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A lo largo de su larga carrera literaria Sir Arthur Conan Doyle escribió cerca de doscientas cincuenta obras de ficción: cuentos y relatos cortos de casi todos los géneros, novelas históricas, novelas de aventuras, novelas de "ficción científica" –así se denominaban–, novelas románticas, novelas de detectives, y... la obra que hoy presentamos como primicia, traducida por primera vez al castellano: Three of Them, Tres de ellos. El libro lo componen cinco relatos cortos que se publicaron en el Strand Magazine de abril a diciembre de 1918. Más los dos relatos que se añadieron a la edición de 1923. Son estas unas historias sobre la infancia, en las que el autor nos habla de esta etapa de la vida con un conocimiento de primera mano. De hecho, tras la figura del padre de los protagonistas no es difícil reconocer al propio autor, y descubrir a tres de sus hijos en los tres pequeños vástagos de ficción. Nuestra publicación ha sido enriquecida con las ilustraciones de L. Hocknell, Tom Peddie y Gordon Ross, que aparecieron en las ediciones originales de los relatos.
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Seitenzahl: 97
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Arthur Conan Doyle
TRES DE ELLOS
Traducción de Marie-Christine Kerr y Lucila Torres Rius
Edición y prólogo de Antonio González Lejárraga
© Traducción: Marie-Christine Kerr y Lucila Torres Rius
© Edición y prólogo: Antonio González Lejárraga
© 2021. Ediciones Espuela de Plata
www.editorialrenacimiento.com
polígono nave expo, 17 • 41907 valencina de la concepción (sevilla)
tel.: (+34) 955998232 •[email protected]
librería renacimiento s.l.
Texto revisado por Gabriel García Santos
Diseño de cubierta: Equipo Renacimiento
isbn: 978-84-18153-38-9
Tres de ellos (Three of Them) es una colección de cinco cuentos cortos que se publicaron por primera vez en The Strand magazine de abril a diciembre de 1918.
Los cinco cuentos se reunieron como Three of Them por el editor George H. Doran, el mismo año. El dos de noviembre de 1923, el editor John Murray añadió dos cuentos cortos más, Billy Bones (publicado en diciembre de 1923) y The Forbidden Subject (El asunto prohibido, publicado en agosto de 1923) a los cinco anteriores, con una introducción escrita por el propio Conan Doyle.
PRÓLOGO
Cuando pensamos en Sir Arthur Conan Doyle, enseguida nos viene a la mente la figura de su gran creación literaria: Sherlock Holmes, el rey de los detectives. Pero Sir Arthur Conan Doyle, a pesar de haber quedado casi eclipsado por este, es mucho más que su genial personaje. El problema, que ya tuvo que padecer el mismo, es que el resto de su dilatada obra ha quedado –aparentemente– relegada a un segundo plano.
Sir Arthur Conan Doyle en su larga carrera literaria escribió cerca de doscientas cincuenta obras de ficción: cuentos y relatos cortos de casi todos los géneros, novelas históricas, novelas de aventuras, novelas de «ficción científica» –así se denominaban–, novelas románticas, novelas de detectives, y… la obra que hoy presentamos como primicia, traducida por primera vez al castellano: Three of Them, Tres de ellos.
El libro lo componen cinco relatos cortos que se publicaron en el Strand Magazine de abril a diciembre de 1918. Ese mismo año, el editor británico John Murray los incluyó en su recopilación de narraciones breves, Danger and Other Stories. También en 1918, el editor norteamericano George H. Doran publicó en Estados Unidos los cinco relatos como Three of Them. Y ya en el año 1923, John Murray los volvió a editar en Gran Bretaña añadiendo dos nuevos Billie Bud y The Forbidden Subject, aparecidos en el Strand Magazine en diciembre de 1922 y en agosto de 1923, respectivamente.
Para nuestra edición hemos seguido esta de 1923 con sus siete narraciones protagonizadas por los mismos personajes.
Son estas unas historias sobre la infancia, en las que el autor nos habla de esta etapa de la vida con un conocimiento de primera mano. De hecho, tras la figura del padre de los protagonistas no es difícil reconocer al propio autor, y descubrir a tres de sus hijos en los tres pequeños vástagos de ficción.
En un género muy diferente al utilizado en otras de sus narraciones, el autor da rienda suelta a un entrañable lirismo con un alto contenido emotivo que en ningún momento cae en la cursilería o en lo sensiblero. Son unas narraciones deliciosas, donde un padre muestra un trato muy cercano con sus hijos y estos, lejos de un temor reverencial, reaccionan con confiada cordialidad; un padre que ama a sus retoños y que tiene un profundo conocimiento de la psicología infantil. Veremos, no sin emocionarnos, cómo un padre entretiene a sus jóvenes criaturas con cuentos sobre piratas y fabulosos tesoros escondidos en profundas grutas; con descripciones más o menos exageradas de animales salvajes y exóticos (y no tan salvajes ni tan exóticos); con expediciones contra los indios en el Far West… de la vida cotidiana de una familia inglesa, pero que bien pudiera ser una familia de cualquiera otro país.
¿Quién cuando era niño no ha soñado con encontrar los tesoros del pirata Barba Negra o Barba Roja?, ¿quién no se ha quedado maravillado con los extraños gusarapos que habitan en las charcas y en las lagunas?, ¿quién no ha viajado, en sueños más o menos profundos, con las tribus apaches del salvaje Oeste?, ¿quién no se ha maravillado mirando «los santos» de un viejo libro de historia, o de exploraciones a lejanos territorios?
El único de los relatos que quizás –solo quizás– pueda romper un poco la tónica del conjunto es el último de ellos, The Forbidden Subject, demasiado centrado en la historia del boxeo británico, uno de los deportes, como sabemos, que entusiasmaba a nuestro autor y que incluso llegó a practicar. Pasión esta que transmitió a sus hijos, asistentes atónitos y entregados al relato de los triunfos de este o de aquel campeón ya olvidados en la noche de los cuadriláteros.
Creo que este pequeño gran libro puede hacer las delicias de cualquier lector sensible, y que para los seguidores de Sir Arthur Conan Doyle resultará una grata sorpresa: no solo no le va a defraudar sino que le va a permitir descubrir una faceta –casi desconocida– de nuestro querido autor, en la cual obtiene una nota bien alta.
Nuestra publicación ha sido enriquecida con las ilustraciones de L. Hocknell, Tom Peddie y Gordon Ross, que aparecieron en las ediciones originales de los relatos.
Antonio González Lejárraga,
enero de 2021
INTRODUCCIÓN
Este pequeño libro no es sino un intento de atrapar algunos fugaces momentos de la infancia, esos momentos que son tan infinitamente sutiles y tienen un tan raro encanto. No hay imaginación que pueda inventarlos, y lo único que tiene que hacer el narrador es seleccionarlos. No hay una frase en estos diálogos que no esté sacada de la vida. Si se objetase que no hay aquí nada de notable, y que tres protagonistas presentan las mismas características generales de toda la niñez, el escritor no discutiría la justicia de la crítica, sino que deduciría que había tenido éxito en su intento de dar una explicación no del todo exagerada del período más hermoso del desarrollo humano en el que el espíritu es franco y fresco. Estoy dispuesto a creer que Inglaterra está llena de esa clase de niños, y que aquellos que los aman bien pueden aceptar que se intente imaginarlos tal como son.
Varios de estos bocetos aparecieron hace algunos años, tras la publicación de un volumen titulado Danger 1. Con la incorporación de los nuevos materiales, forman ahora un pequeño registro homogéneo.
Arthur Conan Doyle
Crowborough,
22 de agosto de 1923
I
UNA CHARLA SOBRE NIÑOS, SERPIENTES Y CEBÚES
Estos breves apuntes llevan por título «Tres de ellos» pero en realidad son cinco, dentro y fuera de la escena. Está papá, una persona torpe con algún don para jugar «a los indios» cuando está de humor. En esos momentos se le conoce como «El Gran Jefe de la Tribu de los Pieles de Cuero».
Después está mamá. Esos son los adultos y realmente no cuentan. Luego están los tres, que requieren más detenimiento sobre el papel, aunque sus pequeños espíritus son tan distintos en realidad como puedan ser los espíritus, todos bellos y todos distintos. El mayor es un chico de ocho años al que vamos a llamar «Laddie». Si alguna vez ha habido un caballerito nacido como tal, es él. Su alma es la cosa más caballerosa, desprendida, inocente que jamás ha enviado Dios para que se perfeccionara un poco más en la tierra. Se aloja en un cuerpo bien formado, alto y delgado, gracioso y ágil, con su cabeza y rostro tan bien dibujados como un camafeo griego que hubiera cobrado vida, y un par de ojos grises, inocentes y sabios a la vez, que te leen y conquistan tu corazón. Es tímido y no brilla ante los extraños. Ya he dicho que es desprendido y valiente. Cuando empieza las discusiones sobre el momento de ir a la cama, dice con actitud tranquila –yo iré primero–, y allá va él, el mayor, para que los otros tengan unos minutos extra mientras él se baña. Y respecto a su valor, tiene el corazón de un león para ayudar o defender a cualquiera. En una ocasión, papá perdió los nervios con Dimples (chico número 2) y, no sin haber sido seriamente provocado, le dio un capón en la cabeza. Al momento siguiente sintió un golpe en la zona de su cinturón, y allí estaba un pequeño y furibundo rostro enrojecido mirándole desde abajo y convertido de pronto en una maraña de pelo castaño dispuesto a repetir el golpe. Nadie, ni siquiera papá, podía pegar a su hermano pequeño. Así era Laddie, el tierno e intrépido caballerito.
Después está Dimples. Dimples tiene casi siete años ya, y nunca se ha visto una cara más redonda, suave y de hoyuelos profundos, con dos grandes ojos pícaros y traviesos, de color gris como una paloma, que la mayor parte del tiempo brillan divertidos, aunque también pueden ser bastante tristes y serios de vez en cuando.
Dimples tiene las hechuras de un hombre grande. Es profundo y reservado en su corazoncito. Pero en la superficie es de lo más infantil, siempre inocentemente travieso –voy a hacer ahora una cosa mala–, anuncia de vez en cuando, y es generalmente tan cierto como su palabra. Siente amor y comprensión por todas las criaturas vivas, cuanto más feas y babosas mejor, tratándolas a todas con una ternura y delicadeza que parece provenir de algún conocimiento interno. Se le ha visto intentando dar de comer a las más extraños bichos, cuchara en mano, por «ver si les gustaba la mantequilla».
Encuentra criaturas de manera asombrosa. Dejadlo en el césped del más bello jardín y seguro que se acercará llevando un tritón, un sapo, o un caracol enorme para protegerlos. Nada podría conseguir que les hiciera daño, sino que les da lo que imagina que puede ser una golosina para ellos, y luego se los lleva a su casa. Se le ha visto quejándose amargamente a mamá por haber ordenado que se matara a las orugas que estuvieran dentro de las calabazas, y aunque se le explicó que las orugas estaban haciendo lo que él llama «los Jarmans»2, eso no le reconcilió con su destino.
Tiene una ventaja sobre Laddie: él no es nada tímido y se muestra perfectamente amistoso desde el primer momento con cualquier tipo de ser viviente, interviniendo rápido en cualquier conversación con algún tipo de comentario como –¿Puede tu papá dar un grito de guerra? o ¿Alguna vez te ha atacado un oso?
Es una criatura risueña, pero a veces combativa, cuando frunce sus cejas, fija sus ojos, sus regordetas mejillas se enrojecen y descubre sus blancos dientes entre los labios. –Soy Swankie, el Berserker3 –dice, citando a su personaje favorito de Erling el Audaz4 que le lee papá en alta voz a la hora de acostarse. Cuando le entra ese espíritu batallador, puede incluso ganar a Laddie, principalmente porque el mayor es demasiado caballeroso como para hacerle daño. Si quieres realmente saber lo que Laddie puede hacer, ponle sus pequeños guantes de boxeo y déjale ir por papá. Alguno de sus ataques huracanados podría borrar la sonrisa del rostro de papá si llegasen a su objetivo o le hicieran caer del taburete mientras trata de evitarlo.
Si el poder latente de Dimples tuviera que manifestarse alguna vez, ¿cómo lo haría? Seguramente en su imaginación. Cuéntale una historia y el chico está perdido. Se sienta con su carita pequeña y redonda inconmovible y fija, mientras sus ojos no se apartan de los del orador. Absorbe cualquier cosa que es extraña o aventurera o salvaje. Laddie es más bien un alma incansable, siempre dispuesto a levantarse y actuar; pero Dimples se deja absorber por el presente si hay en él algo que merezca la pena ser escuchado. De altura es media cabeza más bajo que su hermano, pero bastante más robusto. El poder de su voz es una de sus más notables características. Si Dimples se acerca lo sabes con antelación. Con ese don físico añadido a su audacia y a su locuacidad, toma el control de cualquier situación en la que se encuentre, mientras que Laddie, demasiado noble para sentir celos, se convierte en uno más de su divertido y admirado auditorio.