Alonso - Tommy León - E-Book

Alonso E-Book

Tommy León

0,0

Beschreibung

Esta historia se desarrolla a fines de los años 80 en una región de Chile, donde dos personas que cruza el destino se unen en matrimonio por el civil y la iglesia católica, según las tradiciones impuestas por la iglesia católica. Uno, obligado por la presión de su pareja bajo amenaza de terminar la relación, y la otra con el fin de cumplir el sueño de una gran parte de mujeres de la época, la de ser madres, esposas y las que podían, dueñas de casas y trazar su futuro, pues, todavía no era habitual que las mujeres estudiaran en la universidad, en especial, hijas de padres de clase trabajadora donde solo el hombre tenía un trabajo remunerado y la madre se dedicaba a la crianza de sus hijos. Esta generación, hija de la dictadura militar; machistas, con una serie de prejuicios, principios y valores impuestos por la iglesia católica, que en esos tiempos aún ostentaba algo de respeto y tenía cierta influencia a nivel de Estado.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 811

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



ALONSO ©Tommy León Primera edición: diciembre 2021 © MAGO Editores Director: Máximo G. Sá[email protected] Número de inscripción seudónimo: Nº 2021-S-517 Registro de Propiedad Intelectual: N° 2021-A-12374 ISBN: 978-956-317-676-6 Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Lectura y revisión: MAGO editores Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados

PRÓLOGO

Los primeros años de vida de un niño son fundamentales para el desarrollo de un adulto sano. La primera infancia, es definida como el período de vida que va desde el nacimiento hasta los 8 años. Este, constituye un período único del crecimiento en que el cerebro se desarrolla considerablemente. Al respecto, la evidencia científica es enfática: la etapa comprendida entre los 0 y los 3 años es el período en el cual se sientan las bases del desarrollo posterior de la persona.

La salud mental, inteligencia emocional, fortaleza, templanza, flexibilidad y sabiduría para enfrentar los avatares de la vida, ya sea solo o en pareja, es claramente un indicativo de qué calidad de primera infancia tuvo ese adulto. También su comportamiento, actitud, reacción e impulsividad es predecible ante el bienestar socioeconómico y también la adversidad.

La historia de esta novela trata de una situación trágica y predecible, propia del comportamiento humano, de dos personas que se conocen por casualidad, ambas, con una considerable desigualdad de sus primeras infancias, respectivamente. Donde el diagnóstico de una relación de pareja es absolutamente predecible, y la autoridad de género en Chile no hace nada sustancial para prevenir una serie de situaciones trágicas y, también, son capaces de torturar psicológicamente e inducir al suicidio a una persona enferma de salud mental psicológica y psiquiátrica. Hay una evidente desidia en prevenir feminicidios, suicidios, violaciones de madres e hijas, alcoholismo y drogadicción adulta y juvenil, concluyendo que la violencia intrafamiliar no es una casualidad, si no, una causalidad.

En Chile, la salud mental está en el suelo. Se suicidan casi 2.000 personas al año, donde 1.400 son hombres y 600 son mujeres. Estas cifras invisibilizadas por la autoridad, demonizada por la iglesia católica y un tema tabú para la prensa en general, donde la cantidad de hombres que se suicidan por abandono, traición, engaños y violencia psicológica silenciosa de la mujer, es exponencialmente mayor que los feminicidios, pero esa estadística no está en ninguna parte y a nadie le interesa investigar.

“El femicida no nace, se hace”

CAPÍTULO I Consuelo “La Mala” Donoso Cara: Un lado de la Moneda

Antes de comenzar el relato, creo que es necesario explicar que en la última etapa de la verdadera tortura psicológica que hubo en la relación matrimonial de Alonso y Consuelo, el acoso, hostigamiento y humillaciones sistemáticas de Consuelo hacia su esposo Alonso, quien estaba en un grave estado de salud mental con serios trastornos psicológicos y psiquiátricos; y la respuesta destemplada de este a sus ataques con ironías, sarcasmos y publicaciones en redes sociales tratando de la peor forma a Consuelo, fue porque ella le confesó a Alonso estando en la cama matrimonial, “tú sabes que yo soy mala, sí, soy mala. En mi familia soy conocida y he tenido problemas por ser mala.” Hecha la observación, continúo con el relato:

Cuando Consuelo Donoso conoció a Alonso a sus 18 años, a fines de los años 80, le confesó de inmediato que le cayó mal. Se lo dijo directamente, como si fuera algo simpático y normal. Consuelo reconoce que no se casó enamorada, que siempre le cayó mal Alonso por su personalidad y que solo la entretenía porque era muy caballero, atento, divertido e ingenioso para contarle anécdotas, chistes y tenía muchas historias que conversar. La invitaba a muchas partes y siempre pagaba todo, notaba además que era un tipo muy trabajador, muy distinto a todos los hombres que ella había conocido antes de él y que ella misma le confesó que no habían sido pocos, pese a su temprana edad.

Además, Consuelo notaba que Alonso tenía muy buen futuro, de hecho, cuando se lo presentó a su madre, a los pocos meses de haberlo conocido y que, supuestamente era el primero de sus enamorados que entraba a la casa y le presentaba a sus padres, pues el pololo que más lejos había llegado antes que él, había sido solo hasta las escalas de su casa. Su madre lo conoció y le dijo a Consuelo: “con ese hombre nunca te va a faltar la plata”, sabiduría de una madre que con su vasta experiencia pudo darse cuenta en tan poco tiempo y casi sin haber conversado mucho con él, que Alonso era un tipo trabajador y con un muy buen pronóstico de futuro, a pesar de tener un origen muy humilde. No tenía idea de lo que se venía más adelante, pero no se equivocó.

Consuelo, también señala que Alonso era una persona muy pobre, que nunca había tenido teléfono de red fija en la casa, lo que para ella si era normal y, para las emergencias Alonso daba el número de teléfono de la vecina, la señora Antonia, y que solo desde hace un par de años que tenía calefón en el baño, que él mismo había comprado y que antes, siempre se bañaba con agua helada, cosa que a Consuelo con el solo hecho de pensarlo le daba frío, pero esta reconocía que Alonso era una persona muy limpia y siempre usaba una colonia de marca Millionare. Se recordaba muy bien, porque para ella era muy agradable.

Consuelo, sabía que el padre de Alonso había muerto hace solo un par de años atrás y vivía con su madre a la cual ayudaba económicamente, pues tenían una situación económica bastante precaria; el resto de su familia directa la conformaba, su hermana menor, su abuela materna que era la dueña de casa y un tío que tenía un trastorno del desarrollo intelectual. Alonso se caracterizaba porque era una persona muy trabajadora, que lo hacía desde niño, desde los doce años y siempre manejó su propio dinero, que él mismo se ganaba trabajando y no como la mayoría de los hombres que ella había conocido, que el dinero se lo daban sus padres, tal como se lo daban a ella.

Reconocía que Alonso tenía mucha suerte y que era un muy buen vendedor de tecnologías, se notaba que había estudiado en el Instituto Comercial y que era un vendedor profesional. Consuelo, reconoce que nunca pagó nada y que siempre Alonso la invitaba y costeaba todo, hasta el transporte y la locomoción colectiva. Consuelo no estaba acostumbrada a eso, porque con los tipos que se juntaba y pololeaba antes de conocerlo a él, eran todos como ella, es decir, se las arreglaban con la poca plata que le daban sus padres. Los amigos de Consuelo eran asiduos consumidores de marihuana y bebedores de alcohol, es más, a veces le pedían plata prestada a ella misma para financiar sus vicios. Alonso no era marihuanero, pero sí reconoce que cuando se juntaba con sus amigos bebía cervezas y algunas veces tragos largos destilados.

Cuando se conocieron, fue en una fiesta de un liceo, como era típico en esos años, a fines de los años 80, en los alrededores de la Plaza Victoria y fue un día en que Alonso andaba con un amigo que había sido pololo de su hermana mayor, Ivonne, pero no era nada muy serio, porque su hermana tenía muchos enamorados y este había sido compañero de trabajo en Santiago en un banco.

Consuelo, ese día, andaba con una prima que vivía en Talcahuano de nombre Alejandra y se pusieron a bailar con ellos dos. El primero, Alonso bailó con su prima y en una jugada que este hizo con el “excuñado” de Consuelo, hicieron cambio de pareja como juego de baile, con el famoso “vuelta” y de ahí en adelante, nunca más se separaron.

Consuelo recuerda que Alonso bailaba muy bien, en cambio ella era muy tiesa para bailar, es más, no le gustaba mucho hacerlo; pero con Alonso se las arreglaba y lograba un buen resultado, a pesar de los rodillazos y pisadas de pies frecuentes. Consuelo recuerda que Alonso siempre fue muy bueno para hablar, que era un poco loquillo y le confesó en un momento que ella lo conocía de antes y que en esa oportunidad, él la había sacado a bailar en una fiesta en la casa de una ex compañera de liceo de nombre Sara, que por cierto, decía que no le caía muy bien porque era muy arribista y se hacía la “mosquita muerta”, pero que era una loba con capa de cordero, arribista y muy estirada de personalidad, como marcando diferencias con el resto de sus compañeras y amigas. Que de cierta manera siempre buscaba pololos de buena situación económica, para lograr en el futuro tener una familia acomodada, más que enamorarse. De hecho, terminó casándose con un médico después de haber terminado con el supuesto amor de su vida. Le dijo que él la había invitado a bailar salsa o merengue y que ella le respondió que no sabía bailar ese ritmo de baile, y que Alonso le dijo “yo te enseño” y la sacó a bailar casi como una decisión, súper dominante, a pesar de que ella tenía muy mal genio, le aceptó igual.

Consuelo le dijo a Alonso que le había caído mal, porque notaba que era muy bueno para carretear, bebía alcohol en las fiestas y era pintamonos, que se notaba que era uno de los líderes de su grupo de amigotes y también era muy desordenado. Cuando Consuelo le dijo eso, a Alonso le dio lo mismo, como si no le hubiera dicho nada y le invitó una bebida, pero afuera, en la calle, cosa que Consuelo ya sabía era una excusa solo para que saliera a la calle con él.

Evidentemente, por lo avanzado de la hora, no encontraron nada abierto y luego volvieron a tomar una bebida en el mismo lugar de la fiesta y cuando ya casi casi estaba por terminar, Alonso le dio un beso en la boca de sorpresa y a Consuelo le gustó y lo encontró agradable y entretenido. Cuando terminó la fiesta, bajaron una larga escala de salida a la calle y sus amigos ya se habían ido, porque afuera Alonso se encontró con el resto de los amigos que tenía y habían ido a otras fiestas. Alonso se aceleró un poco y Consuelo le dijo, si quieres me llamas en la semana y Alonso de una forma irónica le dijo, “claro, te llamo así... CONSUELOOOO” Gritó su nombre y se mató de la risa, a lo que Consuelo, media molesta le dijo: —no pues, menso, me llamas por teléfono—, y le dio su número de teléfono, el ٢١١٩٧١. Para Consuelo era normal dar el número de teléfono, porque desde que nació tuvo uno en su casa en Santiago y, en cambio, Alonso nunca había tenido uno, de hecho, al tiempo después le dio el número de teléfono de su vecina para cualquier emergencia y Consuelo no le dio mayor importancia pues no estaba ni ahí con llamarlo porque no era muy cariñosa, más bien era fría como el hielo, jamás lo llamó por esa vía. En fin, quedaron de juntarse de nuevo, pero sin compromiso y Alonso se fue corriendo para juntarse con sus amigos.

Al principio, Alonso no consideraba mucho a Consuelo, en realidad a nadie, y privilegiaba más juntarse con sus amigos y, en este caso, con Consuelo, a veces se juntaba solo los sábados. Los viernes, nada. Incluso, en un par de oportunidades, Alonso encontraba a Consuelo junto a su famoso grupo de amigos de Isco’s, nombre de un famoso local de venta de ropa juvenil de marcas reconocidas, lo que a Alonso le provocaba un cierto recelo, porque ese grupo no tenía buena reputación entre los jóvenes de la época. Consuelo, se seguía juntando con su grupo de amigos de siempre, de la Avenida Pedro Montt por lo que, por cierto, tenía que tomar locomoción colectiva para ir y volver a su casa. Los de Isco’s eran un grupo grande de jóvenes, que fueron tristemente conocidos en esa época, porque andaban en patota (grupos grandes de personas con un mismo fin), iban a fiestas de diferentes lugares y donde iban armaban peleas y dejaban la embarrada (desorden grande resultado de las peleas) porque andaban todos drogados y en estado de ebriedad. Había muchos desordenados buenos para la marihuana y para el trago. También, eran promiscuos y se daban verdaderos atracones con una o más parejas en una misma fiesta, un poco escandaloso para esa época tan conservadora, pero a la hermana de Consuelo le gustaba ese ambiente y Consuelo, según ella, se sentía “obligada” a acompañarla, aunque tampoco le hacía asco; pues su madre le daba permiso a Ivonne siempre y cuando saliera con su hermana dos años menor, Consuelo. De cierta forma, se justificaba en eso para salir varias veces en la semana y, todos los fines de semana con el grupo de Isco’s.

Cómo Alonso se hizo el interesante y pasado ya unas semanas, Consuelo se desapareció sin aviso y se fue de veraneo a carretear con su prima a El Quisco y no le dijo nada a Alonso, en realidad no estaba muy preocupada de él. Se desapareció unas tres semanas, lo pasaron muy bien con su prima del sur, conocieron y pololearon con varios otros jóvenes, dice que fueron casi todos los días a discotecas y fiestas en la playa, contaba como anécdota que en una de las salidas había perdido un zapato. Lo pasaron súper bien, como siempre, como ella estaba acostumbrada.

La madre de Consuelo le contaba a ella que Alonso la llamaba todos los días y esta le dijo a su madre que no le diera mucha información a Alonso y que le dijera solo que ella andaba de vacaciones, pero le advertía que no le dijera nada de cuándo o en qué fecha iba a volver ni dónde andaba, porque de hecho no sabía cómo iba a estar el carrete y los pololeos en El Quisco. Después de un par de semanas y media, la mamá de Consuelo le dice a Alonso en uno de sus habituales llamados que Consuelo llegaba el viernes siguiente, como para que la fuera buscar al terminal de buses de Valparaíso.

Consuelo reconoce que Alonso siempre fue muy caballero y atento, y la fue a esperar cuando llegó a la estación terminal de buses de Valparaíso. De ahí en adelante Alonso se enganchó mucho más y empezaron a juntarse más seguido.

Casi se muere Alonso:

Pasaron los días y un fin de semana, como ya era habitual, Consuelo y Alonso quedaron de juntarse para ir a una fiesta; pero ocurrió un grave accidente y la mamá de Alonso se comunicó por teléfono con Consuelo y le informó que Alonso había tenido un accidente grave en la casa de su hermana mayor y que casi se muere intoxicado con monóxido de carbono y estuvo solo a minutos de morir, bañándose para salir a juntarse con ella. Consuelo no le dio ninguna importancia al grave accidente de Alonso y se fue a carretear igual con su grupo de amigos de Isco’s, en vez de haberlo ido a ver a la posta de urgencia donde había quedado internado Alonso con oxígeno y suero. Consuelo, después reconoció que fue demasiado fría, por su personalidad no le había tomado el peso a la gravedad del accidente, ‘por último como una muestra de solidaridad y empatía haberse quedado en casa como señal de respeto’ Su hermana mayor, Ivonne, la forzó y la llevó con su grupo de amigos de Isco’s y lo pasó tan bien como siempre y a la pasada se pinchó otro par de amigos que no los veía hace ya algún tiempo.

La verdad, que Consuelo no entendía como Alonso seguía con ella; pues si ya antes le había dicho que le caía mal, después se fue por tres semanas a El Quisco sin avisarle y después esta desubicación de ir a carretear igual, cuando Alonso había estado a punto de morir. En fin, Consuelo se dio cuenta de que Alonso se enganchó de ella y lo podía manipular.

Después Alonso le reprochó toda la vida que no lo había ido a ver a la posta de urgencia, que había sido algo grave y que ella no estaba ni ahí con él. Era verdad, pero ya estaba enganchado de Consuelo y ella no le dio mucha importancia, así que después se siguieron juntando. Consuelo creía que otro hombre en la misma situación vivida, ya la habría dejado, pero ella ya sabía que lo tenía atrapado.

Consuelo recuerda que Alonso siempre fue muy caballero y educado, que era muy entretenido y la hacía reír mucho. Salían siempre a fiestas y en la semana la invitaba a una fuente de soda que se llamaba Superkop y él compraba siempre para los dos, papas fritas y bebidas, que a Consuelo le encantaban con harto kétchup. Ahí hablaban horas y horas. Alonso era súper entretenido, tenía muchas historias y le hacía reír mucho. Ahí le empezó a gustar y a respetar algo más.

Después de un buen rato de conversación y pololeo, la iba a dejar a la micro o, incluso, la acompañaba hasta la misma casa y él se volvía a pie a la suya, atravesando prácticamente todo el plan de la ciudad y la iba llamando de cada teléfono público que encontraba en el camino. La llamaba gratis, porque Alonso sabía un truco con los teléfonos públicos y hablaba sin echar monedas y sin que se le cortara.

De las cosas anecdóticas de Consuelo, era que ella había heredado genéticamente muchas cosas de su padre, entre ellas, la más reconocible, es que era muy distraída y torpe; lo que después le iba a traer más de algún problema a Alonso. Los primeros problemas, era que a Alonso le gustaba mucho andar tomado de la mano o abrazado de Consuelo y, cuando caminaban juntos, Consuelo andaba a los topones con la gente, literalmente ella los chocaba, por lo que muchas veces Alonso tenía que andar defendiendo de los ataques que esta recibía de la gente afectada. El problema era que Consuelo pensaba que las personas la chocaban a ella, es decir, no se daba cuenta las torpezas que cometía, por lo que después Alonso tuvo que asumir su papel protector y andar él disculpándose de la gente que chocaba. Le costó mucho superar ese pequeño gran problema.

Consuelo recuerda que Alonso trabajaba en una empresa pequeña de Valparaíso que vendía centrales telefónicas, citófonos y fax. Antes había trabajado en otra empresa similar, pero en Viña del Mar y antes de esta última, en una empresa que vendía equipos de audio y video de alta fidelidad (HI-FI)

Pasaban los días y Consuelo se había postulado para estudiar en un instituto profesional, porque en el examen para entrar a la universidad le había ido pésimo, a pesar de haber hecho un preuniversitario en el instituto Saldor, que no le había servido de nada. En razón que Alonso no se manifestaba y no tomaba la iniciativa y seguía una relación informal, y pronto Consuelo iba a entrar a estudiar, esta tuvo que apretar a Alonso para que le pidiera pololeo, es decir, una formalización de la relación, y le resultó. En una salida nocturna a la playa, donde pasaron cosas especiales, pues prácticamente fue Consuelo la que guio los límites de las caricias íntimas de Alonso, pues este era demasiado ingenuo y respetuoso, en cambio Consuelo tenía mucho más de experiencia y mundo; y empezaron a pololear.

Anduvieron solo como un mes y Consuelo quiso terminar con Alonso, porque este siempre confundía situaciones de su polola anterior y Consuelo creía que seguía enamorado de ella. Ahí, Alonso casi le rogó que no terminará con él y que su problema había sido el accidente con el monóxido de carbono y que el doctor le había dicho que iba a tener espacios de memoria perdida o confundido. Bueno, le creyó y siguieron la relación de pololeo. Total, después del accidente con el gas Consuelo ya se había mandado una tremenda embarrada.

Luego de más de dos años de pololeo, de dulce y de agraz, porque ambos eran muy buenos para discutir y pelear varias veces en la semana, por diversas circunstancias, en realidad, discutían por todo. Consuelo era muy fría, descariñada, terca y obstinada, pareciera que nunca estuviera feliz. Alonso era súper celoso y tenía celos retrospectivos porque Consuelo había tenido la mala ocurrencia y le había contado a Alonso que había pololeado con cuarenta y tres hombres hasta el día que lo conoció a él, porque los tenía anotados en una agenda que usaba como diario de vida, llena de fotos de ex enamorados y de artistas que a ella le gustaban, los pinches y pololeos los hacía casi como un deporte y, Alonso, con suerte solo había pinchado con no más de ocho a diez mujeres. Igual, Consuelo nunca le encontró nada de malo, claro que después dudó un poco, porque era casi un pinche por semana y un pololeo largo de casi un año, es decir, empezó casi desde los catorce años.

Después de todo, fue un buen pololeo, muy apasionado e intenso, Alonso era súper buen amante y ardiente. Él sabía que había sido su primer hombre, según lo que le dijo Consuelo, a pesar de que nunca le creyó por razones de lógica, aunque ella se enojara. Consuelo reconocía que Alonso la hacía subir y bajar de intensidad en el amor. Alonso, siempre le decía que tenía un trasero de otro mundo y lindos pechos, que a pesar de lo tóxico que eran, la parte amorosa, afectiva y sexual compensaba todo lo malo. Alonso era muy obsesivo, celoso, posesivo y conservador. Luego de trabajar un par de años en una empresa chica de venta de centrales telefónicas y citófonos, le contó que le había salido una oportunidad de trabajar en una empresa súper grande, por casualidad, la misma empresa en la que trabajaba el papá de Consuelo. Fue ahí que Consuelo vio la posibilidad de cumplir su sueño de ser madre y esposa, como el de una gran mayoría de mujeres jóvenes de la época, hijas de familias de clase media trabajadora, que recién terminaban su enseñanza media, pues no todas aspiraban a entrar a la universidad porque era económicamente muy difícil para toda es generación y las de antes, y mucho peor para la mayoría de las mujeres en esa época. Alonso le prometió que si llegaba a quedar en ese trabajo se casaría con ella, lo que prácticamente les aseguraba su futuro a ambos.

La mamá de Consuelo un día le dijo que lo invitara a la casa y era para felicitarlo y avisarle de que había sido seleccionado para ese gran trabajo. Su mamá se enteró por una vecina que era colega de su papá y trabajaba en recursos humanos en esta gran empresa, por ende, sabía que lo habían seleccionado a él. Debe haber sido muy bueno, porque fue el único que quedó dentro de 50 candidatos. Claro que él era el único que tenía experiencia en el rubro y no había que enseñarle casi nada, o sea, estaba listo para trabajar y salir a terreno a vender sin necesidad de capacitación. Su suegra, lo invitó a una cena que le preparó para felicitarlo. Alonso no sabía nada aún, si bien es cierto estaba casi seguro de que quedaría seleccionado, a lo único que le temía era a que los exámenes médicos no salieran bien. Bueno, quedó en el trabajo y lo contrataron en febrero del año 90 y el compromiso de palabra de Alonso de casarse si quedaba contratado en CTEL Chile se fue postergando por largos diez meses, siempre justificando que lo hacía para que su madre pudiera disfrutar un tiempo de su nueva situación económica, varias veces mejor de la que había tenido siempre. Esto, a Consuelo no le causaba ninguna gracia.

Con sus primeros ahorros, producto de sus buenos ingresos en CTEL Chile, a Alonso se le ocurrió comprar su primer auto a pocos meses de haber sido contratado, era un Fiat 600 del año 1979, usado, algo absolutamente impensado para él solo hace un año atrás, y a Consuelo no le gustó para nada y se lo dio a entender claramente. Le dijo que le daba vergüenza andar en ese tipo de auto porque sentía vergüenza, porque podían quedar en pana y después tenía que bajarse a ayudar a empujarlo. Se justificaba diciéndole que su padre había tenido una “Renoleta” y que siempre quedaba en pana, por eso le daba vergüenza. Consuelo fue un poco desatinada por decir lo menos, pues era el primer auto de Alonso y se lo miró a menos, dejándolo sin palabras. Por lo mismo, al poco tiempo después lo vendió y se compró otro automóvil, un Daihatsu Charade, usado y del año 1982. Bueno, en fin, Consuelo veía que pasaba el tiempo y Alonso no cumplía con el matrimonio prometido, condición de que lo contratan en CTEL Chile, así que tuvo que apretarlo otra vez y le dijo clara y fríamente, como era su forma de ser, que si no se casaban pronto, ella terminaría la relación, porque no quería seguir perdiendo el tiempo, suena duro, pero para Consuelo era su futuro y su sueño, el tener una familia con hijos y en el entorno que ella se movía, no había muchos candidatos con buen futuro, y vaya que conoció candidatos.

Consuelo, confiesa que nunca le gustó mucho Alonso, porque además de tener una personalidad exuberante, atractiva, pero algo arrogante y egocéntrica; también era bueno para carretear, le gustaba salir con sus amigos los fines de semana y era habitual que bebiera cervezas y piscolas socialmente; pero se casó confiada en que lo iba a poder cambiar, creo que ese fue el primer y gran error de Consuelo, porque Alonso siguió igual por muchos años y después solo fue evolucionando para bien o para mal. Tarde se dio cuenta Consuelo que en esencia las personas no cambian, solo mutan, para bien o para mal.

A Alonso, en su nuevo trabajo le fue muy bien en términos económicos y profesionales, se casaron por el civil en el día del cumpleaños número 23 de Consuelo, y por la Iglesia católica al día siguiente, es decir, el 13 de junio de 1991. La ceremonia de casamiento por la Iglesia Católica fue en la Catedral de Valparaíso y con dos obispos; el tío de Consuelo, que era obispo de Antofagasta en esa oportunidad y monseñor Javier Pradenas, obispo de Valparaíso. Fue un casamiento bien bonito y la fiesta de celebración del matrimonio se la regaló el papá de Consuelo. Fue una celebración bastante humilde, lleno de amigos de Alonso y algo menos de amigos de Consuelo, porque los que conoció no eran como para invitarlos al matrimonio, sino terminaba todo en una gran trifulca, como acostumbraban; pero sin duda, con mucha más familia de Consuelo que la de Alonso, ya que la familia de la novia era muy numerosa y más de la mitad eran de Santiago.

Se casaron a través de las típicas promociones de la sección de novios de una de las multitiendas del retail y se ganaron una noche de bodas en el Hotel Bellamar, pero como Consuelo estaba segura de que Alonso iba a tomar con sus amigos, le dijo a Alonso que prefería irse a un motel después de la fiesta y al mediodía siguiente aprovechar de estar todo el día en el hotel cinco estrellas. En general, Consuelo siempre exageraba cuando Alonso bebía, como a ella le cargaba lo agranda y exageraba, porque Alonso nunca fue de los que andaban borrachos por la vida, de hecho, solo se le notaba porque se ponía más alegre, desordenado y pintamonos. En realidad, Consuelo nunca lo quiso. Jamás logró entender cómo se le ocurrió obligarlo a Alonso a casarse con ella, bajo la amenaza que, si no, terminaban, solo por su buen futuro y estabilidad económica; lo mismo que sucedió cuando lo presionó para que le pidiera pololeo. Estaba claro que el propósito de Consuelo era formar una familia con alguien con buen presente y mejor futuro, tal como se lo había presagiado su madre.

Las amigas y familia de Consuelo, que siempre se involucraron más de la cuenta en su relación de matrimonio, fueron las que le recomendaron que mejor no fueran a hospedarse la noche del matrimonio al Hotel Bellamar, si no, que mejor se fueran al día siguiente después del mediodía, por lo que primero, después de la fiesta se fueron a un motel muy bonito, que los recibieron con flores y con champaña y al mediodía se fueron al Hotel Bellamar. Por más consejos que hubiera recibido Consuelo, tanto en el motel como en el Hotel Bellamar, pasaron casi todo el día encerrado teniendo sexo. A la mañana del día siguiente, poco antes del mediodía se fueron a El Quisco, a una cabaña en la playa que una tía de Consuelo les había regalado por una semana. En ese momento, Alonso sacó conclusiones, que esa era la cabaña donde se había desaparecido Consuelo por tres semanas cuando recién llevaban un par de meses saliendo.

Como se casaron en invierno, fue muy bonito y entretenido estar en una cabaña en plena playa y en medio del invierno, con muy poca gente, algunos días de sol, otros con viento y algunos días con mucha lluvia y a veces tormenta, pero bueno, lo que menos hacían era salir de la cabaña. Alonso era muy bueno en la cama y la hacía sentir muy bien y plena a Consuelo; además, que, según ella, Alonso era su primer hombre, por lo que todo para ella era nuevo, a pesar de que no mostró ningún temor o aprehensión. Alonso era muy cariñoso y respetuoso, nunca hizo nada que a Consuelo no le gustara o incomodara, todo lo que aprendió fue con su consentimiento, no hubo momentos desagradables. Como se usaba en esos tiempos, principio de los años noventa y para no descontextualizar, podríamos decir que, en la práctica Alonso sí fue su primer hombre.

Consuelo, reconoció que en su oportunidad le dijo a Alonso que a ella le interesaba casarse más por la iglesia católica que por el civil, que lo último era solo una obligación legal contractual, pues para su tío obispo, y toda la familia por el lado de Consuelo, el matrimonio por el civil era un mero contrato y ellos, todos, creían en la familia, todos eran provida y el matrimonio era para toda la vida, en bonanza y pobreza, salud y enfermedad, como lo dice la Biblia de la religión católica.

Consuelo, tuvo todo lo que una esposa en esa época quisiera tener en un hogar. Si bien es cierto, Alonso ganaba lo suficiente como para que Consuelo se quedara como dueña de casa y después criara los hijos que esperaban tener, decidió trabajar igual, pues ella había egresado del Instituto Profesional como secretaria ejecutiva, mención en computación y quería trabajar en lo que estudió. Fue así como trabajó casi dos años en el comercio, como asistente contable de una joyería tradicional de Valparaíso, con un horario de comercio muy duro y extenuante y con un sueldo muy bajo, solo un poco más que el sueldo mínimo legal. El horario de entrada era a las nueve de la mañana y cerraban a las nueve de la noche, con un intervalo de dos horas y media para almorzar.

La muerte de su madre:

Luego de casi un año de casados y después de una larga y dolorosa agonía, falleció la madre de Consuelo a causa de un sufrido cáncer al páncreas que la consumió como una vela. A Consuelo le quedó la satisfacción que al menos su madre la había visto casarse de blanco como soñaba para todas sus hijas y Consuelo había sido la primera y única que pudo ver casarse de blanco, en la Catedral de Valparaíso y con dos obispos, pues para ellos era muy importante esa tradición católica y, que se casaba con un buen hombre, con virtudes y defectos, como todo ser humano, pero buen hombre al fin, con principios y valores. Así lo conoció y opinaba de Alonso la señora Elena y su marido.

Cuando Consuelo y Alonso decidieron tener su primer bebé, lo programaron y resultó casi a la perfección como lo habían programado. Su primera hija, Elena nació a mediados del año 1993, en la Clínica Bellaflores de Viña del Mar, donde trabajaba una matrona que era amiga de la mamá de Consuelo. De hecho, le pusieron el mismo nombre de la abuela fallecida. Era un acuerdo en el matrimonio, si era mujer, Consuelo le ponía el nombre y, por el contrario, si era varón, Alonso le ponía el nombre.

Hay que destacar que todo el año 1992 y 1993, Alonso estudió en una importante universidad de Valparaíso, con régimen universitario, es decir, todos los días de seis de la tarde hasta las once de la noche, aun habiendo nacido Elena. El sacrificio de Alonso le valdría la pena, pues si terminaba con éxito esa suerte de posgrado, podría postular a cargos de ingeniero y subir de grado en CTEL Chile, por ende, ganar más dinero y tener cada vez un mejor estándar de vida.

Después de los meses de posnatal, Consuelo decidió volver a trabajar en la joyería tradicional porteña. En un principio, Consuelo reconoce que le daba nervios bañar y mudar a una bebé recién nacida, a pesar de que Alonso había comprado de todo para un baño y una muda segura, pero Consuelo le decía que le daba nervios que se le fuera a resbalar de las manos y también, quedar con el resto de cordón umbilical en la mano; en definitiva, Alonso bañaba todos los días a su hija recién nacida hasta que se le salió el cordón umbilical. Alonso le enseñó con mucha paciencia y cuidado a bañar a una bebé recién nacida; pero Alonso se daba cuenta que a Consuelo le daba más miedo por lo distraída, y a veces torpe, que por cualquier otro motivo.

Elenita quedó al cuidado de una tía adoptiva de Consuelo y con mucha pena para Alonso, pues la hija tenía que tomar leche de relleno para cuando quisiera el pecho de la madre y ella no estuviera. Muchas veces, también la cuidaba la abuela paterna, la madre de Alonso; la señora Gabriela. Así, pasaron casi catorce meses y Consuelo llegaba todos los días muy cansada un rato breve a la hora de almuerzo y después muy tarde y cansada, pasada las diez de la noche, cuando Elenita ya estaba dormida.

Un día cualquiera, cuando Elena tenía como catorce meses de vida y ya había aprendido a caminar, Consuelo llegó a almorzar a la casa, Alonso estaba presente y vio cómo Consuelo se quebraba en llanto, al ver que cuando llegó y abrió la puerta, le estiró los brazos a Elenita y esta, en vez de correr a los brazos de su madre, decidió ir corriendo a los brazos de la tía Yola, que la cuidaba todos los días como si fuera su verdadera madre. Fue en ese momento que Consuelo le cobró la palabra a Alonso y decidió renunciar a su trabajo para quedarse por decisión propia como dueña de casa. Aun así, la tía Yola siguió yendo a colaborarle en lo que pudiera porque se había encariñado con Elenita. Además, una vez por semana iba la señora Maggie, que la conocía mucho tiempo antes, porque iba a ayudarle en las labores del hogar a su fallecida madre. La señora Maggie la ayudaba con el lavado y planchado de ropa, además del aseo profundo de la casa una vez por semana. También la señora Gabriela iba cuando su hijo se lo pedía, generalmente algunos fines de semana para poder salir con tranquilidad. Consuelo recibió todos los cuidados que cualquier mujer que haya sido madre en esa época hubiera querido. Se compraba las mejores y más caras cremas para las estrías y los pechos. También, para su hija, le compraba los mejores pañales y los que fueran necesarios. Eran felices, pero Alonso seguía algo bohemio y salía solo algunos fines de semana, otras veces lo hacía con el cuñado de Consuelo, Augusto, que era el doble de bohemio que Alonso y otras veces salían juntos como matrimonio, al menos una vez por mes a cenar y después a un pub, supuestamente a bailar, a pesar de que a Consuelo no le gustaba mucho y tampoco le gustaba beber, pues se tomaba una cerveza y le daba sueño. Claramente no le gustaba salir con Alonso. La mayoría de las veces se visitaban en casas del grupo grande de amigos del cuñado de Consuelo, Augusto.

Rodeado por la envidia:

En la vida sin sobresaltos económicos de Alonso era muy notoria la envidia que generaba en el entorno familiar de Consuelo y, en especial de su concuñado, Augusto, pues él era empleado público, muy apocado y resentido, y ganaba tal vez un cuarto de los ingresos que ganaba Alonso, siempre andaba dando pena y era muy mezquino; pero, la gran diferencia de Alonso con Augusto, era que, en el caso de su concuñado, trabajaba él y su esposa Ivonne, la hermana mayor de Consuelo; que trabajaba en una empresa de importaciones y tenía un sueldo más alto que su propio marido. En esa época, a mediados de los años 90, aún era mal visto que la mujer casada trabajara y, peor aún, que ganara un sueldo mayor al de su marido, el machismo era categórico y era considerado un mantenido; pero por lo visto a Augusto le daba lo mismo, definitivamente no le daba vergüenza, de hecho, él vivía y gastaba como si todo el dinero lo ganara solo él; pues para igualar a Alonso, trataba siempre de cambiar el auto con misma frecuencia que Alonso lo hacía y también, se compraba ropa de marca, igual que Alonso, pero con la gran diferencia que usaba el dinero de él y de su esposa. Tenía una competencia donde corría solo, porque Alonso nunca se dio cuenta, era su misma esposa, Consuelo la que le decía las muestras de envidia y lo patudo que era al usar el dinero de su hermana como si fuera propio, también, que nunca le enseñó ni le interesaba que Ivonne aprendiera a manejar, para así disponer el auto de los dos para él solo. Alonso siempre fue buena persona, desprendido y nunca le importó que lo envidiaran, a pesar de que con el paso del tiempo eso le hizo mucho daño.

Fue todo bien con Alonso en su trabajo, ganó mucho dinero como vendedor de equipos, varias veces fue elegido el mejor vendedor del país. Tan bien le fue, que le ofrecieron entrar a estudiar a una de las universidades más importantes de Valparaíso, Administración de Empresas, mención Telecomunicaciones. Fue súper sacrificado, no faltó nunca a clases, pasó todos los ramos y le fue muy bien en el examen de grado. Se tituló con cierta facilidad.

Le fue tan bien a Alonso que le ofrecieron un cargo de ingeniero de empresas en una nueva filial de la corporación, aún sin ser ingeniero de profesión, pero sí de experiencia equivalente, pero en esta oportunidad en el área de grandes empresas. Alonso era tan buen vendedor, además de haberse titulado en la universidad, que, por sus buenas referencias, vino el propio gerente general de la filial CTEL Corp a invitarlo a ser parte del equipo de estrellas en el área comercial. Alonso no lo dudó y aceptó inmediatamente, lo subieron de grado y, por ende, mayor sueldo base y más variables por producción y cumplimiento de metas y objetivos anuales. Le fue muy bien también, era bueno en lo que hacía, pero no dejaba de ser bohemio y siempre al menos una vez por mes salía a carretear solo. A veces se le pasaba un poco la mano y a Consuelo, como siempre, le cargaba. Seguía pinta monos como cuando lo conoció y un carácter muy fuerte, pero, en fin, mientras no faltara el dinero en la casa, Consuelo no reclamaba mucho, que, a pesar de ser tímida, tenía un carácter solapadamente fuerte con Alonso, lo hacía rabiar mucho, nunca lo dejaba en paz, no lo dejaba de fastidiar psicológicamente a Alonso, era como una suerte de tormento psicológico sistemático. Era un maltrato silencioso, que, en vez de mejorar las cosas, las empeoraba.

El primo:

Alonso, siempre fue buena persona y algo ingenuo y, oportunidad que se le daba ayudaba a sus amigos, colegas y familiares, tanto de él como de su esposa. Pietro, primo de Consuelo, era un tipo joven, como de la misma edad de Consuelo, muy agradable, simpático y de buena facha, se hacía querer y “aguachaba” a Alonso. Su impronta era la de galán latino y siempre se jactaba que tenía las mujeres que él quería como si fuera un motivo de orgullo. Además, siempre se jactaba que era bien dotado, cosa que en algún momento fue desmentido por Alonso delante de sus otros primos. Estando algo ebrios, mostraron sus genitales y Alonso le demostró a Pietro que él, incluso lo tenía más pequeño que el miembro de Alonso. De cierta forma, todo lo que hacía Pietro era con la intención de equiparar a Alonso con actitudes claramente de envidia hacia el éxito de Alonso respecto de su vida plena.

Pietro, pasaba yendo a la casa de su prima Consuelo, incluso, pasaba mucho más tiempo que Alonso en la casa, en especial, en las horas de almuerzo, pues siempre iba con la excusa de pasar a visitar a la abuela de ellos dos, la señora Clementina, que vivía a cuatro casas de Consuelo. En definitiva, Alonso era muy buena persona, pero a su vez, era bastante ingenuo, pues nunca sospechó ni pensó nada extraño, solo encontró que su primo era sinvergüenza y aprovechador.

Alonso, le consiguió trabajo de vendedor a Pietro en la misma empresa que trabajaba él y también le iba bien, pero era muy irresponsable y flojo, en el trabajo andaba más pendiente con qué mujer podía tener sexo, que de trabajar. Alonso siempre lo retaba y le decía que lo dejaba mal parado a él. Pietro se jactaba que era regalón de la jefa, dando a entender que tenía una relación sexual oculta con ella, a pesar de que su jefa, además de ser una mujer mucho mayor que él, era casada. Pietro solo se reía con una sonrisa burlesca e irónica.

Muchas veces Alonso llegaba a almorzar y Pietro ya estaba en la casa con su prima e incluso, a veces Alonso se iba a trabajar y Pietro se quedaba en la casa. Era curioso, porque a pesar de que Alonso era tremendamente celoso, en ningún momento se le pasó por la mente sospechar del primo, quizás, era porque Consuelo siempre se encargó de dejarle bien en claro a Alonso que, para su familia, las relaciones sexuales entre primos eran como un pecado capital, aun sabiendo que su padre era hijo de primos; pero Alonso venía de otra realidad y no pensaba lo mismo. Su historia de vida le decía que no era tan así. Esta situación, le generó más de algún problema al matrimonio, porque Consuelo muchas veces hablaba de primos que finalmente no lo eran, si no que eran hijos de familias vecinas y que se conocían de muy niños y a ellos los llamaba primos. Alonso se reía irónicamente y le daba a entender que él no era imbécil y le reprochaba a Consuelo si acaso ella no sabía cómo pensaban los hombres y si acaso estaba segura de que “ese primo” pensaba lo mismo que ella, a lo que Alonso le decía, “obvio que no, de seguro te quiere puro comer”; cosa que no andaba muy lejos. Cada vez que Consuelo nombraba un primo, Alonso le preguntaba “de parte de quién.” Esto le causaba mucha molestia a Consuelo y como resultado de esto andaba siempre enojada. Consuelo era muy fría y poco cariñosa, no le gustaba mucho que Alonso la abrazara ni le hiciera cariño, nada de piel y osca, casi con una amargura permanente.

El segundo de tres hijos:

A pesar de todo, el matrimonio seguía relativamente bien, pues habiendo recursos económicos, Consuelo dejaba pasar cualquier cosa. Le gustaba más mantener las buenas apariencias de un matrimonio perfecto para la sociedad que declararse abiertamente quebrada sentimentalmente, pero el hostigamiento hacia Alonso era incesante, por su bohemia, egocentrismo, carácter fuerte y trabajólico.

Seguía en pie el matrimonio machista acordado entre ambos, donde Consuelo asumió bien su rol de madre y esposa y acordaron tener su segundo hijo, se programaron y para eso Alonso era muy eficaz, pues sabía manejar muy bien los períodos de fertilidad de la mujer, Consuelo quedó embarazada de su segundo hijo.

Pasaron dos o tres controles y con un ginecólogo nuevo, pues a Consuelo ya no le daba confianza el ginecólogo de la familia, el que trabajaba para una empresa filial de salud de CTEL Chile que trabajaba Alonso.

El primer y segundo examen no hubo ningún problema, pero al tercero, en una ecografía fetal para ver cómo se veía la salud del feto, el doctor se quedó callado, no habló mucho y dejó pasar el tiempo. Fue triste, porque el ginecólogo fue negligente, no alertó de nada extraño y al cuarto examen el médico le dijo que el feto había muerto. Ambos lloraron con la noticia, perdieron a su segundo hijo, al que supuestamente le iban a poner el nombre que Alonso decidiera, según el acuerdo previo entre ambos.

Además, ocurrió una gran desgracia, pues el tecnólogo médico que analizó la biopsia de los tejidos resultados del raspado uterino, le dio a entender al obstetra que Consuelo tenía “mola”, que la habían quedado restos del raspado en las paredes uterina y, lo grave, es que esos síntomas era como tener un cáncer; por ende, iban a tener que hacerle una quimioterapia a Consuelo y que ya no iban a poder tener más hijos. Situación muy dramática, pues Alonso quería tener cuatro hijos; independiente de que Consuelo solo quería tener dos.

Alonso y Consuelo no se quedaron tranquilos y buscaron la opinión del mejor ginecólogo de la región y llegaron al doctor Patricio Mazuela, que claramente era el mejor, pero el más caro obviamente. Mazuela examinó a Consuelo, revisó el informe del tecnólogo médico, guardó silencio un instante y luego hizo un llamado telefónico. Llamó al tecnólogo que redactó el informe médico que tenía que leer el obstetra, y lo subió y lo bajó delante de Consuelo y Alonso. Le dijo que con su informe había inducido a error al obstetra y había provocado un mal diagnóstico y, por ende, un mal tratamiento. Mazuela, después de ese verdadero espectáculo en vivo les dijo, “muchachos, Consuelo no tiene nada, está todo normal y si quieren pueden tener hijos mañana si quieren. Esto provocó un gran alivio dentro de la pena de haber perdido un hijo, pues les daba la oportunidad de seguir intentando tener más.

Pasó el tiempo, se pusieron en campaña de inmediato y tuvieron su segundo hijo, de nombre Alonso Junior; el que, como dato anecdótico, su hijo, Junior, no se parecía en absolutamente en nada a Alonso y todos decían que era “puro Consuelo”, “puro Nunes”. Es más, Junior era más parecido a su tío Pietro, el mismo que se quedaba todos los días en la casa, porque abusaba de la buena voluntad de su prima con almuerzos, reposos, siestas y otros. Bueno, esto ocasionó muchas incomodidades en Alonso, pues entre los hombres en esa época, a mediados de los años noventa, eran muy crueles, y como si fuera broma le cargaban su hijo a otra persona, que obviamente no era él. Después, en asados y otros encuentros sociales a Alonso le hacían bromas pesadas y le decían que su hijo era igual a su primo Pietro. Alonso empezó a sufrir las primeras mellas de tanta envidia y malos actos de su entorno. Los amigos de la época no medían consecuencias futuras en Alonso, ni mucho menos en su hijo. A Consuelo le molestaba mucho y le daba a entender a Alonso que se sentía ofendida con “las bromas” de su entorno, que, por cierto, gran parte de los amigos que hostigaban a Alonso, eran los amigos de su cuñado Augusto, casado con su hermana mayor, Ivonne, es decir, Alonso no podía hacer nada, pero la furia de Consuelo la descargaba en él.

Acoso, hostigamiento e irregularidades sistemáticas:

Además de todo lo anterior, Alonso empezó a sufrir acoso psicológico en su trabajo, tenía muchos problemas con una jefa de nombre Teresa Oliva, que le tenía mala porque Alonso era algo egocéntrico y autosuficiente y le iba bien en todo, tal vez, por su origen humilde y por el hecho de que él hubiera llegado al mismo lugar que la habían puesto a ella, que era Ingeniero Comercial de la UAI. Teresa Oliva le hizo la vida imposible a Alonso, solo por discriminación. Además, porque Alonso nunca la validó como su superior directo en aspectos técnicos y comerciales, siempre la consideró una muy mala profesional, por ende, era un ejecutivo autónomo y no le pedía ayuda a su jefa, pues no lo encontraba necesario. Teresa Oliva, quien fue el principio y el fin de Alonso, pues ella lo había contratado como vendedor cuando quedó él solo dentro de más de 50 postulantes y, como había sido el mejor, llegó a ocupar el mismo puesto que ella. Teresa Oliva era la típica mujer arribista, la esposa de un rector de una importante universidad de Valparaíso, pero era rumor de pasillo que su marido tenía una relación de años con su secretaria, una mujer físicamente despampanante dicho por las “malas lenguas”, era el anverso de Teresa Oliva; una mujer de baja estatura, caderas muy anchas, piernas cortas, de rostro pálido y poco agraciado. Los colegas de Alonso se daban cuenta de esta animadversión hacia él, y le decían que era seguro que ella “se lo quería comer”.

Empezó una historia de acoso psicológico laboral, donde Teresa Oliva se encargó de hacerle la vida imposible a Alonso, donde, para empezar, le quitó arbitrariamente su camioneta asignada, con no más de 15 mil kilómetros y se la pasó a su ejecutivo estrella, porque este le hacía más de la mitad del trabajo y nunca le criticó nada malo. En cambio, le pasó a Alonso la camioneta de su colega estrella con más de 200 mil kilómetros y con serios problemas de mantención.

Ligamento Cruzado Anterior:

Alonso, jugando fútbol por una liga interna de CTEL Chile, decidió participar por el equipo Bicentenario, pese a que no había jugado nunca fútbol en canchas oficiales o amateur de este deporte popular, sólo había jugado a nivel recreativo en partidos de baby fútbol, que no guardan relación alguna con el fútbol; 28 años era algo tarde para empezar a jugar un deporte de tanto roce y contacto. Transcurrido el tiempo y ya habiendo jugado varios partidos de la liga interna, al sexto partido se cortó el ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda al apoyar la planta del pie en una zona barrosa y haber hecho un giro para pegarle de media volea al balón tratando de despejarla. Alonso se operó en el Hospital de la Seguridad (HOSEG) con mucho éxito, salió todo bien. Lo operó el traumatólogo del club de fútbol Santiago Wanderers. Lorenzo, el médico que lo operó, después de la intervención le dijo que había quedado tan bien que, si se cuidaba en el post operatorio y haciendo la kinesioterapia, sería más probable que se le cortara el ligamento de la otra pierna en vez de la operada; así de firme había quedado.

Luego de cuatro meses de operado y en plena kinesioterapia, Alonso decidió volver antes de su total rehabilitación y vencimiento de su licencia médica, a los cuatro meses volvió primero en silla de ruedas la primera semana y después con dos muletas. Este absurdo sacrificio no valía la pena, pero si era muy grave para la seguridad laboral y accidentes del trabajo en la empresa, cosa que Teresa Oliva debería haber frenado, pues se estaba exponiendo a un serio riesgo de accidente laboral de un trabajador con licencia médica vigente. Eso, nunca nadie se lo reconoció y, por el contrario, muchos de sus colegas le decían que cómo era tan necio que hacía eso, que era perjudicial para su salud y que para la empresa era solo un número, considerando que la licencia de Alonso era de seis meses. Dentro de toda esta situación, Teresa Oliva decidió enviarlo a Quillota, es decir, a más de 120 kilómetros de ida y vuelta desde su casa, a pesar de que el doctor le había recomendado reposo y le envió un certificado a la empresa que, con esa exposición de la rodilla a pisar sistemáticamente el pedal del embrague, podía estresarle la operación y echar a perder el buen resultado obtenido. Teresa Oliva hizo caso omiso, como si no hubiera leído nada y lo envío igual a la ciudad de Quillota.

Después, ocurrió lo que jamás nadie se esperaba, como Alonso tenía solvencia económica, decidió comprarse un auto automático, su primer Subaru, modelo Impreza Limited blanco, asientos de cuero y full equipo.

Pasado los años, en el 2006 pasó algo que Consuelo nunca se imaginó y que su madre a pesar de su sabiduría y perspicacia para reconocer el futuro de un pretendiente de su hija no predijo, le dijo: “con ese hombre nunca te va a faltar la plata”, pero no se le pasó por la cabeza y no le advirtió que él se podía enfermar gravemente cuando se casó para toda la vida, en salud y enfermedad, bonanza y pobreza. Se le fue ese detalle a la madre de Consuelo.

Alonso se enfermó gravemente, le vino un surmenaje por la presión indebida, acoso, hostigamiento e irregularidades sistemáticas por más de 10 años de su jefa Teresa Oliva, es decir, desde el año 1996 que lo presionaba, acosaba y hostigaba. Lo que detonó su grave enfermedad de salud mental, fue que, de un lunes para otro, Teresa Oliva le informó que la semana siguiente tenía que amanecer en Rancagua, es decir, a más de 200 kilómetros de la casa de Alonso. Solo le argumentó que ella había decidido trasladarlo a esa zona, sin siquiera negociarlo con él como correspondía legalmente y sin las compensaciones económicas que correspondía. Teresa Oliva se daba estos gustos, pues su cuñado, hermano del rector de la importante universidad de Valparaíso, ubicada en Playa Ancha, que además era un gran cliente para CTEL Chile, ocupaba un importante cargo ejecutivo en Santiago. Debido a esta crisis y por diagnóstico de la psiquiatra Margot Quintanilla, le diagnosticó Depresión Mayor Severa, trastorno bipolar con ideación suicida a Alonso, porque tuvo una jefa que durante diez años lo presionó, hostigó, acosó e hizo muchas irregularidades de forma sistemática, hasta que un día la salud mental de Alonso no dio más y le vino un surmenaje. Estuvo más de tres meses encerrado en su pieza y no quería salir, solo lloraba. La presión y los malos ratos sumado a los tres episodios de estrés fulminante mal cuidados le pasó la cuenta. Curiosamente el sindicato al que pertenecía Alonso no hizo nada, a pesar de lo irregular de la situación. Al parecer, fue moneda de cambio para rescatar a otro socio que iba a ser despedido, total, Alonso ya tenía el motor fundido. Así funcionan los sindicatos políticamente.

Alonso, nunca más se recuperó bien desde ese entonces. Consuelo reconoce que cometió varios errores, creo que en el fondo se notó mucho que ella no lo amaba. Lo desautorizaba con sus hijos al decirle que el papá ya no era la misma persona, que no era un ser normal, como si fuera un trastornado mental desvalido y que no le pidieran permisos ni nada importante a su padre, que solo le preguntaran a ella, porque el papá ya no era una persona normal. Casual y tristemente, esa conversación de Consuelo con los hijos de ambos, Alonso la escuchó y se sintió profundamente decepcionado de su esposa, pues Alonso, por encargo de su propia esposa, era el que tenía la desagradable misión de poner la mano firme en la educación y formación de sus hijos. Desde ahí en adelante sus hijos nunca más lo respetaron y eran atrevidos con él, no le obedecían y hasta se reían de su persona.

Volvió a trabajar después de seis meses con licencia médica, pero era un zombi y tenía recaídas seguidas, con crisis de pánico y de angustia, se puso bueno para beber en la casa los fines de semana, ya no salía mucho de la casa, pues había entrado en vigencia la Ley Emilia, que fue originada por un trágico accidente automovilístico, donde un hombre chocó su vehículo contra otro que estaba detenido por la luz roja del semáforo y a razón de ello, murió trágicamente una bebé llamada Emilia, y las penas de la ley se endurecieron tanto que Alonso recién tomó consciencia del peligro de manejar curado. Consuelo reconoce que lo hostigó y presionó para que renunciara a su inigualable trabajo, porque parecía un zombi, tenía fuertes jaquecas los fines de semana durante ocho años. Fue lo peor que pudo haber hecho Consuelo, pues Alonso renunció al trabajo de sus sueños, que les había dado todo el bienestar socioeconómico hasta esa fecha. Como resultado de la negociación por la indemnización a todo evento que tenía Alonso con la empresa, le pagaron mucha plata. Con ello terminaron de pagar al contado el departamento con vistas a toda la bahía de Valparaíso, Viña del Mar y hasta Concón que habían comprado hacía poco tiempo. Alonso siempre tenía auto nuevo y lo renovaba cada uno o máximo dos años y también le había comprado un auto para Consuelo y sus hijos, para que salieran todos para cuando él no estuviera y no dependieran mucho de él.

Tenían un muy buen pasar económico y vivían sin sobresaltos, pero quedó cesante, enfermo y estigmatizado por su enfermedad de salud mental, que lamentablemente en esa fecha, el que iba a un psicólogo o peor, un psiquiatra lo tildaban de “loco” y quedaba en primera fila para ser despedido, en vez de pensar en sanarlo, pues, por último, se enfermó trabajando y por la presión, acoso y hostigamiento de su jefa directa, además de las irregularidades sistemáticas de que la fueron cómplices sus pares, recursos humanos y hasta la gerencia general. Como vendedor, quizás nunca más iba a poder encontrar un buen trabajo. Nunca más volvió a ser el mismo. Se tomó un año sabático, aunque igual trabajó haciendo asesorías y no le fue mal.

Después de haberse enfermado por acoso, hostigamiento e irregularidades sistemáticas durante diez años, según el diagnóstico de la psiquiatra y haber renunciado a la empresa por la que trabajó por casi 19 años, Consuelo lo empezó a presionar, hostigar y humillar. Lo trataba de frágil, borracho, poco hombre y de patético. El acoso, hostigamiento y humillaciones se hicieron sistemáticos, pero ahora, en el hogar.

Después de un año, Alonso, que era un emprendedor innato y muy hábil e inteligente para los negocios, formó una empresa en sociedad con su esposa, pero casi por compromiso, porque Consuelo no sabía nada de negocios y menos de una especialidad tan compleja. Definitivamente no ayudó mucho a que les fuera mejor. A Consuelo, la sociedad la tenía fastidiada en muy poco tiempo, porque Alonso, como dueño de la empresa era muy exigente, tenía ritmos de trabajo muy extraños y se puso irritable cuando Consuelo no les respondía a las expectativas. Había veces que despertaba muy temprano y otras veces muy tarde, era como impredecible y eso descompuso aún más a Consuelo, la que ya antes no lo soportaba, ahora era una lucha permanente e insoportable.

Después se empezó a agravar en todo sentido y Consuelo no dejó de “hincharle las bolas” como le decía Alonso a ella, cosa que Consuelo lo reconocía y le afirmaba que sí, que era cierto y que ella sabía que era hinchapelotas. Finalmente, Consuelo terminó de reventarlo mentalmente. Se convirtió en un hombre irritable y en un bebedor solitario los fines de semana, a pesar de que no debía consumir alcohol, porque tomaba medicamentos psiquiátricos. La doctora Quintanilla les había explicado que los depresivos mayores severos, generalmente terminaban siendo bebedores solitarios, pues tendían a aislarse del mundo y compensaba la falta de medicación con alcohol y cigarros. Tomaba y fumaba todos los fines de semana, estaba alcoholizado. Fue tanta la presión y hostigamiento de Consuelo, que Alonso empezó con una secuencia de amenazas que se iba a suicidar. Consuelo reconoce que Alonso nunca dejó de atenderse y tratarse con un psiquiatra, pero no se sanaba, porque el motivo de su enfermedad era su esposa en complicidad con sus hijos, pero no se daba o no quería darse cuenta, pues para Alonso, su familia era lo primero y no sabría vivir sin ellos, a pesar de los pesares. Definitivamente estaba muy enfermo, peor aún, incomprendido y poco apoyado. Nunca, ningún psiquiatra de la salud mental privada le dijo que su problema era psicológico y ninguno trabajó con uno de ellos, si no que ellos mismos decían ser psicoterapeutas. Eso es algo grave, son dos cosas distintas, complementarias porque el psicólogo no puede medicar. Es psiquiátrica cuando se tiene ideación suicida, esquizofrenia o algo no psicológico.

Primer abandono en enfermedad:

En virtud de que a la empresa que había formado Alonso con su esposa, la cual no necesariamente se había formado porque Consuelo tuviera las competencias para ser un aporte, si ella representaba el cincuenta por ciento de la sociedad como se lo había ofrecido Alonso era nada más una suerte de reconocimiento por ser la mitad de su vida y de la familia. Alonso consideró que, por el solo hecho de ser la esposa, iba a ser un aporte; ese fue un gran error, pues tanto la contadora, como la ejecutiva de cuentas del banco le reprochaban a Alonso que su socia “no tenía dedos para el piano” y que no entendía nada de ingresos, egresos, inversión, activos o pasivos, ni mucho menos qué era al debe y al haber. Por lo mismo, Consuelo y su poder de decisión dentro de la empresa, de la cual era dueña de la mitad, no dejaron de aceptar los créditos preaprobados que su banco les ofrecía por antigüedad y buen comportamiento de pago, y ella los administraba y decidía si tomarlos o no, sin tener de respaldo un plan de negocios o de inversión, solo decía que era para pagar cuentas atrasadas. En el fondo solo hacía la famosa “bicicleta”.

Un día de mayo del año 2014, Consuelo abandonó a Alonso junto a sus hijos, porque ya no tenía la plata que le daba la seguridad y estabilidad que muchas mujeres de esa época esperaban de su esposo, al menos las de generaciones anteriores de los años 80, lo que hoy día ya no es así. Algunas mujeres decían que buscaban un hombre que les transmitiera estabilidad y seguridad, en el fondo, solo era que tuviera el dinero suficiente para sostener la familia completa, además de la salud necesaria para aquello. El mal genio y amargura de Consuelo, sumado a que Alonso estaba alcoholizado por la situación; además de sus permanentes amenazas de suicidio llevó que la situación matrimonial empeorara. Aunque Consuelo reconoce que su gran error fue seguir fastidiando, humillando y acosando; incluso, pegándole pechazos y empujones para que Alonso la golpeara y así tener motivos para llamar a Carabineros, denunciarlo por violencia intrafamiliar y echarlo del departamento, a pesar de lo enfermo que estaba, así de cruel; pero este nunca lo hizo. Nunca estuvo en su gen ser maltratador de mujeres, a pesar de todo el maltrato psicológico silencioso de Consuelo.