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Los cuentos, ambientados en la actualidad, se sustentan en la leyenda artúrica y la temática del símbolo del Santo Grial.
Narrados por seis autores, presentan diferentes estilos literarios y géneros diversos, como policíaco, sentimental, metafísico, irónico, psicológico, histórico, esotérico, los relatos muestran una amplia variedad de situaciones y personajes muy entretenidos.
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A través del tiempo en busca del
Santo Grial
Elena Bartolomé Benito
Francisco Javier Capitán Gómez
José Cuevas Yáñez
Guillermo de Miguel Amieva
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Primera edición eBook: octubre 2014
Edizioni Pragmata
www.edizionipragmata.it
Título: A través del tiempo en busca del Santo Grial
Autores:
Elena Bartolomé Benito
Francisco Javier Capitán Gómez
José Cuevas Yáñez
Guillermo de Miguel Amieva
Daniel Huerga Álvarez
Índice
Epifanía del Grial
de la Encyclopédie de l’Occultisme
Poema del Grial
por Francisco Javier Capitán Gómez
Elena Bartolomé
Dios lo quiere
Donde el destino nos lleve
Nacido para un fin noble
Francisco Javier Capitán Gómez
El Grial recuperado
Perdición del Grial
La corte del Rey Pescador
José Cuevas Yáñez
Lucio y Sole
Voy a verte Nimué
Vamos a encontrarnos con Merlín
Guillermo de Miguel Amieva
Ginebra
Me llamo Arturo
El último Lancelot
Desdémona en Camelot
Daniel Huerga
Mi nombre es Merlín
La pasión de Lander
Monica Palozzi
El ejército celeste
Le llamaban Grial
La soledad
El Grial del amor
Epifanía del Grial
Notas aclaratorias de introducción
Este texto, traducido del francés, pertenece a la extraña, bizarra y poco conocida Encyclopédie de l’Occultisme à travers des siècles, III tomos, dirigida por el erudito Dr. Gaston Gasquet, y publicada en Nantes (1864). En concreto, el fragmento que sigue a estas notas pertenece al artículo “GRIAL”, el cual figura firmado por un colaborador de esa ignota enciclopedia francesa, S. Gawain. Debe tratarse de un nombre supuesto, o seudónimo, pues solo se lee reflejado así (S. Gawain). Ese dato no aclara nada. No se ha hallado en repertorios bibliográficos, monografías, etc. Nótese que el mote -Gawain- señala a uno de los caballeros del rey Arturo. Todo apunta al uso de un nomme de plume, es decir,simulado. Ni siquiera sale en el “sacrosanto” Google de Internet, que a todos podrá parecer ubicuo, omnímodo cofre del completo saber humano (como si Google fuera el propio Grial moderno), mas no es así. Tampoco puede afirmarse si ese Gawain fue hombre o mujer. Quizá bajo tal nombre, supuesto o cifrado, se encuentre el propio Dr. Gasquet. Lo cierto es que un ajado y manido ejemplar del tomo II de esa enciclopedia (donde está la entrada “GRIAL”) fue comprado, a precio de saldo en una librería de lance de Alcalá de Henares, por el traductor y por eso ahora obra en su poder. El traductor ha intentado ser fiel al texto y no ha de ser tomado aquí como relator ni fabulador de cosa alguna -aunque lo pudiera parecer. Sea, pues, tenido en consideración como mero transmisor de un fragmento del mencionado artículo y nada más. Vaya nuestra gratitud al Dr. Gaston Gasquet, con emotivo homenaje a su obra y vida, enviado a los desconocidos lugares doquiera que reposen su cuerpo, alma y espíritu.
Una última nota de advertencia al desocupado (y querido) lector que se acerque a nuestro libro, y con objeto de que también llegue a las autoridades competentes o sea aviso a particulares interesados: Esta rara enciclopedia merecería figurar en las estanterías de toda biblioteca pública, digna de recibir ese nombre, o en los anaqueles del coleccionista de libros raros o curiosos.
La Mesa Redonda experimenta la aparición del Santo Grial. ilustración de un manuscrito francés del siglo XIV-XV aprox.
Fragmento del artículo “GRIAL”, Encyclopédie de l’Occultisme, Tomo II (G-M), p. 38:
[...] En torno a la Leyenda artúrica del Santo Grial, Saans Graal, Sang Greal o la denominación que sea o haya tenido ese ente a lo largo de la Cultura, Historia, Literatura, Mitología y Religión de los pueblos europeos, desde el mundo antiguo y la Edad Media hasta el actual, avanzado, científico y moderno siglo XIX, sucedieron (se registra en los libros del pasado) diversas manifestaciones, apariciones, presentaciones o epifanías de ese mítico objeto de poder, de esa ensoñación medieval, de ese anhelo de alcanzar lo justo, lo santo, lo perfecto o lo sabio. Una de las más curiosas aparece recogida en un manuscrito francés del siglo XIV, en una de cuyas miniaturas podemos contemplar la mesa redonda de los caballeros del Rey Arthur, Arturo [o Artús]. El miniaturista autor de tal obra nos presenta no a doce o quince, sino solamente a nueve caballeros que, con el Rey, suman diez, la tetraktys pitagórica. Es como si los restantes comensales (fueran el número que fuese) participantes en esa mesa no estuvieran presentes, precisamente por hallarse realizando la Quête du Graal, es decir, la Búsqueda o Demanda del Santo Grial. Lo curioso es que el dibujo del anónimo autor nos muestra la epifanía del Grial justo en el centro de la mesa artúrica, para asombro del Rey y de sus caballeros. Es decir, que se vuelve realidad visible ante ellos que, sorprendidos o extasiados, lo contemplan como quien ve una suerte de aparición fantasmagórica. En suma, parece como si Arturo pudiese convocar al Grial o este tuviese vida propia, o pudiera aparecerse a quien se le antoje. El objeto desprende luz, parece llevar una fuente en su interior (¿fuente de vida?) y tiene apariencia de copa pero -ya se comentó en este mismo artículo- que otros autores lo imaginaron o pensaron como una piedra, un monolito, un cáliz o píxide... O incluso como gema preciosa.[...]
Trad. F. J. Capitán Gómez
Madrid, a 25 de junio de 2014, San Guillermo
Poema del Grial
Damas y Caballeros del Grial,
curiosos, reflexivos y discretos,
aquellos que venís de algún portal
donde se guarda arcano de secretos.
Sed bienvenidos todos por igual.
Guardad silencio y no sed indiscretos.
A ti también, lector, estoy llamando
y a la Musa de Orfeo, convocando.
Damas y Caballeros, venid todos
a leer aventuras literarias...
Doliente el rey Arturo por mil modos,
perdidas ya sus fuerzas legendarias,
de lejanos rincones y recodos,
atrae hasta sus tierras milenarias
a Damas, de otro tiempo señorial,
y a Guerreros, en pos de un Ideal.
Arturo, en pesadumbre, enfermo, en celos
por la historia de amor de Lanzarote
y su reina Ginebra, en mil desvelos;
Arturo, antes que su ánimo se agote,
triste y lloroso, en mar de desconsuelos,
mira el espino blanco en verde brote
y ante damas, y pares, y Merlín,
consigue articular su voz al fin.
Con voz de trueno Arturo grita al viento:
“Venid mis caballeros de la Mesa,
venid, mago Merlín, tomad asiento;
venga esa dama y venga esa princesa.
Escuchadme, tan solo ya un momento.
Venga Keu, el senescal de mente aviesa.
Callad... Pues que mi mente se desmanda.
Escuchadme... He de haceros mi demanda”
“Amigos, escuchadme, por ventura.
Poco a poco fenezco y voy muriendo.
Pero antes que culmine mi andadura,
una última empresa os encomiendo.
Fiad vuestro valor, vuestra bravura
en lo que defendéis y que defiendo.
Os encargo una búsqueda vital:
que encontréis la morada del Grial...”
Cesó Arturo de hablar, y silenciosos
quedaron junto a él los cortesanos.
Callaba el senescal de ojos viciosos.
Por fin Galván se alzó entre sus hermanos
y junto a Perceval, bien animosos
Galahad y Tristán, se dan las manos
y todos se conjuran con Arturo
para hallar el Grial, su bien futuro.
Aquí, lector, amigo de aventuras,
en este hermoso libro, tendrás cuentos
donde hallarás amor, pasión, locuras,
noblezas, amistad y encantamientos...
Lector que diversión tú te procuras,
aquí hallarás mil entretenimientos.
Aquí, lector, te esperan maravillas,
historias complicadas y sencillas.
Aquí, lector, tendrás viejas historias
de nobles caballeros esforzados;
de damas, magos, brujas... las memorias.
Relatos del Grial muy bien contados.
Del Grial inmortal y de sus glorias.
Relatos del Grial, modernizados.
Nos seguirás, lector, hasta el final
y encontrarás en todos el Grial.
F. J. Capitán Gómez
Dios lo quiere
Aquella noche Ignacio se durmió leyendo un interesante libro de caballeros templarios que le tenía encandilado. Una novela que versaba sobre la conquista de Jerusalén y la primera cruzada. Los relatos históricos y las leyendas le fascinaban. Su rutinaria vida de despacho le parecía insulsa y vacía al lado de aquellas empresas llenas de aventura, de ideales y de dignidad. Aunque el tema le cautivaba se hacía preciso descansar, eran las doce y media de la noche y al día siguiente había que levantarse temprano y encontrarse con la vida.
Ignacio vivía solo en un apartamento enfrente del parque del Retiro de Madrid. Era ejecutivo de grandes cuentas en una importante firma de un grupo de brokers internacional. Una vida de estudio y la suerte de una entrevista que le salió brillante le habían concedido un puesto que le garantizaba una acomodada situación económica. Nacho, así le llamaba todo el mundo, era una persona buena, noble, generosa, dicharachera y muy echada para adelante, eso le abría camino fácilmente siempre, en el trabajo, con los amigos que le admiraban e incluso con las mujeres. A sus 35 años tenía todo lo que un joven de esa edad puede soñar, pero algo le generaba un vacío que no alcanzaba a comprender. Gracias a Dios tenía cerca a su familia a la que se sentía muy unido, tenía una amiga especial pero de la que mantenía su independencia, gozaba de una libertad que de momento no quería perder y un trabajo que le gustaba y le permitía llevar una vida diseñada a su gusto en la que los viajes tomaban una posición especial.
Cuando apagó la luz se quedó pensando con los ojos abiertos ¿Por qué me siento vacío y extraño?, ¿Por qué una voz grita dentro de mí y me susurra que algo me falta? - No sé la respuesta - pronunció en voz alta. Andaba en este pensamiento cuando poco a poco sintió que el sopor le vencía y un sueño profundo le envolvió.
A la mañana siguiente, despertó casi asustado con el sonido del despertador. El pijama estaba empapado de sudor. Se miró a sí mismo para convencerse que estaba en su cama y que nada había cambiado respecto la noche anterior. Aun se sentía en una especie de letargo y como si volviera de otra realidad. Podía recordar cada momento del sueño que había vivido. Se veía a sí mismo en las batallas y una frase se le había grabado en la cabeza “Dios lo quiere”.
Corrió a por su libro de lectura, lo hojeó con avidez, y ahí estaban esas palabras en negrita, cargadas de fuerza, justo esas. Eran una consigna, un grito de la Europa cristiana que ansiaba ir a Jerusalén.
De entrada eso le tranquilizó, quizás se estaba obsesionando por este tipo de lectura. Puede ser, se dijo.
Por la mañana acudió a su despacho y a las 9 am sonó el interfono de la secretaria que le recordaba que la reunión de equipo comenzaba. Levantó y salió hacia la sala de juntas. Cogió sitio como de costumbre, pero en aquel momento reparó en un detalle que hasta la fecha nunca había captado su atención, la mesa de reuniones era redonda. Bueno -¡y qué!- se dijo, Como tantas.
Como una bruma sintió que la figura del Rey Arturo aparecía ante sus ojos-.¡Igual que en el sueño! - susurró nuevamente -pero no puede ser, este monarca no aparece en el libro de lectura que estoy leyendo, no se corresponden las fechas! ¡Por Dios, que me está pasando! - se gritó así mismo!
La reunión comenzó como todos los martes. Repaso del acta de la semana anterior, revisión de la cartera de clientes y proyectos que cada uno de los asistentes lideraban y transmisión de las directrices de los superiores. Mientras todos tomaban nota, el Jefe de Unidad pronunció una frase ansiada desde hace tiempo por todos: - queridos compañeros, si Dios lo quiere, este año cobraremos incentivos -. Se oyeron aplausos, todos menos los de Ignacio, que titubeando preguntó: - ¿Puede repetir la frase? - La risa se hizo eco de la sala, - ¡ya está ahí Nacho con su fino humor! - Y en plan burlesco, el director le deletreo: - que-si-Dios-lo-quiere-cobramos- incentivos -. Y con aire directivo le increpó - ¡Despierta Nacho, que pareces dormido hoy. Enhorabuena a todos!
Ignacio, cambió su gesto forzado por las circunstancias. También él era consciente de su lamentable comportamiento.
Fue a su despacho, se sentó, miró la pantalla, y en un impulso se metió en internet, escribió “Santo Grial”.
Abrió el primer enlace que surgió y se quedó perplejo. Ese cáliz aparecía en su sueño ¡ese mismo!, ¿por qué?
Se levantó, algo no iba bien esa mañana. Aturdido por el sueño, estaba experimentando muchas casualidades. ¿Por qué todo aquello?
Volvió a coger asiento y se dejó llevar, ya no se resistía a lo que le estaba pasando, necesitaba llegar a la raíz de aquello que le estaba arrastrando. Algo realmente le pasaba, sentía una llamada y quería encontrarse con ella.
Justo cuando iba a pinchar en la foto, sonó el interfono de su secretaria: - Nacho, el Director General quiere verte -.
Ignacio se sorprendió, era la primera vez que el Director General le reclamaba. Miró la imagen con la tentación metida de investigar antes en ella, pero la obligación le pudo. Se levantó y subió a la sexta planta, una más que la suya, donde estaban los altos cargos, la planta noble como habitualmente solían llamarla.
La secretaria anunció su presencia y pasó hasta el fondo de la habitación, donde se hallaba la mesa de D. Bernardo. Todo le llamaba la atención, no tenía nada que ver con el mobiliario que diariamente le rodeaba, gris, metálico y frío. Aquí todo era cálido, paredes ocres, mesa de madera noble y una enorme lámpara de mesa que captó la rápida mirada de Ignacio.
-Buenos días Nacho. Siéntate- le espetó.
-Gracias D. Bernardo-.
-Nos encontramos en un momento álgido de la empresa, pero nuestro socio de Estados Unidos quiere que acometamos un proyecto que puede ser crucial para el despegue definitivo de nuestras finanzas. En unos días, vendrán aquí unas personas a las que tendremos que enseñar nuestro trabajo y ganar su confianza para conseguir que este proyecto nos lo den a nosotros y no a nuestros vecinos los franceses. Ignacio, esta empresa puede haber encontrado en este proyecto su Santo Grial, y si Dios lo quiere, tú eres la persona que creo puede ser capaz de lograr que esto así suceda-.
A Ignacio se le abrieron los ojos, no podía ser, había pronunciado tres palabras que no se despegaban desde anoche de su cabeza ¿Podría ser esta la explicación de tanta abstracción? Un sueño, unas coincidencias, ¿sólo encontrarían explicación en un proyecto de trabajo?
Ignacio reaccionó con su habitual destreza y le respondió -No se preocupe D. Bernardo, haremos de esta sede, Cámelot y de este proyecto, nuestro Santo Grial-. El Director esbozó una sonrisa y contestó, no sin ironía: -Muy bueno Nacho, pero como me llames Arturo te las verás conmigo.- Ambos sonrieron, se dieron la mano y tras recibir una palmadita en la espalda Ignacio se dirigió hacia la puerta. Según llegaba, se paró, volvió y miró al directivo. Sus miradas se mantuvieron durante unos segundos y preguntó:
-¿Puedo hacerle una última pregunta? -
-Dime-.
-¿Por qué yo? Hay algo más ¿verdad? -
D. Bernardo miró a Ignacio, y dirigiendo su mano abierta hacia el sofá que quedaba en el lateral izquierdo de la sala, le invitó a sentarse. -Ven y hablemos-.