La Aventura de la Banda Moteada - Arthur Conan Doyle - E-Book

La Aventura de la Banda Moteada E-Book

Arthur Conan Doyle

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Beschreibung

"La Aventura de la Banda Moteada" de Arthur Conan Doyle sigue a Sherlock Holmes y al Dr. Watson mientras investigan la misteriosa muerte de una mujer en una habitación cerrada. Su hermana, temiendo por su vida, busca la ayuda de Holmes. Las pistas apuntan a un escalofriante secreto familiar y a un extraño sonido en la noche, lo que lleva a Holmes a descubrir un siniestro complot oculto a plena vista.

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Seitenzahl: 44

Veröffentlichungsjahr: 2024

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La Aventura De La Banda Moteada

Arthur Conan Doyle

SINOPSIS

"La Aventura de la Banda Moteada" de Arthur Conan Doyle sigue a Sherlock Holmes y al Dr. Watson mientras investigan la misteriosa muerte de una mujer en una habitación cerrada. Su hermana, temiendo por su vida, busca la ayuda de Holmes. Las pistas apuntan a un escalofriante secreto familiar y a un extraño sonido en la noche, lo que lleva a Holmes a descubrir un siniestro complot oculto a plena vista.

Palabras clave

Misterio, intriga, Sherlock.

AVISO

Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.

Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.

 

La Aventura de la Banda Moteada

 

Al repasar mis notas sobre los setenta extraños casos en los que durante los últimos ocho años he estudiado los métodos de mi amigo Sherlock Holmes, encuentro muchos trágicos, algunos cómicos, un gran número meramente extraños, pero ninguno corriente; porque, trabajando como lo hacía más por amor a su arte que por la adquisición de riqueza, se negaba a asociarse con cualquier investigación que no tendiera hacia lo inusual, e incluso hacia lo fantástico. Sin embargo, de todos estos casos variados, no puedo recordar ninguno que presentara características más singulares que el relacionado con la conocida familia de Surrey de los Roylotts de Stoke Moran. Los hechos en cuestión ocurrieron en los primeros tiempos de mi relación con Holmes, cuando compartíamos habitación como solteros en Baker Street. Es posible que los hubiera hecho constar antes, pero en aquel momento prometí guardar el secreto, promesa de la que sólo me he visto liberado en el último mes por la prematura muerte de la dama a la que hice la promesa. Tal vez sea mejor que los hechos salgan ahora a la luz, porque tengo razones para saber que hay rumores generalizados sobre la muerte del Dr. Grimesby Roylott que tienden a hacer el asunto aún más terrible que la verdad.

Fue a principios de abril del año 83 cuando me desperté una mañana y encontré a Sherlock Holmes de pie, completamente vestido, junto a mi cama. Por regla general, se levantaba tarde, y como el reloj de la repisa de la chimenea me indicaba que sólo eran las siete y cuarto, parpadeé sorprendido y tal vez un poco resentido, pues yo mismo tenía hábitos regulares.

—Lamento mucho despertarle, Watson —dijo—, pero es lo habitual esta mañana. La señora Hudson ha sido golpeada, ella replicó sobre mí, y yo sobre usted.

—¿Qué es, entonces? ¿Un incendio?

—No; un cliente. Parece que una joven ha llegado en un considerable estado de excitación, que insiste en verme. Está esperando en el salón. Ahora bien, cuando las jóvenes se pasean por la metrópoli a estas horas de la mañana y levantan a la gente dormida de sus camas, supongo que es algo muy urgente lo que tienen que comunicarme. Si resultara ser un caso interesante, estoy seguro de que usted desearía seguirlo desde el principio. Pensé, en cualquier caso, que debía llamarle y darle la oportunidad.

—Mi querido amigo, no me la perdería por nada.

No tenía yo mayor placer que el de seguir a Holmes en sus investigaciones profesionales y admirar las rápidas deducciones, tan veloces como intuiciones y, sin embargo, siempre fundadas en una base lógica, con que desentrañaba los problemas que se le presentaban. Me vestí rápidamente y en pocos minutos estuve listo para acompañar a mi amigo al salón. Una señora vestida de negro y con un gran velo, que había estado sentada en la ventana, se levantó cuando entramos.

—Buenos días, señora —dijo Holmes alegremente—. Me llamo Sherlock Holmes. Este es mi íntimo amigo y socio, el doctor Watson, ante quien puede usted hablar con tanta libertad como ante mí mismo. ¡Ja! Me alegra ver que la señora Hudson ha tenido la sensatez de encender el fuego. Le ruego que se acerque a ella y le pediré una taza de café caliente, porque observo que está usted temblando.

—No es el frío lo que me hace temblar —dijo la mujer en voz baja, cambiando de asiento como se le había pedido.

—¿Qué es, entonces?

—Es el miedo, señor Holmes. Es terror.

Se levantó el velo mientras hablaba, y pudimos ver que se hallaba en un lamentable estado de agitación, con el rostro demacrado y gris, los ojos inquietos y asustados, como los de un animal cazado. Sus rasgos y su figura eran los de una mujer de treinta años, pero su cabello estaba teñido de canas prematuras y su expresión era cansada y demacrada. Sherlock Holmes la examinó con una de sus miradas rápidas y comprensivas.

—No debe usted temer —dijo tranquilizador, inclinándose hacia ella y acariciándole el antebrazo—. No me cabe duda de que pronto arreglaremos las cosas. Veo que has venido en tren esta mañana.

—Entonces, ¿me conoce?

—No, pero observo la segunda mitad de un billete de vuelta en la palma de su guante izquierdo. Debe de haber salido temprano, y sin embargo ha dado un buen paseo en un carro de perros, por carreteras pesadas, antes de llegar a la estación.

La dama dio un violento respingo y miró perpleja a mi acompañante.