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La bella y elegante Eva Blackwell necesita ayuda. Eva tiene que recuperar ciertas cartas que contienen una información vital. El repugnante Charles Augustus es su principal problema, Charles retiene estas cartas y no pretende colaborar sin recibir algo a cambio.Charles es la peor persona de Londres, es un viejo grosero y despreciable. Su falta de cooperación y sus inimaginables chantajes representarán obstáculos para la resolución de este caso. Anímate a escuchar como el dinero, la violencia y la justicia informal representarán para Sherlock Holmes una manera alternativa en la resolución de este caso.-
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Seitenzahl: 36
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Arthur Conan Doyle
Saga
La aventura de Charles AugustusOriginal titleThe Adventure of Charles Augustus Milverton
Cover design: Breth Design www.brethdesign.dk Copyright © 1904, 2019 Arthur Conan Doyle and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726462890
1. e-book edition, 2019
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Han transcurrido años desde que tuvieron lugar los acontecimientos que me dispongo a relatar, a pesar de lo cual aún siento cierto reparo en comentarlos. Durante mucho tiempo habría resultado imposible sacar a la luz pública estos hechos, ni siquiera con la mayor discreción y prudencia; pero ahora, la persona más implicada se encuentra va fuera del alcance de las leves humanas y, con las debidas supresiones, se puede contar la historia de manera que no perjudique a nadie. Constituyó una experiencia absolutamente única, tanto en la carrera de Sherlock Holmes como en la mía. El lector sabrá disculpar que oculte la fecha y cualquier otro dato que pudiera servirle para identificar el verdadero suceso.
Holmes y yo habíamos salido a uno de nuestros vagabundeos vespertinos, y habíamos regresado a eso de las seis de la tarde de un día crudo y frío de invierno. Al encender Holmes la lámpara, la luz cayó sobre una tarjeta dejada encima de la mesa. Le echó un vistazo y, soltando una exclamación de repugnancia, la tiró al suelo. Yo la recogí y leí:
CHARLES AUGUSTUS MILVERTON
APPLEDORE TOWERS
HAMPSTEAD
Agente.
-¿Quién es? -pregunté.
-El hombre más malo de Londres -respondió Holmes, sentándose y estirando las piernas hacia el fuego-. ¿Dice algo al dorso de la tarjeta?
Le di la vuelta y leí:
-Pasaré a verlo a las 6,30.-C.A.M.»
-¡Hum! Es casi la hora. Dígame, Watson: ¿no siente usted una especie de escalofrío o estremecimiento cuando mira las serpientes en el parque zoológico y ve esos bichos deslizantes, sinuosos, venenosos, con su mirada asesina y sus rostros malignos y achatados? A lo largo de mi carrera he tenido que vérmelas con cincuenta asesinos, pero ni el peor de todos ellos me ha inspirado la repulsión que siento por este individuo. Y sin embargo, no puedo evitar tener tratos con él... La verdad es que viene porque yo le invité.
-Pero ¿quién es?
-Se lo voy a decir, Watson. Es el rede los chantajistas. ¡Que Dios se apiade del hombre, y aún más de la mujer, cuyos secretos y reputación caigan en manos de Milverton! Con una sonrisa en los labios y un corazón de mármol, los exprimirá y seguirá exprimiendo hasta dejarlos secos. A su manera, el tipo es un genio, y habría destacado en cualquier oficio más digno. Utiliza el método siguiente: hace correr la voz de que está dispuesto a pagar sumas muy elevadas por cartas que comprometan a personas ricas o de alta posición. Recibe esta mercancía no sólo de criados y doncellas que traicionan a sus señores, sino también de rufianes elegantes que se han ganado la confianza y el cariño de mujeres demasiado confiadas. No es nada tacaño en sus tratos. Sé, por ejemplo, que le pagó setecientas libras a un lacayo por una nota con sólo dos líneas de texto, y el resultado fue la ruina de una distinguida familia. Todo lo que sale al mercado va a parar a Milverton, y hay cientos de personas en esta gran ciudad que se ponen blancos con sólo oír su nombre. Nadie sabe dónde caerá su garra, porque es lo bastante rico y lo bastante astuto para no actuar con apremios. Es capaz de guardarse una carta durante años, para jugarla en el momento en que las apuestas sean más sustanciosas. Ya le he dicho que es el hombre más malo de Londres, y ahora le pregunto si se puede comparar al rufián que en un momento de arrebato le atiza un garrotazo a su compinche, con este hombre que, de manera metódica y a sangre fría, tortura el alma y retuerce los nervios con el fin de seguir llenando sus ya hinchados sacos de dinero.
Pocas veces había yo oído a mi amigo hablar con tal intensidad de sentimiento.