Los grillos y otras grillas - Guadalupe Loaeza - E-Book

Los grillos y otras grillas E-Book

Guadalupe Loaeza

0,0

Beschreibung

Los grillos a los que se refiere en estas páginas la popular periodista y escritora mexicana Guadalupe Loaeza no son los conocidos insectos ortópteros de característico canto. La autora utiliza el término en el sentido particular que le dan los mexicanos a esta palabra. En este país, los grillos son las personas que hacen de la intriga, el chisme y el enredo su forma de vida. Son los que conspiran en los cafés y los salones de belleza, los que difunden rumores, los que recurren a la maledicencia, los que pratican la calumnia para lograr sus fines o los del grupo al que pertenecen. Sus palabras y acciones se denominan genéricamente "grilla" y constituyen un deporte, un pasatiempo y, en algunos casos, una profesión. Estas crónicas trazan, mediante breves chispazos, un panorama social y político del México contemporáneo. Para ello toma como hilo conductor a los grillos y las grillas cuyo estridente canto forma parte de una realidad tan absurda como sorprendente. Es un retrato crítico de fin de siglo mexicano.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 368

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Para Miguel Ángel

A mi padre, que ignoró lo que es grillar

Para Diego, Federico y Lolita

Estas páginas fueron escritas para provocar la reflexión(y la risa). Sin embargo, si alguien se ofende al leerlas,piense que, quizá, la autora también es una grilla.Es que todos llevamos un grillo dentro.

LOS GRILLOS Y OTRAS GRILLAS, VEINTE AÑOS DESPUÉS

Cuenta la historia, que hace cientos de millones de años cayó un meteorito sobre nuestro planeta que provocó que los dinosaurios desaparecieran.

Cuentan también que en el año 2000, al perder el PRI la elección para presidente, este evento tuvo el efecto de un meteorito en las “ollas de grillos”, y éstos estuvieron a punto de desaparecer.

Con la llegada de otro partido a Los Pinos, los grillos se alborotaron, no supieron qué hacer, perdieron al “líder grillo”; los grillos chicos se confundieron, dejaron de grillar, no sabían dónde grillar o, lo más importante, no sabían con quién grillar.

Sin embargo, a lo largo del “gobierno del cambio”, las decepciones que causa su actuación, los errores del presidente y de su “gabinetazo”, el incumplimiento de sus promesas de campaña y el surgimiento de la “pareja presidencial”, entre otras cosas, han sido como bocanadas de oxígeno, como “respiración boca a boca” para nuestros ortópteros verdes; hasta hacerles creer que se pueden regenerar y recrear su época de gloria.

Así que por ésta y otras razones tomé la decisión de reditar este volumen de Los grillos y otras grillas, y podamos recordar juntos las andanzas y pintorescas características de cada una de las diversas categorías de los gríllidos.

A propósito, considero necesario también revisar las categorías de grillas que había establecido en la última edición, ya que si bien la gran mayoría de ellas sigue siendo válida algunas han desaparecido, otras se han transformado y las hay que se han ido conformando con el paso del tiempo.

Entre las categorías que permanecen están las domésticas, tiñosas, aceleradas, fast-track, grillas grillas, las pushy y las chinas poblanas. El caso de las grillas dinosaurias, por razones generacionales, está ya al borde de la extinción.

La permanencia de las denominadas grillas pantuflas va ligado a la posibilidad de que sus maridos ocupen posiciones importantes en el gobierno panista, lo que cada vez se hace más difícil, ya sea por incompatibilidad de intereses o por el inevitable “cuoteo”, que favorece al PAN como producto del botín electoral.

A su vez, las grillas salinistas, en su gran mayoría, se han ido transformado. A lo largo de los años algunas se volvieron zedillistas, después labastidistas y al final foxistas. Sin embargo, se observa que dentro de este grupo son muy numerosas las que todavía vagan buscando la identidad adecuada para el momento político.

El grupo de las grillas exgrillas es sin duda el que más se ha incrementado. No es que hayan pasado a formar parte de este grupo por decisión propia, sino que a la pérdida de empleos y posiciones priístas hay que agregar la millonaria multa que el IFE le aplicó al PRI (¡mil millones de pesos!) lo que ha provocado una severísima reducción de los espacios y posiciones en donde poder grillar.

Por lo que se refiere a los grillos, su situación es muy parecida a la de las grillas, dado que para ambos la crisis de fondo es la misma: la derrota del partido, espacio privilegiado de la grilla. Pero por las características machistas de la mayoría de los grillos considero que para ellos ha sido todavía más difícil asumir lo que pasó en el año 2000.

Antiguamente se identificaba a los grillos por el color verde; aunque esto ya cambió—pareciera lo único que el “gobierno del cambio” cambió—pues ya no todo lo verde es grillo, ya que hay grillos que son verdes pero hay verdes que son “chamacos” y por lo tanto no se les puede grillar sino sólo “chamaquear”.

La aparición de estos términos como el de “chamaquear”, el de “choro”, “rollero”, y otros que la juventud y la tal globalización están introduciendo en nuestro lenguaje, ha mermado un poco la “universalidad” de nuestra tradicional grilla.

Cuando me hice la pregunta de qué había sido primero si el PRI o el grillo y al plantearme si desaparecería el uno sin el otro, no me cuestioné la pérdida para el partido del poder supremo—la presidencia y con ello las numerosas posiciones dentro del poder ejecutivo. Esta nueva situación ha obligado a los grillos a entrar a un mundo desconocido para ellos, el de la oposición, y lo peor del caso, sin la “guía” del primer grillo del país.

Al tener que aprender a ser oposición todas las categorías de grillos resultan afectadas: la falta de espacios, de presupuesto, las divisiones internas, los intereses de los distintos grupos y niveles—nacional, estatal y sectorial—, pero sobre todo la ausencia de un líder grillo, del grillo guía, han provocado un caos dentro del grillerío, y esto ha dificultado su readaptación.

Ante el caótico escenario, muchos grillos de nivel medio y mediocres han pensado que ha llegado su hora y que pueden alcanzar un primer nivel. Entonces las categorías de los kitsch, yuppies, ponzoñosos, vinagrillos, kafkianos, temibles, pueblerinos y los big-shots que aún permanecen en el PRI y que no aprovecharon el desconcierto para saltar al PAN, PRD o Verde, grillan a todo lo que dan para buscar una posición relevante.

Estas posiciones las buscan en los espacios que aún mantienen: las cámaras de diputados y de senadores, la cúpula central del partido, los gobiernos estatales y municipales, los sectores popular, campesino y obrero, así que tendremos que poner atención a la grilla que tiene lugar en esos ámbitos de la acción política y seguir de cerca las actividades de los grillos locales, y las de los aspirantes a grillo mayor.

Los grillos que gobiernan un estado o un municipio no sienten que tienen que obedecer al presidente del partido; los jefes de las bancadas priístas en el congreso quieren quedar bien con los gobernadores, con la cúpula del partido, y, algunos, hasta con el ejecutivo federal; por su parte, el presidente del partido cree que él ha pasado a ser el primer grillo del país, con lo que no están de acuerdo los primeros grillos estatales, quienes consideran que los herederos son ellos. ¡Qué grillerío!

Es lógico que con esta situación se tuvieran que generar nuevos géneros de gryllus, ya que ésta es una especie de insectos que al parecer se divide y subdivide sin parar; pero como establecer todas las que se han creado en estos años significaría casi hacer un segundo tomo de este libro, sólo me permito esbozar algunas representativas.

Grillo oposicionista. Es el más dolido con la derrota de 2000, pero también el más contento con los resultados de 2003. Es también el que más disfruta con los errores y fracasos del presidente y su gabinetazo, la famélica caballada panista y las frivolidades de la primera dama, porque piensa que con todo esto el PRI se encuentra en la mejor posición para recuperar Los Pinos en 2006 y esto motiva a ser más oposicionista y soñar con el anhelado regreso.

Grillo mediático. Es aquel que tiene acceso a los medios electrónicos, y a través de entrevistas que se consigue o que le consiguen otros grillos, pontifica y habla maravillas del sistema en que se vivía antes. También los hay que escriben en algún medio impreso y en ese caso, además, transcriben opiniones de grillos oposicionistas.

Grillo globalizado. Está de acuerdo con los tratados internacionales, ya que sus recuerdos se remontan principalmente al sexenio salinista y desea una unión mucho más estrecha con Estados Unidos y en segundo término con Canadá. También le dio mucho gusto el tratado con la Unión Europea pensando tal vez que eso le permitiría visitar los principales restaurantes de París, Londres y Madrid.

Grillo globalifóbico. Es el contrario del anterior y clama por una posición de nacionalista trasnochado y cree que todos los males de nuestro país llegan del norte; también se opone al Plan Puebla-Panamá, aunque al igual que el presidente, nunca haya logrado entender de qué se trata. Sin embargo, hay que reconocerle que promueve la amistad con los países hermanos de Centroamérica y el Caribe.

Grillo reloaded. Es el más moderno, maneja las nuevas técnicas, tiene más de un celular, entiende de computación, con su lap-top se conecta a internet sin interrupciones y sobre todo conoce los movimientos internos del partido para saber con quién estar. Así se le ve participar en los diversos grupos llamados de “reflexión”, que últimamente han surgido como hongos y que son los que les dan cobijo a nuestros grillos desamparados. Lo mismo se reúnen con el grupo de la Maestra, que el de Madrazo, el de Beatriz, el de Chuayffet o cualquier otra agrupación que surja y en la que será aceptado sin ser mal visto por nadie.

Es necesario reconocer que con las elecciones de 2000 aparecieron en el panorama político una cantidad de grillos multicolores que seguramente pertenecían a otras categorías entomológicas pero que al presentárseles la oportunidad de transformarse en grillos, debido a la oferta de algún “headhunter” o a su relación con algún familiar guanajuatense o familiar rico dueño de algún partido político nuevo y chiquito, pero con subvención, o, ya de perdida, con algún conocido de alguna “tribu” política de izquierda, decidieron convertirse en grillos, sin siquiera conocer de antemano el color de estos animalitos. Así, aparecieron grillos azules, amarillos, anaranjados, verdes pistache creyendo ser ecológicos, algunos rojos, muchos grises y hasta algunos negros:

Grillo azul. Es la categoría que ha “florecido” a partir de 2000 y ese color es reflejo de su inexperiencia, porque aún no se enteran que debieran ser verdes.

Entre los grillos azules también encontramos subcategorías, como los gobernadores “enamorados”, a quienes les gusta usar los helicópteros de gobierno para visitar a sus novias que también son azules o hijas de algún azul.

Grillo amarillo. En esta categoría existen subespecies que son muy confusas, pues hay grillos tipo hormiga, que son los que transportan, por medio de portafolios pequeños o bolsas del super, pequeñas cantidades de dinero de origen poco claro y con destino muy oscuro. Como su capacidad de transporte es pequeña hacen varios viajes.

Grillo verde. A éste le gusta hacer negocitos en los cuales pueda obtener algún dinero extra, pero como casi todos ellos son ricos y sus papis les han regalado cámaras de video muy sofisticadas, les gusta filmarse entre ellos al momento de sus transacciones sin importar si están extorsionando o usando un lenguaje poco ecológico y más bien escatológico.

Como no sólo los verdes sino todos los grillos tienen acceso a las nuevas tecnologías de filmación, se ha ido formando una nueva subespecie y es la de grillo videograbador. A éste le gusta filmar a sus enemigos en distintas actividades, entre las cuales sobresalen: negociar algún dinerito, jugar algunas fichitas o guardarse hasta las liguitas en sus bolsitas.

De esta confusión nadie se escapa y por eso me esfuerzo en actualizar el siempre sabroso e inagotable tema de la grilla, piedra angular del quehacer político.

INTRODUCCIÓN

Tal vez el primer grillo que existió sobre tierra mexicana (metafóricamente hablando) fue el compositor veracruzano Francisco Gabilondo Soler, conocido por todos como Cri-Cri, el Grillito Cantor. En los años cuarenta, cuando el maestro Gabilondo Soler había alcanzado una enorme popularidad entre niños y adultos, su programa de radio en la XEW solía ser anunciado con la inolvidable canción que dice: “¿Quién es el que anda allí? Es Cri-Cri, es Cri-Cri; ¿y quién es ese señor? El Grillo Cantor”. Más tarde, en los años cincuenta, los grillos de Cri-Cri se convirtieron en los alumnos universitarios que realizaban campañas para presidente de generación de facultades como la de Derecho y la de Ciencias políticas. Eulalio Rivas Hernández, autor del libro Grillos y gandallas. Lecciones de política “a la mexicana”, dice: “Recuerdo que en nuestra generación se consideraba a la ‘grilla’ estudiantil como un reflejo de la mecánica de la política nacional, ya que los candidatos tenían que hacer agotadoras campañas…”. Más adelante, Rivas Hernández nos describe a los que él llama “los grillotes”: “[…] al regresar de sus respectivas facultades, nos transmitían sus experiencias y, por regla general, dejaban cuadros perfectamente formados que les servían como base para seleccionar más tarde a los destacados por su trabajo, capacidad y lealtad; los que teniendo esos atributos adquirían, automáticamente, la calidad de grillos a secas, pues para ascender a la calidad de grillo mayor, había que llegar hasta la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, ocupación que requería entablar una lucha contra todos los representantes de las diversas facultades y escuelas existentes”.

Desde entonces la palabra “grillo”, puesta en circulación según Rivas Hernández por Rafael Millán Martínez, egresado de Ciencias Políticas y de la Facultad de Derecho, no ha sido sustituida por otro término. Al contrario, al correr del tiempo, su significado se ha arraigado aún más en la jerga de la cultura política mexicana. Nada más natural que escuchar en conversaciones de café el verbo grillar, conjugado en todos los tiempos y personas: Yo grillo, tú grillarás, él grilló, ellos grillarían, nosotros estamos grillando, etcétera. También abundan expresiones tales como: “Ya me grillaron”, “No me estés grillando”, “Si me grillan, tengo que responder del mismo modo”, etcétera. Sin embargo, no hay nada que ofenda más a un grillo, que a él se le denomine “grillo”. Por lo general, el grillo se desconoce como tal, ya que siempre existe un grillo mucho más grillo que otro.

Es importante hacer notar que, entre los grillos, éste es un valor entendido: “Te dejo grillarme, siempre y cuando me dejes grillarte”. Este lenguaje subterráneo se da sobre todo entre los grillos y las grillas priístas (muy distintos de los verdaderos políticos y políticas). Ya que, por desgracia, tienen una enorme influencia entre los asuntos que a todos nos importan, nos ocuparemos de ellos y de ellas, intentando dividirlos por especies, dependiendo de sus respectivas características. Pero antes queremos apuntar que todo parecido o semejanza con personas reales es una mera casualidad.

De unos años para acá, la mujer mexicana ha tenido cada vez más participación y responsabilidades en diferentes cargos políticos. Muy rápidamente estas distinguidas priístas entendieron lo importante que era conocer las reglas de juego de “la grilla nacional”. Obligadas por estas circunstancias, muchas de ellas, con el tiempo, se volvieron “grillas” profesionales, ya que enfrentarse con los expertos y colmilludos grillos, sin duda no era tarea fácil. En cierto modo estas grillas son unas verdaderas heroínas.

EL GRILLO (ALPHONSE DE LAMARTINE)

Oh, grillo solitario

cual yo lo estoy, despierta:

oigamos ya tus voces

que salen de la tierra.

La llama, pues, avivo

para ver si te alegra.

Un alma al hogar falta:

aquí todo es tristeza.

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

Cuando era pequeñuelo

cual lo es la cuna ésa,

hilaba Margarita,

alzando aquí su rueca.

Los vientos del otoño

gemían con rudeza.

Tu canto igual y lento,

¡qué bien dormir me hiciera!

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra!,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

Tres lustros de mis días

corrieron por mi cuenta,

cuando siempre cantando

te oí en la chimenea.

No dejo de escucharte

en los meses que hiela,

recuerdo el más sonoro

de toda casa vieja.

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

Menor encanto tiene

tu voz que en otras épocas.

¿También en tus acentos

mis lágrimas se encuentran?

¿Lloras tú a tus hermanos,

tu madre y a tu abuela?

El hogar de mi alma

a mí sólo me alberga.

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

La llama que de nuevo

en el hogar chispea,

las voces que son caras

parece que recuerda:

el alma en sí se abisma;

los ojos se me cierran,

y en sueños oigo a seres

que faltan de la tierra.

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

¡Cuántas cosas me dices

y al corazón le cuentas,

como a las lindas rosas

habla el ave parlera!

En sus vuelos murmura

sus cantos para ellos.

¡Oh, voz triste y sin alas,

sé el ave que a mí venga!

¡Oh, grillo solitario

que sales de la tierra,

¡despierta sólo para mí! ¡Despierta!

LOS GRILLOS

¿ Qué habrá sido primero, el PRI o el grillo? Si la contestación es el PRI, entonces ¿es el partido (gobierno) el que engendra a los grillos? Como quiera que sea, si partimos de la base de que entre ambos existe una relación simbiótica, ¿sobreviviría el uno sin el otro? Ahora que el partido tricolor se está renovando, ¿también sus grillos están sufriendo una metamorfosis? ¿Cómo son los grillos de la modernidad, de la globalización, del Tratado de Libre Comercio? ¿Qué está pasando con los llamados dinosaurios? Para tratar de diferenciar a los nuevos de los viejos, ya que estamos en plena transición del viejo PRI al PRI nuevo, permítanme presentarles diferentes categorías de grillos priístas de entre las dos mil especies que existen en la naturaleza y en el partido oficial.

Grillo kitsch. Éstos pertenecen al partido desde los cincuenta; por lo tanto, continúan utilizando grillas antiguas, que cada vez tienen menos eficacia. Se trata de grillos que están en la frontera del dinosaurismo. Su forma de grillar siempre ha sido empalagosa y cursi. Con sus congéneres femeninas son excesivamente caballerosos. Al presentarse, son de los que dicen: “Su seguro servidor”. Cuando van a cenas de funcionarios, primero pasan a sus casas para bañarse, rasurarse, y cambiarse de camisa y traje, mismo que dejó por la mañana encargado para que lo plancharan. Cuando llegan a sus oficinas, ellos mismos se encargan de enviar a la anfitriona un arreglo floral (cursísimo, compuesto de crisantemos, lilas y aves del paraíso). Si al llegar a la cena la anfitriona se olvida de agradecer su gesto tan gentil, se ofenden profundamente y durante la cena no abren la boca. Pero si, al contrario, desde que entran a la casa la señora les dice: “Ay, mil gracias por esas flores tan bonitas”, en seguida fruncen ligeramente la boca y responden: “Gracias a usted, por hacernos el favor de invitarnos a mi señora y a mí”. Es bien sabido que los grillos priístas son muy astutos; por esta razón, en el fuero interno del grillo kitsch hay algo que le dice que tiene que modernizarse. Pero, para su desgracia, mientras más intentan cambiar de estilo, más kitsch se muestran. Por ejemplo, su vestimenta los traiciona. Estos grillos se inclinan por los trajes ligeramente acharolados. Siempre que van a una boda se ponen corbata gris perla nacarada. A pesar de que con el tiempo se han hecho de un capital, según ellos, “modestito”, y de una casa en Cuernavaca, más su casa de Satélite y sus cuatro coches último modelo, continúan conservando sus gustos sencillos. A pesar de todas las nuevas marcas que existen en el mercado de aguas de colonia para hombre, ellos siguen usando Acqua Velva, que rocían en el pañuelo del saco, que jamás olvidan. Estos grillos kitsch son congruentes con ellos mismos, ya que todo lo que hacen lo ejecutan con un estilo cursi. Sus gustos son cursis, sus intereses y hasta sus fines de semana son cursis. Los domingos, mientras saborean un Grand Marnier al lado de la chimenea, les encanta escuchar a Carmela y Rafael.

Aunque aseguran que nunca ven la televisión, al llegar tarde a sus casas miran con ojos pillines La Movida, el programa de Verónica Castro. Como que no quiere la cosa, le celebran todos sus chistes y piensan muy quedito: “Verónica es ¡chulísima!”. Si un grillo salinista los invita a comer al Club de Banqueros, llegan quince minutos antes y dejan con el maître su tarjeta de crédito Carnet para tener la seguridad de pagar la cuenta. Cuando hace calor, les encanta llegar a los lugares públicos con su saco sobre los hombros. Piensan que esta costumbre cursi les da una actitud de jovialidad y seguridad; los más cursis llegan con su teléfono inalámbrico a la mano. Cuando ven llegar a este importante funcionario, se ponen de pie y exclaman para que todo el mundo escuche: “¡Hermano! Pero qué gustazo de verte. Acabo de llegar en este momento”. Durante la comida se acaloran, hablan demasiado, comentan otras grillas y cuando escuchan a su interlocutor, asienten con la cabeza cada dos segundos, mirándolo fijamente. Si éste comenta algo levemente gracioso (más bien de estilo pesadón), los grillos kitsch sueltan carcajadas sonorísimas, como si acabaran de escuchar el chiste más ingenioso del mundo. Cuando finalmente el grillo salinista pide la cuenta, dicen: “Hermano, ¡permíteme! Para mí es un verdadero honor. La próxima, tú me invitas”, y hacen mucho énfasis cuando pronuncian la palabra “próxima”.

Los grillos kitsch tienen por costumbre mandar botellas de vino a otros grillos que consideran con porvenir y que se encuentran comiendo en el mismo restaurante. Cuando a lo lejos, desde la otra mesa, se lo agradecen, con su mano extendida hacen un gesto que sólo saben hacer los grillos, como diciendo: “Maestro, a tu salud”. Los grillos kitsch son igual de grillos y de cursis en sus casas con sus familias. Les encanta ponerles apodos a sus hijos, como: “Conejo Blas”, a los que tienen los dientes ligeramente de fuera, o si tienen nada más una niña entre cuatro hombrecitos, la llaman “Princesita”. A las sirvientas les gusta llamarlas con su nombre en diminutivo. Para todo dicen: “Mande usted”, “por favorcito”, “compermisito”, etcétera. Cuando les preguntan por su familia, contestan: “Con el favor de Dios, goza de buena salud. Te agradezco tu interés”. Cuando una dependencia gubernamental le solicita su currículum vitae a alguno de ellos para cualquier formalidad, envía uno compuesto de cuarenta y cinco hojas (tiene decenas de juegos archivados en la oficina y en su casa, para lo que se pueda ofrecer). En estos currícula escritos en computadora describen: cargos en diversas asociaciones, administrativos, actividades académicas, publicaciones, mesas redondas donde han participado desde los setenta, títulos, honores, condecoraciones y premios. En los muros de sus bibliotecas se encuentran decenas de diplomas de todo tipo. Desde aquellos que recibieron cuando cursaron un trimestre de inglés en el Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Americanas de la Zona Rosa, en 1950, hasta los que recibieron cuando fueron a impartir una plática sobre “asociaciones sindicales, campesinas o populares”. Los grillos salinistas no pueden dejar de sentir por ellos un profundo desdén y flojera. Cada vez que pueden, procuran evitarlos. De hecho, constantemente les están posponiendo citas. Conforme pasa el tiempo, el futuro de estos grillos kitsch es cada vez más incierto.

Pero son indestructibles. Sobrevivirán.

Grillo PRI Plus. La mayoría de estos grillos son ejemplares típicos de la tecnocracia, egresados de universidades privadas, con maestrías y doctorados de universidades privadas nacionales, con maestrías y doctorados de universidades extranjeras. Creen en el Tratado de Libre Comercio como en la Biblia y en la Virgen de Guadalupe, ya que muchos de ellos provienen de familias profundamente guadalupanas. Desde que empezó el gobierno salinista, todo, absolutamente todo lo celebran con un fuerte sentido triunfalista. Generalmente, estos grillos PRI Plus salen fotografiados en la prensa nacional e internacional con sonrisas de oreja a oreja. Las veinticuatro horas del día están convencidos de que gracias a ellos, México ha entrado por la puerta grande al primer mundo. Sus “mothernos” corazones están henchidos de poder patriótico. De hecho, ellos mismos están enfermos de poder. Por las mañanas, mientras se rasuran frente al espejo, de repente no pueden evitar escuchar una vocecita que viene desde su fuero interno y les dice: “Tú…puedes ser el…próximo”. Para ellos, este murmullo es como el canto de las sirenas. Entonces esbozan una ligera sonrisa y continúan, muy seguros de sí mismos, con su toilette matinal. Cuando se encuentran entre otros grillos PRI Plus, se divierten como niños, de todo se ríen, hacen bromas y se chotean amistosamente. Durante horas y horas pueden comentar, con un estado de ánimo ligero, otras grillas políticas. Se sienten los “consentidos del Señor”. Son los que le han inyectado nueva vida al PRI, quienes le han dado energía, fuerza, credibilidad con renovada movilización. Son los que han resuelto las deudas externa e interna, los que han sabido resolver los problemas económicos del país. Son los que están transformando el sistema, los que entienden los cambios del mundo, los que negocian el TLC, los que le han dado al PRI un plus en todos los aspectos. Por estas convicciones siempre se ven tan campantes y contentos. Cuando hablan de gobiernos pasados, lo hacen con cierto desdén. Dicen: “¡Híjole!, es que durante años se nos fue el país en corruptelas, escándalos sociales y miopía política”. Se sienten, sin duda, los salvadores, los que sí entienden los problemas del pueblo, a pesar de que muchos de ellos no conocen la república ni en el mapa. Muchos de ellos nunca se han subido a un Ruta 100 ni mucho menos al Metro. Cuando hablan del salario mínimo dicen: “Yo no sé por qué dicen los obreros que no les alcanzan 470 mil pesos mensuales, si gracias al pacto no ha habido inflación”. Cuando discuten de política con los grillos del viejo PRI, recurren mucho a la jerga que utilizan los economistas estadunidenses. Con frecuencia invitan a su casa a cenar a intelectuales y pintores pero, sobre todo, a industriales big shot. Por más que procuren disimularlo, sus personalidades son autoritarias y prepotentes, tal y como eran los grillos de antes de la modernidad. Lo único que los distingue de los anteriores es que no dicen groserías y sus corbatas son de mejor gusto. Generalmente sus esposas también son “mothernas”, se visten muy bien, son delgadas, bonitas, deportistas, bilingües, leídas, viajadas y muy cooperativas con sus maridos, aunque muchas de ellas suelen decir cuando hablan de los priístas de antes: “Ay, ése es un naco, típico político tercermundista”. A lo que sus maridos les contestan: “No te expreses así de él. Es un cuate que tiene mucho mérito, no te olvides que sus padres eran campesinos. Fíjate que cuando vino de su pueblo, se dormía en las bancas de La Alameda. Es un priísta que le ha servido mucho al partido”. A lo que las esposas comentan: “Okey, te lo juro que lo voy a saludar de lo más amable”. Estas esposas también se consideran unas super winners por estar casadas con triunfadores con tanto poder y porvenir. Sus casas las tienen decoradas con gusto. En el interior se respira un aire de absoluto triunfalismo. Todo parece oler a pino, a fresco, a nuevo. Como se trata de matrimonios de grillos jóvenes, tienen hijos pequeños que, también en sus colegios, son triunfadores. En otras palabras, estos grillos PRI Plus viven en un mundo de absoluto triunfo. Por eso, cuando les preguntan cómo va el país, responden: “Mira, maestro, nunca habíamos estado tan bien. Allí tienes los resultados en las últimas elecciones. ¡Arrasamos, maestro! Pero no nada más ganamos a la buena, sino que esta vez, sí convencimos”, comentan en tono super triunfalista.

Grillo nostálgico. Estos grillos sufren un poco de paranoia, ya que se la pasan entre dos PRIs, el de antes y el actual. A pesar de ellos, les llegan momentos de profunda nostalgia por el primero. Extrañan la época en que se podían robar las urnas a mano armada, el auténtico tapadismo, los discursos retóricos, las demagogias echeverristas, los regalos de antes, como los Rolex de oro de 24 kilates, las decenas de guaruras, los viajes en el Concorde, las estancias en las suites de hoteles como Plaza Athenée; hasta la corrupción de los sesenta y las grillas a la vieja usanza echan de menos. Sin embargo, no sin dificultad, han sabido asumir los cambios del gobierno salinista. A pesar de que su lenguaje político corresponde mucho al de los sexenios anteriores, procuran entender a fondo el lenguaje de los nuevos priístas. A pesar de que muchos de ellos cuentan con fortunas de origen incierto, pasan por lo que se solía llamar “político rojillo”. Esto les disgusta pero, a la vez, les complace, ya que efectivamente en sus años mozos eran marxistas-leninistas, pero ahora cuando hablan del muro de Berlín y de la Unión Soviética, lo hacen desaprobando “aquel socialismo estéril que nada más llevó a sus pueblos a la ruina y a un atraso difícilmente remediable”. También, cuando hablan de Fidel Castro, lo hacen con desapego y con sentido crítico. Pero si se encuentran entre ellos, en cenas informales y ya han consumido magníficos digestivos, comienzan entonces a narrar, con todo lujo de detalle, sus viajes a La Habana, o sus vivencias en el 68. Conforme avanzan estas veladas de estilo bohemio, musicalizadas con boleros yucatecos, empiezan a hablar pésimo de los nuevos priístas. Los llaman prepotentes, autoritarios, ignorantes y novatos. Las crudas morales y físicas de estos grillos supervivientes son atroces. Al otro día, sábado, no quieren levantarse de la cama, están malhumorados, le gritan a las esposas y a sus hijos que todavía no se han casado. Cuando ya son cerca de las seis de la tarde, finalmente se levantan de una cama desordenada y cubierta de ocho periódicos diferentes, se bañan, se visten y salen de la casa dando un portazo. Toman el coche y se dirigen a casa de sus madres. Por lo general, a estos grillos nostálgicos les da por escribir. Como son lectores voraces de la novela de la Revolución mexicana, su máxima ilusión es escribir una que hable de aquellos sexenios donde fueron diputados, senadores, gobernadores, secretarios, coordinadores, asesores, secretarios particulares, oficiales mayores, subdirectores, consejeros, embajadores y presidentes de su generación en la universidad. Sus esposas también son nostálgicas. Pero lo que más extrañan ellas es aquel marido satisfecho y motivado que fue durante sexenios pasados, cuando se valían cosas que ya no se valen…

Grillo yuppie (young urban professional). Estos grillos militan en el partido tricolor desde hace aproximadamente diez años. Su personalidad es inconfundible; es educada y culta. Por lo general son grillos bien nacidos, que fueron educados en colegios de maristas o de los Legionarios de Cristo. Asimismo, asistieron a universidades de paga y cursaron doctorados en el extranjero. Muchos vienen de familia burguesa, cuyos miembros nunca se imaginaron que uno de sus descendientes militara en un partido “dizque revolucionario”. Desde que estos grillos eran niños, tenían buenos modales o inquietudes culturales. Muchos de ellos, cuando terminaron sus maestrías y llegaron de Boston o de Londres, se afiliaron al PRI gracias a sus relaciones. Porque son demasiado educados, estos grillos son más bien indefensos. Por más que quieran grillar bien, con frecuencia no saben ni qué onda. Algunos son tan correctos que casi, casi, piden permiso para grillar. Por educación se llevan bien con los grillos “malos bichos”. También por educación se dejan grillar. “De plano me dio pena y le dije que sí a todo”, piensan lamentándolo. Curiosamente, y también por educación, jamás se permitirán grillar a los que consideran que pertenecen a su categoría. Cuando se juntan entre ellos para cenar, sienten un enorme alivio. “Ay, al fin está uno con gente como uno”, se dicen. En estas cenas optan por hablar nada más una hora de política, para después comentar los libros que están leyendo, las películas que han visto, sus más recientes viajes y los últimos compact discs de música clásica que acaban de adquirir en Nueva York. Les gusta servir excelentes vinos de importación y ofrecen puros Davidoff. Muchos los aceptan por educación; les da pena rechazarlos aunque les provoquen jaquecas. En sus casas, tienen un estudio (aparte de la biblioteca), donde han instalado una Apple Macintosh, impresora, fax y un buen equipo de música que envidiaría cualquier discoteca neoyorquina. Los grillos yuppies se visten con trajes muy bien cortados, confeccionados en tweeds ingleses. Llevan corbatas clásicas, tienen muchos suéteres de cashmere y usan gabardina Burberrys. Cuando se encuentran con viejos grillos, les dicen “don” y los saludan con todo respeto y delicadeza. Una de sus características son sus buenos modales y su erudición. Los fines de semana se van a Valle de Bravo o a Cuernavaca, a donde invitan a sus amigos de toda la vida, que no son grillos, ni priístas. A veces, cuando se sienten ligeramente melancólicos, se preguntan qué diablos están haciendo dentro del PRI, que a pesar de sus cambios no es un partido educado, ni culto, ni mucho menos de estilo yuppi. Son muy buenos padres y maridos atentos. Sus esposas son muy pretenciosas y prácticamente nunca quieren ver a los viejos priístas ni a los nuevos. A los únicos que soportan, y por poquito tiempo, porque ellas odian hablar de política, es a algunos grillos de la misma especie que su marido. Son en extremo educados con su chofer y su secretaria.

Grillo Melox. Se les llama así debido a sus constantes agruras, provocadas por grillar y por sentir que los están grillando. Grillar les produce una profunda culpa. Pero más culpables se sienten por dejarse grillar. Cada dos horas tienen que tomar una cucharada de Melox y, en el inter, mastican pastillas de lo mismo para matizar sus acideces. Son tan, pero tan preocupones, que también se inquietan si no grillan y si no los grillan. Piensan entonces que van de salida y esto les mortifica aún más. Por lo general, estos grillos son chismosos y mitómanos. Como tienen conciencia de sí, cada vez que comunican un chisme se arrepienten invariablemente. “¿Para qué le conté?”, se repiten una y otra vez. “Lo va a usar en mi contra”, insisten entre pastilla y cucharada de Melox. Curiosamente, sufren con la misma intensidad si es a ellos a quienes les cuentan algún chisme. “Lo voy a repetir”, se dicen cien veces. “Lo voy a utilizar en su contra”, piensan. Estos grillos tan azotados siempre están muy al pendiente de si los saludaron con amabilidad, si los invitaron a tal informe de gobierno o a casa de un funcionario amigo suyo, si les volvieron a llamar por teléfono cuando no los encontraron, y si los otros grillos los consideran amigos.

Los obsesiona el qué dirán. Su sensibilidad a flor de piel los hace detectar, hasta lo más íntimo de su ser, entonaciones de voz, saludos levemente indiferentes; o si al saludarlos, en lugar de estrecharlos en un fuerte abrazo, nada más les extendieron la mano. Personalizan el mínimo rechazo al grado de provocarles profundas depresiones y una angustia que no los deja dormir. Cuando, por ejemplo, regresan de alguna cena importante, afligidísimos les preguntan a sus esposas: “Oye, ¿no hablé demasiado? ¿Me juras que no dije demasiadas estupideces? ¿Te fijaste la cara que puso el idiota de Marcos cuando hablé de Fernando? ¿Estuvieron amables contigo? ¿De qué platicaste con la anfitriona? ¿No metiste muchas patas? ¿Tú crees que hice bien de haber hablado de las elecciones de San Luis Potosí? ¿Por qué no te acabaste el postre? Eso fue muy grosero, porque la señora de la casa hizo hincapié en que lo había preparado ella misma. Allí sí te viste muy mal. Aparte, debiste haber participado más en la conversación. Se te veía una cara de aburrida que no puedes imaginarte. Oye, cuando hablaste de nuestro último viaje a París, no te mediste. ¿Para qué contaste que no quería ir a los museos? Todavía no me perdonas que no te compré tu bolsita Chanel, ¿verdad? Además, debiste haber sido más amable con la señora de la casa. ¿No tienes más pastillas de Melox? Oye, ¿y cómo lo viste a él? Estuvo amable, ¿verdad? ¡Híjole, ése es el más grillo! No sé por qué a veces siento que le caigo mal. Ay, ya no aguanto las agruras”, dice sintiendo un fuerte dolor en la boca del estómago. Es tanto lo que sufren estos grillos, que se diría que disfrutan padeciendo. A pesar de que llevan años grillando, sin sus agruras ya no podrían vivir en paz. Los fines de semana, cuando están viendo tranquilamente la televisión con sus hijos, de pronto se dan cuenta de que no están tensos. Entonces recuerdan las últimas grillas que sintieron el viernes. Poco a poco se van enojando solitos, hasta que revientan y a gritos le dicen a uno de sus hijos, al mismo tiempo que le dan un manotazo en la cabeza: “¡Yaaaa! Deja de estar cambiando de canal. ¡Dame ese control! ¿Qué te estás creyendo? ¡Vete a tu cuarto! ¿Ya hiciste tu tarea? Si dices que ya la hiciste, no importa, ¡vete a tu cuarto a leer! Yo a tu edad ya había leído a Salgari, a Julio Verne, todo El tesoro de la juventud. Anda ¡desaparece!”. Gritan sin razón, nada más porque se acordaron de una grilla que, se imaginan, les está haciendo un mal bicho de la oficina. Sus esposas ya no les hacen caso: “Ay, ya vas a empezar con tus inseguridades”, les dicen en tono entre reprochón y burlón. Cuando se enteran que se llevó a cabo una cena en casa de un amigo suyo de generación y que no los invitaron, de inmediato se comunican con otro amigo que sí fue y preguntan: “Oye mano, ¿por qué crees que no me invitó, eh? ¡Híjole!, es que no se vale, mano. A ver, ¿hace cuánto nos conocemos? Digo, a ti te consta que me he portado bien con él. Claro, como ya no le sirvo políticamente, pues por eso ya no me invitó el imbécil. Oye, ¿y hablaron de mí? ¿Qué dijeron? ¿Nada? ¡Qué raro! Ah, pero cuando me lo encuentre le voy a decir: ‘Ya me enteré de las cenitas que organizas. Gracias por tu invitación’. Te lo juro que le voy a reclamar. Es que no se vale, mano”. Por añadidura, estos grillos son sumamente rencorosos. A pesar de que hayan pasado muchos años, siempre tendrán presentes a los que no los invitaron, a los que no los saludaron bien, a los que no les llamaron el día de su santo, a los que no pagaron la cuenta la segunda vez de haberlo invitado, a los que los dejaron plantados, a los que no tomaron la bocina cuando les llamó por teléfono, a los que no regresaron un libro que prestaron por buenas personas y a los que los grillaron vilmente. Con la edad, estos grillos se van volviendo más inseguros, más rencorosos, más desconfiados y más grillos…

Grillo nerd. Durante su infancia, estos grillos eran los primeros de su clase. En todo se sacaban diez y a veces mención honorífica. Casi siempre eran los consentidos de los maestros. El día de la bandera, ellos eran los abanderados. Conforme fueron creciendo, se les fue conformando una expresión de niño aplicado en el rostro. Eran los típicos sangrones que, al salir de los exámenes, decían que no les había ido tan bien, cuando en realidad habían contestado todas las preguntas correctamente. El promedio de su bachillerato y de su carrera de derecho o economía fue de 9.9. Muchos obtuvieron premios de oratoria. Los más grillos fueron elegidos presidentes de su generación.

A pesar de todas sus gratificaciones académicas, estos grillos no tenían éxito con las muchachas. En las fiestas, las jovencitas con frecuencia rehusaban bailar con ellos. Estas experiencias los hicieron inseguros, tímidos y muy reservados. Su único refugio eran los libros. Con el tiempo, los que tenían vocación para la grilla se fueron convirtiendo en los típicos grillos nerds, también conocidos como grillos sopes. Como de niños eran más bien feos, ahora para ellos el aspecto físico es primordial. Son muy pulcros. Ya no usan aquellos trajes de terlenka (cuyos pantalones y mangas siempre les quedaban cortos), como los que llevaban a la universidad. Ahora su vestimenta es clásica y de buena calidad, con sus trajes ingleses de marca Gieves Hawkes, usan tirantes. La raya del pelo la tienen muy derechita y nunca se despeinan, ni aunque estén cerca de la ventana abierta del coche. Atrás se quedaron las corbatas anchotas de poliéster. Ahora las usan de estilo italiano, que combinan perfectamente con sus sacos de tweed y sus pantalones gris oxford o sus trajes ciento por ciento lana. Todo en la vida lo tienen perfectamente organizado y programado. Por las mañanas, mientras desayunan toronja rociada con Canderel, consultan sus agendas Casio, donde han archivado los teléfonos privados de secretarios, gobernadores, asesores en economía, algunos senadores, diputados y los del procurador del Distrito Federal. También aparecen los teléfonos del Club Deportivo, los restoranes Fouquet’s y Champs Élysées, y el Club de Industriales. También tienen archivados los teléfonos de su médico de cabecera, del dentista, notario, peluquero personal, sastre y camisero. Muchos de estos grillos nerds, o grillos sopes, dan clases en la universidad. Los que estudiaron en el ITAM, imparten allí mismo cursos de economía. A sus clases siempre llegan diez minutos antes y mientras llega la hora de la entrada, leen en la parte de atrás del coche la síntesis de prensa del día. Cuando entran al salón, saludan: “¿Cómo están muchachos?”. “Hoy vamos a estudiar la reprivatización de las paraestatales”, anuncian muy ufanos mientras sacan de sus portafolios los apuntes que prepararon concienzudamente durante el fin de semana en sus computadoras. Al despedirse de sus alumnos, les gusta decir frases célebres como: “Un idealista es alguien que ayuda a otro a obtener ganancias”. Prácticamente nunca utilizan malas palabras. Sin embargo, de vez en cuando se permiten exclamar en petit comité: “¡Cab…!” (cabrón). Una de las características de estos grillos nerds es que no soportan las bromas personales. Esto se debe a que, cuando eran niños, se burlaban mucho de ellos. Si algún grillo se atreve a gastarles una broma de lo más leve, miran fijamente (casi siempre llevan anteojos) a través de sus cristales y dicen: “Lo peligroso de decir lo que uno siente es que casi siempre uno se arrepiente de haberlo dicho”. No obstante esta extrema susceptibilidad, a estos grillos no hay nada que les guste más que hacer bromas pesadísimas a sus congéneres, pero por lo general son tan malas y densas, que nada más ellos las celebran. La forma de grillar de estos grillos sopes es fría, mustia, calculadora y low profile. Por lo general, estos grillos le caen mal a todo el mundo. Resultan demasiado perfectitos. Su peor desgracia es que sus hijos piensan en el fondo que su papá es el típico priísta nerd. El mérito de estos grillos es que este estilo tan sope y nerd embona perfecto con el actual gobierno.

Grillo ponzoñoso. Esta especie se ha multiplicado en los años recientes. Comenzaron siendo izquierdistas, aunque en realidad simulaban ya desde entonces. La verdad es que simulaban desde la cuna: engañaban a su madre con falsos lloridos sólo para llamarle la atención. Cuando fueron mayores, la simulación creció con ellos y se volvieron maestros en el arte de practicarla. En este gobierno son consejeros de funcionarios. Nada les divierte más que provocar a sus antiguos compañeros y, por encima de todo, aún pretenden que se les siga considerando lo que mucha gente creyó que eran en sus años mozos. Apoyan el TLC. Viajan en giras presidenciales. Forman un club cerradísimo con otros grillos ponzoñosos. Constantemente se encuentran entre ellos en casas de otros grillos ponzoñosos. Por lo general, estas reuniones acaban en la madrugada, ya que a estos grillos les encanta hablar y hablar, beber y beber, lo cual no significa que no tengan buena cabeza para los tragos. Al contrario, se pueden beber ocho botellas de cognac, que no por ello pierden la compostura. Curiosamente, entre más beben, más lúcidos y ágiles mentalmente se sienten. Su mayor triunfo consiste en parecer grillos, cuando en realidad son alacranes. Estos grillos ponzoñosos no tienen futuro político porque terminan envenenándose ellos mismos. ¡Ojalá!

Grillo vinagrillo. Generalmente estos grillos se encuentran standby. O sea, han tenido que irse a sus casas por “razones de salud”, mismas que pueden durar hasta que termina el gobierno que los enfermó a chaleco. Mientras esperan, se sienten muy enojados contra el sistema, al cual le han entregado los mejores años de su vida. Muchos han reabierto sus oficinas particulares, donde atienden asuntos legales por las tardes; algunos intentan escribir sus memorias, pero su amargura les impide ver hacia atrás con objetividad. Estos grillos resultan ser un poquito masoquistas ya que, con frecuencia, buscan a sus excongéneres que están en plena actividad política. Entonces les preguntan acuciosamente sobre todas las grillas de los demás. Es evidente que los que más padecen a estos grillos en vinagre son sus familiares. Ya no soportan sus depresiones y sus constantes alusiones respecto al PRI de antes, que sí sabía apreciar a políticos comprometidos. Las esposas no saben qué hacer, ni cómo actuar para que sus maridos no se la vivan en la casa sin hacer otra cosa que grillar por teléfono. Como ésta: “Oye maestro, ¿por qué no me consigues un desayuno con tu jefe? Dile que nada más lo quiero ver para llevarle un libro sobre Santa Anna dificilísimo de conseguir. ¿Seguro me hablas para avisarme la fecha?”, preguntan sintiendo en la boca un ligero sabor a vinagre. Los más masoquistas pasan las tardes mirando sus álbumes fotográficos, en las imágenes se ve cómo descubren placas, inauguran carreteras, están en comidas con expresidentes, en viajes oficiales, saludan a Fidel Castro y reciben en el