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Paul Celan escribió: "Asequible, próxima y sin perderse entre las pérdidas, solamente una cosa perdura: la lengua". Desde los inicios de su obra poética, en el seno de una familia campesina en su Siria natal, hasta convertirse en uno de los poetas árabes más interesantes y originales del panorama actual, Ahmad Saïd Esber –más conocido por su pseudónimo Adonis- no se ha permitido perder su lengua. A pesar de los exilios y las guerras, continúa escribiendo en árabe y desde el árabe y con una cuidada revisión de Clara Janés, es como Vaso Roto ha publicado al castellano Principio del cuerpo, final del mar.
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Seitenzahl: 66
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Primera edición: septiembre 2020
Título original:
COMMENCEMENT DU CORPS FIN DE L’OCÉAN
Copyright © 2004, Adonis
All rights reserved
© de la traducción: Jaafar Al Aluni
y Antonio Martínez Castro, 2020
© Vaso Roto Ediciones 2020
España
c/ Alcalá, 85, 7° izda.
28009 Madrid
www.vasorotoediciones.blogspot.com
Grabado de cubierta: Víctor Ramírez
Queda rigurosamente prohibida, sin la
autorización de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas por las leyes,
la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento.
Printed in Spain - Impreso en España
Imprenta: Bibliomanager
ISBN: 978-84-121958-6-6
eISBN: 978-84-122630-0-8
BIC: DCF
Dep. Legal: M-17793-2020
Adonis
Traducción de Jaafar Al aluni y Antonio Martínez Castro
Revisión de Clara Janés
Proemio
COMPENDIO PARA ELLAS
MÚSICA-I
OLA-I
MÚSICA-II
OLA-II
MÚSICA-III
ALFABETO
TALISMÁN
*Cuando el infierno le es mentado, él no habla más que del opuesto: el paraíso.
Ilumina el dicho de sus ancestros: «La belleza del opuesto revela la belleza del que es su opuesto».
1.Transmitido por Said al-Ta’i: «Se me dijo que el Dios altísimo, al crear el paraíso, le ordenó: “Vístete”, y se vistió. Luego ordenó: “Habla”, y habló. Entonces, concluyó: “Bienaventurado aquél que me complace”».
2.Preguntaron al Profeta, la paz y el saludo de Dios lo acompañen:
-«¿Duermen los moradores del Paraíso?»
Y respondióles:
-«El sueño es el hermano de la muerte; los moradores del Paraíso no duermen».
3.Un hadiz cuenta que un hombre le preguntó al Profeta, la paz y el saludo de Dios lo acompañen:
-Mensajero de Dios, soy un hombre al que le gustan los caballos. ¿Hay caballos en el paraíso?
Y respondióle:
-Sí, ¡por quien tiene mi alma en su mano! En el paraíso montarás a lomos de la imaginación.
4.Cuenta un dicho que una mujer tenía escrito en el pecho:
«Tú eres mi amor y yo, el tuyo,
contigo muere mi alma».
Y eso, para celebrar al hombre que espera.
5.Uno preguntó por el significado de la aleya: {Harán una labor fructífera}.1
-¿Cuál será su labor?
Respondiósele:
-Desflorar vírgenes es menester deleitoso, no hay en ello sombra de mácula.
6.Un dicho: «Los moradores del Paraíso son reyes».
Sí, parece que nunca madurará el tiempo cuya cosecha espera, pero él se mantendrá fiel a la hermosa carga que la vida le ha encomendado: colocar cada día la cabeza del Paraíso en el seno de la vida.
1 [Corán, 36:55]
álif
Su vida empezó como un fuego singular
y nunca tendrán par sus cenizas.
b
Su amor es el pasado
que sólo dialoga con el futuro.
c
La luz tembló en las paredes de su casa
al chocar conmigo:
en realidad,
no es el alma, es el cuerpo el que recuerda.
d
Amor:
pecho abierto,
que habla un lenguaje olvidado.
e
Amor:
esclavitud que se vierte libre
por jarros eternos.
f
El alba adorna su cuerpo
y su cuerpo adorna la noche.
g
Su aroma es la puntuación
del libro de su cuerpo.
h
¡Son muchos los cadáveres que sus sueños velaron!
¡Aún los velan!
i
De acuerdo, como quieras,
coronaré la cima de tu quimera
para disfrutar de la sublime realidad.
j
No son los brazos,
no son los pasos,
es su cuerpo el que abre el horizonte.
k
Amor:
planeta que implora
espacio.
l
De su lecho de amor
nació el mundo que odia.
m
Estás celosa del ocaso,
¿tal vez porque es la almohada del sol?
n
Le gusta bailar
mientras canta.
Mundo, tienes pies de sal
en una pista de espuma.
ñ
El amor sólo sabe
amar
ahogado
en el océano del cuerpo,
en su lago de lágrimas.
o
El cuerpo de ella no deja
de cambiar sus límites y ampliarlos.
p
«Sal de los libros»:
le dijo ella a su amiga,
y comenzó a elogiar la pluma, la tinta y la escritura.
q
Ella:
su cuerpo es una cuestión de astronomía,
no de biología.
r
Una vez, al verla mirarse en el espejo, se preguntó:
¿en qué se diferencian?
s
Se niega a recibir al hombre
que ama en la tierra,
si no entra por
la puerta del cielo.
t
Ella se preguntaba hablando del amor:
¿cómo pesar la nada
que lo dice todo?
u
Ella nació en la encrucijada
donde se unen la mente, el corazón y la fantasía,
y presume de estar perdida.
v
Los dados del amor son
su única certeza.
x
Laila, amada por la locura,
donó su nombre a la noche.
¿Dónde estará la luz capaz de apagarla?
y
Su cabeza son lluvias y tormentas,
su cuerpo son mares sedientos.
z
A tus pies descansa el número trece del zodiaco
de las constelaciones invisibles de tu cuerpo
que el deseo unge con aceites
y el amor viste de gala.
¿Cuándo comprenderás el horizonte que he ideado para ti?
Sale la rosa del semillero
a su encuentro.
El sol de otoño la espera
desnudo con un hilo de nube en la cintura.
Así nace el amor
en la aldea de donde vengo.
–De tu boca de luz
ningún color
del horizonte es digno.
–Tu boca es luz y sombra
en una sola flor.
Por ella,
no quiero estar sólo por estar.
Me ilumino
y me encadeno
a sus brazos.
Para nosotros canto, le canto.
Por ella,
cuerpo luminoso que me aprisionas, ¡enséñame a cantar!
Me levanté y pregunté al alba por ti: ¿se ha despertado ya?
Vi tu rostro en torno a la casa, dibujado
en cada rama. Di la espalda al alba
y pregunté al rocío de las ramas:
«¿Ha llegado
o es un sueño?»
Pregunté al sol si había leído tus pasos
si habías acariciado la puerta,
cómo se iban
a tu lado las flores de la casa y los árboles.
A punto estuve de partirme en dos:
mi sangre está allí y aquí está mi cuerpo– una hoja
que la llama arrastra en la sequedad del mundo.
Era verano cuando dijiste
«la mariposa» y te giraste hacia mí
sin acabar la frase. Andábamos,
el camino tiraba de las ventanas y
la casa salió del barro
a recorrer los campos cuyos secretos
se nos revelaban. Susurramos:
«Éste es un mensaje del misterioso cielo del que descendió Nefertiti».
Y exclamamos: «¡Cuánto nos gustaba hablar de Sherezade en las tardes de verano!»
(Sherezade
la que sólo canta a las heridas que se le acumulan en el pecho
para disfrutar así de los placeres del azar).
Era verano cuando nos separamos.
Imagino que mi amor
aspira del pulmón de las cosas
y exhala, rosa y polvo,
la poesía.
Conversa con todo
y transmite su estado al universo
como lo hacen el viento y el sol
cuando abren el pecho de la naturaleza
y vierten la tinta de los días
en el libro de la tierra.
Silenciosa es la noche.
Una flor se inclina,
algo similar a un balbuceo
sin sobresalto ni excitación.
La noche respira en los pulmones
y las ventanas bajan las pestañas.
–¿Lees?
–¡Deja el té!
Una luz pasa de un cuerpo a otro
y cambia el rostro del lugar.
Así, con el abrazo de la naturaleza y la naturalidad,
nos agitamos o nos sosegamos,
sin decisión ni proyecto, espontáneamente,
comenzamos, acabamos.
Ambos cuerpos
son un único planeta.
Compartimos las penas,
compartimos las entrañas,
por ambos corre la misma sangre.
Nacimos de la misma herida;
el cuerpo es la clave de nuestras vidas,
penas y alegrías.
Cada día abrimos el libro de nuestros cuerpos
y pasamos páginas.
Un único fruto
que recolectar en un campo
sin límites.
Nos ha olvidado la mano de la noche:
no toca a la puerta,
ni la abre. La oscuridad excita
las luces que, en nuestros cuerpos encerradas,
agitan su almenar.