Siempre has sido tú - Tamy Rezepka Heran - E-Book

Siempre has sido tú E-Book

Tamy Rezepka Heran

0,0

Beschreibung

Eli está enamorada de su mejor amigo. A Dani le cuesta expresar sus sentimientos. Su amistad es una cinta en blanco y negro en un mundo a color. Juntos, han visto un millón de películas clásicas, cocinan galletas y van a karaokes para compartir su gusto por la música. Crecieron apoyándose, pero ahora están a punto de salir del colegio. Eli sabe que es el momento de arriesgarlo todo, conoce la importancia de revelar los sentimientos. Ella cree en el amor verdadero, ese que perdura en el tiempo, pero le rompen el corazón. Entre risas y lágrimas, acepta la decisión de su mejor amigo y sigue adelante con su carrera universitaria. Pero la vida da muchas vueltas. Y el amor merece lucharse hasta la última página.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 233

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



© Siempre has sido tú

Sello: Nenúfares

Primera edición digital: Julio 2024

© Tamy Rezepka Heran

Director editorial: Aldo Berríos

Ilustración de portada: Juan “Nitrox” Marquez

Corrección de textos: Aldo Berríos

Diagramación digital: Marcela Bruna

Diseño de portada: Marcela Bruna

_________________________________

© Áurea Ediciones

Errázuriz 1178 of #75, Valparaíso, Chile

www.aureaediciones.cl

[email protected]

ISBN impreso: 978-956-6183-62-4

ISBN digital: 978-956-6386-23-0

__________________________________

Este libro no podrá ser reproducido, ni total

ni parcialmente, sin permiso escrito del editor.

Todos los derechos reservados.

Una vez me dijiste que iba a tener

mi propio cuento de hadas.

Pensé que tú ibas a ser el príncipe.

Como no lo fuiste,

escribí el cuento yo sola.

Para ese niño que no me pudo amar de vuelta.

Este libro no es para ti, es para mí.

Los sabios dicen

que solo los tontos apuran el amor,

pero no puedo evitar

enamorarme de ti.

—Elvis Presley

~ 1 ~

Tengo un problema. En realidad, tengo muchos, pero hay uno en específico que me complica y no tiene solución.

Me gusta mi mejor amigo.

No puedo dejar de pensar en él. Su imagen está adherida a mi mente incluso cuando estoy con él. Tal como en este instante, en que siento su cabeza recostada en mi hombro mientras vemos una película, pasatiempo que es más un hábito.

Lo otro que invade mi mente es nuestro último año en la secundaria, el que estamos a punto de vivir. Hicimos el pacto de aprovecharlo, y como ninguno de los dos tiene muchos amigos, lo vamos a disfrutar juntos. Solo entre nosotros.

Repentinamente, Dani parece tener un pensamiento que lo impulsa a separarse de mí para mirarme y bajar el volumen del computador, donde estábamos mirando la película.

—¿No estás ansiosa por entrar a último año, Eli? —me pregunta.

No lo estoy, al menos por el tema académico.

—La verdad, lo único que me pone nerviosa es que te llegues a enamorar de una chica y me abandones —le digo.

Es mentira. Yo lo sé y él también: Dani no es el tipo de chico que se enamora, o al menos así lo veo yo. Es como un bello castillo con una gran defensa que solo deja entrar a unos pocos afortunados, para visitar el interior.

A ojos del mundo, parece algo tímido.

La barrera es enorme, pero detrás de esa fortaleza hay una enorme dulzura y empatía, la mejor que puede existir. Casi no lo puedo transmitir con palabras. Mientras uno más se adentra en ese castillo, más increíble es, y en su interior se descubren lugares inexplicables, como una biblioteca más grande que el salón de baile, con centenares de libros llenos de aprendizajes y reflexiones. Hay muchas puertas cerradas con llave, varias que ni siquiera yo he podido conocer, como las que contienen la solemnidad y desconfianza con las que se presenta a los demás.

Es indudable que es especial, y yo lo veo claro como el agua.

Dani se ríe de mi chiste y no puedo evitar sonreír de vuelta. Tiene una sonrisa hermosa, muy única. Sé que es un regalo presenciarla, ya que no es cotidiana. Sus labios no acostumbran formarse así, pero al hacerlo sus dientes blancos y derechos resplandecen y en el lado derecho de su mejilla aparece una pequeña margarita que me derrite.

Para seguir molestándolo, le quito las gafas. Me levanto de la cama y él me empieza a perseguir para que se las devuelva. Son de un color oscuro, casi negro, bastante simples y parcialmente redondas. Honestamente, cumplen el estereotipo de nerd, pero aun así le quedan bien. Para su suerte, logra lucir el aire intelectual sin caer en lo ñoño. Se llega a ver incluso tierno con ellas. Tras el lente, se encuentran los ojos más hermosos que conozco. Claros, con una mezcla de gris, azul y verde, un color que por más que lo observe y estudie, continúa siendo indescifrable, haciéndolo mucho más excepcional.

Luego de un rato, le entrego sus gafas y caemos sentados en la cama con la respiración un tanto agitada. Nos miramos. Esa mirada, dios mío, no la aguanto. Lo intento, pero no puedo. Yo siempre soy la primera en romper el contacto visual, porque mis hormonas no pueden soportar cómo me mira. Me pongo nerviosa y me molesta. No hay nada que pueda hacer al respecto, así que solo detengo la interacción visual y cambio el tema.

Una vez más, le pregunto a qué se quiere dedicar, aunque ya sé la respuesta. Solo lo hago para saber si seguimos en la misma página, para estar segura.

—Ingeniería comercial y negocios —me dice—. ¿Tú?

Yo toda la vida he querido estudiar lo mismo, mi sueño es tener una licenciatura en contaduría y economía. A ambos nos encantan las matemáticas, pero en áreas distintas.

—Lo de siempre. —Hago una breve pausa para disfrutar el silencio y su compañía—. No sé qué haría sin ti —las palabras escapan de mi boca, sin procesarlas.

Su expresión reactiva a mi comentario me hace dar cuenta de la herida. Un tema que ninguno desea tocar. Tenemos miedo. A ambos nos asusta salir del colegio y separarnos, que cada uno tome su camino y perdamos el contacto. Es un asunto que tarde o temprano será puesto en la mesa, pero nunca lo hacemos, porque hacerlo significaría volverlo real, que va a pasar, que nos vamos a separar, y claro que ninguno quiere que eso suceda.

Por eso evadimos el tema, y estoy segura de que lo vamos a seguir haciendo hasta que sea inevitable.

Mañana es el primer día de clases. En otras palabras, el mejor día del año, junto con Halloween y mi cumpleaños. Genuinamente adoro las clases en general, me encanta aprender de todo un poco, ver a Dani todos los días, estudiar, leer y desarrollar mis otros intereses. La diferencia de este año es que voy a agregar una variante a lo extracurricular. Sí, hago voleibol, pero este año quiero vivir la adolescencia que nunca pude experimentar. No soy una persona a la que le encante salir de fiesta. Sí, soy extrovertida, pero no muy buena socializando. Además, no bebo, lo que no me ayuda mucho a ser invitada a eventos que involucren esa actividad, pero sí me gusta mucho bailar. Este año me prometí a mí misma que iba a probar, a ver si me gusta.

Sé que gran parte de la vida universitaria es ir de fiesta, por ende, tengo que intentarlo y disfrutarlo. El problema es que a Dani realmente no le gustan las fiestas, ni siquiera tiene curiosidad, así que no sé cómo lo voy a convencer. Pero lo voy a intentar.

—Dani, tengo que pedirte algo… pero necesito que digas que sí. Por favor —le digo algo nerviosa por la reacción y la respuesta. Me importa mucho su opinión y odiaría que sea negativa.

—Eli, sabes que puedes decirme lo que sea y que voy a decirte que sí a todo.

“No a todo”, pienso.

—Bueno, es que estaba pensando que este año podríamos ir a algunas fiestas de curso… para, ya sabes, divertirnos, bailar y todo eso que se hace en las fiestas. Además, así nos preparamos para la universidad. ¿Qué dices?

Dani hace una mueca y me dice, muy despacio:

—Bueno, pero nos portamos bien.

Sé que se refiere al alcohol, pero después lo convenceré de probar. Vamos de a poco. De todos modos, tengo que admitir que me encanta que haya dicho que sí. No creía tener el valor para ir yo sola. Además, así podemos compartir la experiencia, incluso pueden salir anécdotas divertidas, seguro que lo pasamos bien.

—¡Gracias! Mañana hay una fiesta, para celebrar nuestro último primer día —le digo.

—Está bien —responde desanimado y con un suspiro—. Paso por ti a las ocho y media, no olvides que no pienso salir sin un DEZ previo.

Me pongo a reír a carcajadas y Dani sonríe. Qué chistoso, es su café favorito y no puede vivir ni un solo día sin un DEZ, da igual la hora del día, le encanta y a mí me encanta molestarlo con eso.

¿Qué tan básico tienes que ser para que tu café favorito sea ese? Bueno, digamos que yo no soy muy excéntrica, pero ese no es mi café favorito. Por eso, cada vez que paso por un DEZ me acuerdo de él y le envío una foto.

Es mi primera fiesta oficial, estoy sumamente exaltada. Me alisto detalladamente, aunque en general no tengo interés en ponerle demasiado esfuerzo a mi apariencia. Me pongo un vestido apretado negro, un tanto básico, pero que resalta mis ligeras curvas. Me aplico un poco de maquillaje, algo de rímel, delineador, iluminador y labial. También me despeino un poco el pelo para darle un toque alocado. Me pongo unos tacones negros, ni tan altos ni tan bajos, en los que tengo que admitir que mis piernas se lucen bastante bien y ya estoy lista para salir. Mis ojos claros color esmeralda resaltan con el negro, mi pelo castaño y todo lo demás lo dejo igual que siempre. Siento que me veo bonita, incluso un poco sexi. Adoro ese sentimiento de confianza propia, como si fuera dueña del mundo y todos se rindieran a mis pies. Mientras siento esta euforia, tocan el timbre. Dani siempre llega puntual.

Sé que está afuera esperándome, así que solo abro la puerta de mi casa y salgo. Me ruborizo apenas sus ojos chocan con los míos: está atónito, me analiza de arriba abajo. Noto cómo aprieta la mandíbula levemente, siento que le cuesta hablar:

—Sí, hoy me voy a pelear con alguien —no me da tiempo de procesar lo que dice, porque no entiendo bien a lo que se refiere. Pero después mira mi casa y continúa hablando, un tanto inquieto—: Es broma, tranquila, pareciera que no conoces mi humor. Por cierto, te ves espectacular.

—Créeme, sí que lo conozco, es solo que a veces se me olvida.

Excusas, excusas, no se me olvida. Simplemente quiero que sus bromas sean algo más que eso. También me desconcierta su mirada.

Dani nunca reacciona a nada. Por consecuencia, el hecho de que reconozca lo bien que me veo significa mucho para mí.

Luego, llega mi turno: él lleva su cabello rubio un tanto desordenado y una camisa burdeos oscura que le sienta fenomenal. Los jeans azules que utiliza siempre, no está usando sus gafas, pero se ve tan atractivo…

De repente, despierto de mis pensamientos y recuerdo que tengo que seguir caminando para subirme al auto. Lo hago y él comienza a conducir.

No puedo dejar de mirar cómo sus manos se aferran al volante, sus dedos largos y algunas venas que se ven mejor cuando dobla o hace fuerza. Es objetivamente sexi, hay que admitirlo, o simplemente yo soy muy hormonal.

Empieza a sonar Still Falling for you,deEllie Goulding. Amo esa canción, así que comienzo a cantarla:

Still falling for you

and just like that

all I breathe

all I feel

you are all for me…

Me siento un poco identificada con la letra —y algo avergonzada de saberla—, así que la canto, pero despacito mientras miro por la ventana. Me volteo para ver a Dani, y lo encuentro mirándome. Aunque sé que me mira con ojos de amistad, no puedo parar de soñar con que fueran ojos de amor o deseo.

Llegamos al club EVA. Ya había oído hablar de él, pero nunca había ido. Nos piden las identificaciones, y ya que Dani tiene dieciocho, lo dejan entrar. Le dice al guardia que yo vengo con él, así que también me dejan pasar sin problemas. El lugar está lleno de gente, hay miles de luces de colores, la gente salta y baila en la pista de baile y fuera de ella.

Dani y yo nos miramos con caras muy distintas, la mía dice: “Guau, no puedo creer que nos estábamos perdiendo de esto”, con unas ganas inmensurables de pasarlo bien y probar todo lo que se cruce en mi camino. Por otro lado, el rostro de Dani es más de: “¿Qué es esto y por qué vinimos?”.

Le aseguro que lo pasaremos genial, así que comenzamos nuestra aventura en la barra.

—¡Dos gin-tonics, por favor! —pido con entusiasmo.

Dani me mira con cara de que no quiere beber.

Personalmente, creo que beber es parte de la experiencia. Además, partimos con un trago no tan fuerte para tantear el terreno, para probar juntos nuestro primer trago de alcohol.

—No más para mí, gracias. Además, estoy manejando.

No me gusta mucho el sabor, pero la sensación de tener fuego en la garganta me parece tan desagradable como interesante, así que me lo bebo completo. Dani, con expresión de asco, deja el suyo en la mesa. Después se dirige al baño, por lo que me quedo sola un rato.

—¡Qué sorpresa verte por aquí, Elizabeth! —me saluda Sam, un compañero de clase que aparece de la nada. No lo conozco tanto, pero sé que tiene fama de mujeriego y que es capitán del equipo de fútbol.

Pero no es Dani.

¿Por qué tengo que comparar a todos los hombres con él?

—¿Bailamos? —me invita.

Lo considero parte de la experiencia, así que le digo que sí. Me agarra de la mano y me lleva a la pista.

Estoy nerviosa, pero tengo mis movimientos de baile, los que nunca he usado en público.

Empiezo a bailar con Sam, quien tiene su pecho contra mi espalda. Yo comienzo a mover la cadera en círculos, mientras suena Head & Heart de Joel Corry.

Repentinamente, siento que alguien está muy cerca de mí, alguien bastante más alto que yo y que Sam. Cuando miro para arriba, veo a Dani, con unos ojos de rabia que pocas veces había presenciado. Pero esta vez es distinto, es puro odio. Está mirando a Sam, y se nota que lo intimida con su mirada y su altura, a pesar de que en la jerarquía social de la escuela Dani está mucho más abajo.

—¿Se te perdió algo? —dice Sam, un tanto desafiante.

—Sí, mi acompañante —responde Dani, aún más desafiante.

Me agarra de la mano y me desplaza a otra parte de la pista. Simplemente no puedo creer lo que acaba de pasar. Dani no es una persona posesiva, de hecho, es primera vez que hace algo así conmigo.

Dani rompe el silencio acercando su boca a mi oído:

—Bailemos —lo dice con un tono mucho más tranquilo, pero con deseo de algo, no sé de qué, tal vez al fin ha decidido pasarlo bien y ponerse a disposición del lugar y la gente.

Comienza a sonar There´s Nothing Holdin´Me Back de Shawn Mendes, y empezamos a bailar, saltando de las manos, nuestros cabellos desordenados volando de arriba abajo. No estamos tan cerca, hasta que alguien me empuja y sin querer choco con su cuerpo. Pero seguimos saltando hasta el coro, el que empezamos a cantar fuerte, en total sintonía, extremadamente cerca, nuestras bocas a centímetros de distancia mientras gritamos:

Oh, I’ve been shaking

I love it when you go crazy

You take all my inhibitions

Baby, there’s nothing holdin’ me back

You take me places that tear up my reputation

Manipulate my decisions

Baby, there’s nothing holdin’ me back.

Termina la canción y de repente siento mucho calor, no sé si por la gente, por saltar tanto o por lo que acaba de pasar, que aún no logro procesar. Al momento empieza a sonar otra canción de una cantante que me encanta: Shake It Off,de Taylor Swift. Seguimos bailando con todo lo que tenemos. Honestamente, es muy divertido. El momento de mi vida, y lo estoy teniendo con Dani, que copia mis movimientos y me mira sonriendo. Yo no puedo dejar de ver su sonrisa, me gusta que sea grande, así es que en la parte del rap le robo la gorra a otra persona, me la pongo al revés y empiezo a rapear con las manos y a cantar la canción:

Hey, hey, hey!

Just think while you’ve been gettin’ down and out

about the liars

And the dirty, dirty cheats of the world

You could’ve been gettin’ down

To this sick beat.

My ex man brought his new girlfriend

And she’s like, Oh my God

But I’m just gonna shake

And to the fella over there with the hella good hair

Won’t you come on over, baby?

We can shake, shake, shake

Yeah, oh!

No puedo dejar de mirar cómo se ríe a carcajadas de mí, me encanta ser la única persona que tiene ese efecto en él. Son tan pocas las veces que lo he visto reírse sin parar, con las manos en el abdomen por tantas carcajadas. Me hace sentir especial. Sé que me hace mal, pero es él: Dani, mi Dani. No puedo evitar sentirme así.

Sinceramente, quiero besarlo, viéndolo ahí bailando y cantando, sonriéndome. Bueno, siempre he querido hacerlo, pero en este momento más. Si lo pienso, la situación es un tanto triste. Yo lo quiero, mucho, y sé que él también, pero solo como amiga y yo como algo más. Mucho más.

Ignoro mis pensamientos por el resto de la noche para seguir disfrutando. Bebemos un poco más de otra cosa, no sé cómo se llama, pero da igual, porque la estoy pasando de maravilla.

Nunca pensé que todo esto de las fiestas me iba a gustar tanto, pero estar con Dani claramente cambia el escenario. Estoy segura de que sin él hubiese sido diferente.

Lo disfruto al máximo y le saco mucho provecho a la noche, hasta que acaba, como todas las cosas buenas.

Al llegar a casa, pongo música (Someone to You, de Banners) y me empiezo a alistar para dormir. Saco el maquillaje de mi rostro y lo enjuago, me lavo los dientes, me pongo el pijama y me acuesto. Comienzo a pensar en la letra de la canción, y en lo que había pasado en el club.Cómo cantábamos, tan cerca, cómo me miraba, sonreía, bailábamos juntos, tomaba mi mano, se sabía las canciones de Shawn Mendes y Taylor Swift. Interrumpió mi baile con Sam para que bailara con él y con nadie más. Me pasó a buscar y me vino a dejar, como todo un caballero.

Lo quiero tanto.

No.

Lo amo tanto.

Al fin lo admito: lo amo, lo hago de verdad, hace mucho tiempo atrás. Me cuesta mucho, pero ya es hora de admitirlo. No puedo evitarlo, todo el tiempo pienso en él y cuando estamos juntos, mis ojos no pueden controlarse y me cuestiono cómo sería estar con él. ¿Cómo sería besarlo?, y mi maldita imaginación no para de hacer escenarios falsos en mi cabeza, que sé que nunca van a pasar, pero es que no puedo evitarlo.

Estamos en su habitación. Está oscuro, pero tenemos la luz del escritorio, porque estamos estudiando. Le enseño algo de la clase de biología, la diferencia molecular entre ADN y ARN, mientras nuestras caras están muy cerca. No puedo seguir con su aliento en mi nuca, nos miramos. Él, con esos ojos claros profundos que tiene, una mirada tan intensa que nunca he logrado percibir lo que trata de decirme por completo. Ambos estamos en silencio, pero no es incómodo. Hay mucha tensión, siento que los dos tenemos algo que decir, pero ninguno se atreve a hacerlo. Los dos tenemos miedo, yo sé por qué lo tengo, pero no sé por qué él también. Dani se acerca más, nuestros alientos chocan y siento la necesidad de besarlo, así que lo hago. Siento sus suaves y delgados labios en los míos, y me doy cuenta de lo que estoy haciendo, así que me separo de él con mis manos en su pecho e intento decir que está mal, que no lo deberíamos hacer porque somos amigos. Pero sí quiero hacerlo, aunque sé que él no. Con una mano me agarra de la nuca y con la otra de la cintura para acercarme a él y a su cuerpo, a pesar de que estemos sentados. Estampa sus labios contra los míos, esta vez con más decisión, pasan unos segundos y él se separa esta vez. “Eli, no sabes cuánto tiempo había esperado esto. Sentir lo que es besarte”, me dice. Me vuelve a besar y lo seguimos haciendo hasta el infinito.

Es una estúpida imaginación de nuestro primer beso, y tengo muchos más escenarios de esa escena de mi vida que jamás sucederán. Qué triste es el amor no correspondido, ¿verdad? No obstante, es lo que hay, y tengo que aprender a vivir con ello, por más que me cueste tanto guardarme lo que siento, sobre todo con la persona en la que más confío. Solo espero alguna vez tener la valentía suficiente para hacer algo al respecto. Sé que el miedo al rechazo no lo voy a perder, pero quizás algún día logre que el coraje supere el miedo.

~ 2 ~

Al despertar, me duele mucho la cabeza. Mi primera resaca, y es justo como en las películas: dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y al sonido. De todos modos, no hay tiempo que perder, es mi último primer día de clases, así que tengo que prepararme y desayunar.

Una vez lista, me despido de mi mamá, que anoche no estaba, ya que trabaja lejos de aquí y además es doctora. Ayer estaba de turno y durmió ahí, lo hace bastante seguido, por lo que casi no la veo, pero la amo igual. Fue una madre muy presente en mi infancia, así que está bien. Además, así tengo la casa para mí sola la mayor parte del tiempo. No es que haga muchas cosas, pero así puedo estar con Dani sin que nos molesten.

Como siempre, Dani y yo nos encontramos en la entrada del colegio. Ambos llegamos a la escuela caminando, pero de direcciones contrarias, así que quedamos en vernos aquí para poder entrar juntos.

Justo antes de entrar lo llaman por teléfono. No me quiere decir quién es, a pesar de que pregunto varias veces. No deja de hacerme señas para que vaya sin él. Sé que para él este día no es importante, pero me hubiese gustado entrar con él.

No es la primera vez que tiene llamadas misteriosas, que se aleja para que no escuche y no me diga quién llama. Se me hace extraño cada vez que pasa, pero así es él: un misterio.

Qué triste es admitir que estás celosa de alguien que ni siquiera conoces bien. Quizás celos no es la palabra correcta, pero me molesta que me oculte una parte de su vida que parece importante.

Caminando por el pasillo, me pongo a pensar que hoy es un día vital, el comienzo de un año que marca el fin oficial de mi adolescencia. Junto con eso, es un año sumamente idealizado en películas y libros, llenando la mente de expectativas y promesas, tal vez demasiadas. Pero así soy yo, me emociona soñar y creer que este sí va a ser un increíble año, inolvidable y especial. Espero tener razón.

La primera clase que me toca es Química. Entro al laboratorio y recuerdo lo mucho que me gustan los experimentos y lo impecable que está siempre el lugar: todo blanco, limpio y perfecto. Esta clase me toca sola, porque no tengo amigos aparte de Dani. Claro que hay gente que me cae bien y con la que hablo de vez en cuando, pero cada uno está con su grupo. Así es el colegio.

Cuando me siento, alguien se acomoda a mi lado. Justo como lo sospeché, es Alex, el chico que lleva detrás de mí un poco más de año. Sé que le gusto y se supone que somos amigos, aunque yo sea la única que sabe que en realidad no lo somos. A él solo le gusta decir que esa es la relación que tenemos, para que parezcamos más cercanos. Siento que nunca hablamos de nada, y a mí personalmente me gusta discutir distintos puntos de vista, conocer otras perspectivas, estimulación intelectual, y sé que Alex no me entrega eso. Sé cómo se siente gustarle a alguien que no puedes tener porque no siente lo mismo, y aunque no te lo haya dicho, lo deja claro en su forma de actuar. Es triste ver a alguien que sufre lo mismo que tú, pero contigo. Jamás me gustaría hacer sentir a alguien que no vale la pena ser querido, al menos de la manera que desea, por la persona que le gusta. Es eso lo que yo siento con Dani, y no se lo deseo a nadie.

—Hola, Elizabeth. ¿Lista para Química? Bueno, en realidad la química la tenemos nosotros. —Alex nos señala a ambos con su dedo índice y sonríe con entusiasmo, pero es una muy mala frase para coquetear y un peor chiste, así que me quedo en silencio.

La verdad es que no me molesta que la gente me perciba como alguien fría o pesada, ya que esas personas no me conocen. Por ende, pueden pensar lo que quieran y a mí me va a importar dos hectáreas de pepino. Decido ignorar su estúpido comentario y concentrarme en la clase.

Termina el día, interesante como siempre, sobre todo estadística y probabilidad, mis clases favoritas. Cuando llego a casa, me da hambre de algo dulce y rico, así que me pongo a cocinar. Soy bastante buena haciéndolo.

Me pongo a hacer galletas. Ya tengo el delantal puesto, el pelo tomado, las manos lavadas y todos los materiales en la mesa. Justo cuando voy a comenzar, tocan el timbre y recuerdo que había invitado a Dani, así que voy a abrir la puerta.

—¿Estabas cocinando? —pregunta un tanto curioso, mientras deja sus cosas en el sillón.

—Sip. ¿Me quieres ayudar?

Sé que a Dani le gusta cocinar, también que lo hace muy bien, pero nunca lo hemos hecho juntos. Creo que será toda una experiencia.

Ponemos música para que sea más divertido y podamos bailar un poco, como a mí me gusta.

Tenemos todos los ingredientes mezclados, solo nos falta la harina y los chips de chocolate. Al agregar la harina, me pongo un poco de sobra en las manos para molestar a Dani. Lo voy a ensuciar y le pongo las manos llenas de harina en la cara y en el pelo. No se enoja, me sigue el juego, me ensucia él a mí, y comenzamos una guerra de harina mientras bailamos al son de la música.

Comienza una canción que conozco, pero no me sé. Después de todo, Dani es el DJ, y parece que esta es su canción favorita, porque es la primera con la que baila: Solo Dance de Martin Jensen. Con una mano toma la mía para acercarme a él y la posiciona en mi cintura, con la otra lleva una de las mías a sus hombros. Nuestras manos libres se encuentran, como bailando tango, y empezamos a movernos al ritmo de la música mientras nos reímos.

Al parecer, Dani se entusiasma, porque empieza a cantar:

But you can cool it down

Not here to fool around

Just wanna dance, dance, dance

Dance, dance, dance

I know you want me

But I don’t care, baby

Just wanna dance, dance, dance

Dance, dance, dance.

Saltamos por el lugar, corremos de la mano alrededor de la mesa de la cocina y perdemos el control. Aprendo un poco el coro y comienzo a cantarla con él. Tengo un flashback de la fiesta, cuando cantábamos con las bocas muy cerca.

—Dance, dance, dance…

Yo muevo el cabello, nos separamos y ambos hacemos pasos divertidos para que el otro se ría. Dejamos de cocinar, porque esto se convierte en un concierto.

Al terminar la canción, nos tiramos en el sillón más cercano, con un ataque de risa por nuestros pasos de baile.

Repentinamente, Dani parece recordar lo que estábamos haciendo, porque se levanta con una sonrisa, pero no una cualquiera, una genuina. De esas que siguen, aunque te hayas cansado de reír, pero el cuerpo quiere seguir y te sale eso. A él le queda muy bien, cualquier sonrisa le queda más que bien, pero esta la disfruto más