La narración psicoterapéutica - Gianmarco Manfrida - E-Book

La narración psicoterapéutica E-Book

Gianmarco Manfrida

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Beschreibung

Este libro es un compendio de fascinantes viñetas clínicas, citas muy variadas que, por si fuera necesario para quien no conozca a su autor, demuestran su enciclopédica cultura, y agudas reflexiones, tanto críticas como conclusivas. Y todo ello con una referencia que habla por sí sola de la complejidad del supuesto postmodernismo que la inspira: el Modelo de las Realidades Compartidas, que Gianmarco Manfrida presenta en sociedad en este libro. Una de las claves de este modelo es que las historias terapéuticas que se "devuelven" a los pacientes, las parejas o las familias, para ser útiles deben ser plausibles, convincentes y estéticamente válidas. La recuperación de la retórica y el concepto de la persuasión son otros de los regalos que nos hace Manfrida. No tiene desperdicio el capítulo dedicado al uso persuasivo de la comunicación escrita, tanto convencional, en forma de cartas, como aportado por la moderna tecnología, correo electrónico y sms. En todos ellos hace alarde nuestro autor de la creatividad que le caracteriza, bajo el común denominador de que "lo escrito permanece, las palabras se las lleva el viento". Gianmarco Manfrida ha escrito una joya que cumple a la perfección con el principio de Tirso de Molina de deleitar aprovechando. (Del Prólogo de Juan Luis Linares)

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Tema: Técnicas terapéuticas

Gianmarco MANFRIDA

La narración psicoterapéutica

Invención, persuasión y técnicas retóricas de la terapia relacional sistémica

Fundada en 1920

Nuestra Señora del Rosario, 14, bajo

28701 San Sebastián de los Reyes - Madrid - ESPAÑA

[email protected] - www.edmorata.es

La narración psicoterapéutica

Invención, persuasión y técnicas retóricas de la terapia relacional sistémica

Por

Gianmarco MANFRIDA

Traducido por

Sonia Martín Pérez

© Gianmarco Manfrida

Título original de la obra publicada en italiano por FrancoAngeli, Milán en 2014:

La narrazione psicoterapeutica. Invenzione, persuasione e tecniche retoriche in terapia relazionale: FrancoAngeli, Milán, 2014.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Todas las direcciones de Internet que se dan en este libro son válidas en el momento en que fueron consultadas. Sin embargo, debido a la naturaleza dinámica de la red, algunas direcciones o páginas pueden haber cambiado o no existir. El autor y la editorial sienten los inconvenientes que esto pueda acarrear a los lectores, pero no asumen ninguna responsabilidad por tales cambios.

© EDICIONES MORATA, S. L. (2019)

Nuestra Señora del Rosario, 14

28701 San Sebastián de los Reyes (Madrid)

www.edmorata.es - [email protected]

Derechos reservados

ISBNpapel: 978-84-7112-942-0

ISBNebook: 978-84-7112-943-7

Depósito Legal: M-10.153-2019

Compuesto por: Sagrario Gallego Simón

Printed in Spain - Impreso en España

Imprime: ELECE Industrias Gráficas, S. L. Algete (Madrid)

Diseño de la cubierta: Equipo Táramo

Traducido por Sonia Martín Pérez

Nota editorial

En Ediciones Morata estamos comprometidos con la innovación y tenemos el compromiso de ofrecer cada vez mayor número de títulos de nuestro catálogo en formato digital.

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Contenido

Agradecimientos para la edición española

Prólogo por Juan Luis LINARES

CAPÍTULO 1. Acercamiento narrativo y cambio

Adentrarse en la materia: una metáfora para el terapeuta narrador.—Del conductismo al construccionismo: en el laberinto de las teorías.—La construcción de la realidad: ¿Qué significa?.

CAPÍTULO 2. Historias viejas y nuevas, más o menos bellas

La construcción de una historia: realidad y plausibilidad, crítica a un caso de Sigmund FREUD.—Distintos modos de contar historias: las historias sistémicas contra-paradójicas del grupo de M. SELVINI PALAZZOLI, las constructivistas de M. WHITE, las teatrales de S. MINUCHIN.

CAPÍTULO 3. Trama y estructura narrativa: cómo se construye una historia interesante

El copyright: ¿relato de la familia o invención del terapeuta?.—Contenido y estructura de la historia: PROPP, LODGE, ECO; terapias junguianas, psicodinámicas y relacionales. PROPP y JUNG. SKLOVSKJ, LODGE y las terapias psicodinámicas. Umberto ECO y el significado de las historias. DIDEROT y el gran rollo.—El problema de la coherencia externa e interna de la historia terapéutica.—Desarrollo de una trama coherente: un ejemplo mediante la sucesión de devoluciones de sesiones de una misma terapia.

CAPÍTULO 4. Terapia e interpretación

Terapia, pedagogía y música: el texto/partitura y su reproducción.—FerruccioBUSONI, Alfred CORTOT y la personalidad del intérprete.

CAPÍTULO 5. Arte retórico y terapia

Historia de la retórica, el arte de la argumentación.—Retórica y ciencia: modelo científico metodológico, modelo no metodológico, modelo retórico.—Modelo retórico y psicoterapia: de la relación dual (terapeuta-paciente/familia-sociedad...) a la relación triádica (terapeuta-cliente-comunidad de interlocutores competentes).—Un ejemplo clínico: corbatas, tobillos y terapia de pareja.

CAPÍTULO 6. Construcción de las historias terapéuticas: técnicas e instrumentos

Tramas alternativas y lógica aristotélica: deconstrucción y reconstrucción del guion familiar mediante silogismos y entimemas. Entimemas aparentes.Cómo combatir los entimemas aparentes.—Un ejercicio de crítica retórica.Devolución final.Análisis de los entimemas aparentes en la devolución.Cómo los terapeutas rebaten los entimemas de la familia.—Los topoi retóricos como argumentos social y culturalmente aceptados.Títulos de los artículos de la Repubblica y del suplemento Donna.Títulos de los artículos de Famiglia Cristiana.

CAPÍTULO 7. Terapia, retórica y emociones

El terapeuta “actor veritatis” de DIDEROT a CICERÓN: efectos retóricos y activaciones emocionales.Título de párrafos de El Orador de Cicerón.—Poderes y riesgos de la retórica, ética y responsabilidad del terapeuta.

CAPÍTULO 8. Técnicas retóricas en terapias relacionales

Las reglas del juego.—Una selección de argumentaciones retóricas, con ejemplos. Argumento de represalia.Argumento del contraejemplo.Argumento de las partes en el todo.Argumento ad hominem.Argumento ad personam.Argumento del parangón.Argumento de lo fácil.Argumento del modelo.Argumento pragmático.Argumento de la doble jerarquía.Absurdo y ridículo.Argumento de autoridad (ad verecondiam).—Técnicas de convicción oculta de los oyentes: los secretos de CICERÓN.

CAPÍTULO 9. Tres sesiones de terapia, con entreactos

Introducción y consejos para la lectura.—El primer encuentro: desgracias, desilusiones y esperanzas.Devolución final.—La segunda sesión: aún más historias y desventuras individuales y familiares.—Encuentro con la psiquiatra que los remite: comentarios del supervisor de la terapia a ella y al terapeuta.—El tercer encuentro: una intensa historia de amor antes y tantas desgracias después.Tercer encuentro en terapia.—El seguimiento de la historia, solo en las devoluciones.Cuarta sesión.Quinta sesión.Sexta sesión.Séptima y última sesión.

CAPÍTULO 10. Estrategias persuasivas comerciales, experimentos de psicología social, entimemas e intervenciones psicoterapéuticas

¿Por qué funciona la persuasión publicitaria y comercial?.—Principio de Reciprocidad: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.—Principio de compromiso y coherencia: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.—Principio de confirmación social: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.—Principio de simpatía: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.—Principio de autoridad: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.—Principio de escasez: psicología social, falsos entimemas, intervenciones psicoterapéuticas.

CAPÍTULO 11. Aspectos persuasivos en la comunicación terapéutica escrita: cartas, sms, mensajes, emails...

Cartas terapéuticas. Un ejemplo de carta de convocatoria.Un segundo ejemplo de carta de convocatoria.Un ejemplo de carta terapéutica.—Correo electrónico.Correo electrónico 1. Correo electrónico 2. Correo electrónico de respuesta.—SMS y WhatsApp*, palabras que vuelan.Mensajes de apoyo.Mensajes de contenido sintomático. Mensajes de consulta afectiva.Mensajes de emergencia.

CAPÍTULO 12. El modelo de las realidades compartidas: investigación cualitativa por Gianmarco MANFRIDA, Valentina ALBERTINI

La investigación cualitativa en psicoterapia narrativa.—El Modelo Terapéutico de las Realidades Compartidas.—El método de investigación.—Elementos plausibles, convincentes y estéticamente válidos en las devoluciones terapéuticas.—Intervenciones narrativas en situaciones psicóticas.—Funciones y acciones de los personajes, según el modelo de PROPP.

CAPÍTULO 13. El derecho de hacer terapia: cómo se conquista y cómo se conserva

Significado y peso de la responsabilidad del terapeuta: del construccionismo social a la ética kantiana.—El derecho a tocar en público.—Ruiseñores mecánicos y terapeutas cantarines.

Epílogo en forma de carta al lector, con autocrítica

Bibliografía

Agradecimientos para la edición española

Este libro me acompaña desde hace ya veinticinco años, desde la idea inicial de la primera edición, hasta el desarrollo de otros apuntes recogidos en la segunda y la tercera, hasta esta edición española, que aún me cuesta creer. Un libro que crece, se modifica y me acompaña durante 25 años es parte relevante de mi vida y también si hubiera pensado que algún libro pudiera reflejar la vida del autor, a la hora de escribir los agradecimientos no habría podido creer que me hubieran venido a la mente tantas personas, que han contribuido, en mayor o menor medida, a hacerlo realidad.

Sin embargo, es como si de cada línea emergieran ideas, expresiones, frases ligadas a momentos específicos de la vida y a ocasiones de encuentro.

Consciente de la necesidad de ser breve, empiezo recordando a mi abuela Vittoria Gobbi Nardi, a mi padre Nicola y a mi madre Marcella, que han formado para mí una familia sólida y me han dotado de herramientas para vivir, pero sobre todo me han enseñado respectivamente la generosidad desinteresada en las relaciones interpersonales, la responsabilidad y la dignidad de ser hombres, el valor de los afectos más allá de las consideraciones racionales. Aunque no siempre haya estado a la altura de cuánto me han dado, pero he comprendido de qué se trataba y espero conseguir transmitirlo.

Entre los que me han enseñado mucho, me gustaría mencionar los nombres de Sandra Foglino, terapeuta y docente, cuyas palabras llegaban directas al corazón de las personas; de Pierluca De Luca, que me ha introducido en la terapia relacional y el trabajo clínico, pero sobre todo me ha ayudado a entender la importancia de la autoridad reconocida y concedida por los demás; de Maurizio Coletti y Luigi Cancrini, guías en mi formación psicoterapéutica y didáctica; de Mara Selvini Palazzoli, que siempre he respetado y admirado en la distancia por su capacidad de estar en cada momento a la vanguardia de la psicoterapia, por lo que la envidio.

La lista de los colaboradores, docentes y alumnos del centro de Psicología Relacional de Prato (Italia) que han participado en las terapias, realizando las intervenciones recogidas en el texto, experimentado las técnicas, debatido los casos sería demasiado larga; agradezco por lo menos a Sandra Melosi y Valentina Albertini, que, de distintas maneras, han participado más estrechamente en el desarrollo del modelo, y a los alumnos de los grupos de formación que he seguido en los últimos veinticinco años.

A la realización de esta edición española han contribuido, con un compromiso que no aspiro ni a poder corresponder, Roberto Pereira, gran amigo, uno de mis parientes terapéuticos, y Paulo Cosín Fernández, director editorial de Ediciones Morata que me han acompañado con increíble constancia en este largo, agotador y tortuoso viaje que ha llevado este libro a hablar en otro idioma, que me gusta mucho, pero que no domino. Ha sido Sonia Martín, la traductora, que ha encontrado los términos para transmitir en español, no solo los numerosos significados, sino también las emociones de mis palabras: un gran trabajo que le agradezco infinitamente.

Sobre nosotros ha planeado la presencia protectora de mi hermano mayor honorario, por sabiduría y experiencia, más que por edad, Juan Luis Linares, una persona maravillosa a quién le tengo mucho afecto desde siempre. También a Ilaria Angeli, de la editorial FrancoAngeli, que me ha ayudado generosamente para hacer posible esta edición española, muchas gracias de corazón. Mi hija Margherita, licenciada en Ciencias de la Comunicación y (¡lo he descubierto solo al final!) Técnicas Persuasivas, guionista y escritora, me ha hecho conocer algunos principios sobre la producción de historias para películas y series de televisión: todavía me está enseñando y sigo estudiando para ver si la realidad imita realmente a la televisión, como la vida al arte.

Repasando esta lista de nombres, que poco le sonarán al lector, pero que son una pequeña síntesis de mi historia personal, me doy cuenta de cuántas personas merecedoras e importantes no he citado y de lo complicada que es la vida que se refleja en un libro; pero también cuánto la mía, más de lo que yo pensaba, ha sido rica y generosa en afectos, encontrados a menudo donde menos me lo habría esperado.

No es poco. Espero que también quien lea, además de quien escribe, pueda encontrar en el recorrido del libro algún hallazgo interesante, alguna idea nueva, algún bonito apunte para la historia de su propia vida.

En fin, la última palabra es para mi mujer, Erica Eisenberg, gran terapeuta y extraordinaria persona, sin cuya admirable y vital presencia no habría hecho, escrito ni vivido nada. Merece la dedicatoria de esta edición, con las palabras de Hermann von Gilm y la música de Richard Strauss:

Zueignung

Einst hielt ich, der Freiheit Zecher,

hoch der amethysten Becher

und du segnetest den Trank,

habe Dank!

Und beschworst dann die Bosen

Bis ich, was ich nie gewesen,

heilig, heilig ans Herz dir sank

habe Dank!

Dedicatoria

Una vez, invitado a beber,

sostuve en alto la copa de amatista

y tú bendijiste la bebida.

¡Te doy gracias!

Y así alejaste los espíritus malos

hasta que yo, lo que nunca fuera,

santo, santo, caí sobre tu corazón.

¡Te doy gracias!

Zueignung (Dedicatoria), texto de Hermann von Gilm, Lied para soprano y orquesta ob. 10 n.1 de Richard Strauss, 1885.

https://www.youtube.com/watch?v=0hLv61aKpbM

Prólogo

Juan Luis LINARES

Difícilmente se podría encontrar un título más postmoderno para un libro. Y, sin embargo, desde mi entusiasmo por el libro y por su autor y desde mi posición crítica ante los excesos del postmodernismo en el campo sistémico, cabría deducir que algo falla en el encaje entre ambos términos.

Y es que, así como el valor y la calidad del libro son indiscutibles, la filiación postmoderna del autor resulta más que dudosa. Pero vayamos por partes.

El libro es un compendio de fascinantes viñetas clínicas, citas muy variadas que, por si fuera necesario para quien no conozca a Gianmarco, demuestran su enciclopédica cultura, y agudas reflexiones, tanto críticas como conclusivas. Y todo ello con una referencia que habla por sí sola de la complejidad del supuesto postmodernismo que la inspira: el Modelo de las Realidades Compartidas, que Gianmarco presenta en sociedad en este libro.

Según este modelo, las historias terapéuticas que se “devuelven” a los pacientes, las parejas o las familias, para ser útiles deben ser plausibles, convincentes y estéticamente válidas. ¡Cómo le envidio a Gianmarco esta elegante definición! Después de conocerla, mis sencillas advertencias a mis alumnos sobre la construcción de las historias terapéuticas (del tipo: ¡ojo, que no todas sirven! O ¡Deben parecerse a las que nos traen los pacientes, pero difiriendo lo suficiente como para que no quepan los síntomas!) me parecen pobres balbuceos semánticos.

Gianmarco es un hombre exquisito y entre sus cualidades y aficiones figura la música. Hasta ahí la descripción sería aplicable casi a cualquiera, pero es que a él yo le he escuchado un concierto interpretando a compositores toscanos en los órganos barrocos de la catedral de Málaga. De modo que, cuando habla de interpretar, hay que concederle que sabe lo que dice. Y del terapeuta como intérprete dice que la inevitable y constante participación de su personalidad en la relación con pacientes y familias puede ser un gran recurso, quizás el mayor recurso terapéutico. Claro está, que “si es utilizada conscientemente, sin excesos, pero también sin temores, quizás con un punto de apreciación estética”.

La recuperación de la retórica es otro de los regalos que nos hace Manfrida en este libro. El tema tiene cierta historia entre nosotros, desde que se reivindicó, hace ya unos años, la obra de Baltasar Gracián, pero él lo trata con sus habituales finuras de espíritu y creatividad, incluso cuando se plantea los riesgos de incurrir en manipulación: “Prefiero el riesgo explícito de la eficacia retórica en un mundo socialmente construido a la desresponsabilizante incógnita del constructivismo radical”. ¡Más razón que un santo! Pero ya se van viendo fisuras en la filiación postmoderna de nuestro querido autor en esa crítica al constructivismo radical que aparece con cierta frecuencia a lo largo del libro. Hay que tener en cuenta que dicho constructivismo radical fue derrotado por el feminismo y otras encarnaciones de la corrección política made in USA, pero nunca desapareció del todo del alma postmoderna. Por otra parte, lo del “mundo socialmente construido” no tiene mucho de postmoderno, aunque se empeñen en ello ilustres narrativistas y conversacionalistas (también made in USA). Los marxistas ya lo defendían, por cierto encarnizadamente, hace más de medio siglo.

De entre los muchos matices deliciosos que nos ofrece Gianmarco en este libro quiero destacar uno que me parece especialmente útil, y es el concepto de persuasión. Yo he empleado una parte importante de mis energías docentes en explicar a mis alumnos que el cambio en psicoterapia no se produce por arte de magia. Una palabrita, una frase ingeniosa, una prescripción paradójica especialmente sofisticada, y ¡zas!, el cambio sobreviene. ¡Pues no! La cosa hay que trabajarla, y persuadir de la conveniencia de cambiar es la mejor manera de hacerlo. Gianmarco nos explica muy bien cómo.

No tiene desperdicio el capítulo dedicado al uso persuasivo de la comunicación escrita, tanto convencional, en forma de cartas, como aportado por la moderna tecnología, correo electrónico y sms. En todos ellos hace alarde nuestro autor de la creatividad que le caracteriza, bajo el común denominador de que “lo escrito permanece, las palabras se las lleva el viento”.

Gianmarco Manfrida ha escrito una joya que cumple a la perfección con el principio de Tirso de Molina de deleitar aprovechando. Ojalá cunda el ejemplo. Yo, mientras tanto, me regocijo con su relectura, dejándolo sobre la mesa para ojearlo de vez en cuando a la búsqueda de un comentario, una cita. una referencia, que, estoy seguro, me alegrará el día.

CAPÍTULO

1

Acercamiento narrativo y cambio

Adentrarse en la materia: una metáfora para el terapeuta narrador

... El hombre ilustrado subió la colina y durante un instante su silueta se proyectó hacia el cielo. Todavía no sabía que estaba tatuado... Se quitó la camisa, la arrugó y con ella formó una pelota entre sus manos. Estaba completamente cubierto de dibujos, desde la base del cuello hasta la cintura. “Así es por todas partes” explicó, [...] me despiden cuando se dan cuenta de que los dibujos tienen movimiento... Cada ilustración era una pequeña historia. Si las miras con atención, en unos minutos te contarán una historia... Está todo aquí, estoy esperando a que las mires. Pero tengo que subrayar que en mi cuerpo existe un punto especial..., ¿lo ves? No hay ningún dibujo específico en mi escápula derecha, solo figuras indefinidas... Cuando estoy durante un tiempo con una persona, este punto se vuelve borroso y se va rellenando. Si estoy con una mujer, su imagen aparece aquí, sobre mi espalda, después de una hora, y enseña toda su vida: cómo vivirá, cómo morirá, como será cuando tenga sesenta años... Por la noche, percibo las ilustraciones, como hormigas, que me rozan la piel. Entonces sé que están haciendo lo que tienen que hacer. Ya dejo de mirarlas. Solo intento descansar...

Ray BRADBURY, en 1951, expresa así, en la figura del Hombre Ilustrado, el problema de la construcción de las historias. En unas pocas líneas plagadas de significado metafórico podemos localizar muchos de los que hoy representan los problemas de los terapeutas constructivistas y narrativistas. La interacción entre el terapeuta y el paciente (individuo, pareja, familia...) provoca la aparición de historias que tienen consecuencias prácticas en la vida de todos, incluso en la del propio profesional (aunque éstos no siempre pierdan el trabajo, como en el caso del Hombre Ilustrado). Entonces, ¿las historias que emergen, lo hacen con independencia del terapeuta, que solo es el espejo en el que se estructuran el pasado, el presente y el futuro en el pensamiento, en la vida del paciente? O bien, ¿juega el que las suscita un papel más activo en estas historias? Todas las ilustraciones del relato no implican directamente al observador; son historias que se desarrollan mientras en la zona indefinida de la escápula derecha, invisible a los ojos del Hombre Ilustrado, se define y se concreta poco a poco el futuro específico del lector. Un futuro que nadie desea conocer con demasiada claridad, porque está inevitablemente plagado de eventos dramáticos y de visiones desagradables sobre uno mismo; un futuro que con frecuencia el Hombre Ilustrado contribuye a crear. Al final del libro, tras una hora observando historias futuras que no le atañen de forma directa, el vagabundo que actúa como observador ve aparecer en la zona misteriosa las Ilustraciones de su destino: “[...] la figura sobre su espalda mostraba al Hombre Ilustrado, sí, era él, con los dedos apretando mi cuello, intentando estrangularme. No esperé a que la imagen fuera más nítida, más definida. Corrí por la calle hasta el claro de luna. No miré hacia atrás. Un pequeño pueblo se extendía frente a mí, oscuro y dormido. Sabía que, antes del alba, habría llegado a la ciudad...”. El libro acaba así, dejándonos con la incertidumbre de unos puntos suspensivos, sin saber si la ilustración había revelado solo una posibilidad o algún hecho inevitable. En cualquier caso, parece que para Bradbury, el narrador toma una parte activa en la historia y que su intervención directa es todo menos neutral y vacía de consecuencias para el lector; esta creencia no es compartida por muchos terapeutas relacionales, quizá porque la mayoría se deja inspirar más por la “cibernética de segundo orden”.

Del conductismo al construccionismo: en el laberinto de las teorías

A principio de los años ochenta, se registró un cambio fundamental en la orientación teórica de los terapeutas relacionales/familiares/sistémicos: el modelo anterior de origen conductista, que encontraba entre sus obras maestras los trabajos del primer WATZLAWICK (Teoría [pragmática] de la comunicación humana, 1967; Cambio, 1973) y de HALEY (Terapia no convencional, 1973; Estrategias en psicoterapia, 1963) y que en Italia había evolucionado sin renunciar a sus orígenes con el modelo sistémico de M. SELVINI PALAZZOLI, L. BOSCOLO, G. CECCHIN, G. PRATA (Paradoja y contraparadoja, 1975), iba a ser sustituido por un nuevo acercamiento constructivista.

El referente científico estaba cambiando: la cibernética y la teoría de la comunicación dejaban paso a la biología y la termodinámica como fuente de inspiración para los terapeutas. Biólogos como MATURANA y VARELA, y bioquímicos como PRIGOGINE se convirtieron en los autores de referencia, en nombre de una nueva epistemología ensalzada. Esta revolución consistió básicamente en la inclusión del observador/terapeuta en el sistema observado: mientras en la cibernética de primer orden el foco estaba puesto en el paciente y su familia, empezó a considerarse prioritaria la relación entre el terapeuta y el sistema. El concepto de conocimiento objetivo dejó paso a una idea de conocimiento mediante la autorreflexividad: todo acercamiento al mundo solo es posible mediante la mediación del propio observador, que contribuye, por lo tanto, de forma decisiva a “construir” una realidad de por sí desconocida. El mundo se vuelve muy “complejo” (BOCCHI y CERUTI, 1985; CERUTI, 1986) y para conocerlo en los límites posibles solo se pueden comparar distintas descripciones; de ahí lo importante que resulta el lenguaje. Otro aspecto innovador ha sido la revalorización de los individuos y, mediante éstos, de las emociones y de los afectos: la “caja negra” que incluía, según los terapeutas conductistas pioneros, lo que no se podía observar de forma directa, se destapaba y el terapeuta también estaba autorizado a ocuparse, además de señalar esquemas repetitivos de comportamiento, del mundo interior del individuo, practicando inferencias. Finalmente, sobre todo en los trabajos de MATURANA y VARELA (1985, 1987), se impuso la idea de “interacción no instructiva”: cada sistema vivo es por definición hermético al entorno y distinto a éste, las interacciones con otros sistemas no pueden inducir cambios directos en un sentido previsible, sino solo perturbaciones a las que cada sistema responde en función de su estructura, condicionada por la historia de su organización. La intervención del terapeuta sobre el paciente y su familia no es por tanto, capaz de provocar modificaciones preestablecidas, no puede ser “instructiva”: solo mediante un proceso de observación de la retroalimentación es posible establecer qué significado se atribuye a la intervención. Es evidente que esta profundización teórica del significado de términos como individuo, sistema o terapia ha contribuido a reducir, o incluso a negar, ciertos aspectos mecanicistas de la terapia familiar de los años sesenta y setenta, pero no ha sido capaz de producir, en este sentido, nuevas técnicas específicas de terapia; más bien un cierto exceso de relativismo y complejidad que con seguridad ha dificultado el trabajo clínico (MINUCHIN, 1991; SPEED, 1991; JONES, 1993). Como ocurre con frecuencia en las escuelas de psicoterapia, se pasó de una postura que cargaba de excesiva responsabilidad al terapeuta (“No existen terapias imposibles, solo terapeutas inadecuados”, JACKSON, hacia 1970) a otra en la que existe un riesgo importante de descargarle de un exceso de responsabilidad: ¿Qué ocurre si no se verifica el “acoplamiento estructural” entre el terapeuta y el paciente o la familia? ¿Para qué sirven las técnicas si no se pueden prever los resultados de su aplicación? ¿Qué sentido tiene crear escuelas de psicoterapia si no se puede instruir a los alumnos igual que a los pacientes? Las posturas de los constructivistas radicales, a pesar de su coherencia, no resultan útiles (ONNIS, GALLUZZO, 1990) ni para la aplicación clínica, ni para la investigación, y probablemente durante muchos años un gran número de terapeutas ha trabajado bien y predicado mal; mejor, sin embargo, que si se hubiera producido lo contrario.

Los años noventa han puesto de relieve el mito de la “posmodernidad”, evolución lógicamente solipsista del constructivismo. VARELA, THOMPSON y ROSCH (1991) definen la posmodernidad como un mundo caracterizado por la “ausencia de fundamentos”: los referentes filosóficos son HEIDEGGER, el neopragmatismo de RORTY (1979), el “pensamiento débil” de VATTIMO (1985): puesto que todas las teorías han dejado de ser absolutas y solo son narración, es oportuno centrarse en las micronarraciones, sin pretensiones de veracidad, más que en los sistemas de pensamiento complejos. Los puntos de vista, todo lo que hay de conocido en este mundo cuya realidad queda excluida, no son ni mejores ni peores, ni más ni menos reales que los demás; existen como mucho las verdades que tienen un valor convencional en el seno de alguna comunidad. Incluso el individuo, detrás del sistema, se considera “fragmentado”, dotado de una identidad débil, “saturada” (GERGEN, 1991) por los innumerables mensajes que le llegan de su entorno. La identidad individual se fragmenta, dando lugar a la multiplicidad del Yo que es continuamente variable en función del contexto, las situaciones, las interacciones e incluso los mensajes que recibe. Sin identidad del sistema y sin ni quisiera individuos completos, el terapeuta, perdido en el mar del relativismo absoluto, sin modelos de referencia, “saturado” él también y dotado también de una identidad incierta, ¿cómo y sobre qué puede trabajar? L. HOFFMAN (1990, 1992) propone encontrar una base más sólida gracias al “construccionismo social”; “aunque el mundo sea irreconocible, se puede trabajar sobre las convenciones sociales que lo sujetan”.

Las ideas, los conceptos y la realidad que emergen del intercambio social, se aprenden mediante el lenguaje y los valores se asumen y se concretan al ser compartidos socialmente. Ante esta perspectiva, en la que las historias se comparten con los demás o son por lo menos capaces de mantener una identidad porque las hemos vivido de forma congruente con nuestras propias imágenes, la terapia se convierte en un proceso de reconstitución, en la que los pacientes y la familia recuperan la posibilidad de crear, interactuando con el terapeuta, nuevas historias que les hace más fuertes y disminuyen su sufrimiento. Puesto que desde siempre la psiquiatría y la psicoterapia no preceden sino que siguen a las orientaciones culturales, sociales y el pensamiento, esta evolución teórica no solo ha afectado a los terapeutas familiares, sino también a los psicoterapeutas en general: a los psicoanalistas (RICOEUR, 1965; NOVELLETTO, 1994) y también a expertos de muchas otras orientaciones que han desarrollado un interés por las teorías constructivistas y construccionistas y por el valor terapéutico de la narración. Las repercusiones prácticas de estas orientaciones teóricas han sido pocas y prácticamente se limitan al campo cognitivista (GUIDANO, 1991): nos hemos enriquecido mucho más y somos menos ingenuos a nivel teórico, pero nuestro abanico de técnicas e instrumentos de trabajo no se ha visto incrementado de forma significativa debido a estos desarrollos teóricos y aún quedan muchas reminiscencias del maltrecho período del conductismo de los años sesenta y setenta.

La construcción de la realidad: ¿Qué significa?

En el Tratado sobre la naturaleza humana de David HUME, encontramos un párrafo en el que se describe la reconstrucción de los fundamentos, con materiales completamente nuevos y un nuevo diseño, de una iglesia vieja. El filósofo inglés observa cómo sin incurrir “en ningún error de lenguaje” los feligreses llaman a la iglesia reconstruida con el nombre de la anterior. “Aquí —escribe— ni la forma ni la sustancia son las mismas, no hay nada en común entre los dos objetos (las iglesias) salvo su relación con los habitantes de la parroquia y, sin embargo, esto es suficiente para que el objeto sea el mismo”. Ya en 1739 HUME reconocía que la identidad de las cosas y las personas puede mantenerse mediante un mecanismo de atribución puramente social. Las consecuencias de este escepticismo hacia las capacidades humanas de conocer una realidad verdadera y concreta no se escapan al filósofo: “Me confunde y asusta, sobre todo la desolada soledad en la que me coloca mi filosofía, recordándome a un monstruo raro e inquietante... Cuando miro hacia fuera, anticipo en cualquier lado disputas, oposiciones, ira, calumnias y críticas. Cuando miro en mi interior, solo encuentro duda e ignorancia... Cada paso que doy, lo hago vacilante; y cada nueva reflexión me hace temer un error y una incongruencia en mi razonamiento”. En tiempos más recientes (1966), BERGER y LUCKMANN propusieron un modelo sociológico de la construcción de la realidad, que los terapeutas han ignorado de forma incomprensible. Propongo una síntesis de este estupendo libro mediante una selección de citas textuales, un poco larga quizá, pero estimulante y rica en repercusiones, a la que con frecuencia haré referencia en los próximos capítulos.

Partiendo de la evidencia de que nuestra conciencia es capaz de moverse por distintas esferas de realidad, BERGER y LUCKMANN afirman:

Entre las múltiples realidades hay una que se presenta como la realidad por excelencia: la realidad de la vida cotidiana. Su postura privilegiada le otorga el derecho a ser designada como realidad dominante. La tensión de la conciencia es más elevada en la vida cotidiana, es decir, que esta última se impone a la conciencia del modo más imponente, urgente e intenso... se me representa como un mundo intersubjetivo, un mundo que comparto con los demás... Comparadas con la realidad de la vida cotidiana, las otras realidades aparecen como esferas de significado limitadas, situadas de manera inevitable en el interior de la realidad dominante... la conciencia siempre regresa a ella como si volviera de excursión... Todas las esferas de significado limitadas se caracterizan por su capacidad de desviar la atención de la realidad de la vida cotidiana.

La lectura de este párrafo, por ejemplo, requiere un esfuerzo de concentración frente a la realidad circundante, mientras que el recorrido cotidiano para ir al trabajo puede realizarse incluso conduciendo de forma casi automática con el mínimo esfuerzo.

La realidad de la vida común tiene esquemas de tipificación en cuyos términos vienen percibidos y tratados los otros mediante encuentros directos. Yo veo al otro como “un hombre”, “un europeo”, “un comprador”... Las tipificaciones de la interacción social se vuelven poco a poco anónimas a medida que se van alejando de la situación del encuentro directo...”. Puesto que la vida cotidiana está dominada por una razón pragmática, el conocimiento normativo, es decir, el que se limita a la competencia pragmática en las operaciones habituales, ocupa un lugar prominente en la cultura común... buena parte del bagaje social del conocimiento consiste en “recetas” para afrontar los problemas de administración ordinaria...

La simplificación y la creación de rutinas que hagan avanzar de modo automático buena parte de nuestra vida, incluidas las relaciones interpersonales, son instrumentos inevitables con los que allanamos la complejidad del mundo y conseguimos agilizar los procesos sociales, reduciendo el empeño del pensamiento y creando condiciones favorables para la producción de resultados en un mundo empobrecido, pero que precisamente por ello, resulta más fácil de compartir y modificar.

La realidad de la vida cotidiana aparece siempre como una zona despejada, con un fondo de oscuridad. Mientras que algunas zonas de la realidad están iluminadas, otras están en sombra, por lo que no se puede saber todo lo que sería útil conocer. Incluso si, por ejemplo, soy un déspota aparentemente omnipotente en mi familia, y lo sé, no puedo conocer todos los factores que intervienen en el éxito continuo de mi despotismo...

Me conformo con saber lo que me basta para lograr mis fines prácticos; así como en lo que concierne a las limitaciones y los condicionantes sociales a los que estamos expuestos, BERGER y LUCKMANN observan:

Es importante tener en mente que la objetividad del mundo institucional, por imponente que pueda parecerle al individuo, es una objetividad producida y construida por el ser humano... es importante hacer hincapié en el hecho de que la relación entre el hombre, el productor y el mundo social, su producto, es y sigue siendo una relación dialéctica... el producto actúa sobre el productor. La exteriorización y la objetivación son momentos de un proceso dialéctico continuo... La sociedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hombre es un producto social.

A este análisis general le sigue un examen preciso de las condiciones y los procesos de socialización primaria en la infancia y secundaria en la edad adulta, que permiten a los seres humanos construir una forma común y socialmente compartida de ver la realidad y también, al menos en parte y en ciertas ocasiones, de conservar la capacidad de destruir esta misma realidad mediante un nuevo proceso de aprendizaje.

El mundo de la infancia es sustancialmente e indiscutiblemente real... solo después, el individuo podrá permitirse el lujo de disfrutar, por lo menos, de dudar mínimamente... el mundo de la infancia está formado de de tal manera que es capaz de inculcar al individuo una estructura convencional en el interior de la cual éste pueda estar seguro de que “todo va bien” [...] Los niños no pueden permitirse, desde su situación de dependencia, dar rienda suelta a su originalidad de pensamiento: deben aprender muy pronto a compartir las bases de la realidad que fomentan el desarrollo de las relaciones sociales, que a su vez confirmarán la visión normal y cotidiana que garantiza la continuidad y la estabilidad del mundo.

Creciendo resulta siempre más necesario desarrollar también la capacidad de liberarse, por lo menos de forma temporal, de la dominante realidad de la vida cotidiana: