La sociedad desescolarizada y otros textos sobre educación - Iván Illich - E-Book

La sociedad desescolarizada y otros textos sobre educación E-Book

Ivan Illich

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Beschreibung

La primera edición en inglés de La sociedad desescolarizada de Iván Illich fue comercializada por la editorial Harper & Row en 1971 bajo el título Deschooling Society. En poco tiempo aparecieron traducciones del libro en diferentes idiomas, incluido el castellano en 1974. En este libro Illich denunció la falacia que envolvía a los sistemas escolares que se fundamentaban en la creencia de que la mayor parte del saber era el resultado de la enseñanza escolarizada. Su reivindicación era que las personas adquirían la mayor parte de sus conocimientos fuera de la escuela. Para una buena comprensión de lo que acontecía no era necesaria la mediación de estructuras institucionales rígidas. Lo que planteó Illich en su obra era que el ser humano volviera a encontrar el sentido de su responsabilidad personal cuando aprendía y enseñaba. No obstante, la carencia de imaginación y de un lenguaje apropiado, impedía que la frustración que crecía a la sombra de las escuelas pudiera dar paso a la construcción de instituciones alternativas. Illich vislumbró un escenario futuro donde cada organización social proporcionaría la instrucción necesaria para sus actividades concretas. A partir de 1976 Illich operó un giro en sus pensamientos. Abordó otras temáticas y buscó perspectivas de estudio diferentes para continuar con su crítica a las instituciones modernas. Desde una perspectiva más histórica, retomó puntualmente la crítica de las instituciones educativas a partir de postulados que diferían de los planteados en La sociedad desescolarizada. Tres textos clave en este sentido son "Los valores vernáculos", texto publicado como capítulo dentro del libro El trabajo fantasma de 1981; "Historia del Homo Educandus", conferencia impartida en París con motivo del V World Council of Comparative Education Societies en 1984; y "Por un estudio de la mentalidad alfabética", ponencia presentada en 1986 en el congreso de la American Education Research Association en San Francisco y que formó parte del libro En el espejo del pasado. Conferencias y discursos, 1978-1990. Estos textos han sido incluidos en esta edición en la medida que arrojan luz para el estudio de la obra de Illich en su conjunto.

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La sociedad desescolarizada y otros textos sobre educación

 

PorIván Illich

Estudio introductorio:

Rosa Bruno-Jofré y Jon Igelmo Zaldívar

 

 

Título original de la obra La sociedad desescolarizada: Deschooling Society (1971)

 

La 1.ª edición en castellano de La sociedad desescolarizada fue publicada por Barral Editores, Barcelona, en 1974

 

Todos los textos publicados en esta edición se incluyen en Iván Illich. Obras Reunidas (2 vols.), México, Fondo de Cultura Económica, 2006 y 2008: La sociedad desescolarizada (vol. I, pp. 187-323); “Los valores vernáculos” (vol. II, pp. 67-91); “Historia del homo educandus” (vol. II, pp. 515-519); “Por un estudio de la mentalidad alfabética” (vol. II, pp. 555-575)

© 2006, 2008, Fondo de Cultura Económica. Todos los derechos reservados Carretera Picacho Ajusco 227, 14738 Ciudad de México Esta edición consta de 500 ejemplares impresos más electrónicos

© 2020 Rosa Bruno Jofré y Jon Igelmo Zaldívar del Estudio introductorio

 

 

 

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transfor­mación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

 

Todas las direcciones de Internet que se dan en este libro son válidas en el momento en que fueron consultadas. Sin embargo, debido a la naturaleza dinámica de la red, algunas direcciones o páginas pueden haber cambiado o no existir. El autor y la editorial sienten los inconvenientes que esto pueda acarrear a los lectores, pero no asumen ninguna responsabilidad por tales cambios.

 

 

© EDICIONES MORATA, S. L. (2020)

Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3.º C

28231 Las Rozas (Madrid. España)

[email protected]

Derechos reservados

ISBNpapel: 978-84-7112-973-4

ISBNebook: 978-84-18381-02-7

Depósito legal: M-14.435-2020

Compuesto por: MyP

Printed in Spain — Impreso en España

Imprime: ELECE Industrias Gráficas, S. L. Algete (Madrid)

Diseño de la cubierta: Ana Peláez Sanz

Imagen de la cubierta: con licencia Creative Commons (Wikimedia Commons). En: https://es.wikipedia.org/ wiki/Iván_Illich#/media/Archivo:I.I.jpg

Nota de la editorial

En Ediciones Morata estamos comprometidos con la innovación y tenemos el compromiso de ofrecer cada vez mayor número de títulos de nuestro catálogo en formato digital.

Consideramos fundamental ofrecerle un producto de calidad y que su experiencia de lectura sea agradable así como que el proceso de compra sea sencillo.

Por eso le pedimos que sea responsable, somos una editorial independiente que lleva desde 1920 en el sector y busca poder continuar su tarea en un futuro. Para ello dependemos de que gente como usted respete nuestros contenidos y haga un buen uso de los mismos.

Bienvenido a nuestro universo digital, ¡ayúdenos a construirlo juntos!

Si quiere hacernos alguna sugerencia o comentario, estaremos encantados de atenderle en [email protected] o por teléfono en el 91 4480926.

Nuestra época se está viendo sometida a transformaciones hasta ahora insospechadas que afectan a las formas de entender y practicar la educación, en todas las modalidades que esta adopta en las sociedades avanzadas, y a sus relaciones con el mundo de la vida y de la cultura.

La inteligencia y la práctica de la nueva educación no se aborda solo desde la racionalidad proyectiva, sino que remite a la reconstrucción crítica del archivo en el que se objetiva la memoria de la cultura de la escuela. Esta perspectiva, que aboca a una nueva narratividad del discurso y de la experiencia, se nutre, entre otras fuentes, de una renovada lectura de los clásicos.

Cada tiempo, y el nuestro también, decide qué autores y qué textos han de ser rescatados o recalificados como clásicos. Esta colección de Clásicos de la Educación nace para facilitar la lectura de los libros que nos ayudarán a entender quiénes somos y adónde hemos llegado. Mediante el diálogo con ellos, los enseñantes y pedagogos de nuestra época se instalarán críticamente en la tradición de una cultura educativa aún viva, de la que no es posible ni razonable prescindir.

***

Ediciones Morata y la Sociedad Española de Historia de la Educación muestran su voluntad de continuar con la recuperación de las voces de autores que han sido relevantes para el mundo educativo en la historia. Así, se suma a la serie “Clásicos de la Educación” un nuevo título: La sociedad desescolarizada y otros textos sobre educación, de Iván Illich, con estudio introductorio de Rosa Bruno-Jofré y Jon Igelmo Zaldívar.

COLECCIÓN CLÁSICOS DE LA EDUCACIÓNConsejo Asesor

 

DirectoraGabriela Ossenbach Sauter (UNED)

 

SecretariaKira Mahamud Angulo (UNED)

 

Carmen Colmenar Orzaes (Universidad Complutense de Madrid) Patricia Delgado Granados (Universidad de Sevilla)Narciso de Gabriel Fernández (Universidad de A Coruña) Alejandro Mayordomo Pérez (Universidad de Valencia)Xavier Motilla Salas (Universidad de las Islas Baleares)Joan Soler Mata (Universidad de Vic)Antonio Viñao Frago (Universidad de Murcia)

 

María Esther Aguirre Lora (UNAM, México)Carlota Boto (Universidad de São Paulo, Brasil)Marcelo Caruso (Universidad Humboldt de Berlín, Alemania) H. Rubén Cucuzza (Universidad Nacional de Luján, Argentina) Antonio Nóvoa (Universidad de Lisboa, Portugal)Simonetta Polenghi (Universidad Católica de Milán, Italia) Javier Saénz Obregón (Universidad Nacional, Colombia) Frank Simon (Universidad de Gante, Bélgica)

PARTE I: Estudio introductorio

Estudio introductorio, Rosa Bruno-Jofré y Jon Igelmo Zaldívar

Iván Illich, sus años formativos y la configuración teológica después de la Segunda Guerra Mundial.—Cuernavaca, la radicalización de Illich y la transición de la crítica a la Iglesia como institución a la crítica a la escuela.—Illich más allá de La sociedad desescolarizada en los años ochenta y noventa.—Bibliografía.—Obras de Iván Illich traducidas al castellano.—Obras sobre Iván Illich y su contexto.—Otras referencias bibliográficas citadas en el estudio introductorio.

PARTE II: La sociedad desescolarizada (1971)

Introducción

CAPÍTULO 1. ¿Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela?

CAPÍTULO 2. Fenomenología de la escuela

CAPÍTULO 3. Ritualización del progreso

El mito de los valores institucionalizados.—El mito de la medición de los valores.—El mito de los valores envasados.—El mito del progreso que se perpetúa a sí mismo.—El juego ritual y la nueva religión mundial.—El reino venidero: la universalización de las expectativas.—La nueva alienación.—La potencialidad revolucionaria de la desescolarización.

CAPÍTULO 4. Espectro institucional

Falsos servicios de utilidad pública.—Las escuelas como falsos servicios de utilidad pública.

CAPÍTULO 5. Compatibilidades irracionales

CAPÍTULO 6. Tramas del aprendizaje

Una objeción: ¿a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada?—Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales.—Cuatro redes.—Servicios de referencia respecto de objetos educativos.—Servicios de habilidades.—Servicio de búsqueda de compañero.—Educadores profesionales.

CAPÍTULO 7. Renacimiento del hombre epimeteico

Apéndice. Una elección que hacer

La enseñanza oculta de las escuelas.—Los postulados secretos de la educación.—Las influencias ocultas en el mercado de la educación.—La escuela, instrumento del progreso tecnocrático.—Enseñar, instruirse: responsabilidades personales.—Una tecnología nueva más que una nueva educación.—Una pobreza libremente consentida.

PARTE III. Otros textos sobre educación (1981-1986)

Los valores vernáculos

Cristóbal Colón encuentra al ruiseñor.—Nebrija construye el instrumento: 18 de agosto de 1492.—El imperio necesita del “lenguaje” como conjunto.—El castellano sale de la infancia.—Desde entonces la lengua necesita maestros.—Una lengua vagabunda, indisciplinada.—El habla libre, sin preceptos, encuentra un nuevo aliado en la imprenta.—... y hay que ponerle a eso un alto.—Lo vernáculo aliado con la imprenta pondrá en riesgo al Estado.—En adelante los libros serán vistos y no entendidos.—Al servicio de la reina, el castellano sintético remplazará las hablas populares.—El habla desarrollada en común, sustituir la lengua dispensada por la Corona.—El regazo del “alma mater”.—El control burocrático como piedra de sabiduría.—El experto que necesita la Corona.—La lengua inculcada y ya no el nacimiento decide el estatus social.—El experto defiende el interés de los súbditos.—El proyecto de Nebrija escandaliza a Su Majestad.—La guerra contra la subsistencia.—El desarrollo de una sociedad de la necesidad normalizada.

Historia del homo educandus

Por un estudio de la mentalidad alfabética

La mentalidad alfabética del iletrado.—La institución escolar.—Constitución y evolución de una esfera mental.—La revolución del alfabeto.—Otra revolución: el texto.—La individualidad, la conciencia y la memoria laicas.—Exilio de la mentalidad alfabética.

PARTE I

ESTUDIO INTRODUCTORIO

Estudio introductorio

La sociedad desescolarizada, publicada en 1971, es un libro que marcó una nueva orientación crítica al análisis de la escuela y tuvo un gran impacto tanto en el mundo intelectual como en el público en general. La idea central del libro escrito por Iván Illich (1926-2002) es la distinción central entre educación y escolarización, cuestionando la monopolización que hace la escuela de la educación. Es sorprendente que siendo La sociedad desescolarizada su primer libro sobre educación alcanzase tanta relevancia. No se trata de un trabajo cumbre que representa el desarrollo pausado de su pensamiento durante un largo periodo de tiempo. Todo indica que los editores de Harper & Row hicieron una buena lectura del mercado y de la época y detectaron el impacto potencial del manuscrito.

Los propios editores de la prestigiosa casa editorial estadounidense fueron los que eligieron el título para la primera edición en inglés del libro de Illich: Deschooling Society, texto que fue traducido como La sociedad desescolarizada en las ediciones de 1974 de Seix Barral y de 1984 de la editorial mexicana Joaquín Mortiz.1 Illich había pensado en otro título para este trabajo: The Dawn of Epimethean Man and Other Essays (El amanecer del hombre epimeteico y otros ensayos). De hecho, fue este el título con el que aparecieron reunidos la totalidad de los capítulos de La sociedad desescolarizada en una edición no comercial del texto realizada en septiembre de 1970 por el Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca (CIDOC) que coordinaba Illich. En una reunión en la que Iván Illich participó junto con Paulo Freire en Ginebra en 1974 declararía en relación al término desescolarización: “Yo me excuso por haber contribuido a introducir en nuestro lenguaje esta fea palabra, este feo neologismo. Comparto la responsabilidad con Cass Canfield, un publicista de Harpers, que evidentemente es un buen hombre de negocios. Él encontró la palabra en algún lugar de una frase secundaria de mi libro y dijo: Iván, ese es un título maravilloso para el libro. Déjanos llamarlo ‘Desescolarización de la educación’”.2 Ni el propio Illich, que hasta entonces era conocido principalmente por el conflicto que como sacerdote le había enfrentado con la Congregación para la Doctrina de la Fe en el verano de 1968, pudo imaginar las repercusiones que llegaría a tener su trabajo una vez fue accesible al público en general. Si bien es cierto que años antes de 1971 el intelectual neoyorquino Paul Goodman había mostrado que la crítica de la escuela podía ser también un éxito de venta con libros como Growing up absurd (1956) y Compulsory miseducation and the community of scholars (1962).3

Figura 1. El editor Carlos Barral fue clave para que en los años setenta los lectores españoles conocieran la crítica de Iván Illich a las escuelas, los medios de transporte modernos y la medicina institucionalizada. En la colección “Breve Biblioteca de Respuesta” de Barral Editores fueron publicados cuatro de sus libros: La sociedad desescolarizada; La convivencialidad; Energía y equidad y Némesis médica.

Illich fue un autor cuyos libros llegaron a España en los setenta. La figura del editor Carlos Barral fue clave para que los lectores españoles conocieran la crítica de las escuelas, los medios de transporte modernos y la medicina institucionalizada que Illich estaba articulando desde México. En la colección titulada “Breve Biblioteca de Respuesta” de Barral Editores, fueron publicados cuatro libros: La sociedad desescolarizada (1974) en el volumen 100; La convivencialidad (1974) en el volumen 110; Energía y equidad (1974) en el volumen 112; y Némesis médica (1975) en el volumen 130.

Asimismo, las ideas de Illich tuvieron un impacto destacado en el campo de la educación en España. Fue la revista Cuadernos de Pedagogía la que introdujo el debate en torno a la crítica a las instituciones educativas planteada por los teóricos de la desescolarización. El artículo publicado en 1975 por Estanislao Pastor y José María Román en esta revista de referencia para los Movimientos de Renovación Pedagogía (MRP), puede ser considerado como uno de los primeros textos que se refirió a las nuevas corrientes críticas de las escuelas en el ámbito de la pedagogía en España. El texto apareció en el número 5 de la revista con el título “El movimiento de la ‘educación liberadora’”. Para Pastor y Román pensadores como Illich representaban un nuevo enfoque crítico que desde una perspectiva histórica podía compararse con el movimiento de la educación nueva que había revolucionado el panorama pedagógico en las primeras décadas del siglo XX. La actividad crítica que se estaba llevando a cabo en el CIDOC de Cuernavaca, según quedó expuesto en este artículo, podía ser equiparada, asimismo, con la que se había desarrollado a partir de 1912 en el Instituto Jean-Jacques Rousseau de Ginebra.4

Apenas unos meses después la misma revista dedicaría un monográfico a la temática en cuestión. El propio Illich visitó en 1975 la redacción de Cuadernos de Pedagogía en Barcelona. Y el resultado de esta visita fue la entrevista publicada en el número monográfico de julio y agosto de ese mismo año titulado “Dossier Freire/Illich”. En este monográfico, además de la interesante entrevista a Illich, se publicó un texto firmado por Rosiska Darcy de Oliveira y Pierre Dominice titulado “Illich-Freire: pedagogía de los oprimidos. Opresión de la pedagogía”. En este artículo quedaría expuesta la crítica a la escolarización de Illich a la sombra de sus trabajos críticos con la Iglesia y a sus tesis críticas con el modelo industrial de producción.5

Figura 2. Viñeta publicada en el número 7-8 de Cuadernos de Pedagogía (1975) dedicado al pensamiento de Iván Illich y Paulo Freire (imagen cedida por Cuadernos de Pedagogía).

En este estudio introductorio situamos La sociedad desescolarizada de Illich en el contexto total de su vida, su obra y su pensamiento intelectual. De esta manera nos referimos en primera instancia a su origen familiar, su formación en varias instituciones católicas, su exposición a la teología neo-escolástica del Magisterium (a veces referida como una versión neotomista), su primer apostolado en Nueva York, su tiempo como vicerrector de la Universidad de Puerto Rico y finalmente sus contactos con América Latina. Pasamos después a analizar el tiempo de Illich en Cuernavaca y el significado de su relación con Sergio Méndez Arceo. El análisis del proceso de radicalización de Illich y la crisis con el Vaticano entre 1966 y 1969 nos lleva de la mano al tránsito de la crítica de la Iglesia a la crítica de la escuela. Aquí nuestra tesis central es que la crítica a la escuela que hace Illich está en línea con la separación que establece entre la Iglesia como institución, “Church as It”, y la Iglesia como tradición y comunidad espiritual, “Church as She”. Concluimos esta introducción con la perspectiva desde la que Illich observa La sociedad desescolarizada en los años ochenta y noventa en el contexto de la dirección que toma su pensamiento después el cierre del CIDOC de Cuernavaca en 1976. Es por eso que en este volumen, además del texto completo de La sociedad desescolarizada, hemos querido reunir otros tres textos que consideramos fundamentales para el estudio en una perspectiva más amplia de un autor como Illich. Estos textos son “Los valores vernáculos”, texto publicado como capítulo dentro del libro El trabajo fantasma de1981; “Historia del homo educandus”, conferencia impartida en París con motivo del V World Council of Comparative Education Societies en 1984; y “Por un estudio de la mentalidad alfabética”, ponencia presentada en 1986 en el congreso de la American Education Research Association en San Francisco y que formó parte del libro En el espejo del pasado. Conferencias y discursos, 1978-1990.

Iván Illich, sus años formativos y la configuración teológica después de la Segunda Guerra Mundial

Iván D. Illich nació en Viena en 1926 y creció en la isla de Brac, en la costa Adriática de Dalmacia. Su contexto familiar y su vida temprana enmarcada por el nazismo y la guerra dejaron huellas en su relación existencial con el mundo moderno y con la Iglesia. Su padre era un croata aristocrático y su madre pertenecía a una familia judía que se había convertido al catolicismo. Su abuelo materno, Fritz Regenstreif, era un afamado comerciante de madera que había hecho buenos negocios en Bosnia donde poseía un aserradero. El principal testimonio de la posición acomodada de la que disfrutaba el entorno familiar de Illich era la casa de campo art nouveau conocida como Villa Regenstreif que la familia poseía en Viena. Su origen social representa la intersección de la vieja aristocracia con la nueva burguesía comercial de origen judío. Su madre tenía contactos intelectuales y artísticos. Ella presentó a su hijo al teólogo católico Jacques Maritain, quien luego tendría gran influencia en el pensamiento de Illich.

Illich vivió en Villa Regenstreif hasta la muerte de su abuelo en 1941. Entre los diez y los quince años asistió como alumno al prestigioso Piersten Gymnasium de Viena. Después de la muerte de su padre en 1942, la familia perdió su categoría de mitad-aria. Illich, su madre y sus dos hermanos mellizos se trasladaron a Florencia, Italia, donde cursó secundaria en el Liceo Científico Leonardo da Vinci. Allí estudió Química en la Universidad de Florencia y participó en actividades de resistencia antifascista.6

En 1943 Illich se trasladó a la capital de Italia para dar continuidad a sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, la institución religiosa más prestigiosa de educación superior gestionada por la Compañía de Jesús. Con apenas 17 años sus pasos se encaminaban hacia la vida religiosa dentro de la Iglesia católica. En este momento está expuesto al neoescolasticismo del Magisterium, pero era también el tiempo de la pluralización del neotomismo y la primera fase de la nouvelle théologie. Illich fue ordenado sacerdote en Roma en 1951. Ya había completado una maestría en Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma y su doctorado en Filosofía de la Historia en la Universidad de Salzburg. Illich, en su tesis titulada Las dependencias filosóficas y metodológicas de Arnold Toynbee analizó el enfoque de Arnold Toynbee en su estudio del surgimiento y la decadencia de las civilizaciones y los desafíos morales y religiosos que emergían. Al tiempo que hacía su doctorado viajaba a Roma para prepararse para el sacerdocio y estuvo trabajando informalmente con Jacques Maritain.

Estas experiencias nos dicen, por un lado, que Illich estuvo en contacto directo con el Magisterium Ecclesiae del Vaticano, que significó una vuelta al tomismo basado en interpretaciones del siglo XVI. Esta versión neoescolástica fue usada como esquema teológico/intelectual antimodernista que el Vaticano impuso a través de la encíclica Quanta cura de Pío IX de 1864 —en especial del apéndice Syllabus errorum del mismo año—, la encíclica Aeterni Patris de Leon XIII en 1879, la encíclica Pascendi Dominici gregis de Pío X de 1907 y las subsecuentes encíclicas y documentos que condenaron la modernidad por herética. A principios de siglo, la llamada “crisis modernista” ilustró la persecución de los teólogos que trataron de integrar un método histórico crítico en su teología. El neoescolasticismo del Vaticano ofrecía una lectura mediada de Tomás de Aquino; se trataba de una teología aristotélica que demostraba y defendía un orden objetivo de hechos divinos y de enseñanza, una teología separada del mundo y de la historia.7

En este periodo de formación Illich estuvo expuesto y en contacto, como ya hemos señalado, con Jacques Maritain, neotomista que estudió a Tomás de Aquino a través de interpretaciones de los siglos dieciséis y diecisiete, en particular las de Tomás Cayetano y de Juan de Santo Tomás. Maritain representaba una de las corrientes que se desarrollaron entre 1920 y 1950 dentro del neotomismo. Este teólogo francés usó la intuición humana para relativizar al tomismo e integrar la cultura contemporánea. Teniendo como referencia a escolásticos de los siglos dieciséis y diecisiete, enfatizó un humanismo integral según el cual la persona humana tenía un propósito natural que se lograba a través de la política y un propósito supernatural que se lograba a través de la religión y la ética.8 Otras tendencias del neotomismo iban directamente a las fuentes, a Tomás de Aquino y otras fuentes tempranas. El tomismo transcendental se preocupa de ubicarse históricamente usando una investigación histórica crítica, y tendencias positivas que usan inducción en vez de deducción como lo hacía el neoescolasticismo. Como complemento a las tendencias tomistas, el periodo de 1920 a 1950 se caracterizó por la emergencia de la fenomenología en filosofía (Edmund Husserl) y el existencialismo (Martin Heidegger y Carl Jaspers), cuyas interpretaciones de la percepción y la experiencia influyeron la teología católica y en el personalismo de Emmanuel Mounier.

En el período indicado hubo muchos desarrollos teológicos bien documentados, en particular el movimiento de nouvelle théologie, cuyo punto de partida se sitúa en 1935 cuando el Dominico Yves Congar escribió un artículo titulado “Déficit de la théologie”. Esta corriente precursora del Vaticano II en sus varias fases reconecta la teología católica con la realidad histórica de la fe y con la vida diaria. Illich tenía contacto con teólogos que son considerados como protagonistas del movimiento de nouvelle théologie y hay en sus escritos referencias a algunos de ellos, como es el caso de Edward Schillebeeckx.

Illich desarrolló una visión ecléctica en la que persistió como eje su crítica a la modernidad. Esta es evidente en su línea de ataque al progreso desarrollada en La sociedad desescolarizada (1971) y en su búsqueda transtemporal en el medioevo y en la reivindicación del titán Epimeteo de la mitología griega. Por su parte, la fenomenología se expresa en el análisis de la escuela presente en el capítulo de La sociedad desescolarizada titulado “Fenomenología de la Escuela”. El existencialismo está expresado en el pensamiento de Illich a través de una preocupación por la autenticidad, que es evidente en su concepción del misionero, así como en su llamado a inculturarse donde el trabajo se desarrolle, sea la Iglesia, la escuela u otras instituciones.

Figura 3. Portada del CIDOC Cuaderno número 54. En este volumen de 1970 titulado The Dawn of Epimethean Man and Other Essays Illich publicó la mayoría de textos que fueron incluidos un año después en la primera edición en inglés de Deschooling Society (La sociedad desescolarizada).

En 1951 Illich decide abandonar Roma como resultado de la distancia que sentía respecto a la posición del Magisterium ocupado con una doctrina separada de los problemas del mundo. De hecho, en agosto de 1950 el papa Pío XII publicó la encíclica Humani Generis, subtitulada Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica. Illich no podía entender esta postura, y así se lo hizo saber al entonces cardenal de Bruselas, a quien asesoraba en materia teológica. En efecto, el Vaticano se dedicaba en pleno apogeo de la Guerra Fría a discutir problemas doctrinales. Este era en la visión de Illich un debate que solo importaba a unos pocos teólogos católicos mientras que la Guerra Fría amenazaba con destruir todo rastro de vida en el planeta Tierra.

Illich tenía entonces 26 años y como consecuencia de su choque con la curia romana decidió ir a Nueva York con la intención de ampliar sus estudios en la Universidad de Princeton. En esa universidad enseñaba Jacques Maritain, con quien quería desarrollar un proyecto postdoctoral sobre la alquimia en Alberto el Grande. En la Gran Manzana Illich fue destinado a la parroquia del barrio Washington Heights. Se trataba de un barrio conservador católico de tradición irlandesa que en los últimos tiempos había estado recibiendo un número importante de inmigrantes.9

No tardó mucho, apenas unas semanas, en entrar en contacto con la comunidad puertorriqueña asentada en Nueva York. Un encuentro que en clave biográfica marcaría su vínculo posterior con América Latina en las décadas siguientes. Sintió que la comunidad puertorriqueña, en cierta forma, vivía un proceso de desculturación semejante al que él mismo y su familia habían vivido en su tiempo en Viena y Florencia. Como portador de la alta cultura europea que combinaba las tradiciones judía y católica, algo inusual, con un elemento cosmopolita plurilingüe, encontró en los inmigrantes de Puerto Rico un espejo que le devolvía una imagen conocida.10 Su proyecto de trabajo con Jacques Maritain quedó aplazado.

La sociedad desescolarizada tiene mucho que ver con las corrientes de pensamiento a las que Illich estuvo expuesto en los tardíos años cuarenta y comienzo de los cincuenta. Pero no se podría entender este complejo rompecabezas sin atender a la experiencia de Illich con los puertorriqueños entre 1951 y 1955, en la parroquia de la Encarnación, en Nueva York, y a su trabajo posterior en Puerto Rico. Igualmente importantes fueron los contactos que mantuvo con Dorothy Dohen, editora de Integrity, una revista fundada por laicos en los años cincuenta, que cuestionaba la hipocresía de la Iglesia estadounidense, y también con The Commonweal Magazine, revista de corte avanzado, crítica de posiciones ortodoxas, donde publicaron Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y Hannah Arendt. Illich también estuvo familiarizado con el pensamiento que cuestionaba la posición de los Estados Unidos y de la Iglesia estadounidense en relación a América Latina. En reconocimiento a su trabajo con la comunidad puertorriqueña Francis Spellman, cardenal de Nueva York, nombró a Illich coordinador de asuntos hispanoamericanos de la archidiócesis de Nueva York. Apenas un año después Illich era propuesto como vicerrector de la Universidad de Puerto Rico. Estos nombramientos que recibió Illich, siendo un joven sacerdote que no había cumplido aún los treinta años, nos llevan a preguntarnos cuál era entonces la posición política de Illich, dado que el cardenal Spellman poseía una visión conservadora y fuertemente anticomunista en línea con la política estadounidense en los momentos más críticos de la Guerra Fría.

Ya en Puerto Rico, en cumplimiento de la misión que le encargó Spellman, Illich creó en 1956 un centro, el Instituto de Comunicación Intercultural, donde se ofrecían cursos sobre cultura latina y la enseñanza del español para la formación de religiosos estadounidenses que trabajaban en parroquias con fuerte presencia de población latinoamericana. Este proceso formativo pivotaba en torno, por un lado, a una conceptualización de la experiencia del misionero ligada a la experiencia de la pobreza; centrándose específicamente en la noción de pobreza, ya que el individuo que aprende un nuevo idioma se enfrenta a una situación de debilidad y dependencia. Por otro lado, pivotaba en torno a la noción de que el ministerio debía ejercerse en un estilo espiritual y religioso que tuviera sentido para la gente.11 En 1957 las buenas relaciones entre Spellman e Illich se hicieron visibles en la mediación que hizo el cardenal de Nueva York para que el joven vicerrector de la Universidad de Puerto Rico recibiera el título de camarero secreto de Su Santidad. Con apenas 30 años de edad Illich se convertía en el monseñor más joven de toda América. A partir de entonces pasaría a ser conocido en los círculos religiosos como Monseñor Illich.

Con todo, el tiempo de Illich en Puerto Rico supuso una buena oportunidad para conocer a algunos de los intelectuales que vivían en la isla en aquel tiempo, tal es el caso de Leopold Kohr, reconocido sociólogo, economista y jurista de la Universidad de Puerto Rico, en el campus de Río Piedras. Kohr introdujo la idea de que “lo pequeño es hermoso” que Schumacher adoptaría como eslógan en su afamado libro.12 También entonces Illich conoció a Everett Reimer, quien se encontraba en Puerto Rico asesorando al Gobierno de la isla en materia de educación. Fue entonces, en contacto con Reimer, cuando Illich tuvo la oportunidad de conversar por primera vez sobre asuntos educativos desde una perspectiva crítica y con una actitud de clara sospecha respecto al impacto que la institucionalización de la educación podía tener sobre amplios sectores de la población.

Las buenas relaciones de Illich en Puerto Rico se enturbiaron debido a sus críticas durante la campaña electoral presidencial de 1960. Sucedió que el obispo de la ciudad de Ponce, James McManus, que a su vez era canciller de la universidad donde Illich ejercía de vicerrector, mandó una carta al personal universitario mediante la cual trataba de obligar a todos los católicos, bajo amenaza de excomunión, a votar por el partido político que él mismo estaba promoviendo. El partido en cuestión tenía como símbolo la bandera del Papa con un rosario sobrepuesto. Illich convocó a las autoridades de la universidad para hacerles llegar una misiva, y en su presencia leyó un documento con un tono que hizo que todos se rieran a carcajadas. Ese mismo día su servicio como vicerrector finalizó y como consecuencia de estos hechos fue declarado persona non grata en la isla y se vio obligado a volver a Nueva York. El origen de esta controversia fue publicada en el periódico mexicano Excelsior el 2 de mayo de 1969.13

Como resultado, Illich tuvo que renunciar como vicerrector y tuvo que regresar a su parroquia en Nueva York. Es sabido que, tras su salida de Puerto Rico, inició un recorrido pausado por el continente americano partiendo del sur de Chile. Desde allí comenzó a remontar, unas veces caminando, otras haciendo autostop y tomando todo tipo de autobuses, la geografía cultural latinoamericana. Cuando llegó a México a finales de 1960 movió algunos contactos que tenía en el país con el fin de conocer alguna diócesis de carácter progresista donde pudiera dar continuidad a las ideas que había madurado en su tiempo en Puerto Rico y Nueva York. Así llegó a la diócesis de Cuernavaca, cuyo obispo era una de las voces progresistas más reconocidas en la Iglesia de América Latina: Sergio Méndez Arceo.

El encuentro con Méndez Arceo será decisivo para el establecimiento de la red de centros en Cuernavaca a partir de 1961 y para el proceso mismo de radicalización de Illich, que es importante para entender la compleja intencionalidad detrás de La sociedad desescolarizada. Su traslado a Cuernavaca supone una ruptura que le saca del paraguas de protección que hasta entonces le brindaban sectores de la jerarquía de la Iglesia católica norteamericana. Sería una ruptura sin punto de retorno.

Cuernavaca, la radicalización de Illich y la transición de la crítica a la Iglesia como institución a la crítica de la escuela

Para entender la transición hacia la publicación de La sociedad desescolarizada es importante tener en cuenta que, como ha señalado David Cayley, desde el principio de su vida como sacerdote, Illich distinguió a la Iglesia como institución (Iglesia como “It”) de la Iglesia madre (Iglesia como “She”).14 La primera era expresión de poder terrenal, cuestionada por Illich. La segunda era la depositaria de la tradición y la representación viviente de la comunidad cristiana, el misterio, el reino entre nosotros/as. Illich en su trabajo pastoral y en sus proyectos formativos buscaba preparar misioneros para la Iglesia madre. Vamos a argumentar que Illich después de su conflicto con el Vaticano entre 1966 y 1969 movió su crítica de la Iglesia institucional a la escuela como institución, a la escuela como “It”, diferenciándola así de la educación.15 Explicaremos la transición a la luz del proceso de radicalización de Illich en Cuernavaca, México, y en relación a su formación teológica y a su experiencia misionera.

Illich tenía treinta y cuatro años. Su regreso a Nueva York marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida intelectual y material. Llegó en una coyuntura especial para la Iglesia católica y América Latina. El 17 de agosto de 1961, en Punta del Este, Uruguay, se lanzó la Alianza Para el Progreso, que tenía como objetivo modernizar América Latina con la ayuda de los Estados Unidos para contrarrestar el impacto político de la Revolución cubana de 1959. El mismo día de 1961, el papa Juan XXIII realizó un llamado a las congregaciones religiosas y al personal laico de las parroquias de los Estados Unidos y Canadá con el fin de renovar el apostolado misionero en América Latina. El objetivo era frenar tanto la pobreza instalada en un número importante de países latinoamericanos como la radicalización política. El programa papal de voluntarios establecido en 1960 estaba comenzando.

El padre Maryknoll John Considine pidió a la Universidad de Fordham apoyar la creación de un centro de formación de misioneros en América Latina. El presidente de Fordham, quien era amigo de Illich, lo nombró director ejecutivo del Center for Intercultural Formation (CIF), centro administrativo con oficinas en Fordham University. La jerarquía católica estadounidense y el Vaticano convergían en el proceso de modernización de América Latina promovido por Estados Unidos como respuesta a la Revolución cubana.16

La idea de preparar misioneros atrajo a Illich, quien decidió abrir el Centro de Investigaciones Culturales (CIC) A. C. Asociación civil mexicana, independiente de la Iglesia, en 1960, después de una reunión con el obispo Sergio Méndez Arceo, a quien conocía. En 1961 empezaron a llegar misioneros al CIC. Este centro tenía su contraparte en el Centro de Formação Intercultural (CENFI) en Anápolis primero, y a partir de 1963 en Petrópolis. Originalmente, el CIF y sus publicaciones, así como el CIC y el CENFI fueron financiados por la Oficina Latinoamericana del Consejo Católico de Bienestar (Latin American Bureau of the National Catholic Welfare Council, NCWC). La Oficina con fondos del Consejo dio a Illich $75.000 dólares para empezar el proyecto. Sin embargo, aunque los programas papales concebían a las misiones como eclesiocéntricas —es decir, como respuesta a las necesidades institucionales de la Iglesia— Illich concebía la formación del misionero como misionero de la Iglesia madre, inspirada por el Espíritu.17

Illich eligió Cuernavaca dada la poderosa presencia de su obispo Méndez Arceo. En Cuernavaca trabajó con Méndez Arceo, quien tenía una visión transformadora del rol de la Iglesia. No pasó mucho tiempo e Illich empezó a distanciarse de las posiciones oficiales de la Iglesia hacia América Latina y, por supuesto, de John Considine de la Oficina Latinoamericana del NCWC. Considine había sido el arquitecto en la sombra del proyecto misionero promovido desde el Vaticano y se decía que tenía contacto directo con el Papa. Es importante señalar que el NCWC estaba alineado con el cardenal Richard Cushing de Boston, quien había presidido la Primera Conferencia Episcopal Interamericana del 2 al 4 de noviembre de 1959, convocada por el Vaticano y que tuvo lugar en la Universidad Georgetown.18 El punto aquí es que Cushing, amigo personal de los Kennedy, era profundamente anticomunista, apoyaba la Alianza para el Progreso, y era un participante activo en la elaboración del discurso de la Guerra Fría.

Cuernavaca se había convertido en un punto de referencia en una coyuntura histórica en la que el paisaje político de América Latina se movía rápidamente hacia procesos de cambio desde finales de los años cincuenta. Cuernavaca era el lugar apropiado para Illich. Bajo el liderazgo del obispo Méndez Arceo había tomado la forma de un campo de experimentación católica antes del Concilio Vaticano II; un centro de aggiornamento cultural y de desarrollo de un nuevo sentido estético ligado a una renovación teológica temprana. Este sentido de experimentación se había materializado en la renovación del edificio de la Catedral de Cuernavaca que se inició en 1956. Se quitó el altar barroco, los ornamentos del siglo diecinueve, y se dejó solo una estatua de la Virgen María. La catedral restaurada revelaba una elegancia franciscana, retenía porciones de las paredes de la basílica original y frescos del siglo diecisiete que describían el martirio de san Felipe de Jesús, sacerdote misionero y santo mexicano. El modernismo de la catedral generó fuertes reacciones, así como lo hizo el uso de la lengua vernácula y la incorporación de música popular en los servicios religiosos.

Cuernavaca constituía un espacio especial en la medida en que la Iglesia local como institución buscó articularse con el espíritu de los tiempos y con el pueblo mismo, aún antes del Vaticano II.19 Mientras tanto había gran fluidez en los medios teológicos tanto protestantes como católicos en América Latina. En esa época retornaban de Europa, en particular de Lovaina, teólogos/sacerdotes que se habían familiarizado con corrientes teológicas que serían consideradas precursoras de la teología del Vaticano II y que abrían nuevas perspectivas no solo a un encuentro con la modernidad sino a nuevas configuraciones del catolicismo social. Este era el caso de los escritos de neotomistas como Jacques Maritain y los de quienes son vistos por los historiadores como líderes de la nouvelle théologie —Henri de Lubac, el sacerdote dominico francés Yves Congar, y el jesuita alemán Karl Rahner—. Después de la Segunda Guerra Mundial la relación paternalista/maternalista cultivada por las congregaciones misioneras, en particular estadounidenses, fue sacudida por la crítica antiimperialista. Esto las llevó a separarse de los Estados Unidos, su fuente original, un proceso que se acentuaría con el Vaticano II.

Cuernavaca era un lugar intelectualmente dinámico que estaba inserto en una macroconfiguración histórica en la cual el triunfo de la Revolución Cubana y su carácter de movimiento de base generó una fuerte simpatía en América Latina y también una fuerte reacción de parte de los Estados Unidos. La Revolución cubana se convirtió en un componente discursivo en la Guerra Fría. Sin duda, el Vaticano II representó un momento coyuntural clave en el proceso histórico latinoamericano. Los informes parciales que se iban generando en las sesiones del Concilio y que se ofrecían a las congregaciones, y luego sus documentos, abrieron una ventana para legitimar un pensamiento teológico enraizado en la realidad latinoamericana, que habría de tomar forma en la Teología de la Liberación.

En el inicio de los años sesenta, en América Latina no solamente había movimientos de acción social apoyados por sectores del clero católico, en su mayoría movimientos de base, sino también una convergencia temprana, particularmente en Brasil, entre el cristianismo y el marxismo, que buscaba una “afinidad selectiva”.20 Al mismo tiempo, los sectores conservadores de la Iglesia, especialmente en los Estados Unidos, estaban preocupados con el avance del comunismo y del protestantismo en América Latina y apoyaron la creación de la Alianza para el Progreso de Kennedy, un esfuerzo de modernización y control. El Papa llamó el mismo día del anuncio de la Alianza para el Progreso, como ya hemos señalado, a las congregaciones religiosas a enviar miembros a América Latina y promulgó la encíclica Mater et Magistra (1961). El proceso de radicalización en América Latina tuvo como respuesta una serie de golpes de Estado que llevaron a los militares al poder: en Brasil y Bolivia en 1964, Panamá en 1968, Uruguay y Chile en 1973 y Argentina en 1976.

Illich navega a través de configuraciones entrelazadas y protagonistas que generan rupturas. Erich Fromm, también relacionado con Méndez Arceo, por ejemplo, era un psicoanalista social que había pertenecido a la Escuela de Frankfurt, con quien Illich desarrolló una amistad profunda.21 Fromm escribió introducciones a los trabajos de Illich y contribuyó con artículos a la colección CIDOC Informa, editada en el centro de Cuernavaca. Fromm cuestionó el marco de referencia filosófico de Freud y el materialismo mecanicista que dominaba en las ciencias naturales cuando el padre del psicoanálisis desarrolló sus teorías. Argumentaba que para desarrollar estas teorías era necesario un humanismo dialéctico como marco de referencia. Esto implicaría una mezcla de crítica persistente, realismo sin compromisos y fe racional.

Illich también tuvo una amistad muy cercana con Gregorio Lemercier, amigo de Méndez Arceo, prior del monasterio de Santa María de la Resurrección, una casa benedictina en Santa María de Ahuacatitlán. El monasterio proveía servicios sociales y ayuda espiritual, y participaba en luchas sociales junto con Méndez Arceo. Lemercier comenzó una terapia psicoanalítica que extendió a todos los miembros del monasterio, ya que su estado mental no era bueno. Un antiguo monje, Chao Barona, se refirió al proceso de terapia como concientización: “estábamos buscando una conciencia clara de nuestra espiritualidad”.22 El Vaticano rechazó el uso del psicoanálisis y en 1965 comenzó el procedimiento en contra del monasterio, que cerró en 1967.23 En ese mismo año Illich publicó dos de sus más severas críticas a la Iglesia.

Es interesante notar que, si bien Illich formaba a los misioneros en las primeras décadas de los sesenta de acuerdo a su concepción reinocéntrica, como trabajadores de la “Iglesia madre”, inspirada por el espíritu, no desplegó una crítica directa a la Iglesia institucional. Su concepto de misionero estaba enraizado en el evangelio y en línea con su experiencia de apostolado en Puerto Rico. La ruptura con la Oficina Latinoamericana del NCWC y el CIF de la Universidad Fordham se produjo en 1964. Illich tomó control de los CIF Reports24, disolvió el consejo editorial y cambió la dirección política de las publicaciones. En la práctica, los centros en Cuernavaca se habían convertido en espacios que fluían en otra dirección, donde una manera nueva de dar sentido a la realidad política había generado un espacio con varios posicionamientos.

Illich no puede ser identificado con alguno de los posicionamientos en particular, pues se perfila como una voz crítica en términos propios. Sin embargo, los centros formativos de misioneros que lideró en México y Brasil desde el inicio de los años sesenta operaron como puntos focales en la discusión de ideas que se estaban conformando en América Latina. Por ejemplo, en una reunión informal que tuvo lugar en el CENFI de Petrópolis, Brasil, Illich reunió a un grupo de intelectuales que ensayaban una nueva teología: Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Segundo Galilea y Lucio Gera. El encuentro tuvo como fin buscar el significado de la cristiandad en medio de la pobreza y la opresión de América Latina. Gutiérrez discutió allí un trabajo en el que la teología fue presentada como una ‘reflexión crítica de la praxis’. Este es el pensamiento original sobre el que se fundamenta la Teología de la Liberación.

A partir de 1964 Illich y sus centros experimentaron un proceso de radicalización que llevaría a un enfrentamiento de Illich con el Vaticano. Los artículos publicados en los CIF Reports eran expresiones de alternativas políticas de base que emergían en América Latina, experiencias radicalizadas de educación y reflexiones políticas. Estas posiciones contrastaban con la política de alianza con los Estados Unidos y sus intereses. Las críticas a las políticas estadounidenses provenían de las bases y de misioneros que trabajaban con ellas. Muchos de los autores cuyos textos fueron publicados en los CIF Reports eran ellos mismos protagonistas políticos y religiosos activos, tal era el caso de Salvador Allende, Hélder Câmara, arzobispo de Olinda y Recife, y Francisco Julião, líder de las ligas campesinas y representante del Movimiento de Educación de Base; otros autores eran intelectuales orgánicos de su pueblo.

En una decisión que contó con el apoyo del obispo Méndez Arceo trasladaron las instalaciones del CIDOC A.C., Asociación civil mexicana independiente de la Iglesia, al Rancho Telela en 1966, a las afueras de Cuernavaca. Dejó de ofrecer residencia a misioneros, lo cual no quiere decir que no participaran en seminarios. La crítica de Illich a la Iglesia y sus alianzas políticas con procesos de modernización foráneos fueron cada vez más fuertes. Fue desarrollando una visión de la Iglesia situándose él mismo en el sur. Este proceso culminó con la publicación en 1967 de dos artículos que generarían gran controversia. Estos fueron “El reverso de la caridad”25 (“The Seamy Side of Charity”) y “La metamorfosis del clero”26 (“The Vanishing Clergyman”). En el primer artículo, Illich asumió el discurso antiimperialista que dominaba en los años sesenta en los círculos de izquierda y entre los teólogos que trabajaban la Teología de la Liberación. Así, criticó la idea de progreso que estaba expresada en el proyecto norteamericano de modernización de América Latina defendido por la Iglesia. Además, cuestionó la autenticidad de la vocación de los teólogos y sus acciones como políticos occidentales. La formación antimodernista de Illich de sus primeros años, imbuida del Magisterium anterior al Concilio Vaticano II, está presente y converge con otras fuentes de su pensamiento, tales como la oposición al Estado con raíces neomedievalistas. En este artículo cuestionó la teología que se usaba para justificar el sistema capitalista y su perpetuación, al tiempo que interpretó la carencia de vocaciones como un problema relacionado con valores corruptos. Esta interpretación no está lejos de un trasfondo neotomista en su pensamiento, ni de su familiaridad con las corrientes existencialistas que habían llegado a la teología católica y se reflejaban en la búsqueda interior honesta emprendida por Illich. Verdad y autenticidad en la vocación misionera son piezas centrales de su argumento. Sin embargo, el lenguaje psicoanalítico de Fromm se manifiesta en su argumento de que la Iglesia y el sistema capitalista generaron sistemas de valores que no eran saludables y que llevaban a la alienación y la neurosis. Illich rechazó la idea de exportar empleados de la Iglesia a América Latina, ya que abogaba por una nueva Iglesia enraizada en la experiencia de la comunidad. Es una crítica de la Iglesia como institución burocratizada que destruía la espiritualidad. De la misma manera, Illich va a defender una idea de educación que iría más allá de las paredes de la institución escolar y su burocracia.

El otro artículo polémico fue “La metamorfosis del clero”, donde Illich define a la Iglesia católica romana como la burocracia no-gubernamental más grande del mundo. En este texto ataca la burocracia, su estructura, el celibato, los votos, y propone un ministerio de hombres laicos ordenados que obtendrían su medio de vida fuera de la Iglesia. No incluye a las mujeres en este nuevo orden ideal. Su visión religiosa no está fuera del neotomismo y de un pensamiento binario persistente. Su preocupación con la autenticidad puede relacionarse con la influencia del existencialismo en teólogos católicos y con la fenomenología, esta última reflejada en la construcción de significados a partir de la experiencia vivida en el mundo. Escribió en “La metamorfosis del clero” que las mujeres y hombres consagrados a la vida religiosa que abandonaron el celibato habían pasado por un proceso de purificación de su fe. En línea con esta idea, el voto de castidad debería ser un rito de testimonio después de muchos años de haber vivido una vida secular de renunciamiento. De nuevo su relación con Fromm y el lugar del psicoanálisis en la vida de Cuernavaca tiene que ver con este enfoque. Esto había ya quedado reflejado el año anterior, 1966, cuando Illich y su equipo hicieron varias presentaciones en clave psicoanalítica en un curso de verano organizado por el Oficio Catequístico de la Arquidiócesis de México para religiosas y religiosos, así como para el público general. En las presentaciones realizadas, el equipo incluyendo a Illich usó un lenguaje agresivo señalando, entre otras cosas, que un convento es una casa de locos, tan contraria a la naturaleza como un prostíbulo, que los votos de la vida religiosa eran inválidos sin experiencias amorosas, etc. Las ponencias reflejaban preocupación con el alivio de tensiones, deseos físicos y psicológicos, placeres, hablaban de la razón como un medio para establecer valores morales, reemplazando el autoritarismo y la obediencia por conciencia y responsabilidad.27 Había cierta obsesión con lo sexual. Lemercier y Méndez Arceo encontraron en el psicoanálisis y en la interpretación de Fromm, especialmente en la búsqueda de la “interiorización de la fe”, una herramienta para explorar sus asuntos existenciales.

Méndez Arceo fue crítico con “La metamorfosis del clero” porque pensaba que Illich dejaba de lado la tradición de la Iglesia. Ambos artículos, “El reverso de la caridad” y “La metamorfosis del clero”, causaron fuertes reacciones en los medios católicos. El conflicto con el Vaticano era inevitable. En septiembre de 1967 el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, inspeccionó el CIDOC y dictaminó que carecía de objetividad.28 El Vaticano abrió un expediente al centro y en diciembre la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe pretendió trasladar a Illich de vuelta al arzobispado de Nueva York. Por supuesto, Illich no aceptó la orden y desobedeció.

El 17 de junio de 1968 Illich fue interrogado por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma. El cardenal Franjo Šeper fue el encargado de dirigir el proceso. Illich declaró desde el inicio a las autoridades católicas que no podía ni debía aceptar un proceso inquisitorial de esas características, que además de no estar en coherencia con los principios de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, no correspondía con la relación humana y espiritual de la Iglesia con sus hijos. A pesar de la dureza del proceso que tuvo que enfrentar, Illich renovó entonces su incondicional profesión de fe, así como su pertenencia a la Iglesia católica.

El Vaticano no reaccionó con celeridad a la respuesta de Illich al interrogatorio organizado por el cardenal Šeper. No obstante, en enero de 1969, Šeper envió una carta al obispo de Cuernavaca, Méndez Arceo, en la que se constataba la prohibición a clérigos y personal religioso de asistir a las clases y seminarios que se organizaban en el centro de Cuernavaca. Como respuesta Illich filtró al periodista Edward B. Fiske del New York Times parte del cuestionario que hacía unos meses le había sido entregado por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma. Todo ello fue publicado el 3 de febrero en las páginas del diario neoyorquino, provocando un revuelo considerable.29

El Vaticano permaneció en silencio, pero se cerraba un período en la historia del CIDOC y en la trayectoria intelectual de Illich; el conflicto silenció la crítica a la Iglesia como institución y el CIDOC se convirtió en un espacio de debate académico de asuntos culturales y socioeconómicos en los que la educación tuvo un papel central.

El punto interesante aquí radica en el eclecticismo de Illich, quien se rebeló en contra de la jerarquía de la Iglesia y la denuncia como institución. En gran parte, la crítica que hizo Illich estaba basada en su cuestionamiento de la modernidad como fuerza que pervirtió el antiguo cristianismo, reivindicando nociones premodernas de sociedad y abogando por una noción de fe no mediada por la institución. Sin embargo, su crítica siguió enraizada en una visión teológica y una metafísica dualista que se manifestaron en sus concepciones de género, explícitas en su obra El género vernáculo de 1983, que mencionaremos luego. Es natural, dada su formación inicial en el neoescolasticismo del Vaticano; sin embargo, el dualismo engendra jerarquías porque la mitad de la realidad es mejor, más santa, que la otra, lo que lleva a un todo o nada, o a explicaciones basadas en una supuesta complementariedad. Ciertamente su punto de referencia era históricamente el medioevo premoderno, pero sin mucha claridad; sin que sea posible trazar los elementos transtemporales que lo llevan a considerar ese periodo. Su crítica está dirigida a la educacionalización en relación a procesos de colonización en los que la Iglesia juega un papel importante, y por supuesto a la escolarización como componente central del Estado moderno.

Era natural que Illich girara su interés hacia el análisis de la educación y la escuela. La Alianza para el Progreso ponía gran énfasis en la educación entendida como escolarización y alfabetización de adultos en su empuje por la modernización de América Latina. Era una medida contrarrevolucionaria en relación a la inspiración que había generado la Revolución cubana. Cuba había llevado a cabo una exitosa campaña de alfabetización y había recreado su sistema educacional en una línea marxista. Mientras tanto, importantes sectores de la Iglesia católica trabajaban en proyectos desarrollistas de base (dentro de la lógica modernizadora), algunos en programas radiofónicos católicos de educación. Entonces el método de Paulo Freire se había politizado, a la par que la Teología de la Liberación tomaba forma, y aparecieron programas de alfabetización y educación política alternativos. Muy rápido muchos de ellos, como las ligas campesinas lideradas por Francisco Julião, tomaron tonos antiimperialistas. El arzobispo de Olinda y Recife Hélder Câmara, un propulsor de la Teología de la Liberación en el terreno de su práctica apostólica, jugó un rol de liderazgo muy crítico en relación con los proyectos estadounidenses. Illich conoció a Freire a través de Hélder Câmara. Pronto los esfuerzos se redirigieron para enfrentar a la represión, mientras que nuevos conceptos de educación popular empezaron a emerger muy influenciados por Freire. Es importante mencionar que John Dewey no jugó ningún rol en este proceso, en el que se cuestionaba la importación de procesos democráticos del norte, que eran percibidos como interferencia y control.30

Hay tres textos de Illich que pueden ser construidos como una transición hacia La sociedad desescolarizada. El primero es “The Futility of Schooling in Latin America”, publicado originalmente en Saturday Review en abril de 1968, texto en el que Illich critica —en línea con “El reverso de la caridad”—los proyectos educativos de la Alianza para el Progreso, ya que en la práctica condujeron a mejorar el progreso de las clases medias sin beneficiar al proletariado urbano y a las clases rurales. Illich argumenta que el sistema feudal hereditario de élite fue reemplazado por un sistema meritocrático, y describe a las escuelas como una forma de cuidado de niños/as y como un rito de paso. Escribe que hay un olvido del hecho de que la escuela es una institución que apareció históricamente con la revolución industrial. Dentro del marco meritocrático califica a la educación de adultos como un paliativo para los desfavorecidos. Illich piensa en nuevas direcciones en línea con formas de educación fuera de la escuela y es consciente de que cualquier discusión de alternativas radicales a la educación formal centrada en la escuela trastorna nuestras nociones de sociedad.31

El segundo texto fue publicado en la revista mexicana Siempre en agosto de 1968, con el título “La escuela, esa gorda vaca sagrada; en América Latina abre un abismo de clases y prepara a una élite y con ella el fascismo”. En este artículo cuestiona la ideología escolar que a su parecer era dominante, hasta el punto de que se impuso en la forma de una mentalidad escolarizada. Esta mentalidad de base meritocrática necesariamente busca medir los resultados de las instituciones. Dentro de este marco mental toda educación que se recibe fuera de la escuela o “fábrica educacional”, escribe Illich, da la impresión de ser algo espurio, ilegítimo, no acreditado. La escuela es así un tabú intocable. De la misma manera que la fe en la tradición católica es más que las instituciones católicas, la educación es más que la escuela. La escuela, a su parecer, se convirtió en una institución anticuada. Mirando al futuro, proyecta que para el año 2000, en el mundo electrónico, las escuelas dejarían de dividir a la vida humana en dos partes: la edad escolar para los discriminados por su inmadurez, y la edad madura para los titulados. La edad escolar durará toda la vida y lo que se entiende por ir a clase quedará obsoleto. Pensamos que se anticipa así a la noción de aprendizaje ubicuo: se aprende a cualquier hora y en cualquier espacio. Este texto contiene declaraciones y distinciones de tipo pedagógico y una diferenciación fina de conceptos. Así dice que:

Toda sociedad que hace de la experiencia humana su centro de desarrollo —y es esta la sociedad que esperamos y soñamos— necesita distinguir tajantemente entre el proceso de instrucción y la apertura de la conciencia de cada individuo, entre adiestramiento y desarrollo de la imaginación creadora. La instrucción es cada vez más susceptible de planificación y programación, lo que no ocurre con la comprensión. Concibamos la instrucción como la cantidad de socialización programada que un individuo necesita adquirir antes de ser admitido en un nuevo ambiente. Preveo un escenario de futuro en el cual resurgirá el aprendizaje medieval. Cada ambiente o cada organización proporcionará la instrucción necesaria a sus actividades. Esto lo hacen ya los sindicatos, las Iglesias, los bancos, la industria, el ejército, y no la escuela. La persona se encuentra incitada a aprender porque se trata de cuestiones que le atañen personalmente. Es lo que Paulo Freire en Brasil llamó “conscientização”. Es la única palabra aplicable.32

Figura 4. Portada de la primera edición en inglés de La sociedad desescolarizada publicada en 1971 por la editorial Harper & Row.

Este texto avanza una crítica del papel de la escuela como ecualizadora social y diferencia adiestramiento de educación a partir de elementos fenomenológicos que están presentes en su énfasis en el mundo vivido. Cuestiona que se confundan los procesos educativos con el adiestramiento necesario para las actividades socioeconómicas. Su visión de un mundo electrónico, el mundo de la pantalla, con una visión ubicua del aprendizaje y la educación, intersecta con una referencia transtemporal a los gremios del medioevo.

El tercer texto es “La metamorfosis de la escuela”. Se trata de un discurso de graduación pronunciado en el recinto universitario de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico el 6 de junio de 1969, y publicado en la revista mexicana El Día