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Cancionero (Canzoniere en italiano) es el nombre con que popularmente se conoce la obra lirica en "vulgar" toscano de Francesco Petrarca Rerum vulgarium fragmenta (Fragmentos de cosas en vulgar), compuesta en el siglo XIV, y publicada por primera vez en Venecia en 1470 por el editor Vindelino da Spira.
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FRANCESCO PETRARCA
PRIMERA PARTE
Los que, en mis rimas sueltas, el sonido oís del suspirar que alimentaba al joven corazón que desvariaba cuando era otro hombre del que luego he sido; del vario estilo con que me he dolido cuando a esperanzas vanas me entregaba, si alguno de saber de amor se alaba, tanta piedad como perdón le pido.
Que anduve en boca de la gente siento mucho tiempo y, así, frecuentemente me advierto avergonzado y me confundo; y que es vergüenza, y loco sentimiento, el fruto de mi amor é claramente, y breve sueño cuanto place al mundo.
II
Porque una hermosa en mí quiso vengarse y enmendar mil ofensas en un día, escondido el Amor su arco traía como el que espera el tiempo de ensañarse.
En mi pecho, do suele cobijarse, mi virtud pecho y ojos defendía cuando el golpe mortal, donde solía mellarse cualquier dardo fue a encajarse.
Pero aturdida en el primer asalto, sentí que tiempo y fuerza le faltaba para que en la ocasión pudiera armarme, o en el collado fatigoso y alto esquivar el dolor que me asaltaba, del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.
III
Fue el día en que del sol palidecieron los rayos, de su autor compadecido, cuando, hallándome yo desprevenido, vuestros ojos, señora, me prendieron.
En tal tiempo, los míos no entendieron defenderse de Amor: que protegido me juzgaba; y mi pena y mi gemido principio en el común dolor tuvieron.
Amor me halló del todo desarmado y abierto al corazón encontró el paso de mis ojos, del llanto puerta y barco: pero, a mi parecer, no quedó honrado hiriéndome de flecha en aquel caso y a vos, armada, no mostrando el arco.
IV
El que su arte infinita y providencia demostró en su admirable magisterio, que, con éste, creó el otro hemisferio y a Jove, más que a Marte, dio clemencia, vino al mundo alumbrando con su ciencia la verdad que en el libro era misterio, cambió de Pedro y Juan el ministerio y, por la red, les dio el cielo en herencia.
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