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"Viaje del Parnaso" es una obra poética de Miguel de Cervantes, publicada por primera vez en 1614. En esta obra, Cervantes se aventura en el género épico y satírico para narrar el viaje del poeta clásico español, llamado César, al monte Parnaso, hogar de las musas. A lo largo del viaje, César se encuentra con diversos poetas y personajes mitológicos, enfrentando desafíos literarios y sarcasmos humorísticos. Cervantes utiliza esta obra para reflexionar sobre la poesía de su tiempo, criticando a los malos poetas y celebrando a los verdaderos artistas que enriquecen el mundo con sus versos. "Viaje del Parnaso" es un testimonio del ingenio y la erudición literaria de Cervantes, mostrando su capacidad para explorar temas profundos a través de un prisma cómico y satírico. Esta obra forma parte de la colección "Voces hispánicas", que tiene como objetivo destacar las historias de vida de figuras importantes en la historia hispanoamericana, contadas por ellos mismos.
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Seitenzahl: 137
Miguel de Cervantes Saavedra
VIAJE DEL PARNASO
PRESENTACIÓN
Sobre el autor y su obra
[PRELIMINARES]
Licencia
Licencia
Privilegio
Tasa
Erratas
Dedicatoria
PRÓLOGO AL LECTOR
D. Augustini de Casanate Rojas
El autor a su pluma
Capítulo primero del Viaje del Parnaso
Del Viaje del Parnaso, capítulo segundo
Del Viaje del Parnaso, capítulo tercero
Del Viaje del Parnaso, capítulo cuarto
Del Viaje del Parnaso, capítulo quinto
Del Viaje del Parnaso, capítulo sexto
Del Viaje del Parnaso, capítulo sétimo
Del Viaje del Parnaso, capítulo octavo
Adjunta al Parnaso
Miguel de Cervantes
1547-1616
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares, España. Es conocido como uno de los más grandes escritores de la literatura española y universal. Su vida estuvo marcada por una serie de eventos dramáticos y difíciles, incluyendo su participación en la Batalla de Lepanto en 1571, donde resultó herido y perdió el uso de su mano izquierda, ganándose el apodo de "El manco de Lepanto."
Después de su tiempo como soldado, Cervantes fue capturado por piratas berberiscos y pasó cinco años como esclavo en Argel antes de ser rescatado. A su regreso a España, enfrentó dificultades económicas y trabajó en varios empleos, incluyendo como recaudador de impuestos, lo que le llevó a la cárcel en más de una ocasión.
Cervantes comenzó a escribir en su juventud, pero su obra más famosa, "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha," fue publicada en 1605, cuando tenía 58 años. La novela es una sátira de las novelas de caballerías y una profunda reflexión sobre la locura, la realidad y el idealismo. "Don Quijote" tuvo un gran éxito y es considerada una de las obras más importantes de la literatura mundial, influyendo en innumerables escritores y pensadores.
Además de "Don Quijote," Cervantes escribió otras obras notables, incluyendo "Novelas ejemplares" (1613), una colección de doce relatos cortos, y "Los trabajos de Persiles y Sigismunda," una novela publicada póstumamente en 1617. Su vasta producción literaria también incluye poesía y teatro, aunque no alcanzó el mismo éxito que sus obras narrativas.
En su autobiografía implícita en sus prólogos y dedicaciones, Cervantes ofrece valiosas perspectivas sobre su vida y el contexto social y político de su tiempo. Aunque nunca escribió una autobiografía formal, sus escritos personales revelan mucho sobre su carácter, sus luchas y su visión del mundo.
Las reflexiones de Cervantes sobre su vida y su carrera, dispersas en sus obras, han tenido un impacto significativo. Humanizaron su figura, mostrando las dificultades y los triunfos de un hombre común que logró dejar una huella indeleble en la literatura. Sus escritos personales ayudaron a preservar la historia de su vida y su época, proporcionando una rica fuente de información para los estudiosos y aficionados de la literatura.
En general, la vida y obra de Miguel de Cervantes Saavedra han dejado un legado duradero en la cultura literaria mundial. Su capacidad para capturar la complejidad de la condición humana y su innovador estilo narrativo continúan inspirando a lectores y escritores de todo el mundo.
Miguel de Cervantes Saavedra falleció el 22 de abril de 1616 en Madrid, España. Su legado como uno de los más grandes escritores de la literatura universal sigue vivo, inspirando a generaciones de lectores y escritores con su ingenio, humor y profunda comprensión de la naturaleza humana.
Por comisión y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial. No tiene cosa contra la fee ni buenas costumbres, es libro curioso y se puede imprimir. Fecho en Madrid, a 16 de setiembre de 1614.
El doctor Gutierre de Cetina.
Por mandado y comisión de los señores del Consejo, he visto El viaje del Parnaso, de Miguel de Cervantes Saavedra; y, después de no tener cosa contra lo que tiene y ensena nuestra santa fee católica ni buenas costumbres, tiene muchas muy apacibles y entretenidas, y muy conformes a las que del mismo autor honran la nación y celebra el mundo. Este es mi parecer, salvo &c. En Madrid, a 20 de setiembre, 1614.
El maestro Joseph de Valdivielso.
Por cuanto por parte de vos, Miguel de Cervantes Saavedra, nos fue fecha relación que habíades compuesto un libro intitulado Viaje del Parnaso, de que hacíades presentación, y porque os había costado algún trabajo y ser curioso y deleitable, nos suplicasteis vos mandásemos dar licencia para le imprimir y privilegio por veinte años, o como la nuestra merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hizo la diligencia que la premática por nos sobre ello fecha dispone, fue acordado que debíamos de mandar dar esta nuestra cedula en la dicha razón, y nos tuvimoslo por bien. Por la cual vos damos licencia y facultad para que, por tiempo y espacio de seis años cumplidos primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha desta nuestra cedula en adelante, vos, o la persona que para ello vuestro poder hubiere, y no otra alguna, podáis imprimir y vender el dicho libro que desuso se hace mención. Y por la presente damos licencia y facultad a cualquier impresor de nuestros reinos que nombraredes, para que durante el dicho tiempo le pueda imprimir por el original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado y firmado al fin de Hernando de Vallejo, nuestro escribano de Cámara, y uno de los que en el residen, con que antes y primero que se venda lo traigáis ante ellos, juntamente con el dicho original, para que se vea si la dicha impresión esta conforme a él, o traigáis fee en publica forma, como por corrector por nos nombrado se vio y corrigió la dicha impresión por el dicho original.
Y mandamos al dicho impresor que ansi imprimiere el dicho libro, no imprima el principio y primer pliego del, ni entregue más de un solo libro con el original al autor y persona a cuya costa lo imprimiere, ni a otro alguno, para efecto de la dicha corrección y tasa, hasta que, antes y primero, el dicho libro este corregido y tasado por los del nuestro Consejo. Y estando hecho, y no de otra manera, pueda imprimir el dicho principio y primer pliego, en el cual inmediatamente ponga esta nuestra licencia y la aprobación, tasa y erratas; ni lo podáis vender ni vendáis vos, ni otra persona alguna, hasta que este el dicho libro en la forma susodicha, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática y leyes de nuestros reinos que sobre ello disponen. Y mandamos que durante el dicho tiempo persona alguna, sin vuestra licencia, no le pueda imprimir ni vender, so pena que el que lo imprimiere y vendiere haya perdido y pierda cualesquiera libros, moldes y aparejos que del tuviere, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís por cada vez que lo contrario hiciere; de la cual dicha pena sea la tercera parte para nuestra Cámara y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para el que lo denunciare. Y mandamos a los del nuestro Consejo, presidente y oidores de las nuestras Audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra Casa y Corte y Chancillerias, y otras cualesquiera justicias de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos, y a cada uno en su jurisdicción, ansi a los que agora son como a los que serán de aquí adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cedula y merced que así vos hacemos, y contra ella no vayan, ni pasen, ni consientan ir ni pasar en manera alguna, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra Cámara. Fecha en Ventosilla, a diez y ocho días del mes de octubre de mil y seiscientos y catorce años.
Yo, el rey.
Por mandado del Rey nuestro señor:
Jorge de Tovar.
Yo, Hernando de Vallejo, escribano de Cámara del Rey nuestro señor, de los que residen en su Consejo, doy fe que, habiéndose visto por los señores de un libro que compuso Miguel de Cervantes Saavedra, intitulado Viaje del Parnaso, que con su licencia fue impreso, le tasaron a cuatro maravedís el pliego, el cual tiene once pliegos, que al dicho respeto suma y monta cuarenta y cuatro maravedís cada volumen en papel; y mandaron que a este precio se haya de vender y venda, y no a mas, y que esta tasa se ponga al principio de cada volumen del dicho libro, para que por él se sepa y entienda lo que se ha de pedir y llevar, sin que se haya de exceder ni exceda della en manera alguna. Y para que delo conste, de pedimento del dicho Miguel de Cervantes y mandamiento de los dichos señores del Consejo, di la presente en la villa de Madrid, a diez y siete días del mes de noviembre, de mil y seiscientos y catorce años.
Hernando de Vallejo.
Fojas 4, plana 1, terceto tercero: donde dice y cen, diga y con.
Fojas 11, plana 2, terceto 6: donde dice inceso, diga Enciso.
Fojas 14, plana 1, terceto 6: donde dice palma lleva, diga y palma lleva. Fojas 14, plana 2, terceto primero: donde dice cuenta, diga quinta.
Este libro, intitulado Viaje del Parnaso, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, con estas erratas, corresponde con su original. Dada en Madrid, a diez días del mes de noviembre de 1614.
El licenciado Murcia de la Llana.
Dirijo a vuesa merced este Viaje que hice al Parnaso, que no desdice a su edad florida, ni a sus loables y estudiosos ejercicios. Si vuesa merced le hace el acogimiento que yo espero de su condición ilustre, el quedara famoso en el mundo y mis deseos premiados. Nuestro Señor, &c.
Miguel de Cervantes Saavedra.
Si por ventura, lector curioso, eres poeta y llegare a tus manos (aunque pecadoras) este Viaje; si te hallares en el escrito y notado entre los buenos poetas, da gracias a Apolo por la merced que te hizo; y si no te hallares, también se las puedes dar. Y Dios te guarde.
Epigramma
Excute csruleum, proles Saturnia, tergum,
verbera quadriga sentiat alma Tetis.
Agmen Apollineum, noua sacri iniuria ponti,
carmineis ratibus per freta tendit iter.
Proteus squoreas pecudes, modulamina Triton,
monstra cauos latices obstupefacta sinunt.
At caueas tants torquent qus mollis habenas,
carmina si excipias nulla tridentis opes.
Hesperiis Michael claros conduxit ab oris
in pelagus vates; delphica castra petit.
Imo age, pone metus, mediis subsiste carinis,
Parnasi in litus vela secunda gere.
Soneto
Pues veis que no me han dado algún soneto
que ilustre deste libro la portada,
venid vos, pluma mía mal cortada,
y hacedle, aunque carezca de discreto.
Haréis que excuso el temerario aprieto
de andar de una en otra encrucijada,
mendigando alabanzas, escusada
fatiga e impertinente, yo os prometo.
Todo soneto y rima allá se avenga,
y adorne los umbrales de los buenos,
aunque la adulación es de ruin casta.
Y dadme vos que este Viaje tenga
de sal un panecillo por lo menos,
que yo os le marco por vendible, y basta.
Un quídam Caporal italiano,
de patria perusino, a lo que entiendo,
de ingenio griego y de valor romano,
llevado de un capricho reverendo,
le vino en voluntad de ir a Parnaso, 5
por huir de la Corte el vario estruendo.
Solo y a pie partióse, y paso a paso
llegó donde compró una mula antigua,
de color parda y tartamudo paso.
Nunca a medroso pareció estantigua 10
mayor, ni menos buena para carga,
grande en los huesos y en la fuerza exigua,
corta de vista, aunque de cola larga,
estrecha en los ijares, y en el cuero
más dura que lo son los de una adarga. 15
Era de ingenio cabalmente entero:
caía en cualquier cosa fácilmente,
así en abril como en el mes de enero.
En fin, sobre ella el poetón valiente
llegó al Parnaso, y fue del rubio Apolo 20
agasajado con serena frente.
Contó, cuando volvió el poeta solo
y sin blanca a su patria, lo que en vuelo
llevó la fama deste al otro polo.
Yo, que siempre trabajo y me desvelo 25
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo,
quisiera despachar a la estafeta
mi alma, o por los aires, y ponela
sobre las cumbres del nombrado Oeta, 30
pues, descubriendo desde allí la bella
corriente de Aganipe, en un saltico
pudiera el labio remojar en ella,
y quedar del licor suave y rico
el pancho lleno, y ser de allí adelante 35
poeta ilustre, o al menos magnifico.
Mas mil inconvenientes al instante
se me ofrecieron, y quedó el deseo
en cierne, desvalido e ignorante.
Porque [en] la piedra que en mis hombros veo, 40
que la Fortuna me cargó pesada,
mis mal logradas esperanzas leo.
Las muchas leguas de la gran jornada
se me representaron, que pudieran
torcer la voluntad aficionada, 45
si en aquel mismo instante no acudieran
los humos de la fama a socorrerme,
y corto y fácil el camino hicieran.
Dije entre mí: «si yo viniese a verme
en la difícil cumbre deste monte, 50
y una guirnalda de laurel ponerme,
no envidiaría el bien decir de Aponte,
ni del muerto Galarza la agudeza,
en manos blando, en lengua Rodomonte».
Mas, como de un error otro se empieza, 55
creyendo a mi deseo, di al camino
los pies, porque di al viento la cabeza.
En fin, sobre las ancas del Destino,
llevando a la Elección puesta en la silla,
hacer el gran viaje determino. 60
Si esta cabalgadura maravilla,
sepa el que no lo sabe que se usa
por todo el mundo, no sólo en Castilla.
Ninguno tiene o puede dar escusa
de no oprimir desta gran bestia el lomo, 65
ni mortal caminante lo rehúsa.
Suele tal vez ser tan ligera como
va por el aire el águila o saeta,
y tal vez anda con los pies de plomo.
Pero, para la carga de un poeta, 70
siempre ligera, cualquier bestia puede
llevarla, pues carece de maleta;
que es caso ya infalible que, aunque herede
riquezas un poeta, en poder suyo
no aumentarlas, perderlas le sucede. 75
Desta verdad ser la ocasión arguyo
que tú, ¡oh gran padre Apolo!, les infundes
en sus intentos el intento tuyo.
Y, como no le mezclas ni confundes
en cosas de agibílibus rateras, 80
ni en el mar de ganancia vil le hundes,
ellos, o traten burlas o sean veras,
sin aspirar a la ganancia en cosa,
sobre el convexo van de las esferas,
pintando en la palestra rigurosa 85
las acciones de Marte, o entre las flores
las de Venus, más blanda y amorosa.
Llorando guerras o cantando amores,
la vida como en sueño se les pasa,
o como suele el tiempo a jugadores. 90
Son hechos los poetas de una masa
dulce, suave, correosa y tierna,
y amiga del hogar de ajena casa.
El poeta más cuerdo se gobierna
por su antojo baldío y regalado, 95
de trazas lleno y de ignorancia eterna.
Absorto en sus quimeras, y admirado
de sus mismas acciones, no procura
llegar a rico como a honroso estado.
Vayan, pues, los leyentes con lectura, 100
cual dice el vulgo mal limado y bronco,
que yo soy un poeta desta hechura:
cisne en las canas, y en la voz un ronco
y negro cuervo, sin que el tiempo pueda
desbastar de mi ingenio el duro tronco; 105
y que en la cumbre de la varia rueda
jamás me pude ver sólo un momento,
pues cuando subir quiero, se está queda.
Pero, por ver si un alto pensamiento
se puede prometer feliz suceso, 110
seguí el viaje a paso tardo y lento.
Un candeal con ocho mis de queso
fue en mis alforjas mi repostería,
útil al que camina y leve peso.
«Adiós», dije a la humilde choza mía; 115
«adiós, Madrid; adiós tu Prado y fuentes,
que manan néctar, llueven ambrosía;
adiós, conversaciones suficientes
a entretener un pecho cuidadoso
y a dos mil desvalidos pretendientes; 120
adiós, sitio agradable y mentiroso,
do fueron dos gigantes abrasados
con el rayo de Júpiter fogoso;
adiós, teatros públicos, honrados
por la ignorancia que ensalzada veo 125
en cien mil disparates recitados;
adiós, de San Felipe el gran paseo,
donde sí baja o sube el turco galgo,
como en gaceta de Venecia leo;
adiós, hambre sotil de algún hidalgo, 130
que, por no verme ante tus puertas muerto,
hoy de mi patria y de mí mismo salgo».
Con esto, poco a poco llegué al puerto
a quien los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto; 135
a cuyo claro y sin igual renombre
se postran cuantos puertos el mar baña,
descubre el sol y ha navegado el hombre.
Arrojóse mi vista a la campaña
rasa del mar, que trujo a mi memoria 140
del heroico don Juan la heroica hazaña;
donde con alta de soldados gloria,
y con propio valor y airado pecho
tuve, aunque humilde, parte en la vitoria.
Allí, con rabia y con mortal despecho, 145
el otomano orgullo vio su brío
hollado y reducido a pobre estrecho.
Lleno, pues, de esperanzas y vacío
de temor, busqué luego una fragata
que efectuase el alto intento mío, 150
cuando por la, aunque azul, líquida plata