Tú no eres Sherlock Holmes - David Llorente - E-Book

Tú no eres Sherlock Holmes E-Book

David Llorente

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En medio de la crisis económica que sacude España, Ubaldo Contador, un psicólogo de la Policía Nacional, se ve inmerso en una investigación que lo llevará lejos de su hogar y de sus problemas cotidianos. Enviado a Praga, Ubaldo deberá enfrentar no solo los desafíos de un asesino en serie, sino también sus propias inseguridades y fracasos. A su lado, la investigadora checa Janka Kopecká lucha por descifrar la mente del implacable criminal conocido como el Mutilador de Praga. Mientras tanto, Cirilo Castiñeiras huye de su aldea en España y descubre un mundo nuevo y peligroso en la vida nocturna de Praga. Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, se enfrenta a sus demonios personales y a las complejidades de las relaciones humanas, mientras que el pianista José Manuel Calatrava regresa a una ciudad que ya no reconoce, buscando desesperadamente un lugar al que pertenecer. Tú no eres Sherlock Holmes es una novela que entrelaza las vidas de estos y otros muchos personajes, cada uno luchando por encontrar su camino en una ciudad que parece devorar a sus habitantes. David Llorente, fiel a su compromiso social, nos ofrece una mirada cruda y sincera sobre la desesperación, la lucha por la supervivencia y la búsqueda de identidad en tiempos de una crisis que fue más atroz que el rastro sangriento de los más despiadados asesinos en serie. Porque en el año 2008, los más poderosos se negaron a reconocer la crisis y miraron hacia otro lado mientras varios millones de españoles se vieron obligados a emigrar, en busca no solo de comida y un lugar para vivir, sino de dignidad. Llorente, que vivía en Centroeuropa, fue testigo de primera mano de estos eventos, y así lo refleja en esta novela.

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David Llorente (1973) nace en Madrid y durante su etapa universitaria escribe las novelas Kira y El bufón, ganadoras, respectivamente, de los premios Francisco Umbral de novela corta y Ramón J. Sender de Narrativa. En el año 2002 se va a vivir y a trabajar a Praga (República Checa), donde crea Séptimo Miau, su grupo de teatro con el que viaja por casi todos los países de Europa central y del este, representando las obras que él mismo escribe y dirige y obteniendo varios premios internacionales. En 2014 publica Te quiero porque me das de comer, premio Silverio Cañadas a la mejor primera novela negra, y con Madrid:frontera, su segunda novela negra, consigue el premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra del año en lengua española. En 2019, ya instalado en Madrid, escribe Europa, una novela que mezcla el género negro y el de ciencia ficción. En teatro ha publicado Los árboles dormidos, Roja Caperucita, Los cisnes de Chernóbil y La inmortalidad.

 

 

 

En medio de la crisis económica que sacude España, Ubaldo Contador, un psicólogo de la Policía Nacional, se ve inmerso en una investigación que lo llevará lejos de su hogar y de sus problemas cotidianos. Enviado a Praga, Ubaldo deberá enfrentar no solo los desafíos de un asesino en serie, sino también sus propias inseguridades y fracasos.

A su lado, la investigadora checa Janka Kopecká lucha por descifrar la mente del implacable criminal conocido como el Mutilador de Praga. Mientras tanto, Cirilo Castiñeiras huye de su aldea en España y descubre un mundo nuevo y peligroso en la vida nocturna de Praga. Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, se enfrenta a sus demonios personales y a las complejidades de las relaciones humanas, mientras que el pianista José Manuel Calatrava regresa a una ciudad que ya no reconoce, buscando desesperadamente un lugar al que pertenecer.

Tú no eres Sherlock Holmes es una novela que entrelaza las vidas de estos y otros muchos personajes, cada uno luchando por encontrar su camino en una ciudad que parece devorar a sus habitantes.

David Llorente, fiel a su compromiso social, nos ofrece una mirada cruda y sincera sobre la desesperación, la lucha por la supervivencia y la búsqueda de identidad en tiempos de una crisis que fue más atroz que el rastro sangriento de los más despiadados asesinos en serie.

Porque en el año 2008, los más poderosos se negaron a reconocer la crisis y miraron hacia otro lado mientras varios millones de españoles se vieron obligados a emigrar, en busca no solo de comida y un lugar para vivir, sino de dignidad. Llorente, que vivía en Centroeuropa, fue testigo de primera mano de estos eventos, y así lo refleja en esta novela.

Tú no eres Sherlock Holmes

Tú no eres Sherlock Holmes

DAVID LLORENTE

Primera edición: septiembre de 2024

Para Josep Forment, siempre con nosotros

Publicado por:

EDITORIAL ALREVÉS, S.L.

C/ Torrent de l’Olla, 119, Local

08012 Barcelona

[email protected]

www.alreveseditorial.com

© 2024, David Llorente

© de la presente edición, 2024, Editorial Alrevés, S.L.

Printed in Spain

ISBN: 978-84-19615-94-7

Producción del ePub: booqlab

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización por escrito de los titulares del «Copyright», la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro, comprendiendo la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo públicos. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

PRIMERA PARTE

1. Ubaldo Contador

Tú no eres Sherlock Holmes, qué más quisieras tú que ser Sherlock Holmes, el del razonamiento deductivo y la pipa de honda cazoleta, tú te llamas Ubaldo Contador y te ganas la vida en la Unidad de Análisis de Conducta de la Policía Nacional con otra media docena de psicólogos que son bastante mejores que tú, pero que no han tenido la suerte de que les asignen el proyecto Copycat, integrado en el Criminal Profiling and Behavioral Analysis International Group. Lleva mucho tiempo lloviendo y los ojos de los más ancianos empiezan a apartarse del cielo y a fijarse en el río porque ya es sabido que al Moldava no se le puede someter a la dictadura de un cauce de hormigón durante muchos años. ¿Por qué? El Moldava se harta de las barcas con forma de pato de los turistas de bajo coste, de los hoteles flotantes que dejan el agua perdida de botellas de plástico, de los bañistas que saltan desde la estatua de la Santa Cruz del puente de Carlos y de los empresarios de poca monta que ensordecen las orillas con los estribillos del reguetón. ¿Y de los suicidas que se hunden en su oscuridad? No, de esos no se cansa nunca. GLÁNDULA: 15 de mayo de 2011, manifestación en Madrid contra la crisis, el índice de paro juvenil alcanza el 50 %. Tú no es que no seas Sherlock Holmes, es que no llegas a ser ni el doctor Watson, que al menos puede presumir de haber sido herido en un brazo y de haber superado una enfermedad como el tifus, tú no eres más que carne de domingo por la tarde, carne de partida de dominó y carne de noticiero meteorológico, te casaste con una mujer que te obliga a mear sentado y tienes un hijo que se pasa el día en el balcón de su cuarto, hijo, ¿qué?, ¿se puede saber qué miras? El Moldava sube hasta el tercer piso de las viviendas de la Ciudad Vieja y destruye los códices medievales de la Biblioteca Nacional y libera a los animales del zoo (focas, ciervos, perezosos, ornitorrincos, cabras de Gibraltar) que acaban flotando junto a la basura que arrastra la corriente. ¿Vas a hablar de Gastón? Más adelante. Todavía no se han resuelto los crímenes de Praga, el asesino lleva más de diez años actuando y en ese tiempo ha matado a ocho personas. ¿Solo ocho? Hay asesinos en serie que no muestran mucho entusiasmo en el acto de matar y lo hacen por costumbre y quizás un poco a regañadientes, impelidos por alguna desviación psicológica que no merece el esfuerzo de corregir. En algún lugar de tu hoja de servicios se dice que estás especializado en la investigación del delito mediante técnicas de psicología, no delitos cualesquiera, sino homicidios, agresiones sexuales, asaltos violentos, desapariciones misteriosas y secuestros exprés, no sé, a lo mejor es verdad, cosas más raras se han visto.

La cinta de los equipajes tiene un efecto sedante, la cinta de los equipajes se parece al carrusel de recuerdos en blanco y negro que se nos pasa por la cabeza en los momentos de melancolía. Janka Kopecká es la investigadora que intenta arrojar luz sobre la identidad del autor de los crímenes de Praga. ¿Qué ha descubierto? Ha descubierto que el asesino es un imitador, relacionó el cadáver del varón que apareció en el parque de Letná con una de las víctimas que había estudiado en la Facultad de Criminología. ¿A qué víctima te refieres? Los españoles huyen de la crisis, los españoles huyen de los despidos fulgurantes, los españoles huyen del paro y de las ayudas onerosas que vienen después del paro, los españoles huyen de la carta de desahucio que reposa en la mesilla, del regreso escarnecedor a casa de los padres y de las oposiciones a Correos, a la EMT, a AENA y al Ministerio de Justicia. Tú nunca has sentido el fuerte imperativo de escapar o al menos de escapar por el motivo por el que está escapando un par de millones de españoles, tú no eres más que un loquero que entra en su casa y le anuncia a su mujer que tiene que viajar a Praga a encargarse de una investigación que marcará un punto de inflexión en el campo de la psicología criminal y Genoveva, tu mujer, sin dejar de mirar la televisión, te formula la siguiente pregunta, ¿cuándo has dicho que te vas?, tu hijo Matiitas está en el balcón de su cuarto, hijo, ¿qué?, mañana me voy a Praga, muy bien, papá, vete donde te dé la gana. Las autoridades diplomáticas españolas destacadas en la República Checa tienen prohibido mencionar la crisis económica, a las autoridades diplomáticas les han dicho, desde el Ministerio del Interior, que memoricen las empresas españolas con sede en Praga, en Brno, en Olomouc, en Plzeň, en České Budějovice y en Ostrava y hagan hincapié en su espléndida producción, a saber, plásticos para salchichas, gamuzas para gafas, pulseras de colores, lengüetas de cuero, goma adhesiva de postizos capilares y jabón íntimo femenino. El Moldava es un torrente de barro que amenaza con llevarse por delante el puente de Carlos y el agua turbulenta ha entrado en los túneles del metro de la línea A y ha levantado los andenes y ha arrancado las largas escaleras mecánicas y ha inutilizado las catenarias y las cajas de electricidad. ¿Algo más? El agua inunda los sótanos del casco viejo, el agua se extiende por los centros comerciales, el agua desciende a los calabozos de las comisarías, el agua deforma las taquillas de los gimnasios de boxeo, el agua se lleva la despensa de los restaurantes vietnamitas, el olor a humedad no se irá hasta dentro de muchos años. ¿Cuántos años? Muchos. GLÁNDULA: La crisis de 2008 no duró hasta 2014, sino que tardó muchos años más en alcanzar los niveles previos y además su salida se produjo a costa de un incremento histórico de la desigualdad. Normalmente tu trabajo consiste en estudiar las evidencias psicológicas y los vestigios conductuales que quedan reflejados en el modo en que el agresor cometió los delitos, pero esta vez tu trabajo se mueve en otra dirección y es por eso que aún no te han dado demasiados detalles. ¿No me los vas a dar tú? Cunde la desolación en las puertas automáticas del aeropuerto de Barajas y cunde el silencio en la cola de facturación y cunde la rabia en los abrazos de despedida. ¿Y en los cacheos de la Guardia Civil? También. En el avión van muchas familias y los niños tienen una expresión ingenua, una expresión de no entender nada de lo que está pasando y a tu lado se sienta el periodista Jacinto Naranjo (ya hablaremos de él), creo que ha cogido usted mi cinturón, es verdad, perdone, ¿vive usted en Praga?, no, ¿va usted de vacaciones?, no, ¿por trabajo?, tampoco. Los españoles están huyendo de la tristeza, los españoles están huyendo del oprobio, los españoles están huyendo de la velocidad con la que el calendario va pasando las hojas, los españoles están huyendo de la desmoralización y de la claudicación y del adocenamiento, las tres peores enfermedades del alma. ¿Cuánto dura el vuelo? Tres horas. ¿Me quedo dormido? No. ¿Hablo con Jacinto Naranjo? Tampoco. ¿En qué pienso? Tú sabrás. ¿En Iveta? Tú no eres Sherlock Holmes, el más lúcido cerebro de la investigación criminal y quizá también el más sistemático, qué vas a ser tú Sherlock Holmes, me dan ganas de partirme de risa ante la idea de que alguien pueda compararte con Sherlock Holmes, tú, si fueras Sherlock Holmes, te habrías puesto manos a la obra antes incluso de coger el avión a Praga y habrías demostrado un interés y un entusiasmo que no tienes porque, vamos a decir la verdad, tú no vas a Praga a resolver ocho asesinatos, sino a otra cosa. ¿Qué cosa? Todas las ciudades son iguales desde el aire y te chascan los oídos en el momento de iniciar el descenso y las familias cogen su equipaje de mano y permanecen en silencio mientras se abren las puertas del avión y las colas en la aduana son extensas, las colas en la aduana son morosas, las colas en la aduana son disuasorias y a muchos españoles les entran ganas de darse la vuelta y volver a Madrid. ¿Y vuelven a Madrid? La Policía militar se pasea por el aeropuerto de Praga, la Policía militar lleva la metralleta como si fuera un bebé que se les ha quedado dormido en los brazos y los niños emigrantes, los niños que no saben nada de lo que les espera, juegan a las carreras en la amplia sala de la terminal 1. ¿Le digo a mi mujer que he llegado? Llamas a Genoveva y nadie te coge el teléfono y llamas a Matiitas y nadie te coge el teléfono y llamas al teléfono de casa y no contesta nadie, el policía de la garita te hace un gesto para que te acerques y te grita, passport!

2. Cirilo Castiñeiras

Cirilo Castiñeiras viene huyendo del orvallo monótono y entristecedor y de los niños de la aldea que le tiran piedras en cuanto sale a la calle, Cirilo, ¿qué?, maricón, Cirilo, ¿qué?, te vamos a descalabrar por maricón. El deporte nacional de la República Checa es la defenestración, el año pasado solamente saltaron doscientas personas, de donde se deduce que el nativo medio empieza a ser un poco más feliz o al menos a llevar su tristeza con un poco más de resignación, se prefiere la ventana de la cocina de la casa familiar, pero a veces el suicida se desplaza hacia el puente de Nusle y elige el momento en que no pasa ningún coche por debajo (en esto son muy respetuosos) y también optan por los altos riscos de sus bosques frondosos o las azoteas de los centros comerciales. ¿Taxi?, no, gracias. Cirilo Castiñeiras cogió el primer vuelo de Madrid y llegó a Praga a las doce del mediodía y tira de la maleta hacia la puerta de salida y se dice a sí mismo, me voy a comer el mundo, joder. GLÁNDULA: La inestabilidad supone para España la visibilización de otros problemas como el reventón de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria y el aumento del desempleo. La defenestración es un arte delicado que requiere una técnica muy precisa y por eso mismo los grandes teóricos del suicidio nos explican que la defenestración desde un piso undécimo carece de mérito y está desaconsejado desde un punto de vista estético porque si te tiras desde un undécimo piso da igual en qué postura llegues al suelo porque te vas a hacer papilla sí o sí, si caes en picado tu cabeza se romperá como un jarrón de cerámica y si caes de espaldas los pulmones te saldrán disparados por el pecho, a veces se han encontrado los pulmones a más de cien metros del suicida y si caes de boca te reventarás como una bolsa de agua y si caes de pie lo más seguro es que las piernas se te salgan por los hombros. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (1999-2004): Janka Kopecká, en la Facultad de Criminología, había estudiado a los más grandes asesinos en serie, tanto activos como inactivos, incluido, por supuesto, el más grande de todos ellos, es decir, el Asesino de la Moneda, que aterrorizó a los vecinos de Carabanchel durante los años noventa. Cirilo Castiñeiras se sentó en la parada de autobús y desplegó un mapa de transporte encima de su maleta, ¿taxi, señor?, que le he dicho que no y tardó media hora en entender cómo funcionaba la máquina de los billetes y luego se subió en el autobús 119 y se apeó en cuanto vio una parada de metro. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (2002): A los veintiún años (en tercero de carrera) Janka Kopecká vio una foto que se le quedó grabada en la memoria para siempre. ¿Qué foto? El Asesino de la Moneda había degollado a un hombre y había dejado su cuerpo apoyado en una de las farolas de la madrileña Casa de Campo, iluminado por el cono de luz que caía sobre él. Hay nativos que renuncian a la defenestración y prefieren tirarse a las vías del metro cuando pasa el tren, con el consiguiente perjuicio para el resto de viajeros, que tienen que sufrir la suspensión del servicio durante una hora, tirarse a las vías del metro no es tan fácil como piensa mucha gente, hay que hacerlo en el momento exacto y colocar el cuerpo en la posición y en el lugar correctos, quien salta antes de tiempo suele arrepentirse e intenta desesperadamente rodar hacia un lado y el resultado siempre es la mutilación de ambas piernas, el que salta tarde recibe el golpe del vagón en la cabeza y se le parten las cervicales, los que saltan a tiempo pero colocan mal el cuerpo acostumbran a girar debajo de las ruedas del vagón como arrastrados por una ola y mueren en medio de unos dolores indecibles, los que hacen las cosas como Dios manda y consiguen que las ruedas de acero los parta en dos nada más caer a las vías se van al otro mundo sin enterarse de nada. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (2005-2008): ¿Quiénes han sido las víctimas del Mutilador de Praga? Karel Zimmer (golpe en la nuca con una barra de hierro), Lukáš Labuda (empujón al borde del andén), Timor Sixta (atropello con un coche robado), Marie Sýkorová (defenestración desde un octavo piso), Justýna Klimešová (artefacto explosivo a partir de una bombona de butano), Ema Hrušková (envenenada), Dora Poláková (arrojada a un pozo), Karolina Teplá (golpe en la cabeza con el borde de un escalón). ¿Alguna conexión entre ellos? Sí. ¿Cuál? A eso llegaremos más tarde. Cirilo Castiñeiras se apea en la estación de Můstek y entra en el Aula Cervantes de la calle Celetná y se sienta en un ordenador y busca los bares de ambiente de Praga, el Friends y el Stop tienen la máxima puntuación, ambiente gay selecto, bebidas de importación y grandes éxitos de la música extranjera, puerta cerrada a mujeres y varones heterosexuales, viernes espectáculos en vivo, sábados fiesta suavemente erótica, domingos intercambio de parejas y cuarto oscuro.

Cirilo Castiñeiras sale del Aula Cervantes y camina hacia la Estación Central de Ferrocarril y tiene que atravesar Sherwood, un parque con ínfulas de bosque que está lleno de grupos de yonquis que no son como los yonquis que ha visto en A Coruña o en Madrid, los yonquis de Sherwood son unos yonquis tristes y desnutridos, unos yonquis que no parecen enfermos, sino melancólicos, algunos de ellos, piensa Cirilo, tienen pinta de componer poemas a escondidas. ¿Le molestan? No. Quiero decir que si le piden dinero. Que no, coño. Cirilo Castiñeiras deja su maleta en la consigna de la estación y sale a la calle por la misma puerta por la que ha entrado y vuelve a meterse en Sherwood y tiene la sensación de que han acudido yonquis nuevos, también flacuchos, pálidos como belugas y de ojos soñadores y baja por la plaza de Wenceslao y entra por la avenida Nacional y le llama la atención una cafetería que se llama Louvre. GLÁNDULA: Se desploma el valor real de venta de las viviendas, que estaban previamente sobrevaloradas y los ciudadanos no pueden afrontar sus créditos hipotecarios ni sus préstamos al consumo, ni aun malvendiendo sus inmuebles. Los españoles, como no tienen nada que hacer, quiero decir, como no tienen dónde trabajar, se asoman a la ventana de sus habitaciones y miran los aviones del cielo, esos aviones que dibujan largas líneas de espuma, unas líneas, piensan los españoles, que a lo mejor les están indicando el camino. ¿El de la emigración? Cirilo Castiñeiras pasa por debajo de un arco de medio punto y accede a un suntuoso salón con decoración de otro siglo y contempla con la boca abierta los amplios ventanales y los altos techos de molduras policromadas y las lámparas enrevesadas que brillan como diamantes y unos cuadros, mitad abstractos, mitad eróticos, que no miden menos de cuatro metros de altura y se dice a sí mismo, soy un paleto, soy un maldito paleto, he sido un paleto durante toda mi vida y elige una mesa cualquiera y observa a los camareros que cargan con inmensas bandejas llenas de pasteles y de platos humeantes y de servicios de chocolate a la taza, ¿qué va a tomar?, café con leche, ¿algo de comer?, esa tarta de ahí, ¿el strudel?, bueno y el joven camarero sonríe y se aleja de la mesa y Cirilo Castiñeiras lo sigue con la mirada y le parece que mueve la cadera con un ritmo cachondo, con un ritmo que es una continua provocación. Muchos de los españoles que van llegando a Praga piensan que los hay que están peor que ellos, los hay que tienen cáncer de garganta y no pueden tragar ni las migas del banquete, los hay que tienen cáncer de pulmón y no pueden ni echar el cigarrito de después del polvo, los hay que tienen cáncer de huesos y no pueden agacharse a coger una moneda sin que se les parta el espinazo. ¿Podemos seguir con lo mío? Lo tuyo es el Asesino de la Moneda, ¿te acuerdas de él?, deduzco que te molesta mi pregunta porque no te dignas a responderme y la verdad es que te entiendo, cómo no se te van a remover las entrañas en cuanto menciono al Asesino de la Moneda, si estuviste quince años enteros, uno detrás de otro, ayudando a los investigadores de la Policía Nacional con tus perfiles de conducta, unos perfiles, me vas a permitir que lo diga en alto, que no sirvieron para nada. Cirilo Castiñeiras vuelve la cabeza hacia los ventanales y ve cómo llegan las sombras a la avenida Nacional, ¿me trae la cuenta, por favor?, el joven camarero se acerca a la mesa con ese vaivén de caderas que a Cirilo se le antoja muy cachondo y muy poco inocente y Cirilo escarba en su monedero y le confiesa al camarero que está un poco preocupado, fíjese que son las nueve de la noche y aún no tengo un sitio donde dormir y Cirilo levanta la cabeza y mira al camarero y le pregunta si no sabe dónde podría pasar esta noche y a Cirilo Castiñeiras le habría gustado que el camarero le dijera, en mi casa, pero lo que dice es que hay un alojamiento muy económico en la calle Dlouhá, refiriéndose al Traveller’s Hostel, del que hablaremos más adelante. Se te pasa por la cabeza la idea de darte una vuelta por la plaza de la Ciudad Vieja, a ver si está igual que la última vez que estuviste aquí, hace más o menos veinte años. Dieciocho. Pero estás cansado y vas directamente a la habitación que te ha buscado el equipo organizativo del Criminal Profiling and Behavioral Analysis International Group en el barrio de Budějovická. ¿En el hotel Barceló? No, en la pensión Avion. Los españoles van llegando a Praga al tiempo que los praguenses se van suicidando y los suicidios, en algunos casos, son una huida y la llegada a Praga, en otros casos, es un suicidio. Cirilo Castiñeiras se va al club Friends a ver qué tal está el ambiente y le gustan las luces suaves y el volumen proporcionado de la música y un chico se le acerca por la espalda y le pregunta si no quiere ir a sentarse con sus amigos, que son un griego y un italiano y un lituano y un sueco y un cubano. ¿Acepta? Beben cócteles y se parten de risa y les dice que es su primer día en Praga y que aún no tiene dónde dormir y el italiano, que se llama Mario, le coge una mano y le dice que sí tiene dónde quedarse a dormir y salen a la calle a las cinco de la mañana y la ciudad está vacía y destaca el aire azul del amanecer y Cirilo Castiñeiras (cogido del brazo de Mario) se pregunta si no habrá llegado a la ciudad en la que se cumplen los deseos. ¿Se le cumplirán los deseos? No. ¿Y a mí? A esa pregunta no te puedo responder. ¿Por qué? Ya lo verás al final de la novela. Llegas a la pensión Avion de la calle Budějovická y te tumbas en el catre y llamas a Genoveva y no te coge el teléfono y llamas a Matiitas y no te coge el teléfono y llamas al teléfono de casa y nadie contesta y piensas que es tarde y que a lo mejor están dormidos. ¿Están dormidos? No.

3. Edmundo Ciscar

Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, habla por teléfono y dice, no, ahora no puedo, tengo un día terrible, no he hecho ni la mitad de las cosas que tenía que hacer, Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, espera a que su becario le traiga las entradas para la ópera (Rusalka, de Antonín Dvořák, en el Teatro Nacional), ¿has pedido el patio de butacas?, sí, ¿entre la fila tres y la siete?, sí, ¿centrada?, sí, sale del edificio de la universidad y se mete en el café Imperial a tomarse un té de jengibre y leer el Dnes y a las doce del mediodía llega la pelirroja Soňa y se le sienta en la mesa, ¿quieres comer algo?, no, ¿quieres un café?, no, ¿quieres un Camel?, no, la pelirroja Soňa no quiere nada, la pelirroja Soňa solo quiere que la lleve al Traveller’s Hostel de la calle Dlouhá y no le haga perder más tiempo porque dentro de dos horas tiene que estar otra vez en su oficina de la calle Plzeňská, organizando uno de los eventos más importantes de Praga en los últimos cincuenta años. ¿Qué evento? Jiří Palumbo, poeta italo-checo (eterno candidato al Premio Kafka), ha dedicado varios libros a la ciudad de Praga y uno de sus poemas más celebrados dice así, no debes disfrazar tu miseria de humildad / no debes disfrazar de belleza tu decadencia / no debes disfrazar tu abulia de estoicismo / no debes disfrazar tu debilidad de indiferencia / no debes disfrazar tus comistrajos de gastronomía / no debes disfrazar tu alcoholismo de bohemia. Abres los ojos a las nueve de la mañana y descubres (encima de la mesilla) un sobre que no viste anoche. ¿Qué es? Es el dosier del Mutilador de Praga. ¿Lo leo? No, no lo lees, no tienes ganas, la verdad es que no tienes ninguna gana de ponerte a trabajar. Al director del Aula Cervantes ya lo conocen en el Traveller’s Hostel de la calle Dlouhá, se sabe de memoria la clave de la puerta que da acceso a la zona privada, aunque la cambien cada día por motivos de seguridad, el lunes es 1144, el martes es 2255, el miércoles es 3366 y así sucesivamente, la pelirroja Soňa se sienta en el borde de la cama y se quita los zapatos, ¿quieres un poco de agua?, no, se quita la camisa y el pantalón, ¿quieres que te recomiende un libro en español?, no, se quita el sujetador y las bragas y los calcetines, ¿quieres que te cuente lo que me ha pasado hoy?, que no, joder y la pelirroja Soňa se tumba en la cama y separa un poco las piernas, de verdad, hija, qué áspera eres, anda que si no fuera porque me das gusto. Los revisores no son ni altos ni bajos ni feos ni guapos ni gordos ni delgados ni hay nada en ellos que llame la atención, a los revisores los adiestran en la disciplina del sigilo y del disimulo, de la falta de empatía y del adormecimiento de la inteligencia. Te vistes lo primero que encuentras en la maleta y sales a la calle y compras un batido y un paquete de madalenas en la tienda de alimentación de un vietnamita y caminas a la boca del metro de Budějovická. ¿Adónde voy? Al barrio de Chodov. ¿Y qué pinto yo allí? Luego te lo digo. A los revisores del metro les dan un uniforme azul (uno de verano [camisa y pantalones cortos] y otro [chaqueta y pantalones largos] de invierno) y les encomiendan una misión, multar al pasajero negro nativo y extorsionar al pasajero negro extranjero. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (8 de marzo de 2005): El Mutilador de Praga (testigos no contrastados aseguran que mide un metro y noventa centímetros y es de complexión delgada) robó la barra de hierro que los conductores de los tranvías usan para desatascar los rieles y caminó hacia la New York University of Prague, en la calle Londýnská y subió a los aseos de la planta quinta, la de Ingeniería Computacional y se metió en el servicio de minusválidos y esperó un par de horas. ¿A qué? Karel Zimmer, uno de los profesores más reputados de la institución, acudió a miccionar a las nueve de la noche y el Mutilador de Praga le reventó la cabeza con la barra de hierro que había robado del tranvía 22 o del tranvía 4 o del tranvía 16 o del tranvía 18, los cuatro a los que les faltaba y cabe suponer que los sesos de Karel Zimmer saltarían por los aires y pondrían perdidas las paredes del aseo, que estaban limpias cuando llegó la Policía. ¿Las limpió él? El cuerpo de Karel Zimmer apareció sentado en la taza del váter, con la camisa abotonada hasta el cuello y las mangas totalmente sueltas para que se viera perfectamente que le había cortado las dos manos. El buen revisor camina como un guepardo y acecha como una hiena y pica como una avispa, el buen revisor ha aprendido a distinguir la expresión relajada del que viaja legal y la expresión levemente tensa del que viaja en negro. GLÁNDULA: Se llevan a cabo 30.000 ejecuciones hipotecarias y el desahucio de 600.000 personas. Los españoles que aterrizan en el aeropuerto de Praga vienen huyendo de la crisis, los españoles que aterrizan en el aeropuerto de Praga vienen huyendo de la desmotivación, los españoles que aterrizan en el aeropuerto de Praga vienen huyendo de las horas de insomnio. ¿Y de la mirada de los demás? También. Los españoles que emigran a Praga todavía piensan que hay gente que está peor que ellos, los hay que tienen cáncer de esófago y no pueden ni tragar su propia saliva, los hay que tienen cáncer de piel y no pueden ni rascarse la costra de los granos, los hay que tienen cáncer de ojo y parecen el del chiste del pirata. Cirilo Castiñeiras, acostumbrado a magreos esporádicos y más o menos clandestinos en las tapias de los coches de choque durante las fiestas de la aldea, no sabe si está en otro mundo o que sencillamente no se ha despertado, el italiano Mario vive en un ático del barrio de Malá Strana, en plena calle Nerudova, desde donde se ve el castillo y se domina la ciudad, ¿te ha gustado lo de anoche?, Cirilo Castiñeiras se pone rojo como un tomate porque claro que le ha gustado, ha sido su primera polla y ha chillado como un cordero nada más sentir el calor del semen en sus entrañas y contesta, claro que me ha gustado, Mario, ¿de verdad?, anda, anda, como si no lo supieras. GLÁNDULA: El Gobierno español niega sistemáticamente todo lo que está ocurriendo. Mario lleva a Cirilo Castiñeiras por la calle Karlova y llegan a la plaza Vieja, qué barbaridad, qué monumental y qué hermosura y cuántos años perdidos en la puta aldea y rodean los grandes almacenes Kotva y se detienen delante de la puerta de una camisería y Mario saca un manojo de llaves y abre la tienda, que huele caliente y suave, como si las más de quinientas camisas se acabaran de planchar ahora mismo y Cirilo pregunta, ¿trabajas aquí?, Mario no responde y avanza hacia el final de la tienda, ay, hijo, qué misterios te traes, empiezas a darme miedo y Mario le dice a Cirilo que lo siga y Cirilo Castiñeiras no se puede creer que el sótano, decorado no con lujo, pero sí con muy buen gusto, sea un restaurante, la mejor pasta de Praga, ¿es tuyo?, Mario entra en la cocina y sale con dos copas de vino y algo de picar y dice, claro que es mío, ¿de quién iba a ser, si no?

Los revisores se agazapan detrás de las barras del tranvía y acorralan a los extranjeros y a los adolescentes y a los tipos flacos con rastas y a los tipos gordos con camiseta de Iron Maiden, nunca a los señores con traje ni a los cabezas rapada ni a los gitanos, los revisores veteranos les dicen a los nuevos revisores que echar un polvo está bien, pero que pillar a un tío sin billete está mucho mejor y también les dicen, para que vayan aprendiendo el oficio, que no compensa poner una multa a los que pueden pagarla en el banco o en la oficina de transporte, es decir, al paupérrimo ciudadano nativo, sino a los extranjeros, sobre todo a los orientales, que son vulnerables y viajan por el mundo como pidiendo perdón. Soňa la pelirroja se ha largado a su despacho en la calle Plzeňská y ha dejado a Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, en la habitación 33 del Traveller’s Hostel de la calle Dlouhá, poniéndose los pantalones con el cuidado de no tocar ningún objeto del mobiliario, tan sucio, según él, que podría contagiarle cualquier cosa. ¿Por ejemplo? Sale de la habitación y enfila el largo pasillo enmoquetado de verde que termina en los aseos y empuja hacia dentro la puerta de caballeros y oye el gruñido angustioso de alguien que está cagando y Edmundo lo intenta en el de señoras y no tiene mejor suerte, ocupado, por favor, deje de insistir y Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, está convencido de que, si no vacía la vejiga en menos de quince minutos, especialmente después de haber eyaculado, le espera el mayor espanto que puede imaginarse. ¿Qué espanto? El dolor de la cistitis. Los revisores salivan como perros cuando dan con un extranjero que viaja sin billete y entienden que han elegido el mejor oficio del mundo cuando el extranjero pone cara de no saber qué está pasando y dice, en inglés, no sabía dónde comprarlo y el revisor activa el protocolo y no dice una palabra que no sea en checo, salvo la cuantía de la multa, que oscila entre cien y trescientos euros, según le apetezca, que deberá abonar en efectivo y a veces el extranjero no lleva ese dinero encima y el revisor (o los revisores, porque siempre van en manada para amedrentar a la presa) lo bajan del tranvía y lo llevan a un cajero automático. Edmundo Ciscar entra como un torbellino por la puerta de la universidad y comprueba que en los lavabos hay siete cabinas y todas están vacías y escucha su chorro largo y abundante, contundente y liberador, echa la cabeza hacia atrás y piensa si tiene pastillas de arándanos en el Aula Cervantes, si no habrá sido tan imprudente de no llenar sus cajones con pastillas de arándanos. ¿Y los ha llenado? No. ¿No le queda ninguna? No. ¿Y en casa? En casa sí. Cirilo Castiñeiras brinda con Mario en el restaurante del sótano de la camisería y luego dice, voy a hacer la comida y Mario le pregunta qué sabes hacer, depende de lo que tengas, aquí tenemos de todo, entonces te voy a hacer mi especialidad, ¿puedo llamar a mis amigos?, claro, amor, puedes llamar a quien te dé la gana. GLÁNDULA: Subida de precios de un 4 %, fuertes medidas de austeridad y constante auge del desempleo. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (8 de marzo de 2005): Janka Kopecká entró en el aseo de la tercera planta de la New York University of Prague y no consiguió quitarse de la cabeza la idea de que ya había visto un cadáver semejante. ¿Dónde? Le llamó la atención la belleza del asesinato, el muerto (a pesar de tener la cabeza partida en dos) conservaba los ojos abiertos y la mirada serena y la ropa estaba como recién planchada y no había rastro ni de barro ni de arena ni de polvo en la suela de sus zapatos y se volvió hacia uno de sus ayudantes y preguntó si habían aparecido las manos cercenadas, no, ¿se las ha llevado?, eso parece, señora y el aire del crimen (además) olía a menta y a amoniaco. Los españoles que vuelan a Praga, los españoles que abarrotan los aviones que hacen el trayecto de Madrid a Praga, de Barcelona a Praga, de Valencia a Praga, de Málaga a Praga, piensan que hay gente que está peor que ellos, los hay que se han quedado ciegos por una arteritis, los hay que no soportaron el balón gástrico y la palmaron, los hay que no consiguieron escapar del incendio, los españoles que aterrizan en Praga no encuentran a nadie conocido en la sala de espera, donde se esponja el silencio de Europa y prepondera la miserable luz de los fluorescentes. A la camisería de Mario (al cabo de un par de horas) llegan el cubano Lázaro y el griego Ícaro y el turco Orham y el inglés Norman y se sientan alrededor de la mesa y esperan a que Cirilo Castiñeiras salga de la cocina con los platos de su especialidad, pulpo con patata y pimentón. Tú no eres el conde de Villamediana, tú estás a setecientas vueltas al mundo en bicicleta de ser el conde de Villamediana, tú, si fueras el conde de Villamediana (me avergüenzo de haber escrito esa frase) habrías usado esa mezcla suya de fantasía desbordante y razonamiento empírico para darte cuenta de que existen muchas semejanzas entre el cadáver de la tercera planta de la New York University of Prague y la primera víctima del Asesino de la Moneda, que apareció (no me parece que sea una casualidad) en el cuarto de baño de la undécima planta del edificio B de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, pero tú no eres el conde de Villamediana y no lo vas a ser jamás, ni aunque volvieras a nacer un millón de veces. El cubano Lázaro aúlla de lo bueno que está y los demás mastican a dos carrillos y ponen los ojos en blanco, qué barbaridad, qué bueno está, es que no se entiende que algo pueda estar tan bueno. ¿Ni siquiera las croquetas de jamón? No. ¿Ni siquiera el ceviche de Perú? No. ¿Y el pixín del Cantábrico? Tampoco. ¿Y la butifarra del Vallès? Edmundo Ciscar, el director del Aula Cervantes, entra por la puerta de su casa y avanza por el pasillo que termina en el salón y se toma dos pastillas de arándanos y entra en la cocina y abre un paquete de arándanos secos y se los come a puñados y pone agua a calentar y se hace una infusión de arándanos. ¿No se mete los arándanos por la vena? Se sienta en la mesa de su escritorio e intenta concentrarse en la traducción que le han encargado desde la editorial, pero ha notado algo raro en la vejiga, una especie de escozor, piensa, no puede ser, joder, esto no me puede estar pasando a mí y vuelve a la cocina y se bebe dos litros de agua y espera a que le entren ganas de mear y acude al cuarto de baño y dice, vamos a ver y el chorro impetuoso estalla contra la loza y Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, cierra los ojos y se imagina el interior de su uretra como un tubo carnoso y amarillento de pus. En Chodov están las oficinas del Criminal Profiling and Behavioral Analysis International Group y el ascensor te sube a la duodécima planta y observas la ciudad a través de uno de los ventanales y piensas que te haría feliz distinguir el barrio de Karlín. ¿El de Iveta? Sí. Liam Reece, coordinador de perfiles de asesinos seriales del Criminal Profiling and Behavioral Analysis International Group, te recibe en su despacho, ¿quiere usted un vaso de agua?, no, gracias, ¿un café?, no, no, muchas gracias y Liam Reece cruza los dedos de las manos y las pone encima de la mesa y se inclina levemente hacia delante y te mira a los ojos y dice, llevamos mucho tiempo detrás del Mutilador de Praga, sí, señor, ahora se echa hacia atrás y se frota las paletillas en el respaldo de la silla, dicen que es usted un experto, sí, señor, ¿cómo va la investigación?, está en curso, sea más explícito, quiero decir que estamos empezando y se queda callado y sigue mirándote, ¿ha revisado los informes de sus crímenes?, sí, señor, ¿cree usted que es un imitador?, eso dicen y Liam Reece abre un paréntesis de silencio y a ti te da la impresión de que no está muy convencido contigo, ¿tiene alguna idea de su tipología criminal?, no quiero aventurarme y Liam Reece resopla por la nariz y te dice que vuelvas dentro de quince días y sales de su despacho y te giras hacia la cristalera y el cielo se ha llenado de nubes y una densa sombra, como una lámina de cemento, ha caído sobre los tejados de Praga. ¿Busco el barrio de Karlín? No. ¿Pienso en Iveta? Claro.

Los revisores de los tranvías (a diferencia de los del metro) no llevan uniforme, la idea es pasar desapercibidos y que los que viajan en negro no salgan corriendo cuando los ven, los revisores de los tranvías se acercan por detrás y ponen la plaquita de su identificación delante de los ojos y piden el billete con una voz ronca y amedrentadora, con una voz que explica muy bien quién es el que manda o de parte de quién está la ley y a veces tienen suerte y el viajero intenta escapar a la carrera y (entonces) le ponen la zancadilla y lo bajan del tranvía y le pegan un par de hostias. ¿Eso está permitido? Todos los españoles que aterrizan en el aeropuerto de Praga vienen huyendo de algo, los hay que huyen del aburrimiento, los hay que huyen de la claudicación, incluso los hay que huyen de un amor que no salió como esperaban, pero lo más habitual es que huyan de la miseria y de la desesperación, esas dos grandes orejas de lobo. ¿Yo también huyo? Sí. ¿De qué? Pues si no lo sabes tú. Los españoles que escapan de la crisis (esa crisis que los diplomáticos [impelidos por un comunicado del Ministerio del Interior] dicen que no existe) todavía piensan que hay gente que está peor que ellos, los hay que reciben la atención de cuidados paliativos, los hay que muerden la punta del bolígrafo mientras redactan la nota de suicidio, los hay que acompañan a su nieto al primer ciclo de la quimioterapia. Edmundo Ciscar lleva más de veinte años viviendo en Praga, pasó de Bilbao a Moscú, de Moscú a Vilna y de Vilna a Praga. ¿Dónde está Vilna? Fue el primer lector de español en Lituania. Muy bien. ¿No te lo he contado? No. ¿No te he contado la anécdota del tren? No. Ya te la contaré. ¿Me la cuentas ahora? No. Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, se imagina las bacterias de la infección multiplicándose exponencialmente en la vejiga y de ahí pasan a los conductos urinarios e invaden los riñones y los doctores le dirán que no queda más remedio que someterle a diálisis. ¿Qué hace? Se toma un ansiolítico y se prepara para ir al hospital y sale al rellano y mete la llave en la cerradura y cierra la puerta, pero la puerta, al cerrarse, no ha sonado clic, sino cloc o incluso cluc, lo cual le obliga a abrir la puerta y cerrarla otra vez. ¿Hasta que suene clic? Sí. ¿Cuántos intentos necesita? Lo consigue a la quinta. ¿Se monta en el ascensor? No. ¿Por qué? Hay bacterias. De repente se detiene en el piso cuarto. ¿Y eso? No está seguro de haber echado la llave a la puerta. ¿Vuelve a subir? Sí. Introduce la llave y descorre y vuelve a correr el cerrojo. ¿Suena clic? A la segunda. Baja varios tramos de escaleras y ahora se detiene en el tercer piso porque tiene la sensación de haber dejado abierta el agua de la cisterna. ¿Vuelve a subir? Claro. El cubano Lázaro y el griego Ícaro y el turco Orham y el inglés Norman se chupan los dedos de las manos y Mario coge de un brazo a Cirilo Castiñeiras y lo sienta en su regazo y le pregunta, ¿tú por qué cocinas así de bien, si se puede saber?, Cirilo Castiñeiras pone cara de interesante y contesta, tengo muchas habilidades y Mario sonríe y mira a sus amigos, que están rebañando el plato con miga de pan, supongo que estarás buscando trabajo, ¿no?, hombre, tú dirás, no creo que pueda vivir del aire, ¿o en Praga se puede vivir del aire?, Mario le pasa el dedo por el dorso de la mano y le responde, del aire no, pero a lo mejor de ayudante de cocinero sí, ¿aquí?, ¿en tu restaurante?, solo si tú quieres. GLÁNDULA: Los analistas económicos insisten en que el sistema bancario español es uno de los más sólidos para soportar una eventual crisis de liquidez. Cirilo Castiñeiras salta del regazo de Mario y echa a correr hacia la Estación Central de Ferrocarril, donde los yonquis de Sherwood, con la aguja colgando del brazo, parece que se han pinchado melancolía y Cirilo coge su maleta de la consigna y vuelve a salir a la calle y los yonquis de Sherwood, esos yonquis delicados y de pupilas llenas de fiebre, empiezan a mirarlo con curiosidad. ¿Por qué? Porque parece feliz y tiene la misma cara que tenían ellos después de meterse el primer chute y (sin embargo) él solo piensa en la cantidad de platos nuevos que podrá enseñarle a Mario y se imagina el restaurante abarrotado de gente y todos los comensales delante de una fuente de lacón con grelos, de caldo, de xoubas y de pimientos de Padrón. ¿Y tarta de Santiago? También. El texto poético de Jiří Palumbo, el vate italo-checo que siempre queda finalista del Premio Kafka y nunca lo gana ni lo ganará, continúa de la siguiente manera, cada hora tuya es una noche entera / tu invierno no es frío sino distante / nada se mueve por el Moldava / salvo la tiniebla de la que está hecho / siempre serás más la alarma antiaérea / de los primeros miércoles de mes / que el aplauso final de Don Giovanni. No sé si lo entiendo. Probablemente no. El poeta italo-checo Jiří Palumbo declaró, en una entrevista para Mladá fronta, que encuentra la necesaria inspiración para sus composiciones mientras pasea por la isla de Kampa y entabla conversación con el fantasma de Holan, el mejor poeta del siglo XX y el peor traducido al castellano, también es mala suerte. Ya se ha pasado la hora de las consultas médicas y Edmundo Ciscar, director del Aula Cervantes, tiene que acudir a las Urgencias del hospital de la plaza de Carlos. ¿El de la Facultad de Medicina? Sí. El edificio es grande y decrépito y destartalado como un castillo gótico y Edmundo Ciscar empuja unas altas puertas de madera y encuentra un pasillo que termina más allá de donde llega la vista, con paredes sin pintura y suelos levantados y dos filas de puertas cerradas y dice, ¿hola? ¿Le contesta alguien? No. Eduardo Ciscar avanza por el pasillo y sus pasos retumban en el vacío y atraviesa cuatro corredores más y deja atrás cinco salas de espera y decide girar a la derecha y el nuevo pasillo al que se enfrenta está apagado y tantea la pared con la palma de la mano y pulsa un interruptor y los fluorescentes parpadean y aparece una vieja enfermera a dos metros de Edmundo, que suelta un grito y se lleva la mano al corazón y la vieja enfermera lo señala con el dedo, ¿qué quiere?, Edmundo Ciscar le dice que se encuentra mal, muy mal tiene que encontrarse para venir a Urgencias y Edmundo Ciscar le asegura que está realmente mal, no estará usted tan mal cuando ha venido por su propio pie y la vieja enfermera se pone de perfil y entra por la puerta de una consulta, que es un habitáculo mugriento y raquíticamente iluminado por una bombilla que pende de un cable y oloroso a té con limón y al sudor frío de dos sandalias que alguien (la vieja enfermera, según lo más probable) ha dejado en un rincón, ¿qué es eso tan grave que le pasa?, todo empezó con una infección de orina y la vieja enfermera le señala la puerta y le dice que se vaya, esto es Urgencias y Edmundo Ciscar se lleva las manos a la vejiga y dice, siento un dolor incapacitante, acuda mañana a su médico de familia y Edmundo Ciscar le dice que el tiempo corre en su contra, la infección ya ha llegado a los riñones, eso es imposible y Edmundo Ciscar le habla de los arándanos, no me hacen efecto y la vieja enfermera apaga la luz y sale del habitáculo, ¿adónde va usted?, al lavabo, ¿a qué?, a mear, ¿y yo?, usted está bien y Edmundo Ciscar se pone delante y le corta el paso, usted no lo entiende, ¿qué es lo que no entiendo?, mi sufrimiento, eso se lo quitará un psicólogo, cualquier hombre en mi circunstancia debería estar en un quirófano y la vieja enfermera le echa a un lado y sigue su camino hacia los lavabos y Edmundo Ciscar le grita por la espalda, necesito que me limpien la vejiga, un cepillo por dentro de la uretra y frotar muy fuerte, como quien le quita la saliva a una flauta, ¡enfermera! Los españoles, antes de tomar la decisión de coger un avión y emigrar a Praga, se quedaron quietos de repente y abrieron mucho los ojos y se dijeron, lo he perdido todo. ¿El trabajo? Sí. ¿Los ahorros? Sí. ¿La casa? Sí. ¿La esperanza? Los españoles, antes de subirse a cualquier avión que los llevara a cualquier sitio, salieron a la calle muy temprano, más o menos a la misma hora a la que salían cuando aún trabajaban y pasearon por la acera en la que daba el sol y acabaron en el bar de cualquier esquina, sentados en la mesa más alejada de la barra y estirando todo lo posible un café con leche, ¿quiere otro?, no, no, gracias, ese se le habrá quedado frío, no me importa, los españoles, antes de tomar la terrible decisión de emigrar, levantaron los párpados y se encontraron con la habitación de su infancia, el techo donde pegaban las estrellas fosforescentes y la pared que llenaron de pósteres de grupos de heavy metal y la estantería donde amontonaban los libros del instituto y el radiador donde escondían los primeros cigarrillos y entonces caen en la cuenta de que hace dos meses que han vuelto a la casa de la madre y una lágrima se columpia del párpado. ¿Por la vergüenza? Te apeas en la estación de metro de Budějovická y entras en el Coloseum, uno de los peores y más populares restaurantes italianos de Praga y pides una pizza cuatro quesos y agua con gas y cenas en silencio, pensando en el día de mañana, que debería ser el día en que empieces a leer el dosier del Mutilador de Praga, codificado bajo el nombre en clave de Copycat y sales del restaurante a las diez de la noche y ves que están cambiando los grandes carteles de los expositores de publicidad. ¿Eso es importante? Para ti sí. Retiran los viejos anuncios de telefonía móvil y de los préstamos ventajosos de la Česká Spořitelna y pegan con mucho cuidado la cartelería de los nuevos estrenos cinematográficos. EL MUTILADOR DE PRAGA (informe) (2 de febrero de 2007): El Mutilador de Praga también le cortó las manos a Karolina Teplá, cuyo cuerpo apareció en las escaleras del quinto piso del edificio del Jam Café, el único club de Praga donde ponen salsa-jazz, con la frente abierta de lado a lado, probablemente golpeada contra el borde de un escalón y Janka Kopecká, nada más entrar en la escena del crimen, volvió a pensar que había visto esa estampa en alguna parte y ese pensamiento le impidió dormir. Llegas a tu pensión y te das una ducha y te sientas en el borde de la bañera y llamas por teléfono a Genoveva, que no te coge el teléfono y llamas a Matiitas y tampoco se da por enterado y llamas al teléfono de casa y nadie contesta, la próxima vez prueba a llamar desde un número que no conozcan.

4. Marto Cebrián

El contable Marto Cebrián vio a su madre volcando una bolsa de basura en la mesa de la cocina y separando lo que estaba podrido de lo que todavía se podía aprovechar y le dijo, mamá, ¿de dónde has sacado eso?, pues del contenedor de basura, hijo, de dónde lo voy a sacar y el contable Marto Cebrián juró que se marcharía de España en cuanto pudiera comprarse un billete de avión. ¿Y se marchó? Los mendigos de Praga se chascan los piojos de la barba y se levantan las costras de los tobillos, a los mendigos de Praga los llevan a albergues sociales en los que está prohibido el alcohol y ellos, claro está, se escapan. ¿Y vuelven a las calles? Los mendigos de Praga se sientan en el tranvía y apoyan la cabeza en la ventana y se quedan dormidos y a veces (sin dejar de dormir) se vacían el estómago por la boca o se hacen sus miserias en los pantalones y entonces el olor es insoportable, sobre todo si las ventanas están cerradas y la calefacción está encendida a toda potencia. Los vecinos a los que el disparo de la crisis les acertó en el centro del pecho, esto es, los vecinos a los que les duele el estómago de lo mismo que les dolió a sus abuelos cuando aquello de la guerra, se acercan al alcorque del árbol que está al lado de los contenedores y eligen una (y solo una) de las bolsas que la gente ha ido dejando para ellos. GLÁNDULA: El sistema de aprovisionamiento contable practicado en España no superó los estándares mínimos estipulados internacionales. La madre de Marto Cebrián destripa la bolsa elegida en la mesa de la cocina y descubre medios plátanos en cáscaras enteras y botes de cuajada caducada y tomates con moho y las sobras de los guisos de la última semana, yo no me como eso y la madre lo mira desde una lejanía inmensurable y le dice, pues ya me dirás qué vas a comer y Marto Cebrián no se da por vencido, encontraré trabajo y la madre mete el dedo en una lata de atún y aparta un par de gusanos y dice, no, hijo, tú no vas a encontrar trabajo, en este país no queda trabajo que encontrar. Te has llevado el dosier al Botánico de Albertov y te dispones a leerlo en uno de los bancos donde da el sol, enfrente de unas grandes flores que aún resisten al empuje del otoño y abres la carpeta y comienzas a leer un folio que avanza decididamente hacia una tesis que es muy difícil de creer, a saber, el Mutilador de Praga es un imitador del Asesino de la Moneda, el más grande criminal jamás conocido (nunca mejor dicho lo de jamás conocido porque aún nadie ha recabado ni una sola pista acerca de su identidad, por mucho que te joda), que actuó en los años noventa (como bien sabes tú mejor que nadie) en la ciudad de Madrid y en el barrio de Carabanchel. ¿Termino de leerlo? No. Te aburres (o a lo mejor no te aburres, sino que te revienta leerlo) y lo dejas para después. El Ayuntamiento de Praga se ha dado cuenta de que la proliferación de mendigos ha empezado a incomodar a los turistas y decide tomar cartas en el asunto. ¿Cómo? El Ayuntamiento de Praga manda diseñar unos bancos en forma de ele para que los mendigos ya no se puedan tumbar. ¿Y funciona? A los mendigos se la sudan los bancos en forma de ele, los mendigos se quedan sentados y se duermen igual, con la cabeza caída en el pecho y la boca abierta y la barbilla y el cuello encharcados de babas. Mario, el novio italiano de Cirilo Castiñeiras, acabó haciendo lo que nunca pensó que llegaría a hacer, esto es, reserva de mesas. ¿Por la afluencia de clientes? El restaurante italiano de Mario, que se promocionaba a sí mismo asegurando que servía la mejor pasta de Praga, dejó de servir pizzas napolitanas y espaguetis a la putanesca y empezó a llenar sus mesas con pulpo a la gallega y lacón con grelos y pimientos de Padrón. Los mendigos de la Estación Central de Ferrocarril y los yonquis de Sherwood han llegado a un pacto de no agresión en los siguientes términos, a saber, los mendigos no buscarán dentro de las papeleras de Sherwood y los yonquis de Sherwood no buscarán nada por los suelos de la estación. ¿Y de los andenes? Tampoco. GLÁNDULA: El Gobierno había fomentado con dinero público la concentración bancaria y llevó a un grandísimo número de empleados sobrantes a aumentar los niveles de desempleo. Cirilo Castiñeiras le hizo a Mario la peor pregunta de todas, ¿qué te pasa?, nada, ¿no me vas a decir qué te pasa?, no, luego te pasa algo, joder, Cirilo, a veces eres muy pesado, cuando te da por ser pesado, eres el tío más pesado del planeta y aquella noche, después de cerrar el restaurante, Cirilo se fue a casa, ¿no te vienes al Friends?, no tengo ganas, ¿estás cansado?, no, Mario, no estoy cansado, estoy harto, eso es lo que estoy, muy harto y Mario se encogió de hombros y se fue de fiesta. ¿A qué hora volvió? Empujó la puerta del salón y se encontró a Cirilo Castiñeiras sentado en la mesa, delante de una bandeja con una jarra de café y una tarta de Santiago y Mario preguntó, ¿esto qué es?, esto es una reconciliación y Mario abrió la puerta de la terraza y encendió un cigarrillo y echó el humo al aire de la calle y se quedó mirando el pináculo del castillo y comentó, no necesitamos ninguna reconciliación y Cirilo Castiñeiras respiró con alivio y se sirvió un café con leche y le daba vueltas con la cucharilla mientras decía, claro que no, Mario, nosotros no nos enfadamos, a nosotros las cosas nos van muy bien y sacó el tema del restaurante, tenemos lista de espera, hemos triplicado los beneficios, incluso tengo entendido que nos recomiendan en los hoteles del centro y Mario tira su cigarrillo a la mitad y va a sentarse enfrente de Cirilo y se queda mirando con tristeza la tarta de Santiago y le dice, tengo que decirte una cosa, ay, Mario, no me asustes, ¿qué cosa me tienes que decir?, Mario tarda en arrancar y carraspea y pasa el dedo por el azúcar glasé de la tarta y dice, el restaurante, ¿qué le pasa al restaurante?, volverá a ser italiano y Cirilo le pregunta qué tontería está diciendo, si siempre ha sido un restaurante italiano y Mario le señala