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"Ella lo observa desde su posición en la tumbona, alternando las miradas entre el catálogo y el vecino para intentar que no sea demasiado obvio que lo está observando. Es evidente que a él también le está afectando el calor: a pesar de que no ha hecho más que examinar el contenido de la primera caja, le resbalan por la frente gotas de sudor. Su idea original de usar la mesa para tomar algo con sus amigas está dando paso a fantasías de otra naturaleza. Se imagina al vecino subiéndola a la mesa, haciéndose hueco entre sus piernas y agarrándole los pechos con esas manos fuertes y ásperas."Este relato corto se publica en colaboración con la productora fílmica sueca, Erika Lust. Su intención es representar la naturaleza y diversidad humana a través de historias de pasión, intimidad, seducción y amor, en una fusión de historias poderosas con erótica.-
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Seitenzahl: 24
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Beatrice Nielsen
LUST
Un vecino servicial - Literatura erotica
Original title:
Nabohjælp
Translated by Begoña Romero
Copyright © 2019 Beatrice Nielsen, 2020 LUST, Copenhagen.
All rights reserved ISBN 9788726273229
1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0
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Ella se va arrastrando penosamente por los escalones; es un día de bochorno y el aire resulta sofocante. Sus pesados pasos resuenan por toda la escalera. Antes de proseguir su camino hacia el piso en el que habita, se detiene un instante a contemplar la puerta de él. Sin hacer ruido, lee la placa metálica que muestra su nombre en la puerta, justo encima del buzón. Lleva trazando un plan desde que se vino a vivir al edificio, hace dos semanas; un plan que ahora condiciona todas sus acciones y movimientos. Lo ha saludado un par de veces con la cabeza al coincidir en las escaleras: es su vecino de abajo. También ha logrado atisbarlo en alguna que otra ocasión entrando y saliendo: un brazo por aquí o un talón por allá, antes de que la puerta se cerrase tras su dueño. En esas ocasiones permanecía quieta unos instantes, deleitándose en aspirar el rastro que había dejado tras él, una mezcla de olor a madera y a algo más que no acierta a definir. Le parece que es carpintero.
Abre la puerta girando la llave en la cerradura y, en el recibidor, se deshace de las sandalias y se quita el vestido por la cabeza, dejándolo caer junto al calzado para, acto seguido, encaminarse a la cocina, abrir el grifo del agua fría y sumergir la cabeza bajo el chorro. Bebe un trago y se refresca bajo el grifo con los ojos cerrados. Al terminar, se recoge el cabello en una cola de caballo y suspira aliviada, con frescas gotas de agua resbalándole por el cuello. Con la esperanza de que corra, al menos, una tenue brisa, abre todas las ventanas del piso, pero el ambiente sigue siendo irrespirable a causa del calor y la humedad. Localiza las gafas de sol, coge el catálogo de IKEA de encima de la mesita de café y abre la puerta que va a la azotea. El sol ha estado pegando fuerte todo el día, así que cruza las ardientes baldosas lo más rápido que puede para tratar de no quemarse los pies y se acomoda en la tumbona, que, por el momento, constituye, la única pieza de mobiliario de la azotea.