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Faustode Johann Wolfgang Goethe es una obra maestra que examina la eterna lucha entre el bien y el mal, el deseo de conocimiento y la búsqueda del sentido de la vida. A través del personaje de Fausto, Goethe presenta una compleja reflexión sobre la ambición humana, la insatisfacción y la tentación. La historia narra el pacto que Fausto hace con Mefistófeles, un demonio que le ofrece cumplir todos sus deseos a cambio de su alma, explorando las profundas implicaciones filosóficas y morales de este acuerdo. La obra abarca temas como la redención, el sacrificio y el poder transformador del amor, todo ello inmerso en un contexto de inquietudes metafísicas. Goethe utiliza la figura de Fausto para analizar las tensiones entre el deseo insaciable de conocimiento y el sentido espiritual de la vida, planteando preguntas sobre la naturaleza humana y el destino. Mefistófeles, por su parte, simboliza el cinismo y la oscuridad, retando constantemente a Fausto y poniendo a prueba su voluntad. Desde su publicación, Fausto ha sido reconocido como una de las piezas literarias más importantes de la literatura mundial. Ha inspirado numerosas adaptaciones en teatro, música y cine, y sigue siendo un texto de referencia para el análisis de las contradicciones humanas y el eterno anhelo de trascendencia. A través de esta obra, Goethe dejó una profunda marca en el pensamiento filosófico y literario, invitando a sus lectores a reflexionar sobre los dilemas éticos y existenciales que siguen siendo relevantes en la actualidad.
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Seitenzahl: 166
Johann Wolfgang Goethe
FAUSTO
Título original:
“Faust”
PRESENTACIÓN
FAUSTO
PARTE I
Dedicatoria
Preludio En El Teatro
Prólogo En El Cielo
PRIMERA PARTE
Escena I: De Noche
Escena II: Ante La Puerta De La Ciudad
Escena III: Gabinete De Estudio
Escena IV: Gabinete De Estudio
Escena V: Taberna De Auerbach
Escena VI: Cocina De Bruja
Escena VII: Calle
Escena VIII: Al Atardecer
Escena IX: Paseo
Escena X: La Casa De La Vecina
Escena XI: Una Calle
Escena XII: Jardín
Escena XIII: Invernadero En El Jardín
Escena XIV: Bosque Y Caverna
Escena XV: Cuarto De Margarita
Escena XVI: Jardín De Marta
Escena XVII: Junto A La Fuente
Escena XVIII: En La Muralla
Escena XIX: De Noche
Escena XX: Catedral
Escena XXI: Noche De Walpurgis
Escena XXII: Sueño De La Noche De Walpurgis o Bodas de Oro De Oberón y Titania
Escena XXIII: Día Nublado. Campo
Escena XIV: Por La Noche. Llanura
Escena XXV: Prisión
Johann Wolfgang Goethe
1749 - 1832
Johann Wolfgang Goethe fue un escritor, poeta, dramaturgo y científico alemán, considerado una de las figuras más importantes de la literatura mundial. Nacido en Fráncfort del Meno, su vasta obra abarcó múltiples géneros, desde la poesía hasta el teatro y la prosa, así como tratados sobre ciencia y filosofía. Su obra más famosa, Fausto, es una de las piezas centrales de la literatura occidental y explora temas profundos como la búsqueda del conocimiento, la moralidad y la redención.
Primeros años y educación
Goethe nació en el seno de una familia acomodada. Desde joven, mostró un gran interés por la literatura y las artes. Estudió derecho en las universidades de Leipzig y Estrasburgo, pero siempre mantuvo una pasión por las letras. Durante su estancia en Estrasburgo, conoció a figuras que influenciarían su desarrollo literario, y fue allí donde comenzó a perfilar su estilo, inspirado en el movimiento Sturm und Drang, que enfatizaba las emociones intensas y la naturaleza.
Carrera y contribuciones
La obra de Goethe cubre una amplia gama de temas y estilos, pero es especialmente recordado por sus contribuciones al romanticismo y al clasicismo alemán. Las desventuras del joven Werther (1774), una novela epistolar que narra la trágica historia de un amor no correspondido, tuvo un impacto enorme en su época, llegando a influir en la moda y las costumbres de los jóvenes europeos. El libro se convirtió en un símbolo del movimiento romántico, con su énfasis en las emociones personales y la naturaleza.
Sin embargo, su obra cumbre es Fausto, una obra de teatro en dos partes que Goethe escribió a lo largo de su vida. En esta obra, el personaje de Fausto hace un pacto con el diablo, Mefistófeles, en su búsqueda interminable de conocimiento y satisfacción. Fausto es una reflexión profunda sobre la condición humana, la ambición y las consecuencias de las decisiones morales.
Impacto y legado
Goethe es considerado uno de los mayores exponentes de la literatura alemana y mundial. Su influencia va más allá de la literatura; fue un pensador multidisciplinario que también realizó aportaciones significativas en el campo de las ciencias naturales. Su obra ayudó a dar forma al romanticismo y al clasicismo en Europa, inspirando a generaciones de escritores, músicos y artistas.
La visión de Goethe sobre la naturaleza humana, su exploración de las pasiones y el deseo de trascender los límites del conocimiento resonaron profundamente en su tiempo y continúan siendo estudiadas y admiradas hoy en día. Fue también un precursor del movimiento de la Ilustración, promoviendo el pensamiento crítico y el equilibrio entre la razón y la emoción en sus escritos.
Muerte y legado
Goethe falleció en 1832, a la edad de 82 años, en Weimar, donde pasó gran parte de su vida. Su influencia perdura en la cultura moderna, y su obra sigue siendo objeto de estudio y admiración en todo el mundo. La profundidad filosófica y la riqueza poética de sus escritos lo colocan entre los autores más importantes de la historia, con una obra que sigue inspirando a filósofos, literatos y artistas en la actualidad.
Sobre la obra
Fausto de Johann Wolfgang Goethe es una obra maestra que examina la eterna lucha entre el bien y el mal, el deseo de conocimiento y la búsqueda del sentido de la vida. A través del personaje de Fausto, Goethe presenta una compleja reflexión sobre la ambición humana, la insatisfacción y la tentación. La historia narra el pacto que Fausto hace con Mefistófeles, un demonio que le ofrece cumplir todos sus deseos a cambio de su alma, explorando las profundas implicaciones filosóficas y morales de este acuerdo.
La obra abarca temas como la redención, el sacrificio y el poder transformador del amor, todo ello inmerso en un contexto de inquietudes metafísicas. Goethe utiliza la figura de Fausto para analizar las tensiones entre el deseo insaciable de conocimiento y el sentido espiritual de la vida, planteando preguntas sobre la naturaleza humana y el destino. Mefistófeles, por su parte, simboliza el cinismo y la oscuridad, retando constantemente a Fausto y poniendo a prueba su voluntad.
Desde su publicación, Fausto ha sido reconocido como una de las piezas literarias más importantes de la literatura mundial. Ha inspirado numerosas adaptaciones en teatro, música y cine, y sigue siendo un texto de referencia para el análisis de las contradicciones humanas y el eterno anhelo de trascendencia. A través de esta obra, Goethe dejó una profunda marca en el pensamiento filosófico y literario, invitando a sus lectores a reflexionar sobre los dilemas éticos y existenciales que siguen siendo relevantes en la actualidad.
Os aproximáis de nuevo, formas temblorosas que os mostrasteis hace ya mucho tiempo a mi turbada vista. Mas, ¿intento apresaros ahora?, ¿se siente mi corazón aún capaz de semejante locura? Os agolpáis, luego podéis reinar al igual que, saliendo del vaho y la niebla, os vais elevando a mi alrededor. Mi pecho se estremece juvenilmente al hálito mágico de vuestra procesión.
Me traéis imágenes de días felices, y algunas sombras queridas se alzan. Como a una vieja leyenda casi olvidada, os acompañan el primer amor y la amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errático y laberíntico camino de la vida y pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, engañadas por la esperanza de días de felicidad, han desaparecido antes que yo.
Las almas a las que canté por primera vez ya no escucharán estos cantos. Se disolvió aquel amigable grupo y se extinguió el eco primero. Mi canción se entona para una multitud de extraños cuyo aplauso me provoca temor, y todo aquello que se regocijaba con mi canto, si aún vive, vaga disperso por el mundo.
Me sumo en una nostalgia, que no sentía hace mucho tiempo, de aquel reino de espíritus, sereno y grave. Mi canto susurrante flota como arpa de Eolo; un escalofrío se apodera de mí. Las lágrimas van cayendo una tras otra. El recio corazón se enternece y ablanda. Lo que poseo lo veo en la lejanía y lo que desapareció se convierte para mí en realidad.
Vosotros dos, que tantas veces nos apoyasteis en la necedad y la aflicción, decidme qué acogida esperáis para nuestra empresa en estas tierras alemanas. Yo, sobre todo, querría agradar sobremanera al estado llano, porque vive y deja vivir. Ya están colocados los postes, ya se montó el tablado y todos se las prometen felices. Se han sentado allí confiados, con los ojos bien abiertos y deseando que asombren. Aunque sé cómo dar sosiego al espíritu del pueblo, nunca me he sentido tan desconcertado: no están acostumbrados a lo bueno, pero han leído mucho. ¿Cómo conseguiremos que, siendo todo fresco, nuevo y relevar resulte a la vez agradable? Y es que, la verdad, me gusta ver al pueblo llano acercarse en torrente a nuestra carpa y agolparse con insistente afán para pasar por la estrecha puerta de la Gracia, verlo a pleno sol, antes de las cuatro, llegar a empellones hasta la taquilla y casi romperse el cuello por su entrada, como se lo rompen por el pan en tiempos de escasez. Propiciar este milagro en gente tan diversa es algo que sólo logra el poeta, ¡consíguelo hoy, amigo!
POETA
No me hables de esa abigarrada multitud cuyo aspecto espanta al espíritu. Presérvame del ondulante flujo que, a nuestro pesar, nos empuja hacia el torbellino. No; llévame a ese sereno rincón del cielo donde sólo para el poeta florece la auténtica alegría, donde, con mano divina, el amor y la amistad procuran y dispensan bendiciones a nuestro corazón. Lo que de nuestro pecho brotó, lo que los labios empezaron a balbucir, malogrado o tal vez conseguido, queda envuelto por la salvaje violencia del instante. Lo que brilla nació para el instante; lo auténtico permanece imperecedero en la posteridad.
PERSONAJE CÓMICO
Cómo me gustaría dejar de oír hablar de posteridad. Si me pongo a hablar de ella, ¿quién hará reír a nuestra época? Esta quiere y debe disfrutar. Nunca es poco la presencia de un muchacho divertido; el que sabe expresarse con gracia no amargará el humor del pueblo; deseará estar ante un público amplio para conmoverlo con más seguridad. Por eso, pórtate bien y sé ejemplar; haz oír a la fantasía con todos sus coros, a la razón, al entendimiento, a la sensibilidad, a la pasión; pero, eso sí, cuídate de la locura.
DIRECTOR
Pero, sobre todo, ¡que haya acción! Se viene a ver; lo que gusta es mirar. Si ante los ojos ofreces una trama con muchos sucesos, de manera que la gente se quede boquiabierta, te habrás ganado a la masa y serás un hombre bienamado. La masa sólo puede ser movida por la masa y así cada cual se procurará lo suyo. El que mucho reparte, da un poco a cada uno, y así todos salen contentos de la sala. Si les das una pieza, dásela en piezas, con ese ragú te sonreirá la fortuna: lo representado con sencillez es igual de fácil de imaginar. De nada sirve que lo ofrezcas todo entero, pues el público lo desmenuzará.
POETA
No comprendéis lo innoble que es ese oficio, lo poco que se adecua al auténtico artista. Veo que las chapuzas de esos esmerados señores se han convertido en tu máxima.
DIRECTOR
Semejante reproche me deja indiferente. Aquel que quiere obrar correctamente, debe servirse de la herramienta apropiada. Piensa que has de partir madera blanda y mira a aquellos para quienes tienes que escribir. Uno viene aburrimiento; el otro llega ahíto de su mesa y, lo que es peor, algunos lo hacen después de haber leído el periódico. Acuden distraídos, como a un baile de máscaras; las damas, para lucirse, se esmeran en su arreglo y represe desinteresadamente su comedia. ¿Qué imaginabas desde tus alturas poéticas?
¿Qué hay de malo en una sala llena? Observa de cerca a esos mecenas: la mitad son frío; la otra, rudos. Uno, después de la función, espera jugar a las cartas; otro pasar una noche de amor al abrigo de los pechos de una fulana. ¿A qué viene, pobre loco, molestar a las amables musas para tal fin? Te lo digo: dales más y más, y mucho más, y así nunca te apartarás del objetivo. Intenta sólo embrollar a los hombres; satisfacerlos es muy difícil… ¿Qué prefieres, el entusiasmo o el dolor?
POETA
Anda y búscate otro esclavo. ¿Debe el poeta desaprovechar frívolamente el supremo derecho que la naturaleza dona? ¿Con qué conmueve él a todos los corazones? ¿Con qué logra vencer todo elemento? ¿No es acaso la armonía la que, saliendo del pecho, anuda el mundo al corazón? Cuando la naturaleza, tejiendo serena, somete en el huso la longitud infinita del hilo; cuando, provocándonos fastidio, la inarmónica multitud de todos los seres, por entreverarse unos con otros, resuena desordenada, ¿quién divide en intervalos esa serie monótona para que tenga ritmo?, ¿quién atrae lo aislado hacia esa consagración universal en la que tañen magníficos acordes? ¿Quién hace que se desencadenen con furor las tormentas y que brille con gravedad el crepúsculo?, ¿quién esparce todas las bellas flores de la primavera por la senda que pisa la amada?, ¿quién trenza insignificantes hojas dándoles la forma de una corona merecedora de todo mérito? La fuerza del hombre puesta de manifiesto en el poeta.
PERSONAJE CÓMICO
Pues usa, entonces, esas fuerzas formidables y emprende tu labor creadora como se emprende una aventura amorosa: uno se aproxima por casualidad, siente y se queda. Poco a poco se ve atrapado y crece la dicha, pero pronto se pelea. Aunque se esté encantado, el dolor viene y, antes de que se repare, se ha acabado la novela. ¡Ofrécenos una función de este tipo! Echa mano de la vida en su totalidad. Todos la viven, pero no muchos la conocen; cuando les asombre, les parecerá interesante. Poca claridad con mucho color, mucho yerro y una sombra de verdad, así fermenta la mejor bebida, que a todo el mundo refresca y reconstituye. Entonces se reunirá la flor de la juventud ante tu escena y escuchará atentamente tu mensaje, y toda alma sensible absorberá en tu obra el sustento de su melancolía. Ora este, ora el otro se emociona; cada cual ve lo que lleva en el corazón. Ya están dispuestos tanto a reír como a llorar. Todavía alaban el ímpetu; disfrutan con la apariencia. No hay nada que conmueva al ya maduro, pero el que se está haciendo, siempre lo agradecerá.
POETA
Devuélveme entonces ese tiempo en el que yo estaba aún en formación, cuando nacía siempre un manantial de cantos que salían en tumulto; cuando la niebla me velaba el mundo y los brotes prometían milagros; cuando cortaba las mil flores que llenaban todos los valles de riqueza. No tenía nada y, sin embargo, nada me faltaba: el anhelo de verdad y el placer por la alucinación. Devuélveme el empuje desatado, la profunda y dolorosa alegría, la fuerza del odio y el poder del amor, ¡devuélveme mi juventud!
PERSONAJE CÓMICO
Amigo, sólo necesitarías la juventud si los enemigos te acosaran en los combates; si adorables muchachas se colgaran con fuerza de tu cuello; si a la cabeza de una carrera de velocidad, te llamara a lo lejos la difícil meta; si, después del torbellino de la danza, pasaras la noche bebiendo. Pero hoy, viejo señor, sólo tienes que interpretar con ánimo y gracia el conocido tañido de la lira y, vacilando en dulce errar, avanzar hacia la meta que tú mismo te ha impuesto; pero no por eso te admiramos menos. No es que, como se dice, la vejez nos haga niños, sino que no alcanza siendo aún auténticos niños.
DIRECTOR
Ya habéis intercambiado suficientes palabras; hacedme ver también los hechos de una vez. Mientras os piropeáis se podría hacer algo de provecho.
¿Para qué hablar tanto de la inspiración? Esta no se le presenta nunca al que vacila. Puesto que te las das de poeta, ponte al mando de la poesía. Ya sabes lo que necesitamos: queremos bebidas fuertes, ponlas a fermentar inmediatamente. Lo que hoy no ocurra, no estará hecho mañana y no hay que dejar pasar ni un solo día. Cuando se toma la decisión de crear, tiene que hacerse valientemente y, en lo posible, de inmediato; si no se la deja escapar, esta seguirá haciendo efecto, porque así ha de ser.
Sabéis que en nuestros escenarios alemanes cada cual pone a prueba lo que desea. Por eso, en este día, no escatiméis en decorados ni artilugios. Usad las luces del cielo la grande y la pequeña; podéis derrochar las estrellas; que no falte ni agua, ni fuego, ni paredes de roca, ni animales, ni plantas. Que entre en la estrechez del escenario todo el círculo de la Creación y vaya, con moderada rapidez, pasando por el mundo, del Cielo al Infierno.
(EL SEÑOR. Las Huestes celestiales. Después MEFISTÓFELE: Se acercan los tres Arcángeles.)
RAFAEL
El Sol templa, a la antigua usanza, el duelo de canto de las esferas hermanadas y culmina con un rayo su prescrito viaje. Su luz da fuerza a los ángeles, aunque ninguno puede dar razón de él. Las nobles y sublimes obras están tan espléndidas como el primer día.
GABRIEL
Y, con una velocidad inconcebible, la hermosa Tierra gira rápida sobre su eje e intercambia el esplendor paradisíaco con la noche profunda y estremecedora. Grandes oleadas de mar rompen en espuma al estrellarse en la honda base de las rocas, y estas y el mar son arrastrados por el rápido y eterno curso de la esfera.
MIGUEL
Las tempestades rugen con el desafío del mar y la tierra, de la tierra y la mar, a su alrededor e, iracundas, van trenzando una cadena del más poderoso influjo. Allí, una desolación ardiente hace brillar la senda que precede trueno; pero tus mensajeros, Señor, admiran el apacible caminar de tu día.
LOS TRES A LA VEZ
Esta visión da fuerzas a los ángeles, porque nadie puede dar razón de Ti y todas tus nobles obras están espléndidas como el primer día.
MEFISTÓFELES
Señor, ya que te acercas otra vez a preguntar cómo nos va todo por aquí, y ya que te agradó mirarme en otros tiempos, estoy de nuevo entre tu servidumbre. Perdona que no pueda hablarte con palabras elevadas, aunque de mí se mofe toda esta reunión; mi patetismo te haría reír, si no te hubieras acostumbrado a dejar de hacerlo. No sé nada sobre el sol y los mundos, sólo veo cómo se atormenta el hombre. El pequeño dios del mundo sigue igual que siempre, tan extraño como el primer día. Viviría un poco mejor si no le hubieras dado el reflejo de la luz celestial, a la que él llama razón y que usa sólo para ser más brutal que todos los animales. Lo comparo, con licencia de Vuestra Gracia, con esas cigarras zancudas que vuelan continuamente, dando saltos, y, una vez que están sobre la hierba, cantan su vieja canción. ¡Si al menos permaneciera en la hierba!, pero no, tiene que meter las narices donde no le importa.
EL SEÑOR
¿No tienes nada más que decir?, ¿sólo vienes aquí a acusar? ¿Es que no hay sobre la tierra nada bueno?
MEFISTÓFELES
No, Señor; sinceramente me parece que allí todo va tan mal como siempre. Compadezco la vida de calamidades que llevan los hombres. Ni siquiera me apetece atormentar a esos desdichados.
EL SEÑOR
¿Conoces a Fausto?
MEFISTÓFELES
El doctor? EL SEÑOR Mi servidor.
MEFISTÓFELES
Sí; y cierto es que os sirve de una manera muy peculiar. Ni la comida ni la bebida de ese insensato son terrenales. Su inquietud lo inclina hacia lo inalcanzable, pero percibe su locura sólo a medias. Le exige al Cielo las más hermosas estrellas y a la Tierra los goces más elevados y, sin embargo, nada cercano ni lejano sacia su pecho profundamente agitado.
EL SEÑOR
Aunque ahora me sirve en la confusión, pronto lo llevaré a la claridad. El jardinero sabe, cuando el arbolito echa renuevos, que le crecerán ramas y le saldrán frutas.
MEFISTÓFELES
¿Qué apostáis? Todavía habéis de perder si me permitís llevarlo a mi terreno.
EL SEÑOR
Mientras él viva sobre la tierra, no te será prohibido intentarlo. Siempre que tenga deseos y aspiraciones, el hombre puede equivocarse.
MEFISTÓFELES
Te lo agradezco, pues con los muertos nunca me he entendido muy bien. Prefiero unas mejillas frescas y gordezuelas. Con un cadáver no me encuentro nunca a gusto: me pasa lo que al gato con el ratón.
EL SEÑOR
Bien, lo dejo a tu disposición. Aparta a esa alma de su fuente originaria y, si puedes aferrarla por tu camino, llévala abajo, junto a ti. Pero te avergonzará reconocer que un hombre bueno, incluso extraviado en la oscuridad, es consciente del buen camino.
MEFISTÓFELES
¡Muy bien!, no tardaremos mucho tiempo. No me da miedo la apuesta. Permíteme, si logro mi objetivo, sentirme henchido por mi triunfo. Para mi regocijo, él tendrá que morder el polvo, como mi tía, la famosa serpiente.
EL SEÑOR
Podrás actuar con toda libertad. Nunca he odiado a tus semejantes. De todos los espíritus que niegan, el pícaro es el que menos me desagrada. El hombre es demasiado propenso a adormecerse; se entrega pronto a un descanso sin estorbos; por eso es bueno darle un compañero que lo estimule, lo active y desempeñe el papel de su demonio. Pero vosotros, auténticos hijos de Dios, disfrutad de la viviente y rica belleza. Que lo cambiante, lo que siempre actúa y está vivo, os encierre en los suaves confines del amor, y fijad en ideas eternas lo que flota en oscilantes apariencias.
(El Cielo se cierra y los Arcángeles se dispersan.)
MEFISTÓFELES