Planeta de ciudades miseria - Mike Davis - E-Book

Planeta de ciudades miseria E-Book

Mike Davis

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Beschreibung

Según la ONU, más de mil millones de personas viven en ciudades miseria, en favelas, cerros, chabolas, cantegriles, campamentos y barriadas del Sur global. En este ambicioso y brillante libro, Mike Davis explora el futuro de una desigualdad radical y de una inestabilidad a punto de estallar. Davis retrata la realidad de un vasto y horrendo almacén de seres humanos desterrados de la economía mundial en ciudades pobres hiperdegradadas. Desde la expansión de barriadas en Lima hasta las montañas de basura en Manila, la urbanización de las ciudades miseria se ha separado de la industrialización, e incluso del crecimiento económico. El autor realiza una cuantificación de la aterradora producción en masa de la miseria que caracteriza a las ciudades contemporáneas y argumenta que el crecimiento exponencial de las ciudades miseria no es accidental, sino que es el resultado de una conjunción simultánea de la corrupción de las clases dirigentes, del fracaso institucional y de la acción del FMI y de los Programas de Ajuste Estructural (SAP), dirigidos a transferir la riqueza de pobres a ricos. Azote del sistema neoliberal, Davis desacredita el irresponsable mito de la salvación por uno mismo mostrando exactamente quién es expulsado del "capitalismo autosuficiente". ¿Son estas ciudades marginales, como la aterrorizada clase media victoriana imaginó, terribles volcanes a la espera de entrar en erupción? "Los datos pasmosos recogidos en el libro golpean como verdaderos mazazos...un libro desgarrador." Financial Times "Si espera usted de este libro un tono apocalíptico -y quién no, ciertamente, pues cómo exponer si no el entuerto en que andamos metidos-, no hay nadie que lo explique mejor." The Guardian "Una profunda investigación sobre una cuestión apremiante...un libro extraordinario." Arundhati Roy

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Akal / Pensamiento crítico / 27

Mike Davis

Planeta de ciudades miseria

Traducción: José María Amoroto

Según la ONU, más de mil millones de personas viven en ciudades miseria, en favelas, cerros, chabolas, cantegriles, campamentos y barriadas del Sur Global. En este ambicioso y brillante libro, Mike Davis retrata la realidad de un vasto y horrendo almacén de seres humanos desterrados de la economía mundial en ciudades pobres hiperdegradadas. Desde la expansión de barriadas en Lima hasta las montañas de basura en Manila, la urbanización de las ciudades miseria se ha separado de la industrialización, e incluso del crecimiento económico. El autor realiza una cuantificación de la aterradora producción en masa de la miseria que caracteriza a las ciudades contemporáneas y argumenta que el crecimiento exponencial de las ciudades miseria no es accidental, sino que es el resultado de una conjunción simultánea de la corrupción de las clases dirigentes, del fracaso institucional y de la acción del FMI y de los Programas de Ajuste Estructural (SAP), dirigidos a transferir la riqueza de pobres a ricos. Azote del sistema neoliberal, Davis desacredita el irresponsable mito de la salvación por uno mismo mostrando exactamente quién es expulsado del «capitalismo autosuficiente».

¿Son estas ciudades marginales, como la aterrorizada clase media victoriana imaginó, terribles volcanes a la espera de entrar en erupción?

«Un libro brillante». Arundhati Roy

«Pone de manifiesto la vergüenza de nuestras ciudades». Michael Sorkin

«Una obra aterradora y magistral». Harper’s

Mike Davis (1946-2022) fue un reconocido teórico, historiador, geógrafo y activista estadounidense. Fue profesor de Historia en la Universidad de California (UCLA) y miembro del comité de redacción de la New Left Review. En 1998 recibió la beca MacArthur y en 2007 el Premio Literario Lannan de No Ficción. Autor de una vasta e influyente obra, entre sus publicaciones destacan Ciudad de cuarzo. Arqueología del futuro en Los Ángeles (2003), Los holocaustos de la era victoriana tardía. El Niño, las hambrunas y la formación del Tercer Mundo (2006), El coche de Buda. Breve historia del coche bomba (2007), Ciudades muertas: ecología, catástrofe y revuelta (2007), Después del neoliberalismo: ciudades y caos sistémico (2009), Urbanismo mágico. Los latinos reinventan la ciudad norteamericana (2012), El desierto que viene. La ecología de Kropotkin (2017), Control urbano. Más allá de Blade Runner (2001) y Llega el monstruo. COVID-19, gripe aviar y las plagas del capitalismo (2020).

Diseño de portada

RAG

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

Título original

Planet of Slums

© Mike Davis, 2006

© Ediciones Akal, S. A., 2024

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-4603938-9

A mi querida Roisin

Degradación, semidegradación y superdegradación urbana… en esto se ha convertido la evolución de las ciudades.

Patrick Geddes[1]

[1] Citado por Lewis Mumford, The City in History. Its Origins, Its Transformations, and Its Prospects, Nueva York, 1961, p. 464.

AGRADECIMIENTOS

Mientras yo estaba en la biblioteca de la universidad, Forrest Hylton estaba detrás de una barricada en los Andes. Sus generosos e incisivos comentarios al texto y de manera más general su conocimiento de primera mano del urbanismo en América Latina han sido de un valor incalculable. Los dos nos encontramos trabajando en una continuación de este libro que abordará la historia y el futuro de la resistencia de las áreas urbanas hiperdegradadas al capitalismo global. Sus próximos libros sobre Colombia y Bolivia son brillantes ejemplos de compromiso y visión de futuro.

Tariq Ali y Susan Watkins merecen un agradecimiento especial por convencerme de que convirtiera «Planet of Slums» (New Left Review 26, marzo-abril de 2004 [ed. cast.: New Left Review 26, mayo-junio de 2004]) en un libro. Perry Anderson, como siempre, proporcionó amistad y ayuda de primera mano. Ananya Roy, de la Universidad de Berkeley, me invitó a discutir el artículo de la NLR, y agradezco mucho su hospitalidad y sus estimulantes comentarios. Aunque nunca he coincidido con ellos, mi admiración por Jan Breman (The Labouring Poor in India, Oxford, 2003) y Jeremy Seabrooke (In the Cities of the South, Verso, 1996), resulta evidente habida cuenta de la cantidad de veces que cito sus magníficos trabajos.

Después de haber convertido a mi hijo Jack en el héroe de una reciente trilogía de «aventura científica», llega la hora de dedicarle un libro a su hermana mayor Roisin. Cada día hace que me sienta orgulloso de cien maneras diferentes. (Pequeños no os preocupéis: Cassandra Moctezuma y James Connolly, pronto llegará vuestro turno).

CAPÍTULO I

El clímax urbano

Vivimos en la edad de las ciudades. La ciudad lo es todo para nosotros, nos consume y por esa razón la glorificamos.

Onookome Okome[1]

En algún momento del año que viene una mujer dará a luz en Ajegunle, un área urbana hiperdegrada (slum) en las afueras de Lagos (Nigeria); atraído por las luces de Yakarta un joven huirá de su aldea en el oeste de Java o un granjero peruano trasladará su empobrecido hogar a uno de los innumerables pueblos jóvenes de Lima. El hecho en sí mismo será irrelevante y pasará totalmente desapercibido, sin embargo constituirá un acontecimiento en la historia de la humanidad comparable a la Revolución industrial o a la que se produjo en el Neolítico. Por primera vez, la población urbana del planeta será superior a la rural. De hecho, dadas las imprecisiones de los censos de los países del Tercer Mundo, esta transición histórica puede que se haya producido ya.

El planeta se ha urbanizado incluso más rápidamente de lo que señalaba en 1972 el Club de Roma en su informe, marcadamente malthusiano, Los límites del crecimiento. En 1950 había en la tierra 86 ciudades con más de un millón de habitantes. Actualmente hay 400 y en 2015 la cifra se habrá elevado a 550[2]. De hecho las ciudades han absorbido cerca de los dos tercios de la explosión demográfica global producida desde 1950, y en la actualidad están creciendo a razón de un millón de nacimientos e inmigrantes a la semana[3]. Desde 1980, la fuerza de trabajo urbana a escala mundial se ha duplicado y la actual población urbana (3.200 millones) es mayor que la población total del planeta cuando John F. Kennedy fue elegido presidente[4]. Mientras tanto, la población rural ha alcanzado su cota máxima y empezará a declinar a partir de 2020. El resultado será que las ciudades absorberán todo el crecimiento demográfico de la población mundial, que se calcula que llegará a los 10.000 millones de personas en 2050[5].

MEGACIUDADES Y DESAKOTAS

El 95% de esta última explosión demográfica se producirá en las áreas urbanas de los países en vías de desarrollo, cuyas poblaciones se duplicarán alcanzando cerca de 4.000 millones en la próxima generación[6]. De hecho, la suma de la población urbana de China, India y Brasil en la actualidad es casi igual a la de Europa y Norteamérica. La escala y la velocidad del proceso de urbanización en el Tercer Mundo empequeñecen por completo al que se produjo en Europa a finales del siglo XIX. En 1910, Londres era siete veces mayor de lo que había sido en 1800, pero Dacca (Bangladesh), Kinshasa (República Democrática del Congo) y Lagos en la actualidad son cuarenta veces mayores de lo que eran en 1950. En la década de 1980, China, que se está urbanizando a una velocidad sin precedentes en la historia de la humanidad, añadió más habitantes a las ciudades que toda Europa, incluyendo Rusia, ¡en todo el siglo XIX![7].

Cuadro 1.Crecimiento de la población mundial

Fuente: Naciones Unidas, Wordl Urbanization Prospects. The 2001 Revision (2002): cuadros A.3 y A.4.

Cuadro 2.Las megaciudades del Tercer Mundo[8] (población en millones)

1950

2004

Ciudad de México

2,9

22,1

Seúl

1,0

21,9

(Nueva York

12,3

21,9)

São Paulo

2,4

19,9

Bombay

2,9

19,1

Delhi

1,4

18,6

Yakarta

1,5

16,0

Dacca

0,4

15,9

Calcuta

4,4

15,1

El Cairo

2,4

15,1

Manila

1,5

14,3

Karachi

1,0

13,5

Lagos

0,3

13,4

Shanghái

5,3

13,2

Buenos Aires

4,6

12,6

Río de Janeiro

3,0

11,9

Teherán

1,0

11,5

Estambul

1,1

11,1

Pekín

3,9

10,8

Bangkok

1,4

9,1

Johannesburgo

1,2

9,0

Kinshasa

0,2

8,9

Lima

0,6

8,2

Bogotá

0,7

8,0

El fenómeno más llamativo es, por supuesto, el desarrollo de nuevas megaciudades de más de 8 millones de habitantes y más espectacularmente aún hiperciudades que superarán los 20 millones (la población urbana del planeta estimada en los tiempos de la Revolución francesa). De acuerdo con la División de Población de Naciones Unidas, en 2000 solamente Tokio había atravesado incuestionablemente esa barrera, aunque Ciudad de México, Nueva York y Seúl andaban cerca[9]. Según cálculos de Far Eastern Economic Review, en 2025 solamente en Asia podría haber diez u once concentraciones urbanas de esas dimensiones, incluyendo Yakarta (24,9 millones), Dacca (25) y Karachi (26,5). Shanghái, después de décadas de estancamiento debido a la política maoísta de restricciones al crecimiento, podría alcanzar los 27 millones de residentes en la amplia región del estuario del Yangzi. Mientras tanto, Bombay se calcula que alcanzará una población de 33 millones, aunque nadie sabe si semejantes concentraciones de pobreza son biológica o ecológicamente sostenibles[10].

Las explosivas ciudades del Tercer Mundo también están tejiendo nuevas y extraordinarias redes, corredores y jerarquías urbanas. En Sudamérica, los geógrafos actualmente hablan sobre un nuevo monstruo conocido como el RSPER (Región Metropolitana de Rio-São Paulo), que incluye las ciudades de tamaño medio situadas en el eje de comunicaciones que une los 500 kilómetros que separan ambas ciudades, así como la extensa región industrial en torno a Campinas. Con una población actual de 37 millones de habitantes, esta nueva criatura ya supera al corredor formado por Tokio-Yokohama[11]. De igual forma, la ameba gigante que es Ciudad de México después de haberse tragado a Toluca, está extendiendo los seudópodos que acabarán por abarcar gran parte de México Central, incluyendo a las ciudades de Cuernavaca, Puebla, Cuautla, Pachuca y Queretaro para formar una única megalópolis que para mediados del siglo XXI tendrá una población aproximada de 50 millones (alrededor del 40% del total nacional)[12].

Todavía resulta más impactante la concentración urbana que se está produciendo en África del Oeste, a lo largo del golfo de Guinea, con Lagos (23 millones de habitantes en 2015 según las estimaciones), como centro de expansión. De acuerdo con un estudio de la OCDE, esta red de 300 ciudades de más de cien mil habitantes «tendrá una población comparable a la costa este de Estados Unidos […] y más de 60 millones de habitantes, de este a oeste, a lo largo de una franja de tierra de 600 kilómetros entre Ciudad Benin y Accra»[13]. Desgraciadamente también será con toda probabilidad la mayor concentración de pobreza urbana sobre el planeta.

Cuadro 3. Urbanización del Golfo de Guinea[14]

Ciudades

1960

1990

2020

De más de 100.000 habitantes

17

90

300

De más de 5.000 habitantes

60

3.500

6.000

De todas maneras, en términos relativos las mayores estructuras posturbanas están surgiendo en el este de Asia. Los deltas de los ríos Perla (Hong Kong-Guangzhou)[15] y Yangze (Shanghái), junto con el corredor Pekín-Tianjin van encaminados a convertirse en megalópolis urbano-industriales comparables con Tokio-Osaka, el bajo Rhin o Nueva York-Filadelfia. De hecho China, un caso único entre los países en vías de desarrollo, está llevando a cabo una agresiva política de desarrollo urbano a escala supraregional utilizando como modelo el corredor Tokio-Yokohama o la costa este de Estados Unidos. La Zona Económica de Shanghái, creada en 1983, es el plan regional de mayor entidad de todo el planeta, que afecta a la metrópolis y a cinco provincias colindantes con una población total similar a la de Estados Unidos[16].

Para los destacados investigadores Yue-man Yeung y Fu-chen Lo, estas nuevas megalópolis chinas pueden ser solamente el primer paso en el nacimiento de «un corredor urbano ininterrumpido que se extienda desde Japón/Corea del Norte hasta Java occi­den­­tal»[17]. Cuando acabe de tomar forma en el próximo siglo esta gigantesca amalgama de ciudades en forma de dragón será la culminación física y demográfica de milenios de evolución urbana y el auge de la costa este de Asia elevará a Tokio-Shanghái a la categoría de «ciudades globales», comparables en el control global de los flujos de capital e información al eje Nueva York-Londres.

En cualquier caso, el precio de este nuevo ordenamiento urbano será el aumento de las desigualdades entre ciudades de diferentes tamaños y especializaciones económicas. Los expertos chinos debaten actualmente si el antiguo abismo de ingresos y desarrollo entre la ciudad y el campo está siendo sustituido por un abismo igualmente profundo entre las ciudades pequeñas especialmente las del interior y las gigantescas megalópolis de la costa, aunque sean las ciudades pequeñas las que albergarán a la mayor parte de la población de Asia[18]. Si las megaciudades son las estrellas más brillantes del firmamento urbano, tres cuartas partes del peso del futuro crecimiento de la población mundial recaerá sobre estrellas de segundo orden, áreas urbanas más pequeñas y apenas visibles; lugares donde según señalan los investigadores de Naciones Unidas, «hay una planificación escasa o nula para acomodar y proporcionar servicios a toda esa gente»[19]. En China (urbana en un 43% en 1997 según datos oficiales), el número oficial de «ciudades» se ha disparado de 193 a 640 desde 1978. Pero las grandes metrópolis, a pesar de su extraordinario crecimiento, han perdido en porcentaje relativo de población urbana y han sido las ciudades pequeñas y medianas, junto a los pueblos recientemente convertidos en ciudades, las que han absorbido la mayor parte de la mano de obra rural excedente después de las reformas del mercado realizadas a partir de 1979[20]. En parte esto es el resultado de una planificación deliberada: desde la década de 1970, el Estado chino ha desarrollado políticas encaminadas a favorecer una jerarquía urbana más equilibrada entre inversión industrial y población[21].

El modelo chino de urbanización a «dos niveles» no se repite en India, donde la reciente transición neoliberal ha supuesto la pérdida de pujanza económica y demográfica de pueblos y ciudades pequeñas. El porcentaje de la población urbana, que durante la década de 1990 se disparó de un cuarto a un tercio de la población total, ha provocado el crecimiento de las ciudades de tamaño medio como Saharanpur en el Estado de Uttar Pradesh, Ludhiana en Punjab y la más famosa de todas, Visakhapatnam en Andhra Pradesh. La ciudad de Hyderabad, con un ritmo de crecimiento del 5% anual durante los últimos veinticinco años, se perfila como una nueva megaciudad de 10,5 millones de habitantes para 2015. De acuerdo con los últimos censos, actualmente hay 35 ciudades en India por encima del umbral del millón que en conjunto se acercan a los 110 millones de habitantes[22].

En África, el meteórico crecimiento de unas cuantas ciudades como Lagos (de 300.000 en 1950 a 13,5 millones en la actualidad) se ha visto acompañado por la transformación de docenas de pequeñas ciudades y oasis como Ougadougou (Burkina Faso), Nuakchot (Mauritania), Douala (Camerún), Kampala (Uganda), Tanta (Egipto), Conakry (Guinea), Ndjamena (Chad), Lubumbashi (República Democrática del Congo), Mogadiscio (Somalia), Antananarivo (Madagascar) y Bamako (Mali) en anárquicas ciudades mayores que San Francisco o Manchester. La transformación experimentada por Mbuji-Mayi, un centro del comercio de diamantes en la República del Congo, es espectacular. En 1960 era una pequeña ciudad de 25.000 habitantes y en la actualidad es una metrópolis de 2 millones, habiéndose producido la mayor parte de este crecimiento en la última década[23]. En América Latina, donde el crecimiento ha estado monopolizado durante mucho tiempo por las ciudades principales, asistimos ahora a la explosión de ciudades secundarias como Santa Cruz, Valencia, Tijuana, Curitiba, Temuco, Maracay, Bucaramanga, Salvador y Belem, con los mayores crecimientos produciéndose en las de menos de 500.000 habitantes[24].

Por otra parte, tal como señala el antropólogo Gregory Guldin, la urbanización debe conceptualizarse como una transformación estructural a lo largo de un continuo urbano/rural en el que se produce una intensa interacción entre cada punto del mismo. En su estudio del caso de China meridional, encontró que el campo se está urbanizando in situ, al mismo tiempo que genera migraciones que marcan épocas. «Las aldeas se convierten en mercados y pueblos xiang, y los pueblos y ciudades pequeñas empiezan a parecer grandes ciudades». Realmente en muchos casos, la población rural no tiene que emigrar a la ciudad: ella viene sola[25].

El periodista Jeremy Seabrook nos muestra un ejemplo de este proceso en Malasia, donde los pescadores de Penang «han sido devorados por la urbanización sin haber emigrado y sus vidas destruidas sin haberse movido del lugar donde nacieron». Después de encontrase con sus viviendas separadas del mar por una nueva autopista, sus zonas de pesca contaminadas por los residuos urbanos y las laderas de las colinas colindantes deforestadas para levantar bloques de apartamentos, no les quedó más alternativa que enviar a sus hijas a la explotación de los talleres japoneses de las proximidades. «Fue el fin, no solo de los medios de vida de una gente que había vivido en simbiosis con el mar, sino de la existencia entera de un pueblo pescador»[26].

El resultado de este choque entre el mundo rural y el urbano tanto en China como en el sureste de Asia, India, Egipto y quizá África occidental, es un paisaje hermafrodita, un campo parcialmente urbanizado que para Guldin puede representar «un sendero nuevo en el desarrollo y los asentamientos humanos […] una forma que no es rural ni urbana sino una mezcla de las dos, donde una densa red de transacciones ata los grandes núcleos urbanos a las regiones que les rodean»[27]. El arquitecto y urbanista alemán Thomas Sieverts sugiere que este urbanismo difuso, que llama Zwischenstadt (in-between city/campo-ciudad), se está convirtiendo rápidamente en el paisaje representativo del siglo XXI, tanto en los países ricos como en los pobres y al margen de la trayectoria urbana anterior. A diferencia de Guldin, Sieverts considera estas nuevas conurbaciones como redes policéntricas sin el tradicional centro ni periferias reconocibles.

Al margen de la cultura de que se trate y del lugar del planeta donde surjan, tienen características comunes: una estructura completamente diferente del medio urbano que a primera vista resulta difusa y desorganizada, con islas individualizadas sobre modelos geométricamente estructurados; un entramado sin un centro claro y por ello con muchas áreas, redes y nodos especializados, más o menos contrastados funcionalmente[28].

El geógrafo David Drakakis-Smith, hablando sobre el caso concreto de Delhi, señala que

estas grandes regiones metropolitanas, representan una fusión de desarrollo urbano y desarrollo regional en la que la distinción entre lo urbano y lo rural se ha desdibujado, a medida que las ciudades crecen a lo largo de los pasillos de comunicaciones, sobrepasando o rodeando pequeñas ciudades y pueblos que a su vez, experimentan in situ cambios de funciones y ocupación[29].

En Indonesia, donde este proceso de hibridación urbano/rural está muy avanzado en Jabotabek (la gran región de Yakarta), los investigadores han llamado a estos nuevos modelos de uso de la tierra desakotas («ciudad de pueblos») y discuten si se trata de paisajes de transición o de nuevas y dramáticas formas de urbanismo[30].

Un debate similar se está produciendo entre los urbanistas de América Latina a medida que afrontan la aparición de sistemas urbanos policéntricos, sin una frontera clara entre lo rural y lo urbano. Los geógrafos Adrián Aguilar y Peter Ward, avanzaron el concepto de «urbanización basada en la región» para describir el desarrollo urbano contemporáneo de Ciudad de México, São Paulo, Santiago y Buenos Aires. «Los índices más bajos de crecimiento metropolitano han coincidido con una circulación más intensa de mercancías, capital y población entre el centro de la ciudad y su entorno, con unas fronteras cada vez más difusas entre lo urbano y lo rural, una desconcentración industrial dirigida hacia la periferia metropolitana y especialmente más allá, hacia los espacios periurbanos que rodean las megaciudades». Aguilar y Ward consideran que «en las grandes ciudades del siglo XXI, serán estos espacios periurbanos los que concentrarán la reproducción de la fuerza de trabajo»[31].

En cualquier caso, lo nuevo y lo viejo no se mezclan fácilmente. En el área desakota de las afueras de Colombo, en Sri Lanka, «las comunidades se encuentran totalmente divididas y no son capaces de establecer relaciones ni comunidades más amplias»[32], pero a pesar de ello, y como señala la antropóloga Magdalena Nock refiriéndose al caso de México, el proceso es irreversible: «La globalización ha incrementado el movimiento de gente, bienes, servicios, información, noticias, productos y dinero, y de ahí viene la presencia de características urbanas en las áreas rurales y rasgos rurales en los centros urbanos»[33].

RETORNO A DICKENS

La dinámica de urbanización del Tercer Mundo resume y confunde al mismo tiempo los precedentes del siglo XIX y principios del XX en Europa y Norteamérica. En China, nos encontramos la mayor revolución industrial de la historia en la palanca de Arquímedes que está trasladando a una población del tamaño de la europea, desde aldeas rurales a ciudades que se elevan hacia las nubes ahogadas en humo y niebla. Desde las reformas promercado de finales de la década de 1970, se calcula que 200 millones de chinos se han desplazado de las áreas rurales a las ciudades. La próxima «avalancha de campesinos» de 250 o 300 millones se espera que se produzca en las décadas venideras[34]. Como resultado de este vertiginoso flujo, en 2005 había 166 ciudades en China con poblaciones superiores a un millón de habitantes, en comparación con solamente 9 en Estados Unidos[35]. El crecimiento de ciudades como Dongguan, Shenzhen, Fushan y Chengchow por mor del explosivo desarrollo industrial las convierte en las versiones posmodernas de Sheffield o Pittsburg. Por lo tanto, como señalaba recientemente el Financial Times, en una década «China dejará de ser el país predominantemente rural que ha sido durante milenios»[36]. Próximamente el gran ojo del Centro Financiero Mundial de Shanghái tendrá vistas sobre un extenso mundo urbano poco imaginado por Mao o, de hecho tampoco, por Le Corbusier.

Tampoco es probable que alguien pudiera imaginarse hace cincuenta años que los asentamientos ocupados y las ruinas que la guerra había dejado en Seúl se transformarían a toda velocidad (un asombroso crecimiento del 11,4% durante la década de 1960) en una megalópolis tan grande como Nueva York. Pero de hecho, ¿qué observador de la época victoriana podía imaginarse en 1920 una ciudad como Los Ángeles? En cualquier caso, a pesar de su carácter impredecible, la urbanización contemporánea del sureste asiático, junto al crecimiento del 300% del PIB desde 1965, mantiene una relación cuasi clásica entre crecimiento industrial y migraciones urbanas. El 80% del proletariado del que hablaba Marx vive actualmente en China o en cualquier otro lugar fuera de Europa occidental y Estados Unidos[37].

Cuadro 4. Urbanización industrial de China[38] (porcentaje urbano)

Año

Población

PIB

1949

11

1978

13

2003

38

54

2020 (proyección)

63

85

Sin embargo en la mayor parte de los países en vías de desarrollo, el crecimiento de las ciudades carece por completo del poderoso motor que supone tanto las exportaciones de bienes de China, Corea y Taiwán como la inyección de capital extranjero que recibe China, un país al que se dirige en la actualidad la mitad de la inversión exterior que se realiza en todos los países en vías de desarrollo. Desde mediados de la década de 1980, las grandes ciudades industriales del hemisferio sur como Bombay, Johannesburgo, Buenos Aires, Belo Horizonte y São Paulo, han sufrido el cierre masivo de empresas y un progresivo desmantelamiento industrial. Exceptuando el sureste asiático, la urbanización de los países en vías de desarrollo se ha producido totalmente al margen de la industrialización y del desarrollo como tal, y en África subsahariana incluso al margen de una de las supuestas premisas sine qua non del crecimiento urbano: el aumento de la productividad agrícola. El sorprendente resultado es que la capacidad económica de una ciudad, tiene poca relación con el tamaño de su población y a la inversa. El cuadro 5 recoge esta disparidad entre población y PIB en las mayores áreas metropolitanas.

Cuadro 5. Población versus PIB: las diez mayores ciudades[39]

(1) Por población en el año 2000

(2) Por PIB de 1996 (según población en 2000)

1. Tokio

Tokio (1)

2. Ciudad de México

Nueva York (3)

3. Nueva York

Los Ángeles (8)

4. Seúl

Osaka (9)

5. São Paulo

París (25)

6. Bombay

Londres (19)

7. Delhi

Chicago (26)

8. Los Ángeles

San Francisco (35)

9. Osaka

Düsseldorf (46)

10. Yakarta

Boston (48)

Para algunos, urbanización sin industrialización no es más que la expresión de una tendencia inexorable, inherente al capitalismo de silicio, de desligar el crecimiento de la producción del aumento del empleo. Sin embargo, como veremos más tarde, la urbanización sin industrialización que se ha producido en África, América Latina, Oriente Próximo y gran parte del sur de Asia se debe más a una coyuntura política global, la crisis mundial de la deuda de finales de la década de 1970 y la subsiguiente rees­tructuración de las economías que realiza el Fondo Monetario Internacional en la década siguiente, que a ninguna ley de hierro del avance tecnológico.

La urbanización del Tercer Mundo continuó su desenfrenada carrera (3,8% anual desde 1960 a 1993) por encima de las hambrunas de finales de la década de 1980 y principios de la siguiente, por encima de la caída de los salarios reales y por encima del disparatado crecimiento del desempleo urbano[40]. Esta inalterable explosión urbana sorprendió a la mayoría de los expertos, ya que contradecía los modelos económicos ortodoxos que mantenían que la recesión urbana traería como consecuencia la ralentización o incluso la reversión del proceso migratorio[41]. En 1990 el economista Nigel Harris manifestaba su sorpresa ante el hecho de que «en los países de renta baja, la caída de los ingresos urbanos no significa necesariamente, a corto plazo, un descenso de la emigración procedente del campo»[42].

La situación en África resultaba especialmente paradójica. ¿Cómo podían las ciudades de Costa de Marfil, Tanzania, Gabón y de otros lugares, con economías que se estaban contrayendo anualmente entre un 2 y un 5%, mantener un crecimiento demográfico entre un 5 y un 8% anual?[43]. ¿Cómo podía Lagos, en la década de 1980, crecer un 200% por encima del resto de Nigeria mientras su situación económica era de una profunda recesión?[44]. Viendo la situación de África en su conjunto, atravesando una época nefasta en cuanto a estancamiento del empleo urbano y de la productividad agrícola, ¿cómo ha podido ser capaz de mantener un índice de urbanización (del 3,5 al 4%), considerablemente mayor que el de la mayoría de las ciudades europeas (2,1%) durante los años de máximo crecimiento de finales del siglo XIX?[45].

Parte del secreto se encuentra en la política de desregulación agrícola y de disciplina financiera impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que produjeron un éxodo de la mano de obra rural excedente hacia las áreas urbanas, aun cuando las ciudades habían dejado de ser máquinas de creación de empleo. Como recalca Deborah Bryceson, en su resumen sobre la investigación del medio rural que ha desarrollado en África, las décadas de 1980 y 1990 supusieron un trastorno sin precedentes para el medio rural en su conjunto:

Uno por uno, los gobiernos nacionales atrapados por la deuda se encontraron sometidos a los Programas de Ajuste Estructural y condicionados por el Fondo Monetario Internacional. Las subvenciones, las mejoras de los inputs agrícolas y la construcción de infraestructuras rurales se vieron drásticamente reducidas. A medida que tanto en América Latina como en África se abandonaban los esfuerzos por «modernizar» la agricultura, los agricultores y campesinos se iban encontrando a merced de la estrategia de «nadar o ahogarse» que proponían las instituciones financieras internacionales. La desregulación de los mercados nacionales empujó a los productores agrícolas hacia los mercados globales, donde los campesinos pequeños y medianos no podían competir. Los Programas de Ajuste y las políticas de liberalización económica supusieron la convergencia de las tendencias mundiales que buscaban el cierre de mercados agrícolas, con las políticas nacionales que provocaban la desaparición del campesinado[46].

A medida que las redes locales estables iban desapareciendo, los pequeños campesinos se volvieron más vulnerables frente a circunstancias externas: sequía, inflación, subida de los tipos de interés o caída de los precios de venta. También frente a las enfermedades: se calcula que en Camboya, el 60% de los pequeños campesinos que han vendido sus tierras y se han trasladado a las ciudades, lo han hecho forzados por deudas relacionadas con la sanidad[47].

Al mismo tiempo, la codicia de los señores de la guerra y los conflictos civiles, debidos al descalabro provocado por los ajustes estructurales impuestos para absorber la crisis de la deuda o a la rapacidad de intereses económicos externos (como en el caso de Congo y Angola), estaban provocando el abandono de regiones enteras. Las ciudades no hicieron otra cosa que recoger los frutos de esta crisis mundial del medio rural, a pesar del estancamiento o de la recesión económica que sufrían, y evidentemente sin realizar las necesarias inversiones en nuevas infraestructuras, en fomento de la educación o en sistemas públicos de salud. El modelo clásico del campo poseedor de una gran mano de obra y de la ciudad como fuente de capital, se invierte en muchos lugares del Tercer Mundo, donde encontramos ciudades desindustrializadas poseedoras de una gran mano de obra, y regiones rurales con gran afluencia de capital. Dicho con otras palabras, el motor de esta «urbanización generalizada» se encuentra en la reproducción de la pobreza y no en la reproducción del empleo. Esta es una de las vías inesperadas por las que un orden mundial neoliberal está encaminando el futuro[48].

La teoría social clásica, de Karl Marx a Max Weber, creía que las grandes ciudades del futuro sufrirían el mismo proceso de industrialización que Manchester, Berlín y Chicago. En efecto, Los Ángeles, São Paulo, Pusan y en la actualidad, Ciudad Juárez, Bangalore y Guangzhou, se han aproximado más o menos a esta trayectoria clásica. Sin embargo, la mayor parte de las ciudades del Sur Global, se parecen más al Dublín victoriano, que tal como ha subrayado Emmet Larkin, era un caso único entre «todas las ciudades hiperdegradadas del mundo occidental en el siglo XIX […] porque sus barrios pobres no eran producto de la revolución industrial. De hecho, entre 1800 y 1850, Dublín sufría mayores problemas de desindustrialización que de industrialización»[49].

Del mismo modo, Kinshasa, Luanda, Jartum, Dar-es-Salaam, Guayaquil y Lima crecen de manera prodigiosa pese a la ruina de sus industrias de sustitución de importaciones, de la reducción de sus sectores públicos y de la caída de sus clases medias. Las fuerzas globales que empujan a la gente a abandonar el campo –la mecanización de la agricultura en India y Java, las importaciones de alimentos en México, Haití y Kenia, la guerra civil y la sequía en África y, en general, la concentración de pequeñas parcelas en grandes propiedades, junto a la competencia de la agroindustria a gran escala– parecen ser suficientemente fuertes como para mantener los ritmos de urbanización, aun cuando la atracción de la ciudad se encuentra drásticamente reducida por la deuda y la crisis económica. Como resultado, el veloz crecimiento urbano en un contexto de ajuste estructural, devaluación de la moneda y recorte del gasto público, ha resultado una receta infalible para la producción en masa de áreas urbanas hiperdegradadas. Un investigador de la Organización Internacional del Trabajo calcula que en el Tercer Mundo el mercado formal de la vivienda rara vez cubre más del 20% de las necesidades por lo que la gente se construye sus propios chamizos, se refugia en alquileres informales y divisiones piratas del espacio, o simplemente se instala en las aceras[50]. Naciones Unidas señala que «durante los últimos treinta o cuarenta años, los mercados del suelo informales o ilegales, han sido los principales proveedores de nuevos espacios de alojamiento en la mayoría de las ciudades del Sur Global»[51].

Desde 1970, el crecimiento de las áreas urbanas hiperdegradadas ha dejado atrás la idea misma de urbanización. Centrándose en Ciudad de México, Priscilla Connolly señala que «por lo menos un 60% del crecimiento de la ciudad es el resultado de la acción de la gente, especialmente mujeres, que levantan con esfuerzo sus viviendas en las zonas periféricas sin servicios, al mismo tiempo que el empleo informal de subsistencia siempre ha representado una parte importante del empleo total»[52]. Las favelas de São Paulo (que en 1973 albergaban al 1,2% de la población, pero al 19,8 en 1993), crecieron al explosivo ritmo del 16,4% anual durante la década de 1990[53]. En el Amazonas, convertido en una de las fronteras mundiales del crecimiento urbano que avanza más rápidamente, el 80% de este crecimiento se ha producido en forma de ciudades de chabolas totalmente desprovistas de los mínimos servicios y que han convertido el término «favelización» en sinónimo de «urbanización»[54].

En toda Asia se observan las mismas tendencias. Las autoridades policiales de Pekín calculan que unos 200.000 floaters (emigrantes rurales sin registrar) llegan cada año a la ciudad, y muchos de ellos acaban hacinados en las áreas hiperdegradadas ilegales del sureste de la capital[55]. Un estudio sobre el sur de Asia realizado a finales de la década de 1980, mostraba que el 90% del crecimiento de la vivienda se había producido en áreas urbanas hiperdegradadas[56]. La población katchi abadi (ocupante) de Karachi se multiplica por dos cada década, las áreas hiperdegradadas de India crecen un 250% por encima de la población total[57]. El sector formal del mercado de la vivienda en Bombay presenta un déficit de 45.000 viviendas anuales que se traduce en el correspondiente incremento de sus áreas hiperdegradadas[58]. En Delhi, 400.000 de las 500.000 personas que llegan anualmente acaban en estas áreas, que en 2015 alcanzarán una población de más de diez millones de habitantes. Como advierte Gautam Chatterjee, «si esta tendencia no se rompe, pronto tendremos áreas urbanas hiperdegradadas en vez de ciudades»[59].

La situación en África es todavía más dramática. Sus áreas urbanas hiperdegradadas están creciendo al doble de velocidad que las propias ciudades. Entre 1989 y 1999 un increíble 85% del crecimiento de la población de Kenia se produjo en las fétidas y asfixiantes chabolas de Nairobi y Mombasa[60]. Mientras tanto, cualquier esperanza de mitigar la pobreza urbana se ha desvanecido del horizonte oficial. Gordon Brown, ministro británico de Hacienda y sucesor de Tony Blair, señalaba en la reunión anual conjunta del FMI y del Banco Mundial celebrada en octubre de 2004, que faltaban todavía generaciones para alcanzar las metas de desarrollo para el milenio, marcadas por Naciones Unidas para África y originalmente previstas para 2015: «África Subsahariana no alcanzará la educación primaria universal hasta 2130, la reducción de un 50% de la pobreza hasta 2150 y la desaparición de la mortalidad infantil evitable hasta el 2165»[61]. Las áreas urbanas hiperdegradadas de África negra acogerán 332 millones de habitantes, una cifra que seguirá doblándose cada cincuenta años[62].

Así pues, las ciudades del futuro se encuentran lejos del cristal y del acero con que las imaginaban generaciones anteriores de urbanistas: la realidad nos presenta un panorama de ladrillo sin cocer, paja, plástico reutilizado, bloques de cemento y tablones de madera. En lugar de ciudades de luz elevándose hacia el cielo, la mayor parte del mundo urbano del siglo XXI se mueve en la miseria, rodeado de contaminación, desechos y podredumbre. De hecho, los 1.000 millones de habitantes que ocupan las áreas urbanas hiperdegradadas, podrían mirar con envidia las ruinas de las sólidas viviendas de barro de Çatal Hüyük levantadas en Anatolia en el alba de la vida urbana hace nueve mil años.

[1] O. Okome, «Writing the Anxious City. Images of Lagos in Nigerian Home Video Films», en Okwui Enwezor et al.,Under Siege. Four African Cities. Freetown, Johannesburg, Kinshasa, Lagos, Ostfildern-Ruit, 2002, p. 316.

[2] UN Department of Economic and Social Affairs, Population Division, World Urbanization Prospects, the 2001 Revision, Nueva York, 2002.

[3] Population Information Program, Center for Communication Programs, the John Hopkins Bloomburg School of Public Health, Meeting the Urban Challenge, Population Reports xxx, 4, Baltimore (otoño 2002), p. 1.

[4] D. Rondinelli y John Kasarda, «Job Creation Needs in Third World Cities», en J. Kasarda y A. M. Parnell (eds.), Third World Cities. Problems, Policies and Prospects, Newbury Park, 1993, p. 101.

[5] W. Lutz, W. Sandeson y S. Scherbov, «Doubling of world population unlikely», Nature 387, 19 de junio de 1997, pp. 803-804. De cualquier forma, la población del África Subsahariana se triplicará y la de India se duplicará.

[6] Aunque la velocidad de la urbanización global está fuera de dudas, los índices de crecimiento de ciudades concretas pueden frenarse en seco al encontrarse con problemas de tamaño y aglomeración. Un ejemplo claro de esta «inversión de tendencias» es Ciudad de México. Se calculaba que durante la década de 1990 alcanzaría los 25 millones y, sin embargo, la población actual se sitúa entre los 19 y 22 millones. Yue-man Yeung, «Geography in an age of mega-cities», International Social Sciences Journal 151, 1997, p. 93.

[7]Financial Times, 27 de julio de 2004; D. Drakakis-Smith, Third World Cities, 2.a ed., Londres, 2000.

[8] Elaborado sobre UN-Habitat Urban Indicators Database 2002; Thomas Brinkhoff, «The Principal Agglomerations of the World», www.citypopulation.de/World.html, mayo de 2004.

[9] UN-Habitat, Urban Indicators Database 2002.

[10]The Far Eastern Economic Review, Asia 1998 Yearbook, p. 63.

[11] H. Tolosa, «The Rio/São Paulo Extended Metropolitan Region. A Quest for Global Integration», The Annals of Regional Science xxxvii, 2 (septiembre 2003), pp. 480, 485.

[12] G. Garza, «Global Economy, Metropolitan Dynamics and Urban Policies in Mexico», Citiesxvi, 3, 1999, p. 154.

[13] J.-M. Cour y S. Snrech (eds.), Preparing for the Future. A Vision of West Africa in the Year 2020, París, 1998, p. 94.

[14]Ibid., p. 48.

[15] Yue-Man Yeung, «Viewpoint. Integration of the Pearl River Delta», International Development Planning Review xxv, 3, 2003.

[16] A. Laquian, «The Effects of National Urban Strategy and Regional Development Policy on Patterns of Urban Growth in China», en G. Jones y P. Visaria (eds.), Urbanization in Largue Developing Countries. China, Indonesia, Brazil and India, Oxford, 1997, pp. 62-63.

[17] Yue-man Yeung y Fu-chen Lo, «Global Restructuring and Emerging Urban Corridors in Pacific Asia», en Lo y Yeung (eds.), Emerging World Cities in Pacific Asia, Tokio, 1996, p. 41.

[18] G. Guldin, What’s a Peasant to Do? Village Becoming Town in Southern China, Boulder (CO), 2001, p. 13.

[19] UN-Habitat, The Challenge of Slums. Global Report on Human Settlements 2003, Londres, 2003, p. 3.

[20] G. Guldin, What’s a Peasant to Do?, cit.

[21] S. Goldstein, «Levels of Urbanization in China», en Mattei Dogon y John Kasarda (eds.), The Metropolis Era. Volume One - A World of Giant Cities, Newbury Park, 1988, pp. 210-221.

[22]Census 2001, Office of the Registrar General and Census Commisioner, India; A. Durand-Lasserve y L. Royston (eds.), Holding Their Ground. Secure Land Tenure for the Urban Poor in Developing Countries, Londres, 2002, p. 20.

[23] Mbuji-Mayi es el centro de la «última empresa estatal» en la región de Kaasai gestionada por la Sociedad Minera de Bakwanga. M. Wrong, In the Footsteps of Mr. Kurtz. Living on the Brink of Disaster in the Congo, Londres, 2000, pp, 121-123.

[24] M. Villa y J. Rodríguez, «Demographic Trends in Latin America’s Metropolises, 1950-1990», en A. Gilbert (ed.), The Mega-City in Latin America, Tokio, 1996, pp. 33-34.

[25] G. Guldin, What’s a Peasant to Do?, cit., pp. 14-17.

[26] J. Seabrook, In the Cities of the South. Scenes from a Developing World, Londres, 1996, pp. 16-17.

[27] G. Guldin, What’s a Peasant to Do?, cit., pp. 14-17. Véase también Jing Neng Li, «Structural and Spatial Economic Changes and their Effects on Recent Urbanization in China», en G. Jones y P. Visaria, Urbanization in Large Developing Countries, cit., p. 44. I. Yeboah, «Demographic and Housing Aspects of Structural Adjustment and Emerging Urban Form in Accra, Ghana, Africa Today l, 1, 2003, pp. 108, 116-117. Yeboah encuentra un modelo desakota en Accra, con un crecimiento de su superficie, en la década de 1990, del 188% que atribuye al impacto de las políticas de ajuste estructural.

[28] T. Sieverts, Cities Without Cities. An Interpretation of the Zwischenstadt, Londres, 2003, p. 3.

[29] D. Drakakis-Smith, Third World Cities, cit., p. 21.

[30] T. McGee, «The Emergence of Desakota Regions in Asia. Expanding a Hypothesis», en Northon Ginsburg, Bruce Koppell y T. McGee (eds.), The Extended Metropolis. Settlement Transition in Asia, Honolulu, 1991. P. Kelly en su libro sobre Manila se muestra de acuerdo con McGee en las características específicas del modelo de urbanización que se está produciendo en el sureste asiático, pero señala que el modelo desakota es inestable y que la agricultura va desapareciendo lentamente. Kelly, Everyday Urbanization. The Social Dynamics of Development in Manila’s Extended Metropolitan Region, Londres, 1999, pp. 248-186.

[31] A. Aguilar y P. Ward, «Globalization, Regional Development, and Mega-City Expansion in Latin America. Analyzing Mexico City’s Peri-Urban Hinterland», Citiesxx, 1, 2003, pp. 4, 18. Los autores sostienen que el modelo desakota de desarrollo no se produce en África: «Donde el crecimiento de las ciudades tiende a ser esencialmente urbano y basado en la propia ciudad, al mismo tiempo que se mantiene dentro de unas fronteras claramente definidas. No se produce un desarrollo periurbano unido y dirigido por procesos que provienen del propio centro», sin embargo, Gauteng (Sudáfrica) es un ejemplo claro de «urbanización regional» totalmente análogo a los casos de América Latina.

[32] R. Dayaratne y R. Samarawickrama, «Empowering Communities. The Peri-Urban Areas of Colombo», Environment and Urbanizationxv, 1 (abril 2003), p. 102. Véase también L. van der Berg, M. van Wijk y P. van Hoi, «The Transformation of Agricultural and Rural Life Downsteam of Hanoi», ibid.

[33] M. Nock, «The Mexican Peasantry and the Ejido in the Neo-liberal Period», en D. Bryceson, C. Kay y J. Mooij (eds.), Dissapearing Peasantries? Rural Labour in Africa, Asia and Latin America, Londres, 2000, p. 173.

[34]Financial Times, 16 de diciembre de 2003 y 27 de julio de 2004.

[35]TheNew York Times, 28 de julio de 2004.

[36] W. Mengkui, director del Centro de Investigación del Desarrollo del Consejo de Estado; citado en Financial Times, 26 de noviembre de 2003.

[37] Banco Mundial, World Development Report 1995. Workers in an Integrating World, Nueva York, 1995, p. 170.

[38] S. Goldstein, «Levels of Urbanization in China», cit., cuadro 7.1, p. 201. Guilhem Fabre presenta datos referidos a 1978 en «La Chine», en T. Paquot, Les monde des villes. Panorama urbain de la planète, Bruselas, 1996, p. 187. Hay que señalar que el Banco Mundial sitúa el índice de urbanización referido a 1978 en el 18% frente al 13% que mantiene Goldstein (véase World Bank, World Development Indicators, 2001, version CD-ROM).

[39] Los datos sobre población los recoge T. Brinkhoff (www.citypopulation.de). Los datos referidos al PIB los presenta D. Pumain «Scalling Laws and Urban Systems», Santa Fe Institute, Working Paper 04-02-002, Santa Fe, 2002, p. 4.

[40] J. Gugler, «Introduction–II. Rural-Urban Migration», en J. Gugler (ed.), Cities in the Developing World. Issues, Theory and Policy, Oxford, 1997, p. 43.

[41] S. Findley mantiene que durante la década de 1980, todo el mundo subestimó el alcance de la migración campo/ciudad y los consiguientes índices de urbanización. S. Findley, «The Third World City», en J. Kasarda y A. M. Parnell, Third World Cities. Problems, Policies and Prospects, cit., p. 14.

[42] N. Harris, «Urbanization, Economic Development and Policy in Developing Countries», Habitat International xiv, 4, 1990, pp. 21-22.

[43] D. Simon, «Urbanization, Globalization and Economic Crisis in Africa», en C. Rakodi (ed.), The Urban Challenge in Africa. Growth and Management of Its Large Cities, Tokio, 1997, p. 95. Los índices de crecimiento de las ciudades industriales británicas entre 1800 y 1850 los presenta A. Weber, The Growth of Cities in the Nineteenth Century. A Study in Statics, Nueva York, 1899, pp. 44, 52-53.

[44] A. S. Oberai, Population Growth, Employement and Poverty in Third-World Mega-Cities. Analytical Policy Issues, Londres, 1993, p. 165.

[45] United Nations Economic Programme (UNEP), African Environment Outlook. Past, Present and Future Perspectives, citado en Al Ahram Weekly, El Cairo, 2-8 de octubre de 2003. A. Jacquemin, Urban Development and New Towns in the Third World. Lessons from the New Bombay Experience, Aldershot, 1999, p. 28.

[46] D. Bryceson, «Disappearing Peasantries? Rural Labour Redundancy in the Neo-Liberal Era and Beyond», en D. Bryceson, C. Kay y J. Mooij (eds.), Dissapearing Peasantries? Rural Labour in Africa, Asia and Latin America, cit., pp. 304-305.

[47] S. de Dianous, «Les Damnés de la Terre du Cambodge», Le Monde diplomatique (septiembre 2004), p. 20.

[48] J. Gugler, «Overurbanization Reconsidered», en J. Gugler, Cities in the Developing World, cit., pp. 114-123.

[49] Prefacio a J. Prunty, Dublin Slums, 1800-1925. A Study in Urban Geography, Dublín, 1998, p. ix. Larkin realmente se olvida de Nápoles, la contrapartida mediterránea de Dublín.

[50] A. S. Oberay, Population Growth, Employement and Poverty in Third World and Mega-Cities, cit., p. 13.

[51] UN-Habitat, An Urbanising World. Global Report on Human Settlements, Oxford, 1996, p. 239.

[52] P. Connolly, «Mexico City: Our Common Future?», Environment and Urbanizationxi, 1 (abril 1999), p. 56.

[53] I. Imparato y J. Ruster, Slum Upgrading and Participation. Lessons from Latin America, Washington DC, 2003, p. 333.

[54] J. Browder y B. Godfrey, Rainforest Cities. Urbanization, Development and Globalization of the Brazilian Amazon, Nueva York, 1997, p. 130.

[55] Y. Wenzhong y W. Gonfan, «Peasant Movement. A Police Perspective», en M. Dutton (ed.), Streetlife China, Cambridge, 1998, p. 89.

[56] D. Gunewardena, «Urban Poverty in South Asia: What Do We Know? What Do We Need to Know?», documento de trabajo, Conferencia sobre la Reducción de la Pobreza y Progreso Social, Rajendrapur, Bangladesh (abril 1999), p. 1.

[57] A. Hasan, «Introduction», en A. Hameed Khan, Orange Pilot Project. Reminiscences and Reflections, Karachi, 1996, p. xxxiv.

[58] S. Mehta, Maximum City. Bombay Lost and Found, Nueva York, 2004, p. 117.

[59] G. Chatterje, «Consensus versus Confrontation», Habitat Debate viii, 2 (junio 2002), p. 11. Las estadísticas sobre Delhi proceden de Rakesh K. Sinha, «New Delhi. The World’s Shanty Capital in the Making», One World South Asia, 26 de agosto de 2003.

[60] H. Herr y G. Kart, «Estimating Global Slum Dwellers. Monitoring the Millenium Development Goal 7, Target 11», UN-Habitat, documento de trabajo, Nairobi, 2003, p. 19.

[61] G. Brown, citado por Los Angeles Times, 4 de octubre de 2004.

[62] Estadísticas de Naciones Unidas, citadas por J. Vidal, «Cities Are Now de Frontline of Poverty», The Guardian, 2 de febrero de 2005.

CAPÍTULO II

El predominio de las áreas urbanas hiperdegradadas

Dejó que su mente navegara con la mirada perdida en la ciudad, mitad degradación, mitad paraíso. ¿Cómo podía un lugar tan violento y horrible, ser al mismo tiempo tan maravilloso?

Chris Abani[1]

El asombroso predominio de estas áreas hiperdegradadas es el tema central de The Challenge of Slums, un informe histórico y sombrío publicado en octubre de 2003 por el Programa de Asentamientos Humanos de Naciones Unidas (UN-Habitat). Este informe, que constituye la primera auditoria fiable de la pobreza humana a escala mundial, sigue el camino que empezaron Friedrich Engels, Henry Mayhew, Charles Booth y Jacob Riis y culmina dos siglos de reconocimiento científico de las áreas urbanas hiperdegradadas desde que en 1805 James Whitelaw publicara Survey of Poverty in Dublin. Al mismo tiempo, es la expresión empírica, largamente esperada, de las advertencias realizadas en la década de 1990 por el Banco Mundial que pronosticaban que la pobreza urbana se convertiría en «el problema más significativo y políticamente explosivo del próximo siglo»[2].

The Challenge of Slums es una colaboración de más de un centenar de investigadores e integra tres nuevas fuentes de análisis y de datos. En primer lugar está basado en la exposición de casos concretos de pobreza, de las condiciones de las áreas urbanas hiperdegradadas y de las políticas de vivienda en 34 metrópolis, desde Abiyán hasta Sídney. La coordinación del proyecto recayó en el Departamento de Planificación del Desarrollo de la University College de Londres[3]. En segundo lugar utiliza una única tabla comparativa para 237 ciudades del planeta creada por el Programa de Indicadores Urbanos de UN-Habitat para la V Cumbre Urbana, celebrada en Estambul en 2001[4]. Y por último incorpora estudios, basados en datos globales sobre vivienda en China y el antiguo bloque soviético que abren nuevos campos de investigación. Los autores del informe reconocen una deuda especial con Branko Milanovic, un economista del Banco Mundial que apoyó estos trabajos a los que consideraba un poderoso microscopio para el estudio de la desigualdad global. En uno de sus ensayos, Milanovic señala que «por primera vez en la historia de la humanidad, los investigadores cuentan con datos razonablemente exactos sobre la distribución de la renta o del bienestar (gasto o consumo) de más del 90% de la población mundial»[5]. Si los informes de la Mesa Intergubernamental sobre el Cambio Climático representan un consenso científico sin precedentes sobre los peligros del calentamiento global, The Challenge of Slums es una enérgica advertencia sobre la catástrofe mundial que supone la pobreza humana.

¿Pero qué es un slum? La primera definición publicada fue acuñada por el presidiario y escritor James Hardy Vaux, que en 1812 escribió el Vocabulary of the Flash Language donde es sinónimo de tráfico (racket) o comercio ilegal (criminal trade)[6]. Sin embargo, ya en los años del cólera de las décadas de 1830 y 1840, los pobres más que «dedicarse» a los «slums», lo que hacían era vivir en ellos. Los escritos sobre reforma urbana del Cardenal Wiseman pueden presumir de haber rescatado la palabra slum («lugar de dudosa moralidad») de la jerga callejera para convertirlo en un término aceptable para los escritores refinados[7]. A mediados del siglo XIX, las áreas urbanas hiperdegradadas estaban ampliamente reconocidas como un fenómeno internacional. Connaisseurs y flâneurs polemizaban sobre dónde encontrar la degradación humana más espantosa: en Whitechapel o en La Chapelle (Londres o París), en Gorbals o Liberties (Glasgow o Dublín), Pig Alley o Mulberry Bend (Nueva York). En un informe realizado en 1895 sobre «los pobres en las grandes ciudades», The Scriber’s Magazine elegía los fondaci de Nápoles como «las moradas más espantosas sobre la faz de la tierra», para Gorki, sin embargo, el distrito moscovita de Khitrov era «lo más bajo», mientras que Kipling se reía de ellos y llevaba a sus lectores «descendiendo más y más» a Colootollah, «el vertedero humano» de Calcuta, «la ciudad del espanto y la noche»[8].