Ensayos morales, políticos y literarios - David Hume - E-Book

Ensayos morales, políticos y literarios E-Book

David Hume

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Beschreibung

Las obras que en vida dieron fama como escritor a David Hume no son las mismas que con posteridad han consolidado su reputación como filósofo. Entre las primeras se cuentan estos Ensayos, cuya preparación y revisión ocupó a Hume durante toda su vida adulta hasta su muerte, a lo largo de sucesivas ediciones, corregidas y ampliadas personalmente por él. Las palabras de su amigo John Holme resumen bien el interés de esta obra: «Sus Ensayos son a la vez populares y filosóficos; en ellos se unen, de una manera rara y feliz, la profundidad científica y el buen estilo literario». «Los ensayos de Hume resumen su filosofía: una consciencia despierta de las limitaciones del entendimiento del ser humano y una profunda curiosidad por su naturaleza». Simon Blackburn «David Hume es un espléndido ejemplo de filósofo; tenía todas las virtudes y solo algunos de los vicios intelectuales (…) Su obra es un modelo de claridad y razonamiento convincente, expresado en un lenguaje admirablemente sencillo». Bertrand Russell «Los ensayos de Hume se encuentran entre las obras más fascinantes y perspicaces de la historia de la filosofía. Sus agudas observaciones sobre la naturaleza humana, la ética y la sociedad continúan ofreciendo conocimientos profundos e inspirando una reflexión reflexiva». Martha Nussbaum

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Seitenzahl: 1250

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Ensayos morales, políticos y literarios

David Hume

Ensayos morales, políticos y literarios

Edición, prólogo y notas de Eugene F. Miller

Traducción de Carlos Martín Ramírez

ColecciónTorre del Aire

 

 

 

Título original: Essays, moral, political, and literary

© Editorial Trotta, S.A., Madrid, 2011, 2024

© 1985, 1987 by Liberty Fund. Reprinted by permission

© Carlos Martín Ramírez, traducción, 2011

Ilustración de cubierta: Allan Ramsay, Retrato de David Hume (1766)

(Scottish National Portrait Gallery, Edimburgo)

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN (edición digital e-pub): 978-84-1364-292-5

www.trotta.es

CONTENIDO

Prólogo: Eugene F. Miller

Nota del editor

Nota a la edición revisada

Mi vida, por David Hume

Carta de Adam Smith, doctor en Derecho, a William Strahan, Esquire.

ENSAYOS MORALES, POLÍTICOS Y LITERARIOSPARTE I

I.

De la delicadeza del gusto y la pasión

II.

De la libertad de prensa

III.

Que la política puede reducirse a ciencia

IV.

De los principios primordiales del Gobierno

V.

Del origen del Gobierno

VI.

De la independencia del Parlamento

VII.

De si el Gobierno británico se inclina más hacia la monarquía absoluta o hacia una república

VIII.

De los partidos en general

IX.

De los partidos en Gran Bretaña

X.

De la superstición y el entusiasmo

XI.

De la dignidad o mezquindad de la naturaleza humana

XII.

De la libertad civil

XIII.

De la elocuencia

XIV.

Del auge y el progreso de las artes y las ciencias

XV.

El epicúreo

XVI.

El estoico

XVII.

El platónico

XVIII.

El escéptico

XIX.

De la poligamia y el divorcio

XX.

De la sencillez y el refinamiento en la escritura

XXI.

De los caracteres nacionales

XXII.

De la tragedia

XXIII.

De la norma del gusto

ENSAYOS MORALES, POLÍTICOS Y LITERARIOSPARTE II

I.

Del comercio

II.

Del refinamiento en las artes

III.

Del dinero

IV.

Del interés

V.

De la balanza comercial

VI.

De la suspicacia respecto al comercio

VII.

Del equilibrio del poder

VIII.

De los impuestos

IX.

Del crédito público

X.

De algunas costumbres notables

XI.

De lo populoso de las naciones antiguas

XII.

Del contrato original

XIII.

De la obediencia pasiva

XIV.

De la coalición de partidos

XV.

De la sucesión protestante

XVI.

Idea de una república perfecta

ENSAYOS RETIRADOS E INÉDITOS

I.

De escribir ensayos

II.

De los prejuicios morales

III.

De la posición media en la vida

IV.

Del descaro y la modestia

V.

Del amor y el matrimonio

VI.

Del estudio de la historia

VII.

De la avaricia

VIII.

Una caracterización de sir Robert Walpole

IX.

Del suicidio

X.

De la inmortalidad del alma

Variantes de texto

Índice de materias

PRÓLOGO

Eugene F. Miller

La grandeza de David Hume fue reconocida en su época, como es reconocida hoy. Pero las obras que le hicieron famoso no son, ni con mucho, las mismas en las que se basa su reputación en la actualidad. Dejando aparte sus Investigaciones1 que se leían mucho, igual que ocurre ahora, a Hume se le conoce hoy principalmente por su Tratado de la naturaleza humana (Treatise of Human Nature)2 y los Diálogos sobre la religión natural (Dialogues Concerning Natural Religion)3. Por el contrario, la mayor parte de los lectores prestan hoy escasa atención a los varios libros de ensayos y a su Historia de Inglaterra4, que son las obras que sus contemporáneos leyeron con avidez. Si se quiere obtener una visión equilibrada del pensamiento de Hume es necesario estudiar los dos grupos de obras. Si omitiéramos los ensayos o la Historia, nuestra visión de los propósitos y los logros de Hume sería probablemente tan incompleta como la de sus contemporáneos que no leyeron el Tratado o los Diálogos.

La preparación y revisión de sus ensayos ocupó a Hume durante toda su vida adulta. En los últimos años de la tercera década de su vida, después de terminar tres libros de su Tratado, empezó a publicar ensayos sobre temas morales y políticos. Sus Ensayos morales y políticos (Essays, Moral and Political) los publicó en 1741 Alexander Kincaid, principal editor de Edimburgo5. Un segundo tomo de ensayos apareció con el mismo título a principios de 17426, y más tarde se publicó, aquel mismo año, una «Segunda edición. Corregida» del primer tomo. En 1748 aparecieron tres ensayos más en un pequeño volumen publicado en Edimburgo y Londres7. Es notable por ser la primera de las obras de Hume publicada con su nombre, así como por marcar el comienzo de su relación con Andrew Millar como su principal editor londinense. Los tres ensayos se incorporaron a la «Tercera edición. Corregida» de Ensayos morales y políticos, que Millar y Kincaid publicaron aquel mismo año. En 1752, Hume publicó gran número de ensayos nuevos con el título de Discursos políticos (Political Discourses), obra que cosechó tal éxito que conoció una segunda edición antes de terminar el año y una tercera en 17548.

A principios de la década de 1750 reunió Hume sus diversos ensayos, junto con otros de sus escritos, en una recopilación titulada Ensayos y tratados sobre varios temas. El tomo 1 (1753) de esta recopilación contiene los Ensayos morales y políticos, y el tomo 4 (1753-1754), los Discursos políticos. Las dos Investigaciones se reimprimieron en los tomos 2 y 3. Hume conservó el título de Ensayos y tratados sobre varios temas en ediciones subsiguientes de sus obras completas, pero cambió algo el formato y el contenido. En 1758 apareció con este mismo título una edición en un solo tomo, y en 1760 y 1770 se publicaron sendas ediciones en cuatro tomos. Ediciones en dos tomos vieron la luz en 1764, 1767, 1768, 1772 y 1777. La edición de 1758 fue la primera que agrupaba los ensayos bajo el encabezamiento «Ensayos morales, políticos y literarios» y los dividía en partes I y II. Con el tiempo se fueron añadiendo varios nuevos ensayos y otros escritos a esta recopilación9.

Como vemos, los ensayos no tenían para Hume un interés casual. Trabajó en ellos de manera continuada desde aproximadamente 1740 hasta su muerte en 1776. Hay treinta y nueve ensayos en la edición póstuma de 1777 de Ensayos morales, políticos y literarios (tomo 1 de Ensayos y tratados sobre varios temas). Diecinueve de ellos proceden de los dos tomos originales de Ensayos morales y políticos (1741-1742). En 1777, estos ensayos de los tomos originales habían pasado por once ediciones. Se fueron añadiendo veinte ensayos, se suprimieron ocho y dos esperaron hasta la publicación póstuma. A lo largo de toda su vida, Hume siguió la práctica de supervisar cuidadosamente la publicación de sus obras y de corregirlas para las sucesivas ediciones. En 1776, aunque estaba gravemente enfermo, dispuso la edición póstuma de sus manuscritos, incluidos los ensayos suprimidos «Del suicidio» y «De la inmortalidad del alma», y preparó para su editor William Strahan, las correcciones de las nuevas ediciones de su Historia de Inglaterra y sus Ensayos y tratados sobre varios temas. Cuando Adam Smith le visitó el 8 de agosto de 1776, poco más de dos semanas antes de la muerte del filósofo, acaecida el 25 de agosto, le encontró todavía trabajando en la corrección de los Ensayos y tratados. Anteriormente, Hume había estado leyendo los Diálogos de los muertos, de Luciano, y especuló en broma con Smith sobre las excusas que podría ofrecer a Caronte para no subir a su barca. Una de las posibilidades consistía en decirle: «Mi buen Caronte: he estado corrigiendo mis obras para una nueva edición. Déjame un poco de tiempo para que pueda ver cómo recibe el público los cambios»10.

Los ensayos de Hume tuvieron una calurosa acogida en Gran Bretaña, en el continente, donde aparecieron numerosas traducciones al francés, el alemán y el italiano, y en Norteamérica. En su breve autobiografía, Mi vida (My own Life)11, expone Hume su gran satisfacción con la recepción que el público brindaba a sus ensayos. La favorable respuesta al primer tomo de Ensayos morales y políticos, hizo que olvidara por completo su anterior frustración por la indiferencia con la que fue recibido por parte del público su Tratado de la naturaleza humana, y le complació que los Discursos políticos tuvieran una buena acogida desde el principio, tanto en su país como en el extranjero. Cuando, en 1763, Hume acompañó al conde de Hertford a París, para una estancia de veintiséis meses en calidad de secretario de la embajada británica, y posteriormente de encargado de negocios, descubrió que la fama de la que gozaba en la capital de Francia superaba cuanto podía haber esperado. Fue objeto de muestras de cortesía «procedentes de hombres y mujeres de todo rango y categoría social». Pero la fama no fue la única ventaja que consiguió Hume con sus publicaciones. En la década de 1760, «los derechos de autor que me pagaban los libreros excedían con mucho todo lo anteriormente conocido en Inglaterra. No sólo había conseguido ser independiente, sino alcanzar una cierta opulencia».

Los ensayos de Hume siguieron leyéndose mucho durante más de un siglo después de su muerte. Jesson establece una lista de dieciséis ediciones o reimpresiones de los Ensayos y tratados sobre varios temaspublicadas entre 1777 y 189412. (Son más de cincuenta las ediciones o reimpresiones de la Historia que se relacionan para ese mismo período.) Los Ensayos morales, políticos y literarios se incluyeron como tomo 3 de Las obras filosóficas de David Hume (The Philosophical Works of David Hume) (Edinburgh, 1825, reimpresas en 1826 y 1854), y nuevamente como tomo 3 de una posterior edición de T. H. Green y T. H. Grose, asimismo titulada Las obras filosóficas de David Hume (London: Longmans, Green and Co., 1874-1875; tomo 3, reimpreso en 1882, 1889, 1898, 1907 y 1912). Se publicaron varias ediciones por separado de los Ensayos morales, políticos y literarios, incluida una de «The World’s Classics» (London, 1903, reimpresa en 1904).

Estos detalles bibliográficos son importantes porque muestran la alta consideración en que el propio Hume y muchos otros tuvieron los ensayos, hasta el siglo XX. Sin embargo en los setenta años anteriores a la presente edición en inglés [1985], se han visto ensombrecidos, al igual que la Historia, por otras obras de Hume. Aunque algunos estudios recientes han vuelto a llamar la atención sobre la importancia de los Ensayos morales, políticos y literarios13, ha sido difícil localizar la obra en sí en una edición adecuada. Algunos de los ensayos se han incluido en varias recopilaciones14. Pero, aparte de la presente edición, no ha aparecido ninguna edición completa de los Ensayos desde comienzos del siglo XX, salvo la reimpresión en 1903 de la edición de «The World’s Classics»15 y costosas reproducciones del conjunto de cuatro tomos de Philosophical Works, publicadas por Green and Grose. Al publicar esta nueva edición de los Ensayos —junto con la publicación en seis tomos de la Historia de Inglaterra16—, Liberty Fund pone nuevamente al alcance del lector moderno un aspecto del pensamiento de Hume que había sido descuidado.

Muchos años después de la muerte de Hume, su amigo íntimo John Home escribió una semblanza de su personalidad, en la que hacía la siguiente observación: «Sus Ensayos son a la vez populares y filosóficos; en ellos se unen, de una manera rara y feliz, la profundidad científica y el buen estilo literario»17. Es una observación que indica por qué los ensayos de Hume gozaron de tan alta estima por parte de sus coetáneos, y por qué siguen mereciendo nuestra atención hoy. Su estilo es elegante y ameno, pero su temple y su contenido son totalmente filosóficos. Elaboran unas disciplinas científicas —la ciencia moral y política y la crítica— para las que el Tratado de la naturaleza humana establece una fundamentación. No fue simplemente un deseo de fama lo que llevó a Hume a abandonar el Tratado y buscar una audiencia más general para su pensamiento. Actuó en la creencia de que la relación entre los hombres de letras y los hombres de mundo iba en beneficio de unos y otros. Creía que la filosofía tenía todas las de perder cuando permanecía recluida en universidades y celdas, y aislada del mundo y de la buena compañía. Los ensayos de Hume no indican el abandono de la filosofía, como algunos han mantenido18, sino que antes bien indican un intento de mejorarla haciendo que se ocupe de las preocupaciones de la vida común.

1 de octubre de 1984

EUGENE F. MILLER,

profesor de Ciencias Políticas

(Universidad de Georgia, Athens, Georgia)

1. La Investigación sobre el entendimiento humano (An Enquiry Concerning Human Understanding) se publicó por primera vez con este título en la edición de 1758 de los Ensayos y tratados sobre varios temas (Essays and Treatises on Several Subjects). Previamente se había publicado varias veces, a partir de 1748, con el título de Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano (Philosophical Essays Concerning Human Understanding). Investigación sobre los principios de la moral (An Enquiry Concerning the Principles of Morals) vio la luz en 1751. Esta información, y alguna otra, respecto a las distintas ediciones de la obra de Hume las he sacado de dos fuentes: T. E. Jesson, A Bibliography of David Hume and of Scottish Philosophy, New York: Russell and Russell, 1966, y William B. Todd, «David Hume. A Preliminary Bibliography», en Íd. (ed.), Hume and the Enlightenment, Edinburgh/Austin, Texas: Edinburgh University Press/Human Research Center, 1974, pp. 189-205.

2. Los libros I y II del Tratado se publicaron en 1739; el libro III, en 1740.

3. Hume escribió los Diálogos hacia 1750, pero decidió no publicarlos en vida. Al no mostrarse dispuesto Adam Smith a asumir la responsabilidad de la publicación póstuma, Hume la confió a su propio editor, William Strahan, estableciendo que se le encomendara a su sobrino David, si Strahan no los publicaba en el plazo de dos años y medio después de su muerte. Cuando Strahan declinó cumplir el encargo, David organizó la publicación en 1779.

4. La Historia de Hume se publicó entre 1754 y 1762, en seis tomos, que empezaban por los reinados de los Estuardo y retrocedían después a la época de los Tudor y anterior. Una «Nueva edición. Corregida», con los seis volúmenes ordenados cronológicamente, apareció en 1762, y llevaba por título Historia de Inglaterra, desde la invasión de Julio César hasta la Revolución de 1688 (The History of England, From the Invasion of Julius Ceasar to The Revolution in 1688).

5. Esta edición contenía los siguientes ensayos: 1) «De la delicadeza del gusto y la pasión»; 2) «De la libertad de prensa»; 3) «Del descaro y la modestia»; 4) «Que la política pueda reducirse a ciencia»; 5) «De los principios primordiales del gobierno»; 6) «Del amor y el matrimonio»; 7) «Del estudio de la historia»; 8) «De la independencia del parlamento»; 9) «De si el gobierno británico se inclina más hacia una monarquía absoluta o hacia una república»; 10) «De los partidos en general»; 11) «De los partidos en Gran Bretaña»; 12) «De la superstición y el entusiasmo»; 13) «De la avaricia»; 14) «De la dignidad de la naturaleza humana», y 15) «De la libertad y el despotismo». Los ensayos números 3, 6 y 7 no los reimprimió Hume después de 1760, y el ensayo número 13 no se reimprimió después de 1768. El título del ensayo 14 se cambió por el de «De la dignidad o mezquindad de la naturaleza humana» en la edición de 1770 de Ensayos y tratados sobre varios temas (Essays and Treatises on Several Subjects). El título del ensayo 15 fue cambiado por «De la libertad civil» en la edición de 1758 de Ensayos y tratados.

6. Esta edición contenía los siguientes ensayos: 1) «De la escritura de ensayos»; 2) «De la elocuencia»; 3) «De los prejuicios morales»; 4) «De la estación media de la vida»; 5) «Del auge y el progreso de las artes y las ciencias»; 6) «El epicúreo»; 7) «El estoico»; 8) «El platónico»; 9) «El escéptico»; 10) «De la poligamia y el divorcio»; 11) «De la sencillez y el refinamiento», y 12) «Caracterización de sir Robert Walpole». Los ensayos 1, 3 y 4 los publicó Hume únicamente en esta edición. El ensayo 12 se imprimió como nota de pie de página de «Que la política puede reducirse a ciencia» en las ediciones publicadas entre 1748 y 1768, y se excluyó después de esta última fecha.

7. Esta edición, que llevaba por título Tres ensayos morales y políticos (Three Essays, Moral and Political), contenía: 1) «De los caracteres nacionales»; 2) «Del contrato original», y 3) «De la obediencia pasiva».

8. Esta edición contenía los siguiente ensayos: 1) «Del comercio»; 2) «Del lujo»; 3) «Del dinero»; 4) «Del interés»; 5) «De la balanza comercial»; 6) «Del equilibrio del poder»; 7) «De los impuestos»; 8) «Del crédito público»; 9) «De algunas costumbres notables»; 10) «De lo populoso de las naciones de la Antigüedad»; 11) «De la sucesión protestante», y 12) «Idea de una mancomunidad perfecta». El título del ensayo 2 se cambió en la edición de 1760 por el de «Del refinamiento de las artes».

9. La edición de 1758 de Ensayos y tratados incorporaba, procedentes de una obra de 1757 que llevaba el título de Cuatro disertaciones (Four Disertations), los ensayos «De la tragedia», «De la norma del gusto» y otras dos obras más: La historia natural de la religión (The Natural History of Religion) y Disertación sobre las pasiones (A Dissertation on the Passions). Dos nuevos ensayos, «De la suspicacia respecto al comercio» y «De la coalición de partidos» se añadieron posteriormente a algunos ejemplares de la edición de 1758 de Ensayos y tratados, y se incorporaron posteriormente a la edición de 1760. Finalmente, Hume preparó otro ensayo más, «Del origen del gobierno», para la edición que se publicaría de manera póstuma en 1777.

10.Véase la carta enviada por Smith a William Strahan, incluida en la presente edición, p. 35.

11. Incluida en la presente edición, pp. 27-34.

12. Véase A Bibliography of David Hume and of Scottish Philosophy, pp. 7-8.

13. Véanse John B. Stewart, The Moral and Political Philosophy of David Hume, New York: Columbia University Press, 1963; F. A. Hayek, «The Legal and Political Philosophy of David Hume», en V. C. Chapell (ed.), Hume: A Collection of Critical Essays, Garden City, N. Y.: Doubleday, 1966, pp. 335-360; Duncan Forbes, Hume’s Philosophical Politics, Cambridge: Cambridge University Press, 1975; David Miller, Philosophy and Ideology in Hume’s Political Thought, Oxford: Clarendon Press, 1981, y Donald W. Livingston, Hume’s Philosophy of Common Life, Chicago: University of Chicago Press, 1984.

14. Véanse, por ejemplo, Essential Works of David Hume, ed. de Ralph Cohen, New York: Bantam Books, 1965; Of the Standard of Taste, And other Essays, ed. de John W. Lenz, Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1965; Writings on Economics, ed. de Eugene Rotwein, Madison: University of Wisconsin Press, 1955; Political Essays, ed. de Charles W. Hendel, Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1953; Theory of Politics, ed. de Frederick M. Watkins, Edinburgh: Nelson, 1951, y Hume’s Moral and Political Philosophy, ed. de Henry D. Aiken, New York: Hafner, 1948.

15. London: Oxford University Press, 1963.

16. Tomos 1 y 2, Indianapolis: Liberty Fund, 1983; tomos 3 y 4, 1984; los tomos 5 y 6 se encuentran en preparación en la fecha de edición de la presente obra [en inglés (1985)]. Esta edición va acompañada de un prólogo de William B. Todd.

17. John Home, A Sketch of the character of Mr. Hume and Diary of a Journey from Morpeth to Bath, 23 de abril-1 mayo de 1776, ed. de David Fate Norton, Edinburgh: Tragara Press, 1976, p. 8.

18. T. H. Grose, en sus observaciones introductorias a los Ensayos morales, políticos y filosóficos, admite que le había llamado la atención «la manera súbita en que había puesto fin a sus trabajos filosóficos» con la publicación del Tratado (véase «History of the Editions», en The Philosophical Works of David Hume, ed. de T. H. Green y T. H. Grose [nueva ed., London: Longmans, Green and Co., 1889], vol. 3, p. 75). Grose sostiene que Hume «carecía con seguridad de la disposición, y probablemente de capacidad» para la filosofía constructiva, una vez que había terminado la labor crítica o negativa del Tratado (ibid., p. 76). Aunque era contraria a lo que el propio Hume dice acerca de sus obras de madurez, y de lo que han afirmado otros intérpretes respecto a sus capacidades, esta opinión era bastante común hacia finales del siglo XVIII. Contribuyó a atraer hacia el Tratado la atención que merece, pero al mismo tiempo disuadía del estudio de las otras obras de Hume, en especial de los Ensayos como fuentes adecuadas de su filosofía.

NOTA DEL EDITOR

Esta nueva edición de los Ensayos morales, políticos y literarios de Hume se basa en la edición de 1777. Es la edición de elección como texto original, ya que, aunque apareció de manera póstuma, contiene las últimas correcciones hechas por el autor. Fue el texto que utilizaron T. H. Green y T. H. Grose para la versión de los Ensayos que incluyeron en su edición de Las obras filosóficas de David Hume. Debido a las dificultades iniciales para obtener una fotocopia de la edición de 1777, utilizamos el texto de Green y Grose como ejemplar del editor del presente proyecto. Pero este ejemplar y las pruebas de lectura de la composición se corrigieron comparándolos con la fotocopia de la edición de 1777 que nos facilitó la Huntington Library de San Marino, California. La presente edición contiene material que no estaba en la edición de los Ensayos de 1777: Mi vida, de Hume, la carta de Adam Smith a William Strahan, y los ensayos que Hume retiró antes de dicha edición o que suprimió a lo largo de su vida. A menos que se advierta otra cosa, estos materiales se reimprimen aquí tal como aparecen en Green y Grose y, a diferencia de los Ensayos propiamente dichos, no se han corregido comparándolos con las ediciones previas pertinentes.

La edición de los Ensayos de Green y Grose se ha considerado por lo general la más fidedigna que existe1, y se ha convertido en la fuente estándar para los estudiosos. Sin embargo, una comparación detallada de dicha edición con la de 1777 muestra que la primera dista mucho de cumplir las normas de exactitud que hoy se adoptan en las ediciones críticas2. Hay cientos de casos en los que, de manera intencionada o no, se aparta del texto de la edición de 1777. Comparando la «Nueva edición» de Green y Grose, en la impresión de 1889, con el texto de 1777, encontramos, como mínimo, 100 casos de incorrecciones (palabras que faltan, que se añaden o que se cambian), 175 casos de errores de puntuación y 75 casos de errores en el uso de las mayúsculas. Probablemente son intencionados más de 100 cambios en la ortografía de Hume, el uso de signos, uniones de palabras, formato de las comillas, etc. Al menos 25 erratas que aparecían en la edición de 1777 se corrigen sin advertencia alguna en la de Green y Grose, y también se corrigen algunos pasajes en griego. Las diferencias más importantes con respecto a la edición de 1777 se producen en las notas a pie de página de Hume, en las que sus citas se cambian o se aumentan libremente. Sólo hacia el final del tomo, en una última nota al ensayo de Hume «De lo populoso de las naciones de la Antigüedad», informan Green y Grose al lector de que se han hecho tales cambios. Los ensayos de Hume tienen muchas largas notas a pie de página, y hay por lo menos siete ocasiones en las que Green y Grose, sin advertencia ni explicación alguna, no imprimen la versión de las notas de 1777, sino una versión diferente procedente de una edición anterior, y producen considerables variaciones en el texto, la puntuación y la ortografía, además de las que ya hemos mencionado.

En la preparación de esta nueva edición de los Ensayos morales, políticos y literarios, el objetivo primordial ha sido la fidelidad al texto de la edición de 1777. En el original inglés se han conservado las peculiaridades de Hume en cuanto a la ortografía, la puntuación y el uso de mayúsculas, porque suelen tener importancia en relación con el sentido del texto3. El lector deberá saber que hay sin embargo algunas diferencias menores de esta edición con respecto a la de 1777: 1) se han corregido sin advertencia errores tipográficos que aparecían en aquella edición; 2) los pasajes en griego se toman de la edición de Green y Grose, con corrección de los acentos; 3) las notas de pie de página están numeradas con números arábigos, en lugar de los signos utilizados por Hume; 4) mientras que las notas largas de Hume, en la edición de 1777, están señaladas con letras y reunidas al final del tomo, en la presente edición se colocan al pie de la página correspondiente, tal como se hacía en las anteriores ediciones de los Ensayos hasta 1770 (con el cambio de colocación ya no era oportuno iniciar cada nota con la primera palabra en mayúsculas); 5) mientras que en la edición de 1777 se utilizan dos tamaños de mayúsculas y de caja baja, en la presente edición se usa un solo tamaño de mayúsculas; y 6) se han suprimido en las citas las comillas continuadas en el margen izquierdo, adaptando el entrecomillado a la práctica tipográfica moderna.

Signos utilizados en las notas

Hay tres clases de signos utilizados en las notas [en la versión original inglesa]:

A. Números en supraíndice. Un número arábigo voladito indica el número de la nota. Las notas del editor se encierran entre corchetes para distinguirlas de las del propio Hume. Otro tanto se hace con la información que se añade a las notas de Hume.

El lector de los Ensayos no podrá por menos de sentirse impresionado ante la amplitud de la erudición de Hume. En los Ensayos Hume va más allá de las grandes obras de la filosofía y se adentra en todas las áreas del conocimiento. Se encuentra abundante evidencia de sus lecturas de los clásicos griegos y latinos, así como de su familiaridad con las obras literarias de los autores ingleses, franceses, italianos y españoles importantes. Los ensayos reflejan el conocimiento íntimo que Hume tenía no sólo de la historia de Gran Bretaña, sino también de la historia europea en toda su extensión. Conocía los tratados importantes de las ciencias naturales, e investigó la literatura moderna sobre economía política.

Hume intentaba que sus ensayos tuvieran una audiencia amplia. Pero, como daba por supuesto que sus lectores tendrían un amplio conocimiento de la literatura, la historia y los asuntos de actualidad, sus notas son escasas y superficiales de acuerdo con las normas de hoy. Con frecuencia hace referencia a personas o acontecimientos sin explicar de quiénes o de qué se trata. También ocurre que cite en lenguas distintas del inglés y que muchas veces no identifique el autor o la obra citados. Algunas veces cita mal las fuentes, o hace citas equívocas. No cabe duda de que el lector informado del siglo XVIII podía llenar algunas de estas lagunas. Pero no puede seguir dándose por supuesta esta base de conocimientos.

Mis notas y suplementos tienen por finalidad proporcionar algo de la información que el lector de hoy puede necesitar para entender los Ensayos de Hume. Puesto que espero que esta edición resulte útil a los estudiantes que comienzan y a los lectores en general, he tendido a preferir una información completa en estas anotaciones, aunque se incluyen en ellas muchas cosas que los especialistas en una u otra área de estudios del siglo XVIII conocen. En primer lugar, he identificado personas, lugares y acontecimientos a los que se refiere Hume. En segundo lugar, he aportado traducciones de pasajes en lenguas extranjeras en aquellos casos en los que Hume no los traduce u ofrece una paráfrasis aproximada en inglés. Las traducciones de autores griegos y latinos las he sacado de los correspondientes volúmenes de la Loeb Classical Library, que publica en Estados Unidos Harvard University Press, Cambridge, Massachusets, y, en Gran Bretaña, William Heinemann Ltd., Londres. En tercer lugar, ofrezco los datos de muchas citas o referencias que Hume no ofrece. He complementado además los escasos datos que proporciona Hume, con el fin de identificar autores, aportar las fechas de nacimiento y muerte de un autor o la fecha de publicación de una obra, proporcionar los datos completos de las fuentes citadas y especificar, con la máxima aproximación posible, la localización en una obra en la que puedan encontrarse las citas o referencias. En aras de la uniformidad, las citas de obras clásicas remiten a las ediciones Loeb. Dado que muchas veces estas ediciones dividen o disponen los materiales de manera diferente a como lo hacen las ediciones usadas por Hume, las citas de Loeb no siempre concuerdan con las de Hume. Por último, he añadido notas explicativas que hacen referencia a otros escritos de Hume cuando ello ayuda a clarificar la argumentación de un ensayo.

B. Círculos en supraíndice. Un circulito en supraíndice junto a una palabra indica que el significado de ésta se especifica en el Glosario*. Este signo se utiliza cuando la palabra en cuestión aparece por primera vez en los Ensayos, y no suele repetirse a menos que la misma palabra se utilice otra vez con un significado diferente. En los Ensayos de Hume se encuentra un número bastante grande de palabras cuyo significado se ha vuelto oscuro o que han llegado a tener significados bastante diferentes de los que Hume intentaba darles. Me ha resultado inmensamente útil, para localizar significados del siglo XVIII, el Dictionary of the English Language de Johnson, que se publicó por primera vez en 1755 y se revisó posteriormente con frecuencia. En la preparación del Glosario me he servido específicamente de la undécima edición, corregida y revisada (Londres, 1816, 2 tomos). Las palabras están glosadas secuencialmente, en vez de por orden alfabético, porque su significado suele estar estrechamente relacionado con el contexto en el que aparecen. En aquellos casos en los que el Diccionario de Johnson resultaba inadecuado he recurrido al Oxford English Dictionary (Oxford: Clarendon Press, 1961, 12 tomos).

C. Letras de caja baja en supraíndice. Una letra de caja baja voladita indica una variante del texto aparecida en una edición o ediciones previas de los Ensayos de Hume. Estas variantes se recogen al final del presente tomo. Tal como ya hemos observado, los Ensayos de Hume conocieron numerosas ediciones durante la vida del autor, y éste trabajó concienzudamente en su preparación para la imprenta. Además de añadir muchos nuevos ensayos y suprimir algunos de ellos, introdujo con frecuencia cambios en los ensayos de ediciones previas. Algunos de estos cambios tenían un carácter estilístico. Pero otros reflejaban modificaciones sustanciales en las opiniones de Hume.

Hoy entendemos por edición crítica de un texto, aquélla que coteja el texto que se toma como base con el de todas las demás ediciones, y registra de manera exhaustiva las variaciones textuales, formales y materiales. Dos excelentes ejemplos son la edición crítica de An Essay Concerning Human Understanding, de John Locke, realizada por Peter H. Nidditch (Oxford: Clarendon Press, 19754) y la edición de Glasgow de Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, de Adam Smith (Oxford: Clarendon Press, 1979; Indianapolis: Liberty Fund, 1981), cuyos editores generales son R. H. Campbell y A. S. Skinner y cuyo editor textual es W. B. Todd. Las dos ediciones contienen relaciones exhaustivas de las variantes de texto.

La preparación de un aparato crítico para los Ensayos requeriría un cotejo de la edición de 1777 con cada una de las ediciones y el registro de cada variación textual, de puntuación, uso de mayúsculas, ortografía, etc. Es una tarea que va más allá del alcance que quiere darse a la presente edición. No obstante, en la medida en que las variantes textuales tienen importancia para la comprensión del desarrollo del pensamiento de Hume, he reproducido las recogidas por Green y Grose en su edición de Ensayos morales, políticos y literarios, utilizando para tal fin la «Nueva edición», en su impresión de 1889. Sin duda tiene razón Nidditch en señalar que el «aparato de variantes de texto (de Green y Grose) es muy deficiente»5. Los editores no mencionan, por ejemplo, las variaciones formales, y está claro que no muestran todas las variantes materiales significativas. No obstante, su relación de variantes es bastante extensa, y debe ser suficiente por ahora. En la edición de Green y Grose, las variantes textuales aparecen como notas a pie de página. Yo las he reunido al final del tomo, con el fin de evitar su confusión con las notas de Hume y mis propias notas.

Aunque he intentado conseguir un texto y unas notas libres de errores, soy de sobra consciente de la advertencia de Hume de que la perfección es improbable en las cosas que el hombre emprende. Agradeceré las sugerencias que se me hagan para mejorar esta edición de los Ensayos de Hume.

Agradecimientos

Estoy en deuda con muchas personas por la ayuda que me han prestado en la preparación de la presente edición de los Ensayos morales, políticos y literarios de David Hume. Con permiso de la Huntington Library, San Marino, California, se reproduce en facsímil [p. 40 de la presente edición esp.] la portada de la edición de 1777 de los Ensayos. La Huntington Library proporcionó asimismo la fotocopia de dicha edición que se ha utilizado para corregir el texto de Green y Grose. El señor Thomas V. Lange, conservador ayudante de la Huntington Library nos prestó una gran ayuda al aclararnos varias dudas. Reproducimos pasajes de varias ediciones de la Loeb Classical Library con autorización de Harvard University Press. Entre los colegas de la Universidad de Georgia que nos han prestado ayuda se cuentan Richard A. LaFleur, James C. Anderson, Edward E. Best, Robert I. Curtis, Timothy N. Gantz y Nancy F. Rubin, del Departamento de Clásicas; Francis Assaf, Vanni Bartolozzi y Maria Cocco, del Departamento de Lenguas Romances; Lee B. Kennett, Linda J. Piper y Kirk Willis, del Departamento de Historia, y Rodney Baine, del Departamento de Inglés. El profesor LaFleur y las profesoras Rubin y Piper se prestaron de buen grado, en numerosas ocasiones, a ayudarme en algunos puntos de las traducciones o con detalles históricos. Mi ayudante de investigación, Myrna Nichols, participó en varias tareas editoriales. Cuando consideré necesario consultar a académicos de otras universidades, tuve la generosa respuesta de: Allan Bloom, de la Universidad de Chicago; J. W. Johnson, de la Universidad de Rochester; David M. Levy, de la Universidad George Mason; Arthur Stocker de la Universidad de Virginia; William B. Todd, de la Universidad de Texas; Frank W. Walbank de la Universidad de Cambridge, y Thomas G. West, de la Universidad de Dallas. Mi esposa, Eva Miller, me ha prestado ayuda de más maneras de las que me sería posible enumerar. La responsabilidad de los errores que puedan haberse deslizado en el proceso de edición es, desde luego, exclusivamente mía, y no se debe a nadie de cuantos me han prestado su colaboración, que aquí reconozco.

En una etapa avanzada del proceso editorial resultó evidente que el texto base para los ensayos suprimidos por Hume, «Del suicidio» y «De la inmortalidad del alma», serían las galeradas de estos ensayos, con correcciones al margen del puño y letra de Hume, que se conservan en la Biblioteca Nacional de Escocia. Tengo que agradecer a los administradores de dicha Biblioteca la autorización para reproducir el texto de las galeradas, y a Thomas I. Rae, conservador de la Sección de Manuscritos, su oportuna ayuda para conseguir la fotocopia necesaria.

El trabajo que he dedicado a esta edición de los Ensayos de Hume ha servido de poderoso recordatorio de que la labor intelectual requiere el apoyo de las instituciones, así como el de los individuos. Mi investigación sobre Hume ha contado con la ayuda y con muchas formas de estímulo de la Universidad de Georgia, en especial de sus bibliotecas, dirigidas por David Bishop, del Franklin College of Arts and Sciences, cuyo decano es W. Jackson Payne, y del Departamente de Ciencias Políticas, encabezado durante el período de la investigación por Loren P. Beth y Frank J. Thompson. El Comité de Pensamiento Social de la Universidad de Chicago es una segunda institución a la que estoy profundamente agradecido. Hace muchos años, cuando preparaba mi tesis doctoral bajo el Comité, estudié por primera vez las obras de Hume en una investigación dirigida por Friedrich A. Hayek, Leo Strauss y Joseph Cropsey. El Comité de Pensamiento Social, en mayor medida que ningún otro programa académico que yo conozca, ha intentado recuperar la unidad y globalidad del conocimiento humano que se perdió con posterioridad al tiempo de Hume, con la división del conocimiento en departamentos o disciplinas. Estoy por último muy en deuda con el Liberty Fund, por su buena disposición a patrocinar una nueva edición de los Ensayos de Hume y por confiarme su preparación. El fundador del Liberty Fund, Pierre F. Goodrich, sostenía que una sociedad libre depende de la libertad de investigación y que ésta depende, a su vez, de la disponibilidad de ediciones o traducciones fidedignas de los grandes libros, entre los que incluía los ensayos de Hume.

E. F. M.

Athens, Georgia

1. Hace unos años observaba Roland Hall: «Los Ensayos morales, políticos y literarios de Hume no se han editado adecuadamente, y puede que el mejor texto siga siendo el de las Obras filosóficas, editadas por Green y Grose». Véase Fifty Years of Hume Scholarship: A Bibliographical Guide, Edinburgh: Edinburgh University Press, 1978, p. 5.

2. Peter H. Nidditch dice: «En mi opinión un estándar de exactitud del texto (partiendo de material impreso), ofrecido por un editor que trabaja sin ayuda, es de un promedio, en su primera edición, de dos usos ligeramente incorrectos de palabras y seis erratas por cada cuarenta mil palabras de texto. En la primera reimpresión, teniendo en cuenta la nueva revisión (por demás obligada), estos márgenes de error deberían reducirse a la mitad. Ésta es la norma que yo he adoptado en mi calidad de editor general de The Clarendon Edition of the Works of John Locke, Oxford, 1975, en preparación». Véase An Apparatus of Variant Readings for Humes’s Treatise of Human Nature, Department of Philosophy, University of Sheffield, 1976, p. 34.

3. En la edición de 1777 de los Ensayos y tratados sobre varios temas de Hume, los nombres propios y los adjetivos de ellos derivados (p. ej., «BRITISH», «FRENCH») están impresos en versales, para la letra inicial, y versalitas. También se imprimen a veces de esta manera los nombres abstractos, con el fin de poner énfasis en ellos o señalar divisiones en la argumentación (p. ej. «FORCE», «POWER», «PROPERTY», en «De los principios primordiales del gobierno»; «AUTHORITY» y «LIBERTY», en «Del origen del gobierno»). Ocasionalmente, sin embargo hay palabras escritas por entero en versales («GOD») o totalmente en versalitas («INTEREST», y «RIGHT», en «De los principios primordiales del gobierno». No se sabe a ciencia cierta hasta qué punto esto refleja la práctica de Hume en sus manuscritos, que difiere de las convenciones de la industria editorial coetánea. Pero, en cualquier caso, Hume tuvo la oportunidad de corregir el texto que acabó yendo a la imprenta. Dado estas peculiaridades en el uso de mayúsculas pueden estar relacionadas con la interpretación del texto, se han conservado en la edición original en inglés. [N. del E. español: en la presente edición en castellano se ha optado por suprimir este uso.]

* Aunque el Glosario incluido por el editor de la edición original ha resultado sumamente útil en la traducción, para establecer el significado exacto de muchos términos utilizados por Hume, no se ha incluido en la presente edición en castellano, puesto que estaba destinado a facilitar la comprensión al lector en lengua inglesa. En consecuencia no hemos utilizado este signo de advertencia. [N. del E. español.]

4. La Introducción y el Apéndice de la edición de Nidditch del Ensayo de Locke aporta una exposición muy útil de las técnicas y la terminología de la edición crítica. También es notable la labor editorial de Nidditch en algunas de las obras de Hume más importantes. Ha revisado los textos y añadido notas a las ediciones estándar de Selby-Bigge de Enquiries Concerning Human Understanding, and Concerning the Principles of Morals (Investigaciones sobre el entendimiento humano y sobre los principios de la moral), 3.ª ed., Oxford: Clarendon Press, 1975, y el Treatise of Human Nature (Tratado de la naturaleza humana), 2.ª ed., Oxford: Clarendon Press, 1978. Nidditch trata los problemas de editar a Hume y expone los méritos de varias ediciones de este autor en los textos antes mencionados, así como en An Apparatus of Variant Readings for Hume’s Treatise of Human Nature.

5. En «Notas» a Enquiries Concerning Human Understanding, and Concerning the Principles of Morals, p. 348.

NOTA A LA EDICIÓN REVISADA

El presente tomo ha sido totalmente revisado para esta nueva impresión. En primer lugar, el texto de los Ensayos morales, políticos y literarios se ha vuelto a comprobar cuidadosamente con fotocopias de las ediciones de 1772 y 1777 facilitadas por la Huntington Library. Se ha hecho buen número de correcciones, aunque rara vez afectan al significado de Hume. La edición de 1777 sigue siendo el texto base, pero la comparación con la edición de 1772 ha permitido detectar errores tipográficos que en la de 1777 no habrían podido distinguirse. En su compilación de las variantes de texto, Green y Grose no tuvieron en cuenta la edición de 1772 de los Ensayos morales, políticos y literarios, que aparecieron como primer tomo de los Ensayos y tratados sobre varios temas (nueva edición, Londres; impresa para T. Cadell, in the Strand, y A. Kincaid y A. Donaldson, en Edimburgo; 2 tomos). Una comparación de la edición de 1777 de Ensayos morales, políticos y literarios con la de 1772 muestra que Hume reelaboró cuidadosamente la última edición que preparó para la imprenta, haciendo a veces cambios importantes.

En segundo lugar, he corregido los restantes escritos recogidos en el presente tomo sirviéndome de los textos base adecuados, con lo que he evitado toda dependencia de la edición de Green y Grose, poco fidedigna, salvo en lo que se refiere al uso de su aparato de variantes textuales. Tengo que agradecer a la British Library por haberme facilitado fotocopias de la edición de 1777 de la «Vida» de Hume y de la «Carta» de Adam Smith, y a la Houghton Library de la Universidad de Harvard por las fotocopias, en sus impresiones finales, de los ensayos retirados por Hume.

En tercer lugar, he rediseñado y corregido el índice de la primera edición. Por último, he hecho algunos cambios menores en el aparato editorial. Estoy en deuda con las siguientes personas por las sugerencias que me han hecho y que han resultado útiles en la preparación de esta edición revisada: John Danford, de la Universidad de Houston; Thomas Pangle, de la Universidad de Toronto; Samuel Shaffer, de Nashville, Tennessee, y M. A. Stewart, de la Universidad de Lancaster.

Octubre de 1986

E. F. M.

 

 

 

 

LA VIDA DE DAVID HUME, ESQUIRE

ESCRITA POR ÉL MISMO

MI VIDA1

Resulta difícil para un hombre hablar largo de su vida sin vanidad. En consecuencia, seré breve. Puede pensarse que ya constituye un caso de vanidad que yo pretenda siquiera escribir mi vida. Pero este relato contendrá poco más que la historia de mis escritos, ya que, en rigor, casi toda mi vida la he dedicado a actividades y ocupaciones relacionadas con la pluma. El primer resultado de la mayor parte de mis obras no fue tal que pudiera ser objeto de vanidad.

Nací el 26 de abril de 1711, al estilo tradicional, en Edimburgo. Era de buena familia, tanto por parte de padre como de madre. La familia de mi padre es una rama del conde de Home, o de Hume, y mis antepasados habían sido, durante varias generaciones, propietarios de la hacienda que hoy posee mi hermano. Mi madre era hija de sir David Falconer, presidente del College of Justice [Tribunal Supremo de Escocia e instituciones asociadas al mismo, como la Facultad de Abogados]. El título de Lord Halkerton lo heredó el hermano de mi madre.

Mi familia, sin embargo, no era rica, y al ser yo uno de los hijos menores, mi patrimonio, de acuerdo con la costumbre de mi país, era desde luego muy escaso. Mi padre, al que se consideraba hombre de talento, murió siendo yo niño, dejándome, junto con un hermano mayor y una hermana, al cuidado de nuestra madre, mujer de singular mérito que, aunque era joven y atractiva, se consagró por entero a la crianza y educación de sus hijos. Seguí, con éxito, el curso normal de mi educación, y muy pronto se despertó en mí una pasión por las letras que ha sido la pasión dominante de mi vida y la gran fuente de mis satisfacciones. Mi disposición para el estudio, mi sobriedad y mi laboriosidad, despertaron en mi familia la idea de que las leyes eran la profesión adecuada para mí, pero me dominaba una aversión insuperable a cuanto no fuera la filosofía y el conocimiento general y, mientras en mi familia pensaban que estaba estudiando a Voet y Vinnius, eran las obras de Cicerón y de Virgilio las que yo devoraba en secreto.

Sin embargo, como lo escaso de mis medios hacia que éstos resultaran inadecuados para este plan de vida, y como mi salud estuviera algo quebrada por mi ardiente aplicación, me sentí tentado, o más bien obligado, a hacer un débil intento por acceder a un escenario de vida más activo. En 1734 fui a Bristol, con algunas cartas de recomendación para comerciantes eminentes, pero sólo tardé unos meses en comprobar lo inadecuado que aquél escenario resultaba para mí. Pasé a Francia, con la intención de proseguir mis estudios en un retiro campestre, y allí tracé el plan de vida que he seguido con regularidad y con éxito. Resolví que una estricta frugalidad supliera la escasez de mi fortuna, mantener intacta mi independencia y considerar despreciable todo otro fin que no fuera la mejora de mi talento como escritor.

Durante mi retiro en Francia, primero en Reims, pero sobre todo en La Fleche, en Anjou, compuse mi Tratado de la naturaleza humana. Después de pasar tres años muy agradables en el campo, me trasladé a Londres en 1737. A finales de 1738 publiqué mi Tratado e inmediatamente me fui con mi madre y mi hermano, que vivían en la casa de campo de éste. Mi hermano se dedicaba, con gran juicio y éxito, a mejorar su hacienda.

Jamás intento literario alguno tuvo peor fortuna que mi Tratado de la naturaleza humana. Nació muerto desde que salió de la prensa, sin el mérito de provocar siquiera un murmullo entre los fanáticos. Pero, estando dotado por la naturaleza de un temperamento alegre y optimista, me recuperé muy pronto del golpe y proseguí con gran ardor mis estudios en el campo. En 1742 imprimí en Edimburgo la primera parte de mis Ensayos. La obra tuvo una acogida favorable, y no tardé en olvidar por completo mi anterior decepción. Seguí con mi madre y mi hermano en el campo, y en aquel tiempo recuperé mis conocimientos de la lengua griega, que había descuidado en mi primera juventud.

En 1745 recibí una carta del marqués de Annandale invitándome a ir a Inglaterra y vivir en su casa. Hallé asimismo que los amigos y la familia del joven noble estaban deseosos de ponerle bajo mi cuidado y dirección, puesto que el estado de su mente y su salud lo requerían. Viví con él doce meses. Los puestos que ocupé por aquel tiempo supusieron un considerable incremento de mi pequeña fortuna. Recibí una invitación del general St. Clair para trabajar con él como secretario2, en una misión cuyo destino iba a ser inicialmente Canadá, pero que acabó siendo un lugar en la costa de Francia. Al año siguiente, es decir, 1747, recibí una invitación del general para asistirle en su destino militar en las embajadas de Viena y Turín. Vestía yo entonces3 uniforme de oficial, y fui presentado en las cortes correspondientes como ayudante de campo del general, junto con sir Harry Erskine y el capitán Grant, actualmente general Grant. Estos dos años fueron casi la única interrupción que han sufrido mis estudios durante el curso4 de mi vida. Los pasé de manera agradable y en buena compañía, y los nombramientos que recibí, junto con mi frugalidad, me permitieron alcanzar una fortuna que para mí suponía la independencia, aunque la mayor parte de mis amigos se inclinaban por sonreír cuando me oían decirlo. En resumen, ahora poseía cerca de mil libras5.

Siempre he creído que la falta de éxito que tuve con la publicación del Tratado sobre la naturaleza humana se debió en mayor medida a la forma que a la materia, y que había sido culpable de una falta de discreción muy habitual al dar mi obra a la imprenta demasiado pronto. En consecuencia, vertí la primera parte de la obra mencionada en la Investigación sobre el entendimiento humano, que se publicó mientras yo me encontraba en Turín. Pero este nuevo libro tuvo al principio poco más6 éxito que el Tratado de la naturaleza humana. A mi vuelta de Italia tuve la mortificación de encontrar a toda Inglaterra en efervescencia en relación con la Free Enquiry [Libre investigación] del doctor Middleton, mientras se pasaba por alto mi obra, sin hacerle el menor caso. Una nueva edición de mis Ensayos morales y políticos que se había publicado en Londres no tuvo mejor acogida.

Pero es tal la fuerza del temperamento natural que estas decepciones dejaron poca o ninguna impresión en mí. En 1749 me fui a vivir durante dos años con mi hermano, en su casa rural, pues mi madre había muerto entre tanto. Allí compuse la segunda parte de mis Ensayos, a la que di el título de Discursos políticos, e hice una nueva versión de mi Investigación sobre los principios de la moral, que es otra parte de mi tratado. Entre tanto, mi librero, A. Millar, me informó de que mis anteriores publicaciones (todas menos el desdichado Tratado) estaban empezando a convertirse en tema de conversación, que gradualmente iban aumentando las ventas y que se demandaban nuevas ediciones. Al año se producían dos o tres respuestas de reverendos y obispos y, gracias a la recriminación del doctor Warburton, averigüé que mis libros empezaban a ser estimados en buena compañía. Estaba sin embargo firmemente decidido —decisión que he mantenido de manera inflexible— a no responder nunca a nadie y a no ser muy irascible en mi temperamento. No me ha sido difícil mantenerme al margen de toda disputa literaria. Estos síntomas de una creciente reputación me daban ánimos, ya que estaba siempre más dispuesto a ver el lado favorable de las cosas que su lado desfavorable, actitud mental cuya posesión resulta más afortunada que nacer con una herencia de diez mil libras anuales.

En 1751 dejé el campo para ir a vivir a la ciudad, verdadero escenario para un hombre de letras. En 1752 se publicaron en Edimburgo, donde a la sazón residía, mis Discursos políticos, la única de mis obras que tuvo éxito en la primera edición. Fue bien acogida en el extranjero y en Gran Bretaña. Aquel mismo año se publicó en Londres mi Investigación sobre los principios de la moral, que en mi opinión (no debería ser quién para juzgar sobre este tema), es sin comparación el mejor de todos mis textos, históricos, filosóficos o literarios. Vino al mundo inadvertido e inobservado.

En 1752, la Facultad de abogados me eligió bibliotecario, cargo con escasa o ninguna remuneración, pero que me ponía al frente de una gran biblioteca. Fue entonces cuando concebí el plan de escribir la Historia de Inglaterra. Mas, como me asustaba la idea de proseguir un relato a lo largo de un período de 1.700 años, comencé por el ascenso de la casa de los Estuardo, época en la que, según pensaba, comenzaron principalmente a producirse las tergiversaciones de las facciones. Confieso que tenía expectativas optimistas en cuanto al éxito de esta obra. Pensaba que era el único historiador que no había tenido en cuenta el poder, los intereses y la autoridad del momento y, simultáneamente, el clamor de los prejuicios populares. Y, como el tema es adecuado a todas las capacidades, esperaba un aplauso en proporción. Tanto más miserable fue mi decepción: me rodeó un clamor de reproches, desaprobación e incluso de aborrecimiento; ingleses, escoceses e irlandeses, whigs [liberales] y tories [conservadores], eclesiásticos y sectarios, librepensadores y religiosos, patriotas y cortesanos, se unieron contra el hombre que había pretendido verter una generosa lágrima por la suerte de Carlos I y del conde de Strafford y, una vez que hubieron pasado los primeros borbotones de su furia7, lo que todavía era más mortificante, el libro pareció hundirse en el olvido. El señor Millar me dijo que en doce meses había vendido tan sólo cuarenta y cinco ejemplares. Y, en rigor, yo apenas supe de un hombre en los tres reinos, digno de consideración por su posición o sus conocimientos, que fuera capaz de soportar el libro. Únicamente el primado de Inglaterra, el doctor Herring, y el primado de Irlanda, el doctor Stone, parecieron constituir dos raras excepciones. Estos dignos prelados, por separado, me hicieron llegar mensajes de que no me desanimara.

He de confesar, no obstante, que fui presa del desánimo y, de no haber estado entonces en guerra Francia e Inglaterra, sin duda me habría retirado a alguna ciudad de provincias del primero de estos reinos, habría cambiado de nombre y nunca habría retornado al país de mi nacimiento. Mas, como este plan no fuese viable en aquel momento, y como tenía bastante avanzado un segundo tomo, decidí cobrar valor y perseverar.

En el intervalo publiqué en Londres mi Historia natural de la religión, junto con algunos otros pequeños escritos. Su recepción pública fue bastante oscura, excepto por parte del doctor Hurd, que escribió un panfleto contra ella con toda la antiliberal petulancia, arrogancia e insolencia que distinguen8 a la escuela de Warburton. El panfleto me proporcionó algún consuelo frente a la indiferencia con que la obra fue recibida.

En 1756, dos años después de la salida del primer tomo de mi Historia, se publicó el segundo, que comprendía el período que va desde la muerte de Carlos I hasta la Revolución. Este tomo pareció disgustar menos a los liberales. No sólo se sostuvo, sino que pareció ayudar en la difusión a su desdichado hermano.

Mas, como la experiencia me ha ensañado que el partido liberal tiene la prerrogativa de otorgar todos los puestos, tanto en el Estado como en la literatura, me sentía tan poco inclinado a ceder a su insensato clamor que, en más de cien cambios, que introduje como consecuencia de ulteriores estudios, lecturas o reflexiones, en relación con los reinados de los dos primeros Estuardo, todos estaban invariablemente a favor de los conservadores. Resulta ridículo considerar la constitución inglesa antes de aquel período como un plan regular de libertad.

En 1759 publiqué mi historia de la casa de los Tudor. El clamor que se suscitó en contra de esta obra fue casi igual al que se suscitara contra la historia de los dos primeros Estuardo. El reinado de Isabel resultaba especialmente detestable. Pero yo era ya insensible frente a las impresiones de la insensatez pública y proseguí, con suma tranquilidad y satisfacción, en mi retiro de Edimburgo, hasta finalizar, en dos tomos, la parte anterior de la historia de Inglaterra, que saqué a la luz pública en 1761, con éxito aceptable y algo más que aceptable.

Pero, no obstante la variedad de vientos y estaciones a las que se vieron expuestas mis obras, habían conseguido tales avances que los derechos de autor que me pagaban los libreros excedían con mucho todo lo anteriormente conocido en Inglaterra. No sólo había conseguido ser independiente, sino alcanzar una cierta opulencia. Me retiré, a Escocia, mi país de nacimiento, decidido a no volver a pisar fuera de él, y con la satisfacción de no haber preferido nunca hacer solicitud alguna a un hombre importante, ni intentado entablar amistad con ninguno. Estaba ahora en los cincuenta, y pensaba pasar el resto de mi vida de esta filosófica manera cuando, en 1763, recibí una invitación del conde de Hertford9, al que no conocía en absoluto, proponiéndome que le asistiera en su embajada en París, con la perspectiva cercana de ser nombrado secretario de la embajada y, entre tanto, de desempeñar las funciones de tal. Aunque era tentadora rechacé inicialmente la oferta, tanto porque era reacio a relacionarme con los grandes como porque tenía miedo de que la vida social y la alegre compañía de París resultaran desagradables para una persona de mi edad y humor. Pero como su señoría repitiera la invitación decidí aceptarla. Tengo todas las razones, tanto por lo placentero como por el interés, para considerarme afortunado por las relaciones que mantuve con aquel noble y posteriormente con su hermano, el general Conway.

Quienes no hayan contemplado los extraños efectos10 de las modas nunca imaginarán la acogida que tuve en París, por parte de hombres y mujeres de todo rango y posición. Cuanto más me resistía11 a sus excesivas cortesías, tanto más me abrumaban con ellas. Vivir en París proporciona, no obstante, una satisfacción verdadera, derivada del gran número de personas sensibles, con conocimientos y corteses, que abundan en dicha ciudad12 más que en cualquier otro lugar del universo. Una vez llegué a pensar en establecerme allí para toda la vida.

Fui nombrado secretario de la embajada y, en el verano de 1765, dejó la misión diplomática lord Hertford, al ser nombrado Lord Lieutenant [vicerrey] de Irlanda. Fui encargado de negocios hasta la llegada del duque de Richmond hacia finales del año. Abandoné París a comienzos de 1766 y el verano siguiente me dirigí a Edimburgo con la misma intención anterior de enterrarme en un retiro filosófico. Volví a aquel lugar, no más rico, pero con mucho más dinero y unos ingresos muy superiores que cuando lo había dejado, gracias a la amistad de lord Hertford, y estaba deseoso de probar lo que podía producir lo superfluo, como previamente había hecho el experimento de desarrollar una competencia. Pero en 1787, recibí del señor Conway una invitación para ser subsecretario, invitación que tanto por tratarse de quien se trataba como por mi relación con lord Hertford no me fue posible rechazar. Volví a Edimburgo en 1769 con gran opulencia (pues tenía unos ingresos de 1.000 l.13 anuales), bien de salud y, aunque algo metido en años, con la perspectiva de disfrutar largamente de una vida desahogada y ver incrementarse mi reputación.

En la primavera de 1775 sufrí un trastorno intestinal que al principio