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Este libro es el resultado de la experiencia que ha supuesto trabajar durante mucho tiempo con parejas que presentaban dificultades, y de la necesidad de compartirla sobre todo con aquellos que, terapeutas en ciernes, se sienten fascinados y a la vez inquietos frente al desafío que supone realizar una terapia de pareja. Somos conscientes del reto que ello significa, pues si hay algo que caracteriza el trabajo terapéutico es en buena parte su carácter creativo tan ligado al estilo del terapeuta. Sin embargo, conocedoras por propia experiencia de las dificultades que entraña trabajar con parejas, pensamos que puede ser útil compartir el hilo conductor, que de manera sistematizada hemos ido elaborando, como una manera de agilizar y facilitar el trabajo terapéutico. Hilo conductor que quedará progresivamente en un segundo plano, a medida que la experiencia del terapeuta va avanzando y consolidándose en un estilo propio y personal.
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Carmen CAMPO y Marta RAMO
Terapia de parejae infidelidad
Un modelo de diagnóstico relacionale intervención terapéutica desdela perspectiva sistémica
Fundada en 1920
Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3ºC
28231 Las Rozas - Madrid - ESPAÑA
[email protected] – www.edmorata.es
© Carmen CAMPO y Marta RAMO
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Los casos y viñetas que se exponen como ejemplos, así como las descripciones de las personas que se incluyen, han sido modificados y mezclados para la mejor comprensión y para garantizar la confidencialidad de los pacientes.
Equipo editorial:
Paulo Cosín Fernández
Carmen Sánchez Mascaraque
Ana Peláez Sanz
© EDICIONES MORATA, S. L. (2022)
Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3ºC
28231 Las Rozas (Madrid)
Derechos reservados
ISBNebook: 978-84-19287-06-9
Compuesto por: M. C. Casco Simancas
Diseño de la cubierta: Equipo TÁRAMO
Nota de la editorial
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La Terapia Familiar (en adelante, TF) tiene ya muchos años de desarrollo y abundante bibliografía, aunque la mayoría de ella proviene del discurso dominante de origen inequívocamente anglosajón. Desde los primeros años de la difusión de la TF se comprobó la necesidad de adaptarla a los contextos culturales de los diferentes países. La actitud de las familias y de los psicoterapeutas, la “cultura terapéutica”, no es la misma. No es descabellado afirmar que buena parte de los modelos psicoterapéuticos utilizados hoy en día tienen su origen en la necesidad de adaptarse a los sistemas sanitarios de los países del “norte”, especialmente el de los EE.UU., modelos que no tienen necesariamente que encajar en los países del “sur” de Europa o de Iberoamérica. En ese sentido, la colección quiere seguir la línea de la Red Relates (www.redrelates.org), organización que agrupa a escuelas sistémicas latinoamericanas, uno de cuyos objetivos es “avanzar hacia la configuración de un modelo psicoterapéutico propio, coherente con las realidades “sur-europeas” y latinoamericanas, capaz de dialogar fructíferamente con los restantes modelos sistémicos.
Esta colección, abierta a propuestas de los autores latinoamericanos, quiere promover el intercambio entre los terapeutas familiares de lengua española y portuguesa, favoreciendo el desarrollo de una TF iberoamericana con sus propias características y señas de identidad, que respondan a las necesidades y contextos de donde se realiza más que al discurso dominante en el campo.
Los primeros textos de la Colección se ocuparon de temas que no han recibido suficiente atención por parte de la terapia familiar.
En el primero, Alfredo Canevaro, psiquiatra argentino y pionero de la Terapia Familiar iberoamericana, aborda el poco editado tema de la psicoterapia individual sistémica. El libro sintetiza la dilatada experiencia de su autor como psicoterapeuta: primero en Buenos Aires, en los años de mayor efervescencia de la psicoterapia, y después en Italia, donde actualmente reside. Canevaro integra, sobre la base del modelo sistémico, técnicas provenientes de otros modelos, en unas sesiones de gran intensidad relacional, en las que se utiliza a sí mismo de manera magistral.
El segundo título de la colección, del psicólogo clínico, profesor universitario, autor prolífico y director de la Escuela Sistémica Argentina, Marcelo R. Ceberio, toca otro tema que ha despertado poco o ningún interés en el campo de la psicoterapia: el de la atención a la “cuarta edad”, la “terapia de los ancianos del siglo XXI”. El cielo puede esperar. La 4ª edad. Ser anciano en el siglo XXIes un libro completísimo, que toca todos los aspectos de la atención a los ancianos en sus diversas facetas, incluida la psicoterapéutica, algo que se echaba mucho en falta. El profesor Ceberio muestra cómo la psicoterapia puede practicarse en cualquier momento, sin que la edad se erija en un obstáculo insalvable para su práctica.
El tercero, Familias obligadas, terapeutas forzosos de las profesoras de la Universidad de Coimbra Ana Paula Relvas y Luciana Sotero, fue el primero de la colección en incorporar autoras de lengua portuguesa. Con un rigor académico indudable, pero incorporando también la clínica psicoterapéutica, logran esa unión imbatible de los autores que investigan, y, además, practican la psicoterapia. Y el tema de la obra es apasionante y de gran actualidad: cómo desarrollar la alianza terapéutica incluso en las condiciones más complicadas, con familias obligadas a acudir a terapia, en las que con frecuencia el paciente identificado es un adolescente.
En el cuarto título, Terapias narrativas con familias multiproblemáticas: el cambio que viene, Ricardo Ramos, psiquiatra y miembro destacado del equipo docente de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de Sant Pau en Barcelona, nos habla de cómo abordar ese universo de familias complejas, con problemas diversos, atendidas por numerosos profesionales, a las que se adjudicó el dudoso título de “multiproblemáticas”. Y lo hace con una novedad interesante: aplicando las técnicas de las terapias narrativas. Efectivamente, la atención a estas familias era el dominio de la terapia estructural, siguiendo el modelo de “Families of the slums” de Minuchin, Montalvo y cols. Pero la Terapia Narrativa tiene vocación de universalidad, y se propone para intervenir en todo tipo de problemas, por lo que se echaba de menos su propuesta para este tipo de familias. Sus propuestas, siempre prácticas, guían al lector interesado en experimentar la terapia narrativa con estas familias tan presentes en la literatura y la práctica de la Terapia Familiar.
El número cinco de la colección, a cargo nuevamente del profesor Marcelo R. Ceberio, se dedica a un tema clásico en la Terapia Familiar, pero al que sin embargo se ha dedicado poca bibliografía: El genograma. Un viaje por las interacciones y juegos familiares. Este útil recurso psicoterapéutico, condensa en tan solo una hoja una rica y cuantiosa información que permite establecer relaciones transgeneracionales y realizar hipótesis que guiarán la intervención posterior. El libro analiza y desarrolla un modelo de genograma para su aplicación individual o grupal, proporcionando las herramientas técnicas necesarias para desarrollarlo.
El sexto es un libro largamente esperado, ya que resume toda una vida profesional. Su principal autor, Juan Luis Linares, es psiquiatra y psicólogo, director de la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de Sant Pau en Barcelona, pionero de la Terapia Familiar en España, y autor prolífico e indispensable, de referencia en campo de la TF Sistémica. Su actividad profesional se ha desarrollado trabajando siempre en un hospital público con los psicóticos y sus familias, desarrollando una comprensión relacional de la esquizofrenia que en este libro se recoge, explica y desmenuza, con el acompañamiento de un puñado de magníficos colegas de su escuela, que de forma magistral le ayudan en el esfuerzo de hacer comprensible un fenómeno tan complejo como las bases relacionales del que es, sin duda, el trastorno más grave al que se enfrenta la salud mental. Terapia familiar de la psicosis. Entre la destriangulación y la reconfirmación, sin duda, un libro clave para entender las raíces relacionales de la esquizofrenia y comprobar la utilidad de la psicoterapia sistémico relacional en su tratamiento.
El séptimo título es un grueso volumen de más de 500 páginas que, coordinado por Raúl Medina, psicólogo social y director del Instituto Tzapopan de Terapia Familiar (México), Esteban Laso, psicoterapeuta y docente en el mismo instituto, y Eduardo Hernández, profesor de psicología en la universidad de Guadalajara (México), reúne a un numeroso grupo de autores, todos ellos terapeutas familiares vinculados a la Red Europea y Latinoamericana de escuelas sistémicas, Relates. Esta red, nacida con el objetivo de avanzar hacia un modelo propio de TF, coherente con las realidades latinoamericanas y de los países del sur de Europa, agrupa a más de 50 escuelas e institutos de formación en TF Sistémica, de 15 países diferentes. Está, así mismo, muy vinculada con esta colección de TF Iberoamericana, ya que los autores que la integran forman parte de Relates en su práctica totalidad. En este volumen, titulado El modelo sistémico ante el malestar contemporáneo, el lector encontrará una gran riqueza y variedad de propuestas e ideas para iluminar la práctica de la psicoterapia sistémica en el siglo XXI.
El siguiente título de la colección, el octavo, es un compendio de fascinantes viñetas clínicas extraídas de la práctica psicoterapéutica de su autor, Gianmarco Manfrida, psiquiatra y director del Centro Studi e Applicazione della Psicología Relazionale de Prato (Italia). El título del libro describe muy bien su contenido, La narración psicoterapéutica. Invención, persuasión y técnicas retóricas en Terapia relacional sistémica, y en el que el profesor Manfrida exhibe una cultura vastísima, mostrando de una manera muy práctica los recursos narrativos a los que puede acceder cualquier psicoterapeuta, no solo los que se identifican con esa corriente de la psicoterapia.
En el noveno título, Psicoterapia on line. Recursos tecnológicos en la clínica psicológica, aparece Gianmarco Manfrida, muy bien escoltado en esta ocasión por sus compañeras del Centro Studi, Erika Eisenberg y Valentina Albertini, además de otras interesantes colaboraciones. El libro aborda un tema de rabiosa actualidad, la Psicoterapia on line. Recursos tecnológicos en la clínica psicológica, recogiendo los diferentes recursos tecnológicos que, con mucho acierto, incorporan a la psicoterapia: el chat, los mensajes de texto, o las sesiones on line. Manfrida y sus colegas nos explican los cambios inevitables, el impacto que, sobre la terapia familiar sistémica tienen el desarrollo de internet, de las redes sociales, de sus posibilidades comunicativas tanto para la labor terapéutica como para la atención a emergencias. No dejan por ello de señalar los problemas éticos que pueden plantearse, y cuáles son las herramientas tecnológicas más efectivas, dentro del necesario mantenimiento de la confidencialidad de la relación terapéutica.
En el décimo, encontramos de nuevo a Juan Luis Linares, excelentemente acompañado por dos de sus colegas profesoras de la Escuela del Sant Pau, Teresa Moratalla y Ana Pérez, ambas psicólogas y terapeutas familiares con una larga experiencia, y con la colaboración de Javier Bou, psicólogo y director de Dictia Valencia, escuela de formación en Terapia Familiar. El libro, Las parejas interculturales, acoge un tema de indudable actualidad en este siglo XXI, mostrando las ventajas y dificultades de este tipo de parejas apoyándose en un buen número de interesantísimos casos extraídos de la dilatada experiencia de sus autores.
El undécimo aborda también otro tema de rabiosa actualidad, el de la reconstrucción familiar. El libro de Corina Ahlers, psicóloga, profesora del Instituto Familiar de Viena, fundadora del centro “Familieneu” dedicado al trabajo psicoterapéutico con familias reconstituidas, escrito con la colaboración de Roberto Pereira, psiquiatra, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar y de esta colección, recoge la larga experiencia de los autores con este tipo de familias, en el caso de Corina no solo como terapeuta sino también en su propia vida. Familias reconstituidas en un mundo global: nuevos vínculos que desafían el mito de los lazos de sangre, describe muy bien a las familias reconstituidas, adaptándolas al siglo XXI, mostrando no solo sus principales dificultades sino también, a través de un gran número de viñetas clínicas, la manera de enfrentarse a ellas y ayudar a estas familias en la complejidad de su estructura y funcionamiento.
El duodécimo se enfrenta con valentía a dos temas de gran actualidad y en ocasiones centro de importantes polémicas: las interferencias parentales en la educación de los hijos tras una separación o divorcio y la violencia filio-parental. El libro, coordinado por Mariela Checa Caruana, psicóloga y directora clínica de la Asociación Filio, creadora y responsable del Servicio de Intervención Post-ruptura en los Juzgados de Familia de Málaga, vocal de Salud de la Sociedad española de VFP —SEVIFIP—, lleva por título De las interferencias parentales a la violencia filio parental. Manual práctico para un abordaje terapéutico. Su coordinadora está muy bien escoltada por grandes especialistas de ambos temas, procedentes tanto del ámbito jurídico como psicológico, con una nutrida presencia de miembros de SEVIFIP. Todos ellos desarrollan tanto un abordaje teórico de ambos problemas familiares, así como de la relación entre ellos, como la mejor forma de abordarlos desde las diversas facetas jurídicas y psicoterapéuticas.
En el número 13 titulado La selva del maltrato, Ricardo Ramos aborda con amplitud el difícil tema del maltrato infantil, en el que la intervención resulta tan imprescindible como delicada para unos profesionales que seguramente se van a sentir implicados emocionalmente en las dramáticas situaciones en las que tienen que intervenir. Esta necesidad de intervenir para reparar o aliviar las consecuencias del maltrato genera a veces una victimización secundaria, de complicado manejo. El libro analiza los distintos tipos de maltrato infantil, propone una variedad de prácticas de intervención psicosociales y terapéuticas, sin perder de vista el riesgo del rescate de los menores por el Sistema de Protección, tanto en acogimiento residencial, en familia extensa o en familia ajena, siempre con el objetivo final de la reunificación familiar.
El decimocuarto es el último libro publicado por un pionero de la Terapia Familiar europea e infatigable autor, Luigi Cancrini. Psiquiatra y psicoterapeuta sistémico-relacional, fundó uno de los centros de formación y psicoterapia familiar más antiguos de Europa —el Centro Studi di Terapia Familiare e Relazionale de Roma— con 14 subsedes más repartidas por toda Italia. Desde su jubilación como profesor de Psiquiatría de la Universidad la Sapienza de Roma, escribe y publica más que nunca. Este último libro suyo hasta la fecha lo dedica al tema de la adopción, causa de complicaciones familiares importantes en buena parte de los casos. Titulado El desafío de la adopción, lleva el subtítulo de Crónica de una terapia exitosa, ya que en él relata el caso de dos hermanos joven adoptados (el varón diagnosticado de Transtorno Límite), que siguen una larga y compleja terapia familiar que le sirve para reflexionar sobre este tipo de familias, que “son un gran experimento natural y un desafío particular para los psicoterapeutas”.
En el decimoquinto título encontramos de nuevo a Raúl Medina, fundador y presidente del Instituto Tzapopan de Terapia Familiar (México), miembro de la Junta Directiva de Relates y profesor-investigador de la Universidad de Guadalajara, que nos propone una vuelta a los orígenes del modelo sistémico batesoniano, y a la vez un salto adelante impulsando las terapias que denomina de tercer orden. Así ha titulado su libro, La terapia familiar de tercer orden. Del amor indignado al diálogo solidario, una reflexión crítica de la teoría y práctica psicoterapéutica que, en su opinión, no incluye los valores socioculturales en los que esta se desarrolla. En especial el texto pone en cuestión los modelos individualistas y neurocentristas. Su propuesta es la de una Terapia Familiar Crítica como psicoterapia de tercer orden, reivindicando lo emocional, y el diálogo solidario en una terapia narrativa y colaborativa.
El decimosextoTerapia de pareja e infidelidad. Un modelo de diagnóstico relacional e intervención terapéutica desde la perspectiva sistémica que tiene entre sus manos, se une ahora a esta ya extensa colección. Este libro, muy esperado de Carmen Campo y Marta Ramo, es el resultado de su amplia experiencia con parejas que presentaban dificultades, y de la necesidad de compartirla sobre todo con aquellos que, terapeutas en ciernes, se sienten fascinados y a la vez inquietos frente al desafío que supone realizar una terapia de pareja.
Roberto PEREIRA
Mayo de 2022
A Carmen y a Paco, que con su ejemplo
nos enseñaron que era posible una larga
y satisfactoria vida en común.
Prólogo, por Juan Luis LINARES
Introducción, por Carmen CAMPO
PARTE I: LA TERAPIA DE PAREJA: EL QUÉ Y EL CÓMO
CAPÍTULO 1. Qué significa ser una pareja
El modelo sistémico como marco teórico
Definición de pareja
Características básicas de la relación de pareja
Ciclo Vital
Contexto sociocultural
La vinculación afectiva o amorosa
El manejo del poder
El futuro en común: la construcción de los proyectos básicos
CAPÍTULO 2. El diagnóstico relacional: qué les pasa
El diagnóstico relacional
Tipología de conflictos
Tipo A: Desajustes en torno a la organización de la convivencia
Tipo B: Diferencias en torno a la comunicación y la resolución de los conflictos
Tipo C: Desacuerdos básicos respecto a la definición de la relación
CAPÍTULO 3. La construcción del sistema terapéutico I
Fase 1. Consulta y Valoración
Primera sesión
Segunda sesión: Familia de origen
Tercera sesión: Historia de amor
Sesiones individuales: Precontrato
Devolución y Contrato
CAPÍTULO 4. La construcción del sistema terapéutico II
Fase 2. La intervención terapéutica
La posición del terapeuta
Intervenciones terapéuticas básicas
Sesiones individuales post contrato
Intervenciones terapéuticas específicas
PARTE II: LA INFIDELIDAD EN LA PAREJA
CAPÍTULO 5. Qué es la infidelidad
Definición de infidelidad
Datos sobre la infidelidad
Tipos de infidelidad
Infidelidad accidental
Infidelidad romántica
Infidelidad recurrente
Infidelidad compensatoria
CAPÍTULO 6. Factores facilitadores de la infidelidad
Factores facilitadores individuales
Características individuales del cónyuge transgresor
Características individuales del cónyuge traicionado
Características de el/la amante
Factores facilitadores relacionales
Factores Facilitadores Socioculturales
El modelo patriarcal
El modelo moderno
El modelo postmoderno
CAPÍTULO 7. Las consecuencias de la infidelidad
Atribución de significado
El desvelamiento del secreto
Consecuencias individuales en el cónyuge transgresor
Consecuencias individuales en el cónyuge traicionado
Consecuencias individuales en el amante
Consecuencias relacionales
CAPÍTULO 8. Intervenciones terapéuticas específicas en la infidelidad
Introducción
Demandas fraudulentas
Intervención en crisis
Desvelamiento y manejo del secreto por el terapeuta
Diagnóstico e Intervención terapéutica específica
Neutralización del rencor
Gestión del perdón
Pasos para la disolución del rencor
Abordaje terapéutico de las demandas individuales
ANEXO: Cuando todo se confabula en contra
Datos individuales del protagonista masculino
Datos individuales de la protagonista femenina
Hijos
Datos de la historia de amor de la pareja protagonista
Contexto sociocultural
Diagnóstico relacional
Ejemplos de conflictos de tipo A: Organización y convivencia
Ejemplos de conflictos de tipo B: Comunicación y resolución de conflictos
Conflicto de tipo C: Desacuerdos en la definición de la relación de pareja
Intervenciones Terapéuticas
Bibliografía
Una de mis mejores experiencias en el terreno profesional ha sido la estrecha colaboración con Carmen Campo en la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de San Pablo de Barcelona. Durante cuarenta años hemos compartido un trabajo fascinante, discutiendo casos, planificando investigaciones y bregando con la docencia, en un ejercicio permanente de “cintura” terapéutica y formativa. A ella, ese ejercicio la ha conservado muy joven en todos los aspectos. A mí no tanto en lo físico, pero reivindico que sí en lo mental, lo cual ya justifica que le esté eternamente agradecido.
Muy pronto aparecieron hijas en nuestro mapa relacional: Marta, la mayor de Carmen, y Clara, mi primogénita, ambas terapeutas maduras en la actualidad, cuyos ciclos vitales hemos compartido también durante casi medio siglo. Hasta llegar a esta emotiva realidad: ¡Estoy escribiendo un prólogo para un libro de Carmen y Marta! El legado de Carmen como gran dama de la terapia de pareja española está asegurado.
Pero vayamos al libro que tienes en tus manos, querido lector. No te quepa duda de que has tenido una buena idea adquiriéndolo, puesto que se trata de la más exquisita propuesta sobre terapia de pareja que ha producido la literatura sistémica.
Coherente con dicha condición, el marco teórico de partida es sólido pero sencillo. Para ser considerada una pareja, la relación entre dos personas ha de cumplir ciertas condiciones, entre las cuales las más importantes son las siguientes: compartir un vínculo afectivo de naturaleza amorosa; tener un consenso básico sobre el manejo del poder; y alcanzar acuerdos razonables sobre proyectos en común. Todo ello, obviamente, pasado a través del filtro del ciclo vital en una perspectiva evolutiva.
En buena lógica clínica (y Carmen es, ante todo, eso, una gran clínica) el diagnóstico precede a la intervención terapéutica. Por eso el libro nos ofrece un capítulo dedicado al diagnóstico relacional de los problemas de pareja, agrupados en tres grandes categorías, que las autoras llaman “tipología de conflictos”. El Tipo A lo constituyen los desajustes en torno a la organización de la convivencia, que incluyen situaciones (hasta diez subtipos) tan dispares como la gestión de las tareas domésticas y la relación con las familias de origen o el enfoque de la parentalidad. El Tipo B consiste en las diferencias en torno a la comunicación y a su influencia en la resolución de conflictos. Y, por último, el Tipo C recoge los desacuerdos básicos respecto a la definición de la relación, que no es raro que hayan estado ocultos por desarrollos psicopatológicos en uno o en ambos miembros de la pareja, permitiendo así encubrir la imposibilidad de esta.
Carmen siempre ha concedido gran importancia a la construcción del sistema terapéutico, por lo que no es de extrañar que el libro le dedique a este tema dos sólidos capítulos, de los cuales el segundo corresponde ya, en realidad, a la intervención propiamente dicha. Pero para que esta alcance el máximo de eficacia, es necesaria una estricta preparación, que el modelo de las autoras desarrolla en un protocolo de cuatro sesiones: tres dedicadas a recoger minuciosamente información (desde datos referidos a la derivación y la demanda, hasta los correspondientes a las familias de origen, y, finalmente, alcanzándose la construcción de la “historia de amor” de la pareja). La cuarta sesión estará dedicada a la devolución y al establecimiento de un “contrato terapéutico”, si bien es posible que, antes de llegar a este objetivo, se intercalen sendas sesiones individuales con el fin de ampliar la recogida de información.
Y, por fin, llega la hora de la intervención terapéutica, que deberá realizarse desde una posición de empatía y haciendo gala de flexibilidad cognitiva. Se podrán, de esta manera, prescribir tareas que aumenten los espacios compartidos y que faciliten la comunicación entre los cónyuges. El libro presta también una preciosa atención especial a problemáticas relacionadas con la violencia o con las posibles patologías individuales asociadas al conflicto de pareja.
Pero la auténtica “joya de la corona” del libro la constituyen los capítulos dedicados específicamente a tratar el abordaje terapéutico de las situaciones de infidelidad. He ahí un tema eterno de la condición humana, bordado en la literatura y, en general, en las artes, pero incomprensiblemente descuidado por los terapeutas. Las autoras lo abordan con desenvoltura y minuciosidad, ofreciendo unas páginas preciosas que honran al modelo sistémico. Pero no te preocupes, amigo lector, que no voy a hacer de spoiler adelantando en este prólogo lo que constituirá con toda justicia tu cercano disfrute.
¡Y casi olvidaba destacar que el libro tiene un broche de oro! Se trata, en efecto, de un anexo cuyo título reza así “Cuando todo se confabula en contra.” Consiste en un análisis pormenorizado de la relación disfuncional de la pareja protagonista de la novela “Revolutionary Road”, de Richard Yates, llevada al cine por Sam Mendes. El delicado desmenuzamiento de las tramas relacionales en que se insertan los protagonistas y, especialmente, la muy original propuesta de terapia-ficción, que habría podido modificar para bien el trágico desarrollo de la obra, son un excelente colofón de este singular libro. Émulas de Paul Watzlawick en su análisis de “Quién teme a Virginia Woolf”, nuestras autoras sellan con pulso firme, de este modo, su entrada en el Almanaque de Gotha de la literatura sistémica.
Durante mucho tiempo he tenido la oportunidad de trabajar con parejas casi diariamente, bien en el ámbito de una institución pública como es el Servicio de Psiquiatría del Hospital de San Pablo, bien en el ámbito privado.
Desde el inicio de mi carrera profesional, mi interés por el mundo de las parejas ha estado presente, tomando cada vez mayor protagonismo. Sabemos que las elecciones que uno toma no son independientes de su historia personal. En mi caso, pienso que en primer lugar se ha de señalar mi condición de hija única de unos padres que, por fortuna, supieron mantener una relación conyugal muy satisfactoria durante los más de 50 años en que permanecieron juntos. Libre de triangulaciones, que probablemente hubieran distorsionado la mirada, esa situación suponía para mí un observatorio magnífico para centrar la atención en esa relación y desarrollar la curiosidad por entender su funcionamiento.
Pero no todo depende de esas experiencias personales iniciales. A nivel profesional fue también decisivo el hecho de recibir la demanda de tomar a mi cargo, como psicoterapeuta, a pacientes ambulatorios en el contexto clínico de un servicio de psiquiatría de adultos. En efecto, se trataba de pacientes con patologías en las que el sufrimiento se expresaba sobre todo con sintomatología depresiva y ansiosa, lo cual, puesto que no restringía sus posibilidades de autonomía personal, les hacía susceptibles de emparejarse, como así sucedía en la mayoría de casos. El principal sistema de referencia era la pareja y no la familia de origen, como habría sucedido sin embargo si las circunstancias me hubieran llevado a centrarme en los pacientes ingresados en sala, muchos de ellos con patologías de la esfera psicótica y por tanto con un proceso de autonomización tan precario que no les permitía el emparejamiento. Igualmente si las demandas hubieran sido en torno a casos con problemática infantojuvenil, forzosamente me habría tenido que centrar en la parentalidad más que en la conyugalidad.
Por todo ello, antes incluso de que pudiera conectar con el paradigma sistémico y que se abriera ante mí una nueva perspectiva de la conducta humana, mi interés por recabar más información y entender así mejor lo que les sucedía a esos pacientes, me llevó a solicitar la presencia del cónyuge en las sesiones. Esa experiencia fue decisiva, sin darme cuenta ponía en marcha lo que para mí es la esencia básica de la mirada sistémica, podía entender mucho mejor la conducta sintomática al abrir el foco de la observación y visualizarla de manera directa en su contexto relacional, y no de manera aislada. A la vez, toda una serie de nuevas alternativas y recursos se ponían a mi alcance y me permitían agilizar el proceso terapéutico para conseguir el máximo buen resultado con el menor tiempo posible, lo que cumple con una de las exigencias asociadas al buen quehacer terapéutico,.
La incorporación de esa perspectiva diferente con la presencia del cónyuge, resultaba crucial para mejorar y completar el diagnóstico, a la vez que se convertía en una nueva fuente de recursos. En cuanto al diagnóstico, la primera evidencia fue constatar que en la mayoría de casos se apreciaban dificultades importantes de relación conyugal que no habían quedado reflejadas en los datos proporcionados por la anamnesis que constaba en la historia clínica del paciente. En algunos casos, incluso, se hacia una referencia explícita a que no se observaba ningún tipo de dificultad en ese ámbito. Lo sorprendente es que esas dificultades y conflictos en la relación conyugal, que habían quedado enmascaradas hasta ese momento, resultaban ciertamente relevantes en tanto mediatizaban y regulaban la conducta sintomática del paciente.
Lo segundo que se puso de relieve fue que conseguir la colaboración del cónyuge permitía ampliar el repertorio de intervenciones terapéuticas posibles y facilitaba que algunas intervenciones realizadas con los pacientes a nivel individual no quedaran neutralizadas al entrar en colisión con los intereses del cónyuge hasta ese momento desconocidas. Lo que disminuía la resistencia con las que nos encontrábamos en algunos casos para que cumplieran con nuestras prescripciones.
La oportunidad posterior de descubrir el paradigma sistémico y su aplicación a la terapia familiar, y no solo por la bibliografía ya publicada sino por el conocimiento directo de los grandes maestros, Sluzki, Minuchin, Watzlawick, Madanes, Cancrini, Canevaro, etc., fue también decisiva. Compartir sus experiencias de manera directa viéndolos trabajar facilitaba descubrir las diferentes posibilidades que se abrían desde una perspectiva pragmática. En ese sentido se puede decir que haya un antes y un después en mi manera de abordar el reto que implica el ejercicio de la psicoterapia.
A partir de ahí, un punto de inflexión crucial en mi carrera profesional fue la puesta en marcha en los años 80, conjuntamente con Juan Luis Linares, de la Escola de Terapia Familiar del Hospital de Sant Pau. La estrecha unión entre docencia y práctica clínica, sello de la escuela, fue a partir de ese momento un estímulo constante para sistematizar y organizar la experiencia que nos iba proporcionando el trabajo clínico.
Esa necesidad de sistematizar y organizar el conocimiento, que me permitía adquirir la práctica clínica, para transmitírselo luego a los alumnos, alentó mi interés en ir desarrollando e implementando una metodología útil y flexible sobre la terapia de pareja, que pudiera servir de guía para el diagnóstico e intervención terapéutica.
Fue también para mí un acicate, dado el ámbito universitario en el que se realizaba dicha docencia, poder desarrollar un procedimiento estructurado que facilitara el estudio de los casos que eran sistemáticamente videograbados y transcritos, de manera que pudiera ser utilizado para la investigación tanto cualitativa como cuantitativa.
Más adelante, descubrí las ventajas que implicaba colaborar en equipo, y la grata e interesante experiencia que suponía la aplicación de tantos nuevos recursos. Asimismo, la posibilidad de trabajar con una casuística ampliada de pacientes más graves, resistentes al abordaje farmacológico y psicoterapéutico individual convencional, me confirmó que intervenir teniendo en cuenta las relaciones más significativas de esos pacientes era un buen camino para conseguir mejores resultados.
Siempre estaré en deuda con todos los diferentes miembros del equipo, alumnos y colaboradores, que con sus comentarios y la transcripción del material clínico han facilitado el desarrollo material de este libro. Con una mención especial a Marta, la coautora, con quien en esta última etapa he podido compartir el análisis y estudio de todos los casos que han inspirado el modelo de terapia de pareja que ahora presentamos.
Este libro es por tanto el resultado de la experiencia que ha supuesto trabajar durante mucho tiempo con parejas que presentaban dificultades, y de la necesidad de compartirla sobre todo con aquellos que, terapeutas en ciernes, se sienten fascinados y a la vez inquietos frente al desafío que supone realizar una terapia de pareja.
Somos conscientes del reto que ello significa, pues si hay algo que caracteriza el trabajo terapéutico es en buena parte su carácter creativo tan ligado al estilo del terapeuta. Sin embargo, conocedoras por propia experiencia de las dificultades que entraña trabajar con parejas, pensamos que puede ser útil compartir el hilo conductor, que de manera sistematizada hemos ido elaborando, como una manera de agilizar y facilitar el trabajo terapéutico. Hilo conductor que quedará progresivamente en un segundo plano, a medida que la experiencia del terapeuta va avanzando y consolidándose en un estilo propio y personal.
El libro está dividido en dos partes, en la primera parte con el paradigma sistémico como marco de referencia y desde una perspectiva pragmática, se desarrolla de forma detallada un procedimiento guía de diagnóstico relacional e intervención terapéutica orientado a dar respuesta a las dos preguntas básicas que surgen cuando se plantea una terapia de pareja: el Qué y el Cómo. Qué les está pasando, qué le piden al terapeuta, y cómo este les puede ayudar.
Se describe un modelo de diagnóstico e intervención en terapia de pareja diseñado tanto para el abordaje terapéutico de las parejas que presentan una conflictiva conyugal abierta y realizan la demanda de manera explícita, como para aquellos casos en los que es un profesional o el propio terapeuta que, conocedores de la presencia de patología en uno u ambos cónyuges, proponen una terapia de pareja como metodología de elección, en base a ampliar los recursos y obtener más rápidos y mejores resultados. En el primero de los casos, a menudo todavía sin síntomas, el trabajo terapéutico tiene como finalidad facilitar a los cónyuges el manejo de nuevas fórmulas y recursos para resolver las dificultades, y sobre todo una mirada más amplia, menos sesgada, de manera que puedan entender mejor qué les está pasando, y tomar las alternativas más pertinentes en cuanto a la mejora de su relación. El objetivo prioritario es sobre todo la prevención, que no se instaure patología en ninguno de los cónyuges ni por supuesto en los hijos si los tuvieran.
En el segundo caso, cuando uno de los dos, sí presenta una patología, la elección de trabajar con la colaboración del cónyuge, y no solo de manera individual con el paciente, supone reformular la demanda, de manera que se pueda constatar la ventaja de incorporar el cónyuge al proceso terapéutico en aras de entender mejor lo que le está pasando al paciente, y favorecer así el tipo de ayuda más pertinente. Ampliar la perspectiva de ambos va a permitir dotar de significado relacional el síntoma y neutralizar así su mantenimiento. La construcción de una potente alianza terapéutica, siempre necesaria, se torna todavía más decisiva cuando la demanda, como en este último caso, es inexistente. Por eso, se describen en un apartado específico las intervenciones terapéuticas más útiles para su manejo y desarrollo.
En el primer capítulo: Qué significa ser una pareja, se revisan en primer lugar los aspectos más determinantes del modelo sistémico que hemos incorporado en nuestra manera de trabajar con las parejas, a la vez que se propone una definición de lo que significa ser una pareja, a partir del análisis y descripción de cuáles serían sus características más básicas.
El segundo capítulo El diagnóstico relacional: qué les pasa, da respuesta a la pregunta, teniendo en cuenta las características individuales de cada uno, sus vulnerabilidades y recursos, así como el tipo de relación que tienen establecida entre ellos. Atendiendo, tanto a las experiencias positivas acumuladas que hemos venido en llamar su patrimonio relacional, como las dificultades que presentan. Se describe, para estas últimas, una tipología de los diferentes conflictos que se pueden observar en las parejas con una conyugalidad disfuncional, agrupados en tres categorías diagnósticas. Tipo A: Desajustes en torno a la organización de la convivencia. Tipo B: Diferencias en torno a la comunicación y resolución de conflictos. Tipo C: Desacuerdos básicos respecto a la definición de la relación.
El tercer capítulo: La construcción del sistema terapéutico I: El procedimiento, desarrolla un procedimiento-guía para la elaboración del diagnóstico relacional y la construcción de la alianza terapéutica durante la Fase 1 denominada Consulta y Valoración. Explicaremos allí con detalle el protocolo de las tres primeras sesiones semiestructuradas, diseñadas específicamente para recoger datos significativos de los cónyuges, tanto individuales como relacionales, desde una perspectiva a la vez sincrónica y diacrónica.
El cuarto capítulo: La construcción del sistema terapéutico II: La Intervención terapéutica, analiza las diferentes intervenciones que desde el inicio el terapeuta va a poder ir implementando. En primer lugar, se describen cuáles son las características imprescindibles de la posición del terapeuta que pueden convertirlo en su principal instrumento terapéutico, así como el papel central que tendrá la construcción de una adecuada alianza terapéutica para la obtención de buenos resultados. A su vez se describen las intervenciones más básicas, útiles para promover un contexto de buena voluntad en el que predominen las interacciones positivas, una comunicación entre los cónyuges más funcional, y el aprendizaje de nuevas fórmulas para la resolución de los conflictos. Incluye un apartado en el que se desarrollan intervenciones específicas para los casos que presentan alguna variable característica como son los casos que presenten patología concomitante, o problemáticas centradas en la violencia.
La segunda parte del libro se centra en el análisis y manejo terapéutico de la infidelidad. Se ha elegido para desarrollar con mayor amplitud ese tema, porque es una de las variables que no solo puede resultar más perniciosa para la relación de pareja, sino que, en nuestra experiencia, dadas las dificultades que supone su manejo, puede convertirse en uno de los máximos escollos para obtener buenos resultados.
La infidelidad es un torpedo en la línea de flotación para la mayoría de las parejas que pasan por esa experiencia. Muchas acaban separándose, otras piden ayuda, pero no es fácil su abordaje terapéutico. Desde la perspectiva de la terapia de pareja de orientación sistémica, se revisan en los siguientes capítulos de esa segunda parte, los aspectos más básicos necesarios para realizar un diagnóstico que permita un abordaje terapéutico eficaz de los casos que presentan como variable específica la infidelidad.
El capítulo quinto: Qué es la infidelidad, analiza lo que significa una infidelidad en el ámbito de la pareja, y se formula una definición operativa que tiene en cuenta la complejidad que caracteriza dicho fenómeno. Asimismo, se describen los diferentes tipos de infidelidad que se considera útil tener en cuenta, tanto a nivel de diagnóstico como de pronóstico.
El capítulo sexto: Factores facilitadores de la infidelidad, revisa los diferentes factores tanto socioculturales, individuales como relacionales que pueden favorecer la experiencia de la infidelidad. Teniendo en cuenta los tres protagonistas de esa historia, el cónyuge transgresor, el cónyuge traicionado y el/la amante.
El capítulo séptimo: Las consecuencias de la infidelidad, analiza en detalle cómo puede incidir la experiencia de la infidelidad en cada uno de dichos protagonistas, describiendo las diferentes consecuencias que pueden producirse, tanto antes que se conozcan los hechos, como después del desvelamiento del secreto.
El capítulo octavo: Intervenciones terapéuticas específicas en la infidelidad, describe las diferentes intervenciones tanto a nivel relacional como individual, que se proponen para resolver las dificultades asociadas a dicha experiencia. Haciendo especial mención al manejo de las demandas fraudulentas, la intervención en crisis, el desvelamiento del secreto, la gestión del perdón, y los pasos para la disolución del rencor. Con un apartado específico para el abordaje terapéutico de las demandas individuales.
Los diferentes temas expuestos en cada capítulo se acompañan de múltiples ejemplos, basados tanto en fragmentos de la transcripción de los diferentes casos tratados, convenientemente modificados por supuesto para salvaguardar el anonimato, como provenientes de la ficción tanto del cine como de la literatura.
Se ha añadido un anexo, que hemos titulado “Cuando todo se confabula en contra”, en el que hemos analizado de manera pormenorizada, como ejemplo de diagnóstico relacional, la relación de pareja conflictiva que mantienen los protagonistas de la obra Revolutionary Road de R. Yates, así como las diferentes intervenciones que hubieran sido posible implementar si los protagonistas de esa historia hubieran podido en algún momento realizar una terapia de pareja.
El modelo sistémico como marco teórico
Trabajar desde la perspectiva sistémica en terapia de pareja implica tener en cuenta, y aplicar, los principales conceptos de la Teoría General de los Sistemas y de la Teoría de la Comunicación. Considerar la pareja, la diada, el más pequeño sistema relacional posible, el conjunto más pequeño en interacción, y como tal cualitativamente diferente de sus partes.
Siguiendo a Hoffman (1987), nos gusta afirmar que, tener el modelo sistémico como referente teórico principal, significa antes que nada ampliar el foco de observación, observar la conducta humana, tanto la normal como la patológica en su contexto relacional y no de forma aislada. Tener en cuenta, por tanto, el contexto relacional, es decir el entramado de relaciones significativas en las que el individuo se halla inmerso, como uno de los aspectos básicos que mediatizan la conducta humana. Entendiendo por contexto no algo externo, fijo, que existe per se, lo que a menudo se entiende como entorno o circunstancias, sino dinámico en continua co-construcción en base las interacciones recíprocas que se están estableciendo constantemente.
Tener en cuenta el contexto, desde esa perspectiva, es algo más que determinar las influencias del entorno, o valorar qué circunstancias están incidiendo en cada uno de los cónyuges, tal como nos plantea una visión lineal de la realidad. Se trata de considerar la relación de pareja como el resultado de una constante construcción a través de una interacción recíproca.
Focalizar la interacción comporta, tener en consideración que la conducta de cada uno de los cónyuges está recíprocamente regulada de forma circular, lo que hace uno influye en el otro, y viceversa. En ese sentido toda acción puede ser entendida asimismo como reacción, en un bucle de secuencias ininterrumpidas de acciones que son a su vez estímulo, respuesta y refuerzo.
Cuando se trata de un niño o adolescente el contexto relacional más significativo es la familia de origen. En el caso del adulto con pareja estable, aun cuando la familia de origen continúa teniendo un peso específico importante, la pareja pasa a ser el referente más significativo.
Valorar la familia y la pareja como los contextos más significativos para entender la conducta de los individuos no es óbice para descuidar la importancia de otros contextos que inciden también de manera decisiva. En ese sentido si para los niños el ámbito escolar se convierte en el otro gran contexto relacional significativo, para los adultos el ámbito laboral es el otro referente decisivo a tener en cuenta.
Asimismo, ampliar el foco de observación nos va a ir mostrando la importancia del contexto social en el que se ubica el individuo, y cómo es de imprescindible tomar en consideración las creencias y los referentes culturales derivados del mismo que van a modular su conducta.
Poner el foco en la interacción y por tanto entender que la relación de pareja, es uno de los determinantes de la conducta individual de los cónyuges no implica, sin embargo, dejar de tener en cuenta las características individuales de cada uno. En ese sentido la mejor fórmula para entender el funcionamiento de la pareja nos la puede brindar la metáfora del zoom como instrumento de observación que permite disminuir o ampliar la perspectiva. Nos importa tanto entender el funcionamiento individual de cada uno de los cónyuges como el tipo de relación establecida entre ellos. Desde una aproximación micro, interesa entender la perspectiva individual de cada uno, cómo construye la realidad a través de la selección idiosincrásica de datos que realiza, cómo en base a esta le va a otorgar determinados significados u otros, y cómo todo ello va a generar determinadas emociones y redundar en acciones de tipo diverso. En ese sentido resulta útil considerar que las ideas, los sentimientos y, las acciones en su interconexión dinámica configuran la conducta de cada uno de los cónyuges.
Sin embargo, a la vez, es indispensable no olvidar que esa construcción de la realidad no se realiza de manera aislada sino en continua interdependencia con los otros y de manera significativa, con el cónyuge. Esos tres planos, lo que siente, lo que piensa, lo que hace cada uno, van a quedar regulados y determinados por las interacciones recíprocas. Esa mirada macro es lo que le va a permitir al terapeuta entender mejor la coparticipación de ambos cónyuges en la construcción de su relación y de cómo ambos de manera recíproca están determinando que esta sea satisfactoria a o no. Tener esa perspectiva cuando se trabaja con parejas supone una ventaja en relación al manejo terapéutico, en tanto favorece, como actitud de base, la neutralidad necesaria para entender los conflictos que presentan los cónyuges.
Entender y analizar una pelea, con el convencimiento de que la puntuación de las secuencias interactivas que se realice siempre va a ser arbitraria, va a ayudar al terapeuta a no ser cómplice de la visión sesgada, que acostumbran a presentar cada uno de los cónyuges. Al contrario, esa perspectiva le va a permitir, más fácilmente, señalar el encaje y complementariedad de la descripción, que realiza cada uno de lo sucedido, facilitando con ello una visión circular de los hechos.
Tener el modelo sistémico como marco de referencia supone, también, optar por una perspectiva global, por una epistemología holística, por los nuevos paradigmas científicos que subrayan la interdependencia de los fenómenos y la complejidad de la realidad. El objetivo de la evaluación no se va a centrar tanto en aislar los fenómenos, aunque se valoren y tengan en cuenta, sino en examinar sus interacciones. Importa no solo entender qué variables están incidiendo sino como se interconectan entre sí para acabar dando lugar a una realidad y no otra.
El procedimiento desde el punto de vista diagnóstico se va a centrar, pues, en poder recabar la información significativa que permita entender las posibles interconexiones que subyacen a la descripción de la realidad, que nos ofrecen cada uno de los cónyuges. Y en ese sentido, va a ser de gran ayuda observar, las secuencias interactivas repetitivas, los patrones redundantes, en tanto configuran y expresan reglas de funcionamiento, tanto explícitas como implícitas, que regulan la relación. Estas últimas son de especial interés ya que en muchas ocasiones su señalamiento va a suponer una intervención útil de cara a mostrar a la pareja cuales son los mecanismos disfuncionales que están en el origen de su malestar.
Mantener la perspectiva global que propugna el modelo sistémico permite considerarlo, asimismo, como un supra modelo que facilita una visión integradora de los diferentes modelos propuestos en psicoterapia. En nuestro trabajo con las parejas, eso se ha traducido en la utilización de aportaciones y recursos válidos elaborados por distintos modelos. Ejemplo de ello serían muchas de las intervenciones pragmáticas que proponemos como prescripciones, inspiradas en el modelo cognitivo-conductual, o el concepto de vinculación afectiva que utilizamos como categoría diagnóstica con influencias evidentes de la Teoría del Apego de Bowlby (1969).
La comunicación entre los cónyuges, ingrediente básico de toda interacción, debe ser especialmente tenida en cuenta por el terapeuta. Los axiomas o principios que regulan la comunicación, propuestos por Waztlawick, Beavin y Jackson (1967), proporcionan un instrumento válido al terapeuta, tanto para evaluar el grado de efectividad de la misma, como para facilitar una comunicación más funcional. En ese sentido, no solo resulta útil tener en cuenta que cualquier conducta en el seno de una interacción implica un mensaje y que por ello es imposible no comunicar, sino que es también conveniente distinguir entre los diferentes canales que existen para transmitir información y evaluar si se está dando la necesaria congruencia entre ellos. En efecto, muchos de los malos entendidos que se observan en las parejas se derivan en primera instancia de la dificultad para tener en cuenta no solo el canal digital (palabras), sino la importancia asimismo del canal analógico (gestos, tonos de voz y acciones) como niveles básicos de toda comunicación.
En muchas ocasiones uno de los dos cónyuges está más acostumbrado a utilizar el canal verbal como prevalente mientras que el otro se expresa de manera más significativa con los gestos o las acciones. En esos casos el terapeuta ha de estar muy atento a la comunicación expresada por cada uno de los cónyuges, y no centrarla únicamente en el que ha tomado la palabra. Para ello debe facilitar la comunicación subrayando los mensajes utilizados por cada uno de los cónyuges, ayudándoles a expresarse de manera más efectiva, facilitando incluso si es necesario su traducción a nivel verbal. Igualmente tiene que estar alerta para detectar posibles incongruencias entre los dos niveles pues esto ocasionaría una perturbación en la comunicación.
Otro de los axiomas de la comunicación, que puede llegar a ser más útil en el manejo terapéutico, es la diferenciación entre los niveles referencial y conativo. En efecto, discernir entre el contenido del mensaje y la propuesta del tipo de relación que este lleva siempre implícito, puede ser decisivo para poder entender, más allá del contenido anecdótico, qué es lo que cada cónyuge en realidad le está proponiendo al otro respecto al tipo de relación. Aunque los cónyuges suelen focalizar y entender sus diferencias en cuanto al contenido, es a través de la definición de la relación, de lo que cada uno entiende por ser una pareja, como se articulan las diferencias y desacuerdos más graves. Desacuerdos que en realidad expresan la incompatibilidad de deseos y expectativas más básicas en cuanto a lo que significa, para cada uno, ser una pareja.
El análisis cualitativo de la comunicación establecida entre los cónyuges es también indispensable y en ese sentido valorar si las respuestas son del tipo: confirmación, rechazo, descalificación, o desconfirmación, es también necesario para detectar posibles aspectos disfuncionales que estén promoviendo malestar. Uno de los fenómenos más frecuentes, tal como Gottman (1995) ha puesto de manifiesto, es una comunicación en la que prevalecen los reproches como formula inadecuada de expresar necesidades y deseos.
Resulta también muy conveniente tener en cuenta los conceptos de simetría y complementariedad (Sluzki y Bleichmar 1979), y utilizarlos como categoría diagnóstica para entender el manejo del poder en el seno de la pareja, distinguiendo a las parejas en base a si predomina un patrón de tipo simétrico o complementario. En el primer caso las interacciones tenderán a quedar reguladas por expectativas de intercambios equitativos en torno al poder. Cualquier decisión propia ha de poder ser refrendada por el otro lo que hace indispensable el consenso y la continua negociación. Si por el contrario predomina un patrón de tipo complementario lo que va a prevalecer son expectativas por parte de cada cónyuge de intercambios desiguales en torno al poder y la tendencia a un encaje mutuo de posiciones up/down.
Manejar dichas categorías supone también estar atentos al fenómeno de la cismogénesis, y a los mecanismos de autorregulación, necesarios como freno a las escaladas que este hecho tiende a propiciar. Es importante detectar la ausencia de dichos mecanismos de autorregulación, dado que ello favorece la rigidificación de ambos patrones, y está en la base, tanto de las escaladas de tipo simétrico, que pueden llevar fácilmente a los cónyuges a plantearse la ruptura, como de las escaladas de corte complementario, en las que la ausencia de alternancia entre las posiciones up/down, así como la desmesurada desigualdad de posiciones en torno al poder, acrecienta el riesgo de que, como mecanismo de freno disfuncional, eclosione la violencia o la conducta sintomática.
También es relevante como categoría diagnostica observar si los cónyuges presentan una polarización rígida de las expectativas en cuanto al manejo del poder. Cuando eso es así, uno de ellos se coloca en el polo simétrico y el otro en el complementario, con la consecuente dificultad para consensuar una definición de la relación en torno a la jerarquía interna (Campo, 2010). En esos casos la viabilidad de la pareja queda comprometida y no es extraño que dicho fenómeno se observe asimismo asociado a psicopatología.
Desde la perspectiva sistémica también resulta imprescindible tener en cuenta las aportaciones de la Cibernética de 2º orden. La nueva perspectiva metodológica que representa, en gran parte desarrollada en los años 80 por Maturana y Von Foerster, hace hincapié, entre otras consideraciones, en cómo la realidad la construye el observador y por tanto hasta qué punto la manera de observar modifica ya lo observado (Von Foerster, 1981).
Si la definición del problema va a depender del observador y la realidad no es independiente ya del acto de observar, formular una pregunta va a propiciar que se facilite la emergencia de una realidad u otra. A nivel pragmático eso nos alerta de la incidencia que pueden tener las preguntas y comentarios del terapeuta y de cómo este, ya desde el inicio, va a colaborar en la co-construcción de la realidad que presenta la pareja. Se hace evidente con ello, todavía más, la responsabilidad que tiene el terapeuta en el manejo adecuado de las entrevistas y en como estas pueden mantener una definición negativa, cerrada y reiterativa de la realidad, o generar nuevas realidades alternativas beneficiosas para ambos miembros de la pareja. Sobre todo, si es capaz de establecer con cada uno de ellos, y entre sí, la colaboración necesaria en la construcción de un contexto favorable al cambio. En ese sentido son interesantes las transcripciones de las entrevistas de los casos tratados, y su análisis, en tanto muestran los diferentes niveles de complejidad de la realidad a la que tiene acceso el terapeuta, y hasta qué punto llega su corresponsabilidad en el resultado final.
A partir de esos presupuestos también va a ser imposible, aunque estemos acostumbrados a ello desde el punto de vista metodológico, diferenciar evaluación de intervención. Por eso se torna imprescindible trabajar desde una perspectiva de intervención en proceso en el que las intervenciones terapéuticas se van a ir implementando en función de los objetivos terapéuticos que se vayan delineando. Sin embargo, desde nuestra experiencia, consideramos que puede ser de utilidad mantener esa distinción, como estrategia de intervención terapéutica, en alguna de las fases del proceso terapéutico, como más adelante se concretará.
La conducta sintomática cobra también nuevo significado si se valora desde la perspectiva sistémica y comunicacional. En ese sentido, tal como ya nos indicaba Sluzki (1968), es interesante señalar que el síntoma, como cualquier otra conducta, cuando se valora en su contexto implica un mensaje. Con la peculiaridad, sin embargo, de que este no queda reconocido como tal, dado que el síntoma es considerado una conducta involuntaria, tanto por parte del paciente, como por parte de sus referentes más significativos, familiares y sociales. Es un mensaje que queda por tanto enmascarado, pero no al margen de la interacción. Con ello, la conducta sintomática queda reforzada convirtiéndose en un poderoso inductor de conductas, a la vez que coloca al paciente en una posición de debilidad en base al freno de las posibilidades de realización personal, y disminución de la autoestima que conlleva. Poder y debilidad las dos caras de lo que significa una conducta sintomática, inciden de manera determinante en el tipo de relación que se establece entre los cónyuges cuando uno de los dos, o incluso ambos presentan síntomas. En ese sentido resulta muy provechoso tener en cuenta cuál es la función del síntoma en cuanto a la interacción. Qué es lo que está facilitando, qué tipo de conductas está reforzando, qué papel tienen en cuanto al manejo del poder etc. Sobre todo, si se desea entender qué es lo que lo está manteniendo y dificultando su extinción.
Nuestra experiencia de trabajo en el ámbito clínico nos puso de relieve, ya desde el principio, que cuando el paciente estaba emparejado, conseguir la colaboración del cónyuge y trabajar en terapia de pareja como metodología de elección facilitaba la obtención de mejores resultados y acortaba el tiempo total del proceso terapéutico.
Definición de pareja
Muchas son las definiciones de pareja que pueden ser hechas, en Campo y Linares (2002), proponíamos la siguiente:
Dos individuos procedentes de familias distintas, generalmente de diferente sexo, aunque no necesariamente, que deciden vincularse afectivamente, compartir un proyecto común (futuro), en un espacio propio (nosotros) que excluye a otros pero que interactúa con el entorno social.
Es una definición que elaboramos a partir de las características básicas de los casos con los que solemos trabajar, por lo que somos conscientes que responde a las características sociológicas propias del contexto sociocultural occidental en el que nos situamos.
Lo que significa ser una pareja, como iremos viendo, implica muchos criterios diversos y matices que pueden ser en algún aspecto determinantes, sin embargo, como tal definición pensamos que puede sintetizar los aspectos más básicos de dicha relación. Por una parte, enfatiza el carácter individual de cada cónyuge, dato que es primordial recordar, aunque centremos nuestro interés de manera focalizada en la relación que se establece entre ambos. Señala, como un elemento determinante, la procedencia de cada uno de ellos de familias distintas con todo lo que ello va a suponer de necesario ajuste. Hace referencia al género predominante, desde el punto de vista demográfico y también en nuestra casuística, la mayoría de las parejas son heterosexuales, pero integra asimismo la presencia de las parejas de condición homosexual ya que, desde una perspectiva relacional, consideramos que las parejas homosexuales presentan las mismas características básicas, y deben participar, por tanto, de una misma definición. Subraya, al utilizar el verbo decidir, que se trata de una elección voluntaria por parte de ambos cónyuges. En ese sentido no podría aplicarse a las parejas que se constituyen sobre todo por un mandato familiar y social como ocurre todavía en muchas otras culturas de corte rígidamente patriarcal. Es interesante, sin embargo, enfatizar al respecto que en nuestra sociedad actual se trata de una decisión individual, que es además reversible tal como plantean las leyes del divorcio, y que por ello lo que les ocurre no es la única historia posible sino la consecuencia de una decisión voluntaria de vincularse afectivamente. Algo que muchas parejas acostumbran a olvidar, y que resulta útil tener en cuenta en tanto promueve la actitud proactiva indispensable para conseguir los cambios necesarios, que faciliten el bienestar de ambos. Integra al hablar de proyectos la dimensión de futuro que toda pareja estable presenta, a la vez que destaca la necesidad de que estos puedan ser compartidos para que la finalidad de la pareja pueda ser compatible. Resalta también la necesidad de configurar un espacio propio, diferenciado de los otros, algo que cuando no se ha llegado a constituir se expresa con la imposibilidad de utilizar el “nosotros”, fenómeno generalmente asociado en nuestra experiencia a dificultades entorno al compromiso. Y por último hace referencia a la necesaria exclusión de común acuerdo, de los otros de ese espacio propio, como fórmula para preservar su unidad, a la vez que enfatiza la interacción e interdependencia constante con el contexto social, tanto micro (hijos, familia extensa, amigos, etc.) como macro (patrones socioculturales).
Todos estos aspectos que incluimos hace unos años en la definición de pareja, pensamos que continúan vigentes, pero vale la pena incluir la referencia a un ámbito crucial para la relación de pareja, como es la necesidad de llegar a acuerdos respecto al manejo del poder. Hacer mención del poder no es un aspecto que ciertamente se tienda a incluir en la mayoría de las definiciones de lo que significa ser una pareja, pero las discrepancias en cuanto al manejo del poder por parte de los cónyuges pueden llegar a ser decisivas no solo respecto a la estabilidad de la relación sino incluso a su posible viabilidad.
Características básicas de la relación de pareja
Todo lo señalado anteriormente plantea que, si hay algo que caracteriza la relación de pareja, es la gran complejidad que subyace tras la aparente simplicidad de la díada. Y cómo, por ello, es necesario que el terapeuta tenga en cuenta los aspectos básicos que subyacen a la relación de pareja, si no quiere quedar atrapado en la apariencia, en muchas ocasiones revestida de anécdotas, que presentan los cónyuges a la consulta.
La primera cuestión relevante estriba en no olvidar que, aunque se focalice la interacción entre los cónyuges, cada uno va a aportar una organización propia de sí mismo, lo que comúnmente se entiende por personalidad, en base a las experiencias relacionales significativas vividas anteriormente, tanto en la etapa de crianza en relación a la familia de origen y otras figuras relevantes, maestros, amigos etc., como en base a las posibles parejas anteriores. Esa organización propia e idiosincrásica de dichas experiencias es lo que va a determinar su manera de estar en el mundo. Es decir, la tendencia a presentar determinado tipo de atribuciones de significado en el ámbito cognitivo, o de determinada reactividad en el ámbito emocional, o de una precisa disposición en cuanto a la acción (Millon 1998).
En ese sentido resulta provechoso considerar que se trata de la interacción entre dos individuos con experiencias personales únicas, de las que se derivan necesidades propias y legítimas, no siempre coincidentes, y que deben poderse articular de manera suficientemente satisfactoria para ambos. Asimismo, es útil tener en cuenta que la interacción con el cónyuge, en el presente, al facilitar nuevos aprendizajes en un contexto altamente significativo, modula siempre y permite reelaborar las experiencias que se derivan del pasado. Esa plasticidad de la conducta es la que va poder aprovechar el terapeuta para que los cónyuges se brinden la oportunidad de compensar y resolver las posibles carencias, y dificultades, cuando las hubiere, que se derivan de experiencias del pasado no suficientemente satisfactorias.