Grotescos y arabescos - Gabriele D'Annunzio - E-Book

Grotescos y arabescos E-Book

Gabriele D’annunzio

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Beschreibung

En los 12 relatos que forman esta edición (publicados originalmente en el periódico La Tribuna) el artista italiano echa mano de un mecanismo narrativo que alcanzará su punto culmen. Se trata de la alusión al topos artístico como método compositivo. De esa forma, se advierten numerosos intertextos que delinean, además, una poética y un canon bastante explícitos. Es mediante este tipo de procedimientos como el D'Annunzio novelista, cuya impronta marca este libro, elude las estructuras de la novela clásica que décadas atrás habían fincado Honoré de Balzac y Stendhal. La narrativa del artífice italiano está cerca del momento en que a la novela deja de interesarle qué se narra sino cómo se enuncian las historias.

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Seitenzahl: 104

Veröffentlichungsjahr: 2025

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GROTESCOS Y ARABESCOS

COLECCIÓN

RELATO LICENCIADO VIDRIERA

COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL

Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

Contenido
Introducción
La reliquia escondida
Crimina amoris
Los crisantemos
El primer fuego
La profecía
La develación
El beso y la herida
Efecto a distancia
El viaje de bodas
De cómo la marquesa de Pietracamela donó sus bellas manos a la princesa Scùrcula
Sancta Kabbala
Rarezas
Conmemoración fúnebre
El místico sueño
Pendolin
El sepulcro del poeta
Aviso legal

INTRODUCCIÓN

Gabriele D’Annunzio nació en la ciudad italiana de PPescara, en el Abruzzo, el 12 de marzo de 1863, de una familia con una posición holgada, con una discreta fortuna. Gozó entonces desde su primera edad de una cuidada educación; manifestó además, también ya desde muy joven, vena de artífice y sobre todo una gran audacia en cuanto a sus estrategias para alcanzar gloria artística. Es representativo de esto el que alguna vez difundiese la noticia de su falsa muerte, con el fin de granjearse atención sobre su incipiente trayectoria literaria. En el mismo sentido debe hablarse de la elogiosa carta que le escribió a Giosuè Carducci, el poeta italiano más célebre de la época y autor de las Odi barbare, composiciones que ejercerían cierta influencia en la producción lírica del artista de Pescara. Es fácil intuir que el Abruzzo, en un momento dado, se volvió un espacio con ciertas estrecheces para los altos proyectos artísticos que concebía el joven escritor. Además la época vivida por el artista coincide con un momento histórico en que, como indica Luciana Pasquini, “la importancia de Roma como centro cultural había transformado la ciudad en un nuevo imán incluso para las fuerzas intelectuales, suplantando en ese rol a Napoli casi por completo”.1

De tal suerte, D’Annunzio se traslada a Roma y co­mienza allí una intensa actividad periodística. De esos años, denominados por sus críticos como la “época romana”, resultan obras maestras, verbigracia su primera novela, Il piacere (1889), a la par de algunas joyas casi desconocidas, como la serie de relatos —a veces prosas más que relatos— Grotteschi e rabeschi (1887), presentados aquí como Grotescos y arabescos.

Con respecto a la mencionada novela, ésta retrata la vivencia del conde Andrea Sperelli-Fieschi d’Ugenta, dandi romano que pertenece a una ilustre familia y que se ejercita como poeta y grabador. El escenario de las aventuras de este personaje es Roma, la misma Roma bizantina en que D’Annunzio se desenvuelve cuando confecciona sus Grotescos y arabescos; se trata, pues, de un espacio también vital que el italiano modeló por medio del artificio hasta convertirlo en uno de los topoi literarios más refinados del fin de siècle. Es entonces cuando saltan a la vista los estrechos vínculos entre ambas producciones; se funden, e incluso se confunden, la prosa publicada en periódicos con la destinada al ambicioso proyecto novelístico.

Cuando el joven Gabriele asistía a los bailes y los salones más elegantes de la capital era, a su pesar, en calidad de periodista. Con estas excursiones al gran mundo su imaginación, su sensibilidad y sus capacidades como observador se avivaron. Las impresiones que extrajo de allí le permitieron redactar tanto exquisitas reseñas en el periódico como, en ese mismo medio, publicar brillantes piezas narrativas de las cuales son ejemplo los Grotescos. Asimismo, este conjunto de prácticas vitales y escriturales se tornó también la base para la confección de Il piacere.

Escasos dos años separan la novela de estas prosas que, como será luego más evidente, juntas son parte de un mismo momento estético. Con el fin de reconstruir la andanza editorial de D’Annunzio, y hacer mayormente explícita esta sincronía, vale aludir algunas obras. Su primer libro sería Primo vere (1879) al que sigue, poco después, Canto novo (1882), que el poeta reelaboraría en 1896. Ya en 1882, bajo la influencia del verismo, publica Terra vergine, el primer ejercicio narrativo por parte del poeta. En 1884 D’Annunzio escribe cuatro relatos agrupados bajo el título de Il libro delle vergini, que se combinarían luego con otro libro de cuentos, San Pantaleone (1886), para formar Le novelle della Pescara en 1902. Cuando el poeta se instala en Roma publica Isaotta Guttadàuro (1886) que, con adendas, sería publicado como Isotteo en conjunto con La chimera (1890), poemario en que se vuelve nítida la comunión con el esteticismo.

Es dable subrayar la convivencia de poesía y prosa en esta enumeración, aunque debe enfatizarse la importancia que tuvo para D’Annunzio la publicación de su primera novela y las implicaciones de su producción periodística en ella; asimismo el proceso de transmutación de poeta a novelista que el autor cristaliza con Il piacere y que se atisba ya en los Grotescos y arabescos.

En la introducción de Renato Barilli a su estudio sobre D’Annunzio (Mursia, 1993), se toca con vastedad el tema del polifacético escritor que fue, en un inicio, un artista hecho para la poesía, pero que, al vislumbrar las posibilidades del género novelístico, concibió la empresa de convertirse en hacedor de novelas. Gabriele fue siempre un genio lírico, un artífice poético que se consideraba a sí mismo el más grande después de Dante. Como Gianni Oliva señala, una opinión de esas dimensiones, por lo demás, “es usada para epatar y sorprender al lector o al escucha y entraba en los modos dannunzianos de asombrar, de atraer la atención”.2 Se trata, en suma, nuevamente de uno de aquellos gestos que el escritor utilizaba como estrategia editorial, no obstante en él trasluzca del mismo modo la importancia que el artista concede a su rol como poeta.

D’Annunzio tenía el don del vaticinio en cuanto a las tendencias artísticas imperantes, de allí que no dude en dar el salto a la novela, que estaba por convertirse en el género hegemónico, al menos en términos editoriales. Con ello, asimismo consiguió instalarse en las grandes casas luego de su colaboración con el discreto editor Angelo Sommaruga. Para evidenciar qué tan importante era esta tentativa debe recordarse que el poeta, incluso, interrumpió su ejercicio periodístico con el fin de concentrarse en la escritura de Il piacere. Tal actividad era, en esa época, su fuente principal de sustento, y su suspensión significa una apuesta definitiva por la vía del arte. Gabriele confiaba plenamente en su talento literario y, de igual manera, advertía el rol principal del género novela en la industria cultural de entresiglos xix y xx, cuyo escenario estaba en ciudades como Roma o París, capital artística en que D’Annunzio también triunfaría. Con este marco, como explica Oliva, “no asombra, entonces, que el ambicioso y joven ‘bárbaro’ proveniente del Abruzzo urdiese su entrada al nuevo y atractivo sistema”.3

Las inclinaciones de D’Annunzio por formas narrativas como la novela o la prosa breve, además, se relacionan con las tensiones del complejo momento cultural conocido bajo el marbete de fin de siècle. Aun con su relativa brevedad (de 1880 a los primeros años del siglo xx) se trata de un intervalo de enorme riqueza marcado por una acentuada experimentación artística que concluye, en cierto modo, con las vanguardias históricas del siglo xx.4

Uno de los géneros en que tal proceso experimental resulta más evidente es la novela, a la que Alberto Vital denomina un género de géneros5 a propósito de la naturaleza proteiforme de su discurso, capaz de subsumir e integrar otras estructuras genéricas. De igual manera cabe decir que es justo durante el siglo xix cuando la novela vive su consolidación y ascenso definitivo, al grado de considerarse como “la más importante entre las artes occidentales, aquella que representa la totalidad extensiva de la vida […]”6

Al ser la novela, como apunta Cesare Segre, un género creado ex novo con respecto de aquellos considerados en las poéticas clásicas,7 sufre una suerte de conjura coadyuvada por la función moralizante que, todavía durante el siglo xviii, se le atribuye.8 Esto cambia de modo radical durante el siglo xix con un proceso que inicia en el Romanticismo, pues, con las ideas de libertad, originalidad e individualidad que esta corriente preconiza, la poética clásica es atacada fuertemente y, como resultado, reformulada. Sin embargo, será el fin de siglo y su ebullición de posicionamientos estéticos el escenario para las empresas narrativas más audaces, como aquella del italiano.

D’Annunzio es un grandísimo conocedor de la cultura de fin de siècle, por lo que está al tanto de este panorama y, además, a diferencia de buena parte de los autores italianos de la época, es un lector cosmopolita que abreva de las tradiciones europeas que dictan las modas literarias, en especial de la dominante tradición francesa. El poeta de Pescara navega entre el verismo, el decadentismo, el naturalismo, el simbolismo, el esteticismo, el realismo psicológico y, como muestran sus últimas producciones, resulta capaz de desarrollar una exquisita prosa d’arte y un tono aforístico que diversos Grotescos vaticinan.

Este libro se vertebra, como su título indica, por el conjunto de textos que D’Annunzio publica en prensa, en el diario La Tribuna, con el título de Grotteschi e rabeschi y que están firmados bajo el seudónimo de Duca Minimo. Esta marca autoral es significativa, y, tras ella, traslucen las aspiraciones aristocráticas del autor, mismas que en ese momento estaban muy lejos de hallarse satisfechas, pues, si bien se casa con Maria Hardouin, duquesa de Gallese, la familia de ésta siempre se opuso al matrimonio y, una vez efectuado, sufre la desestima de sus suegros. Con todo, el poeta entra como redactor a La Tribuna gracias a su suegra que quiere garantizar una fuente de sustento, así sea discreta, al joven matrimonio. Sin embargo, para D’Annunzio la actividad periodística es poco digna del gran artista que intuye está destinado a ser, de modo que su seudónimo toma con ironía el estar ligado a la aristocracia, mas sin gran apoyo ni beneplácito de la familia, y obligado a sustraer valioso tiempo a sus proyectos artísticos. Asimismo, en lo que toca a la constelación de los Grotescos y arabescos, es relevante dicha marca de autoría ya que los asocia con otros importantes pasajes de su producción periodística.

Se trata de un conjunto de doce relatos (la mayoría de las veces, ya que en ocasiones el autor oscila entre la prosa d’arte y otras tipologías textuales), a los que se añaden tres textos que D’Annunzio publica apenas concluida la serie de los Grotescos. No es solamente la estrecha contigüidad cronológica, sino la presencia constante de motivos y maneras estilísticas, e incluso la reaparición de personajes, como en el caso de la princesa Diambra de Scùrcula, lo que suscita tal decisión editorial. Por último se incluye “El sepulcro del poeta”, narración que aparece en la Antologia d’Autore que D’Annunzio publica en 1906. Se trata de un fragmento de su novela Il piacere y que además estaba ya esbozado en “Nel cimitero inglese” que el poeta publica en prensa, el 3 de agosto de 1887, también bajo el seudónimo de Duca Minimo. Es de este modo que el libro ofrece no solamente un sugerente panorama de la prosa de D’Annunzio durante su época romana, sino que hace más nítida la ligazón entre sus grandes novelas y los breves pero delicados trazos que el italiano vertía en el periódico.

Por lo demás, estos textos constituyen algunas de las últimas muestras escriturales previas a su pasaje a novelista en toda regla. En realidad su actividad narrativa en La Tribuna, como quiere apuntarse, está totalmente imbricada con el proceso creativo de Il piacere. Este ejercicio mixto, es decir el del novelista periodista, o en todo caso polígrafo, es un sello que marca a buena parte de los maestros de la novela durante la segunda mitad del siglo xix: Fiódor Dostoievski, Benito Pérez Galdós, Luigi Capuana, Émile Zola, Victoriano Salado Álvarez, Leopoldo Alas, entre los más conspicuos. Ya diría Vital que:

La creciente cantidad de escritores que son a la vez periodistas y autores litera­rios vuelve más sugestivas las áreas de contacto entre los dos tipos de géneros. El estudio de los procedimientos y los resultados en escritores con esta doble característica hace posible una mejor comprensión del carácter híbrido de géneros contemporáneos.9

Grotescos y arabescos es un libro insoslayable para la comprensión del arte dannunziano y, con ello, de las letras italianas de fin de siècle y del periodo de vanguardias. En ese sentido vale recordar el influjo que la obra de este artista ejerció en sus contemporáneos, por ejemplo en Giovanni Pascoli; en los escritores de la siguiente generación, Guido Gozzano y Sibilla Aleramo; o, incluso, entre literatos ya encumbrados como Luigi Capuana. En el caso de Capuana, es preciso sostener que tuvo éste una relación muy par­ticular con D’Annunzio, pues cuando el último comienza su carrera, se acerca al siciliano como discípulo para, posteriormente, ser Capuana quien ensaye el modelo dannunziano en textos como La Sfinge (1897), obra que retoma motivos y estrategias —algunos ya presentes en Grotescos y arabescos— de Il piacere.