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Considerado un texto clave en la historia del alpinismo, el ascenso a esta montaña de la Provenza francesa por parte del poeta Petrarca, en compañía de su hermano Gherardo, constituye un episodio nada frecuente en la época. Parece que tan extraño impulso de los hermanos tuvo por deseo imitar la ascensión de Filipo V de Macedonia al monte Hemo de Tesalia, una ascensión narrada por Tito Livio, con la excusa de contemplar los mares Adriático y Euxino. Petrarca da cuenta en esta carta de las emociones que le suscita la aventura y se deleita en la contemplación del paisaje, como podría hacerlo un montañero de nuestros días. Solo que lleva consigo las Confesiones de san Agustín y con ellas la tiesura entre cierto canon moral sobre la metáfora de elevación que sustrae de la propia montaña y el placer sublime y sensual que procura la experiencia de la escalada y la percepción estética de la naturaleza.
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Seitenzahl: 64
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SOBRE LOS AUTORES
FRANCESCO PETRARCA (Arezzo, 1304 – Arquà Petrarca, 1374)
Hijo de un exiliado florentino, Petrarca vivió hasta su madurez en Aviñón, entonces sede del papado y centro, por tanto, de la cristiandad, lo que le permitió reunir la mejor biblioteca clásica de Occidente. Fue autor de una ingente obra latina que le valió el título de «padre del Humanismo», y su Canzoniere desencadenó un ideal estético llamado petrarquismo que determinó la historia de la poesía europea durante doscientos años. En la ascensión al Mont Ventoux, uno de sus textos latinos más conocidos, Petrarca convierte una anécdota biográfica en una emotiva alegoría de la vida humana como camino de perfección.
Eduardo Martínez de Pisón: Catedrático emérito de Geografía de la UAM, escritor y alpinista. Premio Nacional de Medio Ambiente, entre otros galardones. Autor de una copiosa obra sobre su especialidad y figura de referencia en nuestro país en cuanto a la apreciación cultural de la geografía, el ecologismo y la montaña.
Iñigo Ruiz Arzalluz: Es profesor de Filología Latina en la UPV/EHU y especialista en la obra latina de Petrarca.
SOBRE EL LIBRO
Considerado un texto clave en la historia del alpinismo, el ascenso a esta montaña de la Provenza francesa por parte del poeta Petrarca, en compañía de su hermano Gherardo, constituye un episodio nada frecuente en la época. Parece que tan extraño impulso de los hermanos tuvo por deseo imitar la ascensión de Filipo V de Macedonia al monte Hemo de Tesalia, una ascensión narrada por Tito Livio, con la excusa de contemplar los mares Adriático y Euxino. Petrarca da cuenta en esta carta de las emociones que le suscita la aventura y se deleita en la contemplación del paisaje, como podría hacerlo un montañero de nuestros días. Solo que lleva consigo las Confesiones de san Agustín y con ellas la tiesura entre cierto canon moral sobre la metáfora de elevación que sustrae de la propia montaña y el placer sublime y sensual que procura la experiencia de la escalada y la percepción estética de la naturaleza.
¡Ojalá recorra con el alma aquel camino por el que suspiro día y noche como, superadas al fin las dificultades, he recorrido con los pies del cuerpo el camino de hoy!
FRANCESCO PETRARCA
La ascensión al Mont Ventoux
FRANCESCO
Título de esta edición:La ascensión al Mont Ventoux
Primera edición enLA LÍNEA DEL HORIZONTE EDICIONES: febrero de 2019
© de esta edición:
LA LÍNEA DEL HORIZONTE EDICIONES:
www.lalineadelhorizonte.com | [email protected]
© del texto de introducción: Eduardo Martínez de Pisón
© de la traducción: Iñigo Ruiz Arzalluz
El texto latino que aquí se reproduce está tomado de la «Edizione nazionale delle opere di Francesco Petrarca», vol. X (Le Familiari, edizione critica per cura di Vittorio Rossi, vol. I, Firenze, Sansoni, 1933, pp. 153-61) y se publica con la autorización de la «Commissione per l’Edizione Nazionale delle Opere di Francesco Petrarca».
© de la maquetación y el diseño gráfico: Víctor Montalbán | Montalbán Estudio Gráfico
© de la maquetación digital: Valentín Pérez Venzalá
ISBN ePub: 978-84-17594-26-8 | IBIC: DB; RGBS
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
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La ascensión al Mont Ventoux
FRANCESCO PETRARCA
INTRODUCCIÓN DE EDUARDO MARTÍNEZ
DETALLE DEL FRESCO DEL ORATORIO DE SAN GIORGIO EN PADUA, ANTERIOR A 1382, DE ALTICHIERO DE ZEVIO. LA FIGURA PRINCIPAL ES LA DEL POETA FRANCESCO PETRARCA, PUES SABEMOS QUE ALTICHIERO LE CONOCIÓ PERSONALMENTE. FRENTE A OTROS SUPUESTOS RETRATOS, SU VERDADERO ASPECTO SERÍA ESTE.
La ascensión al Mont Ventoux
PETRARCA Y LA ASCENSIÓN A LA MONTAÑAporEDUARDO MARTÍNEZ DE PISÓN
I. ALREDEDOR DEL MONT VENTOUX
II. ALREDEDOR DE PETRARCA
III. LA CARTA
Ad Dyonisium De Burgo Sancti Sepulcri… A Dionigi Da Borgo San Sepolcro…FRANCESCO PETRARCA
BIBLIOGRAFÍA CITADA
EDUARDO MARTÍNEZ DE PISÓN
El Mont Ventoux o Monte Ventoso —nombre derivado probablemente de Mons Ventosus, aunque también hay otras posibles raíces toponímicas— es un destacado macizo calcáreo de los Alpes provenzales. Aislado y prominente, alcanza los 1.12 metros de altitud, con sus flancos cubiertos por vegetación, principalmente mediterránea, pero con una cumbre desnuda, rocosa, que resalta por su blancura. Azotada la cima por el viento mistral, a lo que algunos atribuyen su nombre —entre ellos el mismo Petrarca—, se abre a amplias y célebres vistas sobre su entorno. Aunque más conocido por ser una meta ciclista, tiene valores naturales de especial interés, por lo que está en la actualidad declarado como Reserva de la Biosfera, encontrándose inmediato a varios dominios boscosos y cercano también al Parque Natural de las Baronnies.
Es posible que la consideración erudita de este texto de Petrarca como inicio de la actitud moderna ante el paisaje proceda del libro de Jacob Burckhardt La cultura del Renacimiento en Italia, que se editó en 1860. Se encuentra justamente en un capítulo titulado «Descubrimiento de la belleza del paisaje», en el que afirma: «Los italianos son los primeros entre los modernos que han percibido el paisaje como un objeto más o menos bello y han encontrado un goce en su contemplación», remitiendo al lector a lo expresado en el Cosmos de Alejandro de Humboldt. Es decir, a un libro geográfico. Porque Petrarca, además, era geógrafo, cuestión básica para entender correctamente por qué ascendió a un monte para mirar el panorama.
Por un lado, dice Burckhardt, «el goce de la naturaleza fue para él la más anhelada compañía de toda labor intelectual»; y, por otra parte, conocía «la belleza de las formaciones de las rocas» y distinguía «la significación plástica de un paisaje y su utilidad». No obstante, «la emoción más profunda y honda que experimenta es [...] su ascensión al Mont Ventoux. [...] Escalar un monte, sin un designio práctico determinado, era algo inaudito para las gentes que le rodeaban». Y señalaba, además, un importante precedente con resonancias literarias: la ascensión de Dante al Bismantova.
Tengo muy vivo el recuerdo de mis primeras lecturas, a mediados del siglo pasado, sobre el espíritu del montañismo. Entonces empezaba yo a escalar y me nutría intelectualmente con todo lo que encontraba sobre las razones culturales de tal pasión. Los autores de aquellos escritos, que poseían con frecuencia sólida información y buen estilo, recurrían al relato de Petrarca sobre su ascensión al Mont Ventoux en sus Cartas familiares (Familiarium rerum libri,IV, 1, «Ad Dyonisium de Burgo Sancti Sepulcri ordinis sancti Augustini...») como el origen literario de las crónicas alpinistas y del arranque del sentimiento moderno de la montaña y, con él, de la voluntad de subir a las cumbres. Luego, esta interpretación se ha repetido numerosas veces. O también, aunque con menos énfasis montañero y más acento paisajista, se ha acudido al resto de sus expresiones de afinidad con la naturaleza como síntomas de un significativo y temprano cambio cultural en Europa sobre la percepción literaria del entorno, que enlazaría la Edad Media con el Renacimiento.
En esta línea, por ejemplo, Charles Gos, que publicó el año 1944 en Neuchatel su precioso libro L’Époppée alpestre, introducía en un cuadro sinóptico sobre la evolución del sentimiento de la montaña y dentro del apartado «Nacimiento del alpinismo», ya en el siglo XIV, a Petrarca en el Mont Ventoux. Aunque tal monte, añade, es de fácil ascensión y de cota moderada, «no hay que olvidar la época» de tal escalada, ni la destacada personalidad de su escalador; pero, sobre todo, tal hecho es trascendente porque se trataría de una reacción nueva, subjetiva, en busca de la resonancia de un estado del alma.
También en la enciclopédica obra La Montagne,