esta manifestación se dejen amar cada día más por Dios, y de esa manera sean transformados por la belleza de un amor que no tiene principio ni fin.

Descripción de las manifestaciones

Cuando los arcángeles vienen, vienen sin alas. Son como personas (personas humanas) con túnicas. La túnica de San Rafael es verde y el borde de la túnica es dorado, la de San Gabriel es rosa, casi blanca, con el borde amarillo. Todas las túnicas son majestuosas, como si estuvieran hechas de una seda muy preciosa.

Las caras son alegres, radiantes, con una piel amarillenta muy clara y todos tienen el pelo largo hasta el hombro, como si fueran dorados, rubio-dorado... Sus ojos son verdes... Todos tienen características particulares, de modo tal que se identifican muy bien en su singularidad. Sus cuerpos están radiantes de luz en un brillo sereno que genera paz a la vista y un gran sentido de belleza y armonía.

En el coro de los ángeles hay muchos de ellos con túnicas de color rosa claro y azul claro, otros con dorado claro... Todos en colores pasteles, con una luminosidad serena. Algunos tienen túnicas verdes, como si fueran esmeraldas, pero un poco más tenues.

Sorprende la expresión de felicidad permanente. Todo es alegría en ellos, ángeles y arcángeles. Un día me dijeron que irradian felicidad perpetua porque siempre dan alegría.

La presencia de los ángeles está rodeada de luz blanca y majestuosa, como si vivieran en un mediodía eterno de amor y luz que nunca se apaga. Además, la visión se presenta con una canción que es un coro celestial, el cual suena en todos los rincones del universo. Es como el sonido de millones de arpas que suenan al unísono, formando una sinfonía amorosa de gran armonía.

Las vibraciones son de tal cualidad, que calman la mente y el corazón, dando paz a todo el ser. Uno sabe, sin saber cómo, este himno es una especie de himno-oración-alabanza que es canción inmemorial. Es el canto de gratitud de la creación hacia Dios, Padre y creador, por haberla llamado a la existencia. Es la música celestial que el alma ha dejado de escuchar y que cuando regrese a la casa del Padre, recuperará y volverá a oír. Es una canción olvidada y amada por siempre por el alma que ama a su Padre y creador.

Cabe señalar que la belleza inefable de las visiones de los ángeles y los arcángeles, la cual no puede expresarse plenamente en palabras humanas, deja al alma sumergida en un éxtasis de amor y arrobamiento, del cual participa todo el ser. No hay alegría, ni felicidad en la tierra que pueda compararse con este éxtasis que genera la visión de la grandeza, magnanimidad y hermosura de los ángeles y arcángeles.

La inteligencia angélica es de tal grado que supera todo entendimiento del mundo. Sus pensamientos viajan a una velocidad que no se puede describir, incluso más rápido que el pensamiento humano. Sus pensamientos no tienen distorsión de ningún tipo, son pensamiento puro y no hay contradicción de ninguna especie. Todos son caridad perfecta y solo expresan una cualidad de santidad. Así como un relámpago atraviesa el firmamento, tanto más rápido los pensamientos angelicales atraviesan la mente.

La humildad, prudencia y simplicidad son las características centrales de los ángeles, y su mayor alegría es servir. Servir a Dios, sirviendo a toda la creación. Aman a los seres humanos, animales, plantas, piedras, elementos y todos los aspectos materiales e inmateriales de la creación, con un amor y ternura que, cuando se experimenta, es capaz de derretir incluso el corazón más duro. Estoy convencido de que la dureza del corazón procede muchas veces de una falta de experiencia de amor perfecto. Si cada uno de nosotros conociera el amor de Dios, no solamente lloraríamos de felicidad, sino que nos haríamos uno con el amor, y de nosotros brotaría solo amor.

Si bien la belleza y la magnanimidad de las visiones angélicas son inefables, estas son solo un pálido destello en comparación con la magnificencia, grandeza y cualidad inefable de Jesús y María. Nada en el universo se parece a lo que son sus corazones en términos de su realidad indescriptible.

El corazón de Jesús y María son la belleza eterna. Son la hermosura que no puede ser nombrada. Son Dios mismo hecho hombre y mujer. Son la alegría de los ángeles y la veneración de la creación. De ellos brota toda armonía, grandeza y santidad.

Las miradas de Jesús y María derriten todo el universo, por la ternura y el amor que irradian. Sus sonrisas son la pureza en sí misma y de ahí es que brota su hermosura. En su presencia, el alma queda fascinada en un éxtasis de veneración y contemplación que la deja muda. El alma se queda sin palabras y exhala un gemido de alegría que dice algo así, como un “¡ah!”.

Personalmente creo que el cielo consiste en tener la alegría de contemplar eternamente las miradas y sonrisas de Jesús y María.

Espero que se sepa entender algo de lo que intento decir al intentar describir lo indescriptible. Solo digo lo que veo, experimento y escucho. Solo digo que el cielo existe, que Dios existe y que es amor.

Esto es lo que me es dado a ver, oír y entender.

Con amor en Cristo,

Sebastián Blaksley, un alma enamorada

Buenos Aires, Argentina, enero de 2019

Nota aclaratoria

Tal como ha sido transmitido por la voz de la conciencia de Cristo, el mensaje central de la obra que ha sido denominada Soplo de amor vivo, y de la cual Elige solo el amor es parte integral, es el siguiente:

«Ha llegado el tiempo de la relación directa con Dios, una relación sin intermediarios, tal como lo era en el origen del tiempo».

En la relación directa con Dios es donde se alcanza la plenitud del ser y, por ende, la plenitud del amor. Esto se debe a que es en Dios donde eres tal como él te creó para ser. Es en la relación directa entre el creado y su creador donde el ser se conoce a sí mismo en la verdad de lo que es. Conocerse a sí mismo, tal como Dios lo conoce, es un anhelo inherente del ser, porque ser y conocer son en verdad uno y lo mismo.

Dado que el amor es relación, puesto que es unión, el amor divino solo puede conocerse en la relación con lo divino, es decir, con Dios. Dicho llanamente, conocerse a uno mismo en la relación directa con Dios es conocer a Dios, fin último de todo ser. Conocer a Dios es tu meta y tu destino.

En la relación directa con Dios es donde descubres, por medio de la revelación, la verdad de lo que eres: el Cristo viviente que vive en ti. Vivir en armonía con este descubrimiento es lo que significa retornar al amor.

Preludio

Un mensaje de Jesús, identificándose a sí mismo como "el Cristo viviente que vive en ti"

Amada mía. Alma purísima. 

Soy el Cristo viviente que vive en ti. 

Soy la unidad del ser en la que todo existe y es. 

Tú yo somos esa unidad. Somos la unión del amor. 

He venido a buscarte para seguir sumergiéndonos en los abismos del misterio infinito del amor. Amor sin fronteras. Amor sin principio, ni final. Amor salvífico. 

Estas palabras vienen a ti desde el cielo de tu corazón. 

Soy la voz del amor. Soy la sabiduría que reside en todo ser viviente. 

Recuerda que no existe un lugar donde yo no esté unido eternamente a ti en la luz de la verdad. Yo estoy en cada lágrima derramada, en cada oscuridad percibida, en cada sonrisa y cada luz. En cada sueño y cada verdad. En cada arco iris, en cada vuelo de las aves y en cada lirio del campo.  Soy la voz de la consciencia de Cristo hecha carne. 

Estas palabras llevan dentro de sí el poder del amor de mi divino corazón, tal como una madre encinta lleva dentro de sí a su hijo bien amado. A medida que avancemos en esta obra, irás descubriendo ese amor, el cual se yergue radiante y sereno detrás de los símbolos que las palabras representan. 

Tú que has sido elegida en el designio para recibir y dar estas palabras, déjate amar. Déjate llenar por el amor de esta obra. Tu ser sabe quién es el que está hablando. Deja que tu mente se goce en la sabiduría que traen y que tu corazón descanse en el solaz que procede del recuerdo de mi voz, que estas palabras traerán a tu memoria.

Esta obra ha sido escrita para la mente y el corazón unidos en la plenitud del ser, con el propósito de alcanzar la sanación de la memoria. De ese modo, el claro recuerdo del primer amor que es Dios te llevará al recuerdo de la santidad que eres en verdad. Una vez sanada la memoria, juntos llevaremos el amor al mundo. Y una vez que lo hubiéramos llevado, retornaremos al corazón de Dios, desde donde llevaremos el amor a todos los mundos creados y por crear. Así es como retornamos a nuestro puesto dentro de la creación. Así es como continuaremos extendiendo amor.

Esta es una obra poderosa, puesto que procede de mi divino amor. Todo lo que procede de mí está revestido del poder y la gloria del cielo, tal como todo lo que procede de las profundidades de tu corazón. El poder de estas palabras reside en el amor con que son recibidas y dadas. Es decir, en la unión contigo y con mi ser. Unión esta en la que se hace presente el cielo y la tierra. Unión que es la totalidad del amor.

A ti que recibes estas palabras te digo con todo el amor de mi divino corazón, gracias por escuchar Mi voz.

Soy el Cristo viviente que vive en ti.

Soy tu verdadero ser.

Soy la voz de tu verdadera consciencia.

Soy Jesús de Nazareth.

1

Solo Dios basta

Un mensaje de Jesús, identificándose a sí mismo como "el Cristo viviente que vive en ti"

I. El amor es todo

Amados de Dios, nos queman las ansias por el deseo de pasar un tiempo de gracia y bendiciones con vosotros. No os dais una idea de cuanto os amamos. Si conocierais el amor del Padre vuestros corazones cantarían de alegría y bailarían vibrando al compás de las melodías de la creación, en una armonía cuya belleza no se sabe decir pero se sabe sentir. Si os abandonáis al amor encontraréis todo lo que vuestros corazones anhelan. Pues en verdad, en verdad os decimos, que vuestros corazones no anhelan ninguna otra cosa que no sea amar y ser amados con perfecto amor. Recordad criaturas santas que en el anhelo de amor ya hay amor. Y que en el anhelo de amor hay anhelo de ser. Se os ha dicho en reiteradas oportunidades que solo existe amor, o mejor dicho, que solo el amor es real. De esto hemos venido a hablaros hoy. Lo hacemos compartiendo la sabiduría del corazón por medio de esta mano amiga que por amor comparte con el mundo entero lo que el cielo regala a todas las almas. A ti que recibes estos mensajes te decimos una vez más: gracias por responder a nuestra llamada. Gracias por darle la bienvenida al amor.

Solo el amor es real. Esto es algo que no se puede explicar del todo, pues el amor no tiene palabras, ni es algo que pueda encerrarse en un razonamiento limitante. Esto se debe a que el amor es eterno y por ende infinito. Nunca cambia. Nada lo contiene y contiene todo en sí mismo. El amor es todo porque nada puede estar fuera de su alcance. Todo, absolutamente todo, es cuestión de amor. De amor o de falta de amor. El amor todo lo penetra. Todo lo sabe. Todo lo ve. El amor es el fundamento de la existencia de todo lo que existe y es. El amor es la fuente de la creación y todo acto verdaderamente creativo. El amor no solo es el fundamento de la vida, sino que es también la vida misma. Decir amor y decir vida es decir lo mismo. Del mismo modo en que decir verdad y decir amor lo es. Decir "yo soy el amor, la verdad y la vida" es decir "yo soy". ¿Acaso esto no es lo mismo que decir que el amor es Dios? Nada puede contener a Dios. Nada puede contenerte a ti, porque tú eres amor y nada más que amor. Esa es la razón por la que cada vez que buscas poseer pierdes de vista a tu ser. Dado que el amor no puede ser contenido, pues el amor es vida y vida en abundancia, entonces bien podemos entender de modo sencillo que el deseo de poseer encierra en sí el deseo de poseer al amor.

Poseer al amor es lo que has estado tratando de hacer desde que abrigaste la alocada idea de la separación. En efecto, este deseo fue la base que usaste para poder crear la idea de separación, participar de ella y crear todo un mundo donde poder esconderte del amor. En rebeldía ante la imposibilidad eterna de poseer a Dios. Si creabas un mundo donde pudieras separarte del amor, entonces podrías, en tu modo de pensar, crear un sustituto al amor. Tan poderoso como él pero con la condición de que pueda ser tuyo, es decir, que pueda poseerse. No compartirse. Eso, y solo eso, es el miedo. Eso, y solo eso, es la falta de amor. Eso, y solo eso, es el pecado. Eso, y solo eso, es el odio.

Si abrieras tu alma y te sumergieses en la sinceridad del corazón, podrías reconocer que cada vez que quisiste poseer algo o a alguien sentiste esa punzada de miedo que ya te es conocida. Del mismo modo te ha sucedido cada vez que sentiste que alguien o algo te estaban poseyendo o intentaba poseerte. Esto se debe a que el deseo de poseer engendra miedo en dos maneras diferentes. El deseo de poseer cosas materiales procede del deseo de poseer al objeto amado. Y si lo que se busca poseer es el objeto amado, entonces debemos concluir que lo que se busca retener es al amor.

II. Solo el amor te hará libre

Lo que retienes lo pierdes. Lo que das lo ganas. Esa es la dinámica del reino. El reino del amor es uno de eterna ganancia, precisamente porque es un reino en el que no existe el deseo de retener nada. No existe el deseo de poseer. Solo existe el amor extendiéndose eterna e ilimitadamente en razón de lo que es. No se puede retener la verdad. No se puede retener el amor. No se puede retener el pensamiento de Dios. No puedes siquiera retener la experiencia de Dios. En efecto ni siquiera puedes retener el tiempo. Eso te causa ansiedad. Pues el deseo de controlar, que es lo mismo que el deseo de poseer, hace que te dediques a la desgastante tarea de intentar atrapar el viento con las manos. Tarea que no puede más que engendrar miedo, pues es buscar para nunca hallar. De este modo el miedo a poseer se experimenta de estas dos maneras diferentes. Por un lado, se experimenta ante la imposibilidad de no poder poseer nada verdaderamente. Y, por otro lado, porque aquello que se busca poseer no es lo que el objeto de la posesión puede darte.

Hemos hablado ya de abandonar el deseo de poseer. Aquí estamos retomando este tema, aunque desde una perspectiva un poco diferente ya que lo hacemos desde la perspectiva del deseo de poseer al amor. Cada vez que intentaste adueñarte del amor te enojaste con Dios y con la vida por el hecho de que no pudiste retenerlo. El espíritu (y el amor es espíritu) es como el viento. No se sabe de dónde viene ni a dónde va. No se puede retener. Esto lo sabes bien, puesto que ya se ha dicho y además porque lo has experimentado una y otra vez. El ser no se deja atrapar. No se deja poseer. Por ende, todo lo que es susceptible de ser poseído, o retenido, no puede proceder del amor. Dicho de otro modo, todo lo que posees te esclaviza, de un modo u otro, puesto que te retiene. Te mantiene atado a la posesión. De ese modo el poseedor y el poseído quedan atados uno al otro. El carcelero y el prisionero quedan ambos encarcelados.

Alma amada en el amor que Dios es, despréndete de todo en tu corazón y verás como levantas vuelo. Verás como vuelves a respirar libertad. La libertad de no ser esclava de nada ni de nadie, pero por sobre todo de no ser esclava de ti misma. Para poder hacer eso debemos recordar una vez más que todo es pensamiento. Por lo tanto, el verdadero camino del desapego no consiste en deshacerse de cosas materiales ni de personas o ideas. Puedes dar todos tus bienes a los pobres. Puedes irte a vivir sola a la cima de una montaña. Y aun así no desapegarte del deseo de poseer.

III. Desapego y libertad

El deseo de poseer pertenece al ámbito de la mente egoica. Y no de la materia física. Todo deseo surge en tu interior. Del deseo de poseer, cuya dinámica es siempre creciente, es desde donde surgen la envidia, la llamada codiciosa y la lujuria. Los asesinatos y toda mezquindad. Las guerras y toda falta de amor. En todo acto de desamor existe el deseo de poseer, de un modo u otro. El deseo de poseer es el deseo de ejercer poder y dominación, ya que poseer supone que ejerces una soberanía sobre aquello que posees.

Pretender poseer al amor y revelarte contra él por no poder lograrlo, es la base de la separación. De ahí que sea tan importante que renuncies al deseo de poseer. Comenzando por los asuntos materiales, mentales y humanos. No desear poseer bienes mundanos tanto materiales como inmateriales es un medio para abandonar la compulsión de poseer. En eso radica el valor del desapego. Nada más que en eso. No en lo material en sí. Cuando dejas de apegarte a las cosas, sean las que sean, dices: "soy libre, puedo abrazar esto o aquello cuando entra dentro del marco de mi consciencia. Y dejarlo ir cuando se va, sin intentar retenerlo, ni tampoco intentando que no venga. Dejo que todo venga cuando quiera y como quiera. Y dejo también que todo se vaya cuando quiera y como quiera. Y de ese modo vivo inmerso en el flujo de la vida. Pues he reconocido que yo soy la vida, por lo tanto, soy el firmamento en el que las nubes del cielo aparecen y desaparecen. Como parte de lo que soy. Soy el cielo y las nubes. Soy todo". Es también un modo de decir: "no deseo poseer nada y por ende no planifico nada. No planifico nada porque no deseo controlar nada. No controlo nada, porque ya no vivo en el miedo sino en el amor. Y reconozco que dentro del amor no existe ninguna necesidad de control pues no existe el temor"

El caminito del desapego parece difícil solo al principio. Pues tarde o temprano te darás cuenta de que no es necesario poseer nada porque no existe tal cosa como algo externo a ti. ¿Qué sentido tiene poseer aquello que no solamente ya es tuyo, sino que eres tú mismo, pues forma parte de ti? Creer que existe algo externo a ti es lo que te lleva a pensar que puedes y debes poseer algo. Tener no significa nada en el reino del amor pues en el amor solo existe el ser. Ser y tener quedan equiparados en el amor. Por ende, los que son amor lo tienen todo porque el amor lo es todo. Lo que no es amor no puede poseer nada y nunca podría, ya que lo que no es amor es nada. Recuerda que solo existe el todo y la nada. La verdad y la ilusión. El amor y el miedo. De tal manera que en un estado de consciencia eres pleno, y en el otro eres un ser incompleto. Desde esa compleción o in compleción es desde donde elaboras el deseo de poseer, el cual encierra en sí el deseo de ser.

IV. Todo es tuyo

Alma enamorada, llena tu alma de amor y verás que lo tienes todo. Llena tu alma de ser y verás que lo eres todo. Llena tu alma de Cristo y no necesitarás nada más pues él es el amor que estás buscando. Es el amor que eres y la abundancia del corazón en la que has sido creada y vives eternamente, sin importar que tan consciente o no seas de ello. Eres un alma soberana. Siempre lo has sido. Se te ha dado un reino, tu ser. Gobiérnalo en unión con el único que sabe cómo hacerlo en el amor, con el Cristo viviente que vive en ti. Dale el control a él. Dale tu vida a él pues a le pertenece. Recuerda que tú no has creado la vida. La vida se te ha dado gratuitamente. Y todo lo que Dios es, también. Todo es tuyo.

Ahora que has abierto tu mente y corazón para recibir este conocimiento, y te aseguramos que esto es conocimiento verdadero, serenamente puedes decir para tus adentros todos los días de tu vida, en alegría y verdad:

Todo es mío.

Mío es el cielo.

Mía es la tierra.

Mía es la noche y mío es el día.

Mías son las aguas cristalinas de los ríos y los mares.

Mía es la lluvia y mía es la sequía.

Mío es el silencio y mías las melodías.

Todo es mío.

Mío es el canto de las aves y míos los lirios del campo.

Mío es el viento y mía la quietud.

Mía la sabiduría y mía la ignorancia.

Mía la fortaleza y mía la debilidad.

Los santos son míos y míos los pecadores.

Mía es la belleza y mía la armonía.

Todo es mío.

Los ángeles de Dios son míos y mía es la madre de Dios.

Y el mismo Dios es mío y todo parar mí. 

Porque Cristo es mío y todo para mí.

Amados de la luz, os aseguramos que los que viven conscientemente en el amor tienen en sí el poder de decirle al viento que se calle y el viento se calla. Tienen a su disposición todo el poder del cielo y de la tierra. Esto se debe a que el amor es el soberano de la creación, ya que es su fundamento. Debéis aceptar que solo en unión con el amor podéis ejercer la soberanía que es vuestra, ya que es una soberanía compartida con la totalidad que es en verdad. La soberanía del amor es libertad. Es armonía perfecta. Es perfecta plenitud y felicidad. Recordad entonces que os unís a la totalidad, y con ello a vuestro poder soberano, cada vez que permanecéis en la presencia del amor.

Ser y tener son uno y lo mismo. Sí, pero no se puede tener nada sino es en unión con el amor, pues solo el amor es. Si sois amor, y os aseguramos que eso es lo que sois, entonces lo sois todo. Por ende, lo tenéis todo. Si permanecéis en el amor sois dueños de todo, porque sois dueños de vuestro ser. No para poseerlo sino como extensión perfecta del amor de Dios. No os olvidéis nunca que cada brizna de viento y cada pétalo de cada flor, cada niño que nace a la vida, no es otra cosa que el amor del Padre extendiéndose hacia vosotros. Y dado que el Padre y vosotros sois uno, entonces lo que se extiende no es otra cosa que vuestro mismo ser.

V. Posesividad y generosidad

Tu amor, y con ello tu ser, está en cada melodía de la creación, en cada soplo de viento, en cada rosa y en cada rayo de luz. Tu amor, y, por ende, tu ser, está presente en todo lo que es. Pues aquello que hace que todo sea es lo que hace que tú seas.

Hemos repetido en reiteradas oportunidades que esta obra va dirigida a la sanación de la memoria. De la memoria divina que vive en ti. Recordar la verdad es de lo que se trata todo esto, que hemos venido a regalaros por amor y se compila en estas palabras llamadas "La morada de la luz". Compartiendo la verdad con vosotros es como la retenemos en nuestras mentes y corazones. Compartiéndola es como hacemos que no nos olvidemos de su belleza, magnificencia y resplandor. Esta es la razón por la que siempre os estaremos agradecidos al permitirnos compartir, con vuestras mentes y vuestros corazones, la sabiduría de Dios, en cuya verdad eterna todo lo que es santo resplandece en una luz cuyo fulgor es más resplandeciente que el sol.

Amada de las alturas, lo que estamos recordando es que no necesitas poseer nada, pues todo lo que es verdad te pertenece, ya que eres la totalidad. Dicho llanamente, la creación no es otra cosa que el espejo en donde puedes ver reflejada tu belleza, vastedad y santidad pues para eso existe, para que te conozcas en Dios. Cuando mires la creación recuerda que estás viendo al Padre y con ello a ti misma, pues solo en Dios puedes verte a ti, ya que Dios y tú son uno y lo mismo.