Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Violet Smith vive un desagradable acoso tras la acumulación de eventos desafortunados. La muerte de su padre ha dejado a Violet Smith y su familia en la pobreza. Tras contar con muchas necesidades y pocos ingresos, Violet aceptará distintos trabajos en el que hombres intentarán aprovecharse de su belleza, prometiendo sacarla de la pobreza.Violet acude al consultorio de Sherlock Holmes y el Dr. Watson tras darse cuenta que esta siendo acosada mientras va a su trabajo. Todos los días un misterioso hombre la persigue a la distancia mientras ella monta en su bicicleta. Esto se repite durante semanas, y cuando ella intenta contactar a este hombre, el huye apenas ella se acerca. Anímate a escuchar como las cualidades de Sherlock Holmes darán como resultado el descubrimiento de su identidad y de una inimaginable historia.-
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 40
Veröffentlichungsjahr: 2019
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Arthur Conan Doyle
Saga
La aventura de la ciclista solitariaOriginal titleThe Adventure of the Solitary Cyclist Cover design: Breth Design www.brethdesign.dk Copyright © 1903, 2019 Arthur Conan Doyle and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726462814
1. e-book edition, 2019
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Del año 1894 al 1901, ambos incluidos, el señor Sherlock Holmes fue un hombre muy ocupado. Se puede decir sin temor a equivocarse que, durante esos ocho años, no hubo caso público con alguna dificultad para el que no fuera consultado, y había cientos de casos privados, algunos de ellos del más intrincado e insólito carácter, en los que desempeñó un papel destacado. Muchos éxitos asombrosos y unos pocos fracasos inevitables fueron el balance de este largo período de trabajo ininterrumpido. Como he conservado muchas y copiosas anotaciones de todos estos casos, y me vi involucrado en muchos de ellos, se pueden imaginar que no es una tarea sencilla saber qué seleccionar para presentarlo ante el público. Sin embargo, mantendré mi antigua regla, y daré preferencia a aquellos casos cuyo interés procede no tanto de la brutalidad del crimen como del ingenio y la índole dramática de la solución. Por este motivo, le presentaré ahora al lector los hechos relacionados con la señorita Violet Smith, la ciclista solitaria de Charlington, y el curioso curso que tomó nuestra investigación, que culminó en una tragedia inesperada. Cierto es que las circunstancias no dan lugar a una exhibición deslumbrante de esas aptitudes por las que era famoso mi amigo, pero hay ciertos puntos en torno al caso que hicieron que resaltase entre esos largos apuntes sobre el crimen cuyos datos reúno para estas historias breves.
Al consultar mi cuaderno del año 1895, me encuentro con que el sábado 23 de abril fue la primera vez que supimos algo de la señorita Violet Smith. A Holmes su visita le pareció, recuerdo, extremadamente inoportuna, porque estaba inmerso en ese momento en un problema muy abstruso y complejo relacionado con el peculiar acoso al que era sometido John Vincent Harden, el conocido millonario del tabaco. A mi amigo, que amaba sobre todas las cosas la precisión y la concentración mental, le molestaba cualquier cosa que distrajera su atención del asunto que en ese momento tuviera entre manos. Y, con todo, por no mostrarse grosero, que era impropio de él, le fue imposible negarse a escuchar la historia de la joven y bonita mujer, alta, elegante y majestuosa, que acudió a Baker Street por la noche y que imploraba su ayuda y consejo. Fue inútil insistir en que ya tenía su agenda enteramente ocupada, porque la joven dama había venido con la determinación de contar su historia, y era evidente que nada, aparte de la fuerza, podía sacarla de la habitación hasta que lo hiciera. Con aspecto resignado y una sonrisa de cansancio, Holmes le rogó a la guapa intrusa que tomara asiento y nos informara de lo que le preocupaba.
—Su salud, por lo menos, no será —dijo, mientras la recorría con su inteligente mirada—. Una ciclista tan apasionada debe de estar llena de energía.
Ella echó una ojeada sorprendida a sus propios pies, y advertí la ligera aspereza del borde de la suela ocasionada por el rozamiento con el pedal.
—Sí, monto mucho en bicicleta, señor Holmes, y eso tiene algo que ver con mi visita de hoy.
Mi amigo cogió la mano sin guante de la dama y la examinó con tan íntimo interés y tan poco sentimiento como un científico mostraría por un espécimen.
—Estoy seguro de que podrá disculparme. Es mi oficio —dijo mientras la soltaba—. Por poco caigo en el error de suponer que era mecanógrafa. Por supuesto, es obvio que se dedica a la música. ¿Observa la punta del dedo, con forma de paleta, Watson, que es común en ambas profesiones? Tiene un no sé qué espiritual en el rostro, no obstante — la movió suavemente hacia la luz—, del que la máquina de escribir no es la causa. Esta dama es instrumentista.
—Sí, señor Holmes, enseño música.
—En el campo, me imagino, dado su cutis.
—Sí, señor, cerca de Farnham, lindando con Surrey.
—Un paraje precioso y lleno de los más interesantes recuerdos para nosotros. Se acuerda, Watson, de que fue cerca de allí que atrapamos a Archie Stamford, el falsificador. Ahora, señorita Violet, ¿qué le ha sucedido a usted cerca de Farnham, lindando con Surrey?
La joven dama, con gran claridad y serenidad, nos hizo la curiosa relación de los hechos que sigue: