Gestión pública para todos - Roberto Darío Aldás - E-Book

Gestión pública para todos E-Book

Roberto Darío Aldás

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Gestión Pública para todos ofrece explicaciones claras y sucintas para el entendimiento del público con la pretensión de dar una comprensión óptima para todos, sin importar la orilla en que el lector se encuentre, ya sea como estudiante, profesional, servidor público, autoridad (deciden sobre los asuntos de la cosa pública y no siempre están bien asesorados) y, sobre todo, los ciudadanos "comunes" en actividad privada, que somos la mayoría y hacemos un mejor o peor sitio para vivir, y no siempre tomamos conciencia de lo que se debe exigir y lo que no, a los poderes del Estado de un país.

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DEDICATORIA

PRESENTACIÓN

LISTA DE ACRÓNIMOS

ADVERTENCIAS:

INTRODUCCIÓN LO PÚBLICO, NUESTRO INTERÉS

CAPÍTULO I EL ESTADO

CAPÍTULO II GESTIÓN PÚBLICA Y CAPACIDADES ESTATALES

CAPÍTULO III SISTEMAS NACIONALES PARA LA GESTIÓN PÚBLICA

CAPÍTULO IV LA PLANIFICACIÓN Y POLÍTICAS PÚBLICAS COMO PARTE DE LA GESTIÓN PÚBLICA Y ACCIÓN DE GOBIERNO

CAPÍTULO V EL PRESUPUESTO PÚBLICO

CAPÍTULO VI LAS INSTITUCIONES Y EL FORTALECIMIENTO DE ORGANIZACIONES ESTATALES

CAPÍTULO VII LOS PROCESOS Y SU IMPACTO EN LA GESTIÓN

CAPÍTULO VIII ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA PARA LA GESTIÓN DE GOBIERNO

CAPÍTULO IX AGENDA DE GOBIERNO. RESPONSABILIDADES DIFERENCIADAS. COMENTARIOS Y OPINIONES

BIBLIOGRAFÍA:

DEDICATORIA

A mi madre Mariana, dama culta, sencilla y de una integridad a toda prueba.

A Juan Elías Oñate, mi ancestro que ofrendó su vida por un sueño llamado Ecuador; se nos dijo que sus restos yacen en algún lugar bajo un árbol. ¡Es ese simbolismo de nuestras raíces, el elemento para signar nuestro linaje familiar con patriotismo por siempre!

A Lucky san, que me dio su patita y fue mi fiel compañero.

En reconocimiento

A las tormentas que con sus embestidas nos hacen naufragar.

Al deseo que no permite ahogarse y nos lleva hacia una orilla.

A la fuerzas espirituales y físicas, que no conceden la derrota.

Las tormentas, deseos y fuerzas: ¡todo ello me llevó más allá!

Agradezco:

A mi familia y amigos, por ser parte de mi “mundo en reducción”.

Al sensei Tadashi Miyamoto que, además de darme conocimientos, me brindó su amistad, respeto y me inspiró como humano y académico al enseñarme a analizar y proponer.

Al noble pueblo japonés con espíritu samurái bajo el “sol naciente”, porque el hecho de formarme allí y admirar su cultura, cambió mi perspectiva de la vida.

A mi fiel compañero Lucky san, ser de luz y amor, porque su recuerdo y legado me sostienen y son mi inspiración para ser un mejor humano.

Concretar este proyecto personal es mi retribución sincera a todos los mencionados.

PRESENTACIÓN

Mientras los escritores de literatura –en cualquiera de sus géneros–, a través de las historias que nos cuentan, nos ofrecen un escape de la realidad, este libro [técnico] de no ficción tiene el propósito de apoyar a quienes buscan cambiar y mejorar la realidad en un lugar determinado. ¿Mejorar la realidad? ¡Suena muy audaz o hasta imposible! Sin embargo, cuando nos enteramos, nos quejamos e indignamos de lo mal que marcha un país, no queremos que las cosas sigan así o peor, sino que tanto la razón y las emociones, nos señalan que aspiramos a que las “cosas mejoren”. ¡Qué cambien para bien!

¿Por qué este libro sobre gestión pública? ¿Se puede aportar algo distinto a todo lo escrito en ciencias de la gestión? Después de muchas conversaciones y análisis hubo 2 realidades-conclusiones para desarrollar este libro. La primera realidad-conclusión central para escribirlo fue que la “mayoría de la gente desconoce sobre lo público y su gestión”, siendo los temas de gestión pública totalmente ajenos al ciudadano común, ya que se ha instalado en el imaginario colectivo que solo aquellos que están en el servicio público de un país deben saber (se supone) los temas, técnicas, herramientas y métodos de cómo gestionar lo público.

Es indudable que existen ejemplos de personas que han progresado por su esfuerzo individual, con lo cual muchos menosprecian la labor del Estado; sin embargo, lo que se decide y hace desde los poderes estatales, incide para beneficiar o perjudicar a los ciudadanos. La acción u omisión del Estado repercute en todo y a, quien afirme lo contrario, hay que sacarle de su ingenuidad. Se debe conocer de qué se tratan los asuntos de la “cosa pública” y cómo hacer que funcione bien, exigiendo a los servidores públicos respuestas y resultados.

Ahora, no todos los representantes del Estado están haciendo bien sus labores y, por eso, vemos el descalabro de algunos países sumidos en miseria, corrupción, caos político, etc. La gente culpa de todos esos males a la política, pero, desde mi análisis, el problema no es la política sino la politiquería e incapacidad para gestionar. Una segunda realidad-conclusión es que, más allá de la ideología política, “la falla y gran paradoja es que muchos gobernantes o servidores públicos desconocen sobre cómo gestionar bien lo público”.

Gestión Pública para todos ofrece explicaciones claras y sucintas para el entendimiento del público con la pretensión de dar una comprensión óptima para todos, sin importar la orilla en que el lector se encuentre, ya sea como estudiante, profesional, servidor público, autoridad (deciden sobre los asuntos de la cosa pública y no siempre están bien asesorados) y, sobre todo, los ciudadanos “comunes” en actividad privada, que somos la mayoría y hacemos un mejor o peor sitio para vivir, y no siempre tomamos conciencia de lo que se debe exigir y lo que no, a los poderes del Estado de un país.

Inicialmente, este proyecto partió con una redacción sobre “procesos” enfocados en las organizaciones públicas. Sin embargo, por charlas, revisiones y análisis se amplió a otros temas y derivó en un libro de gestión pública. Contiene temas fundamentales y aspectos que impactan decisivamente y son “claves” para la gestión de lo público (algunos temas también aplican para el sector privado). Cabe resaltar que este libro no es un manual de cómo gobernar, sobre ese “arte” existen valiosos tratados y libros –y no es mi intención inmiscuirme en ese aspecto–; sí es un libro escrito en un lenguaje claro y sencillo, que hace un recorrido para lograr la óptima gestión pública y así se convierte en un referente actualizado.

Abordar los temas que se concentran en este libro no fue una empresa fácil, por la extensión y complejidad de cada asunto, pero se logró. Cada capítulo puede ser leído independientemente porque he procurado que cada uno contenga lo más relevante y esencial, dejando lo baladí a un lado. Sin embargo, el conjunto de temas sigue un hilo conductor para explicar aspectos de la gestión pública. Inicia explicando el Estado y cómo hacer gestión pública de calidad a través de: capacidades estatales, sistemas nacionales, los presupuestos, la planificación, los procesos, las instituciones, la descentralización y desconcentración, la estructura de una organización, hasta concluir con críticas y comentarios sobre el funcionamiento de lo público y una agenda de gobierno pertinente a los tiempos.

También debo señalar que, por mi formación como ingeniero industrial, entiendo el funcionamiento de las cosas a través de sistemas, mecanismos, procesos y explicaciones gráficas; por ello, en el contenido de los capítulos, el lector encontrará muchos cuadros y esquemas a fin de dar una mejor comprensión visual sobre los tópicos señalados.

Hay libros en los cuales su autor tiene todas las respuestas y su creatividad en solitario resulta en un ejercicio de escritura muy fácil. Este no es el caso, por lo que agradezco con sinceridad y doy mi reconocimiento a cada autor de los libros que revisé, aprendí y cité ideas o me sirvieron para realizar esquemas, así como a los responsables de varios portales y medios de información en los cuales leí notas periodísticas sobre temas afines a la gestión pública. Los autores citados constan en la bibliografía y si por alguna omisión mía no constan o hay algún error al exponer sus textos, les pido mis disculpas por ello. En esencia, hay que ser honestos al reconocer que el conocimiento tiene y necesita de varias fuentes de pensamiento.

Me corresponde agradecer profundamente a Luis Cepeda y Sebastián López –colegas ingenieros industriales–, amigos y jóvenes brillantes que tuvieron la paciencia de hacer sus revisiones, comentarios y aportaciones individuales en algunos capítulos específicos.

También quiero resaltar que, sea desde mis redes sociales, conferencias o conversaciones, soy y seré un permanente crítico de los politiqueros deshonestos, de los malos servidores públicos y de los ciudadanos incapaces de obrar con bien en todo aspecto, porque todos ellos condenan al subdesarrollo de un país. Sin embargo, más allá de la crítica y los señalamientos, creo que parte del honor personal está en proponer y aportar, por lo que pongo a consideración este libro que refleja parte de mi contribución a la sociedad.

Como autor, es inevitable confesar que sueño con un desarrollo humano para los habitantes del mundo donde venzamos los retos que como humanidad encaramos en la actualidad y que, si no hacemos nada, nos llevarán a mayores dificultades en poco tiempo. Hago énfasis en que sueño con mejores condiciones para mi ciudad, Ambato –que amo tanto–, para el Ecuador y Latinoamérica “la región de la esperanza”. Es injusto y absurdo que seamos una región sumida en corrupción, pobreza y desigualdad, pese a tener una población mayoritariamente joven y también contar con tantos recursos naturales.

Finalmente, agradezco a aquellos que leen este libro que busca ofrecer algunas pistas para entender al Estado, fortalecer la gestión pública y, en esencia, qué hacer y exigir para lograr un mejor país. Su lectura y análisis son la única recompensa al tiempo invertido en redactarlo desde simples apuntes, a las jornadas de correcciones, estancamientos y a las épocas duras. ¡Gracias!

Sinceramente,

Roberto Darío Aldás Núñez

LISTA DE ACRÓNIMOS

BM Banco Mundial

BPM Business Process Management

CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe (oficina de la ONU)

COOTAD Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización del Ecuador

CNC Consejo Nacional de Competencias, del Ecuador

EOD Entidades Operativas Desconcentradas

FAO Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

FMI Fondo Monetario Internacional

GA Gobierno Abierto

GAD Gobiernos Autónomos Descentralizados, del Ecuador

GE Gobierno Electrónico

GIS Geographic Information System (Sistemas de Información Geográfica)

GSI Global Standard Institutions

NASA National Aeronautics and Space Administration, de Estados Unidos

NGP Nueva Gestión Pública

OIT Organización Internacional del Trabajo

OMS Organización Mundial de la Salud

ONG Organización No Gubernamental

PCCh Partido Comunista de China

PGE Presupuesto General del Estado / PGN Presupuesto General de la Nación

PI Presupuesto Institucional

PIB Producto Interno Bruto

PDOT Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial, de los GAD de Ecuador

PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés)

RAE Real Academia Española (de la Lengua)

SN Sistema Nacional

SNC Sistema Nacional de Competencias

SNS Sistema Nacional de Salud

ADVERTENCIAS:

1.La forma en cómo se gestionan y los resultados de los asuntos públicos, comprometen el desarrollo de un país. Por ello, lo público es demasiado importante como para dejarlo a criterio exclusivo de decisiones de los gobernantes y empleados públicos; entonces, es indispensable que los ciudadanos participen activamente dando sus aportes y críticas.

2.Lo público –en servicios, trámites, espacios, etc.– debe funcionar mejor que lo privado, debido a que recibe fondos ciudadanos y sirve para todos. Además, la gestión pública y las acciones de los servidores públicos deben estar bajo control ciudadano y debe exigirse que su gestión mejore continuamente.

3.Alguien que desconozca de gestión pública no debe ser parte ni trabajar en la administración del Estado ni los asuntos públicos, sea como autoridad, funcionario o trabajador de carrera. Es una cuestión de honor aceptar servir estando preparado; más que “deseos”, se requiere conocimientos y acción efectiva para lograr cambios y resultados. La improvisación, corrupción y negligencia en decisiones y acciones de personas deshonrosas e irresponsables –que ostentan cargos en la operación de los aparatajes estatales–, le hacen daño a la sociedad y profundizan los problemas que se supone deberían ayudar a resolver.

INTRODUCCIÓNLO PÚBLICO, NUESTRO INTERÉS

“Querer informarse sin esfuerzo es una ilusión que tiene que ver con el mito publicitario más que con la movilización cívica. Informarse cansa y a este precio el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida democrática”

Ignacio Ramonet

Érase una vez el sueño de algunas personas de formar un país. Éste nació por una declaración de independencia y a dicho espacio le pusieron nombre, le añadieron símbolos e inventaron una serie de reglas y hasta se inventaron un gobierno que hiciera posible la convivencia entre sus habitantes.

El sueño de los fundadores y patriotas era que quienes habitaban ese suelo tuvieran: libertad, alimentos, prosperidad, justicia en caso de desacuerdos y que, en esencia, una convivencia pacífica. Sin embargo, la sociedad a veces olvida los ideales fundacionales y entra en disputa consigo misma; surgen grupos que dominan al resto, gobiernos que velan por intereses de grupos reducidos y no mayoritarios y, así, el hastío y la apatía de la gente terminan siendo una realidad nada alentadora.

EL DESINTERÉS DE LOS CIUDADANOS EN LA POLÍTICA

La política en su etimología griega viene de “polis” y se entiende como “la ciudad” o, como otros dicen, los “asuntos de la ciudad”. Sin embargo, actualmente, no hablar de política nos ha llevado a una falta de su comprensión. Ante temas complicados o difíciles deberíamos tener conversaciones que permitan obtener la mejor solución posible, pero hay interés escaso por la política.

“La política no me da de comer, vivo de mi trabajo”, “si no fuese obligatorio y, por no pagar multa, no asistiría a votar”, “los políticos solo entran para robar”. ¿Ha escuchado esas declaraciones? Es el sentir de la mayoría de la población al ver la forma en “que se hace política” y sus resultados, los mismos que terminan decepcionándolos porque, aun eligiendo sus propios gobernantes, no ven mejoras en su calidad de vida. El Estado, el Gobierno, los políticos, las autoridades, es decir, todo aquello y aquel que parece ser responsable de encausar los avances sociales (empleo adecuado, desarrollo nacional, seguridad social, salud accesible, etc.) están ausentes en su contribución para mejorar la realidad. En efecto, hay lugares en los que las condiciones de vida no cambian o, incluso, se empeoran.

Por otra parte, en un análisis de los sucesos destacados en los medios de comunicación, es notoria la difusión de una gran cantidad de malas noticias: asaltos, desempleo, casos de corrupción y otras cosas negativas. Raramente se hace investigación periodística de casos de éxito, ya sean individuales y/o colectivos; pero, sí se enfatiza una y otra vez en los problemas del día a día ¡Es lo que hay, es lo que hay que informar!

Entonces, si unimos que parte de los responsables del cambio están lejanos/ausentes de la realidad y tenemos noticias que no alientan, es totalmente previsible que haya desinterés por los asuntos comunes en la población. Si cada uno se interesa por su realidad, obviando la del resto, se estaría forjando un retroceso social que desdibuja el retrato de una sociedad que avanza.

EL DESCONOCIMIENTO SOBRE LAS RESPONSABILIDADES DE LOS GOBIERNOS

Se ha llegado a un momento en muchos países de la región en donde distintos personajes –por convicción o conveniencia– o ya son actores políticos o pretenden serlo a fin de alcanzar el poder, aunque, a veces, sus intenciones no siempre estén definidas ¿Qué los motiva? ¿El servicio a la sociedad o un interés particular?

En muchos casos, parece que el interés es particular y va direccionado a pequeños círculos sociales. La situación es tal que los partidos y movimientos políticos que existen o se van formando en cada contienda electoral tienen un grave problema: escasamente seleccionan o forman en las particularidades de la planificación y la administración pública a sus posibles candidatos a alguna dignidad.

Debido a la falta de un sistema de reglas de juego para los partidos políticos, es abrumadora la cantidad de partidos y actores políticos. Por ejemplo, en las elecciones seccionales de febrero de 2019, hubo en Ecuador un desborde de opciones. Ante esto, cabe cuestionarse ¿más candidatos deriva en una mejor democracia? De ninguna manera. La gravedad radica no en la cantidad de opciones, sino en la calidad de estas.

La democracia representativa es un sistema de gobierno sustentado en el sufragio universal, es decir, los gobernantes llegan por elección de mayoría de ciudadanos habilitados para elegir. Se elige autoridades a fin de que gobiernen y administren sobre los asuntos de la “cosa pública”, por lo tanto, los gobernantes –no idealmente, sino en la realidad– deben tener la solvencia ética y de conocimientos para tomar las mejores decisiones.

Los ciudadanos no entienden bien “qué mismo va a hacer” cada autoridad o gobierno; entonces, la esencia del asunto se deriva en un problema de múltiples caras, esto es:

a) El desconocimiento de la ciudadanía común acerca del rol estatal y sus niveles de gobierno, así como lo que una autoridad puede o no hacer.

b). El desconocimiento de candidatos, autoridades electas o algunas ya en funciones y de lo que pueden o no hacer.

c) El desconocimiento de los servidores públicos (burocracia) acerca del funcionamiento estatal en su contexto integral, no solo parcial.

Para enfatizar lo anterior, la responsabilidad de elegir gobernantes recae en los ciudadanos, pero no se lo hace con conocimiento de causa y de propuestas de los candidatos; no saber elegir bien da como resultado estar echando gobernantes y ello deriva en inestabilidad política y económica. No en vano fue lo acontecido en el caótico periodo entre 1997 y 2005 en el Ecuador.

Ese desconocimiento o ignorancia, que es múltiple, se convierte en el escenario ideal para la oferta demagógica de candidatos o autoridades electas hacia los votantes-ciudadanos.

Figura 1: Interrogantes sobre la acción posible

La realidad es que hay límites entre lo que se puede prometer y lo que se puede ejecutar. ¿Dónde están esos límites? ¿Dónde está tizada la cancha y quién marca las reglas del juego? Para entender todo eso, un punto de partida importante es entender los asuntos del Estado y cómo se hace Gobierno y gestión pública.

También se debe enfatizar que el desconocimiento de ciudadanos se da por la desinformación, que muchas veces es deliberada por los gobiernos para mantener el statu quo –estado de los hechos y las cosas– y el control de cómo se llevan los asuntos.

LO PRIVADO VS. LO PÚBLICO

“No me importa sí el mundo está cayéndose a pedazos, siempre y cuando en mi casa todo marche bien”. Este es un pensamiento que suena bien desde una perspectiva casi metafísica, sin embargo, ese egoísmo le hace daño a la sociedad porque obvia que somos seres gregarios y requerimos que la vida en comunidad funcione bien; en una analogía, es como si una embarcación estuviera hundiéndose y alguien esté feliz porque aún no llega el agua hasta su parte.

También es indiscutible que el derecho a la propiedad ha permitido que muchas personas vivan con todas las comodidades, con dignidad y un sentido positivo de la vida, mientras que otras ni siquiera logran satisfacer sus necesidades básicas. Son las desigualdades que persisten.

Asimismo, la vida no se resume en la dimensión privada, sino que se complementa con la dimensión social, las interrelaciones con los demás. Es un error ponderar la preocupación en asuntos personales/privados. ¿Qué le pasa al país? ¿Dónde queda lo público? Esas realidades y problemas que atañen a “todos” deberían ser del interés de todos para alcanzar el bien común.

A veces, lo que es de todos termina siendo de nadie; por ello, lo público tiene cuestionamientos o mitos. Por ejemplo, uno de los mitos por romper es el que se va instalando en el imaginario de habitantes de países en desarrollo, donde se repite que “todo lo privado es bueno y todo lo público es malo”. En efecto, sucede eso como consecuencia de pésimos servicios que resultan así por la corrupción, ineficiencia en la administración pública y por intereses particulares que esperan que dichos servicios se privaticen para lucrar a partir de ellos, mas no para que los servicios sean efectivos y accesibles a todos.

LA INDIGNACIÓN, LAS PROTESTAS Y LAS PROPUESTAS

Existen países en donde los gobiernos [de turno] y sus políticos tienen una lectura adecuada de los problemas y logran soluciones inmediatas o a largo plazo y, así, mejoran más las condiciones de vida de los habitantes, por lo tanto, la credibilidad y confianza de la sociedad en sus gobernantes es alta.

Por el contrario, hay otros países en donde la inacción o las malhadadas decisiones (especialmente, en materia económica) de sus políticos y gobiernos deterioran las condiciones de vida, por lo tanto, generan desaprobación y rechazo. Por ejemplo, en el 2019 hubo paros y protestas sociales en Colombia, Bolivia, Ecuador y Chile (temas de eliminación de subsidios en los combustibles o subidas de tarifas en servicios públicos y su repercusión en la economía familiar). Son movilizaciones que reflejan un descontento que se va acumulando y termina estallando un conflicto entre gobernantes contra gobernados.

La aspiración de las mayorías –bajo sistemas democráticos– es elegir y tener gobernantes que den la talla, es decir, que sepan analizar la situación y tomen las medidas necesarias. Sin embargo, a veces, la realidad es dura ya que nos encontramos con gobernantes y equipos que no tienen la capacidad para gobernar.

Las jornadas de protestas evidenciaron algunas cosas como:

•La inacción de los Congresos o Asambleas. Se entiende que los asambleístas en una democracia representativa permiten el autogobierno de la sociedad; sin embargo, su falta de acciones y pronunciamientos denotó el divorcio entre los deseos ciudadanos y la agenda legislativa. No en vano la gente se preguntaba: ¿Sirven para algo?

•El sesgo de los medios de comunicación tradicionales ante el sentir ciudadano, cuando una cosa es lo que sucede y otra es la que se informa.

•La cobertura ciudadana por medio de las redes sociales que, dicho sea de paso, fueron “campo de batalla” para opinar (no necesariamente analizar y argumentar) a favor o en contra de determinados actores y grupos.

Con un espacio para opinar, ya sea en medios de comunicación tradicionales o en redes sociales, muchos ciudadanos con diferente nivel de información abren el debate, las críticas –fundamentadas o no– ante asuntos coyunturales (reducir el número de asambleístas y sus asesores, eliminación de pensiones vitalicias a los ex mandatarios, etc.) o asuntos permanentes (la corrupción, la ineficacia de los sistemas judiciales). Son asuntos perjudiciales que van alimentando en la gente con desconfianza ante lo establecido y lo público.

También debe mencionarse que no solo hay críticas, también hay propuestas valiosas para solucionar los problemas públicos, pero, no hay un mecanismo que las tamice, las analice y determine cuáles son viables y cuáles no. Al final, valiosas participaciones o ideas expresadas en cualquier medio quedan en la nada, como palabras sin eco. Considerar soluciones para lograr cambios permite el fortalecimiento de la democracia, caso contrario, se seguirá siendo países no desarrollados, encantados con eternas promesas y la escasa acción de quienes son nuestros representantes.

EL PODER DEL SABER

Para poder exigirles a gobernantes y servidores públicos es necesario que los ciudadanos entiendan qué debe y qué no debe hacer del Estado, su organización y su gestión, y qué responsabilidades tienen los mismos ciudadanos. Vivir quejándose o viendo como grupos –con oscuras intenciones– se aprovechan de lo público para sus intereses particulares y que los ciudadanos no tomen acción es agravar los problemas sociales.

Es preciso señalar que, esencialmente, la política es “poder” y ese poder dado a los gobernantes debe derivar en saber qué y cómo hacer Gobierno. Tanto a gobernantes como a gobernados les debe guiar la razón, la evidencia para la toma de decisiones y acciones. Vivir con supuestos, ficticios o especulaciones es el camino al fracaso social.

El conocimiento es la base para tener compresión, definir acuerdos ante las diferencias y lograr cambios. Por ello, se propone un compendio de algunos temas explicados en 9 capítulos, a fin de mejorar la comprensión sobre la gestión pública

CLAVE

ENTENDER EL ESTADO Y LO PÚBLICO:

Como señala Ramonet, en la frase introductoria “informarse cansa y a este precio el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida democrática”. Por ello, conocer cómo funcionan los asuntos del Estado y la gestión pública es un gran paso para que no proliferen politiqueros, líderes mercantilistas o servidores públicos que, con su ineptitud, mediocridad o astucia terminan por socavar la democracia, las condiciones de vida de las personas y el sentido de pertenencia a un país.

CAPÍTULO IEL ESTADO

“En el otro extremo de la realidad nacional. El representado por quienes todo esperan del Estado; tienen la extraña capacidad de poner atención en lo que falta y en lo que no puede hacerse con lo que se tiene. De iniciativas, la orfandad más absoluta. Son los contreras a todo cambio.” Rodrigo Fierro, eminencia de la medicina, científico y héroe de la salud

1.1. LA SOCIEDAD Y LO PÚBLICO

¿Qué le preocupa a cada uno? Todos los humanos necesitan atención en aquello que da sentido a la existencia. De eso, nacen alegrías y tristezas, sucede la calma cuando todo va bien o surgen las preocupaciones por asuntos que inquietan; todo ello en el plano íntimo, privado. Lo que sea que se deba resolver y solucionar es responsabilidad de uno mismo y se lo hace por cuenta propia o por ayuda de un “círculo íntimo” en el que se confía. Sin embargo, la vida trasciende más allá de la vida familiar y del círculo social próximo en el que cada quien se desenvuelve. Imagínese alguna de estas situaciones:

•Lee en noticias que unos “hackers” tuvieron acceso a la mayoría de bases de datos de información (que fue dada a entidades privadas y públicas, esto es: cuentas bancarias, situación financiera para efectos tributarios, números de identidad, etc.) de los ciudadanos (entre ellos, usted) de su país. El Gobierno minimiza el asunto, pero, expertos advierten que con esa valiosa información en las manos equivocadas se podrían cometer “cyber delitos”. ¿Quién debe responder? ¿Había cómo eliminar vulnerabilidades?

•Conversando con su amiga, ella le cuenta que están pagando clases particulares con un profesor de alemán para su hijo porque él acaba el colegio e irá a la universidad en Alemania porque “allá la educación es de calidad y gratuita” y lo mejor que como padres pueden es “apoyarle para que tenga futuro, porque aquí no”.

•Una señora que vive en El Alto, en Bolivia, recibe el bono Juana Azurduy. Tiene dos hijos y espera un tercero. Un día, a su primer hijo de 7 años su compañero le dice “que la pobreza es un asunto mental” y “que solo los vagos reciben bonos”. El pequeño, inquietado, le consulta a su madre: “¿Somos pobres porque queremos o por vagancia?”. La madre, con lágrimas en los ojos, le dice que no es vaga, que ella lava ropa ajena todos los días y que ese bono le permite tener controles natales y alimentos que antes no podía.

•En las redes sociales, las páginas de medios y en sus grupos de WhatsApp le “bombardean” con noticias sobre el virus, que de un caso se volvió epidemia para un país y luego termina en pandemia global. ¡Qué hay que quedarse en casa, que rige el toque de queda! ¡Qué ya no hay camas en los hospitales! ¡Qué la vacuna es la solución, pero, que su país no tiene los recursos para comprar dosis que un laboratorio suizo desarrolló! Se indigna y se pregunta ¿Por qué no hacemos vacunas!

•En la entrevista del noticiero de la mañana, el presidente del gremio de industriales de Guatemala expresa su malestar por el “excesivo rol estatal que frena la competitividad y las inversiones”, ante lo cual afirma hay “riesgo cerrar empresas y más desempleo”. Usted se pregunta ¿A qué rol se refiere? ¿Qué está haciendo demás o menos ese “monstruoso” Estado para poner en semejante escenario a las industrias?

•Escucha el discurso en cadena nacional de su presidente y anuncia a sus ciudadanos “la necesidad de incrementar 4 puntos al IVA y ajustes a las tarifas eléctricas, porque el otro gobierno ‘fue irresponsable’” y dejó un “déficit” en el presupuesto y que, de no tomarse tales “medidas responsables y necesarias, aunque muy dolorosas”, el futuro de la nación está comprometido. La reacción es ¡nos “joden una vez más, pero ellos no se bajan un centavo”!

•Las redes informan que hay un proyecto de ley que establecerá controles y gravará impuestos sobre la plusvalía de un bien inmueble será regulada, considerando que la tierra es uno de los recursos que se vuelve cada vez más accesible para las clases pobre y media. Sin embargo, no todos entienden cómo poder ser propietarios con sueldos bajos y sin planes de vivienda accesibles, sienten que es una propuesta vacía.

•Sobre la red de corrupción que operaba en su país para vender nombramientos de puestos públicos como asistentes administrativos en varias instituciones. En el titular de un periódico, se decía “4000 dólares pagaban para ser funcionarios”. ¡Este país está podrido hasta la médula! ¡No hay nada que hacer! Se pregunta ¿Por qué la corrupción no tiene medidas efectivas para su contención y en Latinoamérica es un mal permanente y acentuado?

Y, así, como los asuntos descritos se podría contar tantos temas e inquietudes ciudadanas que inevitablemente trascienden lo personal y que están más allá de “su voluntad” y terminan topando lo público. Lo público es lo que inequívocamente “todos” los ciudadanos concuerdan, es aquello que los gobernantes o los que mandan “deben atender” y “solucionar” en un lugar.

Los políticos que, en cada campaña –como un juego bastante conocido–, aparecen para ofrecerle “solucionar” los problemas que afectan a cada uno y, además, son comunes y afectan a su familia, a sus vecinos, a sus colegas, etc. Se acercan a usted, lo saludan y le prometen, o en sus discursos dicen que “nunca defraudarán a la patria” pero usted “está asqueado” porque donde vive no mejoran las cosas, mientras que en otros países las cosas funcionan y, en su mente, recuerda la reflexión del filósofo Emilio Lledó: “Patria es una palabra hermosa, a veces en manos de cerebros corruptos”.

¿Qué hacer para que se den las oportunidades para aquellos que quieren hacer un plan dónde viven? ¿Cómo lograr que las cosas funcionen mejor? ¿Qué cosas están mal en la sociedad y en el sitio dónde se vive? ¿Se ha preguntado eso? Pueden surgir múltiples respuestas y propuestas, sin embargo, el hilo conductor de este libro pretende explicar cómo mejorar la gestión de lo público. Entonces, para entender aquello, el punto de partida y primer tema inevitable es “el Estado” y como configura la vida de una sociedad.

Para un óptimo abordaje es importante considerar conceptos y desarrollar explicaciones sobre lo qué es el Estado y lo que no es, de lo que se hace cargo y de lo que no se puede encargar (ya que, en el imaginario, se imputa responsabilidades y roles que no tiene).

Se aclara que lo descrito aquí no es ni pretende ser un tratado de Ciencias Sociales que intente refutar o crear nuevos conceptos en lo ateniente al Estado; por ello, en lo que sigue de este capítulo se revisará asuntos, tales como: nación, organización, composición y elementos constitutivos, roles estatales, diseño estatal, gobierno y sus niveles, autonomía.

Entendido lo más básico del Estado, en los siguientes capítulos se explicará ciertos temas e instrumentos que son necesarios, por su impacto, en la gestión pública. La gestión pública –en sus varios frentes y gestores–, termina por afectar –para bien o para mal– a todos los que habitan un país (tal como se expresó en los párrafos introductorios), pero, no se puede hablar y hacer gestión pública sin entender el génesis de lo público: el Estado.

1.2. CONCEPTUALIZACIONES Y EXPLICACIONES PARA ENTENDER EL FUNCIONAMIENTO DEL ESTADO

En el arreglo social de muchas partes del mundo, la “nación” adquiere significado, pero ¿qué es una nación? En el imaginario, parecería que se refiere a un grupo de personas que se asienta en un territorio específico. Sin embargo, una nación engloba muchos aspectos. Borja (1997) afirma:

La nación es, según la definición más clásica, una comunidad humana de la misma procedencia étnica, dotada de unidad cultural, religiosa, idiomática y de costumbres, poseedora de un acervo histórico común y de un común destino nacional. Según esta definición, la nación tiene varios elementos: unidad étnica, cultural y religiosa; comunidad de lenguaje y de costumbres; comunidad de historia; sentimiento de nacionalidad compartido por todos sus miembros y adhesión de ellos a los “puntos sagrados” que cada comunidad tiene.

En la Constitución del Ecuador, en lo que se refiere a “nacionalidad”, en su Art. 6. señala:

Todas las ecuatorianas y los ecuatorianos son ciudadanos y gozarán de los derechos establecidos en la Constitución.

La nacionalidad ecuatoriana es el vínculo jurídico político de las personas con el Estado, sin perjuicio de su pertenencia a alguna de las nacionalidades indígenas que coexisten en el Ecuador plurinacional.

Es clave notar que, en el lenguaje y uso popular o en los discursos de orden político, cuando se expresa la palabra nación se hace referencia a un país y los grupos de personas que lo habitan y que tienen intereses y elementos afines, lo que deriva en una identificación individual. Para unas personas “su nación” representa un mayor o menor apego y sentimientos.

¿QUÉ ES UN ESTADO?

El Estado1 y la patria –como figuras retóricas–, siempre han estado presentes en las alocuciones de los políticos. Su referencia es arenga para mantener la unión, la soberanía, para fortalecer la acción de los poderes sobre lo público y rescatarlo de los que “venden la patria”, etc. No cabe duda que hay un gran uso discursivo respecto a la figura del Estado, pero, ¿qué es el Estado? ¿Desde qué se lo puede entender? ¿Desde los símbolos patrios, las leyes que rigen un territorio, las instituciones o desde qué?

Un Estado no puede ser algo ficticio, sino que se “crea sobre algo”. Por ello, debe contar con territorio –un espacio físico– y con quienes –personas, ciudadanos– hagan vida dentro de ese espacio y a las cuales se les otorgan derechos y se les exige obligaciones: ahí se da el control del aparataje estatal. Pero, reducirlo a la explicación que solo es la composición de territorio y personas, es muy limitado ya que así, por ejemplo, cualquier terrateniente con su familia y empleados, podría crear “su propio” Estado.

De entre las definiciones académicas, una de las más claras sobre el Estado es la dada por Borja (1997) en su Enciclopedia de la Política:

Caracterizado esencialmente por la ordenación jurídica y política de la sociedad, el Estado constituye el régimen de asociación humana más amplio y complejo de cuantos ha conocido la historia del hombre. Es el último eslabón de la larga cadena de las formas de organización de la sociedad creadas por el instinto gregario del hombre y representa la primera forma propiamente política de asociación, puesto que tiene un poder institucionalizado que tiende a volverse impersonal.

Ibidem señala:

El Estado es una sociedad política totalizadora o, para decirlo con las expresiones del profesor John Rawls de la Universidad de Harvard, completa y cerrada. Lo es en el sentido de que el ser humano encuentra en ella cabida para todos los propósitos importantes de su vida –físicos, espirituales y morales– y de que además no puede retirarse de ella como pudiera hacerlo de cualquier otra asociación. En efecto, el hombre no puede aislarse del Estado o salir de él sino para insertarse en otro Estado, bajo cuyo ordenamiento legal y autoridad queda obligado. Esta es una de las grandes diferencias entre el Estado y las asociaciones parciales: en éstas el hombre puede libremente pertenecer o dejar de pertenecer a ellas. El ingreso y el retiro son actos voluntarios suyos. Mientras que la pertenencia al Estado está determinada por el nacimiento y su salida por la muerte, que son hechos que no dependen de la voluntad individual de alguien. La única excepción que existe es la de la naturalización, esto es, el cambio voluntario de una nacionalidad por otra; pero ni aun en este caso la persona queda al margen del Estado, cualquiera que éste sea, y por tanto está sometida a sus leyes y autoridades territoriales.

Otros autores enfatizan del Estado sus instituciones. Así, O’Donnel (2008) define al Estado:

Un conjunto de instituciones y de relaciones sociales (la mayor parte de ellas sancionadas y respaldadas por el sistema legal de ese estado) que normalmente penetra y controla el territorio y los habitantes que ese conjunto pretende delimitar geográficamente. Estas instituciones tienen como último recurso para efectivizar las decisiones que toman, la pretensión de monopolizar la autorización legítima de los medios de coacción física, y además pretenden ejercer supremacía en el control de dichos medios, que algunas agencias especializadas del mismo estado normalmente ejercen sobre aquel territorio.

SURGIMIENTO DEL ESTADO-NACIÓN

Históricamente, no siempre han existido los Estados tal como los conocemos en el siglo XXI. Antes estuvieron presente las ciudades, los feudos, reinos, imperios. Entonces, ¿cuándo surgen los Estados? Andrenacci (2019) refiere:

El Estado territorial moderno, en Europa, no fue producto de la evolución de las ciudades medievales, sino de los reinos medievales. El Estado moderno resultó de la expansión geográfica y de la intensificación material de un poder político-militar crecientemente centralizado y progresivamente excluyente (los reyes eran básicamente jefes militares, legisladores únicos y jueces últimos).

Andrenacci también explica y resume en que “las naciones no preceden a los Estados territoriales”, sino que hay un conjunto de mitos que sirvieron de amalgama:

las naciones no fueron consolidaciones o reagrupamientos de unidades preexistentes. La palabra nación era usada hasta el siglo XIX para denominar grupos humanos relativamente pequeños con similitudes etnoculturales generalmente idiomáticas y que los nuevos Estados territoriales en expansión, anexionaron multitud de pueblos heterogéneos, a veces utilizando las semejanzas como justificaciones ideológicas, otras veces procediendo a subordinaciones culturales por la fuerza y/o limpiezas étnicas. Una vez “unificado” el territorio, se crearon y reciclaron los mitos de origen, lengua y religión comunes como mecanismo de creación de solidaridad con el nuevo Estado Territorial.

Entonces, de acuerdo con las explicaciones y definiciones dadas por los autores, “nación” no es lo mismo que un “Estado”, asunto que usualmente tiende a tergiversarse. Sin embargo, se tiende a usar es el término “Estado-nación” como una referencia a un país y así lo usaremos a lo largo del capítulo y otros subsecuentes.

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO

Se ha señalado que el Estado es impersonal, es decir, no va ligado a un líder o persona en particular, sino que es la ordenación política y las normas [leyes] que rigen una sociedad. Entonces, ¿qué elementos constitutivos hacen que un Estado exista como tal? Un Estado es posible cuando hay territorio, personas que habiten en el mismo y haya principios de convivencia.

Hay Estados que determinan como sus elementos constitutivos los denominados “Principios fundamentales” y a los “Ciudadanos”; la conjunción de ambos y sus correspondientes elementos es lo que hace posible su existencia. Veamos el caso de la República del Ecuador y lo que se señala en su Constitución, donde se esquematizan dichos elementos:

Figura 1.1: Elementos constitutivos del Estado ecuatoriano Fuente: Constitución 2008 de la República del Ecuador.

Conviene explicar los elementos señalados como “constitutivos”, optando por un principio de prelación. Primero, los ciudadanos y luego los principios fundamentales; en otras Constituciones se puede indicar más elementos con el fin de dar la aproximación de que “construye” un verdadero Estado.

a - Los ciudadanos

En Constituciones de países como Estados Unidos (1787) y la India (1949-50), en su preámbulo comienzan con la frase: “Nosotros, el pueblo…” (We the People of the United States/India…) como una referencia a que dentro de dichos Estados todo [se hace] por la gente. En la Constitución (vigente) del Ecuador y en las de otros países, como parte importante y central del Estado, se señala a los “ciudadanos”, pero, ¿quiénes son los ciudadanos? ¿Qué implica ser ciudadano? ¿Todos son ciudadanos? En primer lugar, los ciudadanos son seres humanos, no ningún otro ser vivo; ser ciudadano es gozar de derechos (prerrogativas/ventajas) y tener obligaciones dentro de un territorio (en el que generalmente vive, aunque hay personas que tienen múltiples ciudadanías-nacionalidades) y gozar de una identidad. La ciudadanía es un estatus.

Ciudadanía, es una palabra que muchos dan por sentado como muy entendida y que parece algo fácil de explicar. Sin embargo, desde las Ciencias Sociales, dicha palabra es compleja porque es a la vez un concepto, una representación y una categoría. A pesar de la complejidad y connotación de la palabra, de acuerdo con Heater (2007) la ciudadanía:

Se define como la relación entre un individuo no con otro individuo (como era el caso de los sistemas feudal, monárquico y tiránico) o con un grupo (como sucede en el concepto de nación), sino básicamente con la idea de estado. La identidad cívica se consagra en los derechos otorgados por el estado a los ciudadanos individuales y en las obligaciones que éstos, personas autónomas en situación de igualdad, deben cumplir. Los buenos ciudadanos muestran un sentimiento de lealtad al estado y un sentido de responsabilidad a la hora de atender sus obligaciones; por tanto, es necesario que cuenten con la preparación necesaria para este tipo de participación cívica.

Figura 1.2: Los ciudadanos en el Estado

Para entender la ciudadanía y sus implicaciones se requiere un amplio estudio, análisis y debate. La ciudadanía es esa representación y categoría que permite encausar acciones para intentar lograr el desarrollo humano –local, nacional– en un territorio (mas no un desarrollo global). Dicho desarrollo tiene entre las partes de su hilo conductor, la ciudadanía. Como ejercicio, intente responder a estas simples preguntas:

•¿Es igual el estatus de ciudadanía de una persona con nacionalidad alemana al estatus de una persona con nacionalidad haitiana? Más allá de las diferencias culturales y económicas, ¿cuál es el factor diferencial entre ambas ciudadanías y sus beneficios?

•¿Por qué los venezolanos que abandonaron su país para vivir en Colombia, por su situación “irregular” no son considerados por el Gobierno en iguales condiciones que los colombianos para recibir vacunas contra el covid-19? ¿Ciudadanía o cuestión humanitaria, qué está en juego?

•¿Qué beneficios le otorga a usted su ciudadanía?

Con lo expuesto, este libro hará reiteradas referencias a los ciudadanos, como idea central, alfa y omega de los asuntos del Estado. No en vano se colige y resalta que todas las labores y roles del Estado deben ser por [el bien] y para los ciudadanos, es decir, de las personas que tienen necesidades, problemas, aspiraciones y que deben ser atendidos, sin limitar sus libertades o caer en paternalismo.

b - Principios constitucionales

Según la Guía para elaboración de Constituciones de ONU Chile (2014), se señala que los “principios constitucionales” o, a veces, llamados “principios rectores”, se refieren a:

principios o conceptos documentados con el propósito de proporcionar una orientación sustantiva y/o de procedimiento a un proceso constitucional. Los principios constitucionales han sido utilizados sólo en algunos casos; el ejemplo más conocido es Sudáfrica. Los principios constitucionales tienden a reflejar los aspectos clave del contexto histórico en el cual se desarrolla un determinado proceso de elaboración de una constitución, además de normas, estándares y precedentes internacionales más amplios.

Ibidem señala:

Los principios constitucionales pueden ser útiles en las etapas iniciales de un proceso donde no hay suficiente confianza mutua entre las facciones políticas para pasar directamente a la redacción de la Constitución. Pueden proporcionar garantías a las partes que emprenden el proceso de elaboración de una constitución, especialmente a los grupos minoritarios, de que el resultado final, por lo menos cumplirá con ciertos estándares mínimos y no contravendrá las “líneas rojas” acordadas previamente. Así, los principios constitucionales pueden ayudar a traer a la mesa de negociación a varias facciones rivales que, a pesar de esto, estén comprometidas con lograr una nueva constitución y sistema político.

Por otra parte, entiéndase que un principio es el “punto de partida” y, además, algo que “no se cede” o vulnera en cualquier oportunidad, sino que el principio determinará la forma en cómo se procede en diversas situaciones en el tiempo.

1.3. DISEÑO PARA LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO

En líneas generales, un Estado tiene una compleja composición-organización que contempla elementos como:

•Funciones o poderes, conformación señalada en su Constitución.

•Legislación, con su norma suprema y demás leyes que dan el marco regulatorio para los asuntos internos y externos.

•Régimen político y sistema de gobierno.

•Organización territorial y niveles de gobierno.

•Roles del Estado (relaciones, regulaciones, etc.)

•Organismos, instituciones y entidades (que son parte de las Funciones y del Gobierno).

Todo lo anterior surge de “un diseño” que quizás, en la mayoría de los casos, los ciudadanos no reparan cómo resulta –como un asunto tácito y no explicitado–, pero que tiene repercusión/afectación en la vida civil, social y política de todos dentro del Estado.

EL DISEÑO DEL ESTADO

Diseñar es un proceso mental que permite traducir varias ideas para obtener una o varias opciones –viables y posibles– como consecuencia del análisis exhaustivo y que, a fines prácticos, deriva en una solución o arreglo; diseñar puede ser un proceso individual o colectivo.

El Estado no surge de la nada, todo su aparataje [poderes o funciones, instituciones, normativa, sistemas nacionales, etc.] no es consecuencia del azar, existe porque alguien/algunos pensaron en su diseño. El diseño estatal puede venir desde la tradición (copiar lo que ha tenido éxito en otras partes) o desde la creación (algo “innovador”, que no se ha hecho antes).

¿Quiénes son los diseñadores/arquitectos del Estado? A menudo, los que diseñan todo el contenido del Estado y su aparataje son el Poder Constituyente (activado, para hacer una Constitución) o el Poder Legislativo (permanente, para hacer leyes). Podemos advertir que, si bien es cierto, existen personas expertas (constitucionalistas o en temas de leyes) los actores constituyentes o legislativos no siempre son expertos en el diseño estatal y sus detalles o, a veces, suele hacerse lo mismo que ya estaba establecido o enmiendas que no surten el efecto esperado.

Una deducción evidente es que el diseño estatal resulta y se expresa en una Constitución (aunque no todos los Estados-nación la tienen), la cual es el documento máximo que define todos los poderes, elementos y componentes que hay en un Estado, y de ella leyes conexas para su funcionamiento. Lo que una Constitución establece tiene repercusiones mientras esté en vigencia, tal cual se redactó o con alguna reforma/enmienda.

Notas:

(1) Se entiende como Constitución (de un Estado, país) al documento escrito y formalizado que ha sido elaborado por personas que son parte del Poder Constituyente.

(2) Según refiere Andrenacci (2019), la Constitución de los EUA elaborada en 1789 materializaba en un escrito el pacto de derechos y garantías y lo refrendaba explícitamente con la firma de sus sujetos políticos, los “ciudadanos”; aunque en ese entonces en inglés se usaba la palabra “constitución” para hacer referencia a las características del sistema político, mas no como sinónimo de un documento escrito y, mucho menos, firmado.

Por otra parte, las quejas de una determinada sociedad ante el funcionamiento estatal, ya sea por impunidad, corrupción, abuso de poder, falta de celeridad en trámites, etc., revelan que hay fallas del diseño estatal.

¿Qué falla en el diseño del Estado?

Desde la perspectiva de la ingeniería y sus técnicas, en las etapas de un diseño, se considera los requerimientos, deseos y especificaciones como elementos de entrada para empezar a idear/diseñar. El proceso de diseño involucra la funcionalidad (¿sirve o no?), operatividad (¿cómo funciona?), eficiencia (¿da el resultado esperado?) y vida útil (¿cuánto tiempo da solución?).

El diseño estatal no es un asunto baladí, es una preocupación máxima y compleja de un Estado-nación que corresponde a procesos políticos y sociales; llevar a cabo esos procesos dentro de la sociedad, involucra disputa de poderes estatales (establecidos o por ampliarse) contra los fácticos (luchas por mantener o ampliar su espacio) y que requiere hacer rupturas, acción política, establecer relaciones de poder, etc.

¿Por qué falla un diseño? En primera instancia, porque no cumple las expectativas del usuario. La piedra angular y elemento constitutivo del Estado, como se dijo, es el ciudadano. Sin embargo, no es protagonista en el diseño estatal. Por ejemplo, los procesos constituyentes o legislativos suelen buscar solo su aprobación o quizás la difusión del resultado final.

La mayoría de las Funciones o poderes Estatales –Legislativa, Ejecutiva, Judicial– (en Ecuador se incorporó en la Constitución 2008 la Función de Transparencia y Control Social, y Función Electoral) se han dado desde la tradición, es decir, en Repúblicas/Estados más antiguos se determinaron aquellas y se replicó en otros países como en el Ecuador o ha empujado la coyuntura para su creación (Ej. una institución reguladora).

¿CÓMO DISEÑAR EL ESTADO Y SU APARATAJE?

Dada la complejidad de cada sociedad, no hay procedimiento escrito para diseñar el Estado y su aparataje. Sin embargo, resulta terrible para el funcionamiento ulterior –y en el largo plazo– que el diseño del Estado cuente solo una visión política; esto es algo que, generalmente, ocurre con los hacedores de leyes (abogados y/o de legisladores) y se obvia una visión técnica.

Es apropiado que se estructure y diseñe con la conjunción de ambas visiones para derivar en un diseño estatal robusto, efectivo y acorde a los tiempos actuales. ¿O creemos que con tradiciones y un diseño institucional de hace más de dos siglos respondemos a expectativas actuales?

Ambas visiones deben crear un Estado que esté en capacidad de responder expectativas y resistir el contexto social del tiempo actual; la visión técnica va al cómo de las cosas (Ej. diseño institucional, sistemas nacionales, macro procesos nacionales, mecanismos de articulación, etc.) y la visión política va al qué, es decir, los requerimientos (Ej. definición de sistema de gobierno, marco regulatorio, etc.) para definir y garantizar derechos a los ciudadanos.

Cabe remarcar que diseñar el Estado debería ser un ejercicio periódico, mas no permanente, con una clara identificación de las demandas ciudadanas, mecanismos para procesarlas y cómo el Estado las solventa a través de marco normativo, instituciones y su aparataje.

Figura 1.3: Etapas básicas para el diseño del aparataje del Estado

Algo que no se puede obviar es que, una vez definido y aprobado el diseño estatal en las cartas magnas, estas contienen “candados”. Su razón de ser es dar seguridad de que lo contenido se mantenga y no se altere por alguna voluntad personal en contra de lo colectivo. Sin embargo, los mismos candados también se convierten en una traba al momento de querer modificar el diseño estatal cuando ya no satisface las expectativas ciudadanas.

Caso: Chile, cambios profundos y la Constitución

Chile, considerado uno de los países más estables y prósperos de Latinoamérica, en octubre de 2019 tuvo una serie de protestas sociales que convulsionaron su normalidad cuando su gobierno decide incrementar 30 pesos chilenos en la tarifa del metro de Santiago. Ese fue el detonante para el malestar social. La situación no se contuvo con eliminar el incremento del metro, sino que los ciudadanos reclamaron acciones contra la desigualdad económica, el acceso a educación gratuita (la educación es un negocio, Art. 19, números 10 y 11), el manejo de sus pensiones en las AFP (seguridad social privada, Art. 19 literal 18) y hasta pedidos de una nueva Constitución, ya que la actual es herencia del régimen militar dictatorial de Pinochet (los dictadores suelen plasmar su voluntad a la fuerza, sin importar el sentir legítimo de las mayorías), lo que dio como consecuencia un Estado “subsidiario” según el Art. 19.

Un artículo periodístico de la Deutsche Welle –DW– de Alemania titulado “Constitución chilena bajo la lupa” analizó algunos aspectos de dicho instrumento; en los puntos relevantes sobre el tema de los “candados constitucionales” se señala:

Art. 92, 93 y 94: Tribunal Constitucional, “la tercera Cámara”

El Tribunal Constitucional (TC) tiene tal poder, que ha sido llamado “tercera Cámara”. Entre sus múltiples tareas, debe pronunciarse sobre la constitucionalidad de tratados internacionales y de determinadas leyes, antes de su promulgación o durante su tramitación. Sus decisiones son inapelables.

Esto permite que, apelando al TC, las bancadas traben y eliminen los proyectos contrarios. “En el segundo Gobierno de Bachelet fue particularmente notorio este rol negativo”, recuerda Couso.

Cuando se tramitaba la ley de aborto en tres causales, se discutió si era constitucional, pues la Constitución asegura el derecho a la vida del que está por nacer. Cuando los movimientos estudiantiles exigieron educación gratuita y de calidad, la derecha argumentó que prohibir el lucro era inconstitucional. Ante el proyecto de rebaja de 45 a 40 horas laborales, que se discute actualmente, algunos amenazan con someterlo al TC.

“Esa suerte de derecho a veto es bien anómala y no ocurre en casi ninguna parte del mundo. El TC debería ser un revisor de la ley después de dictada, en caso de que produzca efectos contrarios a la Constitución”, opina el abogado Jorge Claissac, quien fue director jurídico de la Secretaría General de la Presidencia del primer Gobierno de Bachelet.

Todo lo que atente contra la libre la empresa está en riesgo de ser declarado inconstitucional, lo que no permite avanzar en reformas sociales. En opinión de Couso, “el TC es particularmente conservador y activista: sobreinterpreta la Constitución y va más allá de la letra, en un sentido conservador. Otros TC en el mundo son activos en pos de los derechos humanos, pero este lo ha sido en pos de los negocios”.

Sobre los “candados” contenidos en la Constitución chilena, en otra parte se señala:

Art. 127, 128 y 129: una Constitución con candados

Las reformas a la Constitución exigen quorum tan altos (dos tercios o tres quintos de los senadores y diputados en ejercicio, según el tema), que son muy difíciles de lograr. Ahora que se discute redactar una nueva, el mecanismo no está claro. El Congreso es el único camino contemplado. La asamblea constituyente, propuesta por la oposición, no sería legal. Habría que reformar primero la Constitución y agregar esta fórmula.

Tampoco se podría convocar a un plebiscito, pues “no se puede llamar a más elecciones o votaciones populares que las que la Constitución establece”, indica Claissac.

Para los ciudadanos puede resultar ridículo o inverosímil saber que los cambios requeridos tienen una serie de trabas porque la Constitución tiene sus “candados” y que hasta su voluntad convocada en un plebiscito puede resultar inconstitucional. La lógica puede llevar a colegir que el estatus quo, usualmente está “bien resguardado”, gracias a un diseño estatal blindado en la Constitución, con acérrimos defensores que se emergen como “doctos constitucionalistas”.

Notas:

(1) En Chile, el 25 de octubre de 2020, se realizó un plebiscito a la población que contenía dos preguntas: 1) de reforma constitucional y 2) el órgano que debe escribir el nuevo texto.

(2) Los resultados obtenidos en el plebiscito demostraron que el 80% se pronunció a favor de cambiar la Constitución heredada por el dictador Pinochet y que sea una Convención Constituyente, misma que tendrá conformación paritaria de mujeres y hombres entre los 155 ciudadanos elegidos (el 11 de abril de 2021) para redactar la nueva Carta Magna en 9 meses y prorrogables, por única vez, a tres meses más. El texto resultante será sometido a referéndum en 2022 para ver si lo aprueban o rechazan.

Como se mencionó, todo el diseño estatal repercute en la vida civil, social y política de los ciudadanos que habitan un país. Por lo tanto, de un ‘buen diseño estatal’ deberían surgir consecuencias positivas, tales como:

•Desarrollo humano y bienestar, con énfasis en un sistema educativo de calidad,

•Justicia confiable y oportuna,

•Desarrollo de la economía a través de la I+D e innovación,

•Presupuestos equilibrados-financiados y óptimamente ejecutados,

•Planificación efectiva para el desarrollo social y económico,

•Organizaciones estatales eficientes y reputadas,

•Instituciones incluyentes que fortalecen el desarrollo nacional,

•Adecuada selección del personal de servicio público con probidad y honestidad.

1.4. ORGANIZACIÓN DEL ESTADO

En la organización del Estado hay varias partes o elementos que lo conforman, tales como: los poderes/funciones del Estado, la legislación –marco regulatorio– para los asuntos internos y externos, el régimen político (la democracia), el gobierno, niveles de gobierno, el territorio y organización territorial, los organismos, instituciones y entidades estatales, y los roles estatales.

¿Para qué organizar el Estado? Ninguna familia, negocio, organización y, mucho menos, el Estado funciona sin ORDEN y CONTROL. Ambos son conceptos claves que no se pueden obviar y, si se lo hace, sucede un descalabro en poco tiempo. El Estado ejerce, por antonomasia, ese orden y control a la sociedad y el territorio, y primero organizarse y tener control sobre su conformación.

Figura 1.4: El Estado, un resumen

En los siguientes párrafos se explican algunos de los componentes (la figura 1.4 no es rígida ni obsta la modificación por otros componentes que los teóricos de la política o de la gestión pública puedan refutar o añadir).

COMPONENTE: FUNCIONES DEL ESTADO

Quienes diseñan el Estado para que sus representantes ejerzan “la autoridad” y “control” sobre los ciudadanos han configurado las funciones o “poderes” estatales. Dichos poderes, por lo general, son establecidos en las cartas fundamentales de los países, es decir, sus Constituciones, lo cual les otorga esa legitimidad de actuación.

¿Actuación en qué? Algo que no se discute –por controversial que sea– es que el Estado tiene el “monopolio” legítimo y legal de la violencia para consolidarse a sí mismo, amparándose en las leyes para ejercer la coacción hacia el/los que infringen las normas establecidas (coacción, según la RAE, es la fuerza o violencia que se hace a alguien para obligarlo a que diga o ejecute algo; o el Poder legítimo del derecho para imponer su cumplimiento o prevalecer sobre su infracción). Sin embargo, el “poder” necesariamente requiere de un límite para que no se cometan atrocidades.

Un poder o función contiene distintas responsabilidades y facultades, lo que deriva en estructuras, instituciones ejecutadas por distintos representantes. Generalmente, en la tradición de los Estados se han establecido los poderes: Ejecutivo (administra el Estado), Legislativo (hace las leyes) y Judicial (administra la justicia en la sociedad). Punto aparte es cuando se organiza e instala una asamblea con el fin de hacer/redactar una nueva Constitución; allí se establece el poder Constituyente (que es coyuntural y no permanente en los Estados).

Tradicionalmente, en varios países se han mantenido los tres poderes señalados. Sin embargo, hay excepciones como, por ejemplo, en la República del Ecuador en su Constitución se señalan cinco funciones o poderes estatales:

Figura 1.5: Funciones del Estado EcuatorianoFuente: Constitución 2008 de la República del Ecuador.

¿Hay otros poderes además de los poderes estatales? Existe el poder económico y el poder político. Estos surgen como consecuencia de la interacción social. Sin embargo, muchas veces, el poder económico o poder político, con su agenda propia, cooptan los poderes establecidos para tener decisión o ejercer injerencia/influencia a favor de intereses individuales o de grupos, lejos de la agenda de interés colectivo.

Poderes fácticos

En la Ciencia Política y Social los grupos en la sombra del poder se les denomina “poderes fácticos”. Son un gravísimo problema para que un Estado vele por todos. Se puede resumir con la frase: “¡poderoso caballero es don dinero!”, ya que quienes lo tienen y acumulan, terminan “comprando voluntades”, lo que aniquila una democracia efectiva para la mayoría.

COMPONENTE: ORDENACIÓN JURÍDICA (LEGISLACIÓN, MARCO REGULATORIO) PARA LOS ASUNTOS INTERNOS Y EXTERNOS

Se debe entender como la ordenación u ordenamiento al conjunto de normas jurídicas (Constitución, leyes, etc.) que rigen una sociedad en un territorio dado y tiempo determinado. ¿Por qué y quiénes construyen las reglas? Luego de las agrupaciones de personas en territorios, aparecen las naciones, los Estados y, para lograr cohesión y orden dentro de los ciudadanos o residentes (que no necesariamente son ciudadanos), surgió la necesidad de tener reglas claras para cumplimiento de la sociedad. Dichas reglas son parte de la ordenación jurídica.

En la antigua Grecia, Aristóteles señaló que la ley es “el común consentimiento de la ciudad”. Es así que las leyes deben nacer y contar con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos, ya que por medio de la ley se corrigen asuntos fuera de la norma. Montesquieu, por su parte, señaló que “la ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Todos deben cumplirla y, cuando hay quebrantos, buscar justicia.

En la actualidad, existen órganos representativos de la población, llámense asambleas, parlamentos, congresos o senados. Estos son los responsables de ir construyendo las leyes que rigen un Estado, es decir, la Función Legislativa –que dicta las leyes– en forma permanente como órgano legislativo. En ciertos países existe, simultáneamente, un Congreso (la Cámara Baja) y un Senado (la Cámara Alta, la cual decide) como parte del poder y control legislativo. Dada la coyuntura y voluntad del pueblo, se instalan Asambleas Constituyentes (para elaborar Constituciones y Decretos).

Es importante a considerar que existe prelación en las normas legales. Esto fue estudiado por el académico austríaco Kelsen y su denominada “pirámide de Kelsen”. Un ejemplo de esto se evidencia en la Constitución del Ecuador, respecto del orden jerárquico de aplicación de normas.

Cuadro 1.1: Orden jerárquico de aplicación de normas en el Estado ecuatoriano

ARTÍCULO

ESTABLECE

Art. 424 Norma suprema

La Constitución es la norma suprema y prevalece sobre cualquier otra del ordenamiento jurídico. Las normas y los actos del poder público deberán mantener conformidad con las disposiciones constitucionales; en caso contrario carecerán de eficacia jurídica.

Art. 425 Orden jerárquico

"El orden jerárquico de aplicación de las normas será el siguiente:

- La Constitución;

- los tratados y convenios internacionales;

- las leyes orgánicas;

- las leyes ordinarias;

- las normas regionales y las ordenanzas distritales;

- los decretos y reglamentos;

- las ordenanzas;

- los acuerdos y las resoluciones; y

- los demás actos y decisiones de los poderes públicos."

Fuente: Constitución del Ecuador

Asimismo, es lógico pensar que toda ley –expedida de dónde sea–, debe tener su utilidad, correcta aplicación y aceptación para que no ocurra lo advertido por Montesquieu: “las leyes inútiles debilitan las necesarias”.

COMPONENTE: RÉGIMEN POLÍTICO

La RAE define como régimen al “sistema político por el que se rige una nación”. Los estudiosos de la política ven al régimen político como la forma/modo en que se organizan las reglas e instituciones por medio de las cuales se ejerce un gobierno. Se dan algunas clasificaciones de regímenes políticos por parte de teóricos de la política: democracia, monarquía y aristocracia. También se clasifican los regímenes cuando hay un partido único (China, Cuba, Corea del Norte) y los regímenes pluralistas.

Cada Estado cuenta con algún régimen para su gobierno. Sin embargo, no es de interés profundizar en cada uno de los tipos de los regímenes; el único régimen político que interesa profundizar es la democracia. Cabe señalar, en una simplificación básica, que la mayoría de países de Latinoamérica funcionan bajo democracias, las poliarquías. ¿Qué es una poliarquía? Dahl (1971) definió como poliarquía a “un tipo de régimen político en el que existen muchos poderes de diferente índole que compiten entre sí y se asocian para obtener resultados”.

Borja (1997), en su Enciclopedia de la Política, da algunas ideas claves del tema de régimen político: